La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 El amor que salvó un reino. Capítulo 14. Preparativos Nupciales

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alisevv

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MensajeTema: El amor que salvó un reino. Capítulo 14. Preparativos Nupciales    El amor que salvó un reino. Capítulo 14. Preparativos Nupciales  I_icon_minitimeMiér Jul 16, 2014 4:56 pm

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—Bueno, bueno— se escuchó una voz que intentaba mantenerse seria—, creo que ya fue suficiente.

Severus y Harry se separaron y miraron a Remus con una sonrisa.

—Aguafiestas— se quejó el joven de ojos verdes, y todos rieron, relajados.

—¿Y para cuando sería la boda?— preguntó Draco, quien se mantenía bastante cerca de Remus.

Adelantándose a Severus, Harry habló, pero en lugar de responder hizo una nueva pregunta.

—A ver, ustedes dos, ¿hay algo que deberíamos saber?

Al notar el tono pícaro de Harry, el repentino rubor de Draco y la sonrisa satisfecha de Remus, todos fijaron su atención en los dos últimos, esperando una respuesta.

Ante la mirada de águila de Severus, Remus cambió su sonrisa por una expresión seria, y tomando la mano del joven rubio, miró al Príncipe.

—Severus— empezó, con acento pausado—, verás, en estas semanas en que Draco ha estado cuidándome y haciéndome compañía, he descubierto una persona maravillosa— hizo una pausa, ante la expectación general—. Nos amamos, y queremos vivir juntos lo que nos queda de vida, así que…— carraspeó ligeramente y asumió una actitud solemne—... príncipe Severus Dumbledore, ¿me concedería la mano de su sobrino?

El aludido se quedó estático, sin saber que contestar, hasta que un codazo de su prometido le sacó de su estupor.

—Pues, la verdad me toman de sorpresa, lo que menos esperaba es que pidieras la mano de Draco— miró a su sobrino, que aguardaba nervioso, y sonrió con dulzura—. Pero por lo que veo él está más que complacido con la petición, así que les doy mi bendición de corazón.

Mientras Remus y Draco se abrazaban, felices, Sirius dejó escapar un bufido de alivio.

—Menos mal que a las mujeres no se les permite apostar, sino Hermi me hubiera ganado hasta la camisa. Yo decía que eran fantasías suyas.

La chica le dio un golpecito y el capitán la abrazó por la cintura con cariño.

—Severus— habló de nuevo Remus—. Hay algo que tal vez no te guste mucho pues…— dudó un segundo antes de continuar—... el hecho es que soy heredero del Condado Lupin y eventualmente Draco y yo tendremos que irnos a vivir a Inglaterra.

—Pero no será pronto— se apresuró a aclarar Draco—. Te juro que no me iré de aquí hasta que hayas regresado al trono que te corresponde.

Severus lo miró con infinito cariño y extendió el brazo para tomar su mano.

—Te irás cuando debas hacerlo— declaró con tono firme—. Yo te amo como a un hijo y lo que más deseo en esta vida es tu felicidad.

Al ver que Draco iba a protestar, Remus intervino.

—No te preocupes— musitó suavemente—. Yo tampoco pienso irme en estas circunstancias. Prometo que nos quedaremos hasta que todo se arregle. Pero no podremos casarnos hasta que regresemos; como en el caso de Severus con Moribia, la Corte Inglesa exige que los herederos de título se casen en Inglaterra.

—Pues tampoco es tan grave, apenas se han hecho novios y miren lo que Severus y yo llevamos esperando— comento Harry con una mueca de frustración y todos se echaron a reír.

—Lo mismo digo— agregó Sirius.

—Además, Draco requiere un tiempo de noviazgo apropiado— sentenció Severus—. Aún en las precarias condiciones actuales, sigue siendo un noble fértil, y aquí también existen convenciones sociales.

—Y te aseguro que yo soy el primero en querer cuidar la reputación de Draco— aclaró Remus, mirando a su ya prometido con una sonrisa tierna—. No te preocupes, Severus, haremos todo correctamente.

—Y yo vuelvo a preguntar— Draco miró a su tío y a Harry—, ¿para cuando es la boda?

—Pues el doctor me receto unos días de reposo— contestó Severus—. Además, tenemos que hacer venir al vicario Nicolás Flamel a las Montañas Nubladas y preparar algunas cosas. Yo diría que unos quince días, ¿qué te parece, amor?

—Si no hay más remedio, esperaré— refunfuñó Harry ante la hilaridad general.

—Bien, ya que estamos conversando de bodas y de reputaciones— habló Sirius, mirando a Hermione—, ¿qué te parece si aprovechamos al vicario y también nos casamos?

La chica, quien hasta ese momento había observado todo con una sonrisa feliz, al oír la propuesta de su prometido lo observó, aturdida. Luego, su radiante expresión se llenó de tristeza.

—Si tú y tío Remus lo consideran apropiado, así se hará— se levantó y se inclinó ligeramente—. Si me disculpan, me retiro. Estoy muy cansada.

Antes que nadie pudiera detenerla, dio la vuelta y se dirigió a la salida. Sirius iba a seguirla pero lo detuvo la voz de Harry.

—No, Sirius, espera un segundo.

El aludido miró a todos, todavía aturdido ante el comportamiento de la chica.

—Pero no entiendo, ella quería casarse conmigo— musitó, sin entender—. ¿Acaso ya no me quiere?

—¿Cómo puedes pensar eso?— le reprochó Severus.

—Es que no entiendo, ¿por qué se puso así?

—Tal vez yo pueda explicarlo— habló una vez más Harry—. Cuando éramos pequeños, yo siempre soñaba con grandes aventuras en países exóticos.

—¿Cuándo eras pequeño?— preguntó Remus, burlón.

Harry sonrió y Sirius bufó impaciente por la interrupción.

—Como aclaró mi tío irónicamente, aún ahora sigo soñando con aventuras, por lo que para mí, esta boda con Severus, además de amarlo profundamente, cumple con mis sueños— miró a Sirius fijamente—. Pero mientras yo soñaba con lejanas tierras, Hermi se colaba en el cuarto de mamá, sacaba un camisón blanco y unos zapatos que le quedaban inmensos, y me convencía para caminar a su lado como si fuera a entregarla a un novio imaginario, diciendo que yo era nuestro padre.

>>Hermi es muy independiente e inteligente, pero uno de sus sueños, Sirius, como para cualquier chica de su edad, era entrar a la iglesia enfundada en un hermoso vestido blanco, del brazo de nuestro padre, para casarse con el hombre que amaba.

—Por Dios— exclamó el capitán, dándose cuenta al fin de lo que pasaba con su prometida—, soy un salvaje.

—No, amigo, eres hombre— Severus palmeó su hombro con comprensión—. Y para nosotros, las mujeres siempre van a ser un misterio.

Algo con lo que estuvieron de acuerdo todos los presentes.

Harry miró sonriente cómo Sirius salía veloz a buscar a su novia, pero un momento después su semblante se ensombreció.

—¿Qué pasa, amor?— preguntó Severus, abrazándolo.

—Estaba pensando en mis padres— musitó, contrito—. Padre me advirtió que no me fuera a casar sin su presencia, se van a llevar un disgusto.

—Lo siento— dijo Severus, también afectado.

—Harry, ven aquí— llamó Remus. Cuando el joven se acercó, tomó su mano y la apretó con afecto—. Tú y tus hermanos son lo más importante para tus padres, lo que más aman en este mundo. No te pongas triste, ellos comprenderán.

—Además, cuando todo esto pase, nos casaremos nuevamente— agregó el Príncipe—. En una hermosa boda ante todo nuestro pueblo, y con tus padres de invitados especialísimos.

—Al menos tú cuentas con su amor, Harry, hagas lo que hagas no te van a dejar de querer— comentó Draco, con tono decepcionado.

Harry lo miró y su corazón se cerró de congoja. Su amigo rubio tenía razón, él tenía dos padres que lo amaban profundamente. Sin pensarlo, se acercó a Draco y lo estrechó en un fuerte abrazo.

—Y tú tienes a Severus, y a tío Remus, y a Hermi y a mí, te prometo que nunca vas a estar solo.

Y ante la mirada feliz de los mayores, los dos jóvenes se volvieron a abrazar en silencio.



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Sirius tuvo que correr su buen trecho antes de alcanzar a Hermione, quien marchaba decidida rumbo a su habitación. Cuando al fin lo hizo, se puso a su paso y musitó en voz baja:

—Hermi, lo siento.

La joven no dijo nada, sólo siguió caminando sin girar la cabeza hacia él. Impaciente, Sirius la tomó del brazo, instándola a detenerse. La joven lo hizo, pero permaneció con la cabeza baja.

>>Hermione, de veras lo siento— susurró, poniendo un dedo bajo su barbilla para que alzara la cabeza. Poco a poco, la joven obedeció, y el capitán sintió morir cuando vio sus bellos ojos cuajados de lágrimas, que rodaban sin control por sus mejillas—. Dios, amor, soy un bruto. Perdóname.

El hombre abrazó a la chica, que hundió la cabeza en su pecho, llorando desconsolada.

>>Ya, mi amor, cálmate. Lo siento mucho.

Luego de un rato, ella se apartó y empezó a secarse las lágrimas con el dorso de la mano, como si de un niño pequeño se tratara.

—No, tú no tienes la culpa— habló con tono compungido—. Soy yo, soy una tonta. Pero es que…

—Vamos, pequeña, mírame— Sirius empezó a limpiar con mucha delicadeza las lágrimas que quedaban en las húmedas mejillas—. Vamos a esperar. Tu tío y tu hermano casado van a ser suficiente protección social para ti. Y te prometo que cuando todo esto acabe tendrás una boda tan hermosa que todas las chismosas de la Corte inglesa palidecerán de envidia cuando se enteren— propuso, serio, antes de agregar en tono jocoso—: Si quieres, incluso podemos invitar a unas cuantas a ver cómo les queda el tono ‘verde de envidia’

Hermione rió en medio de las lágrimas que aún persistían en salir.

>>Así me gusta. Siempre te ves hermosa, pero me gusta verte reír, así sé que estás realmente feliz.

—Pero, Sirius, yo no quiero cambiar tus planes. Si tú quieres…

—¿Acaso no me escuchaste?— la interrumpió el hombre sin dejarla terminar—. Yo sólo quiero aquello que te haga feliz, mi cielo.

Y agachando la cabeza, alcanzó sus temblorosos y cálidos labios, cuya sonrisa era todo lo que el capitán Black necesitaba para ser feliz.



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—Esto es el colmo— gruñó Lucius, entrando al comedor, donde ya le esperaban su tío y Walden McNair, quien en esos meses se había convertido en el Jefe de sus fuerzas de asalto, al punto que su nombre causaba terror entre los moribianos,

—¿Qué ocurrió? ¿Por qué vienes tan alterado?— preguntó Argus Malfoy.

Sin dignarse contestarle, el rubio hizo una seña exigiendo que empezaran a servir la comida. Ante eso, el hombre mayor, prudentemente, prefirió no insistir y dedicarse a saborear su plato. Cuando la comida terminó, en un profundo silencio que ninguno de los otros dos osó interrumpir para no molestar a Malfoy, éste se levantó y se dirigió al saloncito donde acostumbraban tomar una copa después de comer.

Todavía en silencio, Argus se dirigió al bar del salón y sirvió tres copas de coñac. Lucius tomó la suya, se acomodó en su sillón preferido, y clavó su acerada mirada en McNair.

—Más te vale que me tengas buenas noticias— espetó con voz gélida.

El otro se removió en su asiento, aunque las noticias no eran del todo malas, estaba seguro que no iban a complacer al hombre.

—Logramos capturar dos nuevos cargamentos de diamantes— empezó por lo que el consideraba una noticia positiva.

—¿En serio?— inquirió Lucius con ironía—. ¿Y se puede saber cuantos perdieron?— el otro ensombreció el semblante—. Me lo suponía— agregó burlón—. ¿El resto de las noticias son tan buenas como esa? ¿Cuál es la situación con los rebeldes?— el hombre dudó antes de contestar—. McNair— la voz tronó en el salón, estremeciendo a los presentes.

—Los rebeldes cada vez son más cautelosos. Pero he pensado…

—Lo que quiere decir que no has logrado absolutamente nada— rugió el usurpador, impidiendo que el otro hablara—. Sí, ya sé, has matado campesinos y quemado poblados, pero ¿de que mierda me sirve eso? Yo necesito acabar con los rebeldes, entrar en las montañas de ser necesario.

—Majestad—empezó el otro, esta vez en tono decidido—. Atacar las montañas es prácticamente imposible. Hay un sólo camino para llegar a donde se esconden.

—Eso ya me lo has dicho infinidad de veces y no me sirve de nada— replicó Lucius, furibundo.

—Si me permite continuar, su Majestad— acotó McNair, sin dejarse amedrentar—. Está empezando el invierno y la caza desaparece. Entre la falta de comida y las bajas temperaturas, la supervivencia de los rebeldes va a ser cada vez más difícil. Llegará un momento que tendrán que bajar de allí, y entonces los estaremos esperando.

Lucius reflexionó un momento.

—Sí, podría ser— comentó, más para si mismo que para los demás. Luego, nuevamente taladró con su mirada a su lugarteniente—. ¿Qué ha pasado en la frontera con Turquía?

—Todo ha estado tranquilo.

—Bien. No quiero que descuiden la frontera, que no pueda salir del país ni una mosca sin que ustedes lo sepan.

—Sí, Majestad.

—Puedes retirarte— el hombre dejó su copa vacía en una mesita y se dirigió a la salida. Antes que alcanzara la puerta, escuchó nuevamente la voz de Lucius Malfoy—. Duplica la oferta que hay sobre la cabeza de Severus Dumbledore, vivo o muerto. Y que corran la voz, cualquier información que nos ayude a llegar hasta los líderes de los rebeldes será fuertemente recompensada.

—Como ordene su Majestad.

Cuando McNair salió, Argus Malfoy fijó su mirada en su sobrino.

—¿Y se puede saber por qué venías tan molesto?

Lucius bufó nuevamente.

—Sírveme otro coñac— cuando el otro obedeció, Lucius dio un buen trago que quemó en su garganta, pero más que molesta, la sensación le resultó muy agradable. Carraspeó y miró al hombre mayor—. El estúpido de Crouch se apareció por aquí, y no venía solo.

—¿Cómo así?

—Traía un piojoso con él, y con la exigencia del Sultán de que lo mantuviera preso en el castillo. Como si no tuviera suficientes problemas como para también tener que hacerla de niñera.

—¿Y qué piensas hacer?

—¿Qué crees? El maldito individuo me tiene contra la pared. Si eso le tranquiliza, tendremos al piojoso encerrado todo el tiempo que sea necesario.

—¿Pero quién es? Debe ser alguien importante para que el Sultán se tomara tantas molestias.

—No lo sé ni me importa— Lucius se levantó bruscamente, dirigiéndose a la puerta—. Si de mí dependiera, lo despedazaría y se lo echaría a los perros. Eso puedes jurarlo.



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En cuanto se corrió la noticia de la próxima boda del Príncipe Severus con el amable y solícito joven inglés que en el tiempo que llevaba en Moribia se había ganado el corazón de todos, una ráfaga de alegría pareció animar los corazones de los residentes del campamento de las Montañas Nubladas.

De inmediato, se envió un mensajero disfrazado, con la orden de traer al vicario Flamel, quien se encontraba ofreciendo asistencia espiritual en algunos de los pueblos cercanos a las montañas, que habían sufrido los fuertes ataques de los hombres del usurpador. De hecho, la orden del Capitán Black había sido, literalmente: Si no encuentras a Flamel, trae al primero que consigas, aunque sea a punta de pistola.

Hermione, por su parte, con la más que entusiasta ayuda de varias de las mujeres del campamento, se dedicó en la tarea de lograr para su hermano la boda más hermosa que pudiera ofrecerse, dadas las circunstancias. Asimismo, eligieron una de las más hermosas grutas de la zona en que habitaban las parejas casadas, para prepararla adecuadamente para los recién casados.

En cuanto a Harry, estaba sencillamente feliz. Estando en reposo, Severus no había salido a nuevas incursiones fuera de las montañas, y se había dedicado a reunirse con sus principales hombres de apoyo, para planificar las estrategias a seguir en el futuro inmediato. Las reuniones se habían trasladado del cuartel general al hospital, y ahora contaban con dos nuevos participantes: Harry Potter y Remus Lupin.

Así, una semana después del accidente de Severus, el Príncipe se encontraba dilucidando con su Alto Mando la situación actual de Moribia.

—Ya logramos vender los últimos cargamentos de piedras preciosas y comprar un buen lote de armas y municiones en Zoriam— informaba en ese momento Bill Weasley—. Están escondidas en las montañas del Oeste. Ahora estamos analizando la mejor forma de transportarlas, especialmente hacia Anktar.

—¿Zoriam?— preguntó Remus, intrigado.

—Es uno de nuestros vecinos del Oeste— replicó Harry, hablando con autoridad—. Moribia es, por su forma, como una gota de agua. El Norte, que es donde estamos ahora, comprende el sistema montañoso más alto del país.

—Y el más frío— rubricó Sirius.

—Definitivamente— afirmó Harry con una sonrisa, antes de seguir explicando—. Al otro lado de las Montañas Nubladas empieza el territorio de la antigua Georgia, hoy perteneciente al Imperio Ruso. Al Este, se extiende una zona de valles y bosques, que conforma la frontera de Moribia con Turquía. Esta zona es bastante extensa, ocupa todo el Este del país. Sin embargo, en la zona Noreste hay una pequeña cordillera, extensión de las Montañas Nubladas pero de mucha menor altitud: es la frontera natural entre Meijkin y Moribia.

A este punto, todos los presentes miraban a Harry con la boca abierta, mientras Severus lo observaba impasible, pero con un brillo de orgullo en la negra mirada. Harry, ignorante de todo, siguió explicándole a Remus.

>>La base de la gota es el puerto, que es bastante pequeño, y en el Oeste se encuentra otra Cordillera muy larga. La gran mayoría es frontera con Rusia, pero hay dos países pequeños, muy similares en tamaño a Moribia: Zoriam y Tanjar— concluyó el joven.

—Como puedes ver, una buena parte de Moribia está rodeada de montañas— Severus retomó la explicación, luchando por aguantar la risa al ver la cara de asombro de los presentes—, la principal razón que nos ha mantenido a salvo de las ansias de conquista de nuestros amigos los rusos— comentó con ironía—. Luego de no pocas gestiones diplomáticas, mi padre logro establecer una relación relativamente cordial tanto con Rusia como con Turquía, y si Lucius tocó esas puertas antes de dar el golpe, es evidente que no logró buenos resultados.

—No creo que Malfoy se arriesgara a eso— comentó Alastor Moddy—. Temería que alguno de ellos quisiera anexarnos a sus dominios.

—Es lo más probable— terció Sirius—. El asunto es que la misma cuenta tenemos nosotros, así que pedirles ayuda no es muy buena idea.

—Por eso, hemos acudido a Zoriam y Tanjar— continuó explicando Severus—. Ellos tampoco tienen mayor interés en ayudarnos, pero al menos no están a favor de Lucius, y ante un buen puñado de piedras preciosas han estado más que dispuestos a hacer intercambios ventajosos para ellos y para nosotros— se giró hacia sus hombres—. ¿Cuán difícil creen que esté la distribución de las armas?

—Necesitaremos un tiempo pero lo veo bastante factible— comentó Theodore Nott—. El usurpador tiene el grueso de sus hombres protegiendo la frontera con Turquía y la capital.

—Bien, habrá que esperar un tiempo mientras se logra el proceso. Quiero que se vayan formando revueltas lejos de la cordillera Oeste. Deberemos tenerlos distraídos para que no noten lo que está pasando.

Todos asintieron en silencio.

—Tenemos un grave problema— comentó Alastor, frunciendo el ceño—. Muchos pueblos han sido diezmados; aunque los sobrevivientes están ocultos en refugios, hay muchos heridos o enfermos y las medicinas cada día escasean más.

—De hecho— agregó Draco, quien era el encargado de gestionar la ‘farmacia’ del hospital—, muchos de esos sobrevivientes han llegado hasta aquí y algo similar ocurre en el campamento, nuestros suministros han mermado de manera considerable.

Severus reflexionó un segundo antes de mirar a Bill.

—Envía un mensaje urgente a Charlie— ordenó con voz grave—. Los nuevos cargamentos de piedras preciosas deberán ser cambiados por medicinas y gestionar su distribución lo antes posible.

—Tardará un buen tiempo— argumentó el pelirrojo.

—Lo sé, pero tratemos que sea el mínimo indispensable— fijó su atención en Alastor Moody—. ¿Cómo van los suministros de alimentos para el campamento?

—La caza ha ido mermando. Aunque aún basta para cubrir nuestras necesidades, no creo que eso dure mucho tiempo.

—Sin contar con el problema del frío— intervino Sirius—. Ya casi estamos en Diciembre y pronto la temperatura bajará de manera grave, aún cuando el campamento no se encuentre a demasiada altura.

—Lo sé— asintió Severus—. De todas formas, Zulub Hagrid, el jefe del poblado Morib, me prometió que pronto enviaría algunos hombres— les comunicó, antes de fijar sus ojos negros en Alastor—. Quiero que reúnas un buen grupo de cazadores y estén pendientes. En cuanto lleguen los moribs, los acompañarán a las zonas altas en busca de presas. Cuando regresen, procederemos a ahumar la carne; mientras tanto, que otro grupo se dedique a cazar en la zona del campamento.

—Traten de conseguir unos cuantos osos, vamos a necesitar sus pieles— aconsejó Draco—. Y también necesitaremos acumular leña.

—Es cierto. Por favor, Sirius, encárgate de que varios hombres empiecen a talar desde mañana mismo— ordenó el Príncipe.

—Sin problema— replicó el aludido.

—Y bien, ¿queda algún otro pendiente?— preguntó Severus.

Theodore Nott carraspeó y todos los ojos se clavaron en él.

>>Theodore, ¿qué pasa?— preguntó Severus, animándole a hablar.

—Bien— contestó el hombre, luego de un momento de reflexión—. Todo lo que hemos hablado aquí está muy bien para seguir resistiendo, pero no va a servir de nada si queremos ganar esta guerra— miró a Severus con seriedad—. Su Alteza, debo hablar con franqueza. Si no recibimos ayuda pronto, todo esto va a resultar de todo punto inútil.

Todos los semblantes se ensombrecieron, al ver plasmado en palabras lo que cada uno pensaba en su interior. Al final, saltó Alastor, su vozarrón resonando por todo el lugar.

—No pensé que fueras gallina, Theodore.

El hombre lo miró furibundo.

—Atrévete a repetir eso y…

—¡Basta ya!— ordenó Severus con firme acento—. Tranquilícense. Lo último que necesitamos en nuestra actual situación es pelear entre nosotros— ambos contendientes resoplaron pero acataron la orden—. Alastor, por mucho que nos pese admitirlo, debemos ser objetivos, al menos entre nosotros mismos. Lamentablemente, Theodore tiene razón. Si no recibimos ayuda pronto, no creo que podamos resistir mucho más, y dudo que ninguno de nuestros vecinos esté dispuesto a ayudar.

—La única opción es Inglaterra— sentenció Remus.

—Ya una vez planteamos esa posibilidad, cuando envié la carta para Harry. Pero cayó en manos de Lucius y el correo murió.

—Debemos intentarlo de nuevo— argumentó Sirius—. Como en ese momento, los ingleses siguen siendo nuestra única posibilidad.

—No quiero arriesgar la vida de otro hombre en vano— Severus negó con la cabeza—. Ni siquiera sabemos si la Reina o los demás miembros del gobierno estén dispuestos a ayudarnos.

—Por supuesto que sí, nuestra Reina está de tu parte, Severus— aseguró Remus—. En cuanto a los demás, te aseguro que James presionará para que acepten, tiene buenos y poderosos amigos dentro del Parlamento y de la Armada.

—Además, padre ya ha estado tomando previsiones— terció Harry.

—¿A qué te refieres?— inquirió Severus, intrigado.

—Antes que saliéramos de Londres, mamá recibió una carta de Neville— miró a los demás y aclaró—. Neville es mi hermano y es Teniente del Ejército del Reino en Asia, destacado en la India— fijó nuevamente su atención en Severus—. Padre presionó para que trasladaran a Neville y su destacamento a Turquía, en estos momentos ya debe estar en Estambul.

—Y para ayudar a James en la presión, podemos hacerles llegar la noticia del inminente matrimonio de Harry y Severus— sugirió Remus.

—Severus, hay que intentarlo de nuevo— presionó Sirius, al ver el pensativo rostro de su Príncipe.

—Yo estoy dispuesto a cruzar a Turquía de ser necesario— se ofreció Bill.

—Está bien— cedió el Príncipe, dejando salir el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta—. Enviaremos un hombre a Turquía, pero no tú, Bill. Elige un mensajero de los más expertos, pero adviértele que no es una misión suicida, no quiero más muertes en vano— Severus frunció el entrecejo—. Deberá cruzar la frontera y poner un telegrama a Lord James Potter. Más tarde te entregaré el texto del mismo.

—Supongo que le va a llevar muchos días cumplir el objetivo— comentó Theodore Nott—. Que yo sepa, el telégrafo más cercano se encuentra en Estambul y es un viaje muy largo.

—Sí debe llegar hasta Estambul, sería preferible que intentara ponerse en contacto con Neville y le diera una carta nuestra, así mi sobrino telegrafiaría a James y las cosas se moverían más rápido— sugirió Remus—. No debería ser difícil encontrarlo, en la embajada inglesa pueden indicarle su dirección.

—Bien, haremos eso— aceptó Severus—. Por favor, Bill, consigue al hombre apropiado. Mientras tanto, Harry y Remus pueden escribir la carta.

—Como ordene, Su Alteza— contestó el pelirrojo con semblante pétreo, al tiempo que se levantaba—. Si me disculpa, iré a cumplir sus órdenes.

Severus observó su partida con el ceño fruncido, apreciaba de veras a Bill y lamentaba que su felicidad fuera causa de dolor para el pelirrojo. Draco, quien también lo había visto marchar con preocupación, sacó a Severus de su reflexión.

—Si no me necesitan, yo también me retiro— miró a Remus, haciendo un gesto para indicarle que después le explicaría, y se apresuró a salir al exterior.

—Bill— llamó al hombre que caminaba con paso elástico—. Ey, Bill, detente— el otro no detuvo su marcha pero disminuyó su paso, permitiendo que su amigo lo alcanzara—. ¿Todo bien?— preguntó el rubio en cuanto emparejó con el pelirrojo.

—¿Por qué habría de estar mal?— replicó el hombre con voz ronca.

—Bill, nos conocemos— detuvo su marcha sujetándolo por un brazo—. Soy tu amigo, sabes que si necesitas hablar, yo estoy aquí.

—No hay nada de que hablar, Draco.

—El matrimonio de mi tío…

—Una vez te lo dije, Draco, yo sólo deseo su felicidad. Y por mucho que me duela, tengo que aceptar que Harry Potter lo hace feliz. No hay más que hablar.

—Espero que algún día puedas olvidar a mi tío y encontrar a alguien que te haga feliz, Bill.

El hombre pelirrojo sonrió con tristeza y empezó a caminar nuevamente.

—Yo también lo espero, Draco— musitó en voz baja, sintiendo como si la fría brisa llevara sus palabras hacia ese desconocido que tal vez lo estaría esperando en algún lugar—. Algún día, quizás.



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El hombre moreno paseaba frenético por el estrecho y oscuro recinto, en parte para apaciguar su ira y en parte para conservar el calor corporal. Se dirigió a la pared de roca y tomando una pequeña piedra filosa, hizo una nueva rayita en ella. Diez días allí, contados por el paso de luz a oscuridad que se observaba por aquella minúscula abertura con barrotes, y por el mendrugo de pan y el cuenco con agua que cada noche le llevaba aquella extraña mujer con modales de señora y ojos de loca.

Diez días tratando de escapar de su gélida prisión de roca sin resultado alguno, tiritando en las noches bajo las delgadas mantas que le habían proporcionado.

Pero no iban a lograr acabarlo. Algún día saldría de allí y se encargaría de hacer pagar a todos por sus afrentas.

Empezando por Tom Riddley, el mal nombrado Sultán de Mejkin.

Sí, algún día el tirano pagaría y él recuperaría lo que por derecho le correspondía.

Algún día.



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Pese al frío creciente, el atardecer era la mejor hora para pasear por el parque del campamento. Así, desde que dieran de alta a Severus cinco días antes, todas las tardes, Harry y él salían a dar un paseo por el hermoso bosque y a disfrutar la fragancia que despedían las agujas de pino caídas.

Los primeros días, habían ido con Hermi, Sirius, Draco y Remus, que también había sido dado de alta, formando un grupo alegre y amistoso. Sin embargo, el día anterior todos sus amigos habían desaparecido, así que se dirigieron solos a su paseo. Harry aún reía al recordar la razón de la desaparición y la cara que había puesto Severus al descubrirlo.


Severus y Harry caminaban con paso tranquilo, tomados de la mano y conversando animadamente, saludando sonrientes a todos los que encontraban por el camino. Entraron al parque y marcharon por el sendero, enfilando hacia el mirador, una muralla de piedra construida a lo largo del acantilado que se encontraba al final del pinar, y desde el cual se observaba una vista que quitaba el aliento.

Cuando ya se acercaban al límite de los árboles, ya muy cerca de la explanada que precedía al acantilado, un par de guardias uniformados les cerraron el paso.

—Lo sentimos pero no pueden continuar— comunicó uno de los guardias con aire marcial.

—¿Cómo dijo?— Severus frunció el ceño, furioso. ¿Cómo se atrevía uno de sus hombres a cortarle el paso?

—Lo sentimos, pero Sus Altezas Reales tienen prohibido el paso hacia esta zona— replicó el otro guardia.

El rostro de Severus enrojeció de ira pero se contuvo.

—¿Y puede saberse— deletreó con rostro impasible y tono glacial— quién dio esa orden?

—A ver— el guardia puso expresión pensativa y Harry pensó que a duras penas estaba conteniendo su hilaridad—: Lady Hermione, Lord Draco, Lord Remus, el Capitán Black— miró a su compañero—, ¿me falta alguien?

—Lady Aurora.

—Cierto, y Lady Aurora— terminó el hombre, mirando a Severus y Harry, y éste último no pudo evitar estallar en carcajadas.

—¿Y tú de qué te ríes?— interrogó el Príncipe, mosqueado.

—Severus, es más que evidente que nos están preparando una sorpresa. Anda, sigamos caminando por allí.

Enfurruñado, el hombre lo siguió por un rato, hasta que un sonriente joven lo detuvo.

>>¿Por qué sigues enojado?

—¿Es que no viste la insolencia de esos dos? ¡Cómo se atrevieron!

—Sev, esos dos tenían instrucciones y estaban felices de seguirlas porque te aprecian y saben que te va a gustar la sorpresa.

—Pero son soldados, no deberían comportarse así— argumentó Serverus, aunque su rostro se relajó claramente.

—Son soldados pero también son personas. Todos tus hombres han demostrado gran valor en batalla, es justo que estén contentos de tanto en tanto, aunque sea con un guiño de burla hacia su Príncipe, ¿no crees?

Severus lo pensó un minuto y esbozó una traviesa sonrisa.

—Es posible, pero creo que esos dos van a pasarse unos cuantos días en guardias nocturnas— al ver que Harry lo miraba reprobadoramente, pregunto—: ¿Qué pasa, acaso yo no puedo jugar un rato también?

Por toda respuesta, la carcajada de Harry resonó en el parque


—¿Por qué sonríes?— preguntó Severus, sacando a Harry de su reflexión.

—Recordaba tu cara ayer. ¿En serio enviaste a esos dos a hacer guardias nocturnas?

Severus rió suavemente, al tiempo que conducía a Harry a un banco cercano y se sentaban.

—No, por esta vez se salvaron.

—Hermi y los chicos tuvieron una genial idea al poner el altar cerca de la muralla del acantilado, me encanta la vista desde allí.

—A mí también, lo que no me agrada es que no nos dejen pasar a verlo.

—Ni a mí— Harry hizo un mohín de contrariedad—. Me muero de curiosidad.

Severus tomó la mano de Harry y la llevó a sus labios.

—Sólo un día más— musitó, clavando su mirada en los brillantes ojos verdes—. Mañana a esta hora ya serás mío por la eternidad— las mejillas de Harry enrojecieron pero fue incapaz de contestar, un nudo de emoción cerraba su garganta—. ¿Te he dicho alguna vez lo hermoso que te ves cuando te sonrojas?— preguntó, acercándose más aún—. Tengo tantas ganas de hacerte el am…

Las palabras fueron interrumpidas por una discreta tos y Severus murmuró en un tono tan bajo que sólo Harry pudo oírlo.

—Demonios, ¿cómo hace para llegar siempre en el mejor momento?— luego alzó la cabeza y saludó en un tono más alto y no del todo cordial—. Lady Aurora, que lindo verla por aquí.

—Sí, lo supongo— contestó la dama con ironía, antes de mirar al más joven—. Harry, ¿me acompañas? Mañana va a ser un día muy importante y debes acostarte temprano.

—Pero…— empezó a protestar Severus.

—Por cierto, Su Alteza— siguió la mujer, impasible—. El Capitán Black y Lord Remus lo están buscando, mencionaron algo sobre una despedida de soltero.

—Pero…— repitió Severus, mirando impotente como Harry se levantaba y se alejaba de su lado.

—Y le aconsejo que no trasnoche mucho, Su Alteza— siguió Lady Aurora—. Va ser un día muy largo.

Sin otra palabra, empujó suavemente a Harry, que sólo logró sonreír a Severus con amor. Al fin, el hombre se resigno y también le regresó una tierna sonrisa. Al fin y al cabo, al día siguiente su amado chico sería completamente suyo, bien podría esperar unas pocas horas.

De hecho, por Harry Potter esperaría gustoso por el resto de la vida y mucho más.



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Gotitas musicales

Antonin Dvorak, Sinfonía Nº 9, Del Nuevo Mundo, 1º mov. (1893)
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Paul Dukas, El Aprendiz de Brujo (1897)
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Claude Debussy, Suite Bergamasque, Claro de Luna (1905)
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Severus D. Snape….. Príncipe Heredero de Moribia
Harry Potter……….. Lord inglés, prometido del príncipe
Lucius Malfoy…….. Hermanastro de Severus, usurpador del trono
Sirius Black…….. …Capitán de la Guardia de Palacio
Remus Lupin……… Tío de Harry y Hermione, heredero del Conde de Lupin
Draco Malfoy……… Noble fértil, hijo de Lucius y sobrino/pupilo de Severus.
Hermione Potter…….Hermana de Harry y prometida de Sirius Black
Bill Weasley………..Soldado del Reino de Moribia, eterno enamorado de Severus
Blaise Zabinni……. Heredero del Sultanato de Mejkin. Preso por el actual regente.
Tom Riddley………. Actual regente del Sultanato de Mejkin.
Lady Aurora………. Dama de compañía de las doncellas y donceles del campamento.
Alastor Moody…… Cazador, uno de los jefes rebeldes al mando de Severus
Theodore Nott…… Otro de los jefes de los rebeldes
Charlie Weasley…. Hermano de Bill, encargado de las operaciones en las montañas del Oeste
Zulum Hagrid…….. Jefe de los moribs
Argus Malfoy……. Tío de Lucius
Walden McNair….. Jefe de las fuerzas de asalto de Lucius
Nicolás Flamel…… Vicario





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