La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 El amor que salvó un reino. Capítulo 4. Los buenos hacen planes, y los malos también

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alisevv

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MensajeTema: El amor que salvó un reino. Capítulo 4. Los buenos hacen planes, y los malos también   El amor que salvó un reino. Capítulo 4. Los buenos hacen planes, y los malos también I_icon_minitimeLun Jul 07, 2014 4:54 pm

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Castillo de Roca
Anktar-Moribia



El Rey Albus se encontraba en su recamara, acostado y revisando unos documentos, cuando un discreto toque lo sacó de su abstracción. Levantó la cansada vista y musitó un ‘adelante’ tan débil que apenas logró ser escuchado por quien esperaba al otro lado de la puerta.

La persona que entró era un hombre joven, de dieciocho años escasos, con el cabello rubio muy claro y los ojos gris plata. Caminó hacia el lecho del Rey, sonriendo levemente.

—Draco, justo estaba pensando en ti— exclamó el Rey, sonriendo a su vez—. Por favor, acércame algo de ropa. Quiero levantarme y ese estúpido valet se niega a darme nada con que vestirme.

—Hola, abuelo— el joven se inclinó y besó la mejilla del anciano antes de sentarse en una silla al lado de la cama—. Sabes que Gilderoy sólo está siguiendo las instrucciones del doctor. Debes descansar y evitar fatigarte— tomó los papeles que momentos antes había estado revisando el otro—. Y el doctor también ordenó que nada de trabajo por unos días.

—No entiendo por qué están formando tanta alharaca— gruñó el Rey.

—Abuelo, te desmayaste, ¿o ya se te olvidó?

—Estoy enfermo, pero aún no me muero— argumentó el anciano, intentando salir de la cama—. El mismo medicucho dijo que si me cuidaba podía vivir varios años aún. Ya me encuentro perfectamente, y este país necesita a su Rey.

—Sí, pero lo necesita en plenas condiciones— Draco lo empujó suavemente para que regresara a la cama—. Como acabas de decir, puedes vivir muchos años pero para eso debes cuidarte. Y el reino no se va a caer porque su Rey descanse unos días.

—Demonios, a veces eres más insoportable que Severus.

Draco sonrió, pero su contestación fue interrumpida por un nuevo toque en la puerta.

Esta vez la recién llegada era una mujer flaca y estirada, vestida de forma austera y peinada con un alto moño sobre la cabeza.

—Lo que me faltaba, de nuevo Minerva— ante el quejido lastimero del Rey, Draco se echó a reír.

—Es la hora de su medicina, Su Majestad— se excusó la mujer.

—Vamos, abuelo, sabes que debes tomarlo— retiró el frasco de las manos de la mujer y llenando una cuchara, se la ofreció al anciano—. Si no te portas bien, me veré obligado a escribirle a Tío Severus y pedirle que venga con urgencia, aunque no haya encontrado el consorte inglés que fue a buscar.

Distraídos como estaban, el mayor frunciendo la nariz con desagrado al tomar la medicina y el menor riendo de su abuelo, ninguno de los dos notó la imprudencia del comentario de Draco, ni el sobresalto que producía en la impasible figura que se encontraba cerca.



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Londres
Mansión Potter



Las semanas que siguieron, resultaron unos días deliciosos para Harry. Severus lo había invitado a la ópera, al teatro, a cenar y a divertidos paseos por Londres, eso sí, siempre convenientemente acompañados, habitualmente por Hermione, Sirius y Remus, y a veces, incluso por los propios Marqueses.

Además, todas las tardes, invariablemente, el Príncipe acudía a la mansión Potter y pasaba largas horas conversando con Harry sobre mil cosas, todas con el ánimo de irse conociendo mutuamente. Y a hurtadillas, también había logrado robarle uno que otro beso al muchacho.

Así, luego de casi un mes de sincero galanteo, la insistencia de Severus había enamorado no sólo a Harry Potter sino al resto de la familia, que estaban más que felices con la posibilidad de un noviazgo entre ellos dos. Ya sólo faltaba que Severus hiciera la petición formal, cosa que era esperada de un momento a otro.

Una de esas tardes, Severus y Harry se encontraban sentados en un recodo del jardín, un lugar que, aunque no estaba tan oculto como para que estar allí a solas se saliera de las normas de etiqueta, les daba una buena cuota de privacidad, por lo que era su lugar preferido de la mansión.

—Háblame más de Moribia, Severus— le pedía Harry en ese momento, pues le encantaba oír hablar del país que muy pronto sería su hogar.

—Como ya te dije, es muy chiquito; tiene un pequeñísimo puerto, apenas una aldea y unas leguas de mar— narraba Severus con su ronca voz que tanto gustaba a Harry—. Luego de llegar al puerto, hay que emprender un largo camino a través de las montañas para llegar Anktar, la capital. Anktar está ubicada en medio de un valle precioso. En primavera, las montañas y los caminos se cubren de flores silvestres, y el aire se llena del trinar de los pájaros. Eso sí, en invierno hace un frío endiablado, quedas advertido.

Harry se echó a reír.

—Espero que en el castillo hayan buenas chimeneas— comentó, divertido.

—No te preocupes, las hay. Y si no son suficientes, conozco formas muy efectivas de entrar en calor— comentó con picardía.

Ante la directa insinuación, Harry enrojeció fuertemente y Severus rió, divertido, antes de mirar a los lados para asegurarse que estaban solos e inclinarse para darle un breve beso en los labios.

>>Te ves tan adorable cuando te ruborizas.

—Anda, cuéntame más— pidió el joven, intentando calmar su bochorno y distraer al hombre.

—En Moribia tenemos un excelente sistema de salud y aunque la parte de educación no está tan avanzada, estamos haciendo grandes esfuerzos para mejorarla. Además, pese a ser un reino muy pequeño, Anktar tiene una vida cultural que quedarías impresionado. Todos los fines de semana hay conciertos u obras de teatro, y tenemos una de las bibliotecas nacionales mejor surtida de toda Asia— declaró con orgullo.

>>El resto del país está muy poco poblado— continuó Severus, quitando con suavidad un mechón rebelde de la frente de Harry—. En el sistema montañoso del Norte, donde las montañas son más escarpadas e inaccesibles, habitan los Moribs, pobladores originarios de la zona, que nunca se llegaron a mezclar con otras razas. Son mayoritariamente pastores, y poseen grandes rebaños, principalmente de ovejas y cabras. De vez en cuando bajan de las montañas hasta Anktar, a vender pieles y piezas de cacería y comprar otros artículos que no pueden conseguir donde viven.

>>Hacia el Este se encuentra la zona más llana del reino. Es un vergel; un gran valle completamente sembrado. Allí se producen las frutas y hortalizas, verduras y granos, que luego son llevadas al resto del país, especialmente a Anktar.

>>Al Oeste, se encuentra la zona más rica del país. También es una zona montañosa, pero a diferencia del Norte, allí no encuentras pobladores originarios, sino gente dedicada a la explotación minera, especialmente de rubís, esmeraldas y diamantes. Digamos que allí se encuentra la mayor parte de la riqueza de Moribia.

—Por lo que me cuentas, parece ser un país muy complejo— musitó Harry, ligeramente preocupado ante la magnitud de la responsabilidad que contraería de llegar a ser el Príncipe Consorte de Moribia.

—No tanto como crees— desestimó el hombre, con una sonrisa—. Es un país de gente feliz. Aunque hay sectores pobres, hemos tratado de que eso sea cada vez menor. No te voy a mentir— agregó con tono serio—, hay problemas, pero con organización y buena voluntad, vamos a lograr salir adelante.

Harry asintió en silencio, antes de plantear algo que llevaba días inquietándole.

—¿Y cómo voy a hacer con el idioma, Severus?— preguntó—. Si voy a ir a vivir a Moribia tendré que conocerlo, ¿no crees?

—Ya te comenté que en el Reino casi todos hablan inglés, puesto que los británicos y nosotros tenemos ancestros comunes. Los únicos que no hablan inglés son los Moribs. Pero dudo que alguna vez tengas contacto con ellos.

—Eso no se sabe, Severus— argumentó el joven—. Además, también van a ser mis súbditos, al menos debo poder comunicarme con ellos, es mi deber.

Severus se le quedó mirando con orgullo. Cada vez estaba más convencido que Harry era la pareja perfecta para él. Era una persona humana y preocupada por los demás, al punto que había notado que cualquier empleado de la mansión Potter, cuando tenía algún problema, al primero que acudía era a él. Y Harry siempre tenía un consejo o una solución práctica que ofrecer.

Era alegre y amoroso. Y aunque a veces se gastaba un carácter de mil demonios, y Severus sonrió internamente ante ese pensamiento, eso también le gustaba muchísimo, porque demostraba su fuerza y vitalidad. Además, era como el champagne, se enojaba, explotaba lanzando miles de burbujas de furia, y al poco tiempo se apaciguaba y era como si nada hubiera pasado. Porque Harry Potter nunca guardaba resentimiento hacia nadie, era un alma pura y limpia como el cristal.

—Severus— en medio de sus pensamientos el hombre escuchó un suave susurro—. Ey, Severus, ¿dónde te fuiste?— bueno, eso no era un susurro precisamente.

—¿Por qué gritas, Harry?

—Es que te llamaba y nada que respondías, te desconectaste— aclaró el joven—. ¿En qué pensabas?

—En que te amo— contestó suavemente.

Harry lo miró, aturdido, incapaz de encontrar las palabras. Al fin, tartamudeó con voz ahogada.

—¿Tú…tú me amas?

Severus lo miró a su vez, hundiéndose es eso pozos verdes anhelantes, que esperaban ansiosos la confirmación de que lo que acababa de oír no había sido un sueño. Sonriendo enternecido, se acercó un poquito más y posó su cálida mano sobre la mejilla ardiente.

—¿Cómo me puedes preguntar eso?— el hombre sonaba realmente intrigado—. ¿Acaso en todos estos días no te he mostrado claramente mi afecto?

—Pero afecto no es amor— argumentó Harry, temblando a causa del cúmulo de emociones contenidas—. Se que dijiste que lo intentáramos, y que has estado cortejándome…—se detuvo, como luchando por encontrar las palabras que le permitieran expresar lo que quería decir— pero nunca dijiste que estuvieras enamorado.

Severus le acarició el labio inferior con su pulgar y se inclinó para darle un suave beso, que fue correspondido de inmediato.

—¿Tú no me amas acaso?— el joven, totalmente ruborizado, sólo fue capaz de mover la cabeza afirmativamente—. Y tampoco me lo has dicho, ¿cierto?— ahora Harry bajó los ojos, pudoroso—. A veces olvido que eres muy joven y yo te llevo veinte años— el Príncipe musitó más para sí que para Harry. Luego, tomando una súbita decisión, levantó la avergonzada cara del chico y tomó su mano, llevándola a sus labios.

—Severus, ¿qué…?— empezó Harry.

—Creo que ya es tiempo de hacer la petición formal, y más vale que respondas que sí— la sonrisa de Severus estremeció a joven, cuya mano, atrapada entre las del Príncipe, tembló de manera incontrolable—. Harry James Potter, ¿te casarías conmigo? ¿Me harías el honor de pelear conmigo y sacarme canas hasta que seamos viejitos?

Impactado, Harry lo miró entre lágrimas y se abrazó al hombre frente a él. Luego de mucho rato, se separó y sonrió, mientras Severus secaba sus lágrimas con suavidad.

—Al fin te animaste- musitó el muchacho, los ojos brillantes de alegría—, que creí que nos íbamos a volver, como tú dices, viejitos, mientras esperaba que te decidieras.

—¿Eso es un sí?— inquirió Severus, plegando al joven contra su pecho.

—Por supuesto que es un sí, mi amor.

Y sin preocuparle si alguien los veía o no, Severus buscó los amados labios de su prometido, y lo besó hasta quedar sin aliento.



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—Severus, Sirius, ¿cómo están?— los saludó James Potter, cuando ambos hombres entraron en el salón principal de la casa, donde ya estaba reunida toda la familia, vestidos con sus mejores galas. Iba a ser una reunión pequeña pero estrictamente formal.

—Bien, James— saludó Severus con una sonrisa.

—Lord James, buenas tardes— saludó Sirius a su vez.

—Ya deja lo de Lord James, hombre— reclamó el Marqués, dando una palmadita en la espalda de Sirius—. Sino, tendré que volver a llamarte Capitán Black

El otro sonrió en aceptación y acompañó a Severus a saludar al resto de la familia.

Luego de los saludos, Severus se sentó junto a Harry, quien le regaló una tímida sonrisa de bienvenida.

—Entonces, Severus, ¿qué te trae por aquí?— preguntó el Marqués, divertido al ver el visible nerviosismo del Príncipe, habitualmente sereno, y el rubor que arrebolaba las mejillas de su hijo.

—Bien, verán— con todas las miradas clavadas en él, Severus se removió, incómodo—. Harry y yo estuvimos hablando— tomó la mano del joven y la apretó entre las suyas—. Le pedí que fuera mi esposo y aceptó. Ahora, deseamos que ustedes nos den su bendición— miró a James, que escuchaba con rostro inescrutable, y a Lily, que le sonreía dulcemente—. James, Lily, yo vine a Inglaterra con el objetivo de encontrar un Consorte para mi reino, lo saben. Pero alguien debe quererme mucho allá arriba, pues puso en mi destino a la persona más maravillosa que pude encontrar. En estos días pasados con Harry, conociéndolo, descubrí que es un hombre muy especial, un hombre que ha logrado colarse en mi alma y mi corazón y hacerlos suyos. Por eso les pido me concedan su mano, y a cambio les juro que lo voy a proteger y amar lo que me resta de vida.

Antes de contestar a la petición, James miró a Harry.

—¿Qué dices tú, hijo? ¿Esto es lo que realmente deseas?

—Con todo el corazón, padre— musitó el joven, los ojos brillantes de lágrimas contenidas—. Amo a Severus con mi alma.

—No va a ser fácil— le advirtió el Marqués—. No sólo debes ser una buena pareja para Severus, sino también un excelente Consorte, su reino no merece nada menos.

—Lo sé— la determinación se reflejaba en los ojos verdes—. Pero estoy dispuesto a poner todo de mí para, junto con Severus, hacer de Moribia un reino prospero y de sus gentes un pueblo feliz— se giró hacia el Príncipe con el corazón en los ojos—. Te lo prometo, Severus.

—En ese caso— James sonrió ampliamente—, Lily y yo les damos nuestra bendición.

—Sólo pedimos— habló la Marquesa por primera vez— que siempre haya amor y comprensión entre ustedes. Y que sean felices.

—¿Y dónde se casarán?— preguntó Remus.

—Tiene que ser en Moribia— contestó Severus, mirando a sus anfitriones como disculpándose—. Lo siento, pero el heredero al trono debe casarse ante su pueblo.

—No te disculpes— dijo James—, es completamente razonable y lo entendemos. Viajaremos a Moribia para la boda.

—¿Y ya fijaron la fecha?— indagó Hermione, quien también estaba muy emocionada.

—Todavía no hemos hablado de eso— contestó Severus, que todavía sostenía la mano de Harry entre las suyas, en un casi inconsciente gesto de afecto.

—No podrá ser antes de seis meses— informó Lily. Al ver que Severus la miraba como pidiendo mayor explicación, continuó—: Las normas de la Corte son muy estrictas y exigen ese tiempo mínimo de compromiso antes de cualquier boda.

—Pero mamá, ¿no podríamos olvidarnos de esa norma, sólo por esta vez?— suplicó Harry, a quien seis meses le parecían una eternidad.

—No, Harry— quien contestó no fue la Marquesa sino Severus—. Eso afectaría tu reputación en la Corte y es algo que no pienso permitir bajo ningún concepto— Lily sonrió y los ojos de James mostraron su aprobación a su futuro yerno—. Esperaremos todo el tiempo que sea necesario.

—De hecho, deberán ser algo más de seis meses— comentó James—. Por esas fechas, yo voy a estar ocupado en el Parlamento, me sería imposible viajar.

—¿De cuanto tiempo hablamos?— preguntó Severus.

—Unos ocho meses en total— contestó el Marqués.

—¿Ocho meses?— la exclamación de Harry fue un gemido ahogado.

—Pasarán pronto, ya lo verás— susurró Severus, estrechando aún más su mano—. Dispondré todo para esas fechas, no se preocupen— aseguró, mirando a los marqueses—. Y mandaré el barco real a tiempo para acompañarlos hasta Moribia.

—¿Cómo que mandarás el barco?— ahora la voz de Harry sonaba realmente alarmada—. Por favor, no me digas que te vas a ir, Severus— suplicó—. Por favor.

—Tengo que hacerlo, amor— susurró el hombre, acariciando su mejilla. Nadie hizo comentarios ni sobre el gesto ni sobre el cariñoso apelativo—. Quisiera poder quedarme contigo, lo juro, pero mi padre está enfermo y no puedo dejar el reino abandonado mucho tiempo más, ¿lo entiendes?

Harry quería protestar. Quería gritar que no, que no lo entendía, que no era justo. Pero entonces recordó que Severus era un Príncipe, que tenía deberes con su pueblo, y que él, como su prometido, también los tenía. Así, con los ojos anegados, asintió.

—Lo entiendo— aceptó con acento triste, ante la mirada orgullosa de Severus y sus padres—. Comprendo que tu pueblo es lo más importante y te prometí que iba a hacer lo posible para lograr su felicidad. Si es necesario que partas, lo aceptaré.

—Gracias— musitó Severus, levantando su mano y dándole un leve beso—. Pero te equivocas en algo. Nuestro pueblo— hizo énfasis en la palabra nuestro— es importantísimo, pero no más que tú.

—Bueno— declaró James, satisfecho, especialmente por la madurez demostrada por su hijo—, creo que es tiempo de brindar por…

—Si me concedes un minuto, James— lo interrumpió Sirius. Al ver que el Marqués lo miraba, interrogante, continuó—: Verán, yo quería a aprovechar el momento para pedir la mano de Hermione— Sirius se paró y se colocó al lado de la chica, que lo miró, ruborizada.

—¿Qué qué?— explotó el Marqués—. Eso ni hablar.

—Pero James…

—Y no me llame James, para usted vuelvo a ser Milord, Capitán Black.

—James— el hombre sintió la suave mano de su esposa y se giró a mirarla—. Por favor.

—¿Es que no entiendes, Lily?— el tono del hombre era dolido—. Estamos perdiendo a Harry, ¿y también quieren que nos quedemos sin Hermi? Ni hablar.

—Papá.

El hombre dio la vuelta y se quedó mirando a su pequeña, que también perdía su mano en la de Sirius Black.

—Hermi, no, por favor— suplicó.

—Cariño— Lily volvió a hablar con extrema dulzura—, sabes que si se lo pides, tu hija es muy capaz de renunciar a su felicidad por complacerte. ¿Es eso lo que quieres? ¿Qué sea infeliz?

El hombre negó con la cabeza antes de musitar, con voz ronca:

—Nos vamos a quedar tan solos, Lily.

—Eso no es cierto, padre— Harry se acercó a su padre y tomó su brazo con afecto—. Siempre vamos a ser una familia, y donde esté cualquiera de nosotros, siempre será la casa de todos.

—Siempre serán bienvenidos en Moribia— agregó Severus—. Espero que a partir de ahora consideren mi casa como la suya propia.

—Pueden ir a pasar un tiempo con nosotros, mientras descansan las sesiones del Parlamento— propuso Harry, alegre.

—Y tú siempre dijiste que cuando te retiraras querías vivir en un sitio tranquilo— terció su esposa—. Un paraíso entre montañas parece perfecto para eso, ¿no crees?

Derrotado, James Potter fijó nuevamente la vista en su hija.

—¿De veras amas a este capitán?— preguntó, con rostro serio.

—Muchísimo— susurró la chica.

—Bueno, está bien, les doy mi bendición— apuntó a Sirius con un dedo—. Pero como te atrevas a hacer llorar a mi niña, atente a las consecuencias. ¿Quedó claro?

—Cristalino, Milord.

—Y no me llames Milord— bufó.

—Oye, ¿y por qué no le hiciste la misma advertencia a Severus?— protestó Hermione, medio indignada.

—Porque hablé con su Alteza Real hace un buen tiempo, y le hice todas las advertencias correspondientes.

—Y yo doy fe de ello— aseguró Severus, con una cara tan cómica que todos se echaron a reír.



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Mansión Malfoy
Anktar-Moribia



El estudio personal de Lucius Malfoy era una habitación tan lujosa y refinada como su dueño, no por nada la Mansión Malfoy era la más lujosa de Moribia, incluso más que el propio Palacio Real.

El piso era de mármol, pero no de cualquier mármol. Éste había sido traído de Carrara, especialmente ordenado por el bisabuelo de Lucius, quien sentía una satisfacción casi hedonística por rodearse de cosas bellas. Sobre el piso, como intentando romper un tanto la frialdad del material con que estaba hecho, se desperdigaban varias alfombras persas, elaboradas con lana y seda de primerisima calidad.

La majestuosa chimenea que cubría buena parte de una de las paredes, también de mármol, pero éste proveniente de las canteras del monte Pentelikon, había sido diseñada por un famoso escultor, venido directamente de Atenas, y sobre ella se podían ver algunas esculturas y adornos, también creados especialmente para la familia Malfoy.

El escritorio, una antigüedad del siglo XVI, era de madera reluciente y una verdadera joya de ebanistería, al igual que los sillones que se desperdigaban aquí y allá por la habitación, todo a juego con el refinado gusto del amo de la mansión.

Pero aunque todo este lujo había hecho las delicias del ancestro Malfoy, a los ocupantes actuales les tenía sin cuidado, ocupados por el momento en problemas mucho más importantes que disfrutar su entorno.

Un hombre flaco y encorvado caminaba de una punta a otra de la habitación. Con el ceño fruncido, imprecaba cada cierto tiempo, lanzando maldiciones a diestra y siniestra.

—Yo sabía que ese viaje de tu medio hermano llevaba una razón— bramaba, furioso.

—Por favor, Tío Argus, ¿quieres dejar de pasear? Me estás mareando.

El aludido se detuvo frente al hombre rubio y lo taladró con la mirada.

—¿Cómo puedes quedarte ahí, tan tranquilo? ¿Acaso no oíste lo que dijo esa mujer? El estúpido principito fue a buscar consorte en Inglaterra. Si logra casarse, estamos perdidos— tomó una bocanada de aire, frunció aún más el ceño y declaró—: Tenemos que apurar los planes. Dumbledore debe morir ya.

—Eso es imposible— negó Lucius Malfoy.

—No lo es. Sólo tienes que ordenar que se aumente la dosis del veneno.

—Si le damos a ‘mi padre’— hizo un gesto de desagrado ante la palabra— una dosis letal de arsénico, los síntomas serían más que evidentes— trató de razonar el hombre más joven—. Y en cuanto se descubriera que había sido envenenado, ¿de quién crees que sospecharían? Se nos echarían encima como pirañas.

>>Hay muchas personas que apoyan mi derecho a la sucesión sobre el de Snape- continuó con desprecio-, pero el Rey es amado y respetado por la mayoría del pueblo y nadie duda de que su regencia sea legítima. La más leve sospecha sobre su muerte y gran parte de los que nos apoyan nos darían la espalda. Si por el contrario, seguimos haciéndolo como hasta ahora, con pequeñas dosis diarias, será indetectable y el Rey morirá sin dejar rastro de haber sido envenenado. Sobre todo, teniendo en cuenta su precaria salud actual.

>>Así, yo tendré la excusa de que el trono no puede quedar vacío al estar el ‘supuesto’ heredero ausente y presionaremos para que me declaren Regente provisional. Y en cuanto eso suceda, que Snape se despida del trono.

—Pero si Snape llega antes puede darse cuenta y echar por tierra todos nuestros planes.

—No va a regresar aún— lo tranquilizó Lucius—. Conozco la Corte inglesa; los convencionalismos exigen un mínimo de seis meses de noviazgo antes de la boda. Así que si mi medio hermano consigue novia pronto, cosa que dudo, aún va a tener que esperar otros seis meses. Tiempo más que suficiente para lograr nuestros propósitos de eliminar al Rey y apoderarnos del trono.

—No estoy tan seguro, Lucius— el hombre negó con un movimiento enérgico de cabeza—. Sigo pensando que lo mejor es terminar esto de una vez.

—Pues no estoy dispuesto a tener que empezar mi mandato lidiando con una guerra civil sólo porque tú estás impaciente— el tono de Malfoy era terminante—. Las cosas seguirán como hasta ahora. Seguiremos envenenando a Su Majestad  día a día, y mientras tanto voy a continuar las negociaciones con nuestros vecinos solicitando apoyo. Estoy seguro que, si les ofrecemos un bocado lo suficientemente atractivo, alguno se dejará tentar y nos ayudará con hombres y recursos.

>>Sólo tenemos que tener paciencia, Tío Argus, y muy pronto el trono de Moribia será nuestro y el Príncipe Severus Dumbledore Snape se habrá convertido en historia.



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Gotitas musicales


Una amiguita lectora me preguntó por música clásica apropiada para niños, así que hoy les voy a colocar unas preciosas obras que, según gente que sabe mucho más que yo sobre niños y sobre música clásica, son ideales para el público infantil (debo agregar que estoy completamente de acuerdo)

De Pyotr Ilyich Tchaikovsky, El cascanueces, de 1892

De Leopold Mozart, La Sinfonía de los Juguetes, de 1756

De Albert Ketelbey, En un mercado persa, de 1920 (ésta definitivamente me encanta)

Estas piezas y varias más sobre música clásica infantil, las pueden encontrar
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Gotitas Históricas


El arsénico: es un elemento natural que existe tanto bajo forma inorgánica como orgánica. Generalmente se considera que el arsénico inorgánico es más tóxico.
El uso medicinal del arsénico se conoce desde la más remota antigüedad. En la obra de Campbell Thomson "Assyrian Prescriptions for Diseases", este autor señala que la Medicina Mesopotámica utilizaba el sulfuro de arsénico en muchas de sus recetas. De igual forma, el arsénico era conocido en el Antiguo Egipto, no sólo como veneno, sino que también formaba parte de la farmacopea egipcia.
Fue el veneno favorito para quitar de en medio a alguien que estorbase, tanto es así que fue llamado "polvos de sucesión", porque se administraba para heredar a algún pariente, o algún esposo o esposa que estorbase. La ventaja sobre otros venenos es que no tenía sabor ni olor y de ahí la facilidad de su administración sin que la víctima se apercibiese. Se mezclaba con facilidad con líquidos, bebidas, o con las comidas. Parecía azúcar. Fue llamado "el rey de los venenos". Y fue el arma letal preferida durante la Edad Media.
Si un ser humano ingiere una gran cantidad de arsénico, en una forma que se absorba fácilmente, puede provocar un envenenamiento rápido y la muerte. El intestino, el corazón y el sistema nervioso se ven afectados.
Una exposición a largo plazo a altos niveles de arsénico en el agua de bebida puede causar daño cromosómico, espesamiento o la aparición de manchas de pigmentación en la piel, así como cáncer de piel, pulmón, vejiga o riñón, y finalmente la muerte.

Mármol de Carrara: El mármol de Carrara, fue utilizado en Roma con fines arquitectónicos ya en tiempos de Augusto, el primer emperador, aunque las variedades más finas de mármol escultorio se descubrieron mas adelante. Los mejores trabajos de Miguel Ángel son de este tipo de mármol y es muy utilizado por los escultores contemporáneos.
Los mármoles estatuarios más famosos, conocidos ya desde la antigüedad, se encuentran en las canteras de Carrara ( Alpes Apenuanos, Italia ) y en las de la isla de Paros ( Grecia ). El brillo característico de este tipo de mármol se debe al efecto que produce la luz al penetrar levemente en las piedras antes de ser reflejada por las superficies de los cristales internos. La variedad mas famosa de este mármol procede de las canteras del monte de Pentelikon, en Ática, que fue utilizado por los grandes escultores de la antigua Grecia.






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Última edición por alisevv el Lun Mar 07, 2016 12:58 pm, editado 3 veces
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MensajeTema: Re: El amor que salvó un reino. Capítulo 4. Los buenos hacen planes, y los malos también   El amor que salvó un reino. Capítulo 4. Los buenos hacen planes, y los malos también I_icon_minitimeDom Jul 27, 2014 11:34 am

Muy buen capitulo, me preocupa la salud de Albus, espero que lleguen atiempo para evitar que lo maten u.u y aun que es triste que Harry y Severus se queden juntos espero que Severus regrese pronto, para controlar la situación.
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