gabrielle62
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| Tema: capítulo 2 de Carnaval de sentimientos Lun Jun 02, 2014 5:09 pm | |
| Harry despertó con un dolor de cabeza terrible, era como si alguien hubiese metido un tambor dentro de ella. Al principio no recordó donde estaba, pero cuando lo hizo volvió la cabeza tan bruscamente para mirar quién estaba a su lado en la cama que casi se parte el cuello. ¡No había sido un sueño después de todo! Aunque más bien parecía una pesadilla. Se tapó la cara con ambas manos y gimió con desesperación ¿Qué se suponía qué debía hacer ahora? Se había emborrachado hasta la inconsciencia a propósito porque todo le recordaba a él, y después de tratarle de una manera infame, había ido a buscarle hasta Nueva Orleans. No entendía a aquel hombre, jamás lo haría, se sentía totalmente inútil para ello ¿Por qué diablos había ido a buscarle hasta allí? Sintió un irrefrenable impulso de sacudirle, de despertarle para que le dijera lo que fuera de una puta vez, pero no lo hizo. Se limitó a observarlo en silencio… Cuando dormía el rostro del hombre tenía un aspecto de lo más relajado, parecía incluso guapo, y eso era mucho decir tratándose de Severus Snape. Guapo no era una palabra hecha para ese hombre precisamente, porque distaba mucho de serlo. Eran otras cosas las que habían hecho que se enamorara perdidamente de él, Severus era enigmático, irónico, interesante, elegante, complicado, inteligente… poseía unas manos largas, blancas y suaves, que tenían que acariciar como los dioses, unos ojos negros que sugerían lo peor, pero tambien lo mejor llenos de promesas y de peligros y luego estaba su voz… tan morbosa y totalmente capaz ella sola de excitar hasta la última célula de Harry.
Le amaba, no sabía desde cuando, no lo recordaba…pero le amaba, y no podía dejar de hacerlo por mucho que lo intentase, era como un karma maldito, pero era su karma. Hacía tiempo que había asumido que lo suyo era una quimera, que estaba loco por enamorarse de alguien que jamás le correspondería de alguien que le odiaba… Y sin embargo…estaba allí durmiendo a su lado, le había seguido hasta allí y eso por fuerza tenía que significar algo ¿Verdad?
Como si hubiese escuchado sus plegarias, de pronto los ojos de Severus, negros como pozos sin fondo le escrutaban sin ningún reparo, ninguno decía nada, solo se miraban. De pronto una mano se acercó al rostro de Harry y un dedo separó su flequillo, el joven contuvo el aliento y cerró los ojos mientras el hombre acostado a su lado delineaba, más bien acariciaba, el contorno de su cicatriz. Se sentía tan bien, nadie le había tocado nunca de esa forma… El índice de Severus siguió acariciando sus párpados, su nariz, sus labios que exhalaron un suspiro y finalmente su barbilla que acabo tomando con la mano.
Harry se dejaba hacer sin abrir aún los ojos, no quería que la magia desapareciera, y de pronto sin acabar de creérselo del todo se encontró respondiendo al demandante y posesivo beso del hombre que no había dudado en ir a buscarle hasta Nueva Orleans. Cuando la caricia finalizó entonces… sí se atrevió a mirarle casi suplicando por más, porque había sido increíble…
—¡Shhhhhhhhhh…!—no digas nada Harry sólo siente y déjate llevar…
¡Merlín bendito!, la voz que adoraba hablando en ese tono era lo más erótico que había escuchado jamás… Le tenía completamente hechizado y por supuesto que se dejaría llevar a donde el hombre quisiera porque tal vez fuera la única vez que… Decidió no pensar y obedecer y sentir tan sólo…dejarse llevar, sí…
Le besó de nuevo y Harry le puso el alma en responderle ¡Había soñado tanto con este momento! ¡Tantas y tantas veces…! Jadeó cuando le mordió en la unión del cuello y el hombro, sabía que le quedaría marca pero no le importó, sólo quería que el hombre que amaba más allá de lo racional, siguiese haciéndole sentir de aquella manera…
Severus recorrió con su boca y su lengua cada centímetro de la piel de Harry que descubría mientras le desnudaba y el joven intentaba devolver cada beso, cada caricia. Excitadas, sudorosos y jadeantes los cuerpos de ambos respondían con desenfreno atrapados en aquella deliciosa locura, era como si hubieran nacido para llegar a ese instante de locura perfecta. El deseo superaba cualquier razonamiento, no era el momento de pensar sólo de gozar, de disfrutar y dejar hablar a la pasión. Severus estaba entre las piernas de Harry lamiendo, besando, acariciando… su pene, sus testículos y su culo fueron bendecidos con las expertas caricias del hombre de ojos negros, que veneró cada milímetro de la delicada y expuesta piel de la cabeza a los pies. A estos les aplicó un tratamiento especial lamiendo cada dedo de los pies de su joven amante, el cual se derretía sin remedio bajo la ardiente boca. Estaba completamente empalmado.
—¡Severus por Merlín, me voy a correr…!
—¡Ah no, todavía no!—siseó haciendo aparecer de la nada un anillo que rodeó el pene de Harry impidiéndole eyacular. Harry casi rugió de frustración, pero no tuvo mucho tiempo para pensar en nada que no fuera Severus. De nuevo estaba entre sus piernas y besaba su esfínter con encomiable entrega, haciéndole jurar, vibrar y retorcerse. Sintió el frío del lubricante y esperó ansioso por tenerlo dentro, había soñado tanto con ese momento. Un dedo, dos y finalmente tres se colaron en su culo dilatándolo, preparándolo para la penetración, acariciando su próstata… haciéndolo gritar y cimbrarse de gozo y placer. Los expertos dedos le abandonaron y la polla de Severus empezó a abrirse paso en su anillo muscular. Harry contuvo el aliento, era grande y él era la primera vez que se entregaba a alguien de aquella manera. Severus entendió y sonrió, haciendo que su joven amante contuviese el aliento una vez más, tenía una sonrisa tan bonita que no quería que dejara de sonreír nunca…
—¡Relájate Harry…! ¡Vamos…empuja hacía fuera para que yo pueda entrar! Y Harry obedeció, poniendo su mejor voluntad en ello, se aferró a su amante con brazos y piernas retorciéndose de placer mientras la polla de su amante penetraba en su interior rozando una y otra vez su próstata. Harry gritaba, jadeaba se arqueaba y le besaba ¡No podía más…! Severus le liberó del aro que le impedía eyacular y Harry explotó en un glorioso orgasmo, su amante le siguió inmediatamente después.
Permanecieron largo rato abrazados, temblorosos y saciados mientras sus corazones poco a poco recuperaban el ritmo normal. Harry sonreía y Severus le miraba y se besaban y se acariciaban uno al otro intentando alargar aquel perfecto momento lo más posible.
—Te amo…—susurró el joven.
—…
—No digas nada, no hace falta…
—Harry…
Se levantó de la cama para dirigirse al cuarto de baño intentando tragarse su frustración lo mejor que podía pero no era fácil. Habían echado un polvo memorable y hasta ahí. Harry entendía, más bien trataba de hacerlo, pero dolía… Lo que acababa de ocurrir era mucho más de lo que jamás había soñado así que estaba bien, ¡tenía que estarlo…pero…! ¡No!, ¡Mierda puta, no estaba nada bien! pero era lo que había…y punto. Entró en el baño y abrió el grifo de la ducha ahogándose en ella, intentando mitigar su angustia… cuando sintió unos brazos rodeándole desde atrás. Se tensó.
—El romanticismo y yo no casamos bien Harry, no sé decir cosas bonitas pero estoy aquí y siempre estaré a tu lado si me lo permites. Prometo intentar demostrártelo en lo posible si me dejas…
Harry se estremeció y casi sollozó de alivio, buscó la boca de Severus encontrándola enseguida, se besaron y acariciaron una y otra vez y Harry lo supo, no quería palabras bonitas, lo que él quería era sentirse así, como ahora, para toda la eternidad a ser posible, no necesitaba promesas sólo quería que le amara.
Hicieron de nuevo el amor, se necesitaban, se complementaban prodigiosamente y… el mundo y Neville, que a saber dónde estaría, podían esperar un poco más.
OoOoOoOoO
Harry, sé que no soy fácil, nada fácil y aún así por alguna razón que no acierto a explicarme tú me quieres. Llevamos más de diez años juntos y nunca te he dicho que te amo, tal vez nunca lo haga, pero espero que esta carta aclare tus dudas…
Quiero pernoctar contigo sin la exigencia del deseo, vigilar tu sueño y decirte lo mucho que te amo sin que me escuches, agasajarte entero sin ni siquiera tocarte, llevarte a los paraísos de mi imaginación en donde habitas sin saberlo. Saborear la exquisitez de tu afecto y mimar esas manos agotadas de tanto darme vida. Quiero admirar en silencio tu cuerpo en que tantas veces me solazo y que otras resguarda mis ácidos humores. Quiero mecerme en ti, en tus acogedores y solidarios brazos, que nunca niegan su caridad a mi ser herido, tan indulgentes, que a veces hacen daño. Me prenderé en ti un instante, que quisiera fuera eterno, quiero tener la oportunidad de acecharte y contemplarte sin que sepas que lo hago. Deseo conocer ese espacio de ti que no conozco y que es un territorio prohibido a mi esperanza, no puedo entrar en él, y vivir contigo esa aventura tan inmensa que en sueños me hace reír, y otras gemir de miedo. Quiero oler el aroma que envuelve tu abandono... ¡Cómo es posible que digas que te ignoro, cuando solo se quererte! Quiero celebrar tus cuidados sin que adviertas lo mucho que te quiero ¿Qué sería de mí si no lo supieras? Quiero en fin… amanecer a tu lado el resto de mi vida, sereno y confiado. Confesarte que éste también soy yo… Y que así te amo.
Severus.
Harry dobló con cuidado la carta y suspiró, sus hermosos ojos verdes brillaban por las lágrimas, pero éstas nacían de la felicidad, tenía un agradable calor en el alma. No necesitaba que Severus le dijera que lo amaba, lo sabía. No necesitaba palabras para confirmar esa certeza, pero lo agradecía…
Guardó la carta en un pequeño cofre junto al resto de sus tesoros, todos ellos relacionados con momentos especiales vividos a lo largo de estos diez años junto al hombre que amaba. No todo había sido un lecho de rosas pero tampoco lo había esperado; conocía a Severus, sabía que no iba a ser fácil y no lo había sido, pero seguían juntos y felices. Los buenos momentos superaban con mucho a los malos.
Aquella carta solo era el broche de oro de una historia de amor que había comenzado en el carnaval del <i>Mardi gras</i> de forma inesperada, como una premonición de la hermosa locura que sería su vida junto a Severus a partir de entonces, y no se había equivocado. Su relación era y deseaba que lo fuera por siempre un Carnaval de sentimientos y pasiones.
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