Carnaval de sentimientos

Título: Carnaval de sentimientos
Esta es mi respuesta al reto de La Mazmorrita por San Valentín: Llegamos tarde, tarde....  Espero que disfrutéis tanto leyéndolo como yo lo he hecho escribiéndolo.
Advertencias: Humor, Romance, NC-17
Capítulo1  No derramaré ni una lágrima por ti





¡Harry no podía más! Había intentado acercarse a Snape de todos los modos posibles, pero era como golpear una y otra vez una pared infranqueable. Pidió un año sabático en la Central de Aurores, porque increíblemente Snape le gustaba desde la guerra o tal vez desde antes, aunque eso ahora era irrelevante.

Cuando dejó Hogwarts para entrar a formar parte del cuerpo de Aurores, era el más joven de todos; haber acabado con Voldemort le daba el privilegio de no tener que ir a la Academia de Aurores, alguien en el Ministerio había dado por sentado que allí no podrían enseñarle nada que ya no supiera. ¡Qué equivocados estaban! Durante los últimos tres años había tenido que callar muchas bocas y demostrar su auténtica valía, entrenando más horas que nadie y saliendo airoso de peligrosas misiones, hasta conseguir ganarse el respeto, sino de todos, sí de la mayoría. Pero Harry tenía una espina clavada en el corazón, se había propuesto lograr un acercamiento con Snape, su antiguo Maestro de Pociones. Sabía que le detestaba, se lo había dejado ver de muchas maneras, en multitud de ocasiones. Snape le odiaba sin razón porque dijera lo que dijera el bastardo grasiento respecto a su padre, él era su hijo, no su padre y nunca le había hecho nada aparte de defenderse de los continuos y gratuitos ataques y humillaciones que sufrió desde que pisó su clase por primera vez. Era un hecho que disfrutaba humillándolo delante de todos, cuanto más público mejor, y era igualmente constatable que Harry le había detestado con cada fibra de su ser a veces; pero una vez que la guerra terminó y ambos sobrevivieron, Harry pensó que su relación sería más relajada, diferente… pero nada había cambiado Snape seguía igual que siempre y él estaba convencido de que era masoquista porque estaba total, completa y chifladamente colado por él, hasta los huesos. Ahora, cuatro años después de que hubiese empezado a sentir eso por aquel hombre insensible y sin corazón, Harry cerraba su baúl tras meter en él la última de sus pertenencias y abandonaba Hogwarts con la intención de no volver a ver más a aquel desgraciado que no le perdonaba seguir vivo al parecer, Severus Snape preferiría que hubiera muerto en la batalla final, al menos eso le había gritado la última vez que intentó hablar con él. Con el corazón más exprimido que un limón, se había convencido al fin de que por su salud mental debía poner tanta tierra por medio como le fuera posible, pero no pensaba vagar cual alma en pena por las esquinas sino hacer suyo el dicho de “Si la vida te agobia demasiado cométela” y como comienzo había decidido aceptar la invitación de Neville, que también sufría mal de amores y cruzar el charco e irse a conocer y celebrar el <i>Mardi Gras</i> a Nueva Orleans, ¿No decían que era el mejor carnaval del mundo? Pues iba a comprobarlo y tenía toda la intención de bailar, disfrutar y olvidar… de emborracharse hasta ser incapaz de pensar.






—¿Es cierto que Potter se ha ido Minerva? —le preguntó a bocajarro en cuanto la tuvo delante.

—Sí Severus es cierto y dejó muy claro que no piensa regresar—la indignación de la Directora era evidente, sus labios formaban una línea recta.

—Sabía que se iría...

—¡Querías que se fuera! —explotó—Severus Snape! eres el ser más insensible y cruel que conozco. Harry quería conocerte mejor y darte otra oportunidad aunque siempre le has tratado de una manera infame, y tú has seguido comportándote con él igual o peor que cuando aún era tu alumno. ¡Madura Severus! Hace mucho que no tienes quince años y para según qué cosas eres peor que un niño pequeño en plena rabieta ¿Sabes qué? me alegro que se haya ido con Neville él lo tratará como merece, no como tú. ¡Ah, y cuidado con tragarte tu propia saliva no sea que te envenenes!

—¿De viaje con Longbotton? ¿Ese par juntos…? ¡Pobre mundo…!

—¡Eres imposible!—grito la mujer y le dio la espalda alejándose de él todo lo rápido que sus viejas piernas le permitían.

En cuanto Minerva se marchó la expresión de Severus cambió, ya no parecía tan seguro ni tan arrogante como hacía un instante, sus ojos de negros reflejaban una amarga desolación. Harry se había ido después de su última discusión que ni siquiera recordaba porque había comenzado pero había sido especialmente cruel con sus palabras, le había hecho daño, una vez más había ganado la batalla contra Potter pero no se sentía mejor, al contrario se sentía como la miserable mierda que sabía ser tan bien, cuando se empeñaba en ello. Al principio le habían hecho gracia los torpes avances de Potter, sus vanos intentos por acercarse a él, ¡como si él fuera a permitirlo!  Había sido aún más divertido atajar sus torpes intentos de seducción, y ahora se había ido, tal vez para siempre y contra toda lógica se sentía vació… ¡Maldito loco! se dijo, ¡Estás para que te encierren Severus…! y tenía que ser eso, que estaba loco de atar porque acababa de tomar la decisión más inesperada de su vida, ir a buscar a Potter donde quiera que estuviese y pedirle perdón, claro que para eso primero tenía que averiguar dónde diablos estaba y tenía que hacerlo cuanto antes. Potter y Longbotton juntos y a su aire eran una muy mala combinación.






¡Aquello era un verdadero pandemonium! Ese par de tarados tenían que ir nada menos que al Carnaval de Nueva Orleans, entre todas las locuras posibles, ésta era la mayor que se les podía haber ocurrido a esos cabeza de chorlito. Las celebraciones habían comenzado muy temprano ese día, a una hora indecente incluso para él que le gustaba madrugar. Se encontraba en el distrito de Uptown, en medio de un interminable desfile de carrozas hechas de papel maché la mayoría, y gente disfrazada, de reyes, peones, diablos, santos, indios, negros, payasos, arlequines, damas, putas, aves, bestias y peces todos ellos ataviados con coloridas pelucas y vestimentas y collares también multicolores, aunque predominaban el color púrpura, el dorado y el verde.

Allí era imposible encontrar a nadie, a no ser que utilizase un hechizo de rastreo, y con tanto muggle por todos lados era simplemente impensable. Desde las carrozas lanzaban collares baratos de colores y juguetes a los asistentes al desfile, aquello parecía no terminar nunca y sentía su cabeza a punto de explotar.

<i>El Mardi Gras</i> era una locura, eso es lo que era, parecía que la gente había ido allí para dar rienda suelta a sus instintos más primarios, porque nadie parecía reprimirse en lo más mínimo, mucha música, mucho baile y mucho alcohol, como consecuencia directa, mucho borracho también. Definitivamente no era un evento donde acudir con niños.






Estaba amaneciendo y la música seguía sonando, estaba cansado de buscar y ni rastro de Potter ni de Longobotton, así que decidió volver a la pensión en la que se hospedaba y seguir con su búsqueda al día siguiente, iba tan sumido en sus pensamientos que no vio el bulto en el suelo hasta que tropezó con él y cayó de bruces al suelo. Se levantó a duras penas dolorido y maldiciendo en latín, cuando el bulto con el que había tropezado gimió y su corazón se aceleró, reconocería esa voz entre un millón. Se agachó y le dio la vuelta,

—¡Potter!—Efectivamente era él y con una borrachera indecente, no sabía si estaba dormido o inconsciente. Le sacudió un poco y el joven gimió y farfulló algo inentendible, no había ni rastro de Longbotton.

—¡Potter despierte!— dijo sacudiéndole de nuevo. Al ver que no reaccionaba le cogió en brazos y cargó con él hasta su alojamiento que estaba bastante cerca. Su preocupación era mayor aún que su indignación así que se dijo que lo primero era lo primero, y eso era atender al joven en condiciones. Le despojó de sus ropas y le dio una ducha fría pero ni por esas despertó, aunque abrió un poco los ojos volvió a cerrarlos enseguida y Severus se preocupó de que fuera algo más que una monumental borrachera lo que tenía. Potter tenía un bello cuerpo, había que reconocerlo, delgado y fibroso con el músculo justo donde se necesitaba y una piel blanca y muy suave que se moría por probar.

Desechó de inmediato semejantes pensamientos de su mente. Él no había pensado eso y menos aún de Potter, le puso un pijama suyo y decidió que como seguía sin despertarse, aplicaría remedios más contundentes. Rebuscó en su maletín de viaje y sacó dos redomas con pociones, incorporó al chico un poco y le obligó a tragarlas, el efecto fue casi inmediato. Potter tuvo una enorme arcada y se incorporó de golpe, con razón, el sabor era tan asqueroso como efectivo su resultado y Severus era muy consciente de ello.

—¡Aaaaaaarggggghhhh! ¡Qué asco…!—exclamó el joven de ojos verdes antes de salir corriendo al baño y volcar el contenido de su estómago en el retrete. Severus le siguió discretamente y pudo ver cómo el joven apoyaba su frente contra los fríos azulejos del baño con los ojos aún cerrados mientras murmuraba algo ininteligible. De pronto se debió dar cuenta de que le observaba porque clavó sus ojos verdes en él y su mirada no era precisamente amable.

—¿Qué diablos me has hecho bastardo?

—Creo que intentar recomponerte tras una bestial borrachera Potter, realmente te has superado a ti mismo, creo que te ha faltado muy poquito para llegar al coma etílico.

—Mejor para tí, si me hubiese muerto dejaría de ser un problema definitivamente en tu vida. Es lo que deseas ¿verdad?

—¿Esa es la razón de todo esto? ¿Las crueles palabras de un idiota descerebrado? La verdad Potter, no pensé que te importase tanto lo que yo pensara, que por cierto y dicho sea de paso no lo decía en serio. Al menos no todo.

Harry avanzó hacia él tambaleante señalándole con un dedo amenazante.

—Eres la persona más cruel, despreciable, odiosa, egoísta y prepotente que conozco y sin embargo…—se rió con una risilla tonta, estaba claro que aún no estaba totalmente repuesto—sin embargo…has venido a buscarme al otro lado del mundo, eres increíble…y muy gracioso…

—¿Qué es tan gracioso?

—Tú lo eres, patético y gracioso además del mayor mentiroso del mundo Severus Snape, tú…—dijo tocándole la nariz con el dedo índice logrando que el hombre diera un respingo —Tú… te preocupas por mí de verdad, me quieres, no lo niegues…Es gracioso, tan gracioso…

—Potter hablaremos mañana, pero antes dime ¿Dónde está Longbotton?

—¡Oh Neville está bien, de puta madre diría yo…conoció a una chica y se fue con ella supongo que habrá echado un polvo memorable… casi tanto como mi borrachera ¡Merlin bendito! Me va a estallar la cabeza…

—Duérmete de una vez Potter…

—Sólo si tú lo haces conmigo…

Severus rodó los ojos, se talló la nariz y suspiró ¡Aquello no podía estar pasando… no a él!

—Ahora vengo…—dijo y se dirigió al baño a ducharse, se puso el pijama y cuando regresó a la cama Potter estaba profundamente dormido, pero nada más acostarse a su lado se dio la vuelta y le abrazó colocando la cabeza en su pecho. Severus sintió una cálida emoción en alguna parte de su pecho, muy cerca del corazón y sonrió… poco después también el dormía apaciblemente con una mano sobre la cadera de Potter