El tiempo es demasiado lento para aquellos que esperan...
demasiado rápido para aquellos que temen....
demasiado largo para aquellos que sufren....
demasiado corto para aquellos que celebran...
pero para aquellos que aman, el tiempo es eterno.
(Henry Van Dyke)
Parecía que había pasado mucho tiempo desde entonces, y no era cierto, tan solo llevaba un año en Hogwarts, y hacía tan solo dos meses que se había trasladado a los aposentos de Severus.
Le resultaban curiosas las vueltas que daba la vida. Solo había tenido dos relaciones, pues lo que tuvo con Cho no pasó de un par de besos y no se podía considerar como tal.
De cualquier forma, descubrir que se sentía atraído sexualmente por Severus Snape fue algo natural para él. Siempre había sabido que era bisexual, pero en su relación con Ginny, de la que estuvo profundamente enamorado, siempre encontró todo lo que necesitaba.
No sabía si era la edad, que le hacía tomarse las cosas con más tranquilidad o qué, pues sentía una gran pasión por Severus y saboreaba y disfrutaba sus momentos con él, como casi nunca tuvo ocasión de hacerlo con Ginny y aunque las comparaciones eran odiosas pues no podía negar que su matrimonio tuvo grandes y felices momentos, como el nacimiento de cada uno de sus hijos y el entregado y placentero tiempo que dedicaron a que cada uno de ellos fuera perfecto e inimitable, seis años después de nacer Lily, las cosas entre Ginny y él empezaron a cambiar poco a poco y de una manera sutil la pasión se esfumó y el trabajo acabó por convertirse en algo más importante para ellos que su propio matrimonio.
Si algo tenían claro Severus y él, de hecho lo habían hablado largo y tendido, era que nunca permitirían que su trabajo les subyugara hasta el punto de interponerse en su relación. Ambos tenían funestas experiencias al respecto y no pensaban cometer el mismo error dos veces.
Por otra parte el sexo entre hombres había sido un verdadero descubrimiento para Harry y aprender al lado de alguien experimentado como Severus había resultado realmente satisfactorio.
Descubrió el placer de una forma diferente y se sorprendió gratamente al descubrir que la próstata servía para mucho más de lo que nunca se hubiese imaginado y que el sabio toque de Severus en ella le producía un placer único.
Severus se había encargado de enseñarle muy bien a descubrir y disfrutar de todos y cada uno de sus puntos erógenos.
Se sentía completo al lado de Severus y tenía una personal teoría al respecto. Harry no se catalogaba como bisexual, pues aunque le encantaba el sexo que con Severus era sencillamente especial y genial, prefería no plantearse nada y pensar que se enamoraba de la persona, que eran su esencia, su alma… lo que le cautivaban y enamoraban realmente.
Y había confirmado de paso algo que descubrió tiempo atrás al ver sus recuerdos, que el alma de Severus Snape era…muy hermosa.
OoO
Estaba nervioso… se sentía como un niño al que su maestro había mandado llamar a su despacho y obedecía sin saber muy bien lo que le esperaba al llegar. Se sentía casi tan inquieto como años atrás, cuando tenía detención con él.
Sus pasos, que no eran tan seguros como le hubiese gustado, le conducían al despacho del hombre que le había contratado y al que se moría de ganas de nada servia negarlo por ver de nuevo.
Había pasado tanto tiempo…y tantas cosas en su vida, desde la última vez que le vió, esperaba que Snape hubiese tenido mientras estuvo lejos del Mundo Magic, la feliz y tranquila vida que merecía más que nadie.
—Adelante Potter— dijo aquella inconfundible voz que llevaba tanto tiempo sin oír, justo antes de que él golpease la puerta. Harry no pudo evitar sonreír.
Abrió la puerta y se paró un instante en el umbral, no podía evitar analizar durante unos instantes al menos, al hombre que tenía ante él.
Se sintió objeto de idéntico examen por parte de Snape.
OoO
—¿Severus Snape Director de Hogwarts? Pe…pero ¿No había muerto? Harry siempre dijo…—Ginny no daba crédito a lo que su hermano Ron y Hermione, le estaban contando. Se tuvo que sentar. La noticia había caído como una bomba en el Mundo Mágico.
Era tan inesperada como sorprendente.
Resultaba bastante desconcertante que después de tanto tiempo supuestamente muerto, Snape apareciese de nuevo y nada menos que como el nuevo Director de Hogwarts…
¿Dónde diablos estaba Minerva McGonagall?
Y Harry... No solo nunca le había contado la verdad a ninguno de ellos, sino que había dejado su trabajo como Auror y le había faltado tiempo para acudir a la llamada del nuevo Director y aceptar sin pensarlo el puesto que éste le ofrecía como profesor.
—Seguro que Snape le hizo prometer que no diría nada—dijo Hermione ruborizándose, en un intento de defender a su amigo.
—Sigo sin entender como pudo salvarse. La mordedura de Nagini es mortal de necesidad.
—No siempre Ron—repuso Ginny—papá se salvo ¿recuerdas?
—Seguramente Snape conocía el antídoto, recuerda que era Maestro de Pociones—manifestó Hermione.
—Pero ¿Por qué ocultar que estaba vivo? No lo entiendo. Ese hombre nunca me cayó bien, siempre fue demasiado oscuro, demasiado raro—dijo Ron alzando la voz cada vez más—. Además, fue despreciable con nosotros en Hogwarts, especialmente con Harry y eso sin contar que fue Mortífago…
—Creo que Snape nunca fue feliz, se vio obligado por las circunstancias a llevar una vida terrible muchas veces y eso le convirtió en el amargado ser que nosotros conocimos. Es cierto que fue Mortífago en su juventud—dijo Hermione mirando a su esposo con claro reproche— pero se arrepintió Ronald, lo sabes perfectamente y jugó un papel muy importante como espía a favor de La Orden, además Dumbledore confiaba en él.
—Sí ya ves y le mató…
— ¡Ron por favor…!—le interpeló Hermione—Harry dejó claro ante el Wizengamot que era inocente y que solo lo hizo porque el Director se lo pidió. Todos pudimos ver los recuerdos que mostró Harry ante el tribunal…
—Sí, si, si, ya lo sé…—se burló el pelirrojo moviendo su mano en un gesto desdeñoso mientras paseaba nervioso de un lado a otro de su sala de estar— ¡Conozco la historia Hermione! Dumbledore se estaba muriendo y éste se lo pidió y así de paso evitó que Draco Malfoy le matase y se convirtiese en un asesino…
— ¡Exacto!—saltó Hermione sonrojada y ofendida ante el tono de su esposo— ¡Fue justamente así como paso…y te lo advierto Ronald Weasley, si me sigues hablando en ese tono no mojarás en un mes!
Ahora fue el turno de que el rostro del pelirrojo se tornara carmesí ante la tremenda amenaza, ¿Un mes sin hacerlo? Desde luego era un ultimátum que le dejaba mudo de golpe. Hermione era de temer cuando se enfadaba y él ciertamente se había pasado…pero es que el tema le sacaba de quicio.
Su esposa tenía razón, lo sabía, pero ¡estaba furioso! Con Harry por no haberle contado nada, con Snape simplemente por estar vivo, y sobre todo porque no le hacía ni pizca de gracia que sus hijos estudiasen en un colegio donde ese maldito era el Director…
—No me gusta que mis hijos estudien en Hogwarts, siendo Snape el Director.
Ginny acababa de expresar en voz alta justamente lo que Ron pensaba. Hermione rodó los ojos visiblemente molesta y se levantó de su cómodo sillón con la clara intención de irse.
— ¡Sois un par de paranoicos!, nada va a cambiar, absolutamente nada, y de veras creo que Snape merece una oportunidad. Los Gryffindor siempre nos jactamos de nuestro coraje y lealtad pero al parecer el sentido de la justicia se lo dejamos íntegro a los Hufflepuff—gritó al abandonar la sala de estar de su casa, para seguidamente cerrar tras de sí dando un portazo.
¡Estaba furiosa! No es que a ella le cayese especialmente bien Snape, pero intentaba ser justa con el hombre, y serlo significaba que debía alegrarse de que su antiguo Maestro de Pociones estuviese vivo y a salvo.
La injusticia la enervaba, fue precisamente la injusticia de los magos hacia las demás criaturas Mágicas, especialmente hacia los elfos domésticos, lo que la impulsó a estudiar la carrera de Derecho Mágico.
Actualmente ocupaba un alto cargo en el Ministerio, en el Departamento de Control y Regulación de las Criaturas Mágicas.
Había conseguido una gran mejora en la vida de los elfos domésticos y los licántropos y su mayor lucha ahora era por asegurarse la erradicación de la leyes opresivas contra los sangres puras.
Una ardua batalla, pues mucha gente aún después de tantos años era incapaz de olvidar y perdonar.
OoO
–Adelante señor Potter.
—Profesor Snape…
—Tome asiento por favor…—le indicó Snape, al tiempo que él se levantaba de su sillón dirigiéndose hacia la parte superior del despacho. Harry no pudo dejar de apreciar que Snape estaba mucho mejor. Había ganado peso, y aunque algunas canas adornaban su cabello, sus ojos tenían una calidez que antes no poseían y su ceño era casi inexistente.
Ciertamente los años habían tratado bien al hombre.
El despacho era una amplia habitación redonda, que ahora lucía en perfecto orden y no se escuchaba ninguno de los pequeños ruidos divertidos procendentes delos mil objetos que había cuando el despacho pertenecía a Dumbledore.
No obstante los extraños artilugios seguían funcionando, todos. A buen seguro Snape les había puesto un hechizo silenciador. Harry rió para sus adentros… Ahora todos los aparatitos que antes estaban desparramados por la estancia, ocupaban su lugar en una vitrina al fondo de la estancia, perfectamente ordenados, como si fuesen frascos de pociones… fiel reflejo de la personalidad de su actual dueño.
Las paredes continuaban cubiertas por los mismos retratos de antiguos directores, entre ellos estaba el de Dumbledore que le guiño un ojo y le sonrió. Harry le devolvió el saludo cortésmente aunque sintió una extraña sensación, siempre la tenía cuando hablaba o interactuaba con alguno de los personajes de los cuadros de Hogwarts.
Snape miró su reloj, y entonces Harry se percató que era el de Dumbledore, y se emocionó al reconocerlo, pero allí estaba, en la mano de Snape, con sus doce manecillas y sus planetas en lugar de números.
Dumbledore debió apreciar mucho a Snape para dejarle uno de sus regalos más preciados.
—A usted también le dejo algo…—murmuró el Director como si acabara de leerle el pensamiento.
Harry se removió inquieto en su sillón, pensando que no era posible… Si Snape hubiese intentado leerle la mente, él lo habría notado. Era pura casualidad, sí, eso era…
—Es cierto—respondió intentando mostrarse sereno— me dejó en su testamento la primera snicht dorada que atrapé. Tenia el anillo con la piedra de la resurrección dentro—los ojos verdes brillaron nostálgicos—hasta entonces no supe que las snitchs tenían memoria táctil. Afortunadamente lo descubrí a tiempo…—sonrió sutilmente al recordar el suceso.
OoO
— ¡Te digo que está ahí James! Le vi llegar…— La inconfundible voz de Albus Potter se oyó claramente dentro del despacho, y eso que se suponía que estaba susurrando. Snape arqueó las cejas y Harry rodó los ojos y se ruborizó, iba a decir algo cuando de nuevo se escuchó otra voz...la del mayor de sus hijos:
— ¡Vámonos de aquí Albus!— le instaba James en voz baja— ¡Ya tendremos tiempo de verle más tarde, papá se enfadará con nosotros!
— ¡Quiero ver a papá…y deja ya de decirme lo que tengo que hacer a cada rato James, no soy un bebé! Vete tu si quieres, quiero contarle lo que me dijo el sombrero seleccionador…!
Ya no hubo tiempo para escuchar más pues Snape con un movimiento de su varita, abrió de golpe las puertas del despacho y los dos muchachos casi se caen al precipitarse dentro del despacho.
—Creo que sus hijos tienen muchas ganas de verle Potter, será mejor que vaya con ellos y se instale en sus aposentos. Mañana acabaremos de ultimar los detalles de su contrato, si le parecen bien los términos en los que está redactado y no tiene ningún inconveniente…
—No creo que lo haya señor…—dijo Harry al tiempo que le tendía la mano, una mano que Snape estrechó cálidamente.
—Por cierto Potter…dejaré de llamarle por su apellido si usted deja de lado los tratamientos y me llama por mi nombre de pila. Después de todo ya no somos alumno y profesor sino adultos y además colegas.
Harry estaba agradablemente sorprendido y sonriendo aceptó:
—Por mí perfecto, Severus…
—Que descanse Harry. Mañana antes de ir a dar su primera clase de Defensa, por favor venga a verme.
—Aquí estaré Severus. Hasta mañana entonces.
Se alejó abrazando a sus hijos, mientras Albus no perdía el tiempo en explicarle como el sombrero le había seleccionado para Gryffindor.
Severus Snape les observó irse mientras sonreía.
OoO
El primer día para Harry fue un poco caótico, tenía muchas cosas que preparar y se había acostado bastante tarde revisando sus apuntes para la clase del día siguiente.
No podía negar que estaba nervioso, eran demasiadas novedades de repente.
Lamentaba que su entrevista con Severus hubiese terminado de manera tan precipitada, pero Albus estaba realmente ansioso por contarle sus experiencias y él no podía negarse a escucharle. Su hijo mediano era igual que él físicamente, aunque era mucho más tímido de lo que él recordaba serlo a su edad. En eso se parecía a Ginny.
Todo su afán rompereglas lo había heredado James, que era un terremoto y un bromista incurable. Albus era más tranquilo y más reservado, por eso era todo un cambio verlo tan locuaz y tan… feliz.
El primer día en Hogwarts había sido tan maravilloso para su hijo como en su día resultó ser para él…algo que le producía una íntima satisfacción. Había temido que a Albus le costase adaptarse y agradecía ver que no solo no era así sino que ya había hecho un amigo. Ver felices a sus hijos era lo más importante para Harry.
Estaba en casa. Notaba como si Hogwarts le recibiese con los brazos abiertos, y se sentía muy bien, como hacía mucho tiempo que no se sentía.