Harry
Como Harry es el comodín de la mayoría de los “pairings” del mundo pottérico y como de emparejarlo a él se trata (y la cuestión clave es con quién) voy a comentar por qué me parece que podría amar a Severus Snape y por qué es su pareja ideal.
Las cosas que tiene en común con Snape:
Estoy convencida de que este tipo de comparaciones no sólo las hacen los fans Snarry, sino que también en algún momento las han comentado los aficionados a la saga en general. Y hasta la misma autora describe momentos de identificación entre los dos personajes.
Los dos son tremendamente cabezotas y orgullosos. Yo me refiero a ellos, en mis charlas con mis colegas “snarryanas” como “los dos cabezones”, ninguno de los dos da su brazo a torcer. Y de un modo similar a los protagonistas de “Orgullo y Prejuicio” tienen ideas fijas acerca del otro y no están dispuestos a moverlas ni un ápice. Y si en algún momento, tienen alguna duda de esos prejuicios, no hacen nada por reconocerlo. En esto, Snape se lleva la palma y los reproches, porque el muchacho tiene excusa, es un adolescente y, por lo tanto, no puede tener la misma madurez y capacidad de discernimiento que un adulto y además, Severus empieza primero el cúmulo de agravios sin darle al chico la más mínima oportunidad.
Los dos son luchadores, defienden con uñas y dientes lo que creen que es su deber y hasta se juegan la vida y están dispuestos a morir por ello. Tienen la cualidad que más valora la creadora y con la que dibuja a sus personajes predilectos: la valentía. Como dice Harry de Snape en el epílogo: “el hombre más valiente que he conocido en mi vida”.
Y apasionados. Severus lleva puesta permanentemente su máscara de autocontrol, pero cuando pierde los papeles, y siempre por culpa de Harry, es como un volcán. Del chico hay múltiples pruebas de que es impulsivo y se toma las cosas muy a pecho, tanto, que le pueden llegar a cegar el juicio y empujar a cometer errores.
Comparten una infancia desgraciada: de la de Harry conocemos muchos detalles, su vida en casa de sus tíos es un infierno y es tan terrible que llega a ser una caricatura. De la de Severus sólo vemos una escena de rebote en una clase de oclumancia, pero resulta muy significativa. Ambos son los “niños abandonados” que habían encontrado su hogar en Hogwarts.
Y qué decir de la adolescencia atormentada, mucho peor la de Harry, desde luego; pero el “momentazo” de identificación entre el chico y su profesor en “los peores recuerdos de Snape” cuando Harry llega a sentir lástima de Severus porque sabe muy cómo se siente alguien que es acosado y humillado públicamente por ser diferente, no tiene precio.
Los dos se ven sometidos a la manipulación del Director, que mueve las piezas del tablero de ajedrez. Con total descaro, Albus Dumbledore guía sus movimientos, controla sus vidas y los conduce a la muerte conscientemente. A Severus le hace firmar su sentencia de muerte por culpa de la varita de Saúco, convenciéndole de que haga un acto de piedad matando a un pobre viejo. Con Harry es más considerado, pero resulta aterrador que todo el tiempo haya sabido que el chico era un horrocrux y que tendría que sacrificarse.
Lily Evans es otro elemento en común. A pesar de estar muerta, su presencia late en toda la narración. No deja de ser turbador que ella sea la persona más importante para Severus y para Harry. Ya sabemos el amor ciego de Snape por ella, pero – desde mi punto de vista- es con toda probabilidad la persona que Harry, huérfano, ha echado más de menos en toda su vida y en la que habrá pensado muchas veces. Y si hay una escena de la saga que me ponga los pelos de punta es aquella en la que Harry se encuentra con su madre en el Bosque Prohibido dispuesto ya a dejarse matar por Voldemort y “se regalaba los ojos con ella y pensó que le gustaría quedarse allí mirándola por toda la eternidad. No necesitaba nada más”.
Sin embargo, es su papel en la trama lo que más sentido da a la pareja. Los dos son absolutamente imprescindibles para acabar con el Señor Tenebroso. Harry es el protagonista de la profecía y Severus, el que la pone en marcha. Harry es el que derrota al Señor Tenebroso pero, sin todo el apoyo que recibe de Snape en la sombra, difícilmente hubiera llegado a cumplir con su destino, cosa no se puede decir de otros personajes candidatos a ser pareja del héroe.
Y en esas charlas con mi amiga Silvara caímos en la cuenta de un hecho estremecedor: Harry le debe la vida a Severus y Severus vive por Harry. Me explico: Snape no sólo le salva la vida a Harry en más de una ocasión sino que, al rogar a Voldemort por la vida de Lily, da a ésta la oportunidad de sacrificarse por su hijo y esto permite que Harry salga indemne de la maldición asesina. Harry está vivo gracias a su intervención.
Pero, en una de las escenas descritas en “El cuento del príncipe”, Snape aparece completamente destrozado por la muerte de Lily. Y es entonces cuando Dumbledore le dice eso de “Tú sabes cómo y por qué ha muerto Lily. Asegúrate de que no haya muerto en vano: ayúdame a proteger a su hijo”. Esto, después de recordarle que Harry tiene “los mismos ojos que ella, exactamente iguales”. A mí no se me quita de la cabeza que Dumbledore quiso dar así a Snape no una misión, sino un motivo para seguir viviendo. Así pues, Harry es la razón por la que Severus sigue con vida después de la muerte de su amada.
No puedo acabar este repaso sin mencionar un dato que me parece muy relevante para esta pareja: Harry no tiene que explicarle nada de lo que ha supuesto la lucha contra Voldemort para él: si hay alguien en el mundo de Hogwarts que pueda entender todo aquello por lo que ha pasado es Severus Snape. Otra cualidad del profesor de pociones que no tiene parangón con otros personajes (a excepción, en todo caso, de Ron y Hermione).
parte 4