La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Marked Man. Capítulo 42. El hombre marcado

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alisevv

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MensajeTema: The Marked Man. Capítulo 42. El hombre marcado   The Marked Man. Capítulo 42. El hombre marcado I_icon_minitimeJue Jun 28, 2012 5:51 pm

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Severus no ha hecho nada mal desde que mató al viejo tonto. Casi confío en él. Tanto como confío en cualquiera. Más que en Pettigrew, incluso.

Lucius logró encontrar un uso para Pettigrew, arrastrándose por los pasillos del Ministerio, olisqueando posibles descontentos, guiándole en la dirección correcta. Incluso se hizo amigo y utilizó a aquellos inadaptados sin amigos que encontró por allí. Esta noche, mis partidarios políticos ayudarán a mi fiel Lucius a conseguir para mí el poder que necesito para el asalto final. Lucius lo ha hecho bien.

Severus es una serpiente… no debo olvidarlo. Esta noche parecía relajado, pero el incidente con sus Protecciones resulta extraño. Me resulta difícil creer que alguno de los andrajosos que aún quedan de la Orden del Fénix pudiera ser capaz de descubrir el escondrijo de Severus. No he vivido lo que he vivido para ahora bajar completamente la guardia ante nadie, y especialmente ante una astuta serpiente como Severus Snape, mi más útil seguidor, consejero y segundo al mando. Me mantendré atento.

Con un sonoro crujido, dos magos aparecen. El ruido debe repetirse, pero yo sólo escucho un estallido, lo que ya de por sí es inusual. Los sonidos de Aparición, aunque sean en conjunto, indican el número de los que están llegando. Pero no me sorprende que esto sea extraño, puesto que Severus trae cautivo a Harry Potter, quien se muestra fiero e iracundo, indefenso en medio de las ataduras mágicas. Sea lo que sea que esté pasando, esta noche acabaré con la saga Potter; esto ha durado demasiado tiempo. El chico ha sido un problema persistente por mucho tiempo. Es hora de deshacerse de él.




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—Mi Señor —musitó Severus, inclinándose y empujando a Harry hacia adelante, presionando una mano sobre su espalda—. Aquí traigo al fisgón que tan tontamente intentó entrar en mi guarida, solo y sin ser invitado. Supongo que no debería sorprendernos que Potter sea tan insensato como para hacer eso.

Voldemort rió entre dientes y se levantó. Sus ojos barrieron la figura atada de la cabeza a los pies.

—Oh, de hecho. Harry Potter siempre ha sido temerario y presumido, pegando su nariz Gryffindor donde ciertamente no debe meterla —el pálido hombre se había detenido junto a Harry y ahora acariciaba su mejilla con un dedo largo y blanco. Harry no pudo evitar estremecerse; el toque de Voldemort se sentía frío, húmedo y obsceno. Se imaginaba que así debía sentirse el tacto de Nagini, aunque las serpientes normales eran cálidas y secas—. Has crecido, Harry Potter —musitó el Señor Oscuro—. Ahora eres un joven… el joven héroe —acarició su otra mejilla—. Y aún así, eres un fracasado. Estás aquí parado, atado e indefenso ante mí —el hombre giró en redondo y se alejó, encaminándose hacia su trono.

Siempre tenía que regodearse y montar un espectáculo; jugar al Señor Oscuro al máximo, pensó Harry con burla.

Me desharé de las ataduras ahora, pásame mi varita.

Las cuerdas plateadas se disolvieron en la nada de donde habían sido conjuradas. Severus extrajo la varita de Harry del bolsillo de su túnica mientras Voldemort estaba girado de espaldas.

Voldemort giró en redondo, tan rápido como el ataque de una serpiente, su varita extendida.

—“¡Infligo et Immobilo!”*

Harry, recientemente liberado, se tambaleó ante la fuerza del hechizo que le golpeó. El Infligo et Immobilo evitaba el movimiento y laceraba mágicamente a la víctima, por lo que Harry gritó mientras era herido al tiempo que se encontraba con que no podía moverse. Sentía como si su cuerpo estuviera siendo despellejado con latigazos. Trató de no gritar, pero el dolor era muy agudo y aparecía en zonas impredecibles de su cuerpo; su grito con cada afilado golpe era tanto por la sorpresa como por el dolor.

La varita de Severus estaba apuntando a Voldemort, pero estaba ahí parado, y por el momento, solo.

“Severus, debemos lanzar juntos el hechizo. Yo haré mi parte en silencio y sin varita; aunque no lo hayamos planeado de este modo, intentaré canalizar el hechizo a través de tu varita.”

Harry podía sentir la mente de su esposo dando vueltas, intentando reagrupar, así que trató de concentrarse en alinear sus magias sin el beneficio de estar sosteniendo la varita de Severus o tocando su mano. La distracción de los atroces latigazos que podía sentir pero no ver antes que le golpearan lo estaba haciendo muy difícil.

>>Puede que seas el Jefe de la Casa de las Serpientes, Severus, pero junto a mí sigues siendo un niño. Estoy francamente sorprendido de que olvidaras eso y te aliaras con este chico —canturreó Voldemort. Su voz sonaba suave y afectuosa mientras caminaba hacia Severus—. Tú, que has visto a tantos caer. Pensé que conocerías los límites de tu poder. Puede que seas impresionante en comparación con un mago ordinario, pero ¿a mi lado? Oh, de verdad, debo confesar que me siento muy decepcionado. Apenas un poco sorprendido, quizás, pero no tanto como tú hubieras querido, eso seguro. Verás, no confío en nadie, Severus. Es lo único que me ha mantenido con vida tanto tiempo, y lo que me hará vivir para siempre.

La voz de Voldemort era clara y fuerte, su satisfacción era evidente tanto en la forma que hablaba como en lo que decía. El siseo sibilino había desaparecido, y Severus se preguntó —no por primera vez— si su pronunciación era deliberadamente afectada como parte de su temible apariencia de serpiente.

Harry seguía inmóvil, aunque ruidos emergían de su boca que había abierto con sorpresa cuando el hechizo de Voldemort le golpeó. Severus podía escuchar los latigazos conjurados a pesar de ser invisibles. Las ropas de Harry estaban siendo rasgadas y la piel que podía ser vista estaba roja y lacerada. Tenían que actuar… ya.

La varita de Voldemort apuntaba hacia la cabeza de Severus. Sonrió. Era una vision repugnante; sus delgados labios parecían salir fuera de sus dientes.

Harry gritó cuando un latigazo particularmente fiero cruzó su rostro. Severus abrió la boca, pero antes que pudiera lanzar la maldición, Voldemort pronunció claramente y sin gritar:

Avada Kedavra

Harry vio cómo la luz se formaba en la punta de la varita del Señor Oscuro. Nooo, gritó mentalmente, y trató de aparecerse entre Severus y el hechizo de Voldemort antes de que golpeara a su esposo. El rayo no podía herir a Harry… pero, Severus. ¡Oh, Merlín!

Simultáneamente, otro latigazo le golpeó, esta vez cruzando su ya muy maltratada espalda, provocando que una caliente cantidad de sangre cayera. Harry se dio cuenta que no se estaba moviendo… que no iba a ser capaz de llegar. El hechizo de Voldemort le retenía con demasiada fuerza. Con gran desesperación observó la luz de la maldición. Debería haber sido instantáneo, pero Harry veía todo como en cámara lenta. La luz verde se dirigía hacia la cabeza de Severus y mientras el propio Severus murmuraba su Avada Ked…, el hechizo le impactó.

Golpeó a Severus directamente entre los ojos.

Los ojos de Severus se cerraron.

La maldición rebotó, la luz todavía moviéndose en cámara lenta, a los ojos de Harry. Golpeó a un incrédulo Voldemort directamente en el rostro. Sin sonido alguno, sin dramatismo, el Señor Oscuro cayó.

En ese momento, el cuerpo de Harry quedó libre de las ataduras mágicas y sus hombros sucumbieron ante el trauma y el dolor; apenas logró mantenerse en pie. Severus se giró y miró a su esposo.

“Harry… ¿estás bien?”

“¡Severus… estás vivo! Traté de Aparecerme frente a ti, pero no pude, algo parecía retenerme. ¡Pero estás vivo!”


Ante un frenético Harry enviando pensamientos a través del enlace, Severus se acercó a él y le abrazo.

“¡Terminó, verdaderamente terminó, y estamos vivos, Harry!”

Ambos hombres temblaban de la cabeza a los pies; su abrazo era lo único que les estaba manteniendo en pie.

“Debemos movernos, ver si él está realmente muerto…”

“Severus, simplemente revisa tu brazo, eso nos lo confirmará.”


Severus subió su manga y observó la carne pálida, suave, sin marca. Harry habló en voz alta por primera vez desde que Voldemort le inmovilizara.

—¡Sí! Está realmente muerto. Le matamos… siete veces, Severus. ¡Él murió siete veces! Juntos, lo hicimos.

El joven hizo una mueca cuando comenzó a tener conciencia del dolor provocado por los latigazos mágicos en su mente impresionada. Severus lo notó y aflojó su abrazo; pensó que ya podía mantenerse en pie sin ayuda, aunque seguía temblando. No siendo un cobarde —nunca lo había sido— había esperado la muerte mientras el rayo de luz verde del Avada Kedavra se dirigía hacia él. Debería estar muerto. ¿Qué había hecho Harry?

—Harry, yo debería estar muerto —comentó, declarando nada más que la verdad.

El joven levantó su mano hasta el rostro de Severus y apartó el cabello empapado de sudor de los ojos de su esposo. Jadeó, y todo lo que pudo hacer fue quedarse allí parado, mirándole fijamente. Era como mirar un espejo.

Sobre la frente de su esposo había un corte; un profundo corte que dejaría una cicatriz que era, innegablemente, la marca de una maldición. Con la forma de un rayo.



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Harry y Severus se irguieron. Tenían que alejarse de ese lugar en previsión de que se aparecieran algunos Mortífagos.

—El cuerpo, Harry. Debemos destruirlo para que ellos no puedan reanimarlo más tarde. Incluso sin alma, quién sabe lo que esa gente enferma esté lo bastante desesperada como para hacer.

El otro asintió y tomó su varita de manos de Severus. Se paró ante el postrado hombre que había vuelto su vida un infierno desde que tenía un año. Voldemort no mostraba marca alguna. Harry sentía que la limpia muerte del Avada Kedavra había sido demasiado buena para un hombre que había disfrutado torturando a tanta gente inocente.

¡Eradico!

La piel comenzó a burbujear en una obscena parodia de los brebajes de Severus. Suaves estallidos acompañaron la explosión de las grandes burbujas. Harry retrocedió en tanto el cuerpo empezó a deshacerse, como si se originara en el interior. El rostro se tornó irreconocible: apenas una masa de carne cruda. Harry sintió náuseas, pero observó con determinación. Necesitaba asegurarse que no hubiera oportunidad de que ese malvado ser regresara en forma alguna.

Severus se paró a su lado y rodeó su cintura, ofreciéndole apoyo. No habló, sólo observó el proceso al lado de su esposo. Cuando ya lo único que quedaba era una masa líquida en el suelo, habló:

—Vamos a casa. Los Aurores pueden limpiar aquí.

Harry asintió y se Aparecieron en Spinner’s End con una perfecta sincronización en sus sonidos de Aparición.

—Necesito un baño, Severus —dijo Harry con voz cansada.

El hombre asintió.

—Ambos lo necesitamos. Vamos…



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Harry estaba aliviado al trepar a la cama. Ahora se sentía limpio. Después de la muerte —nunca podría ver eso como un asesinato, eso jamás— se había sentido asqueroso, como si toda su piel hubiera estado cubierta con una capa de suciedad. Quizás la vista de los restos licuados de Voldemort le había hecho sentir de esa manera.

Había tomado un baño, frotándose casi maniáticamente con su esponja y abundante cantidad de jabón de hierbabuena. Severus se había duchado al mismo tiempo.

De momento, todo lo que quería era descansar, pensó mientras jalaba el edredón para taparse.

Severus entró en la habitación. Su largo cabello oscuro estaba húmedo y olía a gel de baño con fragancia de pino. Caminó hasta el armario y se miró en el espejo, levantando su mano hasta su frente, maravillado.

—La sentía… pero no tenía ni la menor idea de cómo se veía. Es igual a la tuya —musitó.

Harry le pidió que fuera a la cama, y cuando Severus trepó a su lado, se inclinó para examinar la frente de su esposo. La herida estaba comenzando a cicatrizar. Tenía la forma clara de un relámpago, y formaba una marca plateada igual a la propia. Harry levantó sus dedos, pero no la tocó.

—¿Por qué ambos fuimos marcados igual? — se preguntó—. El Avada Kedavra no deja marcas. Mi cicatriz tampoco fue consecuencia de la creación del Horcrux. Ninguno de los otros Horcruxes estaban marcados, ni siquiera Nagini.

—Todo lo que puedo suponer es que es el resultado del rechazo al Avada Kedavra, creado cuando la maldición mortal regresó a quien la lanzó. Eso sólo ha sucedido en dos ocasiones, y ambos quedamos marcados para probarlo. La desviación fue causada, en mi opinión, por el poder extremo y el sacrificio de amor. Tu madre murió para protegerte. Creo que yo recibí esto por el sacrificio que hiciste al enlazarte conmigo, y el amor que desarrollamos desde entonces.

Harry asintió. Tenía sentido. El enlace que tenía con Severus era más fuerte que nunca. Enlazados por su boda medieval; enlazados por sus collares; y ahora enlazados por sus cicatrices únicas. Si alguien del mundo mágico intentara negar el heroísmo de Severus, él simplemente señalaría la evidencia plasmada en la frente de su esposo. Se abrazó a Severus.

—Te amo mucho —susurró.

El hombre tembló, abrumado por las consecuencias generadas por los hechos de las últimas horas.

—Yo te amo, Harry. Para siempre.

Ambos se quedaron dormidos, uno en brazos del otro, agotados, aliviados y felices.




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Última edición por alisevv el Jue Mayo 26, 2016 6:12 pm, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: The Marked Man. Capítulo 42. El hombre marcado   The Marked Man. Capítulo 42. El hombre marcado I_icon_minitimeLun Jun 16, 2014 9:50 pm

siiiiiiiiiiiiiii porfin acabaron con voldemort...XD
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http://yukif.livejournal.com/
 
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