La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Soñe un imposible. CAPITULO 3. – ¿Dónde está y por qué llora?

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Prince Biitcha de Snape

Prince Biitcha de Snape


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MensajeTema: Soñe un imposible. CAPITULO 3. – ¿Dónde está y por qué llora?   Soñe un imposible. CAPITULO 3. – ¿Dónde está y por qué llora? I_icon_minitimeMar Dic 13, 2011 8:52 pm

NOTAS: Solo quiero decir qe este capitulo pensaba subirlo el dia viernes...pero no lo tuve terminado para la fecha qe qeria. Va dedicado como siempre a mis qeridas Michael Kiske, Denisha-Sama y Blanca Mundaca...porqe ellas me hacen escribir y sacan toda la perversion qe tengo en mi interior, las qiero mucho.

Por segunda dedicatoria, pero mas especial, este capitulo va para mi hermoso Lenny, quien fallecio el viernes a la edad de 10 años. No pude haber pedido mejor amigo y compañero. Gracias por todos esos hermosos momentos peqeño pulgoso, nunca te olvidare y espero ahora andes de lo mejor persiguiendo gatos, ladrando y jugando con Fang en el cielo de los perros.





CAPITULO 3. – ¿Dónde está y por qué llora?


No recordaba el momento en que se había dormido en brazos de aquel a quien amaba, pero se negaba a abrir los ojos por miedo de que todo hubiese sido un sueño; pero era imposible, le había entregado su amor, sus caricias y su virginidad al único hombre del que se declaraba orgulloso de amar, a Severus Snape.



Se removió un poco en la cama, tanteando a su lado y dándose cuenta de que se encontraba solo. El lado en el que debió dormir Severus se encontraba frío y vacio; lo más probable es que se hubiera levantado hacía un gran rato ya y no le quiso despertar.



Se desperezó y entró al pequeño baño que había anexo a la habitación para ducharse, pensando que tal vez al salir Severus estaría ahí esperándole para desayunar. Grave error.





Al salir de la ducha comenzó a vestirse con la ropa que había usado el día anterior, a la vez que su estomago rugía, demandando ser alimentado. Sonrió al pensar en desayunar en el despacho junto a su amado, así que, al no verlo en su habitación aún, salió presuroso por la puerta que comunicaba con el despacho del mayor.



Silencio y completa soledad fue lo que lo recibió. Un poco extrañado, fue al pequeño laboratorio privado con el que contaba el pocionista, por el cual se entraba desde una puerta detrás de su escritorio. Nada.



“Seguro que salió por nuestro desayuno” – Trató de animarse pensando. – “Pronto regresará”. – Y lanzando una sonrisa a la nada se sentó en uno de los sillones del despacho de su amado.





- ¡¿Dónde diablos te habías metido?! – Gritó un furioso pelirrojo en cuanto Harry atravesó el umbral de la sala común de Gryffindor.



- Dale, que no es para tanto. – trató de excusarse con la voz un poco dolida.



Sin que nadie se lo esperara, una fuerte cachetada resonó en la habitación, logrando que la poca gente que se encontraba dentro de la sala volteara instantáneamente a ver el lugar del que había provenido el sonido, para encontrarse con una Hermione lívida de rabia, la mano levantada y Harry tapándose la roja mejilla y viéndoles con ojos dolidos.



- Eres un imbécil, Potter. – Susurró la chica, dando media vuelta y dirigiéndose a su habitación.



- Hermione… – El moreno trató de alcanzarla, pero su pelirrojo amigo le cerró el paso. – Ron, yo…



- Te lo has ganado Harry. – Dijo a la vez que le lanzaba una mirada un tanto furiosa. – Tenemos dos días enteros buscándote y ni siquiera tuviste la decencia de avisarnos donde estarías, pudiste haber tenido la decencia de dejar una nota como mínimo.



- Ron…yo… – el chico quiso excusarse pero no encontró las palabras adecuadas. Así que dando la media vuelta salió por el hueco del retrato y corrió.





Corrió sin saber su destino, sin saber hasta dónde podría llegar, corrió tratando de olvidar, dejando que las lágrimas salieran desbocadas de sus ojos, inundando sus mejillas y empañando su vista.





- La cachetada fue excesiva, ¿cierto? – preguntó la castaña mientras daba vueltas de forma nerviosa alrededor de la cama de su novio.



- Hermione… – Comenzó a decir el pelirrojo



- Pero estaba tan preocupada, ¡dos días enteros sin saber de él! – La voz sonaba desesperada. - ¡No vino a dormir el sábado, y se apareció aquí a media tarde! Ni siquiera apareció por el Gran Comedor.



- Hermione…



- Cuando lo vi entrar por hueco del retrato la preocupación se convirtió en rabia – las lágrimas comenzaban a

aparecer entre sus ojos y la voz se convirtió en un susurro apenas audible. – me descontrolé y aún no regresa… ¡Es media noche y Harry no regresa, Ron! ¡Esto es mi culpa! – Y derrumbándose en la cama de su novio, se soltó a llorar mientras se tapaba la cara con las manos.



- Hermione…



- ¡Tenemos horas buscándolo! – Gimió. - ¡Se llevó el mapa del merodeador consigo y lo hemos buscado por todos lados y no lo hemos encontrado y…!



- ¡HERMIONE! – Gritó, logrando al fin captar la mirada sorprendida y llorosa de su novia. – Perdón, no quise gritarte – dijo mientras la atraía hacia él y la abrazaba cariñosamente. – pero no me dejabas hablar. – Dedicándole una suave sonrisa, la apretó más contra su pecho y siguió diciendo. – Pronto volverá, te lo aseguro.





Pero a pesar de las palabras de Ron, Harry no regresó durante esa noche, ni a lo largo del lunes, preocupando de sobremanera a sus amigos. Era como si se lo hubiese tragado el castillo.



- El señor Potter no se encuentra en la enfermería, Albus. – Declaró Minerva McGonagall cerrando la puerta del despacho del director tras de sí. – Poppy me informó que la última vez que vio a Potter fue hace casi un mes cuando le pidió una poción para la gripe.



El viejo y preocupado director asintió con la cabeza, a la vez que dirigía una mirada a los jóvenes que se encontraban sentados frente a él.



- Señor Weasley, señorita Granger, ¿Cuándo fue la última vez que lo vieron? – todas las miradas se centraron en ambos gryffindors.



- E-el domingo a me-media tarde, s-señor. – dijo la castaña con los ojos hinchados.



- Parece – siseó una fría voz a las espaldas de todos. – que el señor Potter – el apellido lo escupió con todo el desprecio posible mientras arrastraba las palabras. – no quiere ser encontrado. A mi parecer, nos preocupamos de más.



- Severus, ¿Cómo puedes decir eso? – Inquirió la profesora McGonagall.



- Simplemente porque así lo creo, Minerva. Y con su permiso, yo me retiro a mis aposentos. Estoy cansado de buscar niños héroes por todo el castillo. – Y dándose la media vuelta se dispuso a salir del despacho.





Era martes y ya llevaba tres días sin comer, sin hablar ni ver a nadie, pero lo peor es que aun no dejaba de llorar. Las lágrimas, esas malditas traicioneras que gustaban de salir en los momentos más especiales.



No quería ser visto, menos escuchado, no quería ver la lastima en los ojos de los demás, ni que vieran su vulnerabilidad, simplemente no quería demostrar su sufrimiento y lado débil ante los demás.





Se encontraba recostado sobre el sucio piso de aquella habitación donde siete años atrás escondieran la piedra filosofal para protegerla. Las lágrimas seguían saliendo descontroladas y el chico no hacía nada para detenerlas.





FLASHBACK



El hambre lo mataba, pero la sonrisa se negaba a desaparecer de su rostro. Miró el reloj que marcaba las 4.50 de la tarde y se preocupó realmente por primera vez desde que se despertara solo en la habitación de su profesor.



Sacando del bolsillo trasero de su pantalón el mapa del merodeador, Harry comenzó a buscar el paradero del profesor en toda la escuela, pensando que tal vez había salido de urgencia, pero pudo haberle dejado una nota diciéndole que no regresaría o algo por el estilo.



Tres minutos después de comenzar su búsqueda lo halló en la sala de maestros. “Seguramente tuvieron una junta y se ha prolongado más de lo planeado” pensó para sí mismo a la vez que veía que la mota que llevaba el nombre de Severus Snape comenzaba a caminar y salía con dirección a un aula vacía en el segundo piso.



Extrañado por el acto, Harry salió del despacho y se dirigió al aula sin percatarse del hecho de que Severus no estaba solo en el aula.



Al llegar, escucho dos voces, la primera era de Severus y la otra no alcanzaba a reconocer, pero con la duda, se acercó silenciosamente y pegó el oído a la puerta semiabierta, aguzándolo y poniendo atención a cada palabra.



- Me comienzas a cansar. – Dijo la voz de Severus.



- Dale, ¿qué quieres que te diga? – Por alguna razón, no pudo reconocer la voz, pero parecía ser de un hombre, más bien de un alumno. En ese momento se dejaron de escuchar las voces, para dar paso a suaves y ahogados gemidos.



Harry estaba estupefacto, sabía el significado de aquellos sonidos pero creía en el dichoso “ver para creer”, aunque no se atrevía a abrir la puerta tratando de evitar llevarse una decepción. Sin saber cómo, sacó al fuerte Gryffindor que llevaba y decidido, empujo suavemente la puerta, encontrando así la escena más dolorosa que podía imaginar.



Severus Snape se encontraba sentado en una silla siendo complacido por un alumno de su misma casa, otro león. Harry estaba petrificado en la puerta, tenía los ojos fijos en esos dos y la boca abierta de impresión.



Como si hubiese sentido su presencia, el pocionista alzó la vista para fijarla en los verdes orbes que escondían aquellas gafas de montura redonda. Sonriendo despectivamente y enredando las manos en los rubios cabellos, comenzó a marcar el ritmo del “trabajito” que le hiciera aquel joven, dejando al ojiverde atónito y logrando que diera media vuelta y huyera hacia su torre. No quería eso para él.



FIN FLASHBACK.





Las lágrimas continuaban saliendo incesantes y él solo recordaba y volvía a sentir como se partía su pobre corazón. Cerró los ojos con fuerza, dispuesto a dejar de llorar por un momento y dormir un rato, pero un tibio y jadeante aliento sobre su cara le obligó a volver a abrir los ojos. Una sonrisa débil y triste asomó por sus labios al sentir la húmeda cálida lengua sobre su mejilla.



- Lenny – murmuró suavemente mientras atraía aquel cuerpo hacia sí y lo abrazaba. – Parece que puedes adivinar fácilmente cuando necesito a alguien a mi lado. – El pequeño cuerpo se acurrucó entre sus brazos y gruñó, arrancando una nueva sonrisa del ojiverde. Sus ojos se clavaron en los grandes y negros orbes de su compañero, al cual le acariciaba detrás de la oreja.



Como si adivinara la tristeza, arrastrándose un poco para quedar a la altura de la cara del Gryffindor, el pequeño perro volvió a lamer la mejilla de su nuevo dueño y amigo, el cual solo lo abrazó y acercó más a él, dándose cuenta de que el pequeño animal le había hecho dejar de llorar. Ahora solo faltaba olvidar a Severus Snape y dejar su tristeza completamente atrás.





FLASHBACK



Harry corría adentrándose cada vez más y más en el bosque prohibido, importándole un bledo si se encontraba alguna criatura peligrosa. De hecho, buscaba encontrarse con alguna y morir de una vez por todas, pues no creía poder soportar más ese maldito dolor. Primero Severus había jugado con él y lo había engañado, y después sus amigos, sin esperar una explicación, lo habían hecho a un lado.



Las lágrimas nublaban su vista y maldecía al estúpido Voldemort por no haberlo matado y mutilado todas las veces que pudo.



Tanta era su distracción que no vio el pequeño bulto tirado entre los árboles, por lo cual no pudo saltarlo y tropezó con él, cayendo y rompiendo sus gafas.



Un lastimero sonido retumbó en el bosque, por lo que, rápidamente, Harry reparó sus gafas y se incorporó, dándose cuenta que el bulto con el que había tropezado era nada más y nada menos que un pequeño e indefenso perrito de raza pug.



El animal era color beige con orejas y trompa negra, la pequeña cola enrollada sobre su espalda y con la punta coloreada de negro. Lentamente se acerco al pequeño bulto y notó lo mal herido que estaba, al parecer había sido atacado. Tomándolo en sus brazos con el mayor cuidado posible lo llevó con Hagrid, quien le curó y le dijo que al parecer el pobre había sido atacado por unos perros más grandes.



- ¿Cómo es posible que hayan perros en Hogwarts?



- Todo es posible, Harry. Sobre todo si te encuentras en el mundo mágico. – Dijo mientras le sonreía.



Al salir de la cabaña de Hagrid, decidió que no podía volver a su sala común aun pues no quería ver ni saber de sus “amigos”, así que recordando su primer año de escuela, llegó al tercer piso y minutos después se encontró frente al espejo de Oesed, viendo su reflejo y detrás de él a un muy enamorado Snape que le sostenía por la cintura.



Comenzó a derramar lágrimas mientras se recargaba en una pared y se dejaba caer en el suelo. Una suave lengua pasando por su mejilla le babeó.



Sonriendo y parando sus lágrimas, volteó a ver al pequeño perro y le acarició la cabeza. El pequeño, a pesar del dolor, movió la cola con energía y le gruñó juguetonamente.



- Creo que necesitas un nombre. – Por un momento pensó el nombre indicado, hasta que se decidió, recordando a un amigo que tuviera en la infancia y que a pesar de cuanto les molestara Duddley, había permanecido a su lado hasta que tuvo que mudarse de la ciudad por el trabajo de sus padres. – Te llamaré Lenny, ¿Qué te parece? – el pequeño movió más enérgicamente la cola y Harry sonrió feliz.



FIN FLASHBACK





Un suspiro escapó por entre sus labios. Sin la capa invisible, había sido difícil salir de ese lugar para conseguirle comida al perro, pero de alguna manera se las arreglaba para alimentarlo. Que él estuviera en huelga de hambre no quería decir que el pequeño sufriría su misma suerte, aparte, ese pequeño era su única compañía y quien lo consolaba un poco cuando sentía que ya no resistiría más.



Viendo el abollado reloj de oro que le regalara la señora Weasley por sus 17 años, se dio cuenta de que ya daban las 10 de la noche. Levantándose y sacando el mapa del merodeador, se dirigió a las cocinas seguido por Lenny, quien gustoso y callado iba detrás de su amo pues ya sabía a dónde y a que iban.



Casi llegaban a las cocinas y Harry iba distraído viendo como sus dos “amigos” daban vueltas en la sala común y como todos sus profesores se encontraban reunidos en el despacho de Dumbledore. El problema fue que iba tan distraído que no vio a aquel rubio de ojos grises aparecer de detrás de una columna.



- ¡Potter! Ya era hora de que aparecieras. – El ojiverde brincó del susto y lentamente se volteó mientras el pequeño perro se escondía.



- ¿Qué diablos quieres Malfoy? – Preguntó, pero un cierto temblor le invadió al ver como una sonrisa aparecía entre los labios del rubio y este se acercaba peligrosamente. – Si quieres molestar déjame en paz. – Dijo mientras retrocedía.



- No te preocupes, Potter. – El ojiverde chocó contra una pared. – No quiero molestar, de hecho, me preocupe. – Y sin decir más lo besó.






O.o Malfoy beso a Harry !! Qe pasara despues?!?!

Muchas gracias por leer. Recuerden qe dejar comentarios no mata ni engorda, de hecho te qita 10 años de encima, bajas de peso y te vuelvas mas inteligente !! jaja xD no se priven de esos placeres y dejen su cometario.
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Aryam_Tsepesh

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MensajeTema: Re: Soñe un imposible. CAPITULO 3. – ¿Dónde está y por qué llora?   Soñe un imposible. CAPITULO 3. – ¿Dónde está y por qué llora? I_icon_minitimeLun Dic 26, 2011 12:50 am

que historia, que sev tan, tan... huuuuy me dieron ganitas de cabreo asfixiarlo Twisted Evil ... dejando por un lado la furia... esta muy interesante el fic, espero lo continúes pronto.
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