alisevv
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| Tema: The Blesséd Boy. Capítulo 37. Después del nacimiento Miér Nov 09, 2011 4:55 pm | |
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El tema del bebé, el temblor, y el drama de su nacimiento en medio de los Ritos Limítrofes del Solsticio de Invierno, fue profusamente discutido en la Comunidad. Lechuzas habían comenzado a ir y venir con frecuencia al tiempo que la comunidad mágica ajena a Eigg reaccionaba ante el epicentro de poder mágico que rodeaba la isla. En medio de este maremágnum de actividad, el pequeño bebé dormía plácidamente, recuperando fuerzas después del trauma del nacimiento.
Semiramis había enseñado a Severus un hechizo para ser lanzado durante la noche. Éste rodeaba al pequeño con una barrera protectora que aseguraba su posición en medio de la cama, y William dormía rodeado por el amor de sus dos padres, tanto con sus cuerpos como con sus corazones.
Cuando los mensajes de felicitación comenzaron a llegar a raudales, Abigail se los había llevado a Harry y Severus junto con los copia de El Profeta. Cuando ninguno de los dos mostró interés por las palabras del periódico mágico, ella les habló:
—Es posible que les interese echar un vistazo al periódico, maestro Snape. Justo en la primera página —la chica era terrible disimulando y sus ojos estaban brillando con placer.
Harry levantó la vista de la preciosa cara de su hijo dormido.
—Eso suena bien.
Severus desplegó el diario doblado y jadeó.
¡Voldemort muerto…. Confirmado!
Harry miró por encima del hombro de su pareja.
—Déjame ver, Severus.
Severus hizo algo mejor, leyó en voz alta.
El cuerpo del mago a quien le gustaba ser llamado Lord Voldemort fue descubierto la pasada noche en su casa de Yorkshire. El nombre real del mago, según ha sido revelado, era Tom Riddle. Por el estado del cuerpo, probablemente había muerto el día anterior. Con su muerte, cayeron las protecciones de la casa en que fue encontrado y su repentina aparición atrajo la atención de la policía muggle de la localidad. Cuando entraron en la vivienda, que parecía vacía y abandonada, finalmente encontraron el cuerpo de Riddle en su habitación del piso superior. Los periódicos están llenos de historias sobre ‘magia negra’ y ‘Satanismo’, que son sus reacciones habituales ante el descubrimiento de cualquier cosa conectada con las Artes Oscuras.
>>No se ha anunciado una causa oficial de su muerte, y dudamos que los muggles tengan la habilidad de descubrir la verdad. Ellos probablemente concluirán que murió de un infarto. Pero la fuente de este diario, quien vio el cuerpo mientras era retirado de la casa, lo describe como ‘extrañamente pacífico’.
>>Siguiendo las actividades de la sociedad secreta de Riddle —los ‘Mortífagos’— durante la última década, pocos hubieran esperado este final tan anticlimático para el mago Oscuro. Una batalla, una maldición, una extraña enfermedad mágica, cualquiera de estas cosas podría haber sido esperada… ¿pero pacífico? Difícilmente parece justo que este hombre haya muerto así, cuando ha sido directa o indirectamente responsable de la muerte de montones de personas mágicas y muggles.
Para cuando Severus terminó de leer, Harry y Abigail tenían los ojos abiertos de par en par.
—¿Pero… ahora? —preguntó Harry, acunando el cálido bulto contra su pecho y aspirando el aroma único del cabello de su hijo.
—Pienso que tiene algo que ver con este jovencito —comentó Severus, al tiempo que extendía la mano y corría el dedo por la mejilla de su bebé—. Él ha tenido un gran impacto, literalmente. Hubo un terremoto al momento de su nacimiento, como si ya de por sí no fuera bastante milagroso. Y yo estaría preparado para apostar que este año la vendimia va a ser muy especial.
—Todo tiene que ver con la profecía —exclamó Abigail, feliz—. El mundo mágico cambiará, está cambiando, para mejor.
Sus ojos brillaron con alegría y Harry suspiró con alivio. El mundo en que su hijo habitaría sería mejor. La niñez de William sería muy diferente de la propia. Su niño crecería en una comunidad mágica donde sería valorado, donde todos los miembros serían valorados, rodeados por el amor y la disciplina en la que funcionaban.
La mañana siguiente, Harry, Severus y William —acostado en su canastilla— fueron a desayunar con la Comunidad. Todos se levantaron y aplaudieron al tiempo que los tres entraron en el comedor. Harry se ruborizó, Severus asintió en agradecimiento, y William abrió sus ojos oscuros y miró alrededor como si quisiera descubrir la fuente de ese ruido tan interesante.
—Ven a sentarte, Harry —invitó Miranda, retirando la silla del joven y acompañándole a su lugar como si él fuera un frágil huevo en peligro de romperse—. ¿Cómo estás?
Harry sonrió.
—Muy bien, Miranda. De verdad. La sanadora Diggle me curó luego de dar a luz y ahora que descansé me siento realmente bien.
—Pero no debes andar correteando por ahí y abusando de tu salud —intervino Lydia, fingiendo una mirada severa—. Este pequeño necesita que te sientas bien.
—¿Estás amamantando? —preguntó Richeldis—. Necesitas nutrición adicional para eso.
El joven se ruborizó. Sus pezones habían goteado algo después del alumbramiento, pero no había querido intentar amamantar a su bebé. Sencillamente, era demasiado para él, una actividad demasiado femenina. Sabía que probablemente estaba siendo irracional; había estado embarazado y acababa de dar a luz, y pocas cosas eran más femeninas que eso. Pero, la idea de poner a su bebé en sus sensibles e hinchados pezones le había repelido. Severus le había asegurado que estaba bien, y habían empezado a alimentar al bebé con biberón, cosa que según el Maestro él mismo prefería porque así podría hacerlo también.
—No…, estamos alimentándole con biberón.
—¡Oh, genial! —exclamó Danyel, aplaudiendo—. ¿Puedo hacerlo? A veces he alimentado a los corderos huérfanos. ¡Soy realmente bueno haciéndolo!
Harry sonrió.
—Estoy seguro que eres bueno, Danyel. Quizás cuando el bebé sea un poquito mayor. De momento, quiero cuidarlo yo mismo.
—¡Claro que sí! —convino Lydia—. ¡Es natural!
Y mientras los miembros de la Comunidad comían y charlaban juntos, Harry comenzó a pensar que era justo así. Cómodo, natural; su hogar, la Comunidad de Severus, y ahora también el hogar de William. De repente se dio cuenta de cuán hambriento estaba y se sirvió tocineta, huevos y salchichas, y un pequeño montículo de tostadas y mantequilla.
Esa Navidad fue la más feliz que Severus podía recordar desde que había llegado a Eigg, y, por extensión, la más feliz de su vida. Ayuda llegó en la forma de Pomona Sprout y Neville, quienes llevaban tiempo planeándolo y arribaron un par de días antes de lo previsto para echarles una mano. Les acompañaba Tansy Wainwright. Severus había permanecido en contacto con la chica y la había invitado para Navidad. Si Tansy estaba planeando unirse a la Comunidad, sería buena idea que primero pasara algo de tiempo con ellos.
Inesperadamente, Neville tenía experiencia en el proceso del cuidado de niños. Harry pensaba que no debería haberle sorprendido; se requería una naturaleza maternal para ser un buen Herbologista, y Neville y Tansy eran los mejores. También eran muy competentes elaborando pociones y tomaron en sus manos la preparación del Filtro de Bienestar, para que Severus pudiera pasar más tiempo con Harry y William. La Comunidad cobijó a los nuevos invitados como un abrigo confortable, así que los visitantes de Hogwarts se sintieron como en casa.
Todos estaban preparándose para el Día de Navidad, ayudando en la cocina y con la decoración. Debido a que los eventos del Solsticio habían pospuesto las celebraciones posteriores a los ritos, Navidad se había convertido en el día festivo más importante. Harry no había podido conseguir los obsequios de sus amigos y se sentía bastante avergonzado por ello, pero Severus había razonado que había regalado a toda la comunidad mágica de Gran Bretaña el mejor presente que habían recibido en años. Aun así, a él le hubiera gustado dar obsequios personales. Sabía que todos comprendían, pero decidió recompensarles en sus regalos de cumpleaños durante el año.
William se hacía notar mucho más que los primeros días. Lloraba con más frecuencia y más sonoramente cada vez que tenía hambre o quería llamar la atención. Harry pensaba que era un sonido maravilloso, pero Lydia le aseguró que muy pronto opinaría de otra forma. El joven sólo sacudió la cabeza, no creía que pudiera cansarse jamás de escuchar la voz de su hijo. El placer de abrazarlo, la sensación de tenerle allí —un lugar que realmente estaba en el fin del mundo— era algo que estaba haciéndole sentir triunfante cada vez que sostenía a William. Nada más parecía importar; el mundo de Harry estaba concentrado en el pequeño cuerpo en sus brazos.
El Día de Navidad, todos se relajaron alrededor de la enorme sala de estar. Pomona estaba sentada al lado de Richeldis, charlando sobre la prenda de punto que la anciana estaba haciendo. William crecería con rapidez y Richeldis había empezado con las prendas del siguiente tamaño, para asegurarse de que tuviera suficientes hasta la primavera. Neville fue a sentarse con Harry y Severus, esperando que le dejaran sostener al bebé.
Harry sabía lo que deseaba. Estaba sorprendido y divertido ante interés de su amigo por su hijo, así que le entregó a William.
—Harry, es maravilloso —comentó Neville, babeando—. Sé que debe haber sido realmente extraño estar embarazado, pero si esto es lo que se consigue a cambio, desearía poder hacerlo también.
—Un día te casarás, Neville. Entonces podrás ser padre. No tienes que dar a luz a tu niño para eso —dijo Severus.
Neville sonrió.
—Supongo. Es sólo que no soy muy bueno relacionándome con las chicas.
Harry se echó a reír.
—Puedo apostar que mejor que yo.
—Oh, bueno, sí… probablemente —replicó, ruborizándose
Neville echó un vistazo a Tansy, que se estaba sentando junto a la profesora Sprout. En ese momento estaba levantando un dulce ángel lila y susurrando sobre él, y Harry notó el interés de su amigo. Cuando le miró y le hizo un guiño, Neville se ruborizó fuertemente, con una rapidez que Harry no hubiera pensado que fuera posible. Así que por allí soplaba el viento…
El grupo se sentía tan cómodo que Severus sirvió una ronda del mejor vino de bayas de sauco de Josiah. Ese vino rojo y espeso sólo se sacaba en ocasiones especiales.
—Severus, esto es maravilloso —Pomona Sprout levantó su copa—. Me encanta venir a Eigg. Es una lástima que no pueda hacerlo con más frecuencia.
—Bien, Pomona, sabes que cuando quieras puedes unírtenos —invitó Severus, sonriendo.
La mujer siempre había declinado su oferta, aludiendo que estaba ‘demasiado arraigada’ a Hogwarts. Pero esta vez se mostró pensativa.
—Sabes, Severus, puede que lo considere —contestó.
Harry notó que la profesora Sprout estaba observando a Neville, quien se había acercado a charlar con Tansy. Estaba seguro que si la chica se unía a la Comunidad, Neville la seguiría. Le encantaría tener a su viejo amigo de escuela allí, y sabía que el chico disfrutaría trabajando en los jardines, quizás conduciendo su propia investigación y experimentos mientras Tansy aprendía a elaborar pociones. Y podía imaginar cuánto disfrutaría Neville los ritos de fertilidad. Sonrió.
Severus se inclinó y susurro a su oído:
—Estás haciendo de casamentero, ¿cierto?
Harry sonrió y deslizó su brazo sobre los hombros de su esposo.
—¿Soy tan obvio?
—Para mí —intercambiaron un suave beso mientras los demás charlaban y William era acunado por Abigail.
Abigail había sentido una fascinación por William ligeramente diferente del resto de los miembros. Harry podía sentir su anhelo cuando cargaba al bebé, y sabía que su relación con Jamie se había vuelto realmente seria. La chica se lo había contado, pero le había pedido que le mantuviera el secreto, así que él no se lo había mencionado a Severus. Sabía los problemas que tendrían que enfrentar en el mundo mágico, sin contar la incómoda posición en que quedaría el estatus de su amiga en una comunidad mágica si se casaba con un muggle. Sí, Argus vivía allí, pero era un squib acostumbrado al mundo mágico. La Comunidad del Maestro Snape era, y así debía permanecer, invisible al mundo muggle en general y a los isleños en particular.
Así que, cuando Abigail se levantó y declaró que tenía un anuncio que hacer, Harry no se sorprendió.
—Maestro Snape, mamá, papá, y todos los demás —comenzó, su voz destilando nerviosismo—. Tengo algo que anunciar. Sé que puede sorprender a algunos y sé que afectará mi vida aquí, pero tengo que decirlo. He tomado una decision: voy a comprometerme. Deseo casarme con James Grant. Él es un muggle, un pescador del pueblo.
El silencio descendió. Harry observaba ansioso a Lydia y Josiah. Ambos se veían resignados y el joven se alegró de que Abigail les hubiera preparado antes del anuncio. Luego, miró a Severus. El hombre fruncía en ceño ante su copa de vino, momentáneamente callado. Harry sentía el conflicto de emociones por las que estaba pasando su esposo. A pesar de eso, no podía evitar sentirlo por Abigail. Ella era una buena amiga y él conocía a Jamie Grant y le caía muy bien. Se levantó y fue a abrazar a la chica.
—Felicitaciones. Espero que seas muy feliz —le dijo cuando la soltó.
Como si fuera una señal, Argus y Danyel se levantaron a ofrecer sus felicitaciones. No fue una sorpresa; Argus era squib y difícilmente podía mostrar prejuicios, y Danyel no comprendía ni reconocía las implicaciones.
Severus se levantó y le ofreció la mano.
—Felicitaciones, Abigail. Espero que seas feliz. Sin embargo, sé que comprenderás que James no puede venir a vivir contigo aquí.
La joven miró los ojos negros con los propios brillando con lágrimas contenidas. Lucía como si estuviera luchando por no dejarlas caer.
—Lo sé —contestó con voz quebrada—. Amo este lugar, no querría abandonarlo nunca, pero necesito a Jamie, maestro Snape. Él es mi otra mitad, en todos los sentidos de la palabra.
Severus asintió.
—Hablaré contigo en privado. Ven.
Abigail le siguió hasta la salita más pequeña y privada. La Comunidad les observó partir. Lydia tenía el rostro pálido; Josiah se veía hundido. De repente, Harry tuvo miedo de que se marcharan, la Comunidad sería mucho más pobre sin ellos.
El humor se había vuelto sombrío. No se escuchó otra cosa que un esporádico arrullo al bebé. En el repentino silencio, el sonido de las agujas de Richeldis, tejiendo, resonaba tanto como el tic tac de un reloj de pie midiendo el lento paso del tiempo con efectividad. Era bastante tarde, pero nadie se movió para ir a acostarse. Un asunto no resuelto pendía entre ellos. Ningún sonido podía escucharse desde la habitación próxima, ni siquiera el murmullo de una conversación, y Harry sospechó que su pareja había lanzado un hechizo de silencio.
Fue un alivio cuando escucharon que la puerta se abría y Abigail salía con expresión seria, yendo a sentarse al lado de sus padres. Severus caminó hasta pararse en el centro de la habitación. No tuvo que solicitar la atención, todos los ojos estaban clavados en él.
>>Abigail comprende que no podrá vivir en nuestra comunidad mágica —comenzó, y Harry escuchó que varias personas exhalaban en un gesto que seguramente indicaba decepción—. Sin embargo, puede continuar trabajando con nosotros, si así lo quiere. Su futuro esposo es un muggle. Cualquier contribución que él pueda hacer será puramente física, pero incluso eso tiene un lugar aquí. Aun así, no sería apropiado que él viviera en una comunidad mágica, no se sentiría cómodo haciéndolo. Por lo tanto, he ofrecido a Abigail la posibilidad de vivir en la Casa de Huéspedes. Su esposo podría ser el cuidador y compartir esa actividad con sus labores como pescador si así lo desea. La tecnología muggle no es permitida en los edificios de la Comunidad, pero sí en la Casa de Huéspedes, aunque los magos que se quedan ahí rara vez utilizan los aparatos muggles. La casa está bastante cerca, pero no dentro de nuestra Comunidad. Si alguien tiene alguna objection a este plan, pueden hablar ahora o venir a verme en privado. Si no se presenta ninguna objeción de aquí al Día de San Esteban*, asumiré que todos están contentos con esta propuesta.
Cuando Severus calló y se sentó al lado de Harry, todos empezaron a hablar a la vez. Pronto, Abigail se vio rodeada de personas emocionadas que estrechaban su mano con alivio. Josiah y Lydia se mostraban claramente felices; las alegres carcajadas del hombre se escucharon varias veces y Lydia se frotaba los ojos como una matrona en una boda, que es lo que sería muy pronto.
Harry puso su mano en la rodilla de su esposo. Ahora, las emociones de Severus eran mucho más tranquilas, incluso contenidas.
—Nuestra Comunidad está creciendo, Severus. Pienso que James y Abigail serán padres muy pronto, Abigail está claramente babeando desde el nacimiento de William. Y si Neville y Tansy vienen —y creo que lo harán— y quizás también la profesora Sprout, tendremos un montón de colaboradores el próximo año. Estoy tan feliz por ti —terminó, apretando la rodilla de su pareja.
Severus se miró en esos ojos verdes tan especiales. Sonrió con ternura.
—Es desde que tú viniste a Eigg, Harry. Todo comenzó a cambiar el día que llegaste con tu viaje escolar. Cuando miro hacia atrás, me siento como una persona completamente diferente a la que era —musitó, con un buen grado de perplejidad. | |
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