CAPITULO V
El sueño o media pesadilla que tuvo, aquella noche, el profesor de pociones le dejo con una sensación de intranquilidad. Realizar clases aquel día terminaría siendo un calvario, tratando de despejar de su mente las imágenes soñadas y concentrarse en su labor. Necesitaba tiempo para estar solo y pensar con calma. Le solicito a uno de los elfos del castillo, que le llevara su almuerzo a su habitación. Se tendió en la cama y suspiro.
- No es posible que me este sucediendo – dijo en voz alta. En medio del silencio y tras un conocido sonido apareció un joven elfo.
- Aquí está el almuerzo, como usted pidió, profesor – le dijo con una vocecilla muy aguda.
- Gracias, puedes retirarte – le contesto sin siquiera enderezarse. “¿Cómo es posible que me interese el mocoso de Potter?... Solo tiene trece años y yo… podría ser su padre” al pensar en ello movió la cabeza negativamente “No lo soy… Lilly no lo aprobaría ni Dumbledore… ¡Por Merlín, Severus, ordena tu cabeza!” se reprochaba. Finalmente se enderezo y fue a servirse la comida que estaba sobre una mesa en el rincón de la habitación.
- ¿Cómo empezó todo esto? – comenzó a pensar en voz alta – Reconozco que Harry me ha interesado desde que sé de su existencia, por Lilly, que cuando le conocí despertó mi antigua enemistad con James… pero es solo un niño, yo estoy en una condición de superioridad, soy su maestro… puede que haya sido injusto con algún castigo que le diera… ¡no!, lo dudo… pero sin duda eso resentía en su visión de mi… En estos años, siempre me ha preocupado su bienestar aunque no he hecho más que fastidiarlo por su bien, para que no sea como James. – hasta ese momento solo jugaba con su comida – Me sentí muy torpe al mostrar que me sentía triste… pero ni he aclarado la causa de ello… Lupin pensó que era por nostalgia… No era por ella, era por mi… soy un espía, un profesor con fama de ogro y los que me conocen dudan de que tenga sentimientos… Me sentía triste por mi soledad, bien merecida por todos y cada uno de mis errores. – dejo la comida y se puso a pasear por la habitación - ¿En qué momento comenzó a gustarme Harry? – entonces recordó que en aquella habitación lo había obligado a tomar un baño, que cuando este se desnudo no pudo evitar apreciar la belleza del cuerpo y la piel de aquel muchacho. – Apreciar la belleza de otra persona no tiene por qué significar que existe algún interés… Creo que fue más efectiva su confesión bajo la influencia de la poción… decía la verdad, podía creer en sus palabras, en aquellos días era parte de los pensamientos de Potter. Aquel niño me quería… ¡Idiota! ¿Acaso no es cosa de sumar? – Snape seguía confuso - ¿en qué momento me enamore de Harry? – se pregunto con desesperación - ¿Me enamore? ¡No!... pero ayer lo tuve entre mis brazos y lo bese, fue… fue tan reconfortante – cerró los ojos para recordar cada detalle – Debo dejar de luchar contra lo que siento, debo dejar de buscar razones… pero Dumbledore no lo aceptara, las cosas tiene que fluir… El chico podría convertirse en el bálsamo para mi existencia… - volvió a la mesa y comió con apetito – Me había olvidado… ¿Qué haré con Draco? – hizo un gesto de molestia – espero que no haga ninguna estupidez – y se comió el resto de su almuerzo pensando en Harry, imaginando que había notado su ausencia y perdido el apetito por ello.
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Efectivamente, en el comedor, Harry Potter había notado la ausencia del hombre que le había besado la tarde anterior. Especulo cual podría ser la razón pero ninguna parecía satisfacer su creciente curiosidad. En la mesa de Slytherin, Draco también había notado que Severus Snape no se encontraba entre ellos, su único pensamiento era que había ido al encuentro de aquella persona que había entrado en su vida y que ninguno de ellos había sido capaz de notar, sintió que el estomago se le revolvía imaginando a su amado profesor abrazando y besando a alguien, que no fuera él; Draco también noto que el profesor Lupin tampoco se encontraba presente a la hora de almuerzo. La relación que hizo de aquella situación fue demasiado rápida y equivocada.
“Lupin es la pareja de mi Severus” pensó Draco, sintiendo como su temperatura subía producto de la ira que le invadía, “no permitiré que un Griffindor me lo quite” golpeo la mesa a lo que sus amigos reaccionaron sorprendidos.
- ¿Qué ocurre, Draco? – le pregunto temeroso Crabbe.
- ¿Eh?... Nada…- respondió sin siquiera serenarse – nos vemos luego – dicho esto se retiro. “¿Cómo es posible que Severus se haya fijado en semejante hombre?” pensaba disgustado, caminaba hacia la casa de Slytherin “Ese Lupin es tan poca cosa… Para, Draco” se detuvo en seco “Nadie te ha dicho que esa es la persona, él no ha dicho que sea el tal Lupin… no podría fijarse en ningún Griffindor” se autoconvenció de que Remus no era la pareja del profesor de pociones; “Si no es el insípido Lupin… ¿Quién es? Debo averiguarlo, cueste lo que cueste” continuo su camino hasta encontrarse solo en su habitación. Tirado sobre su cama se sintió más tranquilo, debía pensar lo que iba a hacer para lograr su objetivo. “¿Quién puede ser aquella persona que entró en tu vida? Tal vez he sido precipitado, tal vez no le interesen los hombres… recuerdo que papá me habló de que tenía amistad con una sangre sucia… ¿será ella?... Piensa Draco, lo primero que hare es que piense que me he olvidado de él, en una semana le daré a entender que me interesa alguien más… alguna persona que no sea de su agrado para que tenga oportunidad de reprochármelo… tendré que hacerle creer a esa persona que me interesa, sí, creo que esto podría darme buen resultado… ¿Quién podría ser la estúpida victima? Un Griffindor… ¿San Potter?” Draco sonrió con malicia, estaba seguro que si decía que le interesaba Harry el jefe de su casa se opondría rotundamente. Estaba determinado.
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Dumbledore que seguía con la mirada todos los cambios que se producían en el castillo, notaba los sutiles cambios de su estudiante predilecto. Los años de vida del anciano le habían dado la habilidad de poder interpretar la mirada de las personas y la de Harry, como se lo había dicho al mismo muchacho, resultaba ser casi obvia. En el comedor había observado como aquellos ojos verdes miraban con ansiedad al maestro de pociones, notó que este en un principio simplemente se mostraba molesto, luego parecía inquieto casi tan ansioso como el niño y la última ocasión simplemente evito mirarlo. El Director de Hogwarts sabía que algo también estaba cambiando en aquel especial profesor, sabía que tenía que ser cauteloso pero quería conocer hasta el más mínimo de los asuntos que ocurrían en el castillo. Así cito a Severus a su despacho, en el horario en que Harry asistía a su particular clase de pociones.
- Severus, por favor toma asiento – le invito el director una vez que el maestro entrara en la habitación, este obedeció en silencio, no sospechaba el asunto por el cual estaba allí – Algunos alumnos comentan que te has ensañado con Harry – empezó diciendo Albus.
- ¿Ensañado? – le parecía divertido que sus estudiantes pensaran que castigaba en exceso al joven Potter.
- He sabido que lo tendrás en detención durante toda esta semana
- Pues solo has sabido la mitad de la verdad – reparó el maestro fingiendo cierta molestia pero sintiéndose divertido con aquello.
- Entonces, ¿cuál es toda la verdad? – el viejo mago se sentó en su silla tras el escritorio y miro con detenimiento a Snape.
- Potter osó decir que no era buen maestro, y he decidido darle clase de pociones extra… solo con la intención de demostrarle que mi persona no es la responsable de sus fracasos en mi clase – respondió con firmeza – El muchacho en clases no logra concentrarse lo suficiente y generalmente arruina la poción que prepara – agrego.
- ¿Ha habido algún cambio desde que empezaron con las clases? – observaba que el pocionista se comportaba como siempre.
- Por supuesto, Potter, ha realizado con satisfacción las pociones que le he pedido – respondió con orgullo.
- Entonces ya ha quedado demostrado que sus fracasos no tienen relación con tu calidad de profesor sino con la capacidad de concentración de Harry, ¿crees necesario que continúe el resto de la semana? – notaba que los ojos de Severus habían comenzado a brillar de un modo que no le conocía.
- Aunque fuese innecesario, ya quedo establecido que ese sería el tiempo de su castigo, la verdad es que pensé que el chico tardaría más en cambiar su disposición… - en ese instante, el maestro de pociones se dio cuenta que había dudado de las palabras de Harry, aun bajo el efecto de veritaserum – cambiar su duración permitiría que los demás alumnos piensen que me he vuelto más blando – dijo fingiendo enojo.
- Severus, no estoy cuestionando ni tus practicas pedagógicas, ni los motivos de tus castigos, pero según los comentarios de los estudiantes me dan a entender que tienes una fuerte predilección para sancionar a Harry Potter, por motivos que no son tan graves – el jefe de Slytherin se mostro sorprendido – me parece que la falta de Harry podría haberse resuelto con una sencilla conversación.
- ¿Qué quieres decir, Albus? – se sentía molesto - ¿quiere que suspenda las clases de Potter?
- Me gustaría que lo hicieras, pero es tu decisión – Snape se puso de pie y comenzó a pasearse nervioso – tal vez podrías preguntarle al chico si quiere continuar.
- ¿Dejar que un estudiante decida si quiere o no ser castigado? Me parece ridículo…
- No es cualquier estudiante, se trata de Potter… Creo que podrá determinar justamente si lo continúa o no – el director noto cierto temor en los ojos del maestro.
- ¡Pero tiene solo 13 años! Sabes que intentara librarse del castigo… -estaba molesto – lo siento no puedo dejárselo a él…
- Es cierto, es solo un niño, aunque no muy común, lo sabes bien… en los contados años que Harry es alumno de Hogwarts ha vivido mucho más cosas que el resto de nuestros estudiantes, creo que él puede determinar lo que es correcto y lo mejor para él, aunque tu tengas dudas – Severus sintió temor al escuchar aquellas últimas tres palabras, acaso tenía alguna idea de lo que él había comenzado a sentir por aquel muchacho.
- ¿Dudas?
- Dudas sobre su capacidad de escoger correctamente – aclaro el Director, la mirada del profesor le permitió atisbar que su obstinación con respecto al castigo del chico tenían más relación con las emociones que con la educación – Pero como lo señale, profesor, le dejo a usted la decisión al respecto; lo apoyare, lo sabe bien, si se trata del bienestar y felicidad de Harry – el pocionista tenía sus dudas con respecto al significado de algunas de las palabras que le dijera Dumbledore, porque la felicidad de Potter no podía depender de si mantenía o no el castigo.
- Gracias, Albus, pero sabes bien los motivos por lo que estoy aquí; no pretendo manifestar ninguna predilección de ningún tipo – sus palabras le traicionaban, pero no podía permitir que aquel mago supusiera lo que en verdad le movía.
- Lo sé, lo sé… solo te pido que no pierdas el norte para dictar tus sanciones. – Severus afirmo con la cabeza – Ya que eso ha quedado claro, quiero manifestarte mi preocupación sobre algo realmente delicado… - el moreno hombre se sintió algo aliviado aunque no sabía hacia donde apuntaría este nuevo tema – se trata de ti, Severus – el aludido se asombro, se extraño, se inquietó y se sintió molesto.
- ¿Qué hay conmigo?
- He notado algunos cambios en tu conducta, bastante sutiles pero bien sabes que nada se me escapa, y hoy me dijeron que almorzaste en tu alcoba, ¿podrías contarme a que se debe?
- No, no puedo, no es algo que te importe o debas saber, es demasiado personal – dijo apesadumbrado por haber permitido que se diera cuenta.
- No es que quiera inmiscuirme, solo quiero ayudarte… discúlpame, Severus – el mago mayor noto que una nube de pesar cruzaba aquella oscura mirada – pero sabes que puedes contar conmigo, sea lo que sea que necesites de mí, puedes confiar en mi… como yo he confiado en ti – luego de estas palabras el ánimo del oscuro profesor volvía a la calma, pero el brillo de sus ojos continuaba siendo un enigma.- Bien, creo que estamos en hora de ir a cenar, ¿vamos?- Snape asintió con la cabeza y salieron con rumbo al comedor.
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Harry estaba ansioso, no había visto a Snape desde el desayuno, su ausencia en la hora de almuerzo le preocupo. La práctica de quidditch había sido un buen remedio para sacarse a aquel maestro de la cabeza, la sensación de libertad que montar su escoba le daba, era casi de otro planeta. En ese minuto solo era importante desarrollar el plan que Angelina había planificado con tal de derrotar a Revanclaw.
Sin embargo, cuando la practica termino sintió su estomago rugir, al pensar en la cena le hizo recordar la posibilidad de ver a Snape. Por su mente paso la posibilidad de su ausencia como en el almuerzo, la idea le angustio, temía que alguien le diera una nota donde suspendía la clase o Dumbledore anunciara que estaba enfermo. Y si estaba enfermo solo podía significar que Lupin le había contagiado. Por eso, luego de darse una relajante ducha con agua caliente y vestirse, fue al comedor sintiendo el estomago apretado. Sus amigos ya estaban sentados en la mesa de Griffindor, al verlo lo recibieron con una amplia sonrisa, a lo que les devolvió la sonrisa para luego mirar la mesa de los profesores; allí estaba el profesor de pociones, su corazón latió aceleradamente con solo notar su presencia y casi creyó dejar de respirar cuando sus ojos encontraron los oscuros del hombre. Si bien no hubo ningún gesto sabia que en la clase que tenia después de la cena podría averiguar si aquella mirada tenía algún significado, si los recuerdos de la tarde anterior eran ciertos o parte de su imaginación, pero no podía ser su imaginación, se decía Potter, aun podía percibir el aroma del mago, aun podía sentir como sus brazos le sostuvieron, aun podía paladear el sabor de sus besos. Se sentó junto a sus amigos y comió con apetito. Luego estaría frente a Severus Snape, tenía que ser paciente y esperar que llegara el momento, el cual no se tardaría.
Por su parte, Severus suspiro tímidamente al mirar a su estudiante y darse cuenta que había ansiado verlo durante todo el día. Aun dudaba si debía dejarse llevar o resistirse a sus sentimientos. Cenó con calma. Mientras unos ojos grises le observaban intensamente.
- ¿Qué hay de interesante en la mesa de profesores, Draco? – pregunto irritada Pansy de que el rubio la ignorase.
- Nada que te importe – le contesto “Eres un fastidio” pensó de la muchacha que tenía a su lado.
Se obligo a dejar de mirar a Snape y forzarse a mirar a Harry. “Tengo que encontrar algo en San Potter que sea agradable para poder fingir. Odio la cara de santurrón que tiene, solo sus ojos son bellos… espero que sea suficiente.” Ceno con inquietud, tenía que ser convincente con el plan que había ideado. Aun no estaba listo para representar su papel, en el estomago aun perseveraba la rabia que le producía saber que su amado jefe de Slytherin no tenia ojos para él.
- He notado que estas de mejor ánimo, Harry – señalo su amiga.
- Se debe al quiddith – respondió el ojiverde.
- Espero que perdure hasta después de tu castigo con Snape- advirtió el pelirrojo Ron.
- Espero lo mismo – agrego Harry, la clase de aquel día podría definir muchas cosas.
- ¡Que gran amigo eres, Ron! Tenías que recordarle que tenía esa clase – le reprocho Hermione.
- No hay problema, hasta ahora las clases están lejos de ser un castigo – señalo el moreno.
-¿No? – incrédulos dijeron al unísono sus amigos.
- Anoche hice una poción matalobos – les conto sintiéndose orgulloso.
- Pero esa es una poción muy complicada – indico la castaña asombrada.
- Un poco, pero la hice y Snape solo dijo que era excelente – no quería decir más de lo que su corazón le pedía contar.
- ¿En serio? – Ron no le creía.
- Bueno creo que quería decir que era excelente que no lo arruinara – Harry sonrió. Miro a la mesa de profesores y su mirada se cruzo con la de su amado maestro, en su serio semblante se dibujo una efímera sonrisa, la cual el muchacho interpreto como dirigida a él – Creo que he superado la apatía que me produce Snape, tengo que concentrarme en hacer bien las cosas para que no me de doble castigo – agrego para que sus compañeros no sospecharan sus reales sentimientos hacia el pocionista.
- Es decir, que has cerrado tu bocota- le reprocho Ron
- No me digas que te duelen los puntos que nos quito, pues lo recuperaremos el sábado en el partido contra Ravenclaw – le molestaba que Ron fuera tan franco pero lo prefería mil veces así. Repentinamente noto que unos ojos grises le miraban desde la mesa de Slytherin, su mirada no era de odio, había algo distinto pero intenso que perturbo al moreno - ¿Y ahora que tiene Malfoy? – casi susurro pero Hermione que estaba a su lado le escucho.
- Desde que entraste te ha estado observando – susurro la castaña – pareciera que planea algo… aunque no sé si es precisamente matarte… es escalofriante como te mira Harry… es como si…
- Quisiera comerme – la interrumpió, como Dumbledore le había dicho las miradas dicen mucho y Harry había comprendido la mirada del rubio – que pena, tendrá que morirse de hambre, voy a la torre, quiero descansar un poco antes de la clase con Snape, nos vemos más tarde- Harry se puso de pie y salió del comedor.
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Harry nunca antes se había sentido tan nervioso como aquella tarde, a veces creía que todo lo vivido en la mazmorra de Snape había sido producto de su imaginación, un extraño sueño del cual aun no quería despertar. Con el estomago apretado golpeo la puerta de la conocida mazmorra, al abrirse apareció aquel moreno y serio hombre, sin un solo gesto en su rostro miro al chico que estaba ante él.
- Adelante, Potter, toma asiento – le señalo el hombre con su misteriosa y grave voz, mientras cerraba la puerta. El muchacho hizo lo que le pidió. El hombre se paro frente a él apoyándose en su escritorio; su postura gallarda y elegante provocó en el niño profunda admiración. – En las dos sesiones anteriores has realizado las pociones sin cometer ningún error, es más, realizaste la poción matalobos, poción que solo alumnos de séptimo año son capaces de hacer. No sé si su opinión de mi persona como maestro ha cambiado pero considero que tiene lo que necesita para no volver a fastidiar mis clases – Harry temía el verdadero significado de aquellas palabras – Por lo tanto, Potter, no es necesario que continuemos con las clases – al finalizar la oración sintió como algo en su pecho parecía clavarse.
- No es posible – dijo el muchacho algo afectado – usted no puede estar diciéndome eso.
- ¿Acaso quieres pasar el resto de la semana castigado? – Severus sentía que algo en su interior se agitaba.
- Si – Harry se puso de pie y se aproximo al mago – profesor, necesito que me siga enseñando – se aproximo más hasta poner sus manos sobre el pecho de aquel hombre, levanto la cabeza para mirar sus negros ojos- por favor – susurro, Snape miro aquellos suplicantes ojos verdes, y aquella boca a solo centímetros de la suya “¿Qué haces Severus? No pierdas la cabeza… pero está aquí…”- Profesor Snape… por favor, béseme – le susurró y cerró los ojos, el profesor no dudo tomo aquellos jóvenes labios y lo beso con tal ansiedad que temía no volver a soltarlo, pero lo hizo – ¿esto es real? – dijo el chico en un hilo de voz mientras abría los ojos y sonreía. El pocionista tomo con firmeza la barbilla del muchacho mientras que con su otro brazo lo rodeaba y lo estrechaba contra sí.
- Claro que es real, Potter – dicho esto lo beso con pasión, casi con furia; el pequeño león se estremecía, sentía faltarle el aire. – Si has de seguir con tus castigos, estos tendrán otro carácter – tomo la mano de Harry y lo guío hasta su habitación, allí le quito la capa que llevaba puesta, luego el chaleco, de un tirón la corbata y comenzó a desabrochar la camisa botón a botón con excesiva calma mientras besaba al muchacho – Si quieres que me detenga solo dilo – le susurro, no quería apresurar las cosas pero no sabía hasta donde podría llegar si el muchacho no se atreviese a pararlo y quería que se diera cuenta que le importaba. Cuando hubo terminado con los botones le quito la camisa, contemplo aquel joven, casi infantil, dorso por un momento. Sus manos se deslizaron por el cuello hasta las mejillas para besarlo y mientras lo besaba poder desplazar sus manos por la piel de sus hombros, los brazos y las manos. Tomo aquellas varoniles pero pequeñas manos para acercarlas a sus labios y besar sus nudillos, luego las palmas. Harry se estremeció, estaba impresionado con la delicadeza con que le trataba. Lo guió hasta su cama y se sentaron en el borde de esta, se miraron a los ojos; tenían tantas cosas que decir, que preguntar pero parecían estar de sobra. El Griffindor se acerco y beso con suavidad a su maestro, mientras que con manos trémulas intentaba desabotonar el traje del pocionista – No, no tienes que hacerlo, quiero hacerte sentir bien, solo disfrútalo – le detuvo
- Esta bien, señor – Snape sonrió y se acercó para susurrarle al oído.
- Di mi nombre, Harry – le mordió con suavidad el lóbulo de la oreja y luego le beso el cuello – Dilo – para imprimir más besos en aquel joven cuello.
- Severus – dijo el chico disfrutando de aquellos besos, el hombre le hizo recostarse en su cama mientras besaba uno de sus hombros.
- Dilo otra vez- le pidió para luego pasear su lengua por las formas que dibujaban la clavícula del muchacho.
- Severus – su voz sonaba estremecida producto del placer. Una de las manos recorrió el pecho de Harry, la caricia era intensa, luego bajo hasta el abdomen, mientras su lengua jugueteaba con uno de los pezones. La mano del pocionista bajo por sobre el pantalón por las piernas. Harry se dejaba hacer mientras su cuerpo se agitaba bajo aquellas caricias. El hombre se detuvo, levanto la mirada para mirarlo, los verdes ojos le miraban expectantes, mientras notaba la agitada respiración del chico. Se recostó al lado de él para abrazarlo y apretarlo contra su cuerpo.
- Harry – nombro en un susurro – detenme.
- No quiero, Severus – dicho esto fue el pequeño león quien beso con pasión al profesor, quien deslizo sus manos por la espalda del chico . Harry acaricio el cabello y rostro de su profesor, su único propósito era excitarlo.
- Di mi nombre
- Severus – el sonido de aquella voz era tan exquisita. Besó al niño con desesperación, tomando su lengua y succionándola con fervor – Detente, Severus – le pidió en un hilo de voz, algo le sucedía a su cuerpo, sentía que podría perder el sentido y no quería que le sucediera en aquel momento. Si bien Snape nunca antes había estado con otro hombre, aquel muchacho encendía deseos que desconocía de sí mismo- Severus , por favor – las caricias proporcionadas por el mayor hacían estremecer de un placer jamas experimentado, el hombre se detuvo ante las suplicas del moreno muchacho
- ¿te sientes bien? – solo quería escuchar su voz.
- No lo sé – aún sentía su cuerpo estremecerse.
- ¿No te gusto? – Harry lo miro a los ojos, y le sonrió.
- Fue… fue como llegar a las nubes… fue como montar mi escoba…- el moreno hombre lo miraba con ternura – fue mejor que eso.
- Este será nuestro secreto- le dio un suave beso.
-¿Esto… lo que sucedió… está bien? – se atrevió a preguntar el niño.
- Eso solo tú lo sabes, Harry – le contesto, pensó en cómo podría ver las cosas el Director, los amigos de Harry o sus colegas; el niño- que- vivió tan solo era eso.
- Por eso se lo pregunto, señor – el cambio en el trato de Harry asombro a Severus.
- Cada vez que estemos a solas, di mi nombre – le señalo – No sé si está bien, Harry, me lo he preguntado también pero… no quiero evitarlo – beso dulcemente al muchacho.
- ¿Acaso esto es un sueño?
- Si lo es, es demasiado extraño que soñemos lo mismo – le respondió divertido – pero si es un sueño, no me quiero despertar – le sonrió pero en sus ojos había algo de tristeza.
- Ni yo – Harry se aproximo y beso los labios de su profesor, este quedo tendido en la cama, el león se acomodo para volver a besarlo, tímidamente con una de sus manos le acaricio el cabello y luego las mejillas. Aquella mano viajo por sobre el traje negro de su profesor, como si buscase algo a tientas, hasta detenerse sobre una abultada pelvis, presiono con sus dedos obteniendo un ronco gemido del maestro y ahogado por su boca, el sonido fue estimulante, quería volver a escucharlo, volvió a ejercer presión y el resultado fue el mismo.
- ¿Qué pretendes? – le dijo con voz sofocada, lo empujo y fue el ojiverde quien nuevamente quedo tendido en la cama – no es el momento para nada más, no me provoques – su boca tapo la del chico y le beso apasionadamente. Harry había enredado sus dedos en los oscuros cabellos, deseaba más de aquellos labios. – Prométeme que no dejaras que nadie más te toque.
- Lo prometo – quiso besar a su maduro amante pero lo evito, lo miro a los ojos – lo prometo, Severus, nadie más que tú me tocara – el hombre sonrió y sus labios volvieron a fusionarse. “¡Severus! ¡Oh, Severus!” pensaba el chiquillo, mientras sentía como algo en su espíritu se encendía “¡Te amo, Severus, te amo!” fue su pensamiento mientras su cuerpo reclamaba más de aquel hombre. Por su parte, el profesor besaba con ternura el rostro de su amante mientras recobraba el aliento. El muchacho se acurruco en el pecho del hombre. Ambos se sentían plenos.
- Quisiera que no tuvieras que marcharte, pero tienes que hacerlo – dijo Snape – no puedes quedarte – agrego con pesar.
- Lo sé – a pesar de que no le gustase la idea, tenía que hacerlo.
– Hasta mañana, Harry – lo aproximo a su cuerpo y le dio un prolongado y dulce beso.
- Hasta mañana, Severus – los brazos de ambos fueron relajándose hasta que se separaron finalmente. “Vete” pensaron ambos, el chico retrocedió hasta la puerta de la habitación y cuando salió emprendió la carrera hasta su torre. A la distancia, Snape en su habitación, recostado y acariciando la superficie donde estuvo el pequeño, y Harry frente al cuadro de la dama gorda, dijeron a un mismo tiempo en un susurro– Te amo – sintiendo como sus respectivas almas estaban extasiada de alegría.
Dom Ago 29, 2010 6:49 pm
