CAPITULO II
La mazmorra que servía de salón para la clase de pociones estaba en completa oscuridad, Harry buscó a tientas la puerta que debía estar tras él, al encontrarla notó que estaba cerrada, no sentía temor pero no quería pasar la noche allí y fuese encontrado por Snape, quien debía dormir en su habitación contigua al salón. Pero ¿cómo y por qué había llegado hasta allí? En medio del silencio solo podía escuchar su propia respiración y, aunque era muy débil su sonido, estaba seguro que alguien sollozaba. ¿Alguien más se había quedado encerrado en el salón de Snape? Buscó en su túnica su varita.
- Lumus – la punta de su varita se desprendió un brillo que iluminó a su alrededor, puso atención hacia el sollozo y avanzó, a cada paso podía escuchar con mayor claridad. “Está al fondo del salón” pensó, pero una vez que hubo llegado el lugar estaba vacío, pero claramente alguien lloraba. “Es Snape” se dijo, acercó su oído al muro para escuchar mejor, al apoyarse notó que este cedía bajo su peso, no era el muro sino la puerta de la habitación del profesor de pociones, los sollozos cesaron. Harry intento huir pero chocó con el estante que ocultaba aquella puerta, esta se abrió y le ilumino la luz que provenía de la alcoba del mago.
- ¿Qué hace aquí, Potter? – le interrogó apuntándolo con su varita.
- Señor, no sé cómo me quede encerrado en el salón… no pude abrir la puerta y me acerque a su puerta… - dudó, su corazón galopaba, la varita de Snape le intimidaba.
- Porque… - el seño fruncido de su profesor le indicaba que se molestaría y no podía mentirle.
- Porque escuche sollozos y pensé que alguien mas estaba encerrado conmigo, pero era usted quien lloraba ¿verdad? – la curiosidad le dio el valor para preguntar. El profesor bajo la varita, miro a los ojos a su alumno y lo abrazo mientras lloraba amargamente.
- Por favor, Harry, no le digas a nadie que me has visto llorando, te lo ruego – lo aparto de si, busco sus ojos – prométemelo.
- Sí, señor, se lo prometo – el profesor volvía a abrazarlo y llorar. Harry sintió lastima de aquel profesor y no pudo evitar llorar con él.
- Harry, Harry, despierta – la voz de Ron resonó en su cabeza, abrió los ojos y la luz del día lo cegó por unos segundos, al ver el rostro de su amigo vio preocupación – hace rato que estas sollozando y balbuceando cosas.
- He tenido un extraño sueño, solo eso – trato de tranquilizar a su amigo.
- Eso es normal en ti, ¿estás bien?
- Si, si, Ron no es nada grave – el moreno muchacho evocó aquel sueño y quedó con una angustiosa sensación.
- ¡Qué bueno! Anda levántate, vamos a Hogsmeade hoy, apúrate para que comamos antes de partir – Ron estaba entusiasmado con la salida al pintoresco pueblito cercano a Hogwarts.
- Si, aunque tengo que decirte Ron que tal vez me quede.
- ¿Por qué?
- Mi tío no firmo mi autorización – le contesto con pesar.
- Tal vez la profesora McGonagall te deje ir, tal vez ella pueda firmar tu pase – le dijo infundiéndole esperanzas.
- Si, es probable – Harry se vistió a toda prisa y con Ron fueron al comedor, donde les esperaba Hermione. El moreno Griffindor no pudo evitar buscar en la mesa de los profesores a Snape, pero este no estaba.
Luego de un frugal desayuno, fueron a la entrada del castillo, donde estaba recibiendo las autorizaciones que pudieran estar rezagadas, ya que la mayoría lo entrego a penas comenzó el semestre. Harry a la jefa de su casa para pedirle que le firmara su pase, presento el documento y la profesora se lo recibió, al ver que no estaba firmada, le miro de manera severa.
- Sabes bien, Potter, que este documento debe estar firmado por el padre o tutor, lamento decir que no podrás ir – le dijo la profesora Mc Gonagall.
- Pero si usted la firmara… - intento Harry.
- Lo siento, no puedo… de verdad lo lamento, Harry – y le miró con gesto de tristeza, no le gustaba tener que prohibirle especialmente a él la salida.
Sus amigos observaron la escena y comprendieron que su moreno amigo no había tenido éxito. Intentaron animarlo, prometiéndole traerle cuando pudieran y contarles como era el pueblo. Los vio alejarse y se sintió muy solo.
Tal vez si visitaba a Hagrid olvidaría las expectativas que tenia de ir a Hogsmeade, pero su gigante amigo no estaba, tras llamar muchas veces a la puerta, simplemente nadie la abrió. Luego pensó en el profesor Lupin, ya sabía que había sido amigo de su padre por lo que la idea de que pudiera hablarle de él le hizo mucha ilusión. Al llegar a la puerta del despacho del profesor de Defensa contra las Artes Oscuras vio salir a Snape y se sorprendió.
- Potter, pensé que estaba con sus amigos en Hogsmeade – le dijo, también sorprendido de verle.
- Pues pensó mal, profesor, no he podido ir – le contestó con su natural arrogancia.
- Supongo que prefiere merodear por el castillo… - “como su padre” pensó.
- No, señor, solo quería hablar con el profesor Lupin.
- Me temo que tendrás que dejar las visitas para otro día, el profesor Lupin se encuentra indispuesto – el muchacho al escuchar esto pensó que tal vez Snape era el responsable.
- Si está enfermo debo verle – hizo un ademan de entrar en el despacho de Lupin.
- Lo siento, no tiene permitido las visitas – le detuvo del brazo.
- Pero usted salía de su despacho – objetó el joven Griffindor molesto por ser retenido por aquel hombre.
- Estaba en la obligación de proporcionarle una poción para que se reponga pronto – le aclaró el profesor molesto de que fuera cuestionada su palabra. Harry se asombró al escuchar aquello, jamás hubiera imaginado a Snape ayudando a alguien.
- De todas maneras me gustaría verlo – insistió el muchacho.
- Déjelo descansar, Potter, está muy débil como para recibirlo – Severus estaba a punto de perder la paciencia con el chico.
- De acuerdo, pero… - la mirada penetrante del profesor y su entrecejo fruncido le hicieron vacilar – mejorará pronto, ¿cierto? – no quería volver a tener clases de Defensa contra las Artes Oscuras con Snape.
- No se preocupe, estará bien para impartir sus clases con normalidad… ahora, si no tiene nada más que preguntar, le pido que se retire – el joven león se dio media vuelta para ir a su casa, sin embargo, torció su camino para ir al despacho del director.
Para su suerte, en el camino se encontró con el mismísimo Albus Dumbledore que al verlo se le acercó con una amplia sonrisa en su rostro, pero al ver sus ojos notó que algo afectaba a su alumno predilecto.
- ¿Cómo estas, Harry?
- Bien, profesor, lo buscaba – le respondió, aunque no se sentía seguro de que fuera la persona que necesitaba para aclarar su mente o su corazón.
- ¿Sucede algo?
- No es nada grave, solo quería hablar con alguien pero pareciera que hoy todos han decidido ir a Hogsmeade o no estar en condiciones de acompañarme- dijo Harry con pesar.
- Tienes suerte, yo puedo acompañarte en el día de hoy y charlar un rato de lo que te preocupa – el chico siempre había tenido la impresión de que aquel mago sabia todo lo que le ocurría, sin siquiera habérselo mencionado.
- No me preocupa nada, por lo menos no lo suficiente- respondió el muchacho evadiendo la posibilidad de abordar el tema que le interesaba.
- Acompáñame al observatorio, mientras me cuentas la causa de que estés tan triste – “No he dicho que estoy triste”, pensó el joven Potter. Empezaron a caminar hacia el observatorio y fue Albus quien saco a Harry de sus pensamientos – No solo podemos comunicarnos con las palabras, nuestros gestos dicen mucho de nosotros sin darnos cuenta y algunos dicen cosas de más con los ojos, los tuyos suelen ser tan transparentes que es fácil leer en ellos para una persona que entiende ese lenguaje, como yo – el chico estaba sorprendido y se sentía avergonzado – en tus ojos puedo ver que algo te hace sentir triste, hay un cambio en tu vida que recién se inicia y no sabes a quien recurrir para que te lo explique – continuo el Director – Me temo, que no existe persona que pueda aclarar tus pensamientos o sentimientos, esa tarea es tuya – el pequeño león se sintió desilusionado – sin embargo, hablar de ello con alguien que confías te puede ayudar a ver las cosas desde otra perspectiva, y eso es muy importante, no te quedes con tus penas o alegrías, compártelas, es la única manera que tienes de avanzar, Harry – concluyo el anciano.
- No es un tema fácil de hablar – objeto Harry.
- Las personas que te quieren no te juzgaran, querrán ayudarte, no lo dudes
- Quisiera poder hablarlo con la persona que lo causa – pensaba en Snape, en el sueño que había tenido, de las cosas que le habían sucedido en esos pocos días.
- ¿Y por qué no lo has hecho, Harry? – Dumbledore veía que Harry estaba confundido y que en el próximo tiempo lo estaría aun más.
- No querrá hablar conmigo, es alguien con quien no me he llevado muy bien desde que le conozco – subían las escaleras de la torre del observatorio con calma.
- ¿Lo has intentado?
- Si
- Tal vez no fue el momento ni la forma adecuada.
- No creo que exista el momento o la forma adecuada, además que aun no entiendo mucho lo que siento – Harry intentaba imaginar una ocasión oportuna para acercarse a Snape y hablar de su madre.
- Pero explícame que te pasa… no podre aclarar tus sentimientos pero tal vez te pueda ayudar a interpretarlos- le propuso.
- Desde hace algunos días que no he podido dejar de pensar en alguien, cada vez que aparece ante mi siento que todo dentro de mí se agita, he visto que esa persona esta triste por alguna razón, he querido saber que causa esa tristeza y he terminado por creer que se debe a que le recuerdo a alguien más.- Harry sentía que podría ponerse a llorar de un momento a otro pero no quería que su profesor le viera.
- ¿Quieres que al verte solo seas tú al que ve? – pregunto con curiosidad y sintiendo que llegarían a un punto de partida.
- Siempre creí que veía en mi a alguien que despreciaba, que esa era la razón por la que parecía detestarme… pero ahora siento que era a alguien a quien amaba… en cualquiera de los casos, creo que nunca en quien soy…. Y sí, quiero que solo me vea a mí, a Harry.
- ¿Te gustaría que te detestara o te apreciara? – sabia que aquella pregunta podía ayudarle a aclarar muchas cosas.
- No lo sé – respondió después de pensarlo un buen rato. – preferiría que me apreciara, no sería tan difícil compartir tiempo y espacio, pero no puedo gustarle a todo el mundo.
- Y esa persona… ¿te ha dicho que te detesta? – habían llegado al observatorio y se acercaban al balcón de este, era una torre muy alta con una vista privilegiada de los terrenos de Hogwarts.
- No – y aquello era cierto, solo suponía que lo despreciaba.
- Tal vez deberías averiguar que siente por ti – miro a Harry de reojo y noto que se estremeció al pensar en la sugerencia que le había dado – Siempre me asombra este lugar, podemos ver todo Hogwarts desde una nueva perspectiva y desde acá siempre se ve hermoso y nuevo – Dumbledore siempre parecía hablar con poco sentido pero sus palabras quedaban en Harry como escritas a fuego.
- No conocía este lugar, es muy hermoso – Albus sonrió.
- Es cosa de que buscaras o en este caso te dejaras guiar – luego de esto se hizo un tranquilo silencio, Harry estaba seguro que el Director le proponía que no se detuviera hasta conocer lo que atormentaba a Snape o a sí mismo.
Sus amigos, Ron y Hermione llegaron a la hora de la cena, entusiasmados con todo lo que habían visto. Harry se sentó en el comedor de manera que podía tener a su vista la mesa de los profesores. Vio entrar a Snape en el comedor, si bien el rostro siempre era sombrío por carencia de emoción en su gesto, pero sus ojos parecían haber perdido aquel aire de desprecio con el que miraba. “Estoy seguro que algo le afecta, tal vez sea el recuerdo de mi madre, pero mi madre era hija de muggles, es casi imposible que un Slytherin piense siquiera en fijarse en alguien como mi madre… ¿Cómo puedo acercarme y preguntarle?” pensaba mirando fijamente a su profesor de pociones, mientras sus amigos hablaban sin parar de todas las cosas que hicieron en el pueblito de Hogsmeade. El profesor levanto la mirada pues había sentido que era observado, cuando encontró los verdes ojos de su alumno, vino a su mente la imagen de aquel muchacho saliendo completamente desnudo de su habitación. “¿Y esto Severus, a qué viene?” se reprocho, hizo un gesto de desprecio y volvió a concentrarse en su cena.
- ¿Qué hiciste en nuestra ausencia, Harry? – Hermione era consciente que su amigo no había escuchado ni media palabra de lo que le habían contado.
- Nada especial, estuve conversando con Dumbledore… pero en general fue un día muy aburrido – respondió.
- Pensé que adelantarías los trabajos que tenemos pendientes – se quejo Ron, quien el solo panorama de estudiar o hacer los deberes le arruinaba el ánimo.
- Lo siento, Ron, no tenía intención de arruinar mi tarde mientras ustedes se divertían – objeto Harry – pero no te preocupes mañana no tendremos oportunidad de divertirnos, especialmente por el trabajo que dio Snape.
- Gracias…se arruino el fin de semana – dijo Ron con pesar.
- No seas dramático – bufo Hermione, divertida por la expresión de su pelirrojo amigo.
- Los veo luego, tengo que hacer algo – Harry se levanto de la mesa al ver que el profesor de pociones se retiraba del comedor. Lo siguió cuidando de que este no se percatara de su presencia, en ese momento lamentaba no tener consigo su capa de invisibilidad. Snape entro en un salón, para sorpresa de Harry era el de Lupin. “Parece ser un enfermero muy preocupado” pensó mientras se introducía en el salón, el sombrío profesor había abierto la puerta del dormitorio de Remus.
- Buenas noches, Remus, ¿cómo te sientes? – le escucho decir mientras entraba en la habitación. Harry se aproximo con cautela, no quería ser descubierto.
- Mejor, gracias Severus, jamás me han cuidado con tanto esmero como tú, aunque estés en la obligación de hacerlo – alcanzo a escuchar, y sintió por un momento decepción.
- No he sido obligado, yo accedí, tal vez no feliz, pero dispuesto a ayudar – objeto Severus – no me juzgues tan ligeramente, tú y yo no somos aquellos estúpidos jóvenes – agrego con su voz grave y segura.
- Discúlpame, no quise incomodarte… ¿Puedo hacerte una pregunta? – no hubo respuesta verbal por parte del jefe de casa de Slytherin, supuso que este había accedido – Aun recuerdo que te sorprendiste mucho al verme y en estos días he visto que te has aislado del mismo modo cuando Lilly dejo de hablarte, ¿su recuerdo es lo que te tiene así?
- Nunca he dejado de recordarla, merecía que Lilly se apartara de mí, no la trate bien aunque me arrepintiera, lamento decirte que no es por Lilly que estoy algo distraído – respondió con seguridad – a diferencia tuya, he trabajado 13 años en el castillo, los años no pasan en vano, estoy algo cansado… solo eso, pero me recuperare, ¿alguna otra duda?.
- No, Severus, solo creí que los ojos de Harry te habían recordado a su madre y… no te enfades – Harry imagino el rostro de Snape cuando este se enfada.
- Los ojos de Potter son como los de su madre, pero el chico no tiene nada que ver con ella, no es ella, ni tampoco su padre aunque se le parezca. El chico es lo que es, aunque a veces nos recuerde a otras personas, espero que lo recuerdes Remus, ya es bastante indisciplinado para que tu le añadas locas ideas… - iba a continuar pero Lupin lo detuvo levantando su mano.
- Lo he entendido, Severus, veo que Harry te importa más de lo que demuestras… - dijo con ironía, Snape se dio la media vuelta para salir por donde había entrado. -Severus, no tienes porque molestarte de ese modo; ya que te vas te agradezco tus amables atenciones – Harry corrió para ocultarse de la vista de Snape.
- No me agradezcas y deja de decir estupideces, pensé que en algo habías cambiado en estos años… bueno, sabes que para la próxima vez todo estará arreglado para que no te indispongas – dicho esto se retiro, el muchacho lo vio salir y decidió seguirlo, aunque ya suponía a donde iría.
Mientras seguía a su profesor, el muchacho sacaba algunas conclusiones. “Él era amigo de mi madre, ¿Por qué lo negó? Tal vez le daría vergüenza reconocer que la había tratado mal, aunque no tuvo problemas en decírselo al profesor Lupin. También reconoció que aunque yo me parezco a mi padre y madre, no piensa en ellos al mirarme y dijo que yo era bastante indisciplinado, ¿eso es lo que le desagrada de mí? ¿No me detesta? Pero Lupin también ha notado que esta triste, que se comporta como cuando mi madre dejo de hablarle, entonces no está cansado, esta triste como suponía, pero aun no sé cuál es la causa” sus meditaciones terminaron cuando al doblar en uno de los pasillos se encontró frente a la persona en la cual pensaba.
- Potter, buenas noches – dijo con su siniestra voz.
- ¡Profesor! – exclamo asombrado.
- Usted está buscando ser castigado, si no me equivoco usted me seguía – el muchacho sentía que su corazón saltaría fuera de su boca, ser sorprendido sin poder siquiera negarlo bajo esa mirada intensa e inquisidora – responda – le exigió
- ¿Con que propósito, señor? – tenía que salir airoso de aquella situación.
- Esta negando que me estaba siguiendo, creo que no puedo confiar en su palabra… he notado que sus pasos estaban tras de mi desde que salí del despacho del profesor Lupin, dígame la verdad o me veré en la obligación de emplear veritaserum – clavo sus negros ojos en los verdes del muchacho.
- No sé porque piensa que le he seguido, tal vez ha sido una coincidencia – respondió Harry.
- No me deja otra opción, Potter – lo tomo del brazo y lo arrastro hasta su despacho, el chico no opuso resistencia. Una vez que estuvieron dentro, lo empujo hasta una silla – quédate ahí, Potter – busco un frasquito en sus estantes – no tolero que me mientan – dijo con rabia.
- ¿Qué le hace pensar que estoy mintiendo?
- Durante toda esta semana su comportamiento ha sido extraño, en dos oportunidades su mirada me ha incomodado mientras estoy comiendo, el ser observado no es tan molesto como ser seguido o espiado y pienso que usted ha hecho ambas, si no quiere decirme por propia voluntad la verdad lo hará contra ella – destapo el frasquito y agrego – decídase, Potter – el Griffingor solo pensaba que debía ser más convincente pero no se le ocurría que decir para que le creyera, Snape se aproximo al muchacho, le apretó las mejillas para que abriera la boca y le hizo beber la poción, el joven león intento librarse a tiempo pero no tuvo éxito, le tapo la nariz con lo que se vio obligado a tragar, el profesor se aparto unos minutos, luego se volvió para mirarlo a los ojos – Ahora, dígame Potter, ¿me siguió esta noche?.
- Lo hice, señor – Snape sonrió.
- ¿Por qué lo hizo?
- Porque quería saber la razón por la que se ha sentido triste, en la clase de pociones me pareció verlo afectado por algo y en varias ocasiones cuando le he observado, usted lo negó pero mintió – Severus se asombro, el famoso Potter había estado preocupado de él.
- ¿Por qué le importa tanto como me siento?
- Creí que se debía a alguien de su pasado, creí que era porque mis ojos le recordaban a mi madre, pero sé que no es así, usted le dijo a Lupin que aunque me pareciera a mi padre o a mi madre, yo era Harry…
- ¿Escuchaste mi conversación con Lupin?- le interrumpió, estaba alarmado
- Si, sé que no me detesta por parecerme a mi padre, pero no sé porque sigue estando triste
- ¿Por qué te importa, Potter?
- No lo sé, solo sé que desde el día que vi que estaba triste he pensado en ello, incluso he tenido un sueño donde lloraba… siempre he sentido que me detestaba, pero ahora sé que no es así… y yo tampoco le detesto – la mirada de Snape era más intensa.
- ¿Qué siente cuando me mira, Potter?
- Siento que es lo único que me interesa, que mi corazón galopa, que no puedo controlar mi respiración, que quiero que me aprecie por lo que soy, que me da lo mismo si me castiga si eso me permite conocerlo mejor, que deseo que vuelva a masajear mi cuello para volver a sentir lo que sus manos me produjeron… siento que debo hablar de esto con usted pero temo que se niegue, que no me deje aproximarme… siento que por pensar en usted ya no puedo confiar en mis amigos y siento que su tristeza es mía – el muchacho bajo la cabeza y la oculto entre sus manos, y se puso a llorar.
Severus estaba asombrado, le había dicho más de lo que esperaba oír, aunque no estaba seguro de lo que quería oír.
- Basta, Potter, no debe llorar – le conmovía ver a su estudiante en ese estado, finalmente se debía a su descuido, permitiéndose sentir tristeza en medio de sus alumnos.
- No puedo, me he sentido así todo este tiempo, necesito saber por qué su mirada se ha vuelto tan sombría, por qué a veces me parece que ha perdido la seguridad que atemorizaba a mis amigos y que a mí me gustaba desafiar, por qué en estos días su mirada me inquieta si nunca le temido. – Harry levanto la cabeza para mirarlo a los ojos y allí estaba esa mirada angustiada – Se lo ruego, profesor, dígame que o quien le causa el dolor que veo en sus ojos –los claros ojos del muchacho le suplicaban.
- No soy algo que debiera importarle, señor Potter – Snape sentía su cuerpo temblar ante aquella mirada suplicante, estaba haciendo un esfuerzo colosal por no quebrarse ante aquel niño.
Harry se puso en pie, sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas, mantuvo la mirada de Snape, quien le miraba con aquella estricta seriedad, pero su respiración estaba agitada y su pulso galopaba. El profesor veía en los ojos de su alumno reflejada su propia tristeza, se aproximo a él sin decir nada, lo rodeo con su brazo por los hombros atrayéndolo suavemente y permitiéndole que ocultara su rostro en su hombro, aquel mudo llanto le recordó que no tenía a nadie, como él, para que consolara su pena. Harry oculto su rostro y lloro, sus sollozos estaban llenos de una profunda tristeza, tal vez muy antigua y había emergido al observar a aquel maestro. Severus, se estremecía en cada sollozo, como si a través de ellos, él también se desahogara; mientras acariciaba paternalmente sus cabellos.
- ¿Estás mejor, Harry? – el muchacho se asombro al oír su nombre en los labios de aquel hombre
- Si, profesor, lamento…
- Shhh, no te preocupes por esto, quedara entre nosotros – lo aparto tomándolo de los hombros y lo miro a sus hermosos ojos claros – todo lo que se ha dicho o sucedido quedara entre nosotros ¿si? – Harry afirmo con la cabeza, le costaba asimilar que aquel hombre era el mismo que tantas veces le había ridiculizado o castigado – Prométeme, que no lloraras por mí, nunca más…
- Pero… - se daba cuenta que el efecto de la poción había cesado, pero quería ser honesto – me pide que no me importe lo que usted siente… no sé si pueda…
- Te aseguro que no volveré a estar triste - por primera vez Harry vio que su profesor le miraba de una manera dulce y le sonreía con ternura, no le daba crédito a sus ojos y oídos – ¿me lo prometes?
- Si – el profesor lo soltó – ahora debe ir a su torre, sus amigos deben estar preocupados por usted – el pequeño león noto que había vuelto a tratarlo con distancia, afirmo con la cabeza, giro y salió de la mazmorra de su profesor. Subió las escaleras sintiéndose distinto, estaba contento de cómo Snape le había tratado, si bien no sabía cuál fue la causa de la tristeza que le embargaba, le había asegurado que ya no lo estaría para que el pudiera prometerle que no volvería a llorar. Se detuvo un momento para pensar con calma, el profesor de pociones no quería que lloraran por él, que Harry no volviera a hacerlo. No sabía con exactitud por qué pero se sintió feliz, y corrió a su torre sintiendo que no podría dormir con la felicidad que le embargaba.
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