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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Marked Man. Capítulo 8. Un desayuno incómodo

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MensajeTema: The Marked Man. Capítulo 8. Un desayuno incómodo   The Marked Man. Capítulo 8. Un desayuno incómodo I_icon_minitimeLun Ene 25, 2010 12:02 pm

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A la mañana siguiente, después de beber café con Snape, Harry y Remus se Aparecieron en Mablethorpe. Se alegraban de que la bebida les ayudara a permanecer despiertos, luego de una larga noche estudiando libros y pergaminos. Snape también les había ofrecido desayuno, pero Harry estaba ansioso por partir y contarles a sus amigos lo que estaba sucediendo; recordaba haber percibido la ansiedad en la voz de Hermione la noche anterior, cuando supo que se iban a quedar a pasar la noche en Spinner’s End.

—Ron y yo decidimos esperarte, Harry. No podíamos regresar a Hogwarts sin verte y saber lo que había pasado —lo saludó la chica, sin aliento—. Me quedé algo preocupada por tu mensaje de anoche.

—Lo que quiere decir, compañero, es que se estaba subiendo por las paredes. Nos preguntábamos si habrías sido capturado y obligado a decir que te estabas quedando con Snape. Yo era de la idea de informar a La Orden, pero Hermione dijo que esperáramos hasta esta noche. Si no regresabas para entonces, estaríamos seguros de que te había entregado a TU-Sabes… er, a Voldemort —explicó Ron, decidiendo llamarle por su nombre al notar la mirada de advertencia de Harry. Todavía le resultaba incómodo utilizar el nombre del mago oscuro, pero su amigo de ojos verdes se enojaba cuando no lo hacía.

—Lo sé, por eso nos apresuramos a llegar temprano, Ron —contestó Harry—. Snape nos ofreció desayuno, pero preferimos comer algo aquí.

—De todas formas, probablemente los hubiera envenenado —replicó el pelirrojo—. ¿Te has sentido bien después de anoche? ¿Te dio alguna poción o algo así?

Remus soltó una pequeña risa.

—Eres desconfiado, ¿no, Ron? Severus es nuestro aliado, tenemos que aceptar ese hecho. Los cinco debemos trabajar juntos porque, probablemente, ésa sea la única esperanza de matar a Voldemort.

—Ya se lo he dicho, Remus —intervino Hermione—. Pero él no es otra cosa que obstinado. Entonces, ya que vamos a estar incluidos en esto, ¿podemos saber de qué se trata?

—Sí, es tiempo de dejarles saber los detalles, Hermione. Severus no se mostró muy entusiasmado al respecto, pero Harry insistió.

Ron bufó con desagrado.

—¿Tampoco confía en nosotros?

—No estoy seguro —esta vez fue Harry quien contestó—. Creo que su punto es que mientras más personas lo sepan, más oportunidad hay de que uno de nosotros sea capturado y obligado a traicionar a los demás.

Ante la reflexión, Hermione se mostró solemne y Ron verdaderamente abatido, y ambos se tomaron las manos, brindándose consuelo mientras se sentaban a la mesa de la cocina. Remus se puso a hacer té y tostadas, en tanto Harry contaba a sus mejores amigos sobre Spinner’s End. No les dio la dirección, sólo les dijo que estaba en Halifax y no era como el hubiera imaginado que sería la casa del hombre. Ron se mostró sorprendido de que el antiguo profesor viviera en una zona muggle y que su casa fuera una pobre propiedad ruinosa. Si había una cosa que el pelirrojo entendía, era que el dinero no era una guía de cuán confiable era un mago.

Una vez que Harry y Remus terminaron su té y tostadas, empezaron a hablar. Remus explicó la posibilidad de que Harry y Severus lanzaran su magia en tándem, lo cual se lograría mediante una alianza mágica. Ron parecía bastante interesado en la idea, y Hermione estaba excitada por aprender sobre la teoría mágica que sustentaba el hecho. Eso fue hasta que Remus informó que la alianza debería asegurarse mediante un contrato permanente de matrimonio; en ese momento, sus opiniones cambiaron.

—Es una broma, ¿cierto? —exigió Ron, comenzando a enrojecer—. ¿No estarás hablando en serio?

—No hay otro modo, Ron. Es nuestra mejor oportunidad —dijo Harry sin inflexión.

—¿Pero seguramente habrá otros tipos de alianza que no impliquen matrimonio? —indagó Hermione.

—Esta forma de matrimonio utilizará sangre mágica para enlazarnos; es el más fuerte de los enlaces. Nada inferior funcionaría tan bien, y necesitaremos cada migaja de poder que podamos reunir. Snape está convencido de que el poder de Voldemort es diferente al de cualquier otro mago, y debo admitir que estoy de acuerdo con él, luego de haber enfrentado al bastardo más de una vez.

—Pero tú siempre lo has resuelto, Harry. Serás capaz de manejarlo una vez más —argumentó Ron.

—Es cierto que he sobrevivido –apenas– pero ha sido más por buena suerte que por poder. Nunca he estado ni cerca de herirle realmente, y mucho menos matarle. Incluso cuando él estaba débil y sin cuerpo, todo lo que conseguí fue expulsarle, pero no le infligí un daño permanente. Y ahora vuelve a ser fuerte dentro de su nuevo cuerpo; sería una completa insensatez ir contra él con algo menor que la opción más fuerte.

Ron y Hermione asintieron ante esto, pero ambos se veían apesadumbrados. Harry sabía cómo se sentían, se había sentido igual la primera vez que se lo habían explicado, y había pasado horas tratando de encontrar una salida. Fue una pérdida de tiempo. Finalmente, había aceptado la sabiduría del plan, y estaba determinado a hacer que funcionara lo mejor posible.

—Severus está redactando el contrato matrimonial. Una vez que esté hecho, podrán proseguir con la ceremonia de Compromiso —explicó Remus.

—Ésa es la parte que no puedo entender —declaró Harry.

—¿Cómo? —preguntó el mayor.

—Bueno, ¿por qué las prisas? Todavía tenemos cuatro Horcruxes que encontrar y destruir. Eso puede tomar meses. O incluso años. No tiene sentido estar casado todo ese tiempo con Snape si no hay necesidad.

—¡Malditamente correcto, compañero! —le apoyó Ron—. Yo no podría soportar estar casado con él sin importar las razones, ¡ni aunque Voldemort se apoderara del mundo! Ya es suficientemente malo tener sexo con un tío, pero Snape… ¡ugg! ¿Pueden imaginarlo? —Ron se estremeció teatralmente.

—Gracias, Ron —le amonestó Remus en voz alta. Le enojaba que el joven pareciera decidido a lograr que el trabajo de Harry fuera aún más difícil. Todos sabían eso, pero aún así había que hacerlo.

—Lamento que tengas que hacer esto —musitó Hermione, poniendo una mano sobre la que el moreno tenía posada sobre la mesa—. Siempre te toca a ti, ¿cierto?

Harry asintió, afligido; ése era el resumen de su vida. Sabía que el matrimonio involucraba sexo, claro que lo sabía, paro cada vez que pensaba en esta parte del plan, lo empujaba al fondo de su mente. Sin embargo, no podía seguir haciendo eso. Tenía que enfrentarlo.

Todavía era virgen. Aún más, era heterosexual, estaba firmemente convencido de eso. Había disfrutado el tiempo que pasó besando y acurrucándose contra Ginny, aunque nunca fueran más allá. Ginny había estado más informada que él, y él se había encontrado un poco incómodo, para ser sincero. Había querido avanzar, y cuando se encontró con que no estaba seguro de qué hacer a continuación, había retrocedido, detestando el sentimiento de ineptitud que quedó en él.

El pensamiento de tener sexo con un hombre era aterrador; Harry no tenía ni idea de cómo sería, y pensaba que, probablemente, dolería como el demonio. Sabía que a los tíos gay les gustaba meterse las pollas los unos en los traseros de los otros, algo que le sonaba atroz. No podía entender cómo a alguien le podía gustar algo tan doloroso y desagradable, y ahora iba a pasarle a él; a menos que estuviera encima, como había dicho Snape. ¿Y cómo podría hacer eso? Nunca había tenido sexo real –no que involucrara penetración– y seguramente luciría como un idiota, y apenas podía imaginar los comentarios sarcásticos y despectivos de Snape cuando se diera cuenta que no sabía hacerlo. Todo eso le tenía al borde del pánico.

—No puedo ver la razón para hacer esto tan pronto, Remus —insistió Harry, saliendo de sus reflexiones—. Me casaré con él, firmaré el contrato y todo eso, pero no todavía. Deseo ver que hayamos hecho algunos progresos con los Horcruxes antes de tener que lidiar con eso. Cuando encontremos el relicario y lo hayamos destruido, si la poción de Snape realmente funciona, lo haré. ¿Vale?

—Harry, es importante que se enlacen para que puedan practicar el funcionamiento de la magia conjunta.

—Lo sé, Remus. Pero aún cuando destruyamos el relicario, quedarán otros tres Horcruxes por eliminar antes de tener que enfrentarme con Voldemort. Eso requerirá mucho tiempo. De verdad, no quiero tener que ir a la cama con él hasta que sea inevitable. ¿Puedes culparme?

Harry se veía tan apabullado. Para Remus era evidente que el joven no era capaz de visualizar a Severus como amante. Él, por el contrario, podía hacerlo muy bien. Había algo irresistible en el oscuro hombre. No era atractivo en el acostumbrado sentido de la palabra, pero tenía algo que atraía intensamente. Sus movimientos elegantes y voz profunda también contribuían. Remus sacudió la cabeza, decidido a no obsesionarse con el atractivo sexual de Severus Snape o sus habilidades en la cama. No había tenido experiencia personal al respecto, pero estaría dispuesto a apostar que, como antiguo Mortífago, Severus sabría exactamente qué hacer.

>>Es sólo que no quiero hacer toda esa cosa gay, Remus —continuó Harry—. Sé que tengo que hacerlo, y lo he aceptado; pero aún así no lo deseo.

—Vamos a hablar más sobre esto, Harry. Quizás, si Ron y Hermione se van a Hogwarts por el resto del día, tú y yo podamos tener una charla tranquila. Puedo aconsejarte sobre esto. Es probable que desconozcas muchas cosas, y que estés lidiando con un montón de verdades a medias.

Harry asintió a regañadientes. Así que él iba a aprender todo sobre las alegrías del sexo gay mientras sus amigos regresaban a Hogwarts. Eso no era lo que había esperado cuando se Apareció para desayunar, pero probablemente era lo mejor. De algo estaba seguro, no iba a casarse con Snape hasta que fuera absolutamente necesario, ni siquiera si Remus lograba hacer que el sexo sonara bien.




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