La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Master Snape’s Community. Capítulo 9. Esta persona especial

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alisevv

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MensajeTema: Master Snape’s Community. Capítulo 9. Esta persona especial   Master Snape’s Community. Capítulo 9. Esta persona especial I_icon_minitimeDom Ene 24, 2010 10:26 pm

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Harry subió a la cama, puso su varita en la mesita de noche, y como si fuera una señal, las luces principales se apagaron de repente. Su corazón dio un salto al tiempo que hurgaba buscando su varita.

—¡Lumus Mínima!

En verdad esperaba que fuera permitido, pues el brillo tenue de la punta de su varita, le hacía sentir mucho mejor. La dejó sobre la mesilla, la punta sobresaliendo del borde, donde brillaba como una pequeña estrella amistosa. Se acostó y suspiró. La completa paz y tranquilidad que ahora le rodeaban eran idóneas, y se sentía realmente cómodo allí. Su mano vagó hacia sus pantalones.

Había pasado mucho tiempo desde que debatía consigo mismo si debería hacer esto cada noche en la cama; se había convertido en un hábito. De todas formas, sabía que era una batalla perdida; iba a tocarse, así que tenía muy poco sentido cuestionarse si era aceptable, y si era normal o no. Y el maestro Snape había dicho que debías mantener tu mano en tu vara de agitar, ¿no? Lanzó una risita mientras su mano aferrada su semi-erecta polla.

Comenzó a acariciarse, concentrándose en la sedosa sensación de su piel moviéndose sobre la dura carne de su erección. Se sentía tan bien, sensible y caliente. Lanzó un pequeño gemido de felicidad y empujó sus caderas hacia arriba. El maestro Snape había dicho que el sexo era natural, y también formaba parte de la magia. Harry suponía que por eso se sentía tan bien. Sabía que su magia innata era fuerte, pero, habitualmente, estaba demasiado nervioso para dejarla surgir. Recordaba un incidente en su niñez, cuando la magia sin varita había estallado en la casa de sus tíos. Ellos le habían castigado severamente por ello, y él había sido muy cuidadoso, no permitiendo que sucediera de nuevo después de eso. Cuando trabajaba con la varita en clases, lo hacía muy callado, para evitar algún otro accidente. El hecho de que pudiera hacer cualquier hechizo sin dificultad, le hacía consciente de lo poderosa que era su magia subyacente, aunque nunca se había atrevido a probar hasta dónde alcanzaba dicho poder.

Cuando sus caderas comenzaron a adquirir mayor ritmo, la cama comenzó a chirriar. Entonces, su impresión fue total cuando la puerta fue abierta y una oscura figura dio un paso al interior, pues él no había escuchado pasos acercarse por el pasillo.

—¿Harry?

Su mano soltó su polla y la otra jaló las mantas hasta su barbilla mientras él susurraba:

—¿Quién está ahí?

—No te preocupes. Soy yo, Severus. Me pareció escuchar un ruido y me preguntaba si todo estaba bien. Me gusta verificar que los grupos están ubicados antes de retirarme.

El maestro Snape cerró la puerta detrás de él y se acercó a la cama.

—Oh, lo siento, no quise hacer ruido —se disculpó Harry, avergonzado porque el hombre debía haber escuchado los muelles de la cama quejándose. Se alegraba de la poca luz, algo más brillante y Snape habría visto la expresión culpable que mostraba en ese momento—. Lamento lo de la luz; me asusta un poco la oscuridad total…

Estaba incómodamente consciente de su erección, que había disimulado levantando las rodillas y haciendo una tienda de campaña con las sábanas, encubriendo su dureza, que se levantaba justo a la derecha de donde Snape (¡Severus!) estaba parado.

—Está bien, Harry. Se te permite tener una pequeña luz aquí; es sólo que nos gusta mantener los pasillos y el resto del edificio a oscuras, y especialmente tranquilo si podemos, por las pociones…

El mago mayor se sentó en un lado de la cama de Harry. Su voz era profunda y tranquilizadora, y el chico no quería dejarle ir. Se alegraba de que se hubiera sentado.

—No soy una persona ruidosa, Severus —murmuró.

—Eres una persona muy especial, Harry. Me di cuenta en cuanto llegó tu grupo. Eres diferente a los demás.

—Siempre he encontrado difícil adaptarme —confesó.

Era extrañamente fácil contarle todo a este hombre. Dudaba que lo fuera a ver después del siguiente día, así que no importaba realmente lo que le dijera; pero, más que eso, sentía una afinidad con Severus que nunca antes había sentido con nadie más.

—Yo era igual a tu edad —se sinceró Severus—. Existen otros que sienten lo mismo, que encuentran difícil encajar en la sociedad mágica actual. Por eso creé esta comunidad. Construí un lugar hecho para mí y para unos pocos selectos. Vivimos en paz y somos capaces de alcanzar grandes cosas, mientras estaríamos fuera de lugar en la mayoría de los demás ambientes.

—Sí, lo veo —contestó. Estaba disfrutando al tener a Severus allí, hablando de esa forma.

—Eres un estudiante de Pociones Avanzadas. ¿Crees que te irá bien en el examen de tus EXTASIs?

—Eso espero; es mi materia favorita, junto con Estudios de Artes Oscuras.

Las cejas del hombre se alzaron.

—¿Y qué planeas hacer después de la escuela, Harry?

—No lo sé. Francamente, no lo sé —contestó, sombríamente.

—¿Seguramente, habrá un montón de carreras abiertas para un graduado de Hogwarts?

—Probablemente… Es sólo que no me adapto muy bien. Fui criado por muggles hasta que me enviaron a Hogwarts. Incluso allí piensan que soy extraño, a causa de mi cicatriz.

Severus frunció el ceño.

—¿Qué cicatriz, Harry?

En respuesta, el muchacho levantó su cabello con un dedo. La cicatriz con forma de rayo era pálida, pero clara.

—Ah… —musitó Severus, siguiendo la forma con la punta de sus dedos—. Una cicatriz de maldición, eso es seguro. Y una muy particular. La forma de la cicatriz depende de la maldición que te golpea. Tendría que investigar para saber cuál fue, pero nunca he visto una similar. ¿Cuándo sucedió?

—Yo era un bebé de sólo un año de edad —explicó—. No lo recuerdo, por supuesto. Mis padres están muertos; mis tíos me dijeron que por una explosión de gas. No fue sino hasta que llegué a Hogwarts cuando me dijeron que era la cicatriz de una maldición.

El Maestro asintió.

—Siento que eres un mago poderoso, Harry. Un día tendrás niños poderosos.

Harry enrojeció, antes de fruncir el ceño y entristecer la expresión. En realidad, no creía que pudiera tener hijos nunca, aunque le hubiera gustado. Debería unirse con una bruja para que eso pasara, y sabía que no deseaba hacer eso.

Severus alzo la mano y tocó la caliente mejilla de Harry.

>>¿No crees que eso pasará un día?

—No. No me gustan… bueno, no me llevo con las chicas de esa manera —murmuró—. Quiero decir, hablo con ellas y todo, es sólo que no me excito cuando pienso en chicas —enrojeció aún más, y nuevamente se alegró de la casi oscuridad.

—Ah, ya veo. Quieres decir que eres como Relámpago —indagó el maestro de Pociones, sus dedos trazando la suave mejilla y permaneciendo en su mandíbula.

Harry se estremeció. ¡Merlín! Se sentía bien, y eso no ayudaba a que su erección se calmara.

—No lo sé, no he estado con nadie, ni chica ni chico. Simplemente soy uno de esas vírgenes risueñas de las que hablaste —ahora, su rostro estaba en llamas.

—Lo siento, Harry, no estaba atacándote a ti; nunca a ti. Es que ese exasperante chico rubio necesita disciplina.

Harry asintió, concordando fervientemente con Severus en ese punto.

>>Y la virginidad no es una vergüenza en un joven como tú. Consérvala hasta que sepas a quién quieres entregarla —su voz era profunda de nuevo, y Harry tembló en respuesta—. Aquí siempre habrá un lugar para ti, y una oportunidad para preparar e incrementar tus conocimientos en Pociones. Como Maestro, puedo tomar un aprendiz, proporcionarle instrucción que contribuya a su capacitación. Y tu evidente poder y fertilidad ayudarán al éxito de nuestra comunidad.

Harry sonrió. ¡Le estaba preguntando si deseaba venir a vivir aquí! ¡Nunca antes se había sentido apreciado por si mismo, y se sentía maravilloso!

—Sé que soy bastante poderoso, Severus. Debo ser cuidadoso cuando lanzo hechizos, para no sobrepasarme. Una vez exploté la cabeza de una estatua mientras trataba de levitarla, y eso sucedió en mi primer año. ¡Creo que la cabeza terminó en la luna!

Ambos rieron, y se sintió algo cálido y amistoso. Harry se abrió un poco más, encontrando una rara vena de confianza en la compañía de ese hombre.

>>Pero yo no sé nada sobre mi fertilidad, soy demasiado joven…

—¡Por supuesto que no! —exclamó Severus—. Estoy seguro que tienes eyaculaciones frecuentes, un chico de tu edad.

—Umm… bien… —tartamudeó, enrojeciendo.

—Oh, te avergoncé de nuevo, lo lamento. De verdad, no es algo de lo que avergonzarse, Harry. La semilla de un mago fertiliza cada vez que se derrama. Puede fertilizar a una mujer, a un hombre, a la tierra, o incluso a un hechizo o un escudo mágico. La semilla del mago es poderosa, Harry. Tú eres poderoso. Se que serías una gran fuerza para la fertilidad en dondequiera que fueras. Cada vez que eyaculas, fortaleces tu propio campo mágico.

La mano de Severus había bajado y ahora estaba posada sobre el hombro de Harry. El joven podía sentir calidez y poder fluyendo de esa mano hacia su cuerpo. Tembló y levantó los ojos hasta el rostro del Maestro.

>>¿Te gustaría que te mostrara cómo aumentar aún más tu poder y fertilidad, Harry? —preguntó Severus, su voz suave y profunda.

—Er… ¿qué? —tartamudeó. Se sentía como un tonto de remate, consciente de que no sabía virtualmente nada acerca del sexo, excepto que le gustaba pajearse. Mucho.

Severus hizo una caricia a lo largo del hombro del muchacho, y su otra mano le imito en el otro lado.

—No temas. No tienes que saber nada. Puedo enseñarte todo lo que necesitas saber. Puedes ser mi aprendiz en esto, como en todo, si así lo deseas. Pero sólo si lo deseas, Harry…

Severus se inclinó, y de repente, Harry supo que iba a besarle. Su rostro estaba ahí, justo frente al propio, los ojos oscuros clavados en la confundida mirada verde, su respiración soplando contra los labios de Harry. El tacto de la corriente de aire hizo que se lamiera los labios, abriendo ligeramente la boca como si diera la bienvenida al débil contacto del aire perturbado.

Severus le besó. Suaves y secos labios cerrándose sobre Harry, mientras estabilizaba su rostro con las manos. El joven no pudo contener un gemido; esto era tan real, tan abrumador. Había soñado con ser besado, pero nunca por una persona específica; en sus sueños, sólo era una nebulosa figura imaginaria. Se sentía sobrecogido por la sensación de los labios de Severus sobre los propios, su calidez y ternura eran asombrosas. El apoyo de las manos del hombre, y su picante esencia a almizcle, le estaban excitando. Su erección palpitó; dura, urgida, y goteando pre-semen, todavía oculta bajo la sábana.

—Oh —jadeó, mientras el maestro de Pociones se apartaba.

—Espero que no te importe. He deseado besarte desde que te vi por primera vez —susurró, y sus manos se deslizaron hasta los antebrazos del muchacho para abrazarle contra su cuerpo—. No tengo derecho, pero algo me empuja hacia ti, Harry. Algo me dice que eres especial para mí. Siempre he sentido que no encajaba con la mayoría de las personas. Nunca encontré a nadie que deseara como mi compañero, para ser mi amado.

—Pero Severus, tienes todas esas personas aquí.

—Sí, pero la mitad de ellos son mujeres y el resto viejos o, como en el caso de Danyel, intelectualmente incompatible.

—¿No deseas una bruja, entonces? —susurró Harry, conteniendo la respiración en espera de la respuesta.

—No. Como tú, Harry, prefiero a mi propio sexo. Deseo un hombre joven que esté a mi lado, compartiendo mi vida. Un joven muy especial.

Se inclinó hacia delante y le besó una vez más. Harry tembló bajo su tacto y de su garganta escapó un gemido, mientras su pene vibraba y pulsaba. Le gustaría mucho ser ese ‘joven especial’ para Severus.

>>¿Quieres que te muestre cómo aumentar tu poder y fertilidad, Harry? —murmuró.

—¿Qué tengo que hacer, Severus?

—Sólo beber un poco de poción… Luego, acostarte y disfrutar tú mismo… Es tan sencillo como eso… —explicó, mientras depositaba pequeños besos a lo largo de su mandíbula.

—Mmm… —gimió Harry, incapaz de pensar apropiadamente mientras un hormigueo subía y bajaba por su cuello, haciendo que su corazón latiera excitado.

Severus metió la mano en su bolsillo y sacó un pequeño vial.

—Esto es una Poción Enriquecedora, Harry. Te hará más fértil que antes, aunque dudo que la necesites realmente. ¿Lo intentamos? Yo voy a tomar un poco…

Harry miró los ojos negros y vio la llama del deseo dirigida hacia él.

>>Si lo prefieres, yo la tomaré, para que tú puedas aguardar y observar —continuó Severus, inclinando el frasco y tomando un trago de la poción.

—Por favor, Severus, yo no sé nada… —gimió, sintiéndose estúpido e inadecuado.

—¿Te gusta tocarte, Harry? —preguntó el Maestro, y bajó la mano, empujando la sábana más cerca del cuerpo del joven. Bajó la vista y notó su muy evidente erección, que se mostraba como una cresta bajo la sábana.

—Sííí… —susurró el otro, y ya no estaba avergonzado en absoluto. Sólo miró al alto hombre oscuro y observó que le sonreía.

—Bien, puedes hacerlo ahora si quieres, veo que lo necesitas. O yo podría hacerlo por ti —ofreció, rozando la línea de la polla de Harry con su mano.

El muchacho jadeó.

—¡Oh!

Severus jaló la sábana, apartándola, exponiendo los pantalones abiertos de Harry y su polla elevándose a través de la abertura del frente. El hombre jaló el pantalón a la derecha, deseando verlo todo sin ropas de por medio.

—¿Te estabas tocando cuando llegué, Harry?

—Oh… sí… —admitió. No sería capaz de soportar mucho más de esto, necesitaba tocarse su punzante polla, aliviarse—. Por favor…

Y Severus le tocó. Acarició su dura erección, haciendo que bombeara bajo su mano. El joven jadeó, como si el temor se alejara de él.

—Quiero complacerte, Harry —murmuró Severus, su voz profunda parecía ir directo a la espina dorsal del otro, quien levantó sus caderas contra la mano del hombre.

El Maestro se inclinó sobre él y le besó. Esta vez el beso fue demandante, pidiendo la entrada en su boca. Harry la abrió gustoso y encontró que tenerla llena de Severus era una sensación extraña. Por un momento, olvidó su dureza, mientras su mente se enfocaba en la increíble sensación de tener al hombre en su interior, dentro de su boca. La lengua de Severus acariciaba su paladar y su propia lengua, y delineaba sus dientes. Sus labios se movieron sobre los de Harry, y el sabor fue tan delicioso, que la lengua del joven los lamió a su vez. Severus gimió en su boca, y luego se apartó.

>>Eres tan dulce, tan dulce —canturreó suavemente al oído de Harry.

La mano del Maestro acarició y se enroscó a lo largo de la masculinidad del muchacho, quien gimió y se retorció bajo la sensación de tener a alguien más tocándole. Aquello superaba sus más salvajes fantasías, al no haber tenido nunca nada real en que basarlas.

Severus podía sentir que el otro estaba cerca; era joven y se correría muy pronto.

>>Cuando te corras, Harry, tu semilla enriquecerá tu propio poder mágico. Se extenderá sobre tu piel y fertilizará tu aura. ¿Me comprendes?

Harry estaba más allá de las palabras. Sus testículos se habían apretado, sentía crecer la presión, y sabía que explotaría en cualquier segundo. Asintió, aunque sin estar muy seguro de con qué se estaba mostrando de acuerdo.

>>Entonces, vente para mí; enséñame lo que puedes hacer…

La rica voz de Severus pidiéndole que se corriera fue el final para él. Sus caderas dieron una poderosa embestida, su polla pulsó en la mano de Severus, y el semen salió por la punta, alto y poderoso, antes de caer sobre su estómago. Las pulsaciones posteriores se debilitaron en la mano del Maestro, que siguió ordeñando la erección hasta que las replicas terminaron y no salió nada más.

—Aah, Severus… —gimió, su voz tenue y exhausta.

—Mírame, Harry —el tono era profundo y apremiante.

Harry abrió los ojos, aunque le hubiera gustado seguir acostado con los ojos cerrados un poco más. El hombre llevó la mano cubierta de semen a su boca. Extendió sus empapados dedos y, abriendo la boca, tragó el primero. El joven pudo ver su lengua girando alrededor de cada dedo, para luego pasar sobre el dorso de la mano, donde el perlado líquido había hecho líneas. Harry gimió; jamás había imaginado algo así.

Con la mano nuevamente limpia, Severus se inclinó y le beso, profunda pero cuidadosamente, la lengua acariciando lentamente el interior de su boca. Harry pudo probar su sabor en la boca de su amante, amargo y extraño. Reflexionó que no le gustaba mucho, pero deseaba conservar de todas formas ese sabor, intrigado por la experiencia.

Cuando el Maestro se separó, habló nuevamente.

—Necesito descargarme, Harry…

El joven observó sus ojos. Severus miró hacia su propio pantalón de pijama y bajó sus manos para soltar el botón. Harry observó fijamente, fascinado. Había un parche de humedad donde la erección del Maestro de Pociones había presionado contra el material. Cuando el botón se abrió y la polla del mago mayor saltó libre, Harry jadeó.

¡Era enorme! La polla de Severus era mucho, mucho más grande y gruesa que la suya. También tenía más pelo alrededor de la ingle. Era oscura y casi se veía furiosa. Los ojos verdes se abrieron como platos, y debía lucir impresionado.

El Maestro llevó la mano a su miembro y acarició arriba y abajo, mientras Harry observaba cada movimiento, respirando pesadamente, excitado. Estaba acostumbrado a mirarse a sí mismo, y a su propio tamaño y forma, y a su propia técnica de frotación, pero esto era diferente. ¡Todo era diferente!

>>No te asustes, Harry —le tranquilizó—. Esto es porque yo tengo mi tamaño completo. Tú también serás más grande en unos años.

—¿Igual que esto? —su tono era de incredulidad.

—No exactamente igual, Harry. La gente no es exactamente igual, ¿verdad? Pero no soy un fenómeno, créeme.

—Eres… hermoso —susurró, dándose cuenta que realmente lo pensaba.

El joven extendió su mano con temor, como la primera vez que había tocado un hipogrifo. Severus le sonrió.

—Tócame si quieres. Por supuesto que puedes… me encantaría que lo hicieras.

Así que Harry tocó la dura polla del hombre, y tembló de excitación. Era maravillosa, y rodeó con sus dedos el duro mástil y movió su mano arriba y abajo, concentrándose en la maravillosa vista y la sensación de que su mano estaba sosteniendo el miembro de un hombre completamente desarrollado.

Severus gimió con placer.

>>Tan delicioso… —inclinó la cabeza y se relajó mientras Harry continuaba sus atenciones. Después de un rato, se inclinó hacia adelante y colocó sus brazos alrededor de Harry. Atrayéndole en un apretado abrazo, se estiró junto con el chico en la estrecha cama. Apoyó su erección sobre el muslo de Harry y empezó a embestir contra su pierna. Gimió de placer y urgente necesidad.

Harry flexionó los músculos del muslo, y Severus embistió más fuerte, respondiendo a la presión.

—Harry… si fueras mío… te tomaría ahora… te follaría ahora…

El joven se estremeció, no sabría decir si de miedo o de total necesidad. Su polla estaba dura de nuevo, a causa de las palabras y los movimientos del hombre.

>>Me voy a correr, Harry… voy a inundarnos con mi semen. Vamos a ser muy poderosos juntos. Lo sentirás, Harry.

El chico tenía los brazos alrededor de los hombros de Severus, sosteniéndole muy cerca. No quería perderle. Deseaba que Severus permaneciera ahí, duro contra él, tan cerca…

Los empujes de Severus aumentaron de velocidad. Deslizó su cuerpo hacia arriba ligeramente, su caliente erección frotando y empujando contra el muchacho de ojos verdes hasta que consiguió lo que deseaba, el calor y la dureza de la receptiva polla de Harry.

>>Aah, mi buen chico —gimió—. Me deseas de nuevo…

Frotó su dureza contra la de Harry como si delineara su longitud con la propia, frotando adelante y atrás, una y otra vez, mientras ambos sentían cómo el poder sexual se concentraba en sus ingles, chispeando a lo largo de los realzados nervios de sus erecciones. Severus alargó la mano y aferró ambas pollas, sosteniéndolas alineadas, y empujó y bombeó.

Harry no pudo evitarlo; no pudo mantenerse quieto bajo esta avalancha. Se retorció y embistió a su vez, y sus durezas casi parecían atacarse la una a la otra, cada una deseando empujar a la otra, o absorber a la otra…

>>Harry… —la voz de Severus era un profundo y retumbante gruñido. La cualidad melodiosa había desaparecido, reemplazada por una cruda necesidad—. Córrete de nuevo para mí, Harry.

Severus apretó y el aumento de presión hizo que el otro gritara mientras hacía lo que le había sido ordenado. Y mientras sentía como el orgasmo le tragaba, se dio cuenta que Severus también estaba explotando, que también estaba gritando, y que las ondas de presión sincronizaban una con la otra, y salían a borbotones uniéndose en una maravillosa fuente sobre sus pechos y estómagos.

La eyaculación de Severus parecía interminable. Harry estaba consciente de que él ya había eyaculado una vez, pero el orgasmo del hombre parecía mucho más copioso que los dos suyos juntos. Jadeó y se sintió desmadejado en los brazos del Maestro.

>>Sí, descansa ahora, mi dulce muchacho —susurró Severus—. ¿Puedes ver nuestras auras?

—No… —contestó, desconcertado.

—Si puedo te enseñaré, Harry. Nuestras auras son energía, pulsando y brillando con la liberación del poder de nuestro sexo.

—Parece que tú… eyaculaste… mucho, Severus —comentó con timidez.

—La poción fortalece mi organismo, Harry. Si tú la hubieras tomado, también habrías sentido un orgasmo más intenso y prolongado. Es bastante segura, y se utiliza con regularidad en los ritos de sexo mágico.

—Oh.

—Ahora, permíteme limpiarnos —susurró, y alargando la mano hasta la mesilla de noche, tomó su varita, que debía haber colocado al lado de la de Harry cuando se sentó.

Después que el Maestro murmurara un hechizo, Harry se sintió limpio, cálido y seco de nuevo. Suspiró feliz. Severus se inclinó y le besó suavemente.

>>Duérmete, mi querido —musitó—. Ya te estoy extrañando.

Harry gimió ante la pérdida cuando Severus se levantó.

—Desearía que pudieras quedarte…

—¿Y qué dirían tu profesora y compañeros sobre eso, Harry? No, si deseas estar conmigo, como yo deseo que estés aquí, debes terminar la escuela primero. Entonces, quizás podrá haber una oportunidad para nosotros.

Harry asintió, sus ojos escociendo por las lágrimas. Él le deseaba, Merlín lo sabía. De lo que podía recordar, este hombre era la primera persona que le había querido por sí mismo, sólo por ser él mismo. Severus no pensaba que era un fenómeno, un presumido, o un endeble. Severus le quería. Sus lágrimas eran de tristeza por lo que no podría ser por el momento, y de felicidad por haber encontrado a esta persona especial.

El Maestro salió, y la noche quedó tranquila de nuevo. Muy pronto, Harry dormía.




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