La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Dos palabras para desear vivir. Capítulo 2

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bruixa

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MensajeTema: Dos palabras para desear vivir. Capítulo 2   Dos palabras para desear vivir. Capítulo 2 I_icon_minitimeLun Ene 11, 2010 12:09 am

Titulo: Dos palabras para desear vivir

Personajes principales: Harry Potter, Severus Snape, Albus Dumbledore, Ron Weasley, Hermione Granger y Lord Voldemort ( Con la participación esporádica de otros personajes secundarios)

Pareja: SS/HP

Clasificación: Esto..... no lo sé

Disclaimer: Los personajes no son míos, son de Rowling. No gano nada con esto, sólo diversión.

Advertencias: Habrá sexo; pero vaya, nada que no se haya leído antes.

Resumen: Harry sufre una gran depresión y lo único que desea es morir o dejarse matar por Voldemort, con la esperanza de que nadie más resulte herido por su causa.

Dos palabras para desear vivir

Capítulo 2



Severus Snape volaba tan rápido como podía a la altura de las nubes siguiendo el rastro que dejaba Harry con un montón de preguntas dando vueltas en su cabeza.


¿Cómo alguien puede tener esa magia tan poderosa? Sé que Potter es más fuerte de lo que aparenta; pero… ¡Por Merlín, si es un crío que aún no ha cumplido 16 años! ¡Ni siquiera el Lord puede desplegar esa energía!


Ya llevaba casi una hora de vuelo, estaba sobrevolando las últimas cadenas montañosas antes de llegar al mar.

Esto no puede ser. La magia que detecto sigue teniendo la misma intensidad que al salir de Hogwarts. Es sencillamente imposible; pero…el mocoso ya ha demostrado muchas veces que la palabra “imposible” no está en su vocabulario. Vamos chico…detente ya, que se me está acabando la tierra y volando a esta altura, por más que me he aplicado un calorus, ya empiezo a congelarme.


Y efectivamente, la tierra de Escocia se acabó, dando inicio el inhóspito Mar del Norte y el rastro seguía siendo fuerte.


Harry James Potter Evans, cuando te pille -pensaba Severus- ¡Te voy a tener castigado hasta que te gradúes! ¿Se puede saber a dónde crees que vas?


Habían pasado menos de diez minutos volando mar a dentro cuando, de pronto, el rastro desapareció de golpe.

Severus localizó el punto exacto en el cual cesaba de percibir la magia de Potter y, descendiendo en una amplia espiral miraba por todos lados cada vez más desesperado hacia las embravecidas olas que se extendían bajo sus pies.

Los ojos ya le estaban picando por no parpadear cuando algo atrajo su atención.

Una ola, al elevarse, reveló una mancha negra.

Severus imprimió la máxima velocidad a su escoba, llegando a escasos centímetros sobre lo que era, por fin, el cuerpo de Harry, el cual estaba boca a bajo con la cabeza sobresaliendo, a duras penas del agua, gracias a que la Saeta de fuego estaba debajo de ella.

Alargando la mano, agarró el cuello de la túnica de Harry y de un poderoso tirón le sacó del agua sentándolo en su regazo y mientras daba la vuelta a su escoba para volver a tierra firme, le iba tanteando el cuello con sus largos dedos buscando un signo de vida.


¡Oh, no! Esto no está bien. No le encuentro el pulso. ¡Vamos, vamos, más rápido!


Al llegar a la orilla, frenando bruscamente, dejó caer boca arriba el cuerpo de Harry en el suelo pedregoso mientras bajaba de un salto de la escoba.

No había tiempo para ser delicado -pensó Severus.

Rápidamente posicionó el cuello para despejar las vías respiratorias, tapó la nariz con una mano y con la otra forzaba la barbilla para abrir la boca.

Tomó una bocanada de aire y juntando sus labios contra los amoratados y fríos de Harry, insufló dentro, comprobando que el pecho se elevaba. A continuación dio un fuerte golpe a la altura del corazón e inició el masaje cardíaco.


- Uno, dos, tres, cuatro, cinco -contaba Severus. Otra bocanada de aire de boca a boca-. Vamos Harry, respira. Uno, dos, tres, cuatro, cinco -otra vez el boca a boca-. Venga muchacho, no te rindas.


De pronto, una inspiración dio paso a una tos seca acompañada de un chorro de agua. Severus le giró la cabeza para que acabase de sacarla toda.


- Potter. ¿Me oyes Potter?


Harry entreabrió un instante los ojos y sólo vio dos pozos de intensa negrura antes de caer nuevamente en la inconsciencia.


- Mierda. No noto ni un atisbo de magia en Potter. Necesito mis pociones o le volveré a perder. ¡Expecto Patronus! Busca a Albus Dumbledore y dile que prepare la enfermería; que tengo a Potter y ya vamos para allá -instruyó Severus a la hermosa cierva blanca que era su patronus.


Tras aplicarle un hechizo de secado y otro calorífico, Severus levantó a Harry entre sus brazos, pensando: Este crío no pesa nada y aparenta por lo menos dos años menos de los que tiene ¿Cómo ha sido capaz de hacer lo que ha hecho?

Y con el cuerpo de Harry fuertemente apretado contra su pecho, Severus se desapareció de la playa para aparecer acto seguido junto a las verjas de Hogwarts.

-----------------------------------------------------------



- Minerva, Sr. Weasley, Srta. Granger, por favor, tomen asiento -dijo Dumbledore mientras se sentaba en su lugar habitual-. Perdonen que vaya directamente al grano; pero lo que ha ocurrido hoy con Harry es muy grave y puede tener consecuencias desastrosas.

- Director -dijo Hermione-. Nunca había visto a Harry de esta manera. Ni siquiera cuando tenía sus arrebatos, en los que su magia se descontrolaba, había notado esa fuerza descomunal. Sinceramente he de admitir que estoy aterrorizada.

- Yo… yo -balbuceaba Ron, frotándose nerviosamente las manos-. ¿Le han visto los ojos? A penas tenían color. ¡Daban miedo! No nos conocía. No ME conocía -gritó, dejando caer gruesas lágrimas-. ¡Soy su mejor amigo y no me reconoció! ¿Qué le ha pasado para que se ponga así? ¿Quién es el responsable?

- Sr. Weasley, por favor, cálmese. Lamento ser tan brusco en estos momentos; pero les necesito serenos para que comprendan lo que les voy a decir.

- Shhh… Ron, tranquilo -dijo Hermione-. Todo se solucionará, ya verás. Harry es fuerte y superará lo que sea que le pase. Ya sabes -dijo forzando una sonrisa- : Harry es Harry.

- Bien -continuó Dumbledore- como saben, dentro de unos días se acaba el curso y todo el alumnado regresará a sus casas. Dada la situación actual, con Voldemort totalmente activo y los más peligrosos mortífagos fugados de Azkabán, no podemos permitir que cualquier información del despliegue de poder que ha demostrado tener Harry llegue a oídos no deseados. Espero, Minerva, que me apoyes en lo que voy a proponer.

- Soy toda oídos, Albus. -Respondió la profesora.

- He decidido obliviar a todos los alumnos y profesores, salvo los que estamos es este despacho, a Harry y a Severus.

- ¡Pero Albus, eso está prohibido!

- Por eso necesito que me apoyes, querida Minerva. Supongo que el Sr. Weasley y la Srta. Granger no tendrán ningún inconveniente; puesto que estamos hablando de la seguridad de Harry. Además, hemos de actuar rápidamente, antes de que alguien no pueda esperar a volver a casa y decida enviar alguna carta.

- Por mi adelante -dijo Hermione.

- Lo que sea por Harry -ratificó Ron.

- Está visto que no queda más remedio -claudicó la profesora McGonagall-. ¿Pero ha de ser a todos, incluso a los más pequeños?

- Sí, Minerva. Ha de hacerse con todos. Ya sabes como de rápido pueden llegar a expandirse los rumores ¿No?

- Cierto, Albus. He de admitirlo. Bien, ¿Cómo lo hacemos?

- Como hacerlo uno a uno nos puede llevar una eternidad, tú, Minerva, vas a convocar a todos los alumnos y profesores para que acudan al Gran Comedor.

- Y nosotros -dijo Hermione- ¿Qué podemos hacer?

- Srta. Granger -contestó el Director-. La he visto realizar conjuros y hechizos mucho más avanzados de los que le corresponde. ¿Puedo asumir que es capaz de lanzar un obliviate de forma segura?

- ¡Por supuesto! -respondió ufana-. Sólo dígame hasta cuando quieren que olviden.

- Uhmmm…. Por eso es usted mi alumna favorita -sonrió el Director-. Vamos a hacer las cosas bien. Vamos a lanzar un Obliviate para que olviden todo a partir de la hora de empezar a cenar de ayer y además un Desmaius calibrado para que despierten a dicha hora.

- Pero Director -dijo Ron-. Si los alumnos se despiertan con las cabezas sobre la mesa o tirados por el suelo si llegan a caer de los bancos, eso será muy raro. ¿No le parece?

- Cierto, Sr. Weasley -dijo aplaudiendo el Director-. Alabo su mente metódica -provocando un profundo sonrojo de satisfacción en el pelirrojo-. ¿Qué propone?

- Pues… -dudó Ron unos instantes mientras pensaba-. Justo después de lanzar el Obliviate y antes del Desmaius, transformar los bancos para que tengan respaldo, para evitar que puedan caerse de espaldas y reposabrazos para que no caigan de lado. A los que caigan sobre las mesas podemos recolocarlos manualmente.

- ¡Perfecto! -Alabaron al mismo tiempo el resto del grupo, haciendo que el sonrojo de Ron se incrementase varios grados más.

- Pues pongámonos manos a la obra. Minerva, te encargas de convocar inmediatamente a todo el mundo en el Gran Comedor y después vas a la enfermería. Allí lanzarás los hechizos sobre los que queden y, Minerva, a Poppy también.

- Entendido -dijo la profesora McGonagall saliendo del despacho.

- Srta. Granger, Sr. Weasley. Ustedes irán por las cuatro Casas buscando rezagados. A los que encuentren, les lanzan los hechizos y les acomodan en sus salas comunes. Aquí tienen las contraseñas de las otras tres Casas -dijo el director dándoles un pergamino con las contraseñas pertinentes.

- Puede confiar en nosotros -dijeron los chicos ya en las escaleras y cerrando la puerta.

- Harry, muchacho, ¿Dónde estás? -Susurró para sí el director.

Justo en el momento en el que el Director se levantaba para dirigirse al Gran Comedor, con un fogonazo de luz se apareció el patronus de Severus, avisando de su próxima llegada.

Los ojos del Director brillaron de alegría; pero acto seguido pasaron a un gesto de preocupación. Tenía que llegar a las puertas de los cerdos alados de inmediato; así que, tomando un pasadizo secreto que estaba detrás de una estantería, en menos de un minuto ya se encontraba corriendo por los jardines justo en el momento que Severus, con Harry en los brazos, hizo su aparición.

- ¡Madición! Debí suponer que la aparición sería demasiado en el estado en que está Potter -se dijo Severus-. ¡Albus, no respira! No hay tiempo. ¡Se muere!

- Severus, no puedes llevarlo a la enfermería. Luego te contaré. ¿Tienes reservas de pociones en tus habitaciones?

- Pues claro, Albus.

- Bien, entonces llévale allí y haz lo que puedas para revivirle. Utiliza la entrada lateral y no dejes que os vea nadie. Yo he de hacer algo urgente en el Gran Comedor y tan pronto acabe iré a veros. Te lo confío, Severus -dijo el Director dando la vuelta, caminando más pausadamente hacia el castillo-. Me estoy haciendo viejo. Esto de correr ya no es para mí -se dijo con cierto pesar.

Severus tapó casi totalmente el cuerpo de Harry con su capa e inclinando un poco el hombro, consiguió que la cabeza de Harry cayera hacia atrás y juntando los labios con los del niño iba insuflando aire cada pocos segundos.

- Un poco más Potter, ya llegamos -dijo en su susurro mientras se encaminaba hacia un lateral del colegio.

Bajó rápidamente hacia las mazmorras, con los oídos atentos a cualquier ruido o voz, deseando no encontrar a ninguna de sus serpientes.

Antes de llegar a la puerta de sus aposentos ya estaba dando la contraseña y, pasando como una exhalación a su dormitorio, depositó a Harry sobre su cama sin dejar de aplicar la respiración boca a boca.

El chico tenía el pulso muy débil y errático y su piel estaba fría. Demasiado fría, se dijo Severus.

Le dio otra bocanada de aire antes de acercarse a un armario que estaba en el cuarto de baño y cogió un vial de reconstituyente. Aprovechó que el chico aún tenía los labios entreabiertos y vertió la totalidad del contenido dentro de la boca.

- Ahora tienes que tragar -dijo masajeando la garganta-. Muy bien Potter -animó Severus; ya que, aunque una pequeña cantidad de poción resbaló por las comisuras de los labios, notó que el resto bajaba por el esófago. En unos instantes debería hacer efecto.

Observó durante unos segundos; pero vio que seguía sin respirar por sí mismo y los labios persistían en un lóbrego color azul.

El reconstituyente no hacía efecto. Severus no era medimago; pero sabía como hacer reconocimientos básicos. Levantó la varita, susurró un hechizo y pudo apreciar, en la imagen que se proyectó encima de Harry, que tenía los bronquios casi colapsados. Eso podía solucionarlo él. Tenía las pócimas necesarias para poder solucionar ese problema.

Dándole más aire, volvió al armario de las pociones y retiró tres viales más: Un relajante, una poción para la irritación y otra para facilitar la regeneración de las mucosas de las paredes bronquiales.

Repitió el procedimiento anterior para hacer tragar las pociones y siguió insuflando aire en los pulmones mientras las pociones hacían su efecto.

De pronto notó que los labios de Harry se fruncían un poco para luego hacer una larga y profunda inspiración.

- Diantre de chico. ¡Me ha besado! -Dijo Severus, enderezándose como un resorte por la sorpresa.

Con mirada inquisitiva, se quedo observando la cara de Harry durante largos segundos con una mezcla de duda y de curiosidad, buscando en sus facciones algún cambio; pero viendo que seguía inconsciente, se quiso auto convencer que lo que habían hecho los labios de Harry no era más que un simple acto reflejo, como el de succión de los recién nacidos.

Ahora que por fin respiraba solo, quedaba el otro problema: La hipotermia.

Tenía que conseguir calentar lo antes posible aquel cuerpo que yacía desmadejado en su cama. Sabía que había leído en alguna parte que lo mejor, en estos casos, era dar un baño, comenzando con el agua casi fría e ir aumentando la temperatura, friccionando los miembros para reactivar la circulación.

Con un pase de varita encendió la chimenea para que se fuera caldeando la habitación y cargando al muchacho, entró en el cuarto de baño. Por suerte, además de la ducha, tenía una bañera.

La bañera, inspirada en el Egipto faraónico, estaba empotrada en el suelo del cuarto de baño. Más que bañera se podría definir como una mini piscina.

A Severus le encantaba; ya que uno de los pocos placeres que se permitía era justamente darse largos baños relajantes para desestresarse de alumnos como el que ahora tenía entre los brazos.

- Demonios, Albus, yo ya he hecho mi parte. Esto tendrías que hacerlo tú. Este mocoso es tu niño mimado, tu chico dorado. -Maldecía Severus por lo bajo.

Mientras se iba llenando la bañera, sostenía a Harry por debajo de las axilas con un brazo y con la mano libre le iba quitando la ropa. Por último dejó en una repisa las gafas que, milagrosamente, no había perdido en medio del mar.

Sin mirar más de la cuenta, observó que, si bien no era tan alto como la mayoría de sus compañeros de curso, estaba bien proporcionado. Se podía apreciar una incipiente musculatura que, siendo sincero consigo mismo, era muy favorecedora. Seguro que era por el quidditch, pensó Severus.

Poniéndose de rodillas y con mucho cuidado, introdujo a Harry dentro de la bañera sujetándole la nuca con una mano para mantener la cabeza fuera del agua. Con la otra mano inició un masaje por las piernas, los brazos, el pecho, cambiando la posición de vez en cuando para poder friccionar la espalda, mientras iba ejecutando un hechizo mental para ir aumentando la temperatura del agua de forma gradual.

Y fue en la espalda de Harry que, Severus, encontró algo que llamó su atención.

Sus sensibles dedos notaron varias cicatrices cruzándola de lado a lado, con algunas marcas más profundas.

Inconscientemente su mente se trasladó a su propia infancia y a los latigazos que le propinaba su padre cada vez que volvía a casa borracho.

- ¿Cómo está? -dijo el Director, sobresaltando al pocionista.

- ¡Por Merlín, Albus! ¿Quieres matarme de un ataque al corazón? Ya era hora que te dignaras venir.

- Lo siento, Severus, me ha sido imposible hasta ahora y me temo que la visita tiene que ser corta; sólo he pasado para ver como está Harry.

- El Sr. Potter ya no está en peligro inminente de muerte; pero aún no consigo que tenga una óptima temperatura corporal.

- ¿Por eso le tienes en la bañera?

- Si, es algo que leí no sé donde.

- Pues si no da resultado, yo sé otro procedimiento.

- ¿Podrías ilustrarme? Porque yo ya estoy con la espalda y las rodillas molidas por estar en esta posición.

- Ciertamente, Severus. Primero, ¿Puedes sacarle del agua?

Con un ligero esfuerzo, Severus cargó en brazos a Harry y se puso en pié.

Dumbledore efectuó un hechizo de secado para ambos; ya que Severus, al no haberse quitado ni la capa ni la túnica, había quedado empapado al poner las mangas dentro del agua para dar los masajes a Harry.

- Muy bien, Severus. Ahora ponle dentro de la cama -dijo el Director, apartando las mantas y la sábana.

- Estarás bromeando ¿No?

- No, Severus. No bromeo en absoluto. Por favor, hazme caso.

Con cara de pocos amigos, Severus hizo lo que el Director pedía y éste tapó rápidamente el inconsciente cuerpo de Harry.

- Tienes muy mala cara, Severus. Permíteme que te ofrezca un té -haciendo aparecer una humeante taza con un oscuro brebaje.

- Te lo agradezco, Albus. Realmente me hacía falta -dijo tomando un largo sorbo-. Uhm… fuerte y caliente, como a mi me gusta.

- Muy bien, hijo. Ahora, si me haces el favor -con un pase de mano transfiguró la ropa de Severus en un pijama-, métete dentro de la cama y abraza a Harry.

- ¡Ni loco! -Grito Severus-. Si quieres lo haces tú. ¡Os cedo la cama muy gustosamente!

- Severus, fíjate bien. Harry no genera suficiente calor propio y necesito que tú se lo proporciones.

- ¿Y por qué he de ser yo?

- Por varias cosas, hijo: Eres más joven, por lo que puedes dar más calor que mis pobres y viejos huesos; te ves realmente cansado, así que un par de horas de sueño te irán muy bien y por último, porque yo tengo todo un colegio a punto de despertar.

El Director iba relatando las razones por las que debía de ser Severus quien tenía que meterse en la cama, mientras suavemente le iba conduciendo hacia el otro lado, le ayudaba a entrar y le arropaba.

- Tu cama es enorme, hijo. Podrían caber cuatro adultos sin molestarse los unos a los otros; pero ahora es necesario que abraces a Harry y le mantengas lo más próximo que puedas a tu cuerpo.

- Por lo menos podías haberle puesto un pijama, ¿No? -Gruñó Severus mientras rodeaba el cuerpo de Harry, apoyándole parcialmente sobre su propio pecho.

- Oh! Esto me ha hecho recordar un pequeñísimo detalle. -Y con un último pase de varita, el pijama de Severus desapareció.

- Albus!!!!!

- Lo siento, hijo. Se me olvidó comentarte que como mejor se transfiere el calor es piel con piel -dijo el Director con un brillo divertido en sus azules ojos, mientras salía rápidamente de la habitación de Severus.

- Juro que esta me la pagas, Albus. Y a ti, Potter, ni se te ocurra despertarte ahora. Esto es denigrante -suspiró mientras se quedaba dormido por obra y gracia de un no tan estimulante té.
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sjare2012




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MensajeTema: Re: Dos palabras para desear vivir. Capítulo 2   Dos palabras para desear vivir. Capítulo 2 I_icon_minitimeJue Feb 25, 2010 5:54 pm

esta increible la historia, muy original,
como sigue??' ya lei tambien el tercer capitulo pero por un dedo mal puesto estoy escribiendo en ese
capi
harry perdio su nucleo magico?
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