La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Hangover and other secondary effects. Capítulo 19. ¿A dónde vamos desde aquí?

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alisevv

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MensajeTema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 19. ¿A dónde vamos desde aquí?   Hangover and other secondary effects. Capítulo 19. ¿A dónde vamos desde aquí? I_icon_minitimeDom Dic 06, 2009 1:20 pm

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También significa que no puedo ser el padre de Ebony.

Las palabras de Severus colgaron pesadamente en el aire. Harry quería protestar, decir que él no había dormido con nadie antes de esa noche, quería negarlo, pero Poppy le silenció con un gesto de la mano.

—¡No seas ridículo, Severus! —espetó—. Eres, sin lugar a dudas, su padre. Ni siquiera pienses en intentar negarlo.

—No estoy tratando de negarlo, sólo estoy siendo lógico —replicó—. Si él es tan poderoso, no hay manera de que yo pudiera embarazarle.

—Pero… —empezó Harry, pero de nuevo fue interrumpido por la medibruja.

—Severus —dijo con un tono extremadamente paciente—. Él es tan poderoso, que nadie debería haber sido capaz de embarazarle. El único mago que podría acaso igualársele es Albus, y seguramente no pensarás que tuvo algo que ver con el embarazo. Hay, sin embargo, una condición que hace posible que tú seas el padre de Ebony…

Su voz calló un momento, esperando que Severus se diera cuenta, pero éste todavía se veía confundido y abatido.

>>Piensa, Severus. Piensa en la única posibilidad para que fueras capaz de fecundar a Harry —la bruja sonrió enigmáticamente.

Harry sintió como si alguien le hubiera lanzado un balde de agua fría. De repente, todo tuvo perfecto sentido y podría haberse abofeteado por no haberlo visto antes. La primera vez que notó que su magia era mucho más fuerte de lo que debería, había desestimado el cambio, creyendo que había sido el apoyo de Ebony. Luego, después que ella naciera, no le había prestado mucha atención al hecho de que todavía podía sentir la magia pulsando constantemente a través de su cuerpo, funcionando en su interior; había estado tan distraído. Incluso cuando se dio cuenta que, de hecho, era lo bastante poderoso como para hacer magia sin varita, no lo reflexionó apropiadamente. No se dio cuenta de lo que significaba para él, o Severus. O, más precisamente, para la posibilidad de Severus para embarazarle.

En el libro que había leído al inicio de su embarazo, se establecía claramente que sólo el mago con habilidades mágicas más fuertes podía ser capaz de embarazar a otro mago. Resultaba que él era el mago más fuerte, mágicamente hablando, de la pareja, y probablemente lo había sido desde la derrota de Voldemort. La muerte del Señor Oscuro, y la culminación de la conexión que tenía con él, debía haber liberado algunos poderes de Harry, que no se habían desarrollado completamente hasta ese momento. Eso o que había heredado algunos de los poderes de Voldemort, lo cual no parecía probable, ya que su magia no se sentía extraña a él. Pero, sin importar de dónde había provenido la magia, aún así debería haber evitado que Severus le embarazara. Y, aún así, había sido capaz de embarazarle.

Lo que era exactamente la razón por la que el pobre Severus se veía tan confundido en ese momento.

Harry tuvo que sofocar una carcajada cuando la comprensión le impactó. Era ridículamente divertido cuán ciego había estado. En retrospectiva, se dio cuenta que siempre debería haber sabido que Severus le amaba, incluso antes que se lo dijera. En el momento en que se dio cuenta que su poder mágico era propio y no un apoyo de Ebony. En el momento que Severus señaló que había usado magia sin varita, algo que solamente los magos y brujas más poderosos eran capaces de hacer. Eso le conducía a la única respuesta posible, la única explicación que se había rehusado tercamente a creer. Amor. Sintió como si un pesado bulto se alzara de sus hombros y pudiera respirar con facilidad, por primera vez en siglos. Todo iba a estar bien.

Severus seguía tratando de descubrir a qué se podía estar refiriendo Poppy, cuando Harry susurró repentinamente.

—¡Amor! Puro y desinteresado. Amor, tan fuerte y verdadero por ambas partes que la magia se equilibrará entre los amantes, mezclando y mezclando hasta hacerles iguales. Es muy raro y, de acuerdo con el libro que leí, no ha sucedido en un largo tiempo.

Harry levantó la vista hacia su esposo. Severus le miraba fijamente, su expresión luchando entre la incredulidad y el temor.

—¿Amor puro? —preguntó, todavía incapaz de comprender el completo significado de lo que el joven le estaba diciendo.

—Sí, Severus. verdadero amor —Harry sonaba tan asombrado como el hombre se sentía—. Dulce Merlín, tuvimos la prueba de nuestro mutuo amor frente a nosotros todo el tiempo. Sólo que fuimos demasiado ciegos para ver… Yo fui demasiado ciego para ver —murmuró.

Poppy sonrió y desapareció con un suave chasquido. Tenía la sensación de que esos dos necesitarían algo de privacidad para hablar, y sabía que, de alguna manera, finalmente conseguirían llegar a algún sitio.



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El silencio cayó en la habitación y, de repente, ambos magos se hicieron muy conscientes del hecho de que estaban solos y sentados muy cerca en un estrecho sofá. La cercanía de Severus era intoxicante, y Harry se inclinó para besarle suavemente.

El hombre gimió en su garganta y Harry sintió que el otro abría paso a su curiosa lengua. Los dedos cálidos y fuertes del profesor de Pociones hicieron su camino través del ingobernable cabello. Era un beso perfecto. Cuando se separaron finalmente, ambos se miraron, el amor claramente plasmado en sus rostros.

Finalmente, Severus habló.

—¿Amor verdadero, Harry? —preguntó suavemente—. Un poquito impresionante, ¿no crees? Algo como eso sólo podía sucederte a ti, mocoso. ¿Cuándo algo ha sido normal contigo?

El joven le miró, una tímida sonrisa plasmada en su cara.

—Sí, lo sé, soy un fenómeno —replicó suavemente—. ¿Pero me perdonas igual, Severus? —preguntó, con voz algo vacilante.

—¿Perdonarte qué, Harry? ¿Qué no supieras cuánto te amo? ¿O que me dejaras atrás y me hicieras atravesar el infierno durante las dos últimas semanas? —bromeó. Se sentía aliviado y feliz. De alguna manera, sabía que ahora todo iba a estar bien.

—Ambos, supongo —contestó, bajando los ojos—. Por no darme cuenta que me amabas, aunque últimamente tus acciones lo mostraban tan claramente como si lo hubieras gritado desde la cima de Hogwarts. Es sólo que no podía creer que me quisieras realmente. En cuanto a dejarte lejos, si sirve de algo, admitiré que me sentí tan miserable como tú mientras estuvimos separados.

Levantó la vista para ver que Severus le regalaba una de sus escasas sonrisas verdaderas.

>>Entonces, ¿me… perdonas? —repitió, sonriendo feliz.

Rodando los ojos y mostrando una sonrisa burlona, replicó:

—Por supuesto que te perdono, mocoso. ¿Acaso no te perdono siempre?

Ante esas palabras, Harry se lanzó hacia él, haciendo que ambos cayeran sobre el sofá. Quedó sobre Severus, y aprovechó la oportunidad para besar a su sobresaltado esposo hasta perder el sentido. Cuando, momentos después, se separó para tomar aire, Harry susurró, jadeando:

—Dioses, cuánto extrañé esto. Pero es mejor ahora que sé que me amas tanto como te amo yo.

—¡Mocoso insufrible! —murmuró Severus, atrayéndole más cerca para mostrarle cuán excitado estaba—. ¿Todavía piensas que debemos volver a conocernos mejor? —bromeó, su tono atestiguando claramente lo que pensaba de esa idea—. Porque si es así, sería mejor que me fuera ahora, antes que hagamos algo con lo que no te sientas cómodo —agregó con tono inocente.

Harry gruñó.

—No te atrevas a dejarme ahora, Severus Snape —siseó, antes de dejar ligeros besos a lo largo de la firme mandíbula—. Todavía sigo pensando que necesitamos un tiempo solos, juntos, así que espero que vengas a vivir conmigo a partir de ahora. No estoy listo para regresar a Hogwarts, pero quiero acostarme contigo y despertarme contigo cada día. Perdimos demasiado tiempo ya, y no deseo volver a dormir solo. Dumbledore nos debe mucho, dejará que te mudes por un tiempo. Por favor, ¿lo considerarás?

Severus suspiró, moviéndose encima de Harry, para que su erección se clavara en su estómago.

—Harry, tú y Ebony son las personas más importantes en mi vida. Dejaría Hogwarts completamente y me mudaría contigo a Alaska si eso es lo que deseas. Así que, dime —sonrió ante el jugueteo del joven—. Si prometo estar en casa cada día para cenar, ¿dejarías de hablar y empezarías a dar a esa boca tuya un mejor uso?

Le hizo una mueca y Harry le sonrió, feliz.

—Veamos si puedo adivinar lo que tienes en mente —murmuró, antes que con una palabra susurrada, sus ropas se desvanecieran.

Severus jadeó ante la repentina sensación del contacto entre sus pieles.

Con una traviesa sonrisa, Harry comenzó a besar, lamer y succionar un sendero a través de su pecho, estómago, y bajando hacia su pulsante miembro. Succionando y lamiendo la cabeza púrpura, disfrutó del olor y la sensación de la sedosa piel de su esposo.

Severus gimió con desamparo. Esto era el cielo, se sentía increíble.

>>Sigamos esto en la habitación —propuso Harry, entre beso y beso en la polla de su pareja.

—¡El mejor plan que has tenido en toda la noche! —replicó, mientras permitía que el joven le ayudara a levantarse.

La pareja se encaminó hacia la habitación, besándose y tocándose. Cuando llegaron finalmente, Harry cayó en la enorme cara, alzando los brazos, invitando a su esposo.

—¡Ven aquí, amor! —suplicó—. Quiero que me hagas el amor, Severus. Quiero que me hagas el amor lentamente, a lo largo de toda la noche. Esta vez voy a recordar cada segundo —sonrió mientras la respiración del otro se dificultaba ante sus palabras.

En un instante, Severus estaba encima de Harry, cubriéndole con su cuerpo, reclamando sus labios en un beso apasionado.

—Estás hablando demasiado, mocoso —se quejó burlonamente, cuando se separó para respirar, un momento después—. ¡Cállate y déjame amarte! —y se deslizó hacia abajo por el cuerpo del joven, y tomó su agitada polla en la boca.

Harry jadeó. ¿Cómo había resistido tanto tiempo sin eso? Parecía que hubiera pasado una eternidad desde la última vez que sintiera los ardientes labios sobre su cuerpo. Con un último pensamiento sereno, lanzó una botella de lubricante en dirección de Severus, quien la tomó y sonrió. Esto iba a estar muy bueno.

Abrió la tapa de la botella y cubrió sus dedos con el resbaladizo gel. Levantando una de las piernas de Harry y acomodándola a su gusto, abrió las pálidas nalgas y deslizó un dedo en el interior del dispuesto cuerpo de su pareja.

Harry gimió de placer, empalándose en el dedo invasor. Severus observó cómo se retorcía y estremecía, y sonrió. Su chico tenía la más adorable expresión de lujuria y placer en la cara. Cuidadosamente, agregó un segundo dedo, buscando la próstata. Harry se estremeció y arqueó sobre la cama.

A regañadientes, Severus retiró los dedos, ignorando los pequeños sonidos de protesta.

—Harry —musitó, tratando de conseguir la atención del otro hombre—. ¡Harry, escúchame! —intentó de nuevo.

Suspirando, el joven se permitió enfocarse en las palabras de su esposo en lugar de en las maravillosas sensaciones que recorrían su cuerpo.

—¿Si, Severus?

—Harry, esta vez necesitamos protección —dijo el hombre—. Aunque adoro a Ebony, otro niño tan pronto no es exactamente lo que necesitamos, así que, ¿por favor…?

Harry pudo haberse abofeteado por no pensar en eso. Severus tenía razón, tenían muchas cosas de que preocuparse en ese momento antes que en otro niño.

—Emm, no conozco el hechizo apropiado —admitió tímidamente. Era inexperto y, dado que ya estaba embarazado para la época en que descubrió que tal cosa era posible, no había averiguado nada sobre anticonceptivos.

—Está bien, Harry; yo puedo lanzar el hechizo. ¿Convocas mi varita por mí? —preguntó, sonriendo a su esposo. Un momento después, el artículo caía en su mano extendida.

El profesor de Pociones se apresuró a completar su tarea y lanzar el hechizo, pues su pareja se estaba moviendo contra él con impaciencia, dejando perfectamente claro que deseaba que Severus continuara.

Oh, y él continuo. En minutos, el Gryffidor estaba retorciéndose y gimiendo bajo las atenciones de Severus, suplicando por ser tomado. Con una pequeña sonrisa, el hombre subió las fuertes piernas sobre sus hombros, ubicando su miembro en la rosada entrada y empujando en una lenta embestida.

El joven gimió, jadeando pesadamente, su cuerpo sonrosado y brillando de sudor. Cuando Severus se retiró y embistió nuevamente con agonizante lentitud, Harry deseó no haber insistido en que le tomara lentamente. En ese momento, duro y rápido parecía una idea mucho mejor.

—Mas duro, Sev, por favor —suplicó—. Fóllame fuerte y rápido, amor —jadeó, pero su pareja sólo sonrió y, si ello era posible, ralentizó su ritmo un poco más.

Entonces, de repente, algo cambió. Esta vez, ambos lo sintieron cuando comenzó. Lentamente al principio, pero luego creciendo en intensidad. Severus sintió que la magia de Harry alcanzaba a la suya, filtrándose a través de él, fundiéndose con la suya, permitiendo que Harry también se viera inundado por la magia de Severus.

Llegó a ser abrumador, cuando la magia del uno comenzó a alcanzar al otro activamente, tratando de intensificar la sensación de pertenencia y plenitud.

Incapaz de controlarse más tiempo bajo el impacto de las emociones, Severus envió a ambos a la culminación, con dos fuertes y profundas embestidas.



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Jadeando con fuerza y sonriendo como idiota, Harry tartamudeó:

—Esto fue… wow… quiero decir…

—Tan coherente como siempre, Potter —masculló Severus, antes de mirar sus ojos y agregar—: Pero por esta vez estoy de acuerdo. Esto fue, de hecho, wow.

Ante eso, Harry se echó a reír alegremente, moviéndose en la gran cama para abrazarse contra el cuerpo del hombre y suspirar feliz.

—¿Sabes qué? —comenzó luego de unos instantes de silencio, disfrutando la sensación de las manos de Severus en su cabello, acariciándole distraídamente—. Con todo lo que sabemos acerca de cómo me embaracé, ¿te das cuenta que hubiera sido posible que yo te embarazara en nuestra noche de bodas? —esbozó una pequeña sonrisa. Le gustaba la idea de Severus gestando a su niño—. Quizás, cuando hayamos resuelto nuestra vida y Ebony sea un poco mayor, podríamos buscar un segundo niño; un pequeño que tú podrías gestar, si lo deseas. De veras, es una gran experiencia… —se interrumpió cuando la mano en su cabello se detuvo y Severus se envaró notoriamente.

>>¿Qué sucede, amor? —preguntó Harry, preocupado, tratando de girarse para mirar la cara de su pareja.

—Yo…

Severus respiró profundamente. No quería hablar sobre eso, no deseaba recordar, no quería que Harry supiera, pero él merecía saber. No, necesitaba saber, si querían lidiar juntos con las consecuencias. Cerrando apretadamente los ojos, susurró:

>>No creo que pueda gestar a nuestro niño, Harry. Ni siquiera creo que pueda llegar a quedar embarazado. Me temo que fui… demasiado dañado… Lo siento.

—¿Dañado? —indagó, mientras un estremecimiento recorría su espina dorsal. ¿Qué quería decir con dañado y por qué sonaba como si deseara decir algo más?—. No comprendo, Severus. ¿Qué te sucedió? ¿Estás hablando de cruciatus? ¿Es eso?

“Sería tan fácil mentirle”, pensó Severus. Harry prácticamente le había dado la excusa perfecta, pero Severus dudaba. Le diría la verdad, sin importar cuán avergonzado se sintiera de ella.

—Yo… yo… No, no fue el Cruciatus. Fue otra cosa… fue… —su voz se quebró. No podía decir; simplemente, no podía. Hablar sobre eso traería todo de nuevo. Le haría recordar lo que deseaba olvidar desesperadamente. La vergüenza, la culpa, el dolor; cada repugnante detalle.

—¿Qué fue, Severus? —la preocupación era claramente detectable en la voz del joven. Había conseguido darse vuelta para mirar a su esposo a los ojos. La devastación que observó en su rostro le hizo estremecer. Algo estaba terriblemente mal allí.

—Fue el… sexo —musitó finalmente el hombre.

Nunca sería capaz de llamarlo violación, sin importar cuan verdadero era. Eso le daría a aquellos que lo habían hecho más poder sobre él. La violación no se trataba de sexo o lujuria, sino de poder y sumisión. Voldemort había disfrutado viendo a Severus sometido a quienquiera que él consideraba adecuado, y muchos de ellos habían disfrutado enormemente de tener al orgulloso profesor de Pociones a su merced.

—¿El sexo? —repitió Harry, como si las piezas cayeran en su lugar. Y no le gustaba la imagen que mostraban—. El te forzó, ¿verdad? —susurró suavemente. El modo en que el hombre palideció contestó la pregunta por él. Al tocar ligeramente el rostro de su esposo, Harry sintió que su piel estaba fría, el terror del pasado aferrándole en un apretado agarre. Severus no se echó para atrás, pero el Gryffindor sabía que eso no significaba nada en absoluto. Probablemente, habría aprendido tiempo atrás que retroceder sólo empeoraba las cosas y, en ese momento, dudaba que su esposo estuviera viendo algo más que el fantasma de algún horrible pasado.

A través del enlace que compartía con Voldemor, Harry había sido testigo de suficientes sesiones de violación como para saber que el Señor Oscuro disfrutaba haciendo sufrir a sus víctimas lo máximo posible. Lo que no sabía era que también lo había hecho con sus Mortífagos; aunque tenía cierto pervertido sentido, dado que eran su posesión, hacer con ellos lo que le diera la gana. Seguramente, Voldemort habría disfrutado al ver a un orgulloso hombre como Severus, sufrir a manos de aquellos sádicos bastardos.

>>Oh, Severus, lo lamento tanto —susurró. La expresión de ‘venado encandilado’ en el rostro de su esposo partía su corazón.

El hombre sacudió la cabeza y pasó una temblorosa mano por su rostro. Tardo unos instantes en recuperarse, antes de declarar con una voz libre de emoción:

—Sólo conseguí lo que merecía. Le entregué mi vida en una bandeja de plata, y tuve que enfrentar las consecuencias de mi estupidez. Comprendería si te enojaras conmigo… —su voz se quebró y trató de apartar la mirada de los preocupados ojos verdes.

Pero Harry se lo impidió. Atrapó su rostro entre las manos y le obligó a mantener el contacto visual.

—Severus, nunca quiero volver a oírte decir tal cosa, ¿está claro? Nadie merece ser violado, sin importar cuán equivocadas hayan sido sus decisiones. No te culpo, Severus, porque no fue tu culpa, y, ciertamente, no estoy enojado contigo —declaró enfáticamente.

—¿Cómo puedes no estar enojado conmigo cuando yo apenas puedo soportarme? —espetó—. Hay veces que siento que nunca conseguiré librarme de la sensación de sus manos sobre mi piel, o del olor de ellos sobre mí, sin importar con cuánta frecuencia me lave o cuán duro trate. No hay suficiente jabón en el mundo para limpiarme de nuevo. Créeme, lo intenté con bastante frecuencia luego de esas reuniones, encerrándome en mis aposentos para tratar de deshacerme de sus olores, de sus toques. Me curé a mí mismo tan bien como pude, pues estaba demasiado avergonzado como para ver a Poppy o a alguien más —su tono era distante y exento de emociones, como si no sintiera nada en absoluto, pero Harry sabía que él estaba gravemente herido.

>>Al día siguiente trataba de ponerme la mascara del ‘Cretino Grasiento Profesor de Pociones’ para intentar olvidar lo que había pasado. Nunca pensé que nadie se acercaría a mí lo suficiente como para descubrir mi secreto; pero tú lo hiciste. Quebraste todas mis defensas y te metiste bajo mi piel. Merecías saber la verdad —las últimas palabras fueron apenas poco más que un susurro, pero aún así su pareja las escuchó.

Harry reflexionaba sobre todas las veces que Severus debía haber regresado a Hogwarts herido, humillado, solo. La rabia subió por su pecho, una cólera tan abrumadora que sentía que le asfixiaba. De repente, pensó que Voldemort se había librado con demasiada facilidad cuando le había matado. Hubiera merecido sufrir el máximo posible antes de morir. Apenas controlando su furia, expresó sus pensamientos en voz alta.

—Desearía no haber matado a Voldemort. Desearía poder regresarle y hacerle sufrir por todo lo que te hizo. Me gustaría poder darle una probada de su propia medicina y torturarle hasta que suplicara que le matara y terminara con su miseria. Lamento haberle matado tan rápidamente. Espero que se esté pudriendo en el infierno.

Sorprendido ante el estallido de Harry y el sentido protector que estaba unido a la ira en la voz de su esposo, Severus sólo le miró fijamente. No dudó de la sinceridad de cada una de sus palabras, ni por un segundo. La calidez se extendió por su cuerpo, alejando el frío que había sentido minutos antes. Aquí, en la cama con él, estaba el hombre más maravilloso que podía imaginar, quien además resultaba ser el mago más poderoso de su tiempo, y estaba enamorado de él, un grasiento y viejo profesor de Pociones, un Mortífago convertido en espía, alguien que muchos juzgarían no ser digno de nada y menos del amor de su salvador. Pero este hombre se preocupaba por él, cuidaba de él, cuando nadie más lo hizo nunca. Severus no sabía porqué le había sido dado tan precioso regalo, pero aún así lo conservaría.

Mientras tanto, los pensamientos de Harry estaban derivando en otra dirección. Imágenes de su noche de bodas vinieron a su mente e hizo un gesto de dolor ante el recuerdo. El modo en que había exigido a Severus tomar esa posición; el modo en que su esposo se había tensado y temblado cuando le había tocado y como él lo había ignorado, pensando que se trataba de un problema de ceder el control; y lo peor de todo, la forma cobarde en que le había mentido después, haciéndole sentir que sólo era un buen polvo y que su acto no había significado nada en absoluto.

Gimiendo ligeramente, cerró los ojos un breve momento antes de susurrar:

>>Te debo una disculpa, Severus. Debería haberte tratado mejor en nuestra noche de bodas. Tenía tanto miedo de mirarte a los ojos mientras hacíamos el amor que te obligué a adoptar una posición incómoda, a pesar de que era evidente que tenías problemas con ello —evitó su mirada, demasiado avergonzado por sus propias acciones—. Me disculpo por eso, Severus, y me disculpo por mentirte después. Seguro que a estas alturas sabrás que yo no sentía lo que dije, que ya te amaba, pero era demasiado cobarde para admitirlo ante ti. Estoy realmente apenado, Severus.

Sonriéndole amorosamente, el hombre alargó la mano y levantó su barbilla, para que pudiera mirarle.

—Yo no te culpo, Harry. No había manera de que supieras sobre mi pasado y, para ser completamente honesto, disfruté la experiencia contigo, fue totalmente diferente a lo que había sufrido en el pasado y te agradezco que fueras tan gentil. Aunque, debo admitirlo, la próxima vez que te deje estar arriba, me gustaría hacerlo de frente, para poder ver tus asombrosos ojos.

Harry jadeó.

—¿Estás diciendo que querrías repetirlo? Quiero decir… no tienes que hacerlo si te sientes incómodo con ello, lo sabes, ¿verdad?

—Sí, Harry, lo sé. Pero aún así quiero volver a intentarlo alguna vez. No será fácil al principio y tendrás que ser paciente, pero confío en ti. Creo que podemos enfrentar esto juntos, ahora que ya no tenemos dudas de que nos amamos —sonrió ante la estupefacta expresión en el rostro de su pareja.

—Gracias —susurró Harry finalmente, obviamente conmovido—. Gracias por tu amor y confianza —le besó ligeramente en los labios, aliviado porque parecía haber recobrado su calidez. Luego, su rostro se tornó nuevamente serio, y dirigiéndose a su esposo una vez más, expresó—: Severus, sé que es mucho pedir, y no tienes que aceptar en este momento, pero quiero que lo pienses, ¿vale? Creo que deberíamos volver a hablar de esto pronto; de hecho, creo que más de una vez. De verdad, Severus, debes dejar de culparte. Necesitas alguien con quien puedas hablar de lo que sucedió, y también creo que deberías contárselo a Poppy. No has hecho nada malo, nada de lo que avergonzarte, y ella realmente debería saber. Quizás pueda hacer algo sobre el daño al que te referiste al principio. No te estoy pidiendo esto porque quiera que te embaraces ni nada, es sólo… si voy a volver a hacerte el amor, quiero estar seguro de que no te voy a herir de ninguna forma, ¿vale? ¿Lo considerarás, por favor?

Tragando el terrón que tenía en la garganta, Severus simplemente asintió. No confiaba en su voz porque estaba aterrado de las cosas que Harry había sugerido. Veía la sensatez en ellas, sin embargo, así que trataría de hacerlo. Al menos, sabía que Harry estaría ahí con él durante todo el camino y no tendría que hacerlo solo. Se dio cuenta que nunca tendría que estar solo de nuevo; ahora tenía una familia y era amado.

Ese fue el pensamiento más reconfortante que Severus Snape -grasiento profesor de Pociones, antiguo Mortífago convertido en espía y esposo de Harry Potter- había tenido en un muy largo tiempo.





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Última edición por alisevv el Jue Abr 28, 2016 5:34 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Hangover and other secondary effects. Capítulo 19. ¿A dónde vamos desde aquí?   Hangover and other secondary effects. Capítulo 19. ¿A dónde vamos desde aquí? I_icon_minitimeVie Feb 27, 2015 10:08 pm

porfinn porfinnn la luz despues del tunel....ahhhh cheers cheers hasta que harry porfin entendio lo mucho que sev le ama..:>.<
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