Jejeje no cupo 
-Vaya Adriano, no creí verte tan pronto ¿no decías que tu esposa estaría ansiosa por recibirte?- Cleon se burló al ver a su amigo en apuros
-¿Cómo iba a saber que ella quería conocer a los generales macedonios y romanos de los que tanto ha escuchado en mi ausencia?- le respondió mientras su esposa, una mujer menuda de cabellos rubios se sonrojaba
-Bueno, muchos tuvimos curiosidad sobre la belleza que se deshacía a tus pies Cleon- el tono enervó al pelirrojo y erizó los vellos de la nuca de Stephano
-Flavio Quintus Octavius. Tal vez sienta envidia de su general- desdeñó Stephano
-Oh no mi señor. Es otro el que está celoso- Stephano no aguantó el comentario y reventó la copa contra la chimenea y justo cuando lo iba a golpear Cleon lo retuvo
-No vale la pena, es un hijo segundo, solo quiere probarse contra el mejor del imperio
-Mis señores- Cora casi pudo jurar que sentía que el ambiente podría cortarse con un cuchillo cuando entró- mis amos los invitan al salón principal
-Gracias Cora. Diles a mis padres que enseguida vamos
-Sabes que no me gusta hacer esperar a tu padre Cleon- Cleon hizo una reverencia a su padre sin contestar al comentario y se apresuró a salir del lugar
-Padre déjame presentarte a unos amigos- Syrus iba vestido con un peplo turquesa y un chiton blanco, colores de los príncipes macedonios. Stephano sonrió por la osadía
-Luego hijo, no quiero que tus hermanas, tu padre y mi bebe esperen al pie de la escalera- Syrus no pudo apartar la mirada de ese patricio de cabello negro y mirada soberbia, altiva <>
-Por favor padre, él es el hombre que me trajo a casa- le susurró al oído, pero Syrus no le quitaba los ojos de encima a ese, ese demonio <>. Al notar el silencio de su padre Cleon lo tomó como invitación para continuar- Padre éste es Gaius Stephano Lyssander Julius Augustus, el hombre que me salvó la vida- Stephano se acercó al hombre, padre de su amigo y pudo sentir su magia chispeando, ofreció su mano en señal de paz, el hombre la tomó pero no era un saludo sino un reto. El general romano se extrañó, que, en nombre de todos los cielos, había hecho para enfurecer a este hombre
Los presentes se pasmaron por el comportamiento de su anfitrión, unos pensando en la escena de esa mañana y otros a que era un macedonio que odiaba a los romanos, prefirieron quedarse con la segunda opción, después de todo que padre iniciaría una guerra por uno de sus hijos
Syrus y Cleon guiaron a sus invitados al salón donde se llevaría a cabo el banquete, los hombres estaban asombrados de la opulencia de la enorme mansión, con pisos y pilares de mármol blanco, hermosas esculturas adornaban la entrada al enorme salón de banquetes y numerosos ventanales cubiertos por suaves cortinas que ondeaban con el viento
-Al rato te voy a llevar a un salón donde hay esculturas de mi familia- le susurró Cleon a Stephanos con complicidad.
Rápidamente Stephano se imaginó una escultura de ese divino doncel de brillantes ojos verdes; una escultura que no escondiera nada debajo de un grosero pedazo de tela, que desde que lo viera en la alameda por la mañana se le antojaba como un escarnio a la belleza de ese hermoso joven
-Bienvenidos sean todos- una voz suave llamó la atención de los presentes y descubrieron frente a ellos a lo que parecían sueños.
Un hombre adulto vestido de rojo, una mujer en estado vestida de celeste, una niña con un peplo turquesa y a ese hermoso joven vestido de verde y dorado. Los hombres solteros rápidamente se acercaron a saludar
Demetrius no escuchaba las palabras de esos impresionantes guerreros, a decir verdad lo intimidaban un poco, nunca había estado con ese tipo de hombres solo su padre y su hermano, pero había uno, un hombre de profundos ojos negros que hacía que su corazón se acelerara, aquel con el que apenas en la mañana había compartido su primer beso
Stephano muy apenas notó el malestar de su amigo, no podía apartar su mirada de ese joven que lo había recibido con tanto cariño en las calles de la ciudad, entonces recordó los mal intencionados comentarios para el doncel durante el día. <<¿Cómo reparar ese horrible daño a tan inocente criatura?>>
-Ven hermano, déjame presentarte a mi familia- un nudo se formó en el estómago de Stephano, no sabía como reaccionaría cuando le presentaran al prometido de su amigo- ¿Papou?
-Hola mi´gios- Leónidas sonrió
-Mira papou este es mi amigo Stephanos- Leónidas le dio un abrazo cariñoso al hombre
-Gracias por traer a mi hijo a casa- <>
-Ella es mi hermana Theora- Stephano no había dejado ver su asombro por la hermosa esposa del dios griego, solo hizo una reverencia como saludo, sabía que los dioses eran posesivos y él entendía muy bien porque
A Theora no le importó el protocolo y abrazó al hombre besando ambas mejillas
-Gracias- le dijo con lágrimas
-Este pequeño terremoto es la más pequeñas de las joyas de mi casa. La hermosa Rhea
-Hola pequeña- Stephano se agachó para quedar a la altura de esos ojitos pispiretos que miraban asombrados su espada
-¿Podrías prestarme tu espada?
-¡Rhea!- fue el regaño general y la niña solo atinó a mostrarse medio culpable pero Stephano que estaba a su nivel vio la picara mirada
-Hagamos una cosa. Te la prestaré solo cuando algún miembro de tu familia pueda ayudarte- los ojos de la niña lo miraron con una sonrisa
-Eres imposible- amonestó Cleon no muy convencido de la solución de su amigo- bueno, y por último a mi hermoso bebe, Demetrius Parthenia Arístides- Stephanos realizó una profunda reverencia alabando la belleza del joven ante él
-Es un placer tener en mi casa al hombre que salvó a mi hermano- <<¿Hermano?>> Stephanos sintió un calorcillo que lo recorrió haciéndole sonreír como nunca lo había hecho <> Oró mientras besaba la mano de un sonrojado Demetrius
Un último comentario
El Tártaro es algo así como el Infierno, en la cultura griega 
Dom Jul 12, 2009 7:03 pm
