alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 19. Diez puntos menos para Gryffindor Vie Jun 12, 2009 5:16 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 19Diez puntos menos para Gryffindor Severus estaba acostado en la cama, incapaz de conciliar el sueño. Quizás fuera todo lo que le bullía en la mente, o quizás que extrañaba dormir con sus miembros enredados con los de un capacitado jugador de quidditch. Incluso pensó en poner un hechizo de silencio mientras se removía en la cama.
“Es absurdo, no dormimos muchas noches juntos. Bueno, hubo una vez en que durmió junto a mí en el lago. ¿ A dónde iría Harry ese día con Ron y su mamá?”, reflexionaba Severus.
El sonido de la puerta de su dormitorio al abrirse le sobresaltó. Harry le sonrió, radiante; sólo sus ojos verdes podían opacar el brillo de su sonrisa. Severus no había notado lo que el chico vestía al entrar en la habitación, pero cuando se trepó a la cama sólo llevaba puesta su sonrisa.
—Te extrañé—murmuró.
—Harry, no deberías estar aquí, hay reglas…
La lengua de Harry asaltó su boca. Severus apenas podía respirar, con el chico atacando su boca con tal intensidad.
—Las reglas no se aplican a mí—musitó, mordisqueando su pezón.
—¿Cómo lograste entrar?—Sev se estremeció cuando el otro mordió un poco más fuerte—. Las protecciones, lograste pasar mis protecciones.
—¿Vas a seguir preocupándote por cada pequeña cosa sin importancia o vas a relajarte y disfrutar lo que podemos tener?
Lo que fuera que Severus iba a decir, se evaporó de su mente. Las palabras en la punta de su lengua fueron reemplazadas por gemidos de éxtasis cuando Harry engullo todo su mástil de un golpe. Dejó escapar un estremecido suspiro cuando el joven retrocedió con fuerza y empujó de nuevo, tomando cada pulgada sin esfuerzo. Sev aferró el cabello de Harry en apretados puños, acelerando el paso. Estaba muy cerca del orgasmo. La sensación era casi excesiva, una ardiente boca húmeda succionando con fuerza, los mechones de cabello entre sus puños, el ardiente dolor en su antebrazo. ¿Dolor?
La sensación de placer se fue apagando mientras la conciencia del dolor aumentaba. Severus despertó sobresaltado para darse cuenta que su visitante nocturno había sido sólo un sueño. Inconscientemente, frotó su brazo, donde la marca oscura quemaba. No dolía terriblemente, ya que no había sido llamado. Era simplemente un recuerdo de su servidumbre. Habitualmente, significaba que pronto sería llamado; algo debía estar molestando al Señor Oscuro. Quizás, los próximos juicios.
Severus abrió un gabinete de su espacioso cuarto de baño, tomando una gran toalla verde. Esa habitación era más lujosa de lo que se esperaría disfrutara un ‘cretino grasiento’. De hecho, era más agradable que la mayoría de los baños de los profesores; pero claro, él era el único profesor que luego de regresar de las reuniones de los Mortífagos necesitaba remojarse en un baño caliente.
En una esquina del recinto había una gran ducha de cristal. Varias regaderas apuntaban desde diferentes direcciones. Entró en la ducha caliente. Un chorro de agua cayó sobre su cabeza, mientras otros dos masajeaban su espalda. En ese momento, se dio cuenta que todavía estaba duro a causa del sueño.
“Chiquillo exasperante” , pensó. “¿Cuántas veces voy a tener que encontrarme en la ducha, con una erección, debido a él?”.
Se enjabonó, cerrando los ojos y dejando que los recuerdos de su sueño inundaran su mente. Claro, era conflictivo estar enfurecido por lo que había pasado esa semana y pensar sobre eso mientras se estaba masturbando bajo la ducha, pero lidiaría con el conflicto después; por ahora, sólo el pensamiento de Harry succionando su polla llenaba su mente. Inseguro de si deseaba que los pensamientos de Harry permanecieran más tiempo, o si los dejaba de lado para ver al Gryffindor real en el desayuno, tomó un largo tiempo bombeando su erección para liberarse. Eventualmente, acabó con un estremecimiento, respirando con fuerza contra la pared de vidrio, sobre la que ni siquiera había notado que estaba inclinado.
Después de ponerse el champú y conseguir una sorprendente cantidad de espuma, pensó en que no había hecho ninguna poción durante una semana. No tenía necesidad de usar el tónico para el cabello que lo mantenía agrupado, previniendo que cualquier mechón se convirtiera en un ingrediente indeseado dentro del caldero. Eso, y el estar inclinado sobre una poción burbujeante durante horas, hacía que su cabello se enrollara como el de Hermione Granger en un día lluvioso. Cuando llevaba el cabello más largo, estaba muy bien tener un poco de ondas, pero no era algo práctico para un maestro de pociones. Había un hechizo que mantenía el cabello en su lugar. Originalmente, era un hechizo que usaban las brujas vanidosas para tratar de mantener sus peinados, pero una vez había leído en una revista de Pociones que algunos expertos habían estado usando el mismo hechizo como una alternativa al tónico. Sus pensamientos regresaron al día en que había usado este hechizo en clase de Pociones, durante su sexto año. Unos jóvenes James Potter y Sirius Black entraron en el aula de Pociones para encontrar a Severus Snape ya en su mesa de trabajo, con los ingredientes listos y organizados. Ellos habían descubierto que, la semana anterior, Snape había estado practicando los hechizos de ocultamiento que habían aprendido ese año. Al principio, nadie notó los sutiles cambios, pero para el fin de la semana, fue Sirius el que lo reconoció. Aunque de haberlo sabido al inicio sólo se hubieran reído a su costa, en ese momento era más divertido hacerle una travesura a Snape cuando éste no estaba consciente.
—Finite Incantatum— murmuró Sirius en voz baja, apuntando con su varita al desprevenido Slytherin. James resopló mientras los moderados rasgos del rostro de Snape regresaron a la nariz ganchuda con que había nacido. Él no se dio cuenta que su hechizo de glamour había desaparecido, ni que el encantamiento de su cabello también. Veinte minutos más tarde, su ahora poción azul, que se suponía fuera violeta, estaba arruinada.
—Señor Snape—habló la profesora, arrastrando las palabras, al echar un vistazo al caldero del muchacho—. Va a tener que esmerarse más si quiere ofrecerse como aprendiz el año entrante. ¿Azul? Sólo dos cosas harían que se volviera azul, que haya picado mal el jengibre, o que haya agregado inadvertidamente un cabello humano. ¿Cuál de las dos cree que fue?—preguntó, tirando de un largo mechón del negro cabello del joven.
Él sabía que había hechizado su cabello para que permaneciera aglutinado. Entonces lo entendió. Bajó la vista para ver que su nariz había regresado a su aspecto normal, justo en el momento que un puñado de risas estallaban en el fondo del recinto. Frunció el ceño mientras los bromistas Gryffindor disfrutaban de su miseria.
>>Tiene treinta y cinco minutos para terminar la poción, señor Snape. Sugiero que se apresure.
Severus gruñó, no había manera de que pudiera preparar todos los ingredientes y tener la poción lista en el tiempo requerido.
Uno de los ingredientes que aún tenía Severus se ‘deslizó’ de su mano, aterrizando limpiamente en el otro extremo de la habitación y golpeando a Black. Upss. Esto hizo que rojos verdugones se formaran en la cara del Gryffindor. Luego que se le pidiera a James que llevara a Sirius a la enfermería, Severus ayudo alegremente a limpiar el abandonado puesto de trabajo de los Gryffindor, tomando para si mismo los ingredientes que allí estaban preparados. Treinta y cuatro minutos después su poción estaba terminada, y la clase fue despedida. La profesora camino hasta donde se encontraba el único estudiante que aún permanecía en el aula.
—Desde el punto de vista práctico, Severus, no hay lugar para la vanidad en la elaboración de pociones. La belleza la encontrarás aquí, en el suave hervor de un caldero. Ese momento, justo antes que esta poción comenzó a burbujear, cambiando de rosa a violeta, eso es belleza.
Severus no sabía si estar de acuerdo con la mujer o no, pero sabía que tendría que ser práctico, si siempre iba a tener Black ahí, contrariándolo
De nuevo en el presente, Severus pensó en Sirius Black otro momento. Por lo pronto, tenía que continuar con las actividades del día, pero tendría que hacer algo de tiempo para reflexionar sobre ese fatídico día. El día en que los Mortífagos atacaron el número cuatro de Privet Drive. El día que observó a Sirius Black lanzar su último suspiro. Le debía a Harry contarle lo que sabía. Si no otra cosa, al menos le debía eso. En los pasillos, los estudiantes comenzaron su invasión hacia el Gran Comedor para desayunar. Ron caminó junto a Hermione entre una muchedumbre de estudiantes que se reunían por primera vez desde el regreso de las vacaciones. Harry les había dicho que se adelantaran. Tenía tanto en la mente que no había dormido bien la noche anterior y todavía se estaba vistiendo.
—¿Que significa eso de que la nota es para Harry pero no se la das todavía?—interrogó Ron.
—Justo lo que dije. La nota que él me envió pedía que le diera la otra a Harry en la clase de Pociones, y eso es lo que voy a hacer—dijo ella, enfurruñada—. Pienso que es romántico, e incluso si todavía está enfadado por todo esto, en el fondo sigue siendo Sev. Realmente, no sé a qué espera pasa solicitar mi ayuda ahora que ha regresado a la normalidad, pero al menos puedo ayudarlo con esto—declaró, con una extraña expresión a la que Ron no estaba acostumbrado. Era una de esas pocas veces en las que ella dejaba de lado la lógica y se permitía fantasear sobre lo que podría pasar. Incluso si ella no estaba directamente involucrada, aún así le parecía una idea romántica.
—Esperemos que Snape no te vea pasando notas o conseguirás tu primera detención desde que eres Premio Anual. Demonios, él sabe que lo vas a hacer, ya que te envió esto en primer lugar—gruñó Ron. Hermione rió y tomó la mano de su novio. Para variar, se sentía bien sostener su mano en público. En la mesa Gryffindor, los estudiantes mantenían alegres conversaciones sobre sus vacaciones. Harry llegó poco después que sus amigos. Al verlo llegar sosteniendo una cámara, Ron supo, sin lugar a dudas, que iba a hablar con Colin esa mañana. Así, no se sorprendió cuando no se sentó frente a él sino unos asientos más allá, justo donde estaba sentado Colin. Ron explicó a Hermione sobre la foto que les había tomado a Harry y a Sev a principios de la semana anterior. Asumió que su amigo estaba pidiéndole que la revelara para él. Cuando Harry dio la vuelta e iba a sentarse con ellos, la mesa empezó a llenarse, así que se quedo sentado con Colin y su hermano menor para desayunar.
Harry lanzó otra mirada hacia la mesa de los profesores; Snape no había llegado a desayunar. Se sirvió unos huevos. Esta vez, cuando sus ojos regresaron a la mesa principal, encontró los ojos del profesor Dumbledore, observándolo. El anciano le lanzó una sonrisa tranquilizadora antes de regresar a su conversación con la profesora McGonagall. En ese momento, Harry se dio cuenta que Colin le estaba hablando, ofreciéndole mostrarle algunas de las fotografías que había tomado en el último año. Aparentemente, luego de años de fotografiar a todo el mundo, tenía una colección bastante amplia. Harry le explicó que Ron y él habían tomado una foto con su cámara y le preguntó si podía quedarse con ella cuando el rollo fuera revelado. El otro chico le ofreció tenerlo listo para esa noche. Para cuando Harry se movió para sentarse frente a Ron, la mesa estaba empezando a vaciarse.
—¿Todo bien, compañero?—indagó el pelirrojo. Su amigo se encogió de hombros.
—Sí, estoy bien, sólo algo cansado. Me cicatriz me tuvo despierto en la madrugada. No fue gran cosa, sólo dolor de cabeza. Recuérdame que todavía necesito reemplazar esa poción, y no puedo pedírsela a Pomfrey.
—¿Por qué no vas directo a la fuente?—preguntó Hermione—. ¿Eso te daría una razón para hablar con él?
—Él necesita tiempo para serenarse. Recuerda para lo que fue usada. Creo que es mejor que ésa no sea nuestra primera conversación.
Ron le llamo gallina y Hermione puso los ojos en blanco ante la actitud de ambos.
Las clases parecieron durar eternamente ese día. Durante el descanso que tuvieron a media mañana, Harry y Hermione se dirigieron a ver a Hagrid. Mientras el semi gigante aprendía un hechizo para limpiar un establo sin utilizar una pala, Ron fue a las mazmorras con un vial de poción vacío en su bolsillo y una expresión de determinación en el rostro.
Severus estaba sentado ante su escritorio, revisando la prueba sorpresa que había dado en su primera clase. Con su exabrupto del día anterior, había tenido poco tiempo para preparar su trabajo. Siempre tenía pruebas relámpago a la mano, por si alguna reunión con los Mortífagos le impedía organizar los ingredientes para su día de clases. Casi se sintió agradecido del toque en la puerta, que apartó su atención de la peor calificación posible para una prueba. Terribles Hufflepuffs
—Adelante—la puerta se abrió lentamente. Determinado o no, Ron no se sentía muy seguro de ser el primero en hablarle al Snape adulto—. ¿Qué quiere, Weasley?
Ron dio unos pocos pasos vacilantes hacia el enorme escritorio, sacando de su bolsillo el recipiente vacío.
—Harry pensó que era mejor no molestarlo—“sabio él”—. Pero necesita rellenar esto.
“Oh, mierda”
—¿Y me está diciendo esto por…?
Ron arrastró los pies, pensando en lo que quería decir.
—Le aconseje que, sencillamente, se lo dijera a Pomfrey.
—Madam Pomfrey—le corrigió Snape.
—Sí, le aconsejé que le dijera que la derramó y ella le daría una nueva, pero se negó.
Severus reflexionó un momento sobre el asunto.
“¿Esto significa que Weasley piensa que fue derramada? ¿Él no sabe? Ciertamente, Pomfrey le hubiera dado una nueva poción de haberla derramado, a menos que quiera la poción para algo o alguien más”
—Si Potter consigue su poción con Madam Pomfrey, es con ella con quien debería estar hablando. Siempre ha sido contra las reglas que un estudiante tenga pociones en sus habitaciones. Todos los demás alumnos van a la enfermería por medicinas. Sólo porque alguien más esté inclinado a doblar las reglas por el Niño de Oro, no quiere decir que yo tenga que hacerlo.
—Pero usted…
—¿Yo qué?—la voz bajó hasta un tono helado.
“Cuidado, Weasley”
—Pero ustedes dos son amigos.
Severus se levantó correctamente, mirando al muchacho con furia.
“Maldición, ya está muy alto. No importa, todavía es escuálido”
—¿Amigos? Intente ‘profesor y estudiante’.
Ron estaba un tanto decepcionado de que las cosas entre Harry y el Snape viejo parecía que iban a ir justo como él imaginaba que irían, pero era un Gryffindor y no se daba por vencido.
—Sí, bien, ‘mi amigo’ el profesor Flitwick y yo jugaremos ajedrez juntos el jueves; parece que nosotros sí pudimos manejarlo bien para ambos.
Ron no esperó a recibir respuesta de Snape. Había establecido su punto y salió antes que pudiera perder puntos para su Casa. No presionaría para conseguir la poción, era obvio que Snape no iba a dársela. Tendría que hablar con Harry para que le pidiera más a Pomfrey.
Cuando el pelirrojo salió, Severus se volvió a sentar. Miró la prueba en su mano, pero no podía concentrarse. Su día continuó igual. Aplicó pruebas sorpresa en cada turno y pasó las clases revisando la lista de preguntas sobre Harry. También pasó algún tiempo reflexionando sobre Sirius Black y lo que le contaría a Harry. Mientras más pensaba sobre ese día, más perturbado se sentía. ¿Su aversión por el muchacho le había cegado tanto? Un largo día y tres clases de pruebas relámpago más tarde, Severus se encaminó hacia el Gran Comedor para cenar. Aunque estaba mucho más consciente de lo que le rodeaba que la noche que Lucius lo había atrapado con la guardia baja, aún así no notó que Seamus daba una señal a Ron, indicando que el profesor estaba a punto de doblar la esquina para entrar en el comedor. Ron le había dicho que era una broma para Snape. Nadie sabía que Harry tenía su propia agenda.
El chico de ojos verdes vio a Seamus dar la señal y le guiñó un ojo a Ron, antes de gritar en una discusión fingida.
—¡Maldición, cuál es tu problema con eso!
Ron hizo una mueca y gritó a su vez, antes de empujarlo con fuerza.
Severus cruzó la esquina escuchando la voz de Harry a la distancia, aunque no estaba seguro de lo que estaba gritando. Estuvo vagamente consciente de la respuesta de Ron, cuando Harry salió volando a través de la puerta, justo hasta sus brazos. Las puertas se cerraron, dejándolos solos en la entrada.
Harry levantó la mirada hasta Severus, demorándose, a propósito, en recuperar el equilibrio
—Me alegra tenerte de regreso—dijo con una sonrisa confidente. Severus lo miró deslumbrado—. No tenía idea que estaría tan pronto nuevamente en tus brazos—el Gryffindor le hizo un guiño, y Severus lo empujó hasta una posición derecha.
Cuando Severus tomó consciencia de que había pasado demasiado tiempo mirando esos cautivadores ojos verdes, empujó al chico contra la pared, inseguro de con quien estaba más enojado, si con Harry por arrastrarlo a esto, o consigo mismo por meterse en tal situación.
—Mire, Potter…—Harry hizo una mueca de dolor, más por el uso de su apellido que por el fuerte golpe contra la pared.
Severus vio la mueca y brevemente, muy brevemente, sintió una punzada de culpa. No había tenido intención de empujarlo con tanta fuerza. Harry miró alrededor y vio que alguien se acercaba a la distancia.
—Alguien viene, así que no puedes maldecirme, ni besarme—dijo, mirando hacia el pasillo—. Supongo que tienes que asentarte para gritarme.
Severus estaba furioso.
—¡Diez puntos menos para Gryffindor por su descaro!
El estudiante que se acercaba por el pasillo, los sobrepasó y entró en el comedor para cenar. Harry elevó la mirada hacia Severus, seductor.
—Me encanta tu voz.
Severus flipó.
—¿Ha considerado las consecuencias de su indiscreción? Toda esa semana de transgresiones e inmoralidad pudo habernos costado mi trabajo y su posición como estudiante de esta escuela. ¿Es eso lo que usted tenía en mente, o no estaba pensando en absoluto? ¡Típico comportamiento Gryffinfor!
Los ojos de Harry se entrecerraron.
“¿Siempre usas esas grandes palabras cuando estás enojado”?
—Tu trabajo nunca estuvo en riesgo, y si yo fui obligado a ser el Niño de Oro, muy bien puedo llevarme los beneficios de ello. Hice mi tarea. La única forma en que podríamos meternos en problemas es si tú, mi guardián, o yo mismo, presentamos una queja formal ante la Dirección o directamente ante el Ministerio de Magia. Albus Dumbledore es mi guardián. Por otra parte, eres bienvenido a ir al Ministerio. Probablemente, podrías conseguir que me expulsaran, arriesgando al mismo tiempo la posición de Albus, ya que el plan fue su idea. Podrías contar todo en una pequeña audiencia ante el Comité de Protección y Asistencia Social. Mientras tú estuvieras haciendo eso, yo iría a Francia por un par de meses, para terminar mi educación en Beauxbatons. Desde el punto de vista optimista, Slytherin probablemente ganaría la Copa de Quidditch—Severus estaba colérico. Harry se fue por la tangente, sin darse cuenta de cuan irritado estaba el hombre—. Mira, sólo quisiera que vieras lo que pienso de esto. No soy un Gryffindor descuidado. Deseo conocerte.
Severus respiró hondamente antes de alejarse un paso de Harry.
—Es inapropiado que tenga contacto físico conmigo. Espero que me respete y no vuelva a intentar algo así—dijo un frío Snape—. No deseo que llegue a conocerme.
Harry intento no mostrar cuánto daño le hacía esa declaración.
—Todavía sigo esperando que me digas si me odias o no. Hasta entonces, te dejaré solo—musitó suavemente—. Dame una oportunidad, Severus.
La puerta cerrada al lado de ellos se abrió bruscamente, y unos cuantos estudiantes de segundo salieron al pasillo, riendo. Harry, aún ubicado entre Severus y la pared, se deslizó fuera antes que el profesor tuviera oportunidad de analizar todas sus palabras. No fue sino hasta que Harry se hubo marchado que se dio cuenta que el chico lo había llamado Severus.
Tarde esa noche, en sus habitaciones privadas, Severus reflexionaba sobre lo que Harry había dicho. No, no quería que el chico lo conociera. No le gustaba dejar que la gente entrara en su mundo. Era muy cauteloso en eso. Estaba consciente del hecho de que, a estas alturas, tenía muy poco que decir sobre su vida. Sus pasados errores lo habían colocado en esta posición. En la actualidad, su vida estaba a merced de Albus, pero se sentía contento con la seguridad de ser una parte firme de Hogwarts. El ser espía e integrante de la Orden, le daba el sentimiento de valía que necesitaba. Estaba haciendo las cosas correctas. Albus podía pensar que había pagado varias veces su deuda con los sacrificios que había hecho, pero él no lo veía igual. Aparentemente, el Director no comprendía completamente hasta que punto había progresado su relación con Harry.
“Aunque no sepa todo, ¿cómo puede aprobar que me esté besuqueando con el Niño Que Vivió?”
Comenzaba a ver porqué Harry odiaba el título. No permitiría que nadie entrara en el santuario que era su vida privada, ¿pero de verdad odiaba a Harry?
“Supongo que tendré que contestar esta pregunta cuando lo averigüe”
Se levantó del enorme sofá de cuero y se sentó nuevamente ante su pequeño escritorio. Esta vez, no tomó la lista de preguntas, sino un pergamino en blanco. En la sala común de Gryffindor, Ron se quejaba sobre la enorme cantidad de tarea en ese primer día. Hermione pensó que, faltando sólo dos meses, debían aprender todo lo que pudieran. Harry, en el otro lado de la mesa llena de libros y pergaminos, estaba leyendo una carta que acababa de llegar para él.
—Quizás debería leer esto en privado—musitó, y recogió sus cosas para dirigirse hacia su dormitorio.
—Espero que sean buenas noticias—dijo Hermione con optimismo. Ron levantó el sobre que Harry había dejado detrás. Tenía un sello negro de cera, y cuando colocó las dos mitades juntas, pudo leer claramente la impresión SS.
—¿Si fueran buenas noticias, crees que habrían llegado tan pronto?
Hermione hizo una mueca de dolor ante las palabras de Ron. Sabía que él tenía razón, pero sinceramente pensaba que ellos tenían una oportunidad. Había tenido tiempo de hablar con Sev aquel día en el lago, y realmente creía que todavía quedaba una parte de él en Severus Snape.
Al ver que se hacía tarde y Harry todavía no reaparecía en la sala común, Hermione dejó que Ron limpiara la mesa de las notas y pergaminos desechados, y fue a ver a su amigo.
Harry estaba acostado en su cama, todavía vestido. La carta que había leído y releído estaba en la mesita de noche. Ella pudo ver algo estrujado en su mano, ¿un pañuelo, quizás?
—¿Quieres hablar sobre esto?—preguntó suavemente, sentándose sobre la cama frente a él.
Harry retrocedió para hacerle lugar en su propia cama
—Nada de que hablar—hizo una pausa y ella espero a que él reuniera sus pensamientos o recuperara la serenidad, no estaba segura de qué—. Me lo había estado preguntando por largo tiempo, y ahora lo sé. Puedes leerlo—Hermione lo rodeó con los brazos, atrayéndolo para abrazarlo. La carta podía esperar un poco más.
Harry estiró el brazo para tomar la misiva, entregándosela. Estaba a punto de acostarse cuando ella lo jaló para que cambiara de dirección, así que cuando lo hizo, su cabeza quedó sobre el regazo de la chica. Se sintió agradecido por el consuelo, mientras Hermione apretaba y frotaba su brazo. Mas temprano, Harry les había contado a Ron y a ella lo sucedido en el pasillo, y la Gryffindor estaba sorprendida de que Severus hubiera llegado a la decisión de que le disgustaba demasiado que estuvieran juntos. Al menos, no tan rápido. No podía haber encontrado tan pronto todas las respuestas que estaba buscando.
“Ella realmente se piensa un montón las cosas”, pensó Harry, observándola.
>>Léela ya.
Harry
Se que estás esperando una respuesta a nuestra interrogante. Una respuesta que todavía no me he dado a mi mismo. Aprecio el hecho de que no contactaras conmigo mientras considero mis opciones. Matarte, por supuesto, no es una de ellas. Si no otra cosa, al menos soy un hombre de palabra.
Temo que si me doy cuenta que mis sentimientos profundamente arraigados por ti son demasiados para mirar al pasado, es posible que jamás te diga lo que sucedió la noche en que dices que salvé tu vida, el verano pasado. Así, tomaré esta oportunidad para contarte lo que sé acerca de lo que sucedió en el exterior de Privet Drive.
La batalla estaba muy cerca, tal como dijiste. Yo le había informado a Albus que el plan era atacar Privet Drive en tres días. Por ese tiempo, no sabía que habían estado interceptando las lechuzas a tu casa durante todo el verano. Como dijiste, planearon atacar durante la llegada de Sirius. Estaba apenas vivo cuando llegué junto a él. Se sentía angustiado, pensando que había traído el peligro hasta ti mientras trataba de ayudarte. Sabía que debería haber dejado que Albus manejara el asunto, pero temía que no pudieras esperar. Él tenía razón. En sus últimos momentos, me suplicó, como su último deseo antes de morir, que te trajera a Hogwarts. Se disculpó conmigo por todos los sucesos del pasado. Aunque creo que le dolió hacer eso, por tu seguridad, tenía que asegurarse de que yo cumpliría su último deseo. Tenías razón. En ese momento, no sabía lo que aquello significaba, e incluso pensé que la evidencia apuntaba de otra manera, pues yo estaba dispuesto a creer que estabas herido como resultado de la batalla y no por la manos de tus parientes.
Todavía no tengo respuesta al resto de nuestras preguntas; no es algo que tomaré a la ligera. Lamento no haberte conocido mejor como estudiante todos estos años. Aunque no me gustaras, como miembro del plantel docente de Hogwarts, era mi obligación conocerte y mantenerte a salvo. Aunque actualmente tengo un récord por salvar tu vida, no puedo evitar pensar que te fallé.
Severus Snape
Entonces, Hermione se dio cuenta que lo que Harry había estado estrujando era la condecoración de la Orden de Merlín de Sirius. El cuerpo del muchacho se estremeció de dolor.
—Lo extraño tanto.
Las lágrimas fluyeron por la cara de la chica ante la vista de su tembloroso amigo. Lanzó un hechizo para cerrar las cortinas y lo estrechó fuertemente, mientras pensaba:
“Severus, más te vale que no le hagas daño.”
Última edición por alisevv el Lun Ago 30, 2010 8:48 pm, editado 5 veces | |
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