alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 20. Hojas de té, vuelos y una nueva y brillante bombilla Sáb Jun 27, 2009 5:41 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 20Hojas de té, vuelos y una nuevay brillante bombilla Harry se sentó en la clase de Adivinación, observando su reloj. Ron fisgoneó el fondo de la taza de su amigo con una cuchara, con el fin de que los sedimentos de hojas de té adquirieran una forma interesante. Iba a hacer una predicción nefasta, pero luego de la última noche, decidió que mejor no. Harry miró fijamente su taza.
—A mí me parece sólo una mancha —comentó el moreno.
Ron escudriñó un poco más, pero antes que pudiera terminar, la profesora llegó a echar un vistazo. Harry puso los ojos en blanco mientras Trelawney jadeaba y anunciaba su sombrío futuro. Aparentemente, si seguía con vida para finales del año escolar, sería un milagro. Harry había estado muy tentado de sacar la Bola Mágica que Hermione le había regalado por Navidad. Según ella, ese juguete muggle tenía la misma posibilidad de hacer una predicción real que la vieja murciélago, sino mejor. Observó su reloj una vez más.
—Profesora, ¿realmente piensa que no lo lograré antes que termine el año?
Ron se mordió el labio para mantener el rostro serio y no echarse a reír. Se habían sentado en una esquina de la habitación, así que estaban lo más lejos posible de los demás. Harry arrugó la cara, intentando lucir patético.
—Lo lamento, señor Potter, las hojas de té pocas veces se equivocan —dijo con una expresión apenada, pero sus ojos brillaban con excitación. Difícilmente podía contener su deleite al predecir el deceso del muchacho—. Esto le está angustiando, querido, ¿quizás te gustaría un poco de mi té de hierbas tranquilizantes? —Harry sólo bajó la vista hacia sus pies, y le dio una patada a Ron cuando éste se rió por lo bajo—. Tal vez debería acostarse y tomarse algo de tiempo para poner sus asuntos en orden.
Harry, prácticamente, dio un salto.
—Sí, creo que acostarme ayudaría —rápidamente, tomó su bolso escolar y se encaminó a la salida, mientras Ron asentía en muda aprobación.
Mientras Harry corría a la torre Gryffindor a dejar sus libros y tomar su escoba y su capa de invisibilidad, Severus estaba en sus dependencias privadas, vistiéndose.
El Profesor colgó su túnica de trabajo. Vestía una holgada camisa blanca remetida en un par de pantalones de montar, de cuero marrón, y altas botas negras que cobijaban sus pantorrillas. Rebuscando entre su guardarropa, sacó varias túnicas del medio, mientras buscaba la correcta. Allí en el fondo, junto con otras que raramente usaba, se encontraba una larga túnica negra. Se la puso. A primera vista, se veía muy similar a cualquier otra, con unas pocas excepciones: se ajustaba a los brazos, y se abotonaba al frente, desde mitad de pecho hasta la cintura. Cuando desabotonó la cinturilla, reveló que la prenda era, de hecho, abierta al frente y cruzada para simular una sola pieza, pero cuando se abría y se volvía a abotonar, esta vez alrededor de la espalda, las piernas quedaban expuestas para permitir una completa libertad de movimientos.
Mientras el hombre alto, oscuro y sexy, y ahora vestido con cuero, caminaba con vivacidad a lo largo de los pasillos, se sintió muy contento de haber podido solucionar el problema de tener su hora libre en el momento en que nadie más la tenía. Eso significaba que las aulas estaban llenas; los corredores, vacíos. Ello le permitía disfrutar su tiempo libre sin la molestia de personas alrededor. No le interesaba tener gente rodeándole cuando estaba disfrutando. Su abuela le había dicho que si hacía un trabajo divertido, no parecería un trabajo. Su padre, por el contrario, insistía en que si se divertía, no se concentraría lo suficiente en la tarea que tenía entre manos. La moraleja de la historia había sido: Nunca permitas que vean que te estás divirtiendo
Harry planeaba sobre su escoba, bajo la capa de invisibilidad, cerca de la cabaña de Hagrid. El enorme hombretón estaba afuera, atendiendo a la belleza alada en los establos, preparándolo para su primer vuelo desde que había llegado, una semana antes. Harry observó como se abrían las grandes puertas de roble, y casi se cae de la escoba cuando divisó a Sev.
—¿Es cuero lo que está vistiendo?
Se dio cuenta que nunca antes había visto las piernas de su profesor de pociones, al menos no con su edad verdadera: él siempre vestía las túnicas tradicionales. Seguro, en el club de duelo Snape utilizaba una túnica especialmente ajustada, y los pantalones se mostraban por abajo, pero nunca había expuesto las piernas completamente, desde la cintura, y ciertamente, no en un suave cuero marrón. Harry estaba casi babeando. Severus pasó caminando bajo el lugar donde estaba planeando y continuó su animado paso hacia el establo. El Gryffindor voló silenciosamente, a una distancia segura. No estaba tan loco como para repetir la chiquillada del día anterior, y esperaba que eso no hubiera estropeado sus oportunidades con Sev. Después de todo, se había quedado mirándolo a los ojos por algo más de tiempo que el esperado, y eso le parecía una buena señal
Perdido en sus fantasías de caer en los brazos de Sev, se dio repentina cuenta que el hombre había alcanzado los establos sin él. Cuando prestó atención, pudo escuchar lo que hablaban ambos hombres.
—¿No sabe su nombre? —preguntaba Severus con incredulidad—. Ha tenido a este animal durante una semana, ¿no?
—Claro que sí, es sólo que cuando Olympe de dijo su nombre, no comprendí como decirlo correctamente. Ella lo escribió para mí, pero no he podido encontrar el pedazo de papel. Y él tampoco obedece órdenes en inglés. Sólo entiende francés, supongo. ¿Usted habla francés, Profesor?
—Le aseguro que un buen jinete sólo necesita comunicarse con el lenguaje del cuerpo —declaró Severus, cortante.
—Así que no habla francés —comentó Hagrid, casi con sarcasmo. Severus trató de no mirarlo con furia, pues se sentía agradecido de poder cabalgar nuevamente. Había transcurrido un buen tiempo. Él había cabalgado muchos Pegasos, pero los habían colocado entre las criaturas en peligro de extinción y ahora era ilegal tenerlos en cautiverio sin una exención especial.
Severus tomó las riendas y alzó el bocado de brida hacia la boca del caballo alado.
—Ouvrir*
Al escuchar la orden, el caballo abrió la boca, permitiendo a Severus colocarle el bocado. El Slytherin sonrió ante la expresión sorprendida en el rostro de Hagrid. Alzó la vista hacia la silla y los estribos; eran tres pies más altos que las de un caballo normal. Esta bestia sin nombre era del tamaño de un elefante. Hagrid acercó un taburete; Severus asintió en agradecimiento y se subió, pero incluso la altura adicional, tuvo que subir sus pies muy altos para poder alcanzar el estribo. En un movimiento sinuoso, hizo oscilar su pierna derecha hasta aterrizar suavemente en la silla. Su túnica se balanceó a su alrededor con fluidez, de forma que terminó colgando sobre la espalda y los lados,
Harry observó con atención mientras Sev sacaba una tira de cuero negro de su manga. El hombre la sostuvo entre sus dientes, deslizando sus dedos índices a través de su cabello, hacia detrás de las orejas, y sujetándolo en una pequeña cola de caballo. Con su pelo ahora bien amarrado con la tira de cuero, condujo al caballo alado fuera del establo.
—Disfrute su cabalgata, Profesor, lo veré cuando haya aterrizado —dijo Hagrid, mientras Severus salía. Harry lo observó, sobrecogido. Sólo había visto esa clase de caballos voladores en el tándem que tiraba del carruaje de Beauxbatons. Su Sev, sobre un solo caballo, cabalgando a lo largo de los terrenos, era una visión completamente diferente. Severus se sentaba erguido en la silla. A pesar del escarpado tamaño de la criatura bajo él, el hombre mostraba una presencia autoritaria. Sus talones se hundían, animando al animal a correr más rápido, y pronto alcanzaron una velocidad increíble. Harry volaba junto a él, un tanto separado para no ser escuchado, mientras su túnica se agitaba con el viento. La túnica de Severus también fluía a su espalda, semejando la cola de un ave enorme. El sonido atronador de cascos cruzando los terrenos se detuvo de repente, y fue reemplazado por el batir de alas, mientras jinete y caballo alzaban vuelo.
Estar alto en el aire, volando a solas, originaba un enorme sentimiento de liberación. Nadie que te viera, nadie que te juzgara, sólo tú contigo mismo.
De repente, mientras observaba a Severus cabalgar, Harry sintió que se estaba entrometiendo en un momento demasiado privado, pero era incapaz de apartar los ojos.
Mientras el caballo se encabritaba evitando el Sauce Boxeador, Severus lo sostuvo con firmeza. Harry pudo notar la sonrisa del Slytherin mientras éste volaba demasiado cerca del árbol para su gusto. Era difícil imaginar que un animal de ese tamaño pudiera cambiar de dirección tan rápidamente. Harry sospechaba que ese árbol loco tenía el mismo efecto en todo el mundo. Después de verlo escapar por poco de un par de encuentros más, Harry decidió aterrizar en la torre de Astronomía y observar desde allí. Lo vio volar alrededor de varias torres y torrecillas del castillo, pero dado que la torre de Astronomía era tan alta, Sev tendía siempre a volar hacia ella. Harry tenía el perfecto lugar de observación. Hagrid había tenido razón; ahora, Severus tenía más músculos. Podía ver las musculosas piernas a través de los apretados pantalones de cuero. El hombre manejaba las riendas con la facilidad de un experto ecuestre. Era claro que ese animal demandaba una mano firme.
Era estimulante observar una cabalgata así, y el joven estaba seguro que Sev la estaba disfrutando.
Después de un rato, cuando observó que el Profesor se disponía a aterrizar, Harry volvió a montar sobre su escoba y voló hasta cerca del establo. La tierra se sacudió mientras las pezuñas la tocaban y continuaban corriendo, para terminar deteniéndose lentamente al frente del establo. Severus dio una palmada en el cuello de la bestia y desmontó. Caminó hacia el frente del caballo, diciéndole algo en francés que Harry no entendió, para luego acariciar su morro con suavidad.
“Éste es el hombre que conocí la semana pasada. Todavía queda algo de Sev en este Severus, aunque él no permita que nadie lo vea”
El chico se alejó de los establos antes que pudieran atraparlo.
Hagrid debió hacer escuchado el aterrizaje y ahora estaba caminando hacia el establo.
—¿Cómo resultó la ejecución, Profesor? ¿El Pegaso se comportó?
—Sí, responde bien con el manejo apropiado. Le agradezco la oportunidad de cabalgarlo.
—El agradecido soy yo por permitir que hiciera algo de ejercicio. Es bienvenido a cabalgarlo cuando quiera —contestó Hagrid, mientras colgaba un cubo de whisky de malta para el palomino alado.
Harry pudo escuchar como los hombres se despedían y acordaban una fecha tentativa para que Severus pudiera cabalgar de nuevo, y no alcanzó a oír nada más. Colocó su escoba en el cobertizo, detrás de varias escobas de la escuela, y puso protecciones alrededor. Después de guardar la capa debajo de su túnica, se encaminó hacia la entrada del castillo.
“No hay señales de Sev, todavía debe estar hablando con Hagrid”
Abrió las grandes puertas de roble y entró en el vestíbulo. Luego de echar un rápido vistazo hacia atrás, tratando de atisbar al dios del sexo vestido de cuero, dio la vuelta en redondo, y caminó directamente hacia la espalda de Severus. Quedó tan atónito, que cayó hacia atrás, mientras intentaba alejarse lo más posible del hombre. No quería irritarlo como el día anterior; no después de decirle que lo dejaría en paz.
—Disculpe, no vi que estaba aquí. No quise… —Harry se abofeteó mentalmente por divagar como un idiota.
—Potter, dónde… —Severus miró furioso mientras el Director lo interrumpía. Harry ni siquiera había visto al anciano parado en frente del maestro de Pociones.
—Harry, ¿no deberías estar en tu clase de Adivinación a esta hora? —preguntó Albus con ojos brillantes. Parecía emocionado por haber tenido oportunidad de conseguir juntos a esos dos.
—Sí, señor, estaba allí. La profesora Trelawney me dejó salir antes para que pudiera poner mis asuntos en orden —contestó, tratando de no reír mientras lo decía.
Estuvo seguro de haber escuchado una débil risita del anciano. Notó que Sev estaba sosteniendo alguna clase de cordón de cuero.
“Oh, su cabello está nuevamente suelto”
El profesor de Pociones comenzó a girar su anillo. Harry casi sonrió ante la revelación. Como adolescente, Sev hacía ese movimiento cuando deseaba hacer una pregunta, pero se estaba conteniendo. Parecía que lo había hecho con mucha frecuencia la semana anterior. El chico pensó que una explicación, para el beneficio de Sev, no haría daño.
>>Aparentemente, mi muerte pendiente está más cerca de lo que pensábamos, así que me permitió partir, para que pudiera serenarme, y quizás hacer mi testamento —rió entre dientes mientras decía eso; Severus no se mostró divertido. Albus parecía estar reflexionando sobre algo.
—Harry, ya hablamos sobre esas predicciones, ¿necesitabas serenarte? —indagó Albus en tono serio.
El chico reflexionó un momento su respuesta.
“Si quiero conseguir algo con él, tiene que saber que no voy a ceder en mi propósito de conocerlo”, pensó. “Y la verdad te hará libre.”
—No, señor. Hagrid me dijo que Se… el profesor Snape cabalgaría hoy, y yo sabía que él lo había estado deseando toda la semana. Quise venir y observar —se giró hacia Severus—. No quise importunar.
Albus sonrió, y Severus estaba atónito, aunque su rostro no reveló nada. Cuando Harry había entrado por las puertas de roble, había sospechado que el joven se encontraba afuera mientras él estaba cabalgando. Pero no había esperado que fuera honesto sobre el hecho. Estaba dividido entre la irritación por haber tenido audiencia mientras disfrutaba cabalgando, y el asombro de que Harry hubiera admitido haber estado allí.
>>Si no necesitan nada más, no deseo distraerlos de su conversación.
—No, Harry, nada más. Que pases un buen día —dijo Albus con una sonrisa.
—Gracias. Oh, Profesor —agregó, dirigiendo su pregunta a Albus—. ¿Que le apetece más tarde; algo dulce, quizás? —la sonrisa en el rostro del Directos se amplió mientras contemplaba sus opciones. Harry decidió no contarle a Severus a qué se estaba refiriendo. Le sorprendía que el maestro Principal no se lo hubiera explicado.
“No importa, él no tiene que saberlo todo”.
—Eso sería espléndido —contestó el viejo mago.
Harry aprovechó para echar un vistazo a Severus, quien de nuevo giraba el anillo en su dedo. El Gryffindor sonrió. El hombre notó que los ojos verdes se movían de su cara, dándose cuenta que estaba mirando sus manos cruzadas, y frunció el ceño. Harry suspiró; ciertamente, no vería ese gesto de nuevo. Severus no permitiría que tan obvia señal continuara, ahora que el joven la había reconocido. Después de todo, era un Mortífago y espía, y estaba muy pendiente de no hacer ese tipo de cosas, sólo que Albus le había hecho sentir relajado al hablarle sobre el Pegaso de Hagrid.
—Lo veré en clases, Profesor —musitó Harry, empujando a Sev de sus pensamientos.
—Si está seguro de poder poner sus asuntos en orden para entonces —comentó el otro, al borde del sarcasmo.
—¿Hay algo que desee que le deje en mi testamento?
—No. Si no puedo matarle yo mismo, no quiero que nadie más tenga el privilegio.
Harry sabía que ya había hecho todos los comentarios ingeniosos que podía conseguir en un día, y decidió parar mientras llevaba la delantera.
“¿Entonces, si tú no puedes tenerme, nadie más lo hará?”
Se limitó a asentir y sonreír mientras se alejaba. Albus estaba disfrutando; conseguiría que esos dos fueran amigos aunque eso los matara en el camino. No a él, a ellos. Más tarde, Severus estaba pensando en la conversación. Había querido callarle la boca a Harry con el comentario sarcástico, no animarlo. Levantó la vista del enorme montón de pruebas que necesitaban ser corregidas cuando alguien tocó a su puerta. Estaba a punto de decir a quien fuera que se marchara, cuando escuchó una voz chillona.
—¿Estás ahí, Severus?
—Entra, Filius —concedió, moviendo la mano para retirar el hechizo que cerraba la puerta.
Filius Flitwick entró en la oficina, mirando los recipientes con diversos y viscosos ingredientes para pociones que había alrededor. Severus reflexionó que el pequeño mago casi nunca bajaba a su oficina, así que se preguntó qué desearía.
>>¿Qué puedo hacer por ti, Filius? Tengo aquí suficientes pruebas para corregir al menos durante un mes.
—Hola, Severus, ¿qué tal te va enseñando de nuevo? —preguntó el alegre profesor de Encantamientos.
—Tan satisfactorio como de costumbre —contestó, poniendo los ojos en blanco—. ¿Seguramente no viniste hasta aquí abajo para discutir las recompensas de la enseñanza?
El rostro del diminuto hombre tomó de repente una expresión más seria.
—Es sobre Harry. ¿Cómo le está yendo en Pociones?
Severus se encogió de hombros.
—La está aprobando, si es a eso a lo que te refieres.
“¿Irá a llegar pronto al punto?”
—Quería que me confirmaras si la poción fue echa correctamente; es de la clase sobre pensadero que tuvimos esta mañana.
—No veo porqué no. Fue hecha el último día antes de las vacaciones, ellos estaban inquietos, pero yo verifiqué cada caldero porque sabía que necesitabas la poción para tus clases. Sólo a Longbottom le salió mal, y le di un poco de la poción de Granger
El profesor Flitwick sacó un recipiente con un líquido plateado. Severus le dio vueltas para comprobar la viscosidad del contenido. Abrió el recipiente y olió. De lo que podía observar, estaba todo correcto.
—Está bien, ¿cuál es el problema?
—Cuando miré el recuerdo, por unos minutos escuché unos tenues sonidos, pero la imagen estaba completamente negra.
—¿Cuál era la tarea asignada?
—Una estándar que uso cada año; el regalo favorito que habían recibido en su décimo cumpleaños.
Dado que pasaban la mayor parte del año en la escuela, excepto los pocos meses de verano y vacaciones, muchos estudiantes celebraban sus cumpleaños lejos de casa. Por esa razón, era una costumbre común en el mundo mágico hacer una gran celebración en el décimo cumpleaños, antes que empezaran en Hogwarts. Era un acontecimiento que la mayoría recordaban muy bien.
—Él fue criado por muggles, ¿cómo saber si su décimo cumpleaños fue diferente de cualquier otra fiesta que hubiera tenido? —Severus bufó ante la mirada de súplica en el rostro de Filius—. Vale, le echaré una mirada más tarde, cuando tenga tiempo. Te daré mi análisis después. ¿Eso es todo, o quieres que averigüe de qué color eran los globos?
Filius frunció los labios para contener el comentario mordaz que estaba a punto de hacer, y en su lugar agradeció a Snape por su ayuda.
Cuando Flitwick se fue, Severus empezó a pensar más sobre Harry. Había estado tan ocupado enojándose con él, o pensando en las razones por las que el joven no debería conocerlo, que había olvidado muchas cosas de las que había aprendido la semana anterior. Obviamente, sus parientes casi lo habían matado el último año. ¿Cuánto tiempo habría transcurrido desde que empezaron con los golpes? ¿Había dicho Harry que las cosas habían empeorado después que aceptara ir a Hogwarts?
“Su odio hacia mí creció cuando recibí mi carta de Hogwarts y descubrí que era mago, pero la situación no fue realmente mala hasta que fui mayor”
¿Qué clase de niño era para que lo odiaran siendo tan joven? ¿Sería sólo que él lo recordaba de esa manera? Cuando Harry había dicho que no había sido ‘realmente malo’ hasta que fue mayor, ¿qué consideraba como ‘no demasiado malo’? ¿Qué no lo hubieran matado? Decidió que miraría el mini pensadero de la clase de Filius. Los recuerdos podían distorsionarse con el tiempo, pero un recuerdo en un pensadero era una versión verdadera.
Transformó el recipiente en un cuenco ancho y poco profundo para poder ver mejor. Al tocar el líquido con su varita, hizo que girara y cambiara. Pronto, la superficie brillante se tornó negra. Ligeros sonidos podían ser oídos; golpeó con su varita un lado del cuenco, recitando un encantamiento para amplificar el sonido. La pequeña y juvenil voz de Harry pudo ser escuchada, junto con otros sonidos de algo que se arrastraba. Parecía ser una especie de canturreo.
—9 x 6 = 54, 9 x 7 = 63, 9 x 8 = 72, 9 x 9 = 81
“¿Está recitando las tablas? ¿Cuánto tiempo dijo Filius que había escuchado, unos minutos?”
Severus decidió seguir escuchando. La poción estaba bien, y el hechizo parecía funcionar, dado que estaba escuchando a Harry. Tendría que esperar hasta que terminara de girar para ver si a Filius se le había escapado algo.
Luego de cinco minutos de no escuchar otra cosa que sonidos de repiqueteo, como si alguien tamborileara sus dedos, Severus se sobresaltó, atónito.
—¡DEJA DE HACER ESE RUIDO INFERNAL!! —bramó la voz de un hombre.
—No hay nada más que hacer aquí adentro —murmuró Harry.
Siguieron unos minutos de silencio, antes que el repiqueteo comenzara nuevamente. Severus se preguntaba si Harry lo habría hecho de forma inconsciente, o para molestar al hombre.
“¿Por qué demonios sigue todo negro? ¿Qué habrá hecho mal mientras lanzaba el hechizo al pensadero?”
La voz del hombre retumbó de nuevo, y Snape volvió a sobresaltarse, pues había estado observando la oscuridad y, de repente, franjas de luz cruzaron toda la superficie. A medida que sus ojos —o mejor dicho— los de Harry, comenzaban a ajustarse a la luz, fue capaz de ver a través de las grandes ranuras. Tuvo una vista parcial de una enorme cara con bigote.
—¡¿QUÉ TE DIJE SOBRE ESE RUIDO?! —se escuchó el rugido, seguido por una voz de mujer.
—¡Por Dios, Vernon, dale el bombillo, ya fue suficiente tiempo! —pidió, revisando un calendario.
De improviso, en el lugar donde habían estado las ranuras, se abrió una puertecilla y la luz fluyó hacia el pequeño espacio, donde Severus pudo ver a un joven Harry Potter sentado sobre un catre. Era tan pequeño. Debía ser apenas un año antes que Severus lo conociera en la escuela. ¿Había crecido a marchas forzadas después de eso, o era que, simplemente, no recordaba a Harry tan joven y pequeño?
Una mano grande y robusta entró por el pequeño espacio, y Harry se encogió, alejándose de ella. Entonces, se dio cuenta que no iba a golpearlo sino que le estaba entregando un bombillo.
—Feliz cumpleaños —gruñó el hombre, y lanzó la puerta, cerrándola de nuevo. Se escuchó un chasquido, y las ranuras también se fueron. Por lo que pudo ver Severus, una vez más, la oscuridad tomó el lugar donde Harry estaba sentado. Después de escuchar varios ruiditos y un clic, el bombillo se iluminó, y la pequeña habitación fue claramente visible por primera vez.
El catre ocupaba todo lo largo, de pared a pared. Había un pequeño armario, con un dibujo de una motocicleta con alas; al lado, otro dibujo hecho con crayones, parecía un rayo con una bruma verde alrededor. Severus se estremeció ante el pensamiento. En el pequeño estante había una canica y tres crayones a la mitad, apenas pedazos de cera coloreada, pero que estaban alineados como si fueran preciadas posesiones. Harry canturreó Feliz Cumpleaños a si mismo y cerró los ojos con fuerza, mientras se concentraba en su deseo; luego, sopló sobre la brillante bombilla nueva antes de apagarla. La oscuridad giró alrededor, convirtiéndose nuevamente en líquido plateado.
Severus, sin expresión, observó mientras la superficie regresaba a la normalidad.
“¡Ah, demonios!”
Última edición por alisevv el Dom Ene 24, 2010 5:15 pm, editado 1 vez | |
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