alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 70. Un Tiempo Para Sanar Lun Ago 06, 2018 4:20 pm | |
| Traducido por thesnarrysarchivist Death eater takes a holiday Capítulo 70 Un Tiempo Para Sanar En un prado lleno de hierba verde, Harry yacía desnudo, tomando el sol de la tarde. Sus extremidades se veían positivamente de bronce en comparación con las extremidades largas de su amante, que rara vez veía el sol. Una sensación de cosquilleo llamó su atención, y se dio cuenta de que su amante estaba aventándole flores desde arriba. Brillantes flores de color naranja cayeron de un pequeño caldero sobre sus piernas antes de derramarse a un lado.
Severus le susurró un poema al oído, o eso pensó antes de reconocer la canción de cuna que una vez había escuchado cantar a su amante.
Una brisa fresca lo distrajo por un momento y Harry ya no pudo distinguir las palabras extranjeras. La voz profunda y tranquilizadora comenzó a cambiar. Cuando Harry miró hacia abajo para ver por qué las flores de repente tenían espinas y le pinchaban la piel, se dio cuenta de que Severus ya no hablaba. Su cara estaba vacía de toda expresión mientras untaba las flores de azahar sobre las piernas de Harry. La voz ahora más alta continuó mientras Severus frotaba las flores pastosas, las espinas y todo sobre su piel ahora punzante.
—Simplemente lo sabía—era la voz de Hermione—No puedo creer que Kieran, un sanador, te haga pasar una experiencia tan difícil sin una mejor investigación...--se tranquilizó abruptamente, haciendo que Harry levantara la vista para ver sus labios encerrados sobre los de Severus en un apasionado beso. Harry soltó un grito estrangulado, pero nadie se dio cuenta. La brisa fresca se volvió fría a medida que el verde del suelo del prado resplandecía y se volvía helado. En cuestión de segundos, el suelo estaba cubierto de nieve.
—¡Él es mío! —Gritó Harry, pero no había Severus o Hermione para escucharlo; estaba muy solo, tendido allí, desnudo en la nieve.
—Shh. Estoy aquí, Harry—dijo Severus con voz suave. Harry levantó la vista para ver que Hermione se había ido, pero otra mujer llamada Sara estaba en su lugar al lado de su amante. Bajó la cabeza, sintiendo la fría nieve contra su rostro. Después de lo que parecieron horas, pero probablemente solo fueron unos minutos, el frío intenso se volvió demasiado. Harry levantó su cabeza nuevamente para ver a Severus solo. La nieve en su cabello se derritió, los riachuelos goteaban por su cara, y luego bajaron molestamente por su cuello.
—Estoy aquí, Harry—repitió Severus mientras mojaba una franela en un recipiente con agua helada, exprimiéndola antes de limpiar la frente de Harry otra vez—Está bien, amor—el tono profundo y tranquilizador hizo difícil que Harry pudiera abrir los ojos—Solo un sueño—canturreó Severus, escuchando la respiración de Harry. Las rápidas y superficiales respiraciones se redujeron levemente cuando Harry intentó enfocarse. Miró inseguramente a los ojos de ónix, esperando descifrar las emociones que veía en ellos.
—Sev—graznó Harry, demasiado agotado para avergonzarse por la grieta en su voz—Frío—se estremeció cuando Severus secó su cuello donde había goteado la franela.
—Tienes fiebre—Severus volvió a colocar la franela en el cuenco y tomó a Harry con cuidado en sus brazos—Te voy a poner en el baño para bajar tu temperatura. ¿Comprendes? —preguntó, inseguro de si Harry estaba coherente una vez más.
Cuando el aire frío le dio un escalofrío, se le ocurrió a Harry, que en realidad estaba desnudo—Frío—dijo de nuevo, esperando un baño caliente. Gritó mientras lo bajaban a lo que parecía agua helada.
—Lo sé, amor—lo serenó Severus, pero Harry notó que no calentaba el agua—Hace calor, solo sientes frío debido a tu fiebre—dijo, pero tuvo una mirada escéptica de un tembloroso Harry. Severus se quitó la camisa cuando las mangas se mojaron. No pasó mucho tiempo hasta que notó su espalda adolorida y decidió deshacerse de los pantalones también y se metió en la bañera, tirando de la espalda de Harry hacia su pecho, envolviendo sus brazos amorosamente a su alrededor.
Con un suspiro de satisfacción, Harry inclinó la cabeza sobre el hombro de Sev. Habían pasado unos días y sus espasmos musculares estaban empezando a relajarse. Sabía que el movimiento desde la cama hasta el baño y viceversa le costaría caro, pero cualquier dolor que pudiera soportar, más tarde, valdría la pena. Grandes manos manchadas de poción frotaban un rastro de espuma sobre su piel, a través de los sensibles pezones.
Al escuchar a Harry murmurar acerca de él besando a Hermione, Severus sugirió que había hecho lo suficiente en su vida para ser acusado y Harry no necesitaba agregar pecados ficticios a la larga lista. Cuando Harry finalmente regresó a la cama, Severus le dio un frasco, del cual bebió obedientemente, reconociendo la poción de nutrientes por lo que era. Aún no había tenido comida de verdad, pero de todos modos no tenía ganas de hablar. Siendo consciente de poco más que el dolor pasado y el mareo ocasional, Harry no había notado a su amante bebiendo de vez en cuando de un frasco similar. Severus había estado tomando suficiente poción de nutrientes para seguir. Él siempre se aseguraba de que Harry tuviera suficiente antes de tomarla él mismo.
Severus estaba en guardia cuando oyó a alguien caminar silenciosamente más allá de la puerta. Cuando los pasos continuaron, él abrió la puerta a tiempo para ver a una mujer joven que doblaba una esquina y desaparecía de la vista.
—Albus me está cubriendo—le dijo a Harry, entregándole un artículo de periódico que había encontrado justo afuera de la puerta donde la joven lo había dejado. Harry leyó detenidamente el artículo, que indicaba que un agente del Ministerio en Hogwarts tenía detenido a Severus Snape hasta que el Ministerio decidiera si lo arrestarían por atacar a un estudiante o lo exonerarían y lo liberarían.
—Aquí dice que estás en la enfermería recuperándote de un accidente en el laboratorio de pociones—dijo Harry, leyendo el periódico—¿Albus sabe que estamos aquí? —preguntó, sin recordar si ya había hecho la pregunta cuando Severus llegó por primera vez—¿Alguien habría enviado una lechuza para encontrarnos, al menos? —.
—Esta es una casa segura para mí. No sería muy seguro si alguien pudiera seguir a una lechuza aquí—Severus continuó explicando que solo la familia que residía en la casa podía ser reconocida por una lechuza. Le recordó a Harry que Albus había dejado en claro que no podía usar el Flu de forma segura para llamarlo.
Las heridas más obvias de Harry estaban bajo control, pero sin el uso de magia, Severus no tenía manera de saber qué más podía estar físicamente mal. Sintiéndose seguro para dejar a Harry, Severus decidió que era hora de hablar con Adeline y esperaba que no le importara enviarle una carta a Albus.
—¿Vas a tomar el té que prometiste hace unos días? —le reprendió Adeline cuando Severus llegó a la cocina. Sabía que no tomaría en serio su tono de reprensión, y su cálida sonrisa la delató como cuando era joven.
—Debería haber venido antes—Severus se sentó en la silla ofrecida cuando la joven que vio antes entró, dejando un servicio de té.
—Los emparedados estarán listos en breve—dijo cortésmente y se fue corriendo.
—Eso no es necesario—insistió Severus a Adeline, aunque solo después de que la joven se hubiera ido.
—Sí, lo es, te mueres de hambre—dijo Adeline como si estuviera comentando sobre el clima. Una vez más, a Severus le vino a la mente un momento de hace mucho tiempo en el que siempre supo lo que necesitaba y se lo ofreció antes de que él mismo pensara en preguntarlo. Ella sonrió a sabiendas—Me alegra que tu invitado se sienta mejor—añadió, sorprendiendo a Severus.
—¿Cómo...? —él la miró con cautela. Adeline tomó un sorbo de té y colocó varios sándwiches en el plato de Severus.
—Nunca cambias, niño—comenzó, recordándole inquietantemente a Albus—Hace años que me pregunto cuánto te tomaría hacer esa pregunta—volvió a sorber su té, pero esta vez alzó la vista hacia un extraño artilugio en la pared. Severus recordó que siempre había estado allí, pero nunca había sabido de qué se trataba. A primera vista, pensó que era un reloj mágico, pero cuando realmente lo observó, notó que tenía varios elementos diferentes que no había visto en un reloj antes. El reloj Weasley tenía manecillas para cada miembro de la familia, mientras que el de Harry estaba configurado de manera diferente ya que vivía solo.
La gran caja en lo alto de la pared consistía en muchas pestañas que tenían pequeños rectángulos de plata con nombres grabados en ellas. Eran la familia de Adeline, todos excepto uno, "Maestro Snape". Echando un vistazo más de cerca, Severus vio que el fondo era un diseño de la casa, mostrando "Maestro Snape" en la cocina y una anotación bajo su nombre, "Hambriento". Rápidamente encontró la habitación en la que estaba Harry. Había una pestaña de plata, pero el nombre grabado estaba rayado; parecía como si hubiera sido hecho hace décadas. Se preguntó si habría leído "invitado" o algo por el estilo. Debajo de la pestaña rayada, la anotación decía "Durmiendo". Severus notó que los colores de los diferentes nombres eran diferentes uno a otro.
—Es un asistente de servicio. Probablemente fue instalado por tu bisabuelo—explicó Adeline—Si miras a lo largo de la parte inferior, hay secciones inactivas—señaló las pestañas de varios miembros de la familia Snape desaparecidos hace mucho tiempo. Severus notó que "Lady Snape" parecía más nueva, pero no le importó preguntar por qué.
—¿Qué significan los colores? —Preguntó, obteniendo una sonrisa astuta de la anciana bruja.
—En tu caso, un color representaría una necesidad que podrías tener, pero los sirvientes anotan lo que están haciendo: un color para trabajar, otro para comer, etc. —dijo, sin perder de vista un solo nombre en especial—Simplemente están allí para ubicar al personal y lo que están haciendo en general. Este—señaló una ficha que había cambiado de azul a verde, luego a naranja—Ese es mi nieto, que estaba durmiendo y ahora está causando problemas—señaló a la pestaña del nombre que se movía rápidamente desde una habitación marcada como "Guardería"—Puede que tenga que atender eso—dijo ociosamente, pero luego señaló otra pestaña que seguía—No, su madre lo tiene bajo control—agregó con una sonrisa.
Adeline volvió a sentarse, pero Severus permaneció de pie para examinar el extraño artilugio. Notó que los dos nombres que ella había mencionado se acercaban a la cocina. Apenas se había dado la vuelta, un niño pequeño y desnudo pasó corriendo, seguido por una joven de aspecto agotado a mitad de la persecución.
Señalando los nombres, Severus preguntó si Draco había aparecido allí. Estaba preocupado por la seguridad, no estaba seguro de si algo así sería bueno o malo; todo podría depender de quién estaba mirando. Adeline descartó ese pensamiento cuando explicó que los nombres tenían que ser mágicamente agregados; cualquiera que entrara no se presentaría.
—¿Y pensaste que te hacía firmar esa pila de tarjetas de empleados en blanco para que las lechuzas los encuentren más allá de las barreras? —ella preguntó con una sonrisa—Como no somos tu familia, necesito que cada niño sea incluido en la lista como empleado del "asistente de servicio" para hacer un seguimiento de ellos—se rió mientras el mismo niño desnudo corría de nuevo, esta vez con un espacio más grande entre él y su agotada madre.
Adeline señaló que la pestaña "Maestro Snape" aún decía "Hambriento" y le hizo comer algunos sándwiches mientras hablaban. Ella estaba feliz de enviar un mensaje por medio de una lechuza a Albus. Era una nota oscura que parecía tan inofensiva como una postal de vacaciones, pero el director la entendería por lo que era. Para cuando Severus se retiró a su habitación y Harry, él estaba cargado con todas las pociones que Adeline tenía en sus almacenamientos adicionales. Resultó que las pociones que Severus había encontrado cuando llegó por primera vez eran solo una parte de lo que tenía en existencia.
Los rumores alrededor de Hogwarts se estaban desenfrenando. La desaparición de Snape había dejado mucha especulación. Mientras algunos pensaban con certeza que había sido transportado a Azkaban y Besado, otros se apresuraron a señalar la presencia continua de un Auror que de vez en cuando podía verse hablando con su hermana, la Weasley más joven.
Una laboriosa Slytherin logró colarse en la enfermería para checar a su estimado Jefe de Casa, solo para descubrir que no mostraba signos de vida. Era, por supuesto, la única vez que le habían dado a Bill un descanso de la onerosa tarea de quedarse quieto en la cama de un hospital durante muchas horas seguidas; sin saberlo había visto una réplica de Snape. La noticia de la muerte del Maestro de Pociones se extendió como un reguero de pólvora, hasta el día siguiente cuando un estudiante lesionado llegó a la enfermería justo a tiempo para ver a Madame Pomfrey dándole a Snape una poción.
En el desayuno, Albus comió sus huevos en silencio, escuchando la última información que se propagaba por el Gran Comedor. Una vez más, leyó la nota que había recibido con la llegada del correo de la mañana y sonrió. Fue un gran alivio saber que sus sospechas eran correctas; sus dos magos favoritos estaban relativamente seguros. El centelleo en sus ojos azules aumentó, pensando en lo divertido que sería si Severus escuchara el chisme de estudiantes recientemente confirmado, que ahora garantizaba el rumor de que él era un vampiro se mantendría en alta estima por muchos años más.
Los estudiantes parlanchines no prestaron atención cuando el Auror pelirrojo habló en voz baja a su hermana o su chillido de respuesta amortiguado por un gran abrazo. Ron descansaría más tranquilo cuando volviera a ver a su mejor amigo, pero por ahora era suficiente con saber que estaba a salvo.
—No sabía que sabías mucho sobre curación—dijo un somnoliento Harry.
—No lo sé, pero como maestro de pociones sé lo que hacen todas las pociones. Todavía necesitarás ver a Poppy cuando regresemos—Severus sostuvo una poción en los labios de Harry y luego se disculpó cuando tuvo que retener el agua que Harry quería desesperadamente.
—¿Por qué me dejas tener agua en casa para esta misma poción? —preguntó Harry, obteniendo una ceja levantada de su amante. Era la misma mirada que Harry tenía cuando no había pensado en algo—Oh, sí, las haces diferentes para mí, así que puedo beber inmediatamente después—recordó.
—Adeline ha tenido la amabilidad de ofrecer cualquier cosa que haya cultivado en su invernadero que pueda necesitar para pociones. Necesitas otra dosis de relajante muscular en quince minutos, después de eso iré a ver qué ha estado haciendo crecer—Severus deslizó las sábanas de una de las piernas de Harry y comenzó a masajear los músculos lentamente curándose.
Harry trató de relajarse mientras los doloridos músculos se trabajaban. Se dio cuenta de que Severus había revisado el reloj dos veces en cinco minutos—¿Por qué no continúas?, puedo tragar una poción por mi cuenta—Harry podía decir que estaba ansioso por ver el invernadero.
—¿Estás seguro? —El dedo largo de Severus acarició un lado de su rostro y Harry se inclinó al tacto, tentado a decir que no.
—Mira—dijo Harry, llevándose una mano a los labios para demostrar que podía hacerlo—Dame el vial. Prometo ver la hora—dijo, convenciendo a Severus de que se las arreglaría bien—Ve—insistió, tendiendo su mano para la poción.
Después de mucha deliberación, Severus estuvo de acuerdo. Puso el pequeño frasco en la mano de Harry, aflojando el sello—Toma esto en diez minutos—dijo con firmeza—Regresaré antes de que puedas tomar el agua, así que no vayas diluyendo todos mis esfuerzos porque no tienes paciencia—sus palabras sarcásticas no contenían malicia y solo servían para obtener una sonrisa de Harry—No tardaré—prometió y colocó un casto beso sobre los labios secos y agrietados.
Severus hizo una mueca—Uf, eso sabía horrible—comentó sobre la poción que podía saborear en los labios de Harry, y tomó un trago de agua de su vaso.
—Cretino Malvado—dijo Harry, mirando el agua ansiosamente. Severus solo levantó una ceja como diciendo: "¿Solo ahora estás descifrando eso?".
—Diez minutos—dijo de nuevo antes de cerrar la puerta. Harry levantó el frasco en un saludo fingido y miró el reloj otra vez cuando Severus se fue.
En la cocina de la mansión Snape, una joven madre se relajó y se sentó a la mesa con un niño casi dormido y ya no desnudo, acunado en su regazo. Vio cómo su hermanita aprendía todo lo que podía sobre servir a una familia. Su nuevo trabajo, servir a una pareja local, comenzaría en un mes cuando sus nuevos empleadores regresaran de su luna de miel.
—Desearía que el señor Snape nos dejara hacer más por él—se quejó—Me ayudaría si tuviera más práctica—la chica ansiosa pero nerviosa practicaba doblar servilletas y preparar las cafeteras—¿Ha comido algo desde que llegó aquí? —ella preguntó, señalando la pestaña rayada que representaba a Harry. La joven no notó la sonrisa compartida entre su madre y su hermana adulta—¿Sabemos su nombre? —.
—El invitado del maestro Snape no está lo suficientemente bien como para comer—respondió simplemente. Adeline sabía que debería hacerlo, pero no estaba lista para explicar que no era prudente suponer que el invitado de Severus era una mujer—Espero que nos presenten cuando sea el momento adecuado—.
Arriba, Harry abrió sus ojos soñolientos para mirar el reloj. No le gustaba que este analgésico también tuviera el efecto de ser una ayuda para dormir. Pero era mejor que sufrir, por lo que no se quejaría—Ups, doce minutos—dijo Harry a la habitación vacía y tragó la poción de un solo trago. Inmediatamente supo que algo estaba mal. Sus entrañas se apretaron y su garganta ardió como si hubiera bebido fuego líquido. Escupir lo poco que tenía en la boca no estaba teniendo mucho efecto en la quemadura que creyó que le haría un agujero.
Severus había dicho que no bebiera el agua, pero tampoco mencionó que dos putos minutos tarde en la poción le harían sentir como un volcán humano. El dolor y el miedo al daño grave de la poción de tipo ácido tomaron la decisión por él, y bebió directamente de la jarra de agua.
Estaba seguro de que no habría suficiente agua en la jarra, no había suficiente agua en toda la mansión, o tal vez todo... ¿en qué país se encontraba? Harry perdió ese hilo de pensamiento cuando pareció que todos los líquidos mencionados anteriormente hicieron un viaje de regreso.
Severus entró a la casa con una batería de artículos recogidos del invernadero. Tan pronto como él pasó por la cocina escuchó un grito. Aunque era la voz de una mujer, supo en un momento que algo andaba mal con Harry. La pestaña rayada a la que la mujer señalaba era de color rojo brillante. Dejando caer los artículos, Severus subió los escalones de dos en dos, con Adeline detrás sobre sus tacones. Afortunadamente, la hija mayor sabía lo suficiente como para contener a su bien intencionada hermana antes de que pudiera seguirla.
Lanzarse tan violentamente había causado que los músculos de Harry sufrieran un nuevo espasmo. Yacía acurrucado en posición fetal mientras su estómago se apretaba una vez más, haciendo que se levantara. No podía imaginar que hubiera tanto líquido en él como para seguir enfermándose. Vio a Severus alcanzar su varita, pero no estaba en posición de recordarle que no debería usar magia. Afortunadamente, Severus había previsto una reacción inconsciente para convertirse en magia y había movido su varita a otro bolsillo, frenando su velocidad. Adeline vio su vacilación y sacó su varita de inmediato para ayudarlo.
En el momento en que Harry pudo recuperar el aliento comenzó a balbucear—Lo siento, Severus—lloró—Miré el reloj, pero solo cerré los ojos por un minuto—hizo una mueca cuando su estómago se sacudió de nuevo, se alivió un poco cuando se sostuvo—Sé que dijiste diez minutos, pero lo tomé un par de minutos tarde—Harry divagó disculpándose, su garganta ronca.
Severus lo calló, asegurándole a Harry que dos minutos más no habrían marcado la diferencia con la poción. Lo que sea que haya sucedido no pudo haber sido su culpa.
Ponerle a Harry ropa fresca resultó difícil, ya que sus músculos se habían agarrotado por completo. Mientras Severus sacaba la ropa sucia, el pijama y una pequeña alfombra del área para eliminar el olor de la habitación, Adeline había tomado una franela fresca para limpiar la frente caliente de Harry.
Ella suspiró, esperando que su coloración volviera a la normalidad. Verde era agradable para los ojos, pero no tan atractivo para las mejillas. Ella mojó la tela en un recipiente con agua fría y se la llevó a la frente. Fue entonces cuando Adeline notó la cicatriz. Ella ocultó su jadeo lo mejor que pudo, pero Harry y Severus lo escucharon. Harry le dio una débil sonrisa. Le hizo sentir bien saber que ella había estado preocupada por él antes de saber que él era Harry Potter. Lo hubiera apreciado más si no estuviera luchando contra oleadas de mareos y náuseas.
Severus hizo las presentaciones y descubrió que no hizo tantas preguntas sobre por qué Harry estaba allí como había esperado. El Maestro de Pociones se revolvió en su cerebro, tratando de descubrir por qué las dos pociones tenían tal interacción, mientras que Adeline fue a la cocina a conseguir un té especial para ayudar con las náuseas de Harry.
—El secreto de esto—comenzó Adeline, mientras sostenía una humeante taza de té—...es hacerlo demasiado caliente, dejando pasar un tiempo para que los vapores ayuden a calmar la barriga lo suficiente como para que el té permanezca quieto cuando lo bebes—agitó su mano sobre la taza, soplando el vapor en dirección a Harry.
—Gracias—graznó Harry. Severus continuó reflexionando sobre las listas de ingredientes de las dos pociones, tratando de determinar qué había salido mal.
—El té siempre funciona—la anciana bruja le tendió a Harry la taza para beber—Nuestra familia ha estado bebiendo este té por siglos. Déjame decirte...— ella divagó. La cabeza de Severus se detuvo escuchando solo una parte de lo que ella dijo.
—¿Qué era eso? —preguntó rápidamente, tomando la taza de Harry por un momento para darle una olfateada.
—¿Hmm? —ella no estaba segura de dónde se había quedado—Oh, sí, sí... Estaba diciendo que fue un alivio tener este té para las náuseas cuando estaba esperando un bebé y no podía tomar demasiadas pociones—repitió para él. Severus asintió, mordiéndose el labio mientras repasaba el rompecabezas. Harry observó las expresiones que Sev hacía mientras se concentraba en el problema, hasta que el inevitable "sí", fue dicho entre dientes, había tenido un gran avance.
—No es un problema común, trabajar en una escuela—explicó Severus como si tuvieran alguna idea de lo que estaba hablando. Eventualmente, él le explicó que las dos pociones que le hizo beber a Harry normalmente deberían funcionar bien juntas, pero él no había tenido en cuenta que algunas de las pociones almacenadas por Adeline fueron alteradas para las mujeres embarazadas.
—Me temo que tu garganta estará adolorida por las pociones combinadas que volverán a subir—Severus continuó pidiendo disculpas por pasar por alto el conflicto en pociones. Harry se reprendió una vez más por beber agua cuando le dijeron que no lo hiciera.
—Eso no hubiera sucedido si te hubiera escuchado—murmuró Harry. Severus pudo ver que estaba teniendo problemas para concentrarse.
—¡No seas tonto! — él chasqueo más de lo previsto—¡Ni siquiera quiero pensar qué hubiera pasado si no te hubieras enfermado! —Severus se estremeció, pensando en el daño que habría sido causado si la mezcla hubiera tenido tiempo de pudrirse a plena potencia en el estómago de Harry.
Harry sabía que cuando Severus le gritó en una situación como esta, era porque estaba asustado o enojado consigo mismo, en este caso tal vez ambos. Harry había tenido muchos problemas en su vida y confiaba en su amante. Severus, por otro lado, no quería nada más que protegerlo y no le fue bien saber que su descuido había causado el dolor de su amante. Estaba furioso consigo mismo, sin importar el hecho de que Harry estaría bien una vez que su garganta se recuperara.
Adeline reconoció su señal de irse e hizo sus excusas—Severus, voy a preparar la cena para ti—hizo una nota mental para enviar a su nieto mayor a buscar más pociones de nutrientes, sabiendo que Harry seguiría tomando líquidos por el momento.
Severus explicó que como Harry no podía tomar pociones por un tiempo, aprovecharía la oportunidad para trabajar en sus músculos en lugar de prepararlos como lo había planeado.
Harry gimió bajo las maravillosas manos, sabiendo muy bien que a pesar de la excusa que Severus le había dado, su amante quería abrazarlo, compensar su error anterior. Estaba perfectamente feliz de estar en el extremo receptor de esas manos suaves pero fuertes trabajando sobre su cuerpo. Solo deseaba sentirse lo suficientemente bien como para disfrutarlo y corresponder.
Severus calentó otra cucharada de aceite en sus manos antes de subir por las piernas de Harry. Se sintió aliviado al ver que la pasta de naranja había hecho su trabajo y solo quedaba un área rosada de la quemadura de Harry. Severus pudo ver la satisfacción en la cara de Harry, y la sonrisa que surgió cuando accidentalmente pasó su dedo pulgar por un miembro flácido. En el siguiente pase, no fue un accidente cuando los dedos largos se deslizaron sobre los genitales de Harry, acariciándolos.
—Ta' Bueno—trató de decir Harry, haciendo que Severus se estremeciera ante el sonido áspero—Shh—Sev lo calló y continuó sus atenciones. Sabía que se sentía bien, incluso si Harry no lograba una erección. En su exploración pausada, Severus de vez en cuando pasaba más tiempo en las áreas más necesitadas. Un leve enganche en la respiración de su joven amante le indicaba si había usado demasiada presión. Del mismo modo, un gemido feliz le dijo cuando estaba bien. Fue menos de media hora más tarde cuando Harry se quedó profundamente dormido.
Kieran Donnelly habló varios idiomas diferentes. Severus solía argumentar que "conocer algunas frases pintorescas difícilmente podría calificar como hablar un idioma con fluidez". De todos modos, ninguno de ellos lo estaba ayudando ahora. Afortunadamente para Kieran, Frances entendió lo que decían los sanadores mientras ofrecían su opinión sobre el dilema de la magia almacenada de un joven, que no estaba disponible para uso consciente.
Por lo general, el escocés habría aprovechado la oportunidad de tener a Frances solo para él en la pequeña habitación donde se hospedaron. Pero había estado demasiado concentrado pensando en Harry, habiéndole fallado tanto como amigo y sanador, para considerar las posibilidades románticas con la encantadora mujer. Frances, por su parte, pensó que Kieran era bastante caballeroso por no haberse aprovechado de la situación.
Eran adultos maduros, por lo que no se discutía quién dormía dónde. Simplemente se dejaron caer juntos en la gran cama después de un día agotador de búsqueda de respuestas.
Por las mañanas, Frances se levantaba temprano para lavarse antes de que su compañero de cama se despertara. Mientras se vestía, fingió no darse cuenta de que los ojos castaños le miraban. Ella se puso una bata blanca antes de recordar que se reunirían con un sanador muggle esa mañana. Ella actuó como si no hubiera escuchado el gemido que Kieran no pudo contener cuando el material blanco y resbaladizo cayó de sus hombros al piso—Demasiados budines—se reprendió en silencio mientras se ponía los vaqueros que no había usado en mucho tiempo.
Más tarde ese día, un poco frustrado, Kieran invitó a su compañera sanadora a almorzar—Estoy empezando a pensar que estamos perdiendo el tiempo—refunfuñó y tomó un gran bocado de su segundo sándwich—Siento que te he arrastrado en una loca búsqueda—su sonrisa autodestructiva confirmó su miseria. Aún no le había dado la oportunidad de responder, ya que ella prefería no hablar con la boca llena.
—No deberías renunciar a la esperanza—Frances logró decir antes de que Kieran continuara acerca de haber arrastrado a la fundadora del Centro de Sanación más famoso de Gran Bretaña por todo este lado del mundo.
—Sin embargo, no hubiera querido venir sin ti—agregó y solo entonces se calló cuando ella tomó su mano y la sostuvo sobre la mesa.
—Sé que quieres compensarlo y resolver este rompecabezas, y realmente creo que volveremos a casa con buenas noticias—se detuvo para tomar un sorbo de su vino—No me arrastraste a ninguna parte. Conocimos personas increíbles y tuvimos la oportunidad de hablar con los sanadores; probablemente nunca habríamos tenido la oportunidad de conocer y compartir sus experiencias únicas de vida y su conocimiento sobre la sanación—.
Kieran todavía parecía abatido; Frances quería golpearlo en la cabeza, pensando que se había expresado bastante bien pero no había tenido ningún efecto. Ella necesitaba una nueva táctica con un mago como Kieran.
—Supera tu fiesta de compasión. Encontraremos la respuesta y todo esto pasará a la historia como la noble misión de dos sanadores que querían ayudar a El Gran Harry Potter y, junto con eso, una mejor humanidad. En general, eso no está mal, teniendo en cuenta que solo eres un tipo que trata de compensar una gran falla y estoy feliz de salir de mi casa mientras se instalan los nuevos pisos de madera—le guiñó un ojo. Para su alivio, Kieran se rió con ganas, casi tirando su vino. Ya no se sentía culpable por perder el tiempo de Frances y ahora se sentía más optimista sobre su expedición.
En la cocina de la mansión Snape, una mujer joven escuchaba con entusiasmo una historia que había escuchado muchas veces a lo largo de los años. Su hermana mayor y su madre se sentaron en la mesa para que ella les sirviera el té y se pusiera en práctica para su próximo trabajo. Haciendo una pausa por un momento sobre los terrones de azúcar, señaló la caja en la pared.
—¿Se instaló el Asistente del servicio cuando se construyó la mansión? —preguntó ella y accidentalmente dejó caer el terrón de azúcar demasiado alto, causando un pequeño chapoteo—Pensé que el fantasma de la abuela había regresado cuando noté la pestaña rayada arriba—.
—Cuidado—castigó su madre, pero continuó con su historia—No, eso no fue instalado hasta muchas generaciones después. En el día en que mi propia madre cocinaba y supervisaba las idas y venidas de los otros sirvientes, el Maestro Snape lo hizo poner. Era un poderoso, joven vibrante mago con una nueva esposa. Nadie había prestado mucha atención a los detalles cuando el Maestro de la casa colocó los hechizos marcando pestañas para varios servidores y para el "amor de su vida", la nueva Sra. Snape. De hecho, debe haber sido un siglo después, alguien notó que había algo raro—.
—¿Eso fue cuando la pestaña marcada por la Sra. Snape comenzó a hacer cosas raras? —preguntó la joven hija, ansiosa por agregar varias galletas más al plato de su hermana.
—No—la madre negó con la cabeza y continuó—Algún tiempo después de la muerte de la Señora, el Maestro Snape se volvió a casar—ella hizo una mueca ante el recuerdo y tuvo que convencer a su hija de que no había nada de malo con el té—Ella no era la más amable de las mujeres y, obviamente, solo buscaba a un hombre rico, pero estaba dispuesta a cuidar de sus hijos y eso era importante ya que podría haber sido llamado a la guerra en cualquier momento—señaló a la pestaña de "Señora" otra vez—Nunca funcionó para la mujer. Resulta que las palabras habladas fueron tomadas literalmente. Cuando se dio cuenta de que su nombre permanecía inmóvil en la pared, se enfureció y tachó su nombre, insistiendo en que el Maestro colocara una nueva pestaña para ella. "Lady Snape"—.
—Suena como una bestia—resopló la mayor de las dos hijas, una vez más con un niño dormido.
—Sí—la madre estuvo de acuerdo—Para su crédito, atendía a los niños incluso cuando el maestro se iba por largos períodos de tiempo debido a la guerra. Eso fue hasta que regresó con solo una pierna y casi toda su magia desapareció. Ella salió por la puerta más rápido delo que ellos pudieron ponerle una medalla al querido hombre —.
—¿Es eso cuando la pestaña arañada comenzó a moverse otra vez? —preguntó la hija, impaciente, recibiendo un asentimiento en respuesta.
—Mi madre atendía sus necesidades y leía el periódico en voz alta por él cuando le fallaban los ojos. Nunca dijo que la amaba, pero lo sabía por qué la pestaña arañada de "Señora" se movía cuando lo hacía. Cuando murió de complicaciones un año más tarde, la mansión tenía un nuevo maestro Snape, su hermano, y la pestaña rayada no se había movido de nuevo... hasta ahora—dijo con una sonrisa.
—Es muy romántico—chilló la joven—La viste, ¿es bonita la señorita Snape? —.
—No hay un "señorita Snape"—regañó su madre—El invitado del maestro Snape, aunque es muy atractivo, está muy enfermo. No le molestarás y solo entrarás a esa habitación cuando te lo pidan—dijo, sin querer entrar en detalles sobre preferencias sexuales.
—¿La señorita... ella estará bien? —ella se corrigió, con preocupación evidente en su voz. Su madre pasó a explicar el conflicto en pociones mientras trataba de no tropezar con los pronombres mientras hablaba del "invitado".
Harry se deleitó con la calidez del cuerpo presionado contra el suyo. Los labios suaves que acariciaban cada centímetro de su piel sensible lo hicieron temblar. Besos y mordiscos lo volvieron loco de pasión. La voz que lo ponía duro aún dijo palabras intrascendentes en el área sensible detrás de su oreja.
No había una habitación reconocible a su alrededor, solo sábanas blancas y suaves debajo de ellos. En un abrir y cerrar de ojos, los besos se habían detenido y sus posiciones habían cambiado. Harry pasó sus manos sobre el largo torso de su amante y continuó frotando un culo firme. Una vez más las cosas cambiaron y Harry encontró a Severus de espaldas, con las piernas abiertas. Sin necesitar otro estímulo, Harry empujó su miembro duro dentro de su amante esperando. El placer que sentía por todo su cuerpo solo aumentaba a medida que dedos largos y delgados presionaban un delicioso trozo de chocolate en su boca.
Mezclada con el sabor del chocolate, la lengua pecaminosa de Severus se entrelazaba con la suya. La sobrecarga de sensaciones amenazó con enviar a Harry al límite. Una vez más, dedos largos y talentosos rozaron sus labios, colocando algo sabroso en su lengua. Ignorando la salsa de chocolate que bajaba por su barbilla, Harry volvió a concentrarse en su tarea de follar a Sev en el colchón.
Con un sobresalto, Harry se despertó. Estaba sin aliento, con los ojos corriendo alrededor de la habitación, esperando orientarse. Inmediatamente su atención fue llevada a la boca ardiente que envolvía a su miembro que se suavizaba. Todavía jadeante, Harry apenas podía distinguir lo que Sev dijo cuando sacó su boca con un pop y una lamida a sus labios.
—¿Un sueño agradable? —preguntó diabólicamente, con una sonrisa de complicidad.
—¿Qué...? —comenzó Harry, pero fue sorprendido por el sonido de su propia voz, después de haber olvidado el incidente pociones.
—Te di Dulces Sueños—explicó Severus—Tuviste tantos malos sueños que temía que tus músculos se engarrotaran de nuevo. No podía darte una poción, así que Dormir Sin Sueños estaba fuera—Severus se sentó al lado de Harry, cuidado de no ejercer una presión excesiva sobre su dolorido cuerpo—Háblame de tu sueño—ronroneó en el oído de su joven amante.
—Chocolate—graznó Harry, para conseguir una mirada de sorpresa de Sev—Me estabas alimentando mientras enterraba profundamente mis bolas en tu gran culo—añadió con una sonrisa traviesa.
—¿Hambriento? —preguntó Severus, sabiendo la respuesta. Habían pasado días desde que Harry había comido. Por desgracia, la condición de la garganta dejó líquidos como la única opción. Tal vez una distracción estaba en orden—Haces sonidos deliciosos cuando sueñas con chocolate—ronroneó Severus, lo que le valió una sonrisa cansada—Todavía tengo que compensar el fin de semana que se suponía te iba a tener. Tenía la esperanza de que "Dulces Sueños" te mareara—.
Harry pensó que era extraño tener una sensación de resplandor crepuscular, pero que descansara del sueño. Fue muy agradable despertarse con su sexo en la cálida boca de Sev. Quería preguntar "¿Puedo tomar chocolate ahora?" pero la idea de cualquier cosa que no fuera agua fría no era demasiado atractiva por el momento.
—Sueño salvaje—comentó, recordando todas las diversas posiciones en que se habían movido hacia y desde sin esfuerzo. Eso, y que nadie se molesta con detalles como preparación o limpieza en los sueños—¿Que pasa contigo? —Preguntó Harry, alcanzando las túnicas de Severus para encontrarlo solo semi-duro.
—Dormiste un rato. En tu estado agotado... lleva un tiempo levantarlo. Haces sonidos encantadores mientras duermes—dijo Severus con voz profunda, frotándose la palma contra sus propios pantalones. Harry deseó haber estado despierto para ver a Sev complacerse a sí mismo. Lo había visto antes, pero siempre había deseado poder hacerlo sin que Sev supiera que estaba allí. Para verlo acariciarse a sí mismo, observar la expresión de su cara mientras llegaba al clímax. ¿Haría cualquier ruido si pensara que estaba solo?
—Podría quedarme aquí contigo para siempre—reflexionó Harry.
—Me temo que tomaría todo ese tiempo compensarte—dijo suavemente Severus. Harry sabía que no solo estaba hablando de las pociones, sino también del incidente con Remus, que lo llevó a su captura y finalmente a su situación actual.
—No puedo creer que Malfoy haya trabajado tan duro para mantenerme vivo—el solo pensamiento hizo girar la cabeza de Harry.
—¿Tienes náuseas otra vez? —preguntó Severus, viendo a Harry sacudir su cabeza.
—¿Hmm? —Harry vagamente registró la pregunta—Simplemente muy mareado—dijo cuando vio a Severus alcanzar la taza de té. Harry parpadeó varias veces para orientarse—¿Has pensado en el favor que Malfoy padre te debe? —.
—Nunca tengas prisa por cobrar. Nunca sabes cuándo surgirá una necesidad—a pesar de sus palabras, Severus parecía tener algunas cosas en mente.
Harry estaba muy bien bajo las atenciones de Sev. Había sido tratado con un vaso de leche con chocolate para apaciguar los antojos inducidos por sus sueños. Desafortunadamente, sin el uso de pociones para el dolor, se dieron cuenta de lo dolorido que estaba. Severus dedujo que sería seguro para Harry tomar pociones nuevamente al día siguiente y salir a preparar pociones. Adeline había insistido en que trabajara lejos de Harry para darle un descanso al hombre más joven de los vapores malolientes.
Adeline puso una silla en el pasillo donde podría tejer y escuchar a Harry, si tuviera alguna necesidad. Sabiendo esto, Harry estaba en silencio, asegurándole que todavía estaba bien. Un tintineo de una taza en un platillo y ella sabía que estaba bebiendo sus líquidos. Murmuró un "Nox" apagando las velas en su habitación, e inconscientemente, las velas en el pasillo también. Adeline se rió entre dientes y volvió a encender sus velas con un "Lumos" y un movimiento de su varita. Vagamente escuchó su hechizo e hizo una nota mental para esperar a lanzar magia por un tiempo, recordando el momento en que había relajado toda la mitad inferior de Severus mientras intentaba un hechizo de preparación.
Kieran se quedó mirando por la ventana de la habitación que compartía con Frances. Había estado tan emocionado antes, de escuchar que había un mago que pensó que podría ayudarlos, pero ahora no estaba tan seguro.
—Al menos sabemos que ya está hecho—intentó Frances, pero no pudo ocultar sus propias frustraciones—Parece tan improbable que algo así pueda ser llevado a cabo—pensó de nuevo sobre lo que le habían dicho que ayudaría a Harry, pero no podía entender cómo podrían hacerlo.
—Siempre existe la maldición Imperio—bromeó, aunque se preguntó si realmente él lo estaba considerando.
—Si no fuera imperdonable. ¿Cuántas veces has pensado eso en tu vida? — reflexionó ella—Al igual que cuando sanas a un paciente y vuelven a hacer lo primero que los metió en problemas—se había acercado a la ventana, mirando por encima del hombro—¿Qué harías si supieras que no tendrías que lidiar con las repercusiones? —sus palabras estaban demasiado cerca de su oído para que él pensara bien.
—Tome tú la cama—respondió antes de que pudiera detenerse.
Una celebración de su semi-buena noticia comenzó ...
—Te das cuenta, por supuesto—comenzó Frances, despertando a un Kieran somnoliento, arrastrando un dedo a través de su grueso pelo en pecho—Ya que no estaba bajo la maldición, todavía tendrás repercusiones con las que lidiar—.
—Te das cuenta, por supuesto— Frances comenzó, despertando una Kieran somnoliento, arrastrando un dedo por el espeso pelo en el pecho. —Desde que era bajo ninguna maldición, de todas maneras, tendrá repercusiones que lidiar—
—¿Hmm? —se preguntó si eso le había salido tan indiferente como había estado buscando—¿Y qué tendría que hacer a cambio de que se cumplan sus deseos? ¿Debería estar preocupado? —preguntó, y se volvió hacia ella, rascándose la barbilla con su propio rastrojo—¿Esperabas que te llevara a la cama y luego me fuera esta mañana? —.
—No—dijo ella, casualmente envolviendo una pierna alrededor de la suya—Espero que vayas por otra ronda—
—¿Otra vez? ¿Después de las primeros dos? —Protestó burlonamente, pero su cuerpo claramente no estaba de acuerdo con las sábanas—Serás mi muerte—dijo, recostado y llevándola consigo.
—Está bien, soy una sanadora—
Más tarde, Severus le dio un descanso a Adeline y se unió a Harry para almorzar. El joven mago prácticamente babeó sobre la crema de chocolate y todas las otras deliciosas comidas blandas en la bandeja. Nunca había probado el budín de tapioca, pero pronto descubrió que era uno de sus favoritos e hizo ruidos de tarareo mientras comía con gusto.
— Deja de hacer eso, estás demasiado débil para lo que quiero hacerte cuando haces esos sonidos—gruñó Severus.
—Tal vez deberías tomar algunos "Dulces Sueños" para ti—bromeó Harry, sonando muy parecido a Sev ya que su voz aún no había sanado completamente.
—No puedo hacer magia para limpiar las sábanas cuando me despierto. ¿Quién crees que lava la ropa por aquí? Era embarazoso a los doce años, no deseo revivirlo—Severus empujó un poco de cabello suelto detrás de la oreja de Harry, sintiendo incidentalmente la pequeña cicatriz que permanecía allí. —Lo compensaré, lo prometo—.
—Asegúrate de hacerlo—. Capítulo 71 . | |
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