Seth Snape Aprendiz de vuelo
Cantidad de envíos : 307 Fecha de nacimiento : 09/06/1989 Edad : 35 Galeones Snarry : 18549 Fecha de inscripción : 18/06/2010
| Tema: Requiem para un mortifago 3 Miér Sep 29, 2010 8:34 pm | |
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Capitulo 3. - Libera animas omnium fidelium defunctorum de poenis inferni et de profundo lacu.
Era un mundo desconocido para él, un lugar donde la magia era un tabú y los artículos tecnológicos eran la única moda; aparatos que funcionaban de maneras curiosas que él no llegaba a comprender.
De nuevo era un vagabundo, sin trabajo, sin dinero, sin saber dónde estaba y por supuesto, sin tener a dónde ir.
Empezaba a dudar si volver a ser un don nadie era positivo, pero con la simple imagen mental de su verdugo esposo tenia suficiente para saber que realmente prefería estar en ese lugar.
Caminaba sin rumbo, paseando lentamente mientras escuchaba platicar a las personas de cosas que él no entendía, edificios con enormes escaleras, coches, celulares, dinero, mujeres; pláticas comunes entre los muggles, supuso.
—Hey, amigo —se le acercó un hombre extraño—, pareces perdido; no eres de aquí, ¿verdad?
Me limito a ignorarlo; lamentablemente, en la fiesta no pude consumir prácticamente nada dejando a mi estómago muy hambriento. Y claro, que mejor oportunidad que delatarme frente a ese desconocido.
—¡Vaya! Se ve que estás solo —ríe—, y un poco hambriento. Anda, tengo mi oficina aquí cerca, comemos y después te ayudo a llegar a donde sea que vayas.
Sería difícil que en una condición normal aceptara semejante petición, pero como ésta no lo era, y realmente tenía hambre… pues no vi mal la compañía de un ser humano que se ofrecía amablemente.
Llegamos a un edificio alto, con muchos cuartos, por un segundo pensé que era un motel pero estaba prácticamente vacío. El portero le hizo una señal de saludo al dueño dejándonos pasar; subimos al elevador directo al piso 9. Nunca había estado en uno de esos y era, por no decir feo, ¡horrible!
Salí de esa caja metálica, muy mareado, era casi como viajar en un trasladador por una distancia muy prolongada; odiaba esas cosas porque mareaban bastante. Al entrar al lugar me di cuenta de que nos encontrábamos muy arriba y eso no ayudaba mucho a mi condición, estaba a punto de vomitar.
El lugar estaba decorado elegantemente; por un segundo me dejé llevar… este lugar me recordaba cómo era estar en casa con Lucius y mi pequeño Draco. Me dejé llevar un segundo por los recuerdos de cuando Draco tenía 6 años… derramé un lágrima por él.
—Severus, Severus. —Gritaba un alegre pequeño todo rubiecillo. — Llegaste, padrino; ¿qué me trajiste?
—Tranquilo, niño, tu regalo esta aquí. —Le entregué un paquete de considerable tamaño cuya envoltura fue desgarrada inmediatamente.
—¡Es una… varita y muchos ingredientes nuevos!
No es cualquier varita, Draco; esta te permitirá hacer magia sin las restricciones propias de tu condición de niño. Así podrás elaborar pociones más completas —explicó el mayor.
El pequeño no cabía de la emoción; por fin podría hacer magia por sí mismo, sin tener que robar las varitas de sus padres o pedir prestada la de su padrino. Definitivamente era el día más feliz de su corta vida.
—Gracias —dijo casi gritando y asfixiando a su padrino.
Y cuando Draco cumplió 9 años, los recuerdos eran distintos pero seguían ahí…
—Sev, lo prometiste —dijo con tristeza un muchachito de cabellos rubios
—Si, Draco lo prometí, pero no puedes ir al castillo todavía. Te faltan un par de años aun. —El profesor se encontraba sentado a la orilla de la cama de su niño.
—Pero yo quiero ir, por favor, será sólo un momento mis padres no se darán cuenta.
—Será solo un momento… anda, escóndete bajo mi túnica.
En segundos tenía a un pequeño brincando por toda la cama lleno de júbilo; ese mocosillo lo había convencido otra vez.
A los 11 años, Draco entró, por fin, a Hogwarts…
—Severus, por fin soy un Slytherin —decía muy orgulloso—, ahora estarás conmigo más tiempo.
—Muy bien, Dragón; pero esta vez ya no podrás quedarte en mis habitaciones.
—Sabes que de todas formas lo haré —Draco reía.
¿Y qué tal cuando llegó a los difíciles 13 años?
—Padrino, tengo que confesarte algo —dijo Draco.
—Mmm —yo estaba elaborando una poción que era muy meticulosa—… ¿qué?
—Pues veras… me gusta Potter.
—¿Te corresponde? —De una vez daba por hecho que la poción se había arruinado.
—Sí, nos amamos; él quiere que nos casemos lo más pronto posible.
—¿Qué dijo tu padre? —Esperaba que a Lucius se le ocurriera algo decente por una sola vez.
—Está de acuerdo; cree que el salvador del mundo mágico es digno de un Malfoy.
—Está bien, adelante. —¡A la mierda con Lucius, ¿cómo se le había ocurrido?!
Cuando cumplió 15 años, convertido en Draco Potter-Malfoy…
—Padrino, creo que es buen momento para embarazarme.
—¿Y Potter está de acuerdo? —Podía notar la tristeza en los ojos de su ahijado aunque tratara de ocultarlo.
—Sabes bien que mi marido siempre está ocupado con el asunto de la guerra, pero no me preocupa.
—Me miraba con sus ojos tristes. —Sé que dije que quería ser pocionista como tú, pero creo que ahora sólo deseo algo más hogareño; tú sabes, atender la casa, tener mis bebes... formar una bonita familia.
—Si es lo que deseas, tengo un poco de poción fertilizante en la gaveta.
El sufrimiento cuando tenía 17…
—Severus, ¿por qué no puedo embarazarme? Es que tengo algo mal —lloraba incontrolablemente en mis brazos—, Harry ya ni siquiera quiere tocarme. Por favor, ayúdame, Sev.
—Tal vez deberían esperar a que termine la guerra; quizás por eso tu esposo está esperando el momento adecuado. —No había remedio, algo andaba mal con Potter pero no se lo podía decir a mi preciado niño—. Déjame llevarte a casa.
—Gracias, padrino. Últimamente mi esposo solo se queda un poco más cuando tú estás en casa.
—Desaparecemos; yo llevo a mi niño entre mis brazos.
Meses después…
—¡Lo logré, Sev, lo logré! Estoy embarazado; van a ser gemelos. —Draco estaba radiante y feliz.
—Me alegro por ti, mi niño —lo abracé fuerte.
—Ahora tendrás que cuidarme mucho, mucho; sé que no te agrada mi esposo pero por favor, Severus, no me dejes solo.
Días después empezó la guerra. Yo desaparecí dejando a mi Dragón solo; después de la derrota del Señor Oscuro no volví a saber nada de él hasta que encontré en un periódico viejo y amarillento, una nota que cambió mi vida para siempre; la culpa me invadió.
El joven Draco Potter-Malfoy, esposo fiel del salvador y héroe mágico, falleció trágicamente al complicarse mortalmente su embarazo. Él y sus dos bebés murieron en el hospital después de una extraña complicación; nadie sabe que la causó. Su marido, el hombre-que-vivió-y-venció era el único presente cuando su esposo y sus niños perdieron la vida por negligencia médica, según acusó él.
Sin duda, un caso terrible pues la familia del joven Malfoy murió lamentablemente durante la guerra al no ser entregada la información de que eran espías de la Orden a servicio del difunto directo.
Se cree que fue error de un par de aurores; uno por no entregar la información y otro que convocó la imperdonable sobre el matrimonio. El caso es que el último heredero de los Malfoy falleció el día de ayer, y hoy todos sus bienes pasan al dolido esposo, Harry Potter.
Otra razón más para odiar a su actual marido; estaba seguro de que realmente esa famosa complicación no era 100% verdadera.
Tantas emociones junto a su ya muy acentuado mareo, habían causado que perdiera el equilibrio y estuviera apunto de caer.
—¡ Vaya! Parece que te sientes mal. —El hombre que le acompañaba lo tomó de los brazos para sostenerle—. Siéntate y ahora te traigo algo de comer.
—Gracias. —Me siento.
—¿Te encuentras solo, verdad? —Le entrega un plato con pollo y arroz junto con una limonada. —No creas que es extraño; he conocido mucha gente que llega sola a esta ciudad buscando oportunidades para iniciar una nueva vida.
—¿Como así? — Me sentía sorprendido; este muggle sabía exactamente lo que yo estaba haciendo.
—Verás; la gente viaja buscando mejorar su vida. Yo tengo un negocio propio y puedo ofrecerte un lugar donde vivir en este mismo edificio; solo tendrías que trabajar para mi, te enseñaría como vivir en esta ciudad y claro, yo te protegería. —Eres demasiado apuesto como para andar vagando por las calles, pensó el hombre. —Acepta y te daré lo que necesites.
—Yo no tengo experiencia y no conozco muchas cosas aun. —¿Cómo iba a trabajar si aun no sabía ni cómo funcionaban las cosas en ese mundo?
—No te preocupes, será algo sencillo; además, la falta de experiencia en este negocio es lo que reditúa.
—Sonrió.
—Supongo que no habrá problema. —Bueno, al menos ya conseguí donde dormir y un trabajo; lo demás no puede ser tan malo, pensó Severus.
—Vamos te enseñaré tu habitación; date un baño relájate y mañana te compro ropa nueva para que empieces a trabajar inmediatamente —decía aquel hombre mientras bajaban a otro piso—, éste será tu cuarto. —Era aproximadamente de la mitad del tamaño que el otro en el que estaban y aunque no era tan lujoso, era muy cómodo y algo elegante.
—Gracias; no sé cómo pagarte —Era demasiada suerte; por fin las cosas estaban saliendo bien. Era mucha su alegría, por fin estaba fuera de las calles, sin pasado tortuoso y con esperanzas de vivir pero sobretodo, estaba lejos de él—, esto es mucho más de lo que podría pedir.
—No agradezcas; piensa que es el pago por tu trabajo, nada más. —Da la vuelta y sale—. Hasta pronto… mm, ¿cómo te llamas?
—Severus, ¿y tú eres…?
—Dime David; descansa, Severus.
Ahora que se encontraba solo en sus nuevas habitaciones, se sentía en un estado de shock; no sabía si reír, llorar, gritar o simplemente quedarse quieto pues en ese momento se daba cuanta de que lo había logrando; era libre, fuera del yugo de su marido. Había logrado salir del maldito infierno.
—Gracias Lucius, gracias Remus; sé que su magia aun está conmigo.
Nuevamente, los recuerdos acudieron a mi mente…
—¡¡Lucius Malfoy-Lupin!! ¿Qué diablos estás pensando? —Entró el profesor de pociones hecho una fierecilla salvaje. —¿Cómo demonios se te ocurre dejar a tu preciado Dragón en manos de esa alimaña asquerosa que es Potter?
—Calma, Sev; ¿qué te tiene tan molesto? —En ese instante, entraba Remus Malfoy-Lupin con la bandeja del té—. Sabemos que Harry ya dejó de ser precisamente un santo pero aun así no ha hecho nada malo como para que lo trates tan mal.
—Lo lamento, Remus; no sabía que estabas en casa. —Bajó un poco los hombros ante el tranquilo dominante del hogar.
—Vamos, Sev, ¿no me digas que también bajas la cabeza ante mi pacífico marido? Me decepcionas.
Pensé que serías tú quien me defendiera cuando las cosas se pusieran feas por aquí. —Se burlaba el rubio con total descaro al presumir la sumisión que nadie creía que pudiera existir.
—¡No te burles, Lucifer! ¿O quieres que pruebe a ver quién dominaría entre tú, Lobo y yo? Bueno, al menos se divertía poniendo celoso a su mejor amigo. Algunas veces, Remus se divertía y cooperaba con el juego.
—¡Ni te atrevas, Sevian! ¡Ni se te ocurra mirarlo porque él es mío! —Chilló su platinado amigo para enseguida, correr y abrazar a su pareja.
Ahora que recuerdo, siempre lo amaste con locura; era tu perdición. Sin Remus no podías vivir —El pocionista suspira en medio del cuarto—… Él era tu vida. ¡Te envidio tanto, Lucius! Yo nunca supe lo que era amar y que me amaran. Espero que sigan juntos donde quiera que estén.
Cansado de tantos recuerdos, Severus se fue a dar un baño para después, sin ponerse prenda alguna, meterse dentro de la cama buscando un sueño profundo y reparador que en verdad necesitaba. Capitulo 4
Última edición por Seth Snape el Miér Dic 08, 2010 4:16 pm, editado 2 veces | |
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mer snape Aprendiz de vuelo
Cantidad de envíos : 297 Fecha de nacimiento : 16/09/1987 Edad : 37 Galeones Snarry : 35336 Fecha de inscripción : 04/08/2010
| Tema: Re: Requiem para un mortifago 3 Jue Oct 14, 2010 11:48 pm | |
| gracias por tener encuenta mi peticion, me demuestra que piensa usted en mi, mi dulce caballero creo que esta dos veces el capi o es asi?
me ha encantado, besos su amada fiel mer | |
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Seth Snape Aprendiz de vuelo
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| Tema: Re: Requiem para un mortifago 3 Vie Oct 15, 2010 12:53 pm | |
| Mi preciosa dama, tiene usted toda la razon, perdone mi reberenda estupides, infinita gracia es usted puesto que no deja morir a este pobre juglar en infinito silencio... dejeme decirle que para usted dedicare otro poema... y solo por usted este tendra un final feliz. | |
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