Lau Black Aprendiz de vuelo
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| Tema: ¿Inocente o culpable? Capítulo 6: Despechado Mar Nov 17, 2009 1:16 pm | |
| CAPÍTULO 6 DESPECHADO -Parece sorprendido, profesor Snape. ¿Acaso no va a dejarme entrar? Vengo en son de paz. Pese a la impresión y la inquietud que se adueñó de él, Severus puso su mejor máscara de indiferencia, y tras echarle un vistazo a la varita que se blandía contra él, miró a su ex alumno y levantó una ceja de forma irónica. Y el muy desgraciado tuvo la osadía de apretar más la varita en su pecho y soltar una carcajada. Fue tan espeluznante, que a Severus se le erizó el vello de la nuca. En esos momentos, Severus odió más que nunca la pulsera en su muñeca que le impedía hacer magia, porque de lo contrario, Parker Chase ya estaría desarmado y él no se sentiría vulnerable ni rezando para que Harry Potter llegara pronto. Su ex alumno dio un paso adelante, adentrándose en la casa y Severus no tuvo más remedio que retroceder. El chasquido de la puerta al cerrase fue como si desapareciera ante él, la única oportunidad de escapar. Parker miraba la casa con curiosidad y Severus conociéndolo, supo que estaba memorizando cada detalle. Aprovechó su pequeño descuido para mirar alrededor en busca de algún objeto con el cual golpearle, y cuando encontró un jarrón lo bastante pesado como para noquearle, fue deslizándose poco a poco hacia su derecha, intentando no hacer movimientos bruscos que lo alertaran. La idea del jarrón puede que no fuera muy efectiva, pero a falta de algo mejor, tenía que usar su ingenio y fuerza bruta. -No tan deprisa, profesor. Severus tragó cuando sintió la varia en su garganta. Parker pronunció un hechizo y Severus se vio atado con fuertes cuerdas a una silla y amordazado. Ahora sí que sus opciones de salir bien parado, se esfumaban. Se retorció intentando soltarse del fuerte agarre, pero no consiguió aflojar la cuerda ni un solo milímetro. -Hace mucho tiempo que espero este momento, y después de planearlo durante años, nunca creí que me resultaría tan fácil - Severus apretó los dientes y se retorció viendo como Parker caminaba por su casa como si le perteneciera. – Aunque a decir verdad, hubiera preferido un poco más de lucha por su parte. Eso lo habría hecho más… excitante. En todos los años que llevaba en la docencia, habían pasado por sus mazmorras infinidad de alumnos. Algunos, después de siete años, no lograrían hacer una poción ni aunque pusieran todo su empeño en ello, otros, mediocres como Potter, con un poco de suerte lo conseguirían, y finalmente estaban los mejores, como Draco Malfoy, que daban la impresión de haber sido criados entre calderos. Pero Parker Chase era sin duda el alumno más brillante en Pociones que Severus había tenido. A los 17 años, el chico tenía un don innato para realizar pociones, llegando incluso a atreverse a modificarlas para mejorarlas. Severus nunca se había sentido tan orgulloso de alguien hasta que después de que salieran las notas de los Éxtasis, Parker fuera a verle y comunicarle que le habían puesto Matrícula de Honor. El chico, tras alabarle hasta lo indecible, dijo que quería dedicarse a la docencia en Pociones como él, y Severus estuvo a punto de ofrecerle el puesto de Aprendiz suyo pero al parecer Parker tenía otros planes en mente que implicaban más profundidad en la relación meramente académica. -Veo que recuerda que pasó la última vez que nos vimos. Aunque calmado, la última frase de Parker ocultaba una frialdad y un rencor enormes. Aún después de más de doce años de aquello, Parker parecía no haberlo olvidado, ni mucho menos perdonado. -Jugó conmigo, me hizo creer que entre nosotros había una relación más profunda que la de profesor y alumno – su voz estaba teñida de ira y resentimiento, y después de haber callado durante años, había llegado el momento de explotar. Severus se debatió e intentó decirle que él en ningún momento había dado muestras de interés romántico en él, pero la mordaza le impedía hablar. Tan solo farfullaba, lo que ponía más nervioso a Parker. Quería enfrentarle y rebatir cada cosa que éste le echaba injustamente en cara, pero estaba tan fuera de sí, tan descontrolado que era capaz de hacer cualquier cosa. -¡Le confesé mi amor! – gritó con desesperación, echando por tierra la apariencia calmada e incluso amigable que había mantenido en un principio - Con toda la ilusión y lleno de esperanza creyendo que usted me correspondía, le dije que le amaba. ¿Y qué hizo usted? ¡¡Se rió de mí!! Me desdeñó echando por tierra mis sentimientos. Parker empezó a pasearse por el salón con pasos cortos y rápidos, pasándose las manos por su pelo castaño, con signos evidentes de desesperación. -Con la misma intensidad con que lo amé en aquel momento, lo odio ahora - escupió las palabra con desdén – Le juré que pagaría por haberme despreciado, y lo está haciendo. Antes de que acabe el día, usted estará en Azkaban para el resto de sus patéticos días. Severus se debatió furioso en la silla, farfullando con rabia algo ininteligible por culpa de la mordaza, y Parker dio un pequeño salto atrás, asustado. Fue una reacción instintiva y tras percatarse que Snape no podía hacer nada contra él, se relajó y soltó una carcajada. Pese al odio que sentía por ese hombre, este aún conseguía acelerarle el corazón. En su época de estudiante, lo había admirado y venerado, y cuando se quiso dar cuenta, se había enamorado de él. Calló durante años, pues sabía de sobra que era menor de edad y que las relaciones entre alumnos y profesores estaban penadas con la expulsión del primero y despido del segundo. Por ese entonces, el profesor parecía haber adquirido cierta preferencia por él, y lo invitaba de vez en cuando a su despacho para hablar de lo que más les apasionaba a los dos: las pociones. Durante semanas, estuvo ensayando como le confesaría lo que sentía, pero las cosas se le torcieron. Snape no le amaba, y tenía que pagar por ello, aunque le pesara en lo más hondo de su corazón. Y saber que estaba con Potter, hizo que le odiara más. -No veo a Potter por aquí – comentó como si tal cosa, cogiendo una silla y sentándose frente a él, a una distancia prudencial. Esbozó una sonrisa de suficiencia – Si los cálculos no me fallan, en estos momentos Potter estará tendiendo una larga charla con su jefe, que parece que tampoco lo tiene en gran estima, profesor. – Rió divertido – Y para cuando quiera volver, se dará cuenta de que la chimenea ha sido desconectada y no podrá aparecerse cerca de aquí. Así que querido profesor, tenemos mucho rato para nosotros solos. Severus no quiso ni pensar en lo que estaría pasando por la mente retorcida y enloquecida de Parker, pero no tenía pinta de ser nada bueno, al menos en lo que a él respectaba. Parker había ido allí cegado por la venganza y no descansaría hasta conseguirlo. “Potter, si no quieres pasarte los próximos cincuenta años limpiando calderos con un cepillo de dientes, más te vale venir antes de que este maníaco me haga pedazos”, pensó Severus. Cuando él y Harry pensaron en posibles sospechosos, nunca pensó que Parker tendría algo que ver. A decir verdad, ni se había acordado de él. Hacía unos años, no había hecho caso de la amenaza que le hizo, pensó que no eran más que palabras vacías de alguien que ha visto que sus sentimientos no son correspondidos y lo achacó al momento. Nunca creyó que sería capaz de cumplir su palabra. -Standish no parecía alegrarse mucho de verle. Gritó y lloró como una nenaza cuando lo colgué de la lámpara – tenía en su rostro una expresión divertida que asustó a Severus – Nunca había visto a nadie morir ahogado y la verdad, no es tan desagradable. Me gustó. – Soltó una risita – Su cara se volvía de todos los colores hasta ponerse morada y abría y cerraba la boca como un imbécil. Ahora sí que ya no tenía dudas: Parker Chase estaba completamente loco. Hablaba de matar a alguien como quien cuenta una anécdota divertida. Su entusiasmo resultaría contagioso si no fuera por las barbaridades que había hecho. Severus solo había conocido a una persona que había compartido esa afición por matar, y gracias a Harry Potter, ese maníaco ya no estaba. Parker tenía el mismo brillo demoníaco que tenía el Innombrable en sus mejores tiempos, y eso, era para empezar a preocuparse. Parker había dicho que lo había planteado todo durante años, y Severus no quiso pensar que otras cosas había estado ideando. Esperaba que ese hombre que estaba frente a él, no se convirtiera en el nuevo Señor Oscuro. -¿Sabe profesor? Los dos juntos podríamos haber hecho cosas increíbles, cosas que aún en estos momentos, usted es incapaz siquiera de imaginar. Siempre he creído que usted era el mejor mago en pociones que había existido jamás, pero yo soy mucho mejor que usted – Severus soltó un bufido, que mejor sonó como una risa despectiva. Esto, pareció enfurecer aún más a Parker - ¡No se atreva a burlarse de mí! Con el rostro crispado por la ira y con un brillo demente en sus enrojecidos ojos, Parker agitó la varita frente a él y Severus sintió que el amarre de las cuerdas alrededor suyo, se hacía más fuerte y un escozor le hizo sisear de dolor. Las cuerdas ahora abrasaban y estaba empezando a sentir tanto las manos como los pies entumecidos debido a la falta de circulación sanguínea. Ahora sí que estaba empezando a sentir temor por su vida. -¡¿Acaso no tiente curiosidad por saber cómo he sido capaz de hacerme pasar por usted y porque ha aparecido su marca mágica en la casa de Standich? – le gritó enfurecido, acercando su cara al rostro tenso de Severus, quien pese al dolor de sentir como su carne le abrasaba, no apartó sus ojos de los del otro - ¡¡Modifiqué la poción Multijugos creando otra capaz de clonar hasta la marca mágica!! Severus soltó un jadeo de sorpresa y sus ojos mostraban el horror que esa revelación le producía. Ese descubrimiento por parte de Parker era tan aterrador, que si caía en malas manos y mentes retorcidas, sería catastrófico. -A decir verdad, la idea de la nueva multijugos me la dio Perry, el jefe de Aurores, quien buscaba una forma de hacerse pasar por otra persona durante más tiempo, para que sus aurores pudiera infiltrarse en sus misiones sin tener que estar preocupándose por tomarse la poción cada hora – ya más calmado, Parker parecía estar en una conferencia sobre pociones, consciente de que toda la atención estaba puesta en él, y aunque el Severus Snape atado a una silla y amordazado no quería saber nada de eso, el otro Severus Snape, el profesor y amante de las pociones, no podía estar más interesado en los logros que el hombre frente a él había logrado. – Me costó mucho alargar el tiempo de la poción, tan solo unas dos horas más de lo normal, que ese hecho en sí, ya era todo un logro. Pero no, yo quería más. “El estar trabajando en el laboratorio de Pociones, me ha dado mucha libertar a la hora de estudiar y experimentar, aunque rara vez hacía lo que me pedían. Yo no había nacido para que me mandaran, pero es lo que conseguí cuando usted me despachó. Cosa que nunca le perdonaré. Pero bien, eso es algo que no se puede cambiar. De vez en cuando les hacía algún trabajillo para mantenerlos contentos y ellos volvían a dejarme solo con mis cosas. Así pasaron tres años y por ese entonces, mi asunto con la Multijugos se había convertido en algo personal, en una obsesión. La Poción Multijugos ya era de por sí una poción muy avanzada, pero tenía que haber una forma de mejorarla aún más. ¿Y si se podía clonar a otra persona con algo más que su físico?” “Los muggles, con esa idea suya de la sangre y el ADN, me dieron la inspiración. Muy listos, sí señor. Lo probé con la sangre de algún compañero y tras varios intentos fallidos y un par de cambios más en la poción original, lo logré. Había conseguido clonar a una persona, con marca mágica incluida, a otra persona. Y tales eran los resultados, que difícilmente se podría distinguir quién era la persona original y quien el doble.” Era un genio. Aunque le costara y ese no fuera el momento más oportuno para hacerlo, Severus tenía que reconocer que el trabajo realizado por Parker, era algo que hasta ahora nadie había conseguido jamás. Muchos lo habían intentado, él uno de ellos, pero había fracasado estrepitosamente y luego desistido. Parker, al contrario, se había obsesionado de forma enfermiza hasta conseguir lo que quería. -Durante años, trabajé incansablemente para descubrir algo grande y poder demostrarle que se había equivocado en despecharme, en apartarme de su lado cuando teníamos tanto futuro juntos. Pero ¡Ah! Cuando lo descubrí, era demasiado bueno incluso para contárselo a usted. Era mi descubrimiento y solo yo me merecía el mérito. Pero ahora no me importa contárselo, al fin y al cabo, no le quedan más que un par de horas de vida – esbozó una sonrisa cruel y sacó un frasquito de su túnica - ¿Qué sentiría si fuera su adorado Harry Potter quien acabara con su vida? Intuyendo sus intenciones, Severus se removió furiosamente en la silla, luchando sin éxito contra las fuertes ataduras, sintiendo como su piel ardía y como el pánico empezaba a hacer mella en él. De pronto, por su mente volvieron a pasar aquellas imágenes de las torturas del Innombrable, y sobre todo, aquellas en las que él era el torturado. En aquellos momentos, sin tener nada por lo que luchar o alguien que lo esperara preocupado, no le habría importado morir, es más, hasta lo hubiera agradecido, pero ahora era todo completamente diferente. Ahora quería vivir. Vivir por y para Harry. Con esa idea en mente, se debatió aún más fuerte, mientras sus doloridas manos se afanaban por desatar los nudos. El crucio le dio de lleno y lo tomó por sorpresa. La mordaza consiguió amortiguar su grito. Entre la neblina de dolor que empañaba sus ojos y su mente, miró la cara de regocijo y satisfacción de Parker y fue como estar viendo una versión más joven de Voldemort. Pero si aquel mago oscuro no había conseguido doblegarlo, ese mequetrefe que tenía delante tampoco lo haría. Cuando Parker paró el hechizo, Severus se afanó por intentar normalizar su errática respiración y luchar contra las náuseas. Seguía sentado en la silla, pero su cabeza caía inerte apoyada en su pecho, y los brazos, incapaces de realizar cualquier movimiento, caían sin fuerzas por detrás de su espalda. Una mano fría, de dedos pegajosos le cogió por la barbilla y le levantó la cabeza. Harry Potter estaba frente a él, sonriendo de forma cruel, con los ojos verdes brillando de odio. Por un momento, tuvo la angustiosa sensación de que Harry le había traicionado. Fue un solo instante en que su mente obnubilada por el dolor, le hizo creer en ello, pero no, eso no era más que una mala pasada de su imaginación. Conocía lo bastante a Harry y sabía de sobra que él sería incapaz de hacer una atrocidad como esa. El frasquito de la “moderna” poción Multijugos reposaba vacío encima de la mesa. Nunca le había importando menos una poción. Solo quería que Harry llegara. Tenía la sensación de que hacía una eternidad desde que el chico y él habían estado desayunando en la cama, cuando no habían pasado más que unas horas. -Será mejor que le quite esto - Parker le desató la mordaza y a Severus le dolió la mandíbula de tan fuerte que había mordido la mordaza en su esfuerzo por reprimir los gritos – Cuando siga jugando contigo, quiero oírte gritar y pedir clemencia. -Eso nunca – aunque su voz sonó más ronca de lo habitual, Severus irguió la cabeza, desafiante. -Ya lo veremos. -De eso nada. ¡Expelliarmus! Fue todo un shock hechizarse a sí mismo y verse volar por los aires hasta chocar contra la pared. Sin prestar atención a su doble, corrió hacia Severus y le desató. Había pasado un miedo atroz pensando en que había llegado tarde para salvarle y casi desfalleció de alivio al verle vivo. El que hubiera otro Harry Potter en la sala, era el menor de sus problemas. Tenía que sacar a Severus de allí. Por suerte, Ron no tardaría en llegar con refuerzos. Tembló de ira al ver sus muñecas quemadas por la cuerda. No pudo evitar sentirse culpable por haberle dejado solo, sin posibilidad de defenderse. Debería haberle quitado la maldita pulsera y entregarle su varita. -Lo siento – Harry se arrodilló delante de él y le acunó la cara con las manos, acariciando con el pulgar las mejillas de Severus. Severus abrió la boca para responderle que nada de lo que había ocurrido, había sido culpa suya, pero Parker se recuperó del golpe y arremetió contra Harry haciéndole un placaje digno del rugby, ese deporte tan brutal que tanto parecía gustarle a los muggles. Harry soltó un gemido de dolor cuando su espalda golpeó contra la mesa, pero enseguida le devolvió el golpe a Parker, dándole un puñetazo que le hizo girar la cabeza. Ambos parecían haber olvidado que eran magos y que podían usar la magia en vez de la fuerza bruta. Severus quiso ayudar a Harry, pero el Crucio le había dejado más débil de lo que se había imaginado y apenas tenía fuerzas para levantarse de la silla. Mientras, los dos Harrys seguían peleando a puñetazo limpio, pero uno parecía tener más ventaja sobre el otro. Con un puñetazo, uno de los Harry cayó al suelo y quedó allí por varios segundos, sin apenas moverse. El otro Harry permanecía plantado a su lado, con los nudillos de las manos hinchadas y llenas de sangre, respirando a bocanadas. Giró la cabeza hacia Severus y este lo reconoció enseguida. Harry cogió su varita y apuntó con ella al impostor, atándolo y amordazándolo de la misma forma que le había hecho a Severus. -¿Estás bien? Harry intentó corresponder a la preocupación de Severus con una sonrisa, pero esta se convirtió en una mueca de dolor cuando su labio partido se quejó. Fue en ese momento cuando Ron llegó, acompañado de varios aurores. Sirius y Remus también estaban allí. La sorpresa en sus rostros al ver a dos Harry Potter, uno atado y amordazado y el otro como si acabara de salir de una pelea de barrio, fue digna de fotografiar. Harry les ordenó a los aurores que se llevaran a Parker mientras este, que ya había recuperado el conocimiento, se debatía y lloraba suplicándole a Severus que le perdonara. -¡Por favor profesor, no deje que me hagan nada! – sus verdaderos rasgos iban apareciendo poco a poco, consecuencia de que el efecto de la poción estaba llegando a su fin - ¡Yo le amo, nunca habría querido hacerle daño! ¡Por favor, perdóneme! Sus lloriqueos estaban poniéndole enfermo. Severus se quedó mirándolo un momento a los ojos, y después con una mueca de desdén en su cara, le dio la espalda, cosa que hizo que los sollozos de Parker aumentaran de volumen y sus suplicas resultaban vergonzosas. Continuó debatiéndose y llamando a Severus entre gritos desesperados, hasta que los aurores no tuvieron más remedio que dormirlo para poder llevárselo sin problemas. Cuando se fueron todos y solo quedaron Harry y Severus, junto con Sirius y Remus, el más joven no pudo aguantarlo más y se lanzó a los brazos de su amado. Nunca olvidaría la angustia que había sentido, el pánico al pensar en lo que tendría que estar pasando. Bajo la atónita mirada de los otros dos hombres, Severus estrechó a Harry entre sus brazos, escondiendo la cabeza en la curva del cuello del joven. -Harry – la incredulidad tenía la voz de Sirius, quien no podía creer que su ahijado estuviera abrazando a su enemigo del colegio, y sobre todo, como esté le correspondía. Los dos parecían haber olvidado que no estaban solos. De eso habían pasado ya tres días. Habían sido unos días ajetreados en los que no habían podido estar juntos. Tuvieron que pasar por San Mungo, más por insistencia de Sirius y Draco, que por que Severus y Harry quisieran. Harry era el que más mal parado había salido, con varias costillas rotas, contusiones en la cara y dos dedos de la mano rotos. Nada que con un par de pociones reconstituyentes de hueso no pudieran solucionar. Severus tan solo tenía las quemaduras en las muñecas y los tobillos y tras una pomada, no le quedaría cicatriz alguna. Al final, las cosas habían terminado bastante bien. Ambos tuvieron que prestar declaraciones en el caso, y tras un juicio que no duró más que media hora, declararon a Severus inocente de todos los casos que se le acusaban. Su alivio fue palpable. Draco se abrazó a él y lo felicitó entre risas, mientras Harry permanecía un poco apartado de ellos. No se decidía a acercarse a ellos. Ahora que todo se había resuelto, no sabía que sería de su relación. Severus no se había vuelto a acercar a él, aunque sí que notaba de vez en cuando su mirada clavada en su espalda. Él tampoco había hecho ademán de acercarse, aunque se moría de ganas de hacerlo. La última vez que habían estado solos, fue en la mañana después de acostarse juntos y de eso parecía haber pasado una eternidad. Dándole un último vistazo, salió de la sala donde se había celebrado el juicio, sin ser consciente de que Severus se había alejado de Draco y ahora corría detrás de él. -Harry. El susodicho se dio la vuelta sorprendido al reconocer a Severus. Verle ahí plantado, con esa porte tan majestuosa que tenía y ese aire de misterio que le daban sus ropas oscuras, le dio un brinco el corazón. ¿Cómo había llegado a amar a alguien de esa forma? -Gracias Desde luego, no era eso lo que Harry esperaba oír. Se desinfló de desilusión. No quería su gratitud, sino su amor. Aunque después de lo que habían pasado juntos, puede que Severus no le amara de la misma forma. Se esforzó por sonreír. -No hay de qué. -Ya. Ninguno de los dos sabía que decir, aunque hubieran muchísimas cosas que decir. Severus buscaba en todo momento los ojos de Harry, pero él parecía estar evitando su mirada. No supo como sentirse sobre eso. -¿Y qué piensas hacer ahora? Se rumorea que después del despido de Perry, tú serías elegido Jefe de Aurores. Bien sabe que lo harías mucho mejor que él. -No son más que rumores – Severus observó extasiado como las mejillas del chico adquirían un adorable tono sonrojado. – No sé que voy a hacer. ¿Por qué? -Quería proponerte algo, una especie de negocio que en caso de aceptar, te conllevaría muchos años. -¿Un negocio? – la conversación no estaba yendo para nada como Severus había pensado, porque Harry parecía de lo más confuso. ¡Maldita sea! ¿Cómo pedirle a Harry que se fuera a vivir con él sin que su proposición sonara ñoña a sus propios oídos? Se sintió frustrado. -No especialmente un negocio – empezó a sudar. -Pues no entiendo. -No sé cómo decir esto - Harry nunca había visto a Severus perder los nervios, siempre había mantenido la calma en los peores momentos, pero algo ocurría para que estuviera tan nervioso. -Supongo que no es tan complicado. -Harry, ¿Quieres venirte a vivir conmigo? - Ya está, ya lo había soltado y no le había resultado tan complicado una vez las palabras habían salido de sus labios. Ver la expresión sorprendida de Harry no tuvo precio. Abrió y cerró la boca en intentos vanos por decir algo, y cuando creyó que iba a negarse, el chico se lanzó hacía él y lo abrazó. Sus bocas se encontraron al instante, devorándose con desesperación. Severus sujetaba la cabeza de Harry en sus manos, deslizando los dedos por su rebelde pelo. Hicieron caso omiso de las caras sorprendidas de todos aquellos que salían del juicio y de los que pasaban por ahí. Al final sí que resultaría cierto aquel titular del Profeta en el que decía que los dos tenían una relación. Los flashes estallaban a su alrededor, al igual que las conversaciones, pero ninguno de los parecía haberse dado cuenta, estando tan pendientes el uno del otro. -Te quiero. La otra noche tenía miedo de decírtelo, pero ya estoy cansado de sentir miedo de mis propios sentimientos, cansado de no amar por miedo a un rechazo. – Harry sintió desfallecer de amor en cuanto los ojos oscuros de Severus se posaron intensamente sobre los suyos, mientras lo ronca y emotiva de su declaración, le humedecieron los ojos. – Antes no te daba las gracias por el caso, por haber demostrado mi inocencia. Te daba las gracias por haberme sacado de ese agujero frió y oscuro que era mi vida antes de que tu irrumpieras en ella de una forma arrolladora. Empecé a vivir en cuanto tú entraste en esa sala de interrogatorios hará casi dos meses.
En cuanto a Parker… Tras un largo juicio, lo declararon incapacitado mental y lo encerraron en San Mungo. Después de revisar entre sus cosas, en busca de pruebas que pusieran en duda su calidad mental, encontraron mucho más que eso. Ese hombre tenía una malsana obsesión por Severus Snape. Todo lo que hacía giraba en torno a él. Había planeado su venganza durante años, desde aquel momento en el que fue a confesarle su amor a su profesor de pociones y este, pese a lo que Parker decía, no le había desdeñado y burlado de él, sino que con toda la calma y tranquilidad, le dijo que posiblemente estaba confundiendo sus sentimientos, que era demasiado joven para estar realmente enamorado de una persona mayor que él. El por qué había elegido ese momento para llevar a cabo su venganza, era algo que solo Parker sabía. Severus vendió la casa donde vivía y compraron otra más grande, más espaciosa y más iluminada, con un jardín propio. La casa era perfecta, tan solo había un pequeño detalle que no le acababa de gustar: estaba en la misma calle que donde vivía Sirius Black. El padrino del chico, pese a sus reticencias en las esperanzas que tenía la relación, acabó aceptando que su ahijado amaba a su enemigo del colegio. Por el bien de Harry, que era lo único en común que creían tener los dos mayores, hicieron un pacto de “no agresión”, aunque de vez en cuando, se le escapaban algún insulto o comentario mordaz. Los dos se sorprendieron tolerándose e incluso pasándoselo bien juntos. Al final, lo que mal había empezado, no había podido terminar mejor.
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