Si no fue bastante humillación tener que salir del Ministerio con Potter como niñera, sin varita y con la espada de Damocles pendiendo de su cabeza, lo acabó de rematar que le pusieran una pulsera para tenerlo controlado en todo momento. Con ella puesta, sabrían donde estaba y que hacía. Por decirlo de alguna forma, era un sustituto de Potter. Cuando preguntó porque necesitaba al Gryffindor si la pulsera hacía su trabajo, los Aurores le respondieron apretándole más fuerte de la pulsera, cortándole la circulación de la sangre. Maldijo por lo bajo y al momento sintió aflojarse la presión, para después descubrir a Potter mirándole con una tímida sonrisa. ¿Potter, tímido? ¡¡Ja!!
Con toda la dignidad posible, salió del Ministerio con la cabeza alta y la espalda recta, mirando con su habitual mirada de desdén a todo aquel que osara mirarle. Veía la acusación en sus miradas, pero no le importó, estaba más que acostumbrado a ellas. Harry y Draco le seguían muy de cerca, pero mientras que el rubio adquiría el mismo comportamiento que él, Potter sonreía amablemente a la gente que se acercaba a saludarlo, pero a Severus no le pasó desapercibido que el chico no perdía detalle de toda la gente, del lugar. Era un buen observador y estaba vigilando que no hubiera nada fuera de lugar, nada extraño.
Cuando por fin salieron del Ministerio, en lo que a Severus le parecieron horas, un lujoso deportivo descapotable estaba aparcado a la salida de la cabina. Potter sacó un pequeño aparatito del bolsillo de sus ajustados vaqueros y tras pulsar un botoncito, la alarma del vehículo se desactivo y la capota se replegó. Sin invitación alguna, Draco se montó directo en el coche, acariciando casi con reverencia la negra tapicería de cuero. Potter lanzó una risotada a su lado y Severus sorprendido por ese sonido tan poco conocido para él, lo miró sorprendido. Por un momento, se perdió en los ojos esmeralda, como hipnotizado. Su mirada fue acariciando el rostro de Potter hasta detenerse en sus sonrojados y carnosos labios. Deseaba besarle. Momentos antes, había visto que el chico se había comido un caramelo de miel y limón y quiso probar ese sabor directamente de sus labios, de su lengua.
¿Acababa de pensar que quería besar a Potter? Maldiciéndose por ese pensamiento tan poco coherente de su parte, apartó la mirada de golpe aparentando fastidio. Oyó a Potter bufar a su lado, pero no le hizo caso. Bastante tenía él con apartar de su mente esa imagen de él besando al chico, de sus dedos enredados en el cabello revuelto del chico, acercándole más a él para profundizar el beso. Casi podía saborear el agridulce sabor de la miel y el limón del caramelo.
-Severus, ¿vas a entrar o te piensas quedar ahí plantado como un imbécil?
Si no fuera porque de verdad apreciaba a Draco, por que tenía a Potter vigiándole y para más INRI, estaban en la puerta del Ministerio, hubiera matado a su ahijado en ese momento por soltar ese comentario. Si que era cierto el dicho de que la confianza daba asco. Al ver la mirada furibunda que le dirigió, Draco se sonrojó violentamente y bajó la mirada, consciente que se había pasado de la raya. Nadie había osado hablarle de esa forma, con esa falta de respeto. Harry, dispuesto a romper el tenso momento, dio la vuelta al vehículo y abrió la puerta del conductor, adelantando el asiento para que Severus pudiera sentarse en la parte de atrás.
Desde esa posición privilegiada, Harry vio como se tensaban los pantalones negros de Severus mientras entraba al coche, marcándole todo el trasero. ¡Quien iba a pensar que el profesor Snape tuviera ese culo! Y estos eran la debilidad de Harry. Sintió las manos cosquillearle antes el deseo de acariciarlo y comprobar que verdaderamente era tan firme como lo parecía. Tenía que reconocer que siempre había sentido sienta atracción hacia el adusto profesor, aunque al principio lo disfrazara con desdén y odio hacia él, y no fue hasta su sexto año, cuando se dio cuenta de lo que verdaderamente sentía. A sus dieciséis años se había descubierto mirando más de una vez al profesor, con una especie de desesperado anhelo, ansiando que le hablara aunque fuera para insultarle, deseando que se pusiera detrás de el en Pociones para sentir el cosquilleo de su respiración en su nuca mientras el cuerpo se le estremecía. Nunca le había gustado ser el centro de atención, pero más de una vez había estado apunto de montar un escándalo solo para que él fijara sus ojos negros en él. Había querido acercarse a él a como diera de lugar, pero él no era bueno en asuntos del corazón y conocía lo bastante al hombre como para saber que lo único que lograría, sería que este lo despreciara aún más. Y el miedo al rechazo fue lo que le impidió un acercamiento más íntimo con él. Así que prefirió dejar las cosas en un encaprichamiento adolescente.
Y así seguía pensado que era hasta que lo vio en la vieja sala de interrogatorios. No había cambiado nada en esos cinco años y seguía estando tal y como lo recordaba. El pelo largo, lo llevaba sujeto en una fina cinta verde, dejando caer en su rostro, algunos mechones. La de veces que había deseado acariciar esas hebras, que borraba a besos ese ceño fruncido… Mientras que el adolescente de dieciséis años desearía llamar la atención y que le hablara, el hombre de veintidós años deseaba que le besaran, que lo empotrara contra la pared y le poseyera. Pero esas fantasías no iban a tener lugar nunca, y si no quería sufrir una humillación por parte del hombre, mejor dejarla estar en su mente, donde solo la oscuridad de la noche y las sabanas de su cama, sabrían.
Snape le aborrecía y él tenía que dejar de pensar en él si no quería que su trabajo de complicara. Solo rezaba para que las investigaciones duraran poco y encontraran pronto al culpable, sino, el iba a volverse loco si seguía resistiéndose a la atracción hacia su ex profesor.
Resignado a no poder dormir, Harry se levantó de la destartalada cama, haciendo sonar los viejos y desgastados muelles del viejo colchón, y tras ponerse las zapatillas y coger un par de carpetas con los informes de la investigación de Snape, bajó al salón. Rezó para no hacer ruido que despertara a Snape y este se levantara de mal humor. La casa era muy vieja, y por el estado mohoso y desgastado de los escalones y las paredes, parecía no haber sido utilizada en años. El ambiente estaba muy cargado, con olor a cerrado y rancio, como si hubiera permanecido siempre cerrada, sin que le diera el sol o se ventilara. Las paredes oscuras y carentes de decoración, le conferían un aspecto un tanto aterrador. ¿Esa sería la casa en la que vivía el hombre durante su niñez? Era un poco complicado saberlo, pues no había ni un solo retrato, ningún objeto que dijera que ahí había vivido gente antes que Snape.
Harry reconocía que era una persona desordenada, para desespero de su amiga Hermione, pero Snape aún lo era más, cosa que nunca creyó posible, pues lo tenía por meticuloso. Ropa tirada por todos los sitios, había un montón de tazas sucias por las mesas, por la repisa de la chimenea e incluso alguna por las sillas. Quería ponerse a revisar los informes, pero primero tendría que encontrar un sitio para sentarse. Cogió la varita y con un movimiento, todo quedó despejado, que no limpio. De la limpieza ya se encargaría al día siguiente, mientras Snape se encerraba en su sótano a hacer sus pociones. Que el hombre dijera lo que quisiera, pero él no pensaba vivir en esa pocilga.
Cuando un par de horas después, Severus bajó, se encontró con un Potter totalmente concentrado en los informes. Ni se había percatado de su presencia, por lo que se permitió observarlo a sus anchas. En su época de estudiante, posiblemente le observaría para sacarle faltas y después poder echárselas en cara, pero en esos momento, no encontró nada malo en Potter. Ya no era un niño, sino un hombre. Y un hombre al que deseaba. Ese pensamiento lo asustó. No había podido pegar ojo en toda la noche, demasiado consciente de que él otro dormía a solo dos habitaciones de distancia. Había estado viviendo solo, que ahora le costaba acostumbrarse a tener a alguien más en su casa. Estaba empezando a tener un poco de aprensión a lo que podría suceder acostumbrarse a la presencia de Potter en su casa, a como sentirse con respecto a él y no sabría como sería todo una vez el caso de cerrara, encontraran al verdadero asesino y Potter terminara su trabajo allí. Tal y como estaban las cosas, no podía permitirse tener nada con el chico, y siendo sinceros, Potter tendría suficientes pretendientes a ocupar su cama, como para que este se fijara en el viejo de su ex profesor de pociones.
-No sabía que estaba aquí – exclamó Potter alzando la cabeza. Se había puesto unos lentes finos de montura cuadrada, que le daban un aspecto de intelectual. Apartó los papeles que había dejado encima de una silla, para que Severus pudiera sentarse.
-¿Trabajando a estas horas? No cogió la silla, sino que se sentó a su lado en el sofá.
-Llevo aquí toda la noche. No podía dormir.
-¿Ha sacado alguna conclusión? – no entendía porque, pero quería que Potter le dijera claramente que confiaba en él, que creía firmemente en que él no era el culpable.
-Todo parece llevarnos a usted… – Harry hablaba con cuidado, como si temiera decir lo que pensaba y que Severus se enfadara.
-Puede hablar con total franqueza, y será mejor que nos tuteemos.
-Bien, vale – las mejillas de Harry adquirieron un tono rosado. – Como te he dicho, todas las pruebas parecen indicar que usted es el culpable: tenias motivos para hacerlo, aunque no fueran del todo sensatos, y dado tu pasado, estabas mas que capacitado para torturar y matar a Standish.
-Yo no lo he hecho – repitió, intentando convencerlo.
-Que yo sepa, no he dicho que lo hayas hecho – respondió tajante. Cogió la libreta donde había estado tomando apuntes y empezó a repasar las hojas hasta que encontró lo que buscaba. Se lo enseñó a Severus – Al parecer, el asesino ha ido dejando unas marcas. ¿Te suena de algo?
Severus palideció ante eso. Esa era su marca. ¿Cómo sabía el verdadero asesino esa información?
-¿Severus?
-Es mi marca – murmuró, pero el chico no parecía haberle escuchado y lo repitió, esta vez más fuerte. – Es mi marca.
-Eso no prueba nada – dijo Harry después de unos momentos de silencio.
-Lo prueba todo. Todo el mundo tiene una marca, incluso usted, y esa es la mía. No hay dos marcas igual.
-Eso no prueba nada.
-¿Por qué te empeñas en creer en mí? Que yo sepa, nunca te he dado motivos para confiar en mí.
-Ahí te equivoca, me has dado motivos más que suficientes para creer en ti. – Le espetó – Te conozco, quizás no tanto como me gustaría, pero se lo suficiente de ti para saber que no es tu estilo. El tipo que ha matado a Standish es un sádico, que disfruta matando a los demás, haciéndoles sufrir, llorar y gemir hasta el último aliento. Y déjame que te diga que tú no eres así, por muy cabronazo que puedas llegar a ser.
No se esperaba esa efusiva defensa y le pilló con la guardia baja. De pronto, todo pareció habérsele caído encima y se sintió desbordado. En todos los años que había estado como espía, no se había podido permitir el derrumbarse, el pararse a pensar en lo que estaba haciendo, tan solo lo hacía. No le habían dado la oportunidad de decir “no” y se había visto obligado a realizar cosas que no quería, como la muerte de Dumbledore. Seguía teniendo pesadillas y la culpa amenazaba siempre con no dejarle dormir. Aunque lo había hecho obligado por el director, había sido como matar a su padre.
-Severus, pillaremos a ese desgraciado, te lo prometo.
La mano de Harry en su hombro fue como un bálsamo para sus heridas y se sintió dichoso de tener al chico a su lado. Sin detenerse a pensar en lo que hacía, cogió la mano de Harry y lo arrastró hacia él, juntando sus labios en un beso desenfrenado. Saboreó los jugosos labios del joven con febril desesperación, empapándose de su sabor, de su esencia. Harry tuvo un solo momento de indecisión provocado por la sorpresa, pero en cuanto se dio cuenta de que era Severus quien le besaba, correspondió profundizando el beso y acomodándose en el regazo del hombre.
¡Por Merlín, era mejor de lo que había imaginado! Siempre había pensado que un beso de Severus, sería rudo y fuerte, usando su fuerza para someter al otro, pero lo cierto era que, pese al desespero con el que lo besaba, había una ternura inusitada en él, una mezcla de sentimientos que aturdió a Harry. Cuando Severus besaba, volcaba en el beso todo lo que sentía en ese momento, y el joven detectó desesperación y miedo. Lo que daría por quitar esos sentimientos.
La urgencia de momentos antes se había sosegado un poco y Severus dejó de amarrarse al cabello de Harry como un bote salvavidas y dejó que sus manos vagaran por la espalda del chico, acariciándolo y sintiendo como este se estremecía ante su roce. Su boca abandonó los labios hinchados y enrojecidos de Harry, para descender suavemente por su rostro besando y lamiendo a su paso, mientras sus manos seguía acariciando el cuerpo de Harry, esta vez por debajo de la camisa. Su piel ardía, como ardía en sus venas el deseo que sentía por él. Los pequeños gemidos de placer que soltaba Harry, le estaban volviendo loco y estaba tan duro que dolía. Nunca pensó que Harry Potter pudiera ser tan deseable, con los labios entreabiertos, dejando escapar algún que otro gemido y suspiro, las mejillas arreboladas y los ojos entrecerrados.
Aprovechó que Harry echó la cabeza hacia atrás, para atacar su cuello, mordisqueando y lamiendo. El chicó grito cuando clavó sus dientes en su cuello, lamiendo la pequeña gota de sangre que salió de él. Por un momento, pensó que había gritado de dolor, pero la cara de cara revelaba de todo menos dolor. Esta vez, fue Severus el que gritó cuando en un movimiento de Harry, las erecciones se rozaron. ¡Dios, eso había estado taaaaan bien!
Cogió de las caderas al chico y lo tumbó el sofá, con él encima. Harry enroscó las piernas en su cintura, y fue balanceando su cadera, rozando la más que dura erección de Severus. De pronto, ambos empezaron a moverse, rozándose, excitándose, mientras sus lenguas seguían con su acalorada lucha para tomar el control.
Harry sentía que estaba apunto de llegar al orgasmo y se agarró más fuerte a Severus, aumentando el ritmo de los movimientos de cadera. Estaba apunto… Lo sentía…
-¡¡POTTEEEEEEEER!!