La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 46-II. Reunión con Joe Black II

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alisevv

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MensajeTema: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 46-II. Reunión con Joe Black II   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 46-II. Reunión con Joe Black II I_icon_minitimeJue Mayo 06, 2010 11:34 pm

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Death eater takes a holiday
Capítulo 46 - II

Reunión con Joe Black - II
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Era una noche agradable; la luna estaba casi llena, emitiendo una débil luz a la calle que de otra forma estaría apenas iluminada. Era tarde, y acaso se venía uno que otro transeúnte ocasional. Ellos se habían alejado apenas unos pasos de la puerta. La tienda que se encontraba justo al lado había cerrado temprano, y ahora ofrecía un oscuro nicho al que Harry empujó a Severus. No estaban completamente ocultos de la vista, pero eso era lo que Harry encontraba excitante. Le encantaba estar así, en la calle, sin que nadie le reconociera, ni tener que preocuparse de todo el asunto gay. Puso sus brazos alrededor del cuello de su pareja y le atrajo para besarle.

El beso de Sev fue demasiado breve para el gusto de Harry. El hombre le explicó que aunque, sabía que era Harry, le era difícil besar a una mujer. El joven sugirió que cerrara los ojos y se limitara a disfrutar. Se trepó al siguiente escalón, quedando alrededor de una pulgada más alto que Severus, y comenzó su trabajo de lamer y mordisquear el fuerte cuello.

El Maestro gimió, recordando lo que Harry había hecho la noche del baile, cuando todavía llevaba el cabello largo. Era fácil para él perderse en las sensaciones que su amante estaba provocando en su cuello.

Harry hizo una pausa en sus atenciones cuando escuchó un pequeño grito de asombro seguido por una risa sofocada. Una joven pareja estaba pasando a su lado. Si la mirada de furia en la cara de Severus era un indicativo, eran estudiantes. Los dos alumnos de Slytherin cruzaron rápidamente la calle, reuniéndose con algunos amigos en el otro lado. Todavía se encontraban bastante cerca y, aparentemente, estaban contándole a sus amigos que habían visto precisamente al profesor Snape, besuqueándose con una linda mujer.

Harry soltó una risita, pero se calló rápidamente, al notar que su hombre estaba enojado.

¿Qué sucede? —preguntó, inseguro.

—Me distraje besuqueándote y fui atrapado por unos estudiantes —gruñó—. ¿Qué crees que me pasa? —siseó.

—¿Y qué? No puede hacerte daño que te vean besándote con una mujer, ¿no?

—Constantemente refuerzo en mis estudiantes la importancia de no exhibirse.

—¿Quién se está exhibiendo? No creo que esto sea la gran cosa —era evidente que Harry no veía el problema.

—Si soy besable, soy accesible. Esto no cuadra con la personalidad que me construí. Exijo respeto de mis estudiantes y esto sólo mina mi autoridad. Ser atrapado en éxtasis es ser atrapado con la guardia baja, y no demuestra otra cosa que debilidad.

Harry quiso discutir ese argumento, diciendo que eso sólo mostraba que era atractivo, no débil, pero se perdió en el pensamiento de que Sev había dicho que había estado extasiado, así que decidió no pelear con el atractivo hombre. En ese preciso momento, Kieran salió del bar, tambaleándose ligeramente.

—¡Ésta es mi chica! —gritó, señalando hacia ellos. Puso su brazo sobre los hombros de Harry—. Disculpa, tenía unos asuntos que atender —dijo con un guiño—. Espero que Snape te haya mantenido a salvo mientras yo regresaba —se calló cuando escuchó el alboroto desde el otro lado de la calle y notó al pequeño grupo de estudiantes que habían empezado a apurar el paso.

Harry se echó a reír.

—Bien, Sev, ahora te atraparon besando a la novia de tu mejor amigo, tu estatus de cretino malvado compensará por mucho cualquier opinión que pudieron haber tenido de ti.

Severus continuo con el ceño fruncido hasta que se dio cuenta que Harry tenía razón. Puede que hubiera sido pillado, pero al menos había sido pillado siendo un bastardo, y eso lograba que todo estuviera bien. No pudo contener la sonrisa maliciosa mientras Kieran despotricaba sobre sus insinuaciones con su chica.

—Tienes lápiz labial en el cuello. ¡Cómo te atreviste! —continuó su diatriba el escocés—. ¡Mi mejor amigo y mi mejor chica! —se giró hacia Harry—. Tú, ramera; confiaba en ti —y casi tropezó en el bordillo mientras caminaban calle abajo.

Harry reía con tantas ganas que estaba llorando. Las lágrimas bajaban por su cara mientras el jadeaba para conseguir algo de aire. Continuando con la parodia, comentó:

—Por favor, perdóname, bomboncito, prometo que no lo haré nunca más —suplicó, antes de estallar en carcajadas—. Y Sevvie promete no volver a permitir que una mujer se meta en medio de su amistad contigo.

—No respondo sobre no golpear a una mujer que me llama Sevvie —el maestro de Pociones le miró con ferocidad.

Harry sólo continuó riéndose, enganchando sus brazos en los de los otros dos hombres mientras caminaban. Notó que su cabello estaba empezando a acortarse y tomó otro sorbo de Multijugos. No regresaría a su forma normal en medio de la calle, vestido como Joe, y con un hechizo de Glamour.

Los tres caminaron hasta su casa, pues Severus no creía que Harry hubiera tenido su licencia el tiempo suficiente como para tratar de Aparecerse estando intoxicado, aunque el joven no había bebido mucho en realidad. Harry disfrutaba caminando abiertamente por la calle en compañía de Sev, así que no le importó argumentar que era perfectamente capaz de Aparecerse. Todos fueron al apartamento de Harry para que pudiera cambiarse y entregarle a Kieran la ropa que pertenecía a su amiga Joe.

El escocés le pidió permiso para utilizar su chimenea para llamar a Joanna y decirle que estaban de regreso, sanos y salvos, y que no habían hecho nada terrible mientras Harry se estaba haciendo pasar por ella. La verdadera Joe flirteó con Kieran, pero lanzó a Harry una mirada desagradable al ver lo bien que lucía con su cuerpo. El chico se alegró de que ella no supiera quién estaba utilizando la poción Multijugos. Kieran cortó la conversación en cuanto vio que la verdadera Joanna se empezaba a poner tensa.

Harry se dio cuenta que no podría utilizar su propia ropa hasta que regresara a su apariencia, así que decidió permanecer con la ropa de Joe hasta entonces. Le enseñó la casa a Kieran y le ofreció una bebida mientras esperaban que la poción dejara de hacer efecto.

—¡Ey, Harry! Pensábamos que nunca encenderías la chimenea. Snape… —Fred se calló al ver que no era la cara de Harry la que le miraba.

Kieran disfrutaba la expresión boquiabierta en los dos rostros idénticos que estaban en el fuego, rostros que sólo podían ser Weasley. Harry —como Joe— entró en escena, entregándole un vaso a Kieran. Los gemelos se miraban uno al otro, extrañados, inseguros acerca de qué hacer. Harry suplicó en silencio para que Kieran le ayudara; no quería decirle a los gemelos que estaba vestido de mujer. Antes que el escocés tuviera oportunidad de hablar, Severus entró en la habitación con el ceño fruncido. Se detuvo fuera de la vista desde la chimenea, lanzando a Kieran y Harry una mirada de dolor. De inmediato, vieron que aferraba su propio brazo y asentía, para que se dieran cuenta que estaba siendo convocado a una reunión.

Con su máscara de indiferencia de nuevo en lugar seguro, se adelantó para que le vieran los demás. Fred y George confiaban en Snape, sabían que era un espía, así que asumieron que la extraña pareja que estaba en la salita de Harry no era peligrosa. Severus le entregó una pequeña nota a Kieran.

—No me da tiempo de regresar al castillo. Necesito que le lleves este mensaje a Albus —le pidió.

El mago partió de inmediato. Las expresiones de los gemelos se relajaron aún más al oír que Snape mencionaba a Dumbledore, y cuándo éste se los pidió, viajaron hacia la salita por la red flu.

>>Fred, George, les presento a Joanne. Necesito salir a un asunto y estaría extremadamente agradecido si pudieran quedarse con ella hasta que sepan que es seguro dejarla —les pidió con seriedad. También les mencionó que verían a Harry más tarde. El hombre notó que Harry iba a argumentar y le jaló hacia un lado—. No permitiré que te quedes solo. Tus protecciones te mantendrán seguro, pero si algo se presentara, los músculos del cuerpo de Joe no reaccionan como los tuyos. No tengo tiempo de discutir —declaró, terminante. El chico supo que no tenía sentido presionar sobre ese asunto.

—¿Cómo sabremos que es seguro? —indagó George.

—Lo sabrán —sonrió Snape, verificando la hora. Se giró hacia Harry antes de Aparecerse; de nuevo, habló lo suficientemente bajo como para que sólo él le escuchara—. Sé que hoy fue retirada una orden grande de la tienda de pociones. Lo más seguro es que estaré elaborando pociones. Trata de no preocuparte —musitó, sabiendo que lo haría de todas formas—. Evítate muchos problemas y diles quién eres —sugirió, riendo, sabiendo que su pareja haría las cosas del modo difícil. Harry sacudió la cabeza, sonriendo, y Severus se alegró de haberle distraído fácilmente de su preocupación por la reunión.

El moreno se encontró solo con los gemelos y se preguntó cómo se comportarían al estar frente a un extraño. ¿Le convertirían en la última víctima de sus bromas, pensando que Joe no conocía sus muchos productos de juegos? Se sorprendió, por decir lo menos, cuando ellos se presentaron respetuosamente. Les explicó que Joe era una antigua amiga de Kieran. Si a los pelirrojos les extrañó que Joe se refería a sí misma como una tercera persona, fueron lo bastante educados como para no mencionarlo.

—¿Kieran es un amigo del profesor Snape? —preguntó George, tratando de descifrar la incógnita.

—Sí, son viejos amigos. Están trabajando juntos en algunos proyectos —contestó distraídamente—. Secuestran a la gente para celebrar sus cumpleaños —dijo con una carcajada. Fred y George rieron con él. Tenían sus propias ideas de dónde debía estar Harry pero, ciertamente, no pensaban que fuera Joanne.

Harry había sugerido ver televisión; quería evitar tener que conversar mucho con ellos. No les había mentido hasta ahora, pero estaba resultando bastante difícil. Sabía que debería contarles la verdad y ya, pero no estaba seguro de cuál sería su reacción, y no era como si él estuviera disfrutando estar vestido como una chica. Cuando ninguno le estaba mirando, tomó otro sorbo de la poción. Encontraría un modo de decírselos, pero no todavía.

Fue fácil por un rato; vieron una película divertida, y rieron y rieron. Fred notó que Joe se encontraba muy cómoda con ellos y miró a George con intención. Harry no se fijó en el brillo de sus ojos, pero sí que notó cuando un brazo se posó casualmente sobre sus hombros.

Su primer pensamiento fue: “¿en qué están pensando estos dos?” Joanne tenía por lo menos cuarenta años. Entonces, se dio cuenta que los gemelos eran algunos años mayores que él, y que probablemente Severus fuera apenas unos pocos años menor que Joanne. “Oh, Merlín”, pensó.

El dueño de casa se relajó en el sofá. Los gemelos nunca le habían tocado tanto, a menos que se contaran los torturantes ataques de cosquillas a los que le habían sometido para obligarle a comer alguna de sus golosinas de broma. Sabía que más tarde ellos estarían avergonzados, pero así él no se sentiría tan mal de que descubrieran que se había hecho pasar por una mujer. Extrañamente, se sentía muy cómodo con ellos. Hermione también se le sentaba cerca mientras veían películas; aunque Ron, por supuesto, guardaba las distancias, como harían la mayoría de los chicos.

Fred y George habían sido muy cercanos a Harry por años. Le trataban como si fuera su propio hermano, lo que, usualmente, significaba hostigamiento y bromas. Pero en el otro lado de la moneda, siempre se había sentido seguro con ellos. Suponía que era por eso que el señor Weasley había convencido a Charlie que le dejara en paz. Arthur quería que Harry se sintiera seguro en la Madriguera, y no deseaba que una relación fallida le quitara la posibilidad de ir a un lugar donde se sentía como en familia. En retrospectiva, se alegraba de que el pelirrojo y él no hubieran avanzado mucho, pero le gustaba cuando flirteaba con él. Charlie fue el primero que hizo que Harry sintiera que era merecedor de tal atención. Dejó escapar un suspiro al recordar el beso. De inmediato, su mente derivó hacia el momento en que Sev vio ese recuerdo, y cuando flirtearon por primera vez desde que el hombre tenía su cuerpo de adulto.

No notó que se estaba quedando dormido, ni la mano que sostenía la suya. Una suave voz a su oído sustituyó el principio del sueño.

—¿Joanne? —la tenue voz chequeó si estaba consciente.

—¿Estás dormida? —preguntó otra voz, con una inflexión ligeramente diferente. La mano que le sostenía se movió ligeramente, mientras el pulgar del joven acariciaba la suave mano de uñas pintadas.

—Un poco —contestó un somnoliento Harry. Se puso algo más alerta al sentir una cálida respiración en su oreja—. Díganme —continuó, pero sin molestarse en abrir los ojos—, ¿muchas chicas han salido con los dos al mismo tiempo? —indagó con curiosidad.

—Algunas —contestó una voz tan cerca de su oído, que más que escuchar la respuesta, la sintió. Era la misma persona que había tenido su brazo sobre su hombro. El otro, Fred quizás, era el que sostenía y acariciaba su mano.

—Hmm —Harry suspiró con su voz adormilada, pero todavía coherente—. ¿Cómo le piden a una chica hacer algo como esto, ya saben, con ambos?

—Empiezas por pedirle algo pequeño, como un beso —susurró George a su oído. Harry pudo sentir unos labios que pasaban por su barbilla.

Fred estaba dejando pequeños besos por encima de sus dedos.

—Joanne —pidió dulcemente —, ¿puedo besarte?

—No —llegó la adormilada respuesta. Fred pareció casi sobresaltado.

—¿Ni siquiera un beso pequeñito?

—Ho —hizo una pausa—. Mis besos son para otro —Harry casi rió entre dientes al recordar esa línea tonta de aquella película románticona que había visto con Hermione. Ahora estaba mucho más espabilado, y escuchó cuándo Severus se apareció en la cocina, pero decidió dejar que los gemelos pensaran que seguía medio dormido. Se dijo a sí mismo que estaba siguiendo una broma, pero había habido tan pocas veces en su vida en que alguien había coqueteado con él, que todo esto elevaba su ego.

—¿El chico que vimos antes aquí? —preguntó Fred. Había dejado de besar sus dedos, pero continuaba sosteniendo su suave mano.

—¿Kieran? Nop —Harry reclinó la cabeza sobre el hombro de George.

—Bien, no me gustaría que ese individuo se enfureciera conmigo —replicó, moviendo su brazo apenas ligeramente de los hombros de Harry, pero dejándolo todavía sobre el respaldo del sofá, tratando de no mostrar que se estaba retirando. Mucho.

>>Severus.

Fred dejó caer abruptamente la mano que estaba sosteniendo. George se congeló, pero no quiso separarse. La cabeza de la chica estaba sobre su hombro, y ella probablemente caería sobre su regazo si lo hacía; o eso pensaba.

—¿Severus? ¿Cómo en Snape? —fue la nerviosa pregunta.

—Hmm —llegó la soñadora respuesta—. Le amo.

Los cuatro ojos azules se asustaron de manera idéntica. Ambos pares se giraron hacia la puerta de la cocina al escuchar un crujido que anunciaba que estaba siendo abierta. Las manzanas de adam de los delgados cuellos subieron y bajaron cuando ambos tragaron con fuerza al mismo tiempo. La alta y majestuosa figura de Severus se encontraba parada en silencio, en el umbral de la puerta. Había una mirada contenida en su rostro que los muchachos encontraron la expresión más aterradora que le habían visto en los diez años o algo así que le conocían. Nunca antes habían visto esa mirada en el rostro del intimidante hombre. Cuando se deslizo en la salita de estar, Fred y George se alejaron instintivamente de la encantadora figura que se encontraba entre ellos en el sofá. Harry sostuvo su cabeza para evitar que cayera. Una adormilada sonrisa asomó a sus labios.

—Como Weasleys, espero que ambos se hayan comportado como unos gentiles caballeros —más que una pregunta, era una afirmación.

Ellos le miraron bobamente por un segundo, y luego cerraron sus bocas que no se habían dado cuenta que tenían abiertas, y es que Snape acababa de hacer un cumplido a su familia.

>>Les agradezco su apoyo esta noche —giró su atención a Harry, preguntándose porqué seguía siendo una chica—. ¿Tuviste algún problema mientras estuve fuera?

—No, sentí mucha seguridad con ellos a mi lado —contestó, tomando la mano de cada uno. Logró sentir el suspiro de alivio de los gemelos, y no pudo evitar echarse a reír.

—Creo que mencioné que sabrían cuándo fuera seguro irse —puntualizó Severus.

Los gemelos intentaron levantarse de inmediato, pero Joanne todavía les tenía agarrados. Fred fue el primero en sobresaltarse, seguido por George, cuando el cabello de Joe comenzó a acortarse. Las manos que les retenían se volvieron más callosas y fuertes. Ambos se asombraron cuando sus grandes senos parecieron desinflarse, siendo reemplazados por un pecho masculino bien tonificado.

—¿Harry? —preguntaron a coro, recibiendo un asentimiento de su amigo a modo de confirmación.

Al darse cuenta que su nombre era la única palabra que ellos lograban formar, Harry explicó:

—Kieran y Sev quisieron sacarme a pasear, pero yo no puedo ser visto con ellos en un bar, así que me dieron Multijugos —esperó que eso lo aclarara todo—. Ellos no planeaban dejarme así, no era seguro puesto que el cuerpo de Joe no es muy fuerte; pero algo se presentó. Tuvieron que irse y, bien… ¿no están molestos, verdad? —preguntó, batiendo las pestañas.

—Umm —Fred pareció recuperar su compostura y agregó—: Hagamos algo. Tú no mencionas a Joanne a nadie, y nosotros… ¿le llamaste Sev? —preguntó con los ojos como platos, como si acabara de darse cuenta—. ¡Oh, Merlín, ellos son pareja!

Mientras Fred hacía la conexión, George silbó.

—Por lo que a nosotros concierne, nunca hemos oído nada de Joanne o Sev. Buenas noches —caminó a toda prisa hacia la chimenea y abrió la cajita de polvos flu que estaba sobre la repisa. Con un destello, desaparecieron.

Harry movió su mano hacia la chimenea, cerrándola por esa noche. Levantó la vista hacia la imponente figura ante él. Severus tenía una ceja alzada.

—Te estabas metiendo con ellos —comentó sin mala intención. Harry sonrió, y por un segundo pensó que Sev estaba celoso. Bien.

—No, no lo hice. Ellos vinieron a mí —contestó inocentemente.

—Ya veo —Severus caminó hacia la repisa de la chimenea, mirando la caja de polvos flu, pero no la estaba viendo en realidad. Cuando se giró para enfrentar a Harry, se aseguró de hacerlo con la rapidez justa como para hacer que su túnica girara a su alrededor y rodeara sus piernas—. Entonces, ¿a ti no te molestaría si alguien, digamos como Lucius Malfoy, viniera a tratar de persuadirme para que le hiciera una poción ilegal que él necesitara? —preguntó, encogiéndose de hombros, y manteniendo la voz serena y plana.

La expresión inocente y satisfecha del joven cambió abruptamente.

>>Sabías que yo estaba en la cocina, y que si por alguna razón no podías manejar la situación, te ayudaría; pero Fred y George no sabían eso. Personalmente, me asombra que se comportaran tan bien como lo hicieron. Tenían una atractiva y casi inconsciente mujer entre ellos, y aún así se comportaron como caballeros… la mayor parte del tiempo —dijo esto último poniendo los ojos en blanco; pensaba que si Joe no hubiera sido mayor, y las circunstancias diferentes, los gemelos se hubieran movido más rápido. No que pensara que Harry lo hubiera permitido, pero el joven necesitaba comprender la diferencia entre un flirteo inofensivo y permitir que la gente pensara que estaba disponible cuando no era así. Frunció el ceño ante éste último pensamiento.

—No te molestó cuando mencioné que Charlie había flirteado conmigo —argumentó Harry.

—¿Tú respondiste al flirteo?

—Un poquito —admitió.

—¿Cómo reaccionaste ante sus avances? —indagó, sonando como si la respuesta no sería tan interesante cuando la escuchara.

—¡No lo hizo! Sólo era un flirteo inofensivo. En realidad, Charlie nunca estuvo verdaderamente interesado en mí, no seriamente —declaró con convicción.

—Exactamente —replicó, apaciguando—. Sabías que Charlie no estaba interesado. ¿Y los gemelos?

Harry bajó la vista al piso. No sabía qué decir. Estaba consciente de que Sev se encontraba en la cocina, pero no pensó en cómo se sentiría con la situación. Podía argumentar que era una broma, pero eso no cambiaba lo dolido que se sentía de sólo pensar en Severus siendo seducido mientras estaba elaborando una poción.

—¿Lucius es gay? —las palabras brotaron inesperadamente, Harry no pudo utilizar el mismo tono despreocupado de su pareja.

Ahora, Severus estaba seguro que su punto había quedado patente y lo dejó pasar; no veía ninguna razón para no tranquilizarle.

—Lucius no es gay —afirmó, acomodándose tranquilamente en el sofá, al lado de Harry—. Pero es despiadado, y conseguiría lo que desea a cualquier precio —retiró el cabello de Harry detrás de la oreja, exponiendo la carne blanda—. No te preocupes; han pasado muchos años desde que cualquiera pensó que yo podría ser persuadido de esa manera.

—¿Muchos años? —preguntó disimuladamente.

—Al menos, no en este siglo —contestó con una sonrisa. Harry trató de no pensar en el hecho de que antes de este siglo él aún no alcanzaba la pubertad.

Todos los pensamientos acerca de su edad salieron de su mente cuando una cautivadora lengua hizo un tentador camino hacia su oreja. Cuando esa lengua alcanzó su destino por detrás del pabellón, Harry se estremeció, conteniendo la respiración. Severus se retiró lo bastante como para ver el cuello de su pareja. Notó que una gran parte de la cicatriz había desaparecido. Regresó de nuevo a la zona detrás de la oreja, donde la piel era más sensible.

>>¿Cómo? —preguntó, trazando con su dedo índice la zona donde solía estar la cicatriz.

—Poppy me dio algo para regenerar la piel. Me explicó que crecería la misma piel que mi cuerpo producía, aunque no sería una réplica exacta de la que tenía antes. Así, no hay cicatrices, al menos en esas heridas. Pero todavía tengo un buen puñado. Quizás deberías hacerme un examen exhaustivo para ver si puedes distinguir los cambios —musitó sugerentemente.

Severus frunció el ceño.

—Era una gran zona la que cubría tu cicatriz —levantó su cabello para verle la nuca—. No tenía idea de que yo te hubiera herido tanto —dijo suavemente. Harry cerró los ojos al sentir la hilera de besos que siguió a lo largo del lugar donde la cicatriz había rodeado su cuello.

Harry gimió, disfrutando sus atenciones.

—Tú evitaste que cayera. La mayoría de mis heridas fueron externas. Merlín sabe lo que hubiera pasado si hubiera impactado contra el terreno a tal velocidad. Además, todavía tendría las cicatrices. No hubiera cambiado… —gimió cuando Severus atrapó el lóbulo de su oreja entre los dientes—. No hubiera dejado que ella arreglara esta parte —continuó, jadeando—. La cicatriz detrás de mi oreja es extremadamente sensible, no quiero perderla —gimoteó cuando fue recompensado con atención adicional en el pequeño parche de piel que seguía estropeado.

—¿Por qué Poppy no te ofreció esto hace años? —preguntó Severus.

Harry no quería contestar y preocuparle. Cuando se dio cuenta de que no estaba siendo besado, pues Severus estaba aguardando una respuesta, dejó escapar la respiración con un bufido y explicó:

—Para poder regenerar tu piel, tienes que haberla perdido primero. Ya el sólo riesgo de infección es demasiado alto como para intentarlo.

—¿Y…? —le animó Severus, sabiendo que probablemente habría más, considerando lo indeciso que estaba Harry sobre contarle.

—La mayoría de los magos no pueden soportar la cantidad de dolor involucrada en el proceso.

Harry sintió que Severus se ponía rígido; tenía la misma expresión de asco hacia sí mismo que le había visto cuando descubrió que Harry y el compartían la pesadilla de ‘Sara’. Se levantó y se sentó a horcajadas sobre el regazo de Sev.

>>Tú no me hiciste esto, fue mi elección —aseguró con firmeza, y continuó explicando—. Poppy podría haberme sanado los cortes y yo, simplemente, no hubiera tenido nuevas cicatrices. Ahí es donde tu participación termina. Dado que soy un adulto y ya no soy estudiante, Poppy estaba obligada a mostrarme todas las opciones disponibles. Aparentemente, cuándo se consiguió un segundo donante de sangre, mis opciones aumentaron. Ella me explicó sobre el proceso de regeneración de la piel dañada. En vista que ya corrí el riesgo ocasionado por mis heridas, sólo tenía que considerar la incomodidad que sería añadida —se movió un poco, pues las rodillas de Sev se estaban clavando en él.

—¿Incomodidad? —repitió Severus con incredulidad, sabiendo que debería haber sido un dolor casi intolerable si la mayoría de los magos no eran capaces de soportarlo—. ¿Te molestaba tanto tener la cicatriz?

Expresó en voz alta su inquietud. ¿Cuánto habría afectado a Harry que su cicatriz hubiera sido expuesta ante el mundo, después que la había llevado oculta por tanto tiempo? El chico no parecía perturbado por las cicatrices del propio Severus, y eso que tenía una buena selección.

—En unas cuantas de ellas, ayuda a no recordar de dónde vinieron. Prometo que te hablaré más sobre esto, y sobre el flashback. Pero no esta noche, ¿vale?

Severus aceptó, esperaría para tener esa conversación. Permitió que el joven continuara.

>>Resulta que en las raras ocasiones en que era lo bastante afortunado como para no ser reconocido, podía curiosear por las tiendas sin problema. Pero, entonces —hizo un gesto hacia su cuello —la gente podía mirar fijamente la carne destrozada, sin importarles cómo me sentía, como si estuviera en exhibición. Y era peor si luego de unos minutos mirando mi nuca, me reconocían. La inevitable mirada de compasión que seguía era suficiente para hacer gritar a cualquiera. Un día, hace pocas semanas, me cansé y decidí usar el hechizo de ocultación, y fui a visitar apenas unas pocas tiendas. La chica cabeza hueca de la tienda de licores —¿ya sabes, la que tiene el pelo azul? — estaba allí parada, sin cobrar mi orden, mirando el lugar donde pensaba que debía estar la cicatriz. Le dejé el vino en el mostrador y no he vuelto desde entonces —dejó escapar una risa de hastío ante lo absurdo de algunas personas.

—¿Ésa es la razón de que no haya ninguna bebida decente por aquí? —preguntó Severus con guasa.

—Ya bebimos demasiado, en todo caso —replicó el joven, sonriendo—. ¿Por qué no vamos a la cama para que puedas revisar cuáles de mis cicatrices perdí, mientras me follas sobre el colchón? —propuso, meneándose sobre su regazo.

—Aunque ésa es la mejor oferta que he tenido en todo el día, tendré que pedir una postergación —replicó con tristeza. Había tomado la poción para evitar la erección antes de partir hacia su reunión con Voldemort. Tendría que reconsiderar esa poción.

—¡Demonios! —murmuró Harry, desalentado, pero pronto se animó y sus ojos brillaron—. ¿Qué tal si me enseñas los hechizos para deshacernos de las ropas, y mañana *yo* te follo a *ti* contra el colchón? —su lengua corrió a lo largo de sus dientes de modo sugerente.

Severus pasó sus manos alrededor del perfecto trasero de Harry, se levantó, y le llevó hasta la habitación.



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MensajeTema: Re: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 46-II. Reunión con Joe Black II   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 46-II. Reunión con Joe Black II I_icon_minitimeJue Dic 08, 2016 8:34 pm

Jajajaj ese Harry tan travieso y pillo mira que hacerse el inocente con los gemelos jajajajaja, lo bueno es que Sev vino a salvar la situación hay aja viera dejado que se metiera en un lio para que no lo vuelva hacer jajajaaaa
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