Parte VII: DescubrimientosUn día y medio después de abandonar la casa de Snape, Harry se encontraba volando en círculos alrededor de Sirius, quien había decidido sacar su moto.
—Mira, te ves genial ahí montado, ¡pero te estoy pateando el trasero! —gritó con regocijo por encima del ronroneo del motor y el rugido del viento impetuoso.
Sirius no estaba escuchando.
—Alguien está aquí —gritó el mayor. Sirius y Remus todavía mantenían en su hogar su complejo conjunto de protecciones y hechizos anti-aparición; la mayoría de la gente los habían retirado tras la muerte de Voldemort, pero Remus simplemente dijo: "Se quedan". Ambos bajaron y se dirigieron a la casa caminando. Cuando entraron en el salón, Sirius, quien iba un paso delante de Harry, se detuvo en seco. Harry chocó contra él.
—¿Qué diablos está haciendo él aquí? —la voz de Sirius mostraba lo enfurecido que se encontraba. Harry solo lo había escuchado hablar en ese tono unas cuantas veces antes, y generalmente siempre dirigido a-
oh no. Estiró el cuello por encima de la amplia espalda de Sirius.
—Black. Diría que es un gusto verte, pero he hecho el voto de decir la verdad —Respondió el otro con voz profunda. Los ojos oscuros se dirigieron a Harry brevemente, y se volvieron ligeramente cálidos.
Harry empujó el cuerpo parado de Sirius.
—Hola —saludó el joven. Estaba tenso.
Tras él, escuchó a Sirius murmurar algo. Luego estalló:
—Remus, ¡está en nuestra casa! ¿Qué quiere de ti?
—Es a mí a quien busca —espetó Harry —. Um. Creo. ¿Y… por qué vendría para ver a Remus?"
Remus dejó de mirar a Sirius.
—Severus. ¿No se lo has contado?
Tras esta pregunta hubo un jaleo de voces: "¡Harry! ¿Snape va detrás de ti? Lo mataré. Yo lo mataré-" "Pensé ... Er. Pensé que tú se lo dirías. "¡Maldito bastardo!" "¿Decirme qué?” “Sirius, cálmate." "Tienes que ser tú quien se lo cuente". "¿Contarme qué?" "¡Tú… tú vas detrás de todos los que están en mi vida! ¿Por qué cojones no puedes simplemente mantenerte lejos?" "SIRIUS."
Harry estaba impresionado. Sabía lo difícil que era detener a su padrino cuando se estaba quejando de esa forma, y Remus lo había logrado con una sola palabra. Sirius se dejó caer en el sofá, todavía mirando a Snape.
—Pero, ¿decirme qué?
Snape y Remus se miraron el uno al otro. Una terrible sospecha comenzaba a aflorar a la superficie de la mente de Harry.
—Decirte que- —Sirius comenzó a murmurar con intención de vengarse.
—Sirius —Remus miró a su amante—. Ya es suficiente —acto seguido se volvió hacia Snape—. Tienes que contárselo. Ahora.
Las manos de Harry temblaban. Las cerró en un puño.
—Harry —Snape hizo el amago de acercarse un paso más a él, pero se contuvo—. Lupin y yo… Remus y yo… —Tragó. Harry sabía lo que se avecinaba. Fue como aquella vez que se cayó de la escoba en tercer año: sabía que se avecinaba el desastre, pero se sentía incapaz de hacer nada más que dejar que el viento lo empujara implacablemente hacia abajo —. Estábamos… juntos."
—¿Cuándo? —susurró Harry. Echó una ojeada rápida a Sirius. Su padrino irradiaba ira y tristeza en proporciones iguales—. ¿En la escuela?
—Harry. ¿Podríamos… discutir esto en otra parte? —Snape por fin se atrevió a dar ese paso hacia él.
Harry se humedeció los labios secos.
—No. Ahora. Aquí.
Remus se sentó en el sofá junto a Sirius, tomando una de sus manos con la suya.
—¿Fue cuando estabais en la escuela? —volvió a preguntar.
—Podría decirse —Snape parecía sumamente incómodo.
—Oh, no. No. No. No —Harry volvía a notar la sensación de caer de la escoba. No dejaba de negar como si así pudiera hacer que no fuera verdad.
—Sí —respondió el mayor en voz baja—. Fue cuando Remus era el profesor de DCAO.
—No. No. Oh, Dios —notó como su estómago se revolvía. Miró a Remus de repente—. Así que cuando te dije que Snape hubiera hecho cualquier cosa para conseguir ese puesto, solo tenía la parte de razón. Él hubiera hecho cualquier cosa para conseguir al profesor —el chico se llevó la mano a la boca y salió disparado del salón. Se las arregló para llegar al fregadero de la cocina antes de vomitar su desayuno.
Una mano acarició su espalda con ternura. Era Sirius. Harry metió la cabeza bajo el grifo. El agua se deslizó por su cara caliente. La mano lo siguió acariciando con un deje de vacilación. No sabía si podría ahogarse en el fregadero de la cocina. Parecía una causa de muerte poco digna para el Chico que Vivió. Escupió y se enderezó. Sirius le pasó una toalla y Harry enterró su rostro en ella.
—Harry. Todo… Todo va a estar bien.
El joven retiró la toalla de su cabeza. Sirius le acarició el cabello como si fuera un niño.
—Si eso es cierto, ¿por qué estabas tan… —
cabreado. Indignado. Frenético—… molesto?
Sirius suspiró.
—Porque soy un idiota —. El animago sonrío sin entusiasmo —. No es ninguna sorpresa, ¿cierto?
—¿Ellos están… —No sabía lo que quería preguntar —. No lo entiendo. ¿Qué está pasando? —soltó—. Yo estaba pasando las vacaciones en su casa antes de venir aquí. Él no me lo hubiera contado si no llega a ser por Remus.
Otro suspiro por parte de Sirius.
—Es... una historia muy larga. Y Snape… bueno. La mayor parte no me pertenece a mí contarlo —Sirius lo miró intensamente —. Por el amor de Dios, Harry. ¿Snape? —Se detuvo en seco. Fue capaz de ofrecer una notable demostración de autocontrol, pero ésta solo duró unos segundos—. ¡¿En qué demonios estás pensando?! ¡¿Acaso quieres volverme completamente loco?!"
Una ira reparadora recorrió a Harry.
—¡Esto no se trata de ti, Sirius! —se sintió culpable en el acto—. Lo siento. Ni siquiera sé… —susurró—, ni
siquiera sé… — elevó la voz —, si esto… si yo… ¿te parecería bien?
Otro profundo suspiro.
—Con el tiempo supongo que sí.
Harry solo se quedó mirándolo. Sirius era un mentiroso pésimo.
—Bueno, probablemente no —se retractó—. Pero yo… lo intentaré. Es sólo que estoy en shock —Sirius acarició su cabello de nuevo—. Creo que siempre pensé que terminarías con uno de los Weasley.
—¡Ugh! —exclamó Harry sin pensar—. Quiero decir, son todos tan rojos. Y sonrosados —se estremeció—. No. ¡Qué asco!
Sirius se rio, y después se puso serio.
—Vamos. Deberíamos volver.
Mientras regresaban por el pasillo, Harry escuchó a Remus diciendo:
—¿Qué quieres? ¿Quieres que diga que lo siento? Puedo decirlo. Pero no lo siento por… —se interrumpió cuando Harry y Sirius se acercaron —. Harry. Yo… —se detuvo.
—Es… —el joven no fue capaz de decir que todo estaba bien. Miró a Snape —. Quiero hablar. ¿Puedes?
Snape se mostró agradecido.
—Sí. Sí. —respondió el hombre. Harry no se sintió tranquilo, pero sí un poco mejor —. Ven a casa conmigo.
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Regresaron por Flu. Harry se quedó quieto en el centro de la sala de estar, miró a Snape y luego se sentó en el sofá. Señaló el asiento junto a él. Snape dudó lo suficiente como para hacer que en el estómago de Harry se formara nuevamente un nudo. El mayor fue a buscar una botella de Macallan y dos vasos.
—Es temprano, pero…
Harry asintió. Aceptó su vaso y tomó un sorbo. Snape se sentó a su lado. Hubo un momento de silencio, pero no era uno incómodo.
—Harry. Esta puede ser… lo será. Será una… conversación difícil para mí. Pero quiero tenerla. Necesito tenerla.
Harry esperó a que continuara.
—Yo ... no sé cómo ... por dónde empezar —Snape le lanzó una mirada que claramente decía
ayúdame.
Oh. Debería comenzar con algo fácil.
—¿Por qué viniste hoy?
Snape no se esperaba esa pregunta.
—Encontré el libro esta mañana —dijo mientras su rostro se suavizaba levemente —. Era para mí, ¿no?
Harry dio un asentimiento de cabeza.
—Sí, era... para ti. Esperaba que te gustaría.
—Sí. Lo quería desde hace algún tiempo. Hay un ejemplar en Flourish and Blotts, pero no me lo iban a vender —su rostro se mostró de nuevo rígido.
—Si te hace sentir mejor, allí fue donde lo conseguí.
—Ah, sí —se produjo una breve pausa—. Bueno. Encontré el libro, y entonces me di cuenta… supe que tenía que verte. Fui a tu piso. Me temo que desperté a tu compañera. No se alegró de verme.
Probablemente Snape se estaba quedando corto, conociendo el carácter de Amaryll por las mañanas.
—Ella me dijo dónde estabas.
Harry estaba concentrado en el rostro del otro hombre. Un mechón de cabello oscuro había caído hacia adelante, sobre la mejilla de Snape. Sin pensarlo, extendió la mano para apartarlo de su cara. Nunca antes había tocado el cabello de Snape. Era sorprendentemente suave. No era grasiento, era sedoso. Snape se quedó muy quieto sintiendo la leve caricia.
—¿Puedes hablarme sobre… sobre ti y Remus? Um. Solo… —recordó las palabras de Sirius—. Solo las partes que puedas contar —dijo, y rápidamente añadió—: Lo que quieras que sepa.
Snape miró su vaso.
—Lo intentaré —afirmó, bebiendo un sorbo —. Ambos estábamos… nos encontrábamos en situaciones similares. Se lo dije una vez. Eh. La canción que estaba escuchando. Cuando tú…
—Sí —Harry no quería que obligar a Snape a decirlo.
—Era Remus.
—¿Quieres decir… que así era él?
Harry recordó la canción. //
Ese viejo sentimiento de pérdida te deprime, te hace ir más lento //
* En ocasiones se había preguntado sobre la vida de Remus durante los doce años que Sirius estuvo en Azkaban. //
Te hace ir más lento // Dios.
—Mm. Sí. Pero… él escribió esa canción. Lo que escuchaste fue a él cantándola. Y yo… también me sentía así. Así que… —dio otro sorbo—. Él no estaba enamorado de mí. Siempre lo supe. Una vez me dijo que los hombres lobo no se emparejan de por vida. Pero sé que él sí lo hizo.
Harry notó cómo su estómago se apretaba un poco.
—¿Y qué hay de ti? —dejó el vaso sobre la mesa y juntó las manos.
Hubo un silencio profundo. La opresión de su estómago estaba ascendiendo hacia su pecho. Snape rozó su hombro ligeramente.
—Esta es una de las partes difíciles —dijo el mayor, pasando sus dedos suavemente sobre la mejilla de Harry. Llegó a su barbilla y levantó el rostro de Harry hacia su cara —. No era mi intención. No quería. Pero lo hice —comenzó a susurrar—. Me enamoré.
La opresión estaba en su garganta ahora. No podría haber hablado ni aunque hubiera querido, pero emitió un pequeño sonido. Los dedos de Snape todavía estaban en su mandíbula. El hombre lo agarró de la barbilla bruscamente.
—Harry —el joven trató de alejarse, pero los dedos le impidieron moverse —. Eso se acabó. Se acabó hace casi cinco años. Incluso si Black no hubiera regresado, se hubiera terminado. Tu padrino simplemente apresuró las cosas.
Eso no era lo que Harry quería escuchar. Cerró los ojos.
—Harry. Mírame —hizo una pausa—. Por favor —los dedos se suavizaron de repente, acariciando su mejilla.
Podía resistir la fuerza de Snape, pero no su debilidad, por lo que abrió los ojos.
—No estoy enamorado de Remus. Tú estás… —el otro hombre se interrumpió.
Un pequeño hilo de esperanza surgió tras los ojos de Harry. Algunas cosas estaban empezando a tener sentido. Agrupó sus pensamientos y se armó de valor.
—Severus —había dicho el nombre tan pocas veces que todavía sentía extraño escucharlo salir de su boca—. Quiero estar contigo —los largos dedos cesaron de acariciar su rostro —. ¿Quieres estar conmigo? —
Di que sí, di que sí, di que sí. El mayor seguía sin habla.
¡DÍ QUE SÍ! El corazón se le iba a salir del pecho.
—Sí, pero… —hizo otra de esas enloquecedoras pausas.
Harry quería gritar de frustración.
—¿Pero QUÉ? —giró la cara y besó la cálida mano—. Te amo —murmuró en la palma—. ¿Puedes olvidarte de él, por favor? —
Oh no. No hablaré sin pensar, no hablaré sin pensar... Pero cuando se forzó a levantar sus ojos, Snape lo estaba mirando fijamente. Sin ninguna máscara. Parecía asombrado. Casi feliz, se dio cuenta Harry.
—¿Tú… qué?
—Te amo —repitió Harry más alto.
Definitivamente en el rostro de Snape había algo parecido a la felicidad. De hecho, eso se parecía mucho a… guau. Una sonrisa.
—Gracias —dijo el mayor.
Harry sentía como una alegría similar crecía dentro de él. Sonrió.
—Tú también me amas, ¿verdad?
Hubo pausa con aire de travesura.
—¿Verdad? —repitió.
—Aunque me resista a admitirlo, Sr. Potter, ciertamente tiene usted razón —Snape estaba claramente muy animado.
Harry rio.
—Me sentaré aquí un momento y disfrutaré de la novedad. La 'novedad gratificante', si no recuerdo mal.
Snape tiró de su brazo.
—¿Por qué no te sientas aquí? —dijo señalando sus piernas extendidas.
Harry lo miró con incredulidad.
—¿Quieres que me siente en tu regazo?
—Mm —arqueó la ceja—. Puede que a ti también te guste, ya sabes.
Quería hacer feliz a Snape. Torpemente se subió al regazo del otro hombre. Nunca antes se había sentado en el regazo de nadie. Bueno, cuando era un bebé probablemente lo había hecho, pero no se acordaba. Snape lo acomodó, colocando a Harry sentado sobre sus piernas y apoyado en uno de sus brazos.
—Ahora eres tú el que lleva la razón. Me gusta.
—Bien —respondió el otro, con un pequeño suspiro.
Harry apoyó la cabeza en el hombro de Snape.
—Creo que tenemos más cosas de las que hablar.
Snape se inclinó hacia adelante con cuidado y recogió su vaso de la mesa. Tomó un sorbo y se lo entregó a Harry.
—Sí. Probablemente sea tu turno de confesar tus aventuras previas.
—Pensé que eran sólo pequeños líos. Y que de todas formas sabías todo sobre ellos.
—En efecto. Justin Finch-Fletchley. Cassandra Jenkins. Theo Palmer. Miriniti Sabelius y Fiona Cartwright.
Harry se quedó boquiabierto. Snape lo sabía todo.
—No es como si hubiera tenido un trío con Miri y Fi.
—No, fue mucho más interesante. Rompiste con una para salir con su mejor amiga. Sembraste la discordia entre las filas de los leales Hufflepuffs. Ganaste un poco más de prestigio entre los Slytherin por esa estratagema en particular.
Harry se sonrojó.
—Eh… me parecía un comportamiento aceptable en aquel entonces —
cuando pensaba que iba a morir en un futuro próximo.—Entonces, ¿sé todo sobre tu pasado relativamente poco sórdido? —Snape comenzó a agarrar más fuertemente a Harry.
Bueno, quedaba lo de aquella chica de aquella discoteca muggle. Prácticamente Snape le había ordenado que lo hiciera.
—Um...
Snape apretó aún más su abrazo. Harry jadeó, y sintió como el otro hombre se obligaba a aflojar su agarre.
—Una vez. Con una muggle. Yo… fue en agosto. Fue… fue una prueba, como tú me dijiste que hiciera, y fue un desastre —contestó el joven—. Ya sabes —decidió cambiar de tema —. ¿Y tú qué? ¿Qué hay sobre ti?
Snape le arrebató a Harry el vaso de la mano y tomó un trago profundo.
—Oh, lo normal. Orgías de mortífagos. Líos de una noche. Remus."
Harry parpadeó nerviosamente.
—¿Orgías?
—Sí, ya sabes. Prácticas sadomasoquistas, rituales que involucraban pérdida de virginidad… estoy seguro de que tu padrino te contaría encantado todo lo que se rumorea, si es que no lo ha hecho ya —hizo una pequeña pausa—. Harry, es una broma.
Harry rio histéricamente. No podía dejar de reír. Dios, se había puesto muy nervioso.
—Genial, porque he visto a algunos de esos Mortífagos. Qué asco —Apoyó la cabeza en el hombro de Snape nuevamente—. ¿Por qué no pasas directamente a las partes en las que estás conmigo?
La voz profunda le susurró al oído:
—No tenemos nada de eso aún.
Harry se estremeció. Pasó un momento antes de que lograra decir:
—Pero lo tendremos, ¿verdad?
Esa pausa traviesa de nuevo.
—¿Verdad? —volvió a repetir.
Snape inclinó la cabeza y lo miró.
—Harry —dijo el hombre, quien ahora estaba muy serio—. ¿Estás ...estás seguro de que esto es lo que quieres? —Los ojos oscuros se veían muy profundos—. Te doblo la edad. Soy un ex mortífago. Y tú ... bueno. Tú puedes tener a cualquiera. Hacer cualquier cosa.
¿Qué más necesitaba el hombre, una proposición por carta? Oh. Probablemente lo necesitara. O el equivalente emocional. Harry le devolvió la mirada. Sabía que tenía que hacer esto bien.
—Encontré un poema mejor que ese soneto de Shakespeare —respiró hondo, tratando de recordar los
versos—. “En mis brazos deja que la criatura viviente yazca hasta el amanecer, mortal, culpable, pero para mí completamente hermosa”.
**Snape estaba completamente quieto, mirándolo. Harry continuó hablando.
—Sé lo que quiero. A quién quiero. Quiero estar contigo. Quiero…quiero hacerte sonreír de nuevo. Quiero oír tus comentarios cortantes y sarcásticos. Quiero que me cuentes todo sobre los imbéciles incompetentes que hay en tu laboratorio. Quiero ir contigo al Callejón Diagon. Demonios, quiero leer sobre nosotros en Corazón de Bruja —el recuerdo de esa foto lo hizo sonrojar—. Aunque mejor sin que aparezcan imágenes. Quiero... te quiero a ti —susurró—. “Completamente hermoso” —le quitó el whisky al mayor y bebió—. Sí, eres mayor que yo. Eso parece un gran problema ahora porque tengo dieciocho, pero dentro de diez años, no lo será —escuchó a Snape emitir un pequeño sonido, y siguió adelante con determinación —. Al igual que este otro poema que leí —y comenzó a citar de nuevo—: “Sólo nuestro amor se doblega. No tuvo ayer y no tendrá mañana; esto, ningún mañana, ni ayer; inmóvil, gira; corre y no se mueve; Ni acaba ni principia, fijo día”.
***Snape parecía impresionado de que Harry conociera todos esos versos. El joven sonrió.
—Normalmente estoy demasiado cansado después del Quidditch para hacer algo más que leer —no sabía cómo podía hacer Amaryll para jugar todo el día y llevarse toda la noche de fiesta—. Y mira a Dumbledore y McGonagall. ¡Él es ochenta años mayor! ¡Cuando ella tenía dieciocho, él tenía noventa y ocho!
Snape se mostró sorprendido.
—¿Lo sabes? ¿Lo de ellos dos?
—Bueno, sí —confesó—. Cuando los gemelos consiguieron crear esas gafas de visión de rayos-X quisieron que las probara, y la vi agarrando su rodilla por debajo de la mesa durante la cena —el recuerdo todavía le hacía sentir nauseas. Tomó otro sorbo de whisky.
El mayor soltó una risa entre dientes. Después se puso serio:
—No será fácil. Estar conmigo.
—Probablemente no, pero sabes que me gustan los retos. Y tú también tendrás que aguantarme —era hora de cambiar las tornas—. ¿Estás
tú seguro acerca de esto?
—SÍ —respondió el otro sin vacilar en lo absoluto. El corazón de Harry empezó a latir con fuerza—. Harry. Necesito decirte algo. Lo más probable es que suene extraño.
Harry asintió.
—No me voy a ir ninguna parte —Realmente podría llegar a apreciar todo este asunto.
—Sabía que estábamos… sabía que tú lo estabas —emitió un suspiro de exasperación—. Sabía que… llegaríamos a esto.
Harry se mostró desconcertado.
—Bueno, sí. Quiero decir, te besé —respondió el más joven. Todavía estaba asombrado por su propia osadía al hacer aquello. O por su estupidez. Lo que fuera.
—No —Snape volvió a coger su vaso, lo vació y lo dejó sobre la mesa— Esta es la parte extraña. Yo lo sabía antes de eso. Siempre lo supe.
Harry parpadeó.
—Tú… cuando yo estaba… —pensar en eso era bastante espeluznante —. ¿Cuándo yo era un niño? —se movió levemente.
Snape parecía incómodo.
—No lo hice. Pero lo sabía.
Harry reflexionó sobre esa declaración por un momento, tratando de comprenderla, hasta que se dio por vencido.
—No entiendo. ¿Cómo lo supiste? Y…—Se arriesgó a preguntar lo que le estaba rondando la cabeza —¿Me querías ya en aquella época?
—¡No! —El alivio inundó a Harry—. NO. ¡Eras un niño! —Snape se restregó la cara con sus manos—. Dios, debes pensar que soy una especie de ... debes pensar que estoy enfermo.
Harry extendió la mano y tocó el suave cabello de nuevo.
—No. Solo... estoy tratando de entenderlo. ¿Cómo lo supiste, si no… si no te sentiste… atraído?
Por el rostro de Snape cruzó una expresión de profunda vergüenza. Murmuró algo ininteligible.
—¿Cómo? —preguntó Harry.
—Dije que Tuve. Una. Visión. —repitió con actitud desafiante.
Esto tomó por sorpresa a Harry, quien se rio.
—Tuviste una visión. ¿Profesor-`La adivinación es la disciplina de los charlatanes´-Snape? ¿Profesor-`La adivinación es el refugio de los inexpertos en la magia´-Snape? ¿Profesor…
—¡Sí! —lo cortó el otro hombre—. Tuve una visión. El verano antes de que vinieras a Hogwarts. Me vi a mí mismo, a mi yo mayor, con un hombre joven, y supe que era mi... bueno. Imagina, si puedes, mi horror cuando te vi en el Gran Comedor, un flacucho y odioso idiota de once años, y sabiendo que cuando crecieras serías ese joven. Y ... y luego tuve que hacer que me odiaras.
—Bueno, no hiciste un muy buen trabajo —dijo Harry contundente—. Obviamente.
—Mi corazón no estaba para eso —respondió secamente—. En cualquier caso. Te seguía para intentar que solucionaras todos los líos en los que te metías, tratando de evitar que te mataras, y luchando, a menudo en vano, podría agregar, para enseñarte lo que necesitabas saber para seguir con vida. Y un día te miré, y vi al joven de mi visión. Cuando estabas en tu séptimo curso.
—Sí —suspiró Harry. Estaba conmovido por todo esto—. Sentí como me mirabas —Su corazón amenazaba con estallar en su pecho de nuevo. Pasó los dedos por el sedoso cabello y levantó su cabeza. Todo lo que tuvo que hacer fue inclinarse un poco y, antes de que se diera cuenta, la boca de Snape estaba sobre la suya. El brazo que rodeaba su espalda lo atrajo más cerca del cuerpo del mayor. Dejó salir su lengua. Snape hizo un pequeño ruido y abrió la boca. El beso se intensificó; Harry mordisqueó el labio inferior de Snape, acarició con su lengua el espacio entre el labio superior y los dientes y sintió que Snape lo mordía suavemente. Gimió. La mano en su espalda se deslizó hacia su cabello y se envolvió alrededor de la parte posterior de su cráneo, haciendo aún más firme el beso. Era mejor que volar. Demonios,
estaba volando. Sentía un hormigueo en sus labios cuando el beso finalmente terminó. Se dio cuenta de que estaba duro como un palo de escoba y de que su muslo descansaba contra una dureza similar.
—Harry —Snape dobló la cabeza y besó la garganta de Harry—. No quiero que nos precipitemos —Pero los cálidos labios no cesaban de trabajar sobre su garganta.
—Sev, ha pasado casi un año. Incluso más, si cuentas desde que empezaste a darme todas esas miradas ardientes. No nos estamos precipitando —Se estremeció cuando los dientes de Snape se encontraron con su lóbulo de la oreja—. Oh, Dios. Eso es…
—Miradas ardientes, ¿eh? —susurró el otro en su oído y dio otro mordisco.
—Sí —se retorció—. Como si quisieras comerme vivo.
Un tercer bocado.
—Veo que has añadido a tu indiscutible lista de talentos la capacidad de leer la mente —La mano libre de Snape comenzó a trabajar en los botones de la túnica de Harry, pero se detuvo súbitamente—. ¿Estás seguro?
—SÍ —Harry trató de animar a la mano para que siguiera desabrochando los botones, pero ésta se resistió.
—Aquí no. Vamos al dormitorio.
Harry se levantó del regazo del otro hombre de mala gana y se puso de pie tembloroso. Un pensamiento repentino se le pasó por la cabeza.
—¿Qué pasa con tu trabajo?
—Que le jodan al trabajo —proclamó Snape de forma inesperada. Harry soltó un bufido y rio sorprendido—. No, Julian puede encargarse de las cosas. Él sabe que me he tomado el día libre.
—¿Te habías tomado el día libre? ¿Estabas tan seguro de que vendría?
Snape se levantó y tomó la mano de Harry, caminando hacia fuera de la sala de estar.
—Bueno, Si tu…si no...Bien. Yo no hubiera estado en condiciones de trabajar tampoco.
Harry llevó la mano de Snape a sus labios y besó el dorso de ésta tan ligeramente como pudo.
—No me gusta tu ayudante —se oyó confesar.
Estaban en la mitad de las escaleras. Snape se detuvo en el rellano y simplemente miró a Harry, arqueando una ceja.
—Es demasiado guapo —murmuró Harry.
La ceja se levantó de nuevo.
—Harry, ¿alguna vez te has mirado en un espejo? Además, Julian es idiota y soso —Continuó subiendo las escaleras con la cabeza vuelta—. Lo que me sorprende es que te fijaras tú en mí —dijo con voz tranquila.
Harry rio de nuevo.
—Ahora es mi turno de preguntar si alguna vez te has mirado en un espejo —Alcanzó al hombre en lo alto de las escaleras, y giró a Snape para mirarlo. Recorrió los largos brazos del mayor con sus manos—. Te quiero. En todos los sentidos —Se besaron de nuevo. Esta vez fue mejor incluso, ya que estaba completamente presionado contra su... contra su
amante, pensó con un brillo de deleite. Se frotó contra él deliberadamente.
Snape se separó.
—Al dormitorio. AHORA.
La habitación de Snape era enorme. Para ser exactos, la cama era enorme. Harry arqueó las cejas.
—¿Esperando compañía?
—Mocoso insolente. Ven aquí —Snape desabrochó la túnica de Harry rápidamente y la deslizó por sus hombros. Sacó la camiseta de la cinturilla de los jeans de Harry y se la quitó con impaciencia—. Oh, dios…
Harry sonrió.
—¿Te gusta lo que ves? —El programa de entrenamiento de Whippet estaba a punto de dar sus frutos de una manera que la mujer probablemente nunca habría imaginado. Desde que se había unido al equipo, había adquirido una cantidad considerable de músculo. No era voluminoso, pero sí estaba definido. La expresión en el rostro de Snape hizo que las agotadoras horas en la sala de pesas valieran la pena. El mayor estiró sus largos dedos y los arrastró por sus hombros hasta llegar a sus brazos, trazando las líneas de sus deltoides, tríceps y bíceps en su camino. Harry se dio la vuelta lentamente; las manos exploraron sus dorsales. Snape le dio un beso en la nuca y le dio la vuelta de nuevo. Los dedos se movieron ligeramente sobre los músculos de su abdomen, haciéndole cosquillas; se retorció y se rio. Odiaba, Harry realmente odiaba cuando le salía esa risa nerviosa. Los dedos le hicieron cosquillas de nuevo.
—¡Ya basta! —dijo riendo. El hombre siguió sin hacer caso—. ¡Sev! —El toque se volvió más firme y subió hacia su pecho. Harry jadeó cuando Snape alcanzó sus pezones y comenzó a pellizcarlos ligeramente. De pronto, el delicioso toque se detuvo.
—Harry. ¿Estás seguro?
—¡AARRGGH! —gritó exasperado. Pero se dio cuenta de que la comisura de la boca de Snape se contraía en un deje de diversión—. ¡Te mostraré lo seguro que estoy, bastardo arrogante! —Se lanzó sobre Snape, y lo dejó acostado sobre la enorme cama. Harry se sentó a horcajadas sobre él y comenzó a desabotonar la túnica del otro hombre. Snape levantó sus brazos para ayudarlo. Sus manos se encontraron a mitad de camino; Snape tomó la mano de Harry y se la llevó a la boca, chupando dos de los dedos de Harry—. Oh ... —Su mano libre se movió débilmente sobre la interminable fila de botones de la camisa a la que ahora se enfrentaba. Sacó su mano de mala gana del húmedo calor de la boca de Snape y comenzó a trabajar en la camisa—. Te voy a comprar ropa nueva. Con cremalleras. Un maravilloso invento, la cremallera —Finalmente consiguió dejar desnudo el pecho del otro hombre. Snape salió de debajo de él, se sentó, se desabrochó los gemelos y se quitó la túnica y la camisa por completo. El joven lo miró fijamente—. Guau —Harry no era el único que había estado haciendo ejercicio. Deslizó la mano por el pecho firme y pasó los dedos por el escaso vello negro entre los pectorales. Estaba dolorosamente duro. Snape rodeó con sus brazos a Harry y lo besó de nuevo; este abrazo fue incluso mejor que el del pasillo. Snape se echó hacia atrás, llevándose a Harry con él, quedándose acostado completamente encima del otro hombre. Las manos fuertes recorrieron su espalda y agarraron su trasero. Gimió en la boca de Snape y apretó las caderas contra la erección de Snape, con lo que se ganó un gemido en toda regla. Complacido, Harry repitió sus acciones. Snape cambió las posiciones de repente y se apartó de él. Deslizó su mano sobre el estómago de Harry de nuevo, tocando su cinturón.
—¿Puedo?
—Por favor —Harry pasó sus dedos por esa tentadora área de suave vello de nuevo mientras Snape desabrochaba su cinturón y, un segundo después, desabrochaba sus jeans. Hubo una pausa. Las caderas de Harry se levantaron involuntariamente. Snape rio suavemente, y comenzó a quitarse los jeans y los boxers. El hombre se detuvo. Harry se congeló hasta que se dio cuenta de que Snape se había movido para desatar las zapatillas de Harry y quitárselas junto con sus calcetines. Snape comenzó a masajear sus pies suavemente.
—¡Dios! —Se sentía increíble. Parecía que cuando Snape lo tocaba enviaba flechas de ardiente placer a través de él. Luego Snape chupó uno de los dedos de los pies de Harry con su boca caliente y húmeda. Estaba en el paraíso. Había muerto y había terminado en una de esas vidas después de la muerte en las que te atendían criaturas dedicadas exclusivamente al placer sexual. Gimió. Un momento después se dio cuenta de que Snape estaba tratando de quitarle el resto de la ropa. Movió las piernas para ayudarlo en el proceso, quedándose completamente desnudo, con Snape mirándolo con anhelo. Debería haberse sentido avergonzado, pero la expresión en el rostro del otro hombre era increíblemente excitante.
Hmm... Se llevó las manos a su propio torso y empezó a tocarse a sí mismo, acariciando sus pezones. Snape respiraba pesadamente. Harry dejó que una de sus manos viajara lentamente hacia abajo hasta que tocó su propia erección. Pasó un dedo sobre ella y frotó ligeramente la punta que goteaba. Snape se humedeció los labios. Harry se llevó el dedo a la boca y lo chupó.
—Oh, Dios. Tú, pequeño… —Snape se abalanzó sobre él, dándole un beso feroz; el largo cuerpo presionaba contra el del joven y las caderas se movían contra él; la erección de Harry empujaba contra el vientre plano y ligeramente peludo de Snape. Entrelazó las piernas alrededor del otro hombre, agarró un mechón de cabello oscuro e intentó desesperadamente no correrse todavía. Snape estaba besando el rostro ardiente de Harry, su oreja, su cuello y susurrándole con esa voz increíble—: Eres tan hermoso, Harry. Te deseo —Mordió la clavícula de Harry.
—Hazme lo que quieras —jadeó Harry. Estaba inundado en una sensación delirante. De pronto, recordó que Snape estaba medio vestido aún, y que él todavía tenía sus gafas puestas. Se llevó una mano a la cara para remediarlo, pero otra lo detuvo.
—Déjatelos puestos.
Miró a Snape interrogante. El hombre lo besó.
—Me gustan.
Al menos alguien le gustan, pensó. Empujó débilmente los hombros del otro hombre.
—Es mi turno de desnudarte." Snape se alejó a regañadientes. Harry se sentó, de espaldas a Snape, y se inclinó para ocuparse de los zapatos del hombre. Oyó un gemido ahogado detrás de él. Harry se dio cuenta de que su nueva posición mostraba gran parte de su trasero y se sonrojó mientras le quitaba los zapatos y los calcetines a Snape. Snape tenía un anillo en uno de sus dedos. Era extrañamente familiar, oh.
—¿Qué pasa?
—El anillo. Remus… —Había visto uno en el pie de Remus. Remus siempre caminaba por casa descalzo, murmurando sobre cómo su acelerado metabolismo de hombre lobo le provocaba que tuviera calor todo el rato.
—Harry —oyó la voz detrás de él. Snape también se había sentado—, es un dispositivo mágico. Para transportar al que lo lleva puesto. No es un…
—Este metal…Sirius y Remus tienen brazaletes a juego —No sabía muy bien qué pensar.
—Es el mismo dispositivo. Funciona como un traslador, excepto que te lleva hacia el lugar donde está el otro que porta uno igual, no a un lugar concreto. Yo… —Soltó un suspiro—. Remus tiende a ser un poco ... paranoico. Bueno, tiene razones. Así, si necesita usarlo, si necesita escapar, puede hacerlo. Y si es necesario, puede llevarse a Black con él —Dio un toque suave en la espalda de Harry.
Harry se obligó a relajarse. Después de todo, estaba desnudo en la cama del hombre.
—Bien, de acuerdo —Se giró y besó a Snape—. No es mi intención…
Snape le acarició el cabello.
—Tienes todo el derecho.
Harry lo besó de nuevo. Una y otra vez. Estaba drogado con la boca de su amante, con esa lengua experta que vagaba por la suya. Su renovada erección le recordó su tarea abandonada. Desabrochó los pantalones de Snape,
malditos botones, y se los quitó, dejando a la vista unos boxers negros; eran los que Harry esperaba. Acto seguido, los quitó también. Empujó a Snape hacia atrás para poder verlo al completo. Le encantaba lo alto que era el otro hombre, las largas líneas de su cuerpo. Harry había crecido un par de pulgadas inesperadamente en el último año, pero parecía haber cesado su crecimiento, quedando un poco más bajo que Remus. Snape le llevaba unos buenos dieciocho centímetros. Recorrió con sus manos el pecho musculoso y el vientre plano, llegando hasta las caderas. Se inclinó y pasó la lengua por la parte inferior de la polla temblorosa. Snape gimió. Harry introdujo la cabeza en su boca y comenzó a succionar suavemente, aumentando ligeramente la presión poco tiempo después. Poco a poco fue tomando más y más de Snape en su boca. Rodeó la base con su mano y comenzó un ritmo lento de caricias y succiones. Snape estaba jadeando. Harry sintió una mano tratando de levantar su cabeza. La levantó, pero mantuvo la mano acariciando casi perezosamente de arriba a abajo. Snape estaba sonrojado, con los labios separados y el cabello hecho un revoltijo alrededor de su rostro.
—Harry. Quiero poseerte.
—Oh, sí —se lanzó a los brazos de su amante, y le dio otro beso largo.
Snape se sentó, se acercó a la mesita de noche y sacó un frasco pequeño. Se recostó contra los cojines amontonados contra la cabecera.
—Ven aquí
Tiró de Harry hasta que el joven entendió lo que quería que hiciera. Se colocó en el regazo de Snape de nuevo. Snape lo acomodó hasta que estuvo sentado a horcajadas sobre los muslos del otro hombre, de espaldas a Snape. Una mano en su espalda lo empujó para que se inclinara, casi el doble. Fue bueno que Whippet apreciara la flexibilidad en sus Buscadores. Snape gimió. Harry miró hacia atrás por encima del hombro y se dio cuenta de que estaba casi en la misma posición que tenía cuando le quitó los zapatos a Snape, pero ahora, con las piernas abiertas por los muslos de Snape, su trasero estaba completamente expuesto a la ardiente mirada de Snape. Se sonrojó. Los dedos cálidos y resbaladizos del hombre se arrastraron sobre su entrada. Una mano tocó una de sus nalgas, masajeándola con firmeza, mientras los dedos continuaban frotando sobre y alrededor de su abertura. Este delicioso tormento siguió y siguió, durante largo tiempo. Harry descubrió que si movía sus caderas, podía deslizar su polla ligeramente contra los muslos de Snape. Los dedos seguían acariciando su agujero burlonamente. De vez en cuando cambiaban su rumbo, descendiendo y jugando con sus testículos, pero siempre volvían a acariciar y toquetear su entrada. Harry se escuchó a sí mismo lloriquear de nuevo. Y esa voz aterciopelada comenzó a hablarle.
—Eres tan tentador. Tan erótico. Te deseo, quiero tocarte en todas partes, besarte en todas partes, hacer que te corras… —Harry gimió. Uno de los dedos largos comenzó a penetrarlo sin prisas. Trató de empujar hacia atrás, pero Snape no lo permitió, manteniéndolo quieto con su otra mano. Los otros dedos seguían acariciando la piel alrededor de su abertura. Todas las sensaciones que Harry podía tener en su cuerpo parecían estar enfocadas únicamente en esta zona, y en su polla, que seguía presionando contra los muslos de Snape. El dedo estaba completamente dentro de él, inmóvil. Harry apretó su cara caliente contra la pierna de Snape. Entonces Snape comenzó a follarlo con su dedo, rozando la sensible glándula con cada golpe. Harry iba a morir de placer. `El chico que vivió muere en un estallido´. Y no se arrepentiría ni un minuto de ello. Cuando otro dedo se deslizó dentro gritó.
Snape se detuvo.
—¿Qué pasa?
—¡Nada! —Levantó la cabeza y volvió a mirar a su alrededor—. ¡No pares!
Oh, no. Snape tenía esa expresión de 'Estoy a punto de divertirme mucho torturándote' en su rostro. Empujó con sus dedos.
—¿Que no pare de hacer esto?
Harry gimió. Bajó la cabeza una vez más. Los dedos buscaron de nuevo su próstata y la presionaron firmemente. El joven lloriqueó.
—¿Que no pare de hacer esto? —Los dedos se retiraron por completo—. ¿Hm?
—Sev... —Movió el trasero. Rozó algo que Harry se dio cuenta que era la polla de Snape. Se movió de nuevo. Fue el turno de Snape para gemir. Entonces las manos fuertes lo pusieron en posición vertical.
—¿Qué…?
—Shh —Snape lo giró levemente y le dio otro de esos besos devoradores. Tras esto, lo levantó de sus piernas—. Quiero probar esto —Harry se encontró a sí mismo arrodillado, con Snape detrás de él, también de rodillas. Snape separó las piernas de Harry y reanudó sus tortuosas caricias y frotamientos de la sensible abertura. Harry cerró los ojos. Una mano se aferró a su cabello y le levantó la cabeza—. Abre los ojos.
Cuando Harry obedeció, vio que Snape había conjurado un espejo de cuerpo entero al pie de la cama. Éste mostraba a Harry una imagen sorprendentemente erótica: él mismo, con las mejillas rosadas y jadeando, la polla completamente erecta y palpitante; Snape detrás de él con la cabeza oscura inclinada hacia el cuello expuesto de Harry.
—Sigue mirando.
Los dedos volvieron a entrar en él; mientras acariciaban la glándula, Harry vio su pene saltar. Y otra vez. El chico gimió. La lengua de Snape se movió sobre su oído, y la voz sedosa susurró:
—Quiero verte corriéndote. De esta forma.
Harry no pudo resistirse. Puso su mano sobre su propia polla, pero Snape lo apartó.
—De. Esta. Forma. —Sus dedos presionaron insistentemente el interior. Snape sostenía las muñecas de Harry juntas detrás de su espalda. El reflejo de Harry, con los brazos inmovilizados detrás de él, se retorcía con impotencia mientras los dedos exploradores sondeaban, empujaban y acariciaban—. Quiero verte corriéndote —murmuró Snape de nuevo—. Y quiero verte mientras te ves correrte —La imagen que se formó en su cabeza tras estas palabras le añadieron intensidad a sus sensaciones. Harry se obligó a mantener los ojos abiertos. Se centraron en el reflejo de su polla saltarina. El fuego corría por sus nervios, hormigueando por su columna vertebral, concentrándose en sus testículos. Snape empujó una y otra vez contra su próstata. Harry vio su propia cabeza caer ligeramente hacia atrás y vio que todo su cuerpo se tensaba; sintió su trasero apretarse alrededor de los dedos expertos, sintió como un relámpago explotaba a través de él; vio la corrida salir a borbotones de su polla. Gritó con voz ronca y se dejó caer hacia atrás sobre Snape, quien sacó los dedos con cuidado. Luego, el hombre lo envolvió entre sus brazos y lo besó profundamente
—Oh, sí, Harry. Ha sido perfecto —De alguna manera, Severus había conjurado un paño húmedo y estaba limpiando suavemente a Harry.
El joven sonrió.
—Un gran elogio, profesor Snape. Y todo lo que tenía que hacer era tener un orgasmo. Ojalá lo hubiera sabido en sexto curso.
Severus le acarició el pelo.
—No se sienta tan satisfecho de sí mismo, Sr. Potter. Tengo más planeado para usted.
—Estoy bastante seguro, a juzgar por esto —Tomó la polla del otro hombre en su mano y la apretó ligeramente.
Severus jadeó.
—No…yo quiero… —Volvió a estrechar a Harry entre sus brazos—. Quiero esperar hasta que estés listo.
Eso sonaba bien. Mejor que bien. Harry se deleitó con la deliciosa sensación de estar encerrado en el abrazo de Severus. Una mano elegante le tocó la cara, el cuello y el hombro.
—Mm… —Lamió el cuello de Severus, y mordió la suave piel al lado de su garganta. Ya se estaba excitando de nuevo. Presionó su polla endurecida contra el vientre de su amante.
—Estoy impresionado, Sr. Potter —La mano del mayor rodeó su erección y comenzó a bombearla lentamente. Se puso aún más duro.
El joven sonrió con suficiencia.
—Oye. Tengo dieciocho, ¿recuerdas?
—¿Como podría olvidarlo? —Le dio un beso—. Es una suerte que existan pociones para ayudar a los hombres un poco mayores a seguir el ritmo a sus amantes jóvenes y enérgicos —dijo dándole otro beso.
—¿Las hay? ¿Por qué no aprendimos sobre ellas en clase?
Snape emitió una risa por lo bajo.
—La disciplina era ya bastante difícil sin que ustedes prepararan afrodisíacos y se los pasaran unos a otros a escondidas —La mano sobre él se aceleró un poco.
—Ooh, disciplina —Mordió el cuello de Severus de nuevo—. Entonces, si te doy un afrodisíaco, ¿me darías un castigo? —¿Y cuándo había comenzado a pensar en él como 'Severus' en lugar de 'Snape'?
—Harry, tú
eres un afrodisíaco —Severus echó la cabeza hacia atrás. Harry se abrió camino con sus labios hasta llegar al firme pecho.
—Solo pregunté porque… —Mordió un pezón oscuro—, la disciplina puede ser divertida.
—Lo ... agregaré ... a la lista —El hombre soltaba continuos jadeos.
Harry dio un lametón.
—¿Tienes una lista?
La mano de Severus apretó su polla con fuerza.
—Harry. Tengo una lista
muy larga de cosas que quiero hacer contigo. Y después de haberlas hecho todas, quiero empezar de nuevo.
Harry gimió. Escuchar esa exquisita voz diciendo esas cosas claramente iba a hacerle enloquecer de lujuria. Empujó contra la mano de Severus.
—Dios, sí.
Severus se sentó y se recostó contra la cabecera de nuevo, señalando su regazo. Todo bien. Eso había funcionado bastante bien.
—Colócate esta vez mirando hacia mí —Harry se sentó a horcajadas sobre él servicialmente.
Severus deslizó las manos por la espalda de Harry y las apretó contra su trasero. Sus erecciones se frotaban entre sí. Severus recuperó el frasco de lubricante y se empapó los dedos con él. Introdujo dos de ellos en el interior de Harry, quien se sacudió con el placer repentino. El mayor comenzó a joderlo con los dedos con el mismo ritmo exasperante. Harry estaba respirando con dificultad cuando un tercer dedo se deslizó dentro de él.
—Ahora, por favor —resolló.
—¿Estás…?
—Si me preguntas si estoy seguro de nuevo, me voy —Era una amenaza completamente vana, pero consiguió que Severus retirara los dedos, agarrara las caderas de Harry y lo colocara sobre su polla lubricada. Harry descendió. Dolía más de lo que él esperaba. Se mordió el labio y siguió descendiendo.
—Espera…yo… —Severus le acarició las caderas y el trasero, se inclinó hacia adelante y lo besó profundamente—. Estás tan apretado. No quiero…
—Está todo bien —Harry exhaló. Se relajó un poco y volvió a bajar unos centímetros—. Solo… necesito tiempo —El dolor estaba mejorando. Una de las hermosas manos se movió hacia su polla y comenzó a acariciarla. Harry continuó descendiendo una vez más—. ¡Ah! —El joven notó una repentina sacudida de placer. Se movió de nuevo. Severus estaba jadeando, con el rostro sonrojado y mirando a Harry como si quisiera comérselo por completo. Un empujón más y Severus estuvo completamente dentro. Se quedaron así por un tiempo incalculable, hasta que Harry comenzó a moverse. Todo lo que irradiaba su cuerpo ahora era placer. Severus continuaba bombeando su pene con una mano, mientras la otra vagaba sobre el torso de Harry. El mayor agarró un pezón, lo pellizcó y lo soltó de nuevo. El joven sentía como si el otro hombre lo estuviera tocando por todas partes. Se inclinó y besó la boca abierta. Notó un fuerte pellizco en su pezón. Harry montó la polla que estaba empalada en su cuerpo, atrapado en una espiral de placer infinito. Entonces Severus agarró sus caderas y las giró con cuidado, cambiando de posición, y quedando Harry debajo de él.
Esperó a que el chico se adaptara a la nueva postura; Harry envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Severus, y Severus comenzó a empujar dentro de él. Los largos dedos rodearon su polla de nuevo. El cabello oscuro caía sobre el rostro de Harry. El joven levantó la mano y lo acarició, tocando además la mejilla caliente y la boca jadeante. Severus pasó la lengua por los dedos de Harry y empujó con más fuerza. Harry gimió. Estaba muy cerca del orgasmo. De repente, se movió cambiando un poco el ángulo y la polla que empujaba contra él rozó su próstata. Eso, junto con la mano sobre su erección, lo devolvió a la espiral de placer. Sintió que no podía más, y se corrió con un grito que amortiguó en el hombro de Severus. Severus lo penetró aún más fuerte y rápido, apoyando sus manos sobre Harry, mirándolo aun intensamente. Harry lo sujetó por los hombros, pasó sus manos por los pezones rojo oscuro y los acarició. Severus empujó una vez más hacia su interior y permaneció allí, sacudiendo las caderas, mientras se corría con un gemido bajo y la cabeza echada hacia atrás. Se inclinó sobre Harry, dejando que su rostro se hundiera en el hueco del cuello del joven. El chico pasó los dedos por el suave cabello.
Severus se salió del joven y se dejó caer a un lado. Harry lo atrajo hacia sus brazos nuevamente y lo besó. Fue un beso cálido y lento. Estaba increíblemente satisfecho de sí mismo. Y soñoliento. Se quedó dormido sosteniendo a su amante en un flojo abrazo. Se despertó poco tiempo después con Severus tocándole la frente. Tocando su cicatriz.
—¿Sabes? Pensé que podría desvanecerse. Desaparecer —murmuró Harry, sin abrir los ojos.
La caricia no se detuvo.
—¿Tras morir Voldemort? Como… —
la Marca Tenebrosa.—Mm —Besó la piel que estaba frente a él. Resultó ser la mejilla de Sev.
—¿Sabes por qué no fue así? —El mayor lo recompensó con otro beso, en la cicatriz.
El joven negó suavemente con la cabeza. Abrió los ojos con fuerza. Valió la pena el esfuerzo por ver el rostro relajado y sin ninguna máscara de Sev. Parecía feliz.
—No es como la Marca Tenebrosa. No fue puesta allí por Voldemort. No simboliza el mal —Severus hizo una pausa—. ¿Pensaste que lo era?
Harry pensó brevemente.
—No, solo que él la originó. Y parecía que su propósito estaba ligado a él.
Severus le dio otro beso en la cicatriz.
—Él no la originó. El amor de tu madre lo hizo. Y eso no desapareció, así que la cicatriz no lo hará.
Eso tenía sentido. Asintió y se estiró.
—A veces me molesta. Tener algo que me identifica tan fácilmente —
Sr. Potter. Nuestra nueva celebridad. Su estómago rugió de repente—. Lo siento —Se dio cuenta de que estaba hambriento—. ¿Qué hora es?
Severus se dio la vuelta y sacó su reloj.
—Las tres. Hemos pasado la mitad del día en la cama, Potter.
—Oh, vamos. Debíamos tener LA CHARLA. Eso nos tomó un buen rato.
—No estaba quejándome —Los ojos negros brillaron—. Podríamos pasar el resto del día aquí también, ya sabes.
—Bien. ¿No necesitas tomar una poción o algo así? —Harry sonrió con suficiencia.
—Usted, Sr. Potter, es un diablillo insolente —Severus lo agarró. Sin previo aviso, los largos dedos comenzaron a hacerle cosquillas en las costillas. Harry chillaba y reía mientras se retorcía frenéticamente. Vio como Severus estaba sonriendo de nuevo. Cesó las cosquillas y dio a Harry otro cálido beso—. ¿Esos ruidos espantosos que estaba haciendo tu estómago indican que necesitas algo de sustento? —Oh, Sev definitivamente estaba feliz.
—Sí, por favor —dijo Harry dócilmente—. ¿Podemos comer aquí?
—Excelente idea. Podrías darte una ducha mientras yo lo preparo todo —Se levantó y se puso la túnica.
La idea de una ducha era lo único que podría haber sacado a Harry de esa cama extraordinariamente cómoda.
—Podríamos ducharnos juntos —dijo el joven con esperanza.
Severus continuó su camino hacia la puerta.
—Podríamos, pero me gustaría guardar algunas de las actividades de mi lista para otro día —respondió y cerró la puerta tras abandonar la habitación. Harry parpadeó y se dirigió al enorme baño. Cuando salió, Severus claramente había hecho uso de otro baño; su cabello estaba mojado y el aroma a menta / limón lo envolvía. Se acomodaron en la cama con las bandejas de comida. Harry miró con tristeza la patata asada en el plato de Severus.
—No, Harry. Ya le caigo bastante mal a Winifred Whippet —Severus se comió la patata con sarcástico placer.
Harry removía su pollo a la brasa.
—Valdrá la pena dejar el equipo solo para poder comer pan. Scones
****, muffins, galletas. Tarta. Pasta. Arroz. Tortitas, gofres. Patatas asadas, puré de patatas, patatas fritas…
Severus lo estaba mirando fijamente.
—¿Vas a dejar el equipo?
¡Ups! Eso iba a ser una sorpresa.
—Bueno, he pensado en esperar hasta el final de la temporada. No creo que realmente me vayan a despedir después de todo; eso daría mala publicidad al equipo. Pero yo…ya sabes, no es tan divertido como pensé que sería —Masticó los espárragos mientras pensaba—. Es realmente aburrido. Me gustaría tener una conversación al menos una vez al día que no sea sobre Quidditch. O entrenamiento. O dietas. O escobas. O…
Severus bostezó teatralmente.
—Entendido —Bebió un sorbo de vino—. ¿Qué planeas hacer entonces?
—Er. Esto... tengo una idea. Pero quiero tenerlo todo organizado antes de decírtelo —Porque si no funcionaba, se vería como un completo idiota. Decidió cambiar de tema—. ¿Puedo preguntarte algo?
Recibió un asentimiento de cabeza como respuesta.
—Se trata de algo que dijiste antes —Lo había dejado un poco perplejo en ese momento, pero lo había dejado de lado durante, er, la distracción que siguió a la charla—. Tuviste una visión sobre nosotros dos —Eso todavía lo asombraba—, pero... um. Estabas… no estabas actuando como…
Su amante se apiadó de él y terminó la frase.
—No actué como si supiera que esto pasaría.
—Cierto. Yo… yo ni siquiera podría decir si tú lo querías también —Notó como su corazón se contraía dolorosamente. Realmente no quería que el comportamiento de Severus se debiera de alguna manera a un sentido del deber hacia una visión que tuvo ocho años atrás.
Severus dejó las bandejas en la mesita de noche.
—Puedo ver que también tuvo problemas en la materia de Adivinaciones —Tiró de Harry para acercarlo a él—. Las visiones nos muestran lo que puede suceder, no lo que sucederá —Besó a Harry profundamente—. Ten por seguro que yo definitivamente quería que esto sucediera. Incluso si… incluso cuando… —suspiró—, incluso cuando me estaba comportando como un completo imbécil.
Guau. Sev se estaba disculpando. Harry pensó que tal vez debería comenzar a escribir un diario, solo para nunca olvidar estos asombrosos acontecimientos.
—Oh, bueno. Salió bien.
—¿Solo bien? —preguntó el mayor, dándole un beso ardiente.
—Mm... Está bien, salió espectacularmente bien —Fue recompensado con otro beso.
—Harry —dijo el otro con seriedad—. Sé que piensas que me estoy comportando... de forma extraña… sobre todo esto. Pero ¿realmente has pensado en todas las implicaciones de nuestra… de esto?"
Harry examinó el rostro de su amante.
—Creo que lo que en realidad me estás preguntando es si quiero hacerlo público —Esperó, pero no obtuvo ninguna respuesta—. Sabes, me empieza a desagradar la forma en que sigues poniéndome a prueba —El cuerpo en sus brazos se tensó, tratando de apartarse. Pero Harry no lo permitió, aguantándolo fuertemente. Los músculos ganados con el Quidditch estaban resultando extremadamente útiles—. Te amo. Tendrás que acostumbrarte. No me iré a ningún lado… bueno, aparte de regresar a Wimbourne en cuatro días, no voy a dejarte, y no voy a esconderme. ¡Y deja ya ese argumento de que ser un ex Mortífago `me hará las cosas más difíciles´! ¡Se está quedando anticuado! —Se dio cuenta de que estaba empezando a gritar, por lo que se obligó a calmarse—. Si me importara una mierda eso, no estaría aquí ahora —Respiró hondo—. Yo nunca uso esto —dijo el joven tocando su cicatriz—. Nunca la he usado para hacer que la gente haga lo que yo quiero. Pero lo haré si tengo que hacerlo. Para lograr que... —que los aceptaran era poco probable, por lo que cambió de argumento—. Para lograr que no nos molesten. Así que... supéralo, ¿de acuerdo?
Severus parpadeó.
—Ya que lo has expuesto todo de esa manera… —Besó a Harry—. Mm. Tengo un regalo para ti —dijo mientras se levantaba—. Puede que no sea apropiado ahora.
—¿Qué es, un cinturón de castidad?
—Ja, ja. Y pensé que me había librado de los chistes infantiles de los adolescentes —Severus abrió un armario—. Te compré esto hace unas semanas. Er. Feliz día de San Valentín, supongo —Colocó algo de forma brusca en las manos de Harry. Qué romántico. El paquete estaba hecho con papel marrón, sorprendentemente familiar. Harry lo desenvolvió. Era un libro, un libro viejo. "El noble deporte de los brujos", Quintius Umfraville.
—Oh, Sev —Acarició la portada—. ¡1620! ¡La primera edición! — Usó una esquina de la hoja para abrir el libro—. Oh, Dios mío —Vio que tenía anotaciones. Entrecerró los ojos para poder leer quién era el autor de esas notas. Estaban hechas por Umfraville—. ¡Oh, guau! —Sonrió ampliamente—. ¡Me encanta!
Severus pareció aliviado. Otro hecho asombroso más para anotar en su diario.
—Cuando dijiste que ibas a dejar el equipo, pensé…
—Oh, siempre voy a amar el Quidditch. Simplemente no quiero respirar, comer, dormir y soñar con él. Y Whippet es una de las personas más horribles que he conocido aparte del Señor Oscuro —Volvió a mirar su libro—. ¡Oh, asombroso, estas notas son todas las cosas que el editor no le permitió poner! —Se dio cuenta de que estaba siendo grosero—. Lo siento. Lo leeré más tarde."
El mayor le ofreció una leve sonrisa.
—No te preocupes. ¿Por qué crees que me tomó tanto tiempo llegar a casa de Remus hoy? Encontré el libro de Castellat que me regalaste a las seis de la mañana.
Y había aparecido a las diez. Harry rio.
—Es bueno ver dónde estoy en tu lista de prioridades —Dejó el libro a un lado con cuidado y volvió a envolverlo en el papel para protegerlo. Estiró los brazos; Severus volvió a la cama y lo atrajo en un fuerte abrazo.
—Tenía mucho en qué pensar —La hermosa voz habló muy calmada—. Harry —hizo una pausa larga—. Harry —repitió, como si Sev solo quisiera decir su nombre. El joven besó al otro hombre.
—Estoy aquí.
—Sí —El abrazo se hizo más fuerte—. Sí.
Harry sintió que una paz total lo inundaba. Deseó poder compartir esto con su amante. Pero cuando éste lo envolvió en un abrazo afectuoso, se dio cuenta de que ya lo había hecho.
FIN (por ahora)*Hay un cambio en la letra, pero en el original también existe este cambio. En esta ocasión aparece “That old lost feeling brings you down, it makes you crawl.”
**Se trata de un fragmento de un poema de W. H. Auden llamado “lullaby” (canción de cuna). El fragmento dice “In my arms till break of day let the living creature lie, mortal, guilty, but to me the entirely beautiful.”
*** Se trata de un fragmento del poema “The anniversary” (el aniversario), de John Donne. El fragmento dice: Only our love has no decay; this, no tomorrow has, nor yesterday; running it nevers runs from us away, but truly keeps his first, last, everlasting day”. La traducción no me convence mucho, pero la encontré en varias páginas y no sé si es la oficial.
**** Los scones son un tipo de panecillo, o bizcocho inglés.Bueno, y llegamos al final de esta magnífica historia de Minx. La serie tiene en total 3 historias, esta es la primera de ellas. Espero que os haya gustado. Subiré las otras dos partes traducidas tan pronto como sea posible