Araleh Snape
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| Tema: El Beso del Dementor... Capítulo 11 Sáb Nov 18, 2017 7:09 pm | |
| Capítulo 11
Apasionado
Las siguientes semanas parecía ir todo perfecto. Severus cuidaba tanto de Harry como de su bebé con el mismo cariño y amor, creía que nada ni nadie podía enturbiar la dicha que sentía con su pequeña familia.
Harry dejó que fuera Severus el que se dedicara a los cuidados del bebé, a él le gustaba más jugar y hacerlo reír, eso lo hacía sentirse feliz, aunque no tanto como ver a Severus con aquella expresión de orgullo y plenitud cuando los veía juntos.
— ¿Porqué no habla aún, Severus? —preguntó Harry un día en que jugaba con el pequeño en la alfombra con uno de sus peluches.
— Es muy pequeño, amor, tendrás que esperar.
— Yo aprendí más rápido que él.
— Porque tú ya eres grande, cuando el bebé tenga tu edad va a saber hablar y caminar como nosotros.
— ¿Qué edad tengo?
— Veinte. —respondió procurando ocultar la tristeza de no verlo actuar como alguien de su edad.
— ¿Años, tengo veinte años? —respondió asombrado—. ¡Eso es mucho, soy un viejo, Severus!
Severus rió abandonando la preparación de la comida para ir a besarlo castamente en los labios.
— Serás el viejo más joven que he conocido en la vida, y también el más hermoso, te amo.
— Yo también te amo y me gusta tanto que me beses. —dijo suspirando enamorado—. Hazlo más.
— Ahora no, se quemará la comida y tú debes cuidar al bebé.
— Ya quiero que se duerma, es cuando está dormido que tú me besas más. —confesó resignado a renunciar a los besos momentáneamente—. Pero creo que el bebé está demasiado despierto aún, cada día duerme menos ¿no te parece?
— Es parte de su crecimiento. Por cierto, ¿has pensado en un nombre para ponerle? No podemos llamarlo siempre bebé.
— ¡Severus, que se llame Severus!
— Cada individuo debe tener su propio nombre, preferentemente. Además, Severus no es un nombre muy bonito.
— Para mí es el más hermoso del mundo… y creo que no conozco muchos. —reconoció de repente—. Sólo sé “Severus” “Harry” y “bebé”
— Podemos buscar en los libros.
— Aún no sé leer, ¿porqué no dejas de hacer la comida? No tengo hambre y podemos buscar un nombre para el bebé.
— Tenemos que comer, nada de que no tienes hambre. Sé paciente.
— De acuerdo. —aceptó nuevamente resignado.
Severus sonrió al ver que Harry se recostó en la alfombra junto al bebé dejando de jugar para cerrarle suavemente los ojos tarareándole una melodía de cuna. Le enterneció su urgencia para que el bebé durmiera, aunque no fuese por una causa muy paternal.
Una noche, Severus despertó al girarse y sentir el espacio vacío a su lado. Abrió los ojos encontrándose a Harry abrazándose a sí mismo replegado contra un rincón de la cama.
— ¿Harry, qué pasa, porqué no estás dormido?
— Sev… me siento extraño. —respondió entrecortadamente, su voz alarmó al pocionista quien de inmediato se olvidó de dormir para acomodarse a su lado colocándole una mano sobre la frente.
— No tienes fiebre ¿te duele algo?
— Allí… un poco.
Al ver que Harry señalaba su entrepierna donde se vislumbraba un evidente bulto bajo su pijama comprendió lo que le pasaba. Respiró hondo, era la primera erección que tenía y eso seguramente estaría asustándole.
— Harry, no tienes porqué preocuparte, es algo totalmente normal.
— ¿Normal? No me siento normal, Sev… quiero que vuelva a estar como antes ¿porqué se puso así?
— Porque eres un joven saludable, y hay dos formas para solucionarlo. La primera es relajarte, quizá darte una ducha fría.
— ¡No quiero bañarme ahora! —rehusó agitando su cabeza.
— Te entiendo, y tampoco es muy placentera. La otra forma puedo ayudarte pero necesito que entiendas que debes confiar en mí.
— Sabes que sí, haré lo que me digas.
— Tan sólo vuelve a recostarte y deja todo de mi parte ¿de acuerdo?
Harry asintió regresando a su lugar. Severus le miró absorto por unos segundos, inseguro de si estaba haciendo lo correcto. Tan sólo esperaba no asustarlo más. Se colocó a horcajadas sobre Harry procurando no cargarle su peso, y lentamente unió sus labios a los del más joven. De inmediato sintió que los músculos de Harry se relajaban y le correspondían.
Harry apenas iba a comentar que esa manera sí le gustaba cuando sintió la mano de Severus colocarse sobre su dureza provocando que se espalda se arqueara de placer, un placer que no recordaba haber sentido en su vida, era tan intenso que tuvo que romper el beso y apretar los dientes mientras una cálida lágrima escapó hacia su mejilla.
Severus deslizó sus dedos acariciando el pene erguido, primero con suave lentitud, disfrutando al volver a tocarlo con erotismo, su corazón palpitando con fuerza al escuchar los gemidos de Harry que cada vez se hacían más intensos. Lo sintió mover su pelvis en busca de más, de enredar sus piernas contra su cintura como lo había hecho un año antes dentro aquella oscura celda de Azkaban.
Se olvidó de usar sus manos, ambos continuaban vestidos pero no hizo ningún intento por desnudarle, era mejor ir paso a paso. Aprovechó la cercanía de sus vientres y que el suyo también estuviera ya endurecido para frotarse. Le gustó que Harry imitara sus movimientos empujando el uno contra el otro cada vez más ansiosos y jadeantes. Buscaron sus bocas, se olvidaron momentáneamente de la inocencia y dieron paso a la pasión hasta que por fin, culminaron en un orgasmo que los dejó tan exhaustos que apenas sí pudieron sonreírse un momento antes de caer rendidos, abrazados y húmedos, pero felices.
Al día siguiente, Harry no podía borrar la sonrisa de su rostro. Aprovechando que era un tiempo cálido decidieron disfrutarlo en el jardín, y mientras Severus alimentaba al bebé en una mecedora, Harry corría entre los árboles y arbustos, aspirando el aroma de las flores y gritando al viento cuan feliz era.
Severus le observaba divertido, le gustaba verlo correr libre, y el jardín era amplio para poder hacerlo. Además, estaba rodeado por una alta barda de ladrillos con multitud de barreras mágicas que impedían que alguien les viera, lo cual además sería prácticamente imposible pues la casa se ubicaba bastante alejada de la civilización más próxima.
— ¡Sev, ven conmigo, vamos a jugar juntos! —gritó Harry columpiándose de la rama de un árbol.
— Alguien debe cuidar del bebé ¿no te parece?
Pareció que Harry protestaría pero en lugar de eso regresó corriendo al lado de su pareja e hijo.
— Está a punto de dormirse. —comentó susurrando—. Cuando se duerma puedes dejarlo en su camita y entonces sí jugamos ¿sí?
— Tienes demasiada energía para mí.
— ¿Sev, cuándo podremos repetir lo de anoche?
— Así que te gustó.
— ¡Un montón, quiero que vuelvas a tocarme así! Tan sólo de recordarlo ya siento que eso se pone duro.
— Pues contrólate un poquito, amor, no puedo seguirte los pasos tan rápido.
— ¿Entonces cuándo?
— En la noche, ¿te parece bien?
— Lo que tú digas… ¿Y cuánto falta para la noche?
— Pues, como unas doce horas.
Harry se miró las manos recordando que eran diez dedos, y doce era más que diez… así que faltaba mucho. Estuvo a punto de entristecerse pero no podía permitirlo, volvió a sonreír y se recostó en el césped mirando al cielo tan azul, cuando fuera negro como los ojos de Severus, entonces repetirían su gran descubrimiento.
Y así fue, por muchas y muchas noches más. Poco a poco Severus iba permitiendo más avances, sobre todo relacionado con la desnudez. Después de todo, Harry no se mostraba vergonzoso por mostrarse ante Severus, estaba acostumbrado pues hubo un tiempo en que necesitó de su ayuda hasta para bañarse, no conocía demasiado el pudor más allá de lo instintivo, y eso, en cierta medida, preocupaba a Severus.
— Harry, dime que me amas. —pidió Severus una noche después de haber experimentado otra gran sesión de intimidad.
— Eso lo sabes ya, te amo mucho Severus.
— Esto que hacemos, no es sólo una necesidad fisiológica como te dije ¿Lo recuerdas? Es porque nos amamos.
— No se me olvida, te amo, eso no lo olvidaré nunca.
Severus guardó silencio un momento recordando lo literal que eran esas palabras para el alma y corazón de Harry.
— Me lo has demostrado, sólo quiero que me prometas que, por más ganas que tengas, no permitirás que nadie más te toque como yo.
— ¿Eh, y porqué iba a querer eso?
— No sé, es que, eres tan inocente que pueden engañarte y…
— ¡Puaj! Yo no quiero que nadie más me toque, sólo tú.
Severus sonrió un poco más tranquilo. A veces, cuando tenía que ir por víveres, la angustia le embargaba, ninguna barrera de protección le parecía suficiente para resguardar a Harry del mal.
— Sev… —le llamó Harry repentinamente más serio de lo acostumbrado—… ¿hay personas del otro lado del muro?
— No demasiado cerca, pero las hay, y algunas son malas, por eso es mejor que nos mantengamos lejos de ellas.
— Entiendo, a veces quisiera asomarme o ir un poco más allá ¿sabes? Pero te prometí que no lo haría y no lo haré, para mí lo único importante eres tú.
— Y nuestro hijo, Harry ¿cierto?
— Mmm, sí… ah, y el bebé.
Severus sonrió complaciente, luego miró hacia donde su hijo dormía en su cuna. Era asombroso cuánto se podía llegar a amar a alguien como amaba a ese pequeño, no creía poder sobrevivir si algo le pasara.
En ese instante, el ex Profesor no se imaginaba lo cerca que estaba de vivir aquella posibilidad.
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