Araleh Snape
Cantidad de envíos : 4358 Galeones Snarry : 221061 Fecha de inscripción : 16/01/2009
| Tema: El Beso del Dementor... Capítulo 10 Sáb Nov 18, 2017 7:07 pm | |
| Capítulo 10
Bebé
Con el paso del tiempo Harry notó algo que no le gustaba mucho, su vientre crecía demasiado. No había pasado desapercibido que él y Severus tenían diferencias físicas, Severus era más alto, más pálido, su nariz más grande, sus ojos eran de distinto color al suyo, y además, él usaba anteojos, pero el vientre de Severus continuaba tan plano como cuando despertó.
Esa noche, después de salir de bañarse y colocarse su pijama, se quedó frunciendo el ceño mirando su figura en el espejo de la misma manera en que lo había hecho el día en que Severus tomó unas tijeras para cortarle el cabello. Eso no le gustó. ¿Porqué Severus sí podía tenerlo largo y él no? Pero al final terminó por acostumbrarse, el cabello largo le quedaba mejor a Severus, además, así tenía la nuca más despejada para que le besara.
— ¿Estoy comiendo mucho? —preguntó poniéndose de perfil ante el espejo.
Severus hubiera sonreído, le gustaba que ahora ya podía conversar con Harry, él aprendía muchas palabras cada día. Sin embargo, la respuesta le ponía nervioso. Aún no le había contado que esperaban un bebé. No se le ocurría cómo hacerlo. En todo ese tiempo se besaron mucho, en realidad pasaban gran parte del tiempo besándose, pero cuando las cosas se ponían demasiado intensas, Severus optaba por separarse con cuidado.
No creía que fuera prudente que la relación se hiciese demasiado íntima teniendo en cuenta que la salud de Harry no era la mejor. Podía considerarse abusando de su inocencia pues la mente del joven aún estaba en proceso de aprendizaje, como si fuera un niño pequeño.
Pero ahora que veía la redondez del estómago de Harry comprendió que no podía esperar más. En cualquier momento empezaría con el trabajo de parto y no quería que se asustara por eso. Fue hacia él, y sujetándolo de la mano le llevó hasta el sofá junto al fuego de la chimenea. Respiró hondo intentando encontrar el valor que necesitaba.
— No es por comida, aunque me alegro que ya puedas comer normalmente.
— ¿Entonces porqué mi cuerpo está cada vez más grande, Severus?
— Pues porque adentro tienes un bebé… nuestro bebé.
— ¿Qué es un bebé? Esa palabra no me la has enseñado.
— Te he mostrado fotos de cachorritos ¿verdad?
— ¿Es un cachorrito? ¿El bebé es un perrito?
— No, amor, bueno, no el nuestro, será una mezcla de nosotros dos, y sinceramente espero que se parezca más a ti que a mí.
— ¿Y porqué está dentro de mí?
— Porque tu cuerpo está ayudándole a crecer pero pronto vendrá a reunirse con nosotros.
— ¿Y para qué queremos un bebé?
Severus respiró profundamente intentando encontrar las palabras adecuadas, nunca creyó que sería difícil hacerlo.
— Bueno, lo queremos porque él vendrá a hacernos compañía.
— Yo te acompaño, tú a mí… así está bien.
— Sí, pero un bebé significa familia, y aunque tú y yo no necesitemos de nadie, a él sí, te aseguro que cuando lo conozcas lo amarás con todas tus fuerzas.
— ¿Cómo a ti?
— Quizá incluso más.
— Eso… es difícil imaginarlo.
— Y además será divertido, te prometo que te encantará que venga a reunirse con nosotros.
— Si tú me lo prometes, te creo ¿porqué no lo sacamos ahora mismo?
— Vendrá cuando esté listo.
— ¡Ah, ya entiendo, es como los pasteles que preparas! Si sale antes de tiempo estará crudo.
Severus no pudo evitar reír y eso ayudó a que Harry también riera y se olvidara del tema suplicando ahora para que Severus le preparara un pastel de manzanas.
Como si hubiera sido invocado, esa misma noche Harry despertó por un dolor en su vientre, llamó a Severus asustado y cuándo éste se dio cuenta de lo que pasaba nuevamente le regresó la angustia ¿tenía que llevarlo a un medimago? Él tenía conocimientos para ayudar a traer un bebé al mundo, pero todo era teórico, jamás hizo nada parecido… ¿y si aparecían complicaciones?
La sola posibilidad le estremeció, no soportaría perder ni a Harry ni a su hijo.
— Harry, tendré que llevarte a un hospital, ahí podrán ayudarte mejor que yo.
— ¿Qué es un hospital? —preguntó jadeando de dolor.
— Es un lugar donde estarás a salvo.
— ¿Estarás siempre conmigo, verdad?
— Por supuesto, amor, te prometo que nada nos separará.
Harry asintió, su frente ya estaba perlada de sudor y tenía miedo, pero tenía confianza plena en Severus e iría a donde él le dijera. Sin embargo, en cuanto se quiso incorporar de la cama el dolor aumentó haciéndole doblarse sobre sí mismo.
— ¡Ay, no puedo, no puedo! —gritó mordiendo la almohada más próxima.
— Harry, debemos apresurarnos, creo que el bebé no tardará en nacer.
— ¡Tú sácalo, Sev, por favor, ayúdame ya!
— Pero…
— ¡Ah, no puedo más!
Severus comprendió que realmente Harry no llegaría a tiempo a ningún hospital, se olvidó de sus miedos y usando su varita le despojó de la ropa. El vientre de Harry subía y bajaba al compás de su agitada respiración, pero también era como un capullo intentando abrirse.
Harry se sujetó de la cabecera de su cama, miró asustado cómo se movía su vientre, y tomó de un trago la poción que Severus le pasó. En pocos segundos el dolor fue disminuyendo ayudándole a respirar mejor.
— ¿Estás listo? —preguntó Severus intentando que su voz no notara su angustia, los temores volvieron, no sabía si el bebé estaría sano, si era realmente un bebé. Por un momento pensó en desmayar a Harry para evitarle un sufrimiento más, pero la mirada confiada del joven le dio valor para proceder.
Usó su varita y esperando poder recordar todo lo leído en libros, ayudó a que la piel del vientre de Harry se abriera limpiamente hasta que ante sus ojos apareciera la figura de un bebé… un bebé absolutamente normal.
El alma de Severus estaba hinchada de felicidad, tener a su hijo en brazos era una gran dicha, y más aún que ese hijo fuera producto de su amor por Harry. Volteó a mirarlo, Harry aún respiraba cansado pero muy tranquilo.
— No es muy bonito. —comentó mirando al bebé con curiosidad.
— Harry, es el bebé más hermoso del mundo.
— ¿En serio? ¿Así tienen que ser? Es que… está arrugado, y su cabeza es muy grande para su cuerpo, además está chimuelo.
— Todos los bebés lo son, ya te acostumbrarás a él. ¿Quieres sostenerlo?
— Mmmm, no sé, tiene la piel como pegajosa ¿no?
— Es que acaba de nacer, debo limpiarlo y…
— ¿Qué?
— Olvidé comprar cosas de bebé. Harry, vas a tener que cuidarlo bien, el bebé necesitará comida, ropa, pañales.
— Hay comida en la nevera, y puedo prestarle mi ropa aunque quizá le quede grande… ah, ya sé, puedes encogerla con tu varita ¿qué son pañales?
— Te explicaré todo más tarde. Harry, por favor, cuídalo mucho, procuraré no tardarme.
— ¿Me vas a dejar solo? —cuestionó apesadumbrado.
— Te doy mi palabra que no será más de una hora ¿puedo confiar en que te ocuparás del bebé?
— Si tú quieres. —aceptó encogiéndose de hombros.
Severus procuró no darle demasiada importancia a la peculiar indiferencia de Harry, ahora era primordial salir en busca de lo necesario para el bebé, no paraba de reprocharse por haber olvidado hacerlo.
Harry recibió al bebé en brazos sin decir ni una palabra, estaba más atento a los movimientos de Severus preparándose para salir. Nunca se acostumbraría a apartarse de él por demasiado tiempo. Cada vez que tenía que salir a hacer alguna compra sufría mucho su ausencia hasta su regreso.
Severus se apresuró tanto como pudo. Compró papillas, ropa, mantas, pañales, y hasta algunos pocos juguetes. Era muy feliz realizando esas compras, y se permitió soñar con el día en que podría llevar a Harry y al bebé con él, eso haría la experiencia mucho más agradable.
Lo único que le preocupaba seguía siendo el comportamiento tan distante de Harry para con su propio hijo, pero pensó que quizá era cuestión de tiempo, apenas hacía unas horas se enteró que venía un bebé en camino así que era normal que continuara sin asimilar la idea. O por lo menos eso esperaba.
Un peso se quitó de sus hombros cuando al volver se encontró a Harry durmiendo, tenía abrazado al bebé contra su pecho con absoluto cariño, y había colocado las almohadas a su alrededor como si de una barrera protectora se tratara. El bebé dormía también, con su manita apresando uno de los dedos de Harry al que succionaba inconscientemente.
Sonrió, era una imagen que nunca olvidaría, la preferida de su vida hasta ese momento, la que le podría hacerle invocar el Patronus más poderoso de la historia.
| |
|