El artículo que cambió todo. Capítulo 1.

Título: El artículo que cambió todo

Resumen: Harry, estudiante en el instituto más prestigioso de su país, con diecisiete años lleva un año de relación con su profesor de Química, Severus Snape. Pero, cuando una revista publica un artículo sobre su relación con el profesor, las cosas van a cambiar mucho en la vida del estudiante.

Clasificación: PG-13

Géneros: Romance, Drama, Angst.

Capítulo: 2/21. En proceso de escritura.

Advertencias: AU; algunos temas adultos; lenguaje levemente vulgar.

Disclaimer: Los personajes canon pertenecen a JK Rowling. Escribo esta historia sin fines de lucro.

Notas: Es mi primer fic Snarry. Espero que les guste ^^




Harry se dirigía, con una mueca de aburrimiento en el rostro, hacia el casino del colegio para almorzar. Después debería juntarse con Malfoy a dar por terminado el trabajo de Biología, que se entregaba en las clases de la tarde. El joven de ojos verdes se fijó en que muchos lo observaban y después se ponían a susurrar, pero no le dio importancia. Buscó, mirando vagamente, la mesa donde deberían estar sentados sus mejores amigos. Y allí vio a ambos, al frente de una ventana donde se apreciaba la lluvia torrencial: el pelirrojo y la de pelo castaño. Se acercó a ellos corriendo rápidamente.

—Hola, Harry —saludó Hermione, sin sonreír, como si le preocupase algo.

—Ah, hola, Hermione —musitó el chico de pelo negro. Dirigió su mirada a su mejor amigo y frunció el ceño: ¿por qué no lo saludaba? —. Eh… ¿Ron?

El pelirrojo pareció salir de un trance. Lo observó con una chispa de algo parecido a la desconfianza en sus ojos azules y dijo:

—Hola.

Harry se sentó y puso su lonchera en la mesa. La abrió y saco su almuerzo: espagueti con salsa de tomate y una manzana. Cuando empezó a comer, vio que Ron no había comido nada, lo cual era muy raro en su amigo.

—Ron, ¿qué te pasa? —inquirió, claramente preocupado.

Ron suspiró, como si no supiese que palabras usar. Se aclaró la garganta y dijo, con un tono algo irritado, pero también molesto:

— ¿Por qué nunca nos contaste eso, Harry? —Musitó, con los ojos fijos en los de su mejor amigo. Éste puso una mueca de desentendimiento—. ¿Por qué no nos contaste lo que...? —La voz le falló un poco. Se desordenó un poco su pelo rojizo, denotando su nerviosismo—. ¿…lo que ese maldito pedófilo que se hace
llamar profesor te hacía… o te hace?

Harry, del asombro, escupió el espagueti que estaba masticando en ese instante. Tenía un leve rubor en las mejillas, pero sus ojos estaban dilatados de la impresión. Intentó calmarse y volvió a su faceta serena. Respiró profundamente y dijo, con voz temblorosa:

— ¿De…de qué mierda estás hablando, Ron?

—De esta mierda —respondió el pelirrojo, dándose la vuelta para sacar de su mochila un ejemplar de una revista titulada El rincón de las verdades. Le extendió el brazo a su amigo y éste, perplejo, tomó la revista.

Su horror se notó de inmediato en su cara. En la primera plana estaba una foto que le recordaba a algo que había pasado dos días atrás, cuando se había fugado en la hora del recreo para ver a Severus: allí estaba el jardín, cerca del bosque, y él dándole un beso en la mejilla a Severus. El título decía, con letras grandes y claras: Reputación del Instituto Hogwarts en duda: un pedófilo como profesor. Bajo el título decía “vaya a la página uno para más información”. Harry dobló rápidamente la página y leyó unos trozos de la noticia:

Un lector de confianza nos ha mandado la foto […] Nuestros expertos están seguros de que es una foto sin edición alguna […] El profesor es veinte años mayor que su víctima, el estudiante de penúltimo año Harry Potter […] Aunque por esta foto parezca que el alumno siente una atracción por el profesor, no está claro […] Nadie del personal del instituto ha hecho declaraciones, aunque se piensa entrevistar tanto al alumno como al profesor.

El joven suspiró. Sabía que no se le daba mucho mentir, pero puso una expresión parecida a la del enfado y masculló, con la mejor voz de irritación que pudo poner:

—Esos expertos son unos imbéciles, no saben distinguir de algo editado con algo real.

—Sabes que no engañas a nadie, Harry —suspiró Hermione, con gesto cansado—. ¿Desde cuándo está pasando eso?

Harry tragó saliva, con cierto nerviosismo. Notó que Ron lo miraba acusadoramente. Pero una de las cualidades del chico de ojos verdes es que podía llegar a ser muy sincero, por lo que dijo con cierto miedo en la voz por las reacciones de sus amigos:

—Casi un año. —El chico suspiró, para luego agregar con rapidez—: Y Severus no es un pedófilo ni nada por el estilo, solo…bueno…—masculló.

— ¿Le llamas por su nombre? —Siseó Ron, casi con odio—. ¿Lo llamas por su nombre a ese maldito pedófilo?

— ¡No es un pedófilo! —alzó la voz el chico de ojos verdes, claramente molesto—. ¡Es más, yo empecé la jodida relación, Ron! ¡No él!

— ¡¿Eres gay, te enamoraste de un profesor veinte años mayor que tú y que más encima lo habías odiado por muchos años?! —gritó Ron de una forma que las dos mesas que tenían al lado lo escucharon. Se levantó bruscamente de la silla, guardó su lonchera (sin abrir) y se puso su mochila mientras se iba de la mesa, seguramente a buscar otra con compañeros de curso.

Harry miró casi con súplica a Hermione. Él no quería quedarse sin amigos por su relación con Severus.

—Hermione, yo…—susurró, decaído.

—Harry —empezó ella, mirándolo casi con lástima—, creo que no es correcto lo que pasa entre tú y el profesor Snape. Cualquiera podría truquear la situación y las entrevistas para que parezca un caso de pedofilia, y en verdad, así parece —declaró ella, mientras se movía nerviosamente el pelo castaño desordenado—. Además, no suena muy creíble. ¿Por qué te ibas a enamorar de alguien que has odiado por tanto tiempo y que, más encima, es veinte años mayor que tú?

—Pero Hermione…

Hermione se levantó cuidadosa y lentamente de su silla, guardó su lonchera vacía en la mochila y se puso la mochila al hombro.

—Suena como un caso de pedofilia, Harry, y creo que no puedo hacer nada para ayudarte —musitó ella, con su mirada fija en el suelo—. Lo siento.

— ¡Hermione! —gritó él, suplicante, con gesto de desesperanza en el rostro.

—Adiós —terminó la chica mientras se dirigía a la mesa donde estaba Ron.

Harry, mientras veía como su mejor amiga se iba hacia el pelirrojo, golpeó la mesa, impotente. Sus dos mejores amigos lo habían dejado de lado solo por sus malditos sentimientos, y porque la persona por la que sentía esos sentimientos era veinte años mayor que él.

Ahora estaba solo.

“Quizás no”, le dijo una vocecita en su cabeza. “Severus te seguirá apoyando”. El chico de pelo negro
sonrió levemente; sí, quizás no estaba totalmente solo.


—Venga, Malfoy, termina lo que tienes que escribir de una vez —lo apuró en voz baja Harry, algo molesto; Malfoy se estaba tardando una eternidad por su letra estilizada.

— ¡Ya voy, joder! —siseó él.

Hace quince minutos había empezado la clase de Biología. Estaban terminando la redacción con los veinte minutos que la profesora Sprout les había dado al ver que poquísimos sí habían terminado el trabajo. La pila (de solo tres trabajos) estaba puesta ordenadamente en la mesa de la profesora. La clase estaba sumida en un silencio tenso, roto de vez en cuando por los murmullos de apuro entre compañeros.

Se escucharon unos pasos y alguien tocó tres veces la puerta de la sala. La profesora se levantó de la silla y se dirigió a abrirla. Pronto entró el profesor de Química, que fulminó con la mirada a todos los que lo observaban con plena desconfianza.

—Me gustaría sacar del salón al señor Potter —dijo con voz clara y fría, sin vacilación. Las miradas desconfiadas aumentaron rápidamente y Harry se permitió poner los ojos en blanco.

La profesora Sprout alzó una ceja, y el chico de pelo negro tuvo la obvia certeza de que ella también había leído el artículo de la revista. Pero, de todas formas, la mujer no protestó.

—Vaya con el profesor Snape, señor Potter —le indicó con un tono muy serio—. Pero antes, entrégueme el trabajo que hizo con el señor Malfoy.

Harry suspiró y miró a Malfoy. Éste le pasó el trabajo rápidamente, y el pelinegro se dirigió a la profesora y le entregó el trabajo, a sabiendas de que le había faltado la conclusión y que era imposible que se sacara la nota máxima. Snape ya lo estaba esperando afuera. Harry, algo avergonzado, miró al suelo un segundo antes de seguir al profesor de Química hacia su despacho.

El despacho del profesor era un lugar con una temperatura muy baja, casi como una mazmorra. Había papeles con poco orden en distintos muebles, y también sobre una pequeña mesa que también tenía un computador. Cerca de la mesa con el computador había otra mesa, más ancha, que tenía una silla en cada lado. Harry sabía perfectamente que allí era donde discutía con los alumnos o les imponía castigos; había estado allí muchas veces, comúnmente por lo segundo.

Casi como acción inmediata, el chico de ojos verdes se sentó en una de las sillas de aquella mesa. Sabía que iba a tener algo parecido a una discusión con su, de alguna forma, novio. Sonaba raro, incluso teniendo en cuenta la relación que ya llevaban por casi un año. Quizás se debía a que era veinte años mayor que él o algo así.

El profesor se sentó al frente suyo.

— ¿A quién se lo contaste, Potter? —Parecía como si la voz de Snape, a pesar de ser fría y dura, estaba cargada de veneno. El menor sintió como si le atravesaran el corazón al escuchar como Severus se había distanciado de la nada con él llamándole por su apellido.

—A nadie. Solo pudo…solo pudo…—La voz de Harry se apagaba mientras juntaba las piezas del rompecabezas con extrema facilidad—. Solo pudo ser Malfoy, Severus.

— ¿Ah, sí? ¿No lo dirás solo…porque lo odias mucho? —inquirió el profesor, con la voz aún con ese tono venenoso.

— ¡Era el único presente anteayer! ¡Si tienes otra idea de quién pudo ser, Severus, estaré encantado de escucharla! —Elevó la voz el pelinegro, con los ojos brillantes de rabia—. ¡No se lo conté ni siquiera a mis mejores amigos por temor a sus reacciones! ¡Y mis temores se confirmaron; se enteraron por lo de la estúpida revista y me dejaron solo, Severus! ¿Crees que se lo confié a cualquier persona? ¡No se lo confié a nadie! Y ahora la gente va a pensar que eres un pedófilo y te van a despedir…incluso encarcelar —añadió Harry después de su perorata, con cierta tristeza.

El profesor de Química se quedó en un profundo silencio, como meditando lo dicho por el menor. El chico de ojos verdes se levantó bruscamente, mirando al mayor con impotencia y rabia.

—Y, si no te importa, me largo. Si solo me pediste venir por esta…por esta estupidez, creo que no te importará que me vaya.

Snape entrecerró los ojos mientras Harry salía de la sala dando un sonoro portazo.

Cada cierto tiempo paso para ver si has decidido subir más capítulos, aún espero los restantes 19 episodios, ten piedad de las almas curiosas que rondan estas mazmorras no seas malita