La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Logrando lo imposible capitulo 8

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IndraSnape
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IndraSnape


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MensajeTema: Logrando lo imposible capitulo 8   Logrando lo imposible capitulo 8 I_icon_minitimeVie Jun 06, 2014 2:39 am

Capítulo 8: ¿Y Luego?
-Harry James Potter ábreme la puerta ahora mismo o la derribare, y bien sabes que si puedo- Chillo Diana.

-Diana- Gemí -Ya voy.

Me levante a trompicones y abrí la puerta, para después regresarme casi corriendo a mi cama y taparme con las cobijas.

-Vamos señor- Diana comenzó a saltar en mi cama -Levántate ya que se nos hace tarde.

-No- Gemí -Cinco minutos más.

-A-HO-RA- me quito las cobijas y me cargo para llevarme al baño.

-Está bien, está bien, ya comprendí, ahora ¿Podrías bajarme por favor?

-Claro- Me dejo caer de sentón en la taza del baño.

-Ouch- Gemí.

-Oh lo siento.

Abrió la llave de la tina del baño y saco su celular, mando un rápido mensaje de texto mirándome de reojo y luego se rio.

-¿A quién texteas?- Pregunte entrecerrando los ojos con curiosidad, sabía que ese mensaje tenía algo referente a mi… y me imaginaba a quien iba dirigido.

-A nadie de importancia– Sonrió -Ahora a bañarse flojo, aquí te dejo tu atuendo.- Diciendo esto salió del baño azotando la puerta.

Mientras me desnudaba me di cuenta o más bien ya sabía que el mensaje de texto que había enviado Diana trataba sobre mí, el punto es ¿A quién se lo habría mandado? ¿A Severus? No, era poco probable, realmente Londres me estaba volviendo paranoico.

El agua caliente de la ducha me hizo reaccionar y el olor a mi shampoo me trajo de nuevo a la vida. Mientras me secaba tome la decisión de preguntarle a Diana ¿Que si ella era la que había entrado en mi habitación por la noche?, no había nada que perder, lo más probable es que si haya sido ella, que me vio en alguna de sus visiones y vino a recostarme en la cama –si Harry claro, y tú eres rubio y tienes ojos grises, bien sabes quien fue quien entro no seas TONTO- la vocecita en el fondo de mi cabeza me gritaba, sacudí la cabeza un par de veces para quitarme esa maldita voz de mi mente.

No me había dado cuenta de lo que me había puesto hasta que salí del baño y me dio frio.

-Diana Snape Prince- Grite horrorizado- ¿Qué demonios me pusiste?

Traía un sweater color azul marino con cuello en V muy entallado por lo que se adhería a mi como una segunda piel era muy muy entallado y unos pantalones entallados y con una gran cantidad de huecos en la piernas por lo que dejaba ver gran parte de la piel de mis piernas.

-Ja, ja, vamos Harry no te quejes- Me hizo su cara de gato con botas -Ahora ven, siéntate para intentar peinarte.
-¿Qué? Esta realmente enferma si piensas que yo voy a salir así- Apunte mi cuerpo -Vestido a la calle.

-Harry- Su voz se hizo más siniestra- Te recuerdo que te puedo obligar, no tienes muchas probabilidades que digamos de hacerme cambiar de opinión o de escaparte de mí- Río sordamente -Así que tú decides, por las buenas o por las malas.

-Eres la criatura más peligrosa que he conocido en esta vida- Mi tono era de histeria.

-Lo sé, es un talento natural- Sonrió- Ahora… SIENTATE.

La siguiente media hora fue una completa y total tortura, Diana me alboroto el cabello cosa que no creía posible teniendo en cuenta que era imposible peinarlo.

-Soy la mejor- Dijo Diana limpiándose una lagrima imaginaria dramáticamente- Ve a verte en el espejo.

Cuando me vi en el espejo no me reconocí, ese en el reflejo no era yo, me veía simplemente atractivo, obviamente no tanto como Albafica, Remus o Lestat pero me veía realmente bien.

-Rápido Harry, que se nos hace tarde- Chillo Diana desde mi cuarto.

-Ya voy- Grite dándome el ultimo vistazo antes de irnos.

Nos subimos a su Porche y llegamos a la escuela en menos de 10 minutos, para mi desgracia nos tuvimos que estacionar al lado del volvo plateado “Maldito propietario de un flamante volvo” pensé para mis adentros, Severus estaba esperando a Diana ahí recargado contra este, parecía un dios griego mandado desde el mismo cielo. Respire rápidamente antes de bajar del Porche, estaba a punto de hiperventilar.

Bajamos y pude ver por el rabillo del ojo como Severus abría los ojos como platos y casi me comía con la mirada, reí para mis adentros.

-Nos vemos luego Diana- Grite por encima de mi hombro.

-Ja si Harry hasta luego- Me guiño un ojo.

Camine hasta mi clase de lengua, con la mirada clavada de todos mis compañeros puesta en mí, parecía el primer día de clases, de nuevo me inundo aquella sensación de querer desaparecer del mapa.

Llegue hasta la puerta de lengua y ahí estaba Sebastián recargado sobre la pared, se veía realmente bien, si no fuera por el color de su pelo y de sus ojos lo habría confundido completamente con Severus.

-Wow Harry, ¿Eres tú?- Me miro de arriba abajo con aquella sonrisa que tanto me gustaba pero no en él.

“Pues quien si no” pensé para mis adentros.

-Si Sebastián, soy yo- Le sonreí.

-Wow, te ves realmente bien- Comenzó a reír.

-Gracias, pero ¿Qué es tan gracioso?- Baje la mirada para darme un rápido vistazo, esperaba que no se me hubiera olvidado ponerme algo importante.

-Es que combinamos – Dijo apuntándonos.

“Me las vas a pagar muy muy caro Diana” Pensé para mis adentros, esa maldita Diana ya lo había visto. Sebastián llevaba un sweater ligero color azul marino, se veía el cuello de su camisa blanca y sus pantalones eran del mismo color de los míos, llevaba tenis Adidas blancos.

Una vez más la sensación de Deja vu me abordo, recordé aquel día en mi casa, antes de ir al claro con Severus, sacudí la cabeza para quitarme ese recuerdo.

Lo único que atine a hacer fue sonreír.

Entramos al salón y nos fuimos a sentar a nuestros lugares aun riendo, creo que yo reía más de histeria que de otra cosa.

-Oye Harry, ¿A dónde quieres ir primero? ¿Al cine y luego al Gossip por un café o primero por un café y luego al cine?- sonrió de esa manera torcida que tanto me encantaba, aunque no fuera de esa boca que tanto deseaba.

“Habla idiota, o va a pensar que eres retrasado mental” Gritaba la voz de mi conciencia.

-Ah, pues primero al cine y luego por un café ¿No crees?- Dije aun atolondrado viendo su sonrisa, se parecía tanto a Severus que me dolía el solo mirarlo.

-Claro pequeño- Me acaricio la mejilla -Tus deseos son órdenes para mí.

Justo cuando dijo eso se escuchó un bufido casi imperceptible, observe con el rabillo del ojo a Severus que estaba sentado en el asiento de al lado rígido, viendo hacia el frente con la mandíbula apretada y la mano crispada en un puño.

-Gracias Sebastián- Dije regresando la mirada a aquellos ojos azul turquesa que me observaban.

La clase comenzó enseguida y Severus no relajo su posición en ningún momento, el único cambio que hubo fue que cambio su mirada hacia Sebastián, lo veía con tanto odio que se me vino a la mente la oración de “si las miradas mataran”, Sebastián no parecía ni notarlo, estaba absorto jugando por detrás de su pupitre con mi mano.

La clase iba demasiado rápido y Severus seguía con aquella mirada de asesino.

Por fin, para mi buena suerte, sonó el timbre y comencé a guardar mis cosas temblando y con el corazón más acelerado de lo normal gracias a la mirada que Severus tenía en su rostro angelical, no era justo que un ser tan bello pudiera sufrir tanto, una vez más me sentí culpable por causarle esto, aparte, la última mirada que Severus le había dado a Sebastián antes de salir del salón me dejo petrificado.

-¿Nos vamos pequeño?- Sebastián sonrió y yo salte del susto.

-Si- Fue lo único que atine a decir.

Salimos directos a la siguiente clase, Sebastián no paraba de hablar como ya era su costumbre.

-Saliendo de la escuela te sigo hasta tu casa para que dejes tu auto y de ahí nos vamos ¿Te parece bien?- Puso una sonrisa angelical, pero no era nada comparada con la de Severus.

-Ah, no Sebastián no traigo mi carro, me vine con Diana Snape- Murmure.

-Ah, tú y ella son muy cercanos- No era una pregunta.

-Así es, es mi mejor amiga- “y su hermano el amor de mi vida” pensé en mi fuero interno.

-Oh, me parece que a su hermano no le caigo del todo bien.- Me quede congelado ante esa suposición, que más que suposición era la verdad de nuevo no era una pregunta.

-¿Por qué lo dices?- Dije con el tono más casual que me salió para que no notara el temblor en mi voz.

-Pues- Se puso un dedo en la barbilla y medito unos segundos -porque el primer día me trato muy bien, pero cuando vio que me empecé a acercar mucho a ti– Me tomo de la mano -Como que ya no le caí tan bien, me parece que esta celoso.

Tuve que taparme la boca para no estallar en carcajadas, si claro Severus Snape celoso, Ja yo era un cero a la izquierda en su vida, él ya tenía a su niño de cabello negro y ojos grandes y yo había dejado de importarle, eso jamás podría pasar la voz de mi cabeza me recordó las palabras de Diana.

“Le importas más de lo que piensas, más de lo que piensas… más de lo que piensas”

Sacudí mi cabeza un par de veces para sacarme esas palabras.

-Pues no tiene razón para estarlo Sebastián, él y yo no somos nada- Mi corazón se retorció ante esas palabras.

-Pues sí, él no se tiene porque meter en esto- Seguía con mi mano entre sus grandes dedos la levanto y la beso.

-Eh… si- Me quede estático ante su beso.

-Esto- Dijo mirando nuestras manos unidas -¿Te molesta?

“si”

-No- “y un demonio Harry dile que si” gritaba mi conciencia.

-¿Seguro?- Sonrió angelicalmente -¿Ósea que si te tomo de la mano durante todo lo que resta del día no te vas a molestar?

“si”

-No, no te preocupes- Mi conciencia me dio un golpe mentalmente.

Fuimos por los siguientes tres periodos de clase tomados de la mano, los estudiantes nos veían con ojos curiosos, sabía bien lo que estaban pensando. No necesitaba tener el talento de Severus para saber bien lo que pensaban, se notaba en sus ojos, “despechado” grito mi vocecita sacudí mi cabeza para quitarme aquellos enfermizos pensamientos de la mente.

El timbre sonó y era hora del almuerzo, me ponía cada vez más los nervios de punta el tener que entrar a la cafetería de la mano de Sebastián, sabía lo que parecíamos a simple vista una pareja de novios, me estremecí ante aquella idea.

Empuje la puerta de la cafetería, y todas las miradas se giraron hacia nosotros dos, la sangre empezó a subirme a las mejillas y el corazón me empezó a latir demasiado rápido, Sebastián a mi lado parecía realmente absorto como para darse cuenta de que la mitad de la escuela nos observaba.

Por inercia voltee a la mesa de los Snape, y ahí estaba Diana con una sonrisa de oreja a oreja, parecía alegre, emocionada y me estaba observando, a su lado estaba Severus que me observaba de nuevo con aquellos ojos tristes que tanto me habían matado. Me sentí de nuevo culpable.

-Cariño, ¿Qué vas a querer de desayunar?- Pregunto Sebastián con voz ansiosa.

-Humm… nada, solo una limonada- Seguía observando la mesa de los Snape.

Nos fuimos a sentar a nuestra mesa habitual, que por desgracia estaba dentro de la vista periférica de Severus y Diana, la culpabilidad me carcomió toda la hora, a pesar de los intentos fallidos de Ron y Draco por animarme, me habían dicho.

-Hay Harry, no te sientas culpable él te hizo lo mismo- Dijo Ron con una sonrisa de suficiencia en la cara.

-Exacto una cucharada de su propio chocolate- Agrego Draco.

Sabía que Severus estaría escuchando eso, por lo mismo no quise agregar nada más, no quería que viera lo duro que se me estaba haciendo olvidarlo, ahora él tenía la vista clavada en algún lugar lejano, como si estuviera pensando en algo detalladamente, para mi sorpresa el timbre sonó demasiado rápido y mi tortura había llegado.

Sebastián me volvió a tomar de la mano y fuimos directo al salón de biología en un tranquilo silencio, mi mente vagaba muy muy lejos de ahí, ¿Por qué Severus se habría puesto así? ¿Sería por mí y por Sebastián? “No idiota, recuerda que él te dejo no te quiere” me repetía una y otra vez a lo largo del trayecto hacia el salón.

Por fin llegamos y Sebastián se fue a su lugar, no sin antes darme un suave beso en la frente… camine hacia mi lugar aún embobado.

Severus ya se encontraba ahí con la mirada de nuevo perdida en algún lugar lejano, me senté a su lado pero el pareció no darse cuenta de mi presencia, no soportaba la idea de que estuviera de esa manera por mi así que tuve que juntar todo mi valor para preguntar.

-Se… Severus,- Mi voz se quebró -¿Estas bien?

Giro a verme con la sorpresa escrita en su cara.

-Sí, ¿Alguna razón en especial por la que preguntes eso?- Pregunto con su tono frio y Cortez que utilizaba para los simples humanos.

-Humm… no, simplemente te he visto muy triste estos últimos días y me preguntaba si- carraspeé un poco -¿Te podría ayudar en algo?

Por un momento sus ojos se llenaron de alguna emoción que no pude reconocer y luego volvió a poner cara de nada.

-No, muchas gracias. Mejor vete a ocupar de tu noviecito- Utilizo su tono despectivo.

-Él y yo no somos novios- Dije enojado.

-Pues eso son lo que parecen. – dijo con un tono cargado de amargura.

-Pues no, te equivocas- Dije aún más irritado, no tenía derecho a decirme eso ¿Quién demonios se creía?

-Humm- Fue lo último que dijo.

Por suerte el profesor comenzó la clase en ese mismo instante, tuve que sostenerme en la barra para aplacar mis ganas de gritarle, ¿Quién demonios se creía para hablarme así? El me hizo lo mismo y nunca le conteste tan fríamente. Severus ya no me amaba eso me quedaba más que claro ahora, las lágrimas luchaban por salir de mis ojos pero tuve que respirar varias veces para que se calmaran, Severus me vio por el rabillo del ojo suspiro y luego se volvió a voltear.

La clase se pasó demasiado rápido como para notarla, estaba demasiado ocupado luchando contra mi enojo con Severus, era injusto que me tratara así, yo no le había dado ningún motivo.

El timbre sonó y Severus se levantó igual de rápido como era su costumbre, me pareció escuchar un “lo siento” pero lo ignore no iba a sufrir más por ese maldito vampiro.

Sebastián llego a mi lado en menos de medio segundo y me volvió a tomar de la mano, ahora con mucha más fuerza, no me había dado cuenta que tenía unas manos muy muy suaves y cálidas, me sentí cómodo con su tacto.

La clase de gimnasia se pasó demasiado rápido. Estuve un poco más cómodo de lo normal ya que cierto vampiro que me mataba con la mirada había desaparecido de la escuela como por arte de magia aunque aún me seguía preguntando el porqué de su huida, gracias a mi buena suerte la clase se pasó demasiado rápido y el timbre sonó antes de que me diera cuenta.

Bien eso solo podía significar una cosa que ya era tiempo de irme con Sebastián al cine ósea que eso quería decir que Diana y Albafica estarían de chaperones ¿No creen que estoy demasiado grandecito como para saber cuidarme solo?

Sebastián me alcanzo en la puerta del gimnasio.

-Pequeño ¿Estás listo?– Me tomo de la mano.

-Si más que listo- Le sonreí.

Me jalo hasta el estacionamiento donde otra vez todos los alumnos nos observaban con ojos curiosos, por el rabillo del ojo vi que Diana me saludaba con la mano y le regrese el saludo, antes de darme cuenta que Severus estaba a su lado observándome con una sonrisa de suficiencia en la cara ¿Por qué sonreirá? ¿Qué será tan gracioso?

-Cariño déja te abro la puerta.

Me quede embobado viendo el auto que estaba frente a mí, era un Mustang GT turbo negro como los hermosos ojos de cierto vampiro

-Wow ¿Esto es tuyo?- Sonreí

-Jajaja así es pequeño.- Sebastián cerró la puerta detrás de mí y fue a subirse por su lado.

-Oye-Mis mejillas se pusieron rojas -disculpa mi incumbencia pero ¿Por qué si tienes este auto tus papas se vinieron a vivir aquí y tu papa está trabajando como policía?- Ok tal vez fui muy dura con mi tono de voz, porque se quedó con la boca abierta por la impresión para luego después echarse a reír entre dientes.

-Vaya!!... ¿Eres muy curioso lo sabias?- Volvió a reír -Pues… mis papas no me han regalado el auto, fueron mis abuelos como soy el único nieto hombre y pues… digamos que me dan todo lo que quiero, aunque yo no lo acepto, no quiero hacer sentir mal a mis papas, aparte de que no me falta nada.

-Oh, entonces ¿Por qué aceptaste el auto?

-Pues– Se puso serio por un momento -no me lo regalaron, yo trabaje para comprarlo, veras el verano pasado me fui a New York a trabajar en la empresa de mi abuelo como su asistente personal y así fue como me lo compre no quiero ser el típico hijo de papi o más bien de abuelo- Sonreí ante la idea -que tiene todo lo que quiere cuando quiere.

-Eso es muy noble de tu parte.- Que lindo y tierno era… era tan despreocupado, algunas veces era tan fácil que Sebastián me gustara… pero no, mi cuerpo demandaba unos brazos diferentes y mi boca unos labios que no eran los suyos… me sentí mal por no poder hacer que me gustara tanto como yo le gustaba a él.

Sebastián siguió hablando sobre su escuela, donde era el lugar donde vivía sus amigos etc. etc.… emití algunos oh y ah en los momentos adecuados para que pensara que le estaba prestando atención pero la verdad era que mi mente ya volaba a varios cientos de kilómetros de ahí, más que estar en el centro de Londres, mi mente se encontraba junto a Severus aunque yo sabía que él no me veía de la misma manera que yo a él lo seguía amando con cada célula de mi cuerpo y eso dolía más que nada porque sabía que el sentimiento nunca fue mutuo.

Me forcé a pensar en la razón por la cual Severus estaba en Londres… Bellatrix… un escalofrió recorrió mi cuerpo, ella estaba esperando a cualquier error por parte de mis cuidadores para atacarme, cualquier fisura en mi cuidado para matarme, me pregunto si no hubiera sido menos doloroso que ya hubiera terminado con todo esto. Sabía que Diana y Albafica estarían siguiendo el auto en este instante, iba a ser demasiado difícil olvidarme de que ellos iban a estar observando cada uno de mis movimientos y que luego Severus tuviera que verlos en su mente.

Lo amaba. Era lo mejor que me había pasado en mi vida pero tendría que olvidarlo sin importar que él ya había seguido adelante y como había dicho antes sabía que a la larga lo perdonaría por estar con Andre lo único que realmente me importaba era su felicidad y sabía que junto a mí no la había encontrado.

De pronto, de un enfrenon ya estábamos afuera de los cines, este había sido el viaje más corto que había tenido en mi vida, o seria que había estado tan perdido en mis pensamientos que no lo había notado.

-¿Qué quieres ver cariño?- Sonrió de manera angelical.

-Eh… lo que tú quieras Sebastián- Me perdí en sus ojos verdes eran demasiado hermosos y me tomo de la mano.

Llegamos a las taquillas y Sebastián compro boletos para una película de vampiros sádicos, para variar era lo que me faltaba entramos y compramos palomitas y refrescos yo estaba con los ojos muy abiertos para ver cualquier señal de Diana o Albafica pero no los vi, ni siquiera cuando entramos a la sala.

-Cariño ¿Estas bien?- Me dijo con voz ansiosa mientras nos sentábamos en los asientos -¿No te gusto la película que elegí?- Dios era tan lindo cuando se preocupaba.

-No, estoy bien, lo que pasa es que me da un poco de miedo la película- “si claro idiota como si esa fuera la razón” pensé en mi fuero interno.

-Oh, no te preocupes aquí estaré para abrazarte si te da miedo- quito el brazo del asiento y me abrazo.

-Gracias Sebastián- Sonreí de corazón.

-No hay de que pequeño.

En ese momento empezó la película. Me conmociono un poco la imagen que ponían sobre los vampiros era total y completamente falsa yo estaba más que seguro de eso, los vampiros no eran aquellos seres horribles que tenían los colmillos llenos de sangre ni esa fea ropa, Diana hubiera muerto si tuviera que utilizar eso, eran las personas más sensibles que existían en todo el mundo, independientemente de que fueran más rápidos o más hermosos que los humanos sentían de igual manera, se enamoraban de igual manera, sufrían de igual manera.

Este pensamiento hizo que la herida de mi pecho se abriera una y otra vez haciéndome sentir un dolor inmenso, las lágrimas intentaban salir de mis ojos pero las detuve.

Cada vez que me estremecía Sebastián pensaba que era por miedo, y me abrazaba con más fuerza hasta el final de la película que yo quede acostado sobre su pecho y el me rodeaba la cintura con sus brazos. Me sentía realmente cómodo en esa posición, pero él no era con quien yo quería estar de esa forma tan íntima.

-Pequeño salgamos de aquí- Murmuro en mi oído, su aliento me hizo estremecer.

Me tomo de la mano y salimos del cine, un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, afuera ya era de noche y hacia mucho frió.

Sebastián al ver eso se quitó su suéter dejando ver su camisa blanca entre abierta y su pecho bien formado, me quede embobado viéndolo y el solo rió entre dientes.

-Anda pequeño, te vas a congelar.- Sonrió.

-Oh si disculpa.- Me sonroje.

Me ayudo a ponerme el suéter pero justo cuando me ayudo a ponerme el cuello, su cara quedo a centímetros de la mía, podía sentir su aliento en mi cara olía muy bien, me acerque un poco más por inercia y nuestras narices casi se tocaban, puso sus manos en mi cintura y me acerco un poco más a él, nuestros labios estaban a un centímetro de tocarse y…
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Helen Black P
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MensajeTema: Re: Logrando lo imposible capitulo 8   Logrando lo imposible capitulo 8 I_icon_minitimeDom Jul 06, 2014 7:58 pm

Por Merlín, una parte de mi quiere que lo beso y otra es que solo debe besar a Severus, esto es confuso, por que quiero verlo juntos, pero Severus se ha estado pasando con el pobre de Harry, un poco de venganza no estaría mal.
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MensajeTema: Re: Logrando lo imposible capitulo 8   Logrando lo imposible capitulo 8 I_icon_minitimeMiér Jul 09, 2014 12:12 am

Muajajajaja tienes razón venganza.
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MensajeTema: Re: Logrando lo imposible capitulo 8   Logrando lo imposible capitulo 8 I_icon_minitime

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