-No creo que te importe demasiado Severus- Le grite en la cara- Así que ¿Me podrías hacer el favor de soltarme y meterte en tus asuntos?
-No- Me vio con ojos soberbios- Mientras yo te esté cuidando, tu no vas a ir a ningún lugar que yo no te autorice.- me sonrió con aires de grandeza.
-Ja, Ja, Ja no me hagas reír Severus Snape, sabes bien que con los licántropos estoy igual de seguro que con ustedes, así que si me disculpas, me tengo que ir, suéltame ahora.
Nos miramos con rabia fijamente hasta que respiro hondo y me soltó, solo para agarrarme por la cintura y cargarme hacia su carro.
-Severus bájame en este instante, ¿Quién demonios te crees que eres?- Le gritaba mientras me cargaba como si fuera una mochila- Bájame como un demonio!!!.
Todo el colegio nos veía con desconcierto, bonita escena has de estar dando Harry!!!, me dijo mi voz interna. Me metió en el asiento del copiloto y se subió a su asiento para luego arrancar a toda velocidad hacia su casa.
-Eres la persona más terca que he conocido en toda mi existencia- Me grito en la cara.
-Y tú el más entrometido que yo haya visto- Le respondí con el mismo tono.
Se tomó el puente de la nariz y empezó a respirar hondo sin abrir los ojos, obviamente yo sabía que no tendría por qué preocuparme por la carretera ya que bueno, estábamos hablando de Severus, estaciono el auto en un pedazo de tierra y se volteo para mirarme fijamente.
-¿Sabes el susto que me dio no verte en el estacionamiento?- Me dijo con impotencia.
-A ti que te importa si yo estaba o no en el estacionamiento Severus, ni tu ni nadie me va a prohibir ver a mis amigos, y menos a Arturus - Dije entre dientes.
-Pues ¿Sabes qué? Te comunico que mientras yo te esté cuidando, vas a estar en el lugar donde yo quiera, porque no voy a dejar que andes solo con una manada de hombres lobo adolescentes y con una asesina psicópata suelta que lo que más desea es matarte, así que, te vas a tener que atener a lo que yo diga.- Me observaba con aquellos ojos negros que tanto me mataban, ¿Qué podía hacer al respecto? Obviamente no iba a dejar que me tratara de esa manera, ya que él estaba con Andre, pero mi pregunta era ¿Por qué le preocupa tanto que me pase algo a mí? Regrese de mis cavilaciones y vi que él esperaba una respuesta de mi parte.
-Ja, Ja, Ja, disculpa, pensé que Louis estaba en la comisaria- Lo dije con todo el sarcasmo posible- y a todo esto, ¿A ti porque te importa tanto que yo siga con vida? ¿No crees que sería mejor que Bellatrix me llevara así te ahorras el disgusto y los problemas con Andre?- Ouch eso me dolió más que nada.
La expresión en sus ojos cambio, fue como si lo hubiera agarrado de sorpresa, ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué él me quería hacer sufrir más de lo que yo podía soportar?
-Humm- Dudo un poco, suspiro y luego prosiguió -Pues, Esteee... porque he hecho demasiado esfuerzo por mantenerte con vida durante todo este año, y no pienso dejar que Bellatrix te mate por un error mío por eso me importa tanto, y por favor no seas tan melodramático ¿Si? Que ella no se va a acercar a ti mientras yo esté aquí, y los problemas que yo tenga con Andre no es asunto tuyo.
Arranco el auto y acelero, sus palabras retumbaban como taladros en mis oídos, las lágrimas empezaron a rosar mis ojos, había empezado a concebir esperanzas incluso antes de que yo me hubiera dado cuenta, ósea que él no me estaba defendiendo porque aún me amaba, sino porque era una simple obligación, Severus siempre había sido así, cumpliendo promesas y obligaciones, no lo hacía por gusto, una lagrima gorda recorrió mi mejilla y un sollozo quería salir, gritando por mi boca, me mordí la lengua para ahogarlo, estaba completa y totalmente seguro de una cosa, había perdido a Severus para siempre, en un abrir y cerrar de ojos nos encontrábamos afuera de su casa, me baje del auto y azote la puerta, Diana y Eileen salieron corriendo a recibirme.
-Mi pequeño Harry! Qué bueno tenerte aquí de nuevo - Oh por eso amaba a Eileen, es como mi propia madre.
-Bonita escena hicieron ustedes dos en el colegio eh- La vocecita cantarina de Diana sonaba burlona.
Resople -Pues eso díselo a tu hermano que me arrastro al auto.
-Severus Snape, ¿Qué hiciste qué? - Eileen volteo a ver a su hijo con gesto de desaprobación.
-Sí, lo lleve de regreso al auto y no voy a pedir disculpas, más bien él es quien debería de estar arrepentido- Me apunto con uno de sus dedos níveos -Yo lo único que estoy haciendo es hacer que su vida dure un poquito más, y él me lo pone demasiado difícil.
-Pues nadie te lo ha pedido Severus- Masculle
-Eso es lo que tú crees- Me dijo con tono hostil
Pum… pum… pum… otros tres golpes a mi corazón de por sí ya casi muerto, el no entendía que yo ya había muerto desde aquel día en el bosque, no ,él no lo entendía, mis ojos se rozaron de lágrimas y corrí hacia adentro de la casa, subí a la recamara de Diana agarre mis cosas y baje las escaleras no quería estar ni un momento más en esa casa, no quería verlo esto se me hacía cada vez más duro, el me daba mil razones para odiarlo pero tenía mil y un razones más para amarlo, esto era demasiado, al bajar las escaleras Diana y Eileen estaban esperándome en el recibidor.
-¿Harry? ¿Porque traes todas tus cosas?- Diana me vio con exasperación.
- Diana, llévame a casa, Eileen- La voz se me quebró -Muchas gracias por dejarme estar aquí, pero ya no puedo, no puedo, siento que me estoy muriendo.
-Oh… Harry querido siento mucho todo esto- Me abrazo
-Diana por favor, si me quieres, llévame a casa realmente no quiero estar aquí, no lo tomen a mal, pero por favor - Empecé a balbucear intentando retener lo mas posible el sollozo.
-Calma Harry- Diana me acaricio los cabellos -Anda vamos te llevare a tu casa.
Me despedí de Eileen con un beso y fui directamente al coche de Diana las lágrimas me impedían ver el camino de regreso a casa, me sentía horriblemente mal la cabeza me daba vueltas y era difícil de respirar, pero nada de eso era comparable al dolor del hueco en el pecho que se extendió a todo mi cuerpo dejándome atolondrado, una vez más me deje caer en aquel abismo de inconsciencia que ya conocía tan bien mi alma se encontraba ya a kilómetros de distancia.
¿Qué alguien me diga qué demonios he hecho para merecer esto? ¿Porque hay tanto desprecio de su parte? ¿Qué le hice?, las preguntas asaltaron mi mente una vez más, los sollozos no se controlaron y en un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba afuera de la casa de Louis comenzaba el crepúsculo, de nuevo los recuerdos rondaban por mi mente, el primer beso, el día en el prado, la noche que pasamos juntos, mi cumpleaños, la graduación, nuevos sollozos salieron de mi boca y lo que me regreso a la realidad fueron los brazos fríos y fuertes de Diana tomándome por los hombros.
-Calma Harry, veras que todo esto va a pasar en algún momento- Me susurraba
Me tranquilizo un poco estar con Diana ella era mi mejor amiga, ella entendía por lo que estaba pasando, aunque también me dolía demasiado porque era una conexión muy fuerte con el gran amor de mi vida.
-Muchas gracias Diana- Le dije cuando me tranquilice un poco -Nos vemos mañana.
Baje del coche a trompicones, por suerte Louis aún no estaba en la casa, subí a mi cuarto y me tumbe en la cama me tome las piernas con los brazos y me deje ir en aquel duermevela que tanto me llamaba, no supe cuándo ni cómo, pero me desperté justo cuando Louis se estaba yendo al trabajo, mire el reloj de la mesita de al lado de mi cama y eran las 9:30 am, no había ido a la escuela gracias a dios, no sé si hubiera sido capaz de soportar otra tortura como la de ayer.
Me levante de mi cama a regañadientes y fui a tomar una ducha caliente me hizo sentir de nuevo yo, el Harry de antes, salí del baño y fui directo a mi buro, mi teléfono celular estaba vibrando abrí la tapa del teléfono y decía Diana no, no iba a contestar, no quería hablar con nadie que no fuera Arturus, él era el único que me podría calmar en este momento, espere a que dejara de vibrar y marque el número de Arturus.
-¿Si diga?
-¿Arturus? Soy Harry- Bien estaba en su casa, gracias a dios
-Harry! que sorpresa escucharte desaparecido ¿Cuándo vienes a visitarme? Ya te extraño
-Humm ¿Te molestaría si voy ahorita?- Por favor que diga que no, que no hay problema necesito hablar con alguien
-Claro que no, tontito, vente aquí iremos a algún lugar, a la playa- Se rio con su voz gutural
-Bueno Arturus… llego en una hora, tengo que dejarle la cena hecha a Louis.
-Claro Harry no te preocupes aquí te espero
-Nos vemos
-Adiós
Cerré la tapa del teléfono y una vez más comenzó a vibrar, suspire, no tenía intención de contestar, no quería escuchar a Diana así que preferí enviarle un mensaje de texto para que así se dejara de preocupar.
Diana:
Estoy bien no te preocupes, no estaré aquí en mi casa hoy, así que mañana nos vemos besos.
Harry.
Listo, mensaje enviado, baje corriendo las escaleras y fui directo a la cocina, no quería tardarme más de lo necesario haciéndole la cena a Louis saque todas las cosas del refrigerador y me puse a hacerle la cena a la mayor velocidad posible, cuando la cena ya estaba terminada subí corriendo a mi cuarto, tome mi chaqueta y mi celular y fui directo a mi auto.
Arranque y subí a la mayor velocidad posible, lo que más deseaba era alejarme de Londres, todo lo que veía, todo lo que sentía y olía me recordaba a él, me puse a pensar en mi vida, y me di cuenta del cambio tan extremo que había dado de uno año hacia acá, muchas cosas inesperadas habían pasado, mi vida se había vuelo un completo y total cuento de hadas, donde lamentablemente yo ya no era el pequeño doncel indefenso, desearía que nada de esto hubiera pasado, que Severus nunca se hubiera ido y siguiéramos siendo los mismos, las lágrimas desbordaban mis ojos y toda mi felicidad quedo reducida a polvo -O más bien lo que quedaba de mi felicidad- hasta ese momento no me había dado cuenta que yo no merecía a Severus, él era demasiado para mi yo no me lo merecía.
En esos momentos ya me encontraba afuera de la casa de Arturus y él estaba afuera esperándome.
-Hey Harry- Su sonrisa fue sustituida por asombro- ¿Qué, que tienes pequeño? ¿Qué te pasa?-Sus grandes brazos me tomaron por la cintura y me apegaron a su caliente pecho.
No pude más que sollozar por un buen tiempo, Arturus me llevo al interior de su cabaña y me sentó en el sillón, no dijo nada, solo acariciaba mi cabello y algunas veces me daba pequeños besos en la coronilla, cuando me calme por fin pude hablar con la voz ronca.
-Lo siento mucho Arturus, realmente necesitaba verte- Le dije mientras levantaba la cabeza para ver sus oscuros ojos.
-No te preocupes Harry, solo que me podrías explicar, ¿Cuál es el motivo por el que estés sufriendo tanto? ¿Acaso es esa maldita garrapata de nuevo?- Su voz se tornó siniestra.
-No, no Arturus es por mi, soy la persona más estúpida que hay en el planeta, tengo que entender que el ya no me ama y que esta con otra persona, que si le puede ofrecer todo lo que él necesita.
Me abrazo fuertemente y me dijo
-Nunca en tu vida vuelvas a decir eso, más bien tu eres demasiado para ese idiota, cualquier persona hubiera matado por la oportunidad de estar contigo tal y como él lo hizo
-Gracias gran tonto! por eso eres mi mejor amigo- Le di un beso en la mejilla
-Y bien Harry, me urgía verte tengo que contarte muchas cosas- Sus ojos brillaron de la emoción.
-Ja Ja, ok Lobito pero vamos a la playa, no quiero estar encerrado por mas tiempo.
Caminamos por toda la playa de media luna hasta llegar a nuestro árbol y hay en una rama sobresaliente nos sentamos a admirar el atardecer, el crepúsculo.
-Pues bien Harry, no quiero que vayas a gritar de la emoción ni nada por el estilo ¿Está bien? Pero… este…-Me agarró las dos manos con fuerza y suspiro- Tengo novia, es Artemis… llevamos una semana… y cada día la amo más, nunca me di cuenta de que era la persona perfecta para mi… hasta que tú sabes, se convirtió en lobo y pues estamos juntos -Sonrió de la forma que más me gustaba.
Me quede boquiabierto, Artemis una mujer lobo… realmente yo estaba condenado a vivir en un mundo fantástico.
-Vaya, felicidades Arturus- Le sonreí y lo abrase- Wow… ¿Cuándo paso lo de Artemis? Pobrecita me imagino que la ha de haber pasado muy mal.
-Humm… pues sí, primero si estaba muy triste… pero con mi ayuda ya está mejor… te juro Harry que la amo… es lo mejor que me pudo pasar en la vida… -Suspiro y miro al horizonte.
-Oh Arturus eso es genial!!!... me alegro mucho por ti y por ella..., - Suspire, Ok… todas las personas a mi alrededor estaban juntas menos yo… una vez más me quedo claro que yo era el bicho raro de Londres o más bien de toda la existencia.
-Humm… si Harry, pero haber no estoy aquí para seguir hablando de eso, vamos a temas de más importancia, ¿Cómo sigues después de lo del imbécil de Snape? Dime si te ha hecho algo, porque te juro que si así ha sido lo matare -Volvió en su cara aquella mascara amarga que hacía que mi Arturus desapareciera.
-No Arturus, más bien yo soy quien siempre está entrometiéndose en su vida ¿Sabes? parece como si el destino me llevara al mismo lugar donde él está solo para hacernos la existencia más indeseable de lo que ya es.
-Bueno y ¿Por qué no te alejas de él y ya? - Lo dijo como si fuera lo más obvio y fácil que hubiera.
-No puedo Arturus, aunque eso quisiera, es algo más fuerte que yo, aparte de que estos días he estado en su casa, porque me quieren tener protegido, ya que Bellatrix ha regresado.-Un escalofrió recorrió mi espalda al recordar aquel cabello negro y aquella cara a con rasgos felinos.
-¿Qué Bellatrix qué?- Se paró de un salto- Demonios Harry, ¿Por qué no me habías dicho nada? ¿Acaso estas mal? nosotros te protegeremos.
-No, no Arturus no quiero involucrar a la manada en esto.
-La manada está involucrada desde hace demasiado tiempo- Sus manos comenzaron a temblar y la máscara amarga resurgió de nuevo.- Y tú eres nuestra prioridad ahora.
-Arturus por favor- Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos- No quiero ponerte en peligro.
En ese momento le dio un ataque de risa que hizo que se sentara, después de secarse las lágrimas volteo a ver mi expresión que era de escepticismo.
-Disculpa Ja, Ja… es que realmente me hiciste reír, enserio cariño, no te preocupes - Me abrazo y me llevo a su pecho donde recargue mi cabeza.- Yo voy a estar perfectamente bien.
Suspire -Eso espero Arturus.
Estuvimos platicando de muchas cosas triviales hasta que oscureció, como extrañaba hablar con él, hizo que me riera y esquivara el dolor aunque fuera por un rato y bueno, me alegraba demasiado que por fin hubiera encontrado a alguien que correspondiera sus sentimientos, mala suerte que no fui yo.
Cuando llegue a casa, Louis estaba desparramado en el sillón.
-Harry llegas un poco tarde.
-Ah… si tio es que estuve en Golden, con Arturus
-Humm… está bien no te preocupes, por cierto -Separo la vista del televisor y me vio con ojos de curiosidad -Te llego eso- Apunto con su dedo un gran ramo de rosas blancas muy bonitas que estaba sobre la mesita del teléfono- Te lo trajo Sebastián, muy buen chico por cierto Harry.
La voz de Louis se fue haciendo cada vez más lejana, mire el ramo de rosas y en él había una tarjetita.
Harry:
Hoy no te vi en la escuela y me preocupe, espero que te gusten las flores y que estés bien, nos vemos mañana.
Por cierto las rosas blancas me recuerdan a ti.
Con cariño
Sebastián.
Me quede boquiabierto, el rubor empezó a subir hacia mis mejillas, tome el ramo de flores y subí corriendo a mi habitación lo deje en mi escritorio y lo estuve observando por un buen tiempo, él se había preocupado por mí, Sebastián era un chico muy lindo, lástima que se parecía tanto a Severus, que lindo gesto de su parte el haberme mandado flores. Sonreí ante la idea de hacerme novio de Sebastián -no idiota! no puedes hacer eso lo vas a lastimar- la vocecita de la conciencia empezó a retumbar en mi cerebro y me saco de mis cavilaciones suspire una vez más no, no puedes ser tonto, ya no mas Harry, yo no podía jugar con los sentimientos de las personas tal y como lo habían hecho conmigo, eso no era justo.
Mientras pensaba en todo esto se escuchó un fuerte golpe en mi ventana, como si la hubieran abierto voltee y ahí estaba recargado en el marco con la vista fija en aquel ramo de flores blancas.
-Humm… Bonito buque, aunque yo te hubiera escogido lirios.
Me sobresalte y me quede congelado.
-Harry, necesito hablar contigo
Y ahí fue cuando toda mi disposición se quedó reducida a polvo.