Almas perdidas capítulo 4 Cerrando puertas

Al fin la normalidad volvía a instaurarse en sus vidas, después de tanto sufrimiento. Harry lo sentía por los Weasley, especialmente por Molly, que aún no podía creer que su hija hubiese hecho aquellas maldades, lo sentía además porque ésta les culpaba a él y a Severus de la desgracia de su hija, no se atrevía a decirlo claramente pero tampoco era necesario, su actitud lo decía todo.



Harry dejó de frecuentar la Madriguera, pero no la casa de Ron y Hermione, ellos eran como los hermanos que nunca tuvo, habían pasado demasiadas cosas juntos y los lazos que les unían no eran fáciles de romper. Se querían entrañablemente.



Ron era el que peor lo estaba pasando pues aunque intentaba disculpar a su madre, sabía que no era justo en absoluto que le echara la culpa a Harry y su pareja.



Todos conocían las esperanzas que siempre había albergado Molly de que su hija y Harry se casaran. La mujer, sufrió una enorme decepción cuando Harry dejó a Ginny, y nunca aceptó a Severus, nunca lo había soportado ante y luego además le consideró el culpable de la ruptura de Harry y su adorada pequeña, y eso que habían empezado su relación un año después de su ruptura.



En cuanto a Ginny, su obsesión por Harry la había trastornado por completo. Los veinte años  encerrada en San Mungo que le había impuesto el Wizengamot, eran un gran castigo para cualquiera, pero de cualquier forma la enfermedad de la pelirroja no tenía solución.



Los Medimagos les habían dicho que era una enferma mental y que podría llevar una vida normal pero que precisaría de vigilancia y medicación adecuada, durante el resto de su vida.



Para Ron que quería muchísimo a su hermana, había sido una noticia terrible, un auténtico mazazo, pero  no por ello olvidaba todo el daño que ésta había causado, aún así no podía dejar de compadecerla.



—Dale tiempo Harry— suplicó Hermione—.Ha sido demasiado para Molly.



—Sí, ha sido demasiado para todos, especialmente para Severus, Hermione…Lo siento por Molly, pero odia a mi esposo y éste nunca les ha hecho nada, si me quisieran realmente lo aceptarían. —cerró los ojos con fuerza, no iba a permitirse llorar ante ellos.



>> Si ellos no son capaces de aceptar lo nuestro, yo…de veras que lo siento Ron, es tu familia y llegué a pensar que en cierto modo también la mía, pero he visto claro que no y…No quiero volver a saber de ellos nunca más—repuso Harry amargamente. Estaba muy triste—. Si no os importa me iré a casa, quiero estar a solas con Sev y ver como recomponemos nuestra vida, después de todo lo sucedido.



—Harry…—llamó suplicante la castaña, intentando detenerle en vano.



—Déjale Hermione—pidió el pelirrojo gravemente—es mi familia, pero él tiene razón y yo no pienso dejarle a un lado. Harry es como mi hermano…y si no lo entienden lo siento por ellos.



Hermione sonrió entre sus lágrimas y le besó con fervor. Ese era el verdadero Ron, del que ella se había enamorado sin remedio cuando aún era una chiquilla.





Harry salió del café donde había entrado a tomar algo con sus amigos después del juicio. Severus no había querido asistir, sabía que su presencia solo provocaría  más dolor y especulaciones innecesarias, además del acoso de los periodistas, y ya había tenido bastantes trastornos en su vida, por el resto de sus días.



Lamentaba lo de la pelirroja, por su familia sobre todo, pero por nada más. Ginny Weasley siempre le había parecido una mimada caprichosa acostumbrada a obtener lo que quería sin importarle los medios para conseguirlo. Él casi había muerto por su culpa, así que no la perdonaba, por lo que le había hecho a él, pero sobre todo por haber hecho sufrir a Harry.



Severus creía firmemente que si amas de verdad a alguien debes dejarle ir aún a costa de tu propia felicidad. Decían que Ginny Weasley estaba loca y quizá fuera verdad. Lo cierto era que no le importaba lo más mínimo, en su opinión tenía lo que se merecía.



Él dejó ir a Harry cuando terminó la guerra, porque el chico estaba confuso y parecía feliz con la pelirroja.  Por eso se alejó de su vida con el corazón desbaratado, pero cuando dos años más tarde descubrió que no era así y que Harry había terminado su relación, decidió ser honesto consigo mismo y con el joven y decirle lo que sentía realmente por él. No iba a desperdiciar la maravillosa experiencia de tener a Harry a su lado, si es que eso era posible.



No fue fácil, pues Harry tras terminar con Ginny de una manera poco amistosa, no tenía ganas de comenzar una relación con nadie. Le costó casi un año aclarar sus sentimientos y aceptar que lo que Severus decía sentir por él era real y que no estaba soñando.



A partir de ahí todo había sido muy rápido, pues no tardaron en darse cuenta de que no podían vivir uno sin el otro y se casaron seis meses después.



¡Que se fueran al diablo todos los Weasley y la matriarca primero! ¡Era muy injusto lo que Molly estaba haciendo con Harry !,sabía de sobra que a él le detestaba, pero como eso era algo que sabía hacía años no era algo que le preocupase demasiado, pero Harry era otra historia muy diferente.



Sabía lo que esa familia había significado siempre para su pareja, eran la familia que nunca tuvo. Bien, era hora de que se enteraran que Harry era suyo, y no iba a permitir que ninguno de ellos le hiciera daño nunca más.



Solo toleraba a Ron y porque había demostrado sobradamente que quería a Harry de veras, pero se juró a sí mismo que a partir de ahora ningún miembro de esa familia volvería a entrar en sus vidas. No si él podía impedirlo.



Si Harry quería una familia, él le daría una propia, además, estaba dispuesto a ponerse en labor aquella misma noche, si Harry estaba de acuerdo. Sonrió mientras apretaba con fuerza en su mano el frasquito de poción fertilizante que guardaba en el bolsillo.














Severus no le dio tiempo a nada, en cuanto Harry traspasó el umbral de la puerta de su casa, se abalanzó sobre él aplastándolo contra la pared apoderándose posesivamente de su boca, mientras sus manos acariciaban posesivamente sus exquisitas nalgas y rozaba sinuosamente su cadera con la de su pareja, haciéndole gemir.



¡Merlín! Los gemidos de Harry en su boca eran tan sublimes…le ponían a mil, no había sonido mas delicioso y caliente en el mundo para Severus que ese…



No habían hecho el amor desde su regreso y tenía verdadera necesidad de su pareja, por tantas y tan poderosas razones…que la mejor manera que tenía de decírselas, mucho mejor que con palabras era haciéndole el amor.



Severus manifestaba a través de sus caricias, sus besos y su pasión, todo el amor que sentía por Harry, como le adoraba y cuanto le necesitaba, y se lo demostraba adorando cada centímetro de piel expuesta del joven casi con reverencia…como solo él sabía hacerlo, haciendo sentir a Harry el ser mas especial del mundo.



El hombre de ojos negros, era parco para expresar con palabras lo que sentía hacia su pareja, pero Harry,  que le entendía como  nadie, agradecía sobremanera, todo su ser lo agradecía de hecho, esa manera tan divina de Sev de evidenciar su insaciable apetencia por  él…



Por eso cuando le mostró el pequeño frasquito, la comprensión se dibujó de inmediato en la verde mirada al tiempo que exclamaba muy emocionado…



— ¡Oh por Dios, claro que quiero Sev…!



Formar su propia familia siempre había sido el mayor deseo de Harry y ahora Severus le ofrecía esa maravillosa posibilidad, tener a sus hijos, hijos suyos y de Sev, era algo que Harry siempre había deseado con toda su alma. ¡Bendito mundo mágico que permitía que eso fuera posible!

Severus le dio la poción y le desnudó rápidamente y una vez que le tuvo a su merced, inmovilizó sus manos con una cinta de seda negra, que ató a la cabecera de la cama. Harry protestó débilmente…



—Por favor Severus…yo también quiero tocarte…



—Luego, ahora es mi turno de saborearte Harry…



No fueron tanto sus palabras como el sensual tono que el mayor había empleado, cargado de lujuria…lo que hizo que el pene de Harry se pusiera duro como una piedra. Claro que… también tenían su importancia las vívidas sensaciones provocadas por  las caricias de su pareja.



La candente boca de Severus se estaba ocupando ahora y a conciencia, de la sensible oreja de Harry, en especial de un receptivo punto ubicado justo detrás de la misma, su toque hacía que los ojos verdes se oscurecieran de pasión y gimiese una y otra vez  mientras se estremecía de gusto, sobre todo ahora que la mano derecha de Severus se ocupaba  sabiamente de su palpitante erección y la izquierda pellizcaba uno de sus erectos pezones.



Cuando Severus se ocupó con glotonería del pene de Harry, engulléndolo hasta que rozó su campanilla, para ascender a continuación hasta el sensible glande, mientras rozaba el pene del joven con los dientes, Harry gimió y se arqueó de tal modo, con todo su cuerpo rogando y suplicando por más, que Severus se vió en la necesidad de complacerle, pero sin prisas.



No tenía ninguna prisa en absoluto por dejar de saborear  completamente el delicioso y sensible cuerpo de Harry, ninguna urgencia…por conducir a Harry  a la más exquisita de las locuras, quería prolongar lo más posible el goce de su esposo y el suyo propio al provocarle de ese modo. La recompensa valía la pena.



Cuando vio que Harry realmente no aguantaría mucho más y tras prepararle adecuadamente, entró en él de un sola estocada. Harry entrelazó las piernas alrededor de la cintura de su pareja para sentirle lo más profundamente posible. Severus se inclino y se besaron con fiereza, las lenguas se enzarzaron acariciándose… reconociéndose… No era un beso amable, era pura pasión, puro deseo…



Severus soltó la cinta que amarraba las manos de Harry y éste  perdió de inmediato sus dedos entre los suaves mechones del pelo de su pareja que tanto adoraba, mientras intensificaba aquel beso que no quería que terminara…Harry se abrazó a Severus con brazos y piernas mientras se besaban a placer y las embestidas eran cada vez más rápidas. Harry se tensó y echó la cabeza hacía atrás gimiendo fuerte cuando el orgasmo sacudió hasta la última célula de su ser, inmediatamente, Severus alcanzaba también el suyo y lanzaba un grito ronco.



Poco después los amantes con sus cuerpos saciados, sudorosos, jadeantes y absolutamente felices… se susurraban tiernas palabras de amor mientras se daban besos de mariposa.



Ahora solo quedaba esperar un tiempo, para ver si su pasión había dado el fruto esperado, sino…siempre podían repetir.