Araleh Snape
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| Tema: La familia que siempre quise. Capítulo 18. Sáb Jun 29, 2013 1:33 pm | |
| CAPÍTULO 18
UN DIA MALO… NO TAN MALO, PARA SEVERUS
Durante las clases, Ron intentó de nuevo convencer a su amigo de ayudarlos, tal vez con un poco de tiempo conseguiría que los resultados fueran diferentes, pero Harry no cambiaba de postura, lo único a lo que accedió fue a estar presente en el momento crucial para los chicos y apoyarlos, no podía hacer nada más. Al llegar el final de las clases, Ron jamás se había visto tan nervioso y caminaba junto a Harry rumbo a las habitaciones del profesor de pociones.
— Aún estás a tiempo de recapacitar. —suplicó antes de que Harry tocara a la puerta—. Snape me va a matar y tendrás mi muerte sobre tu conciencia, amigo.
— Él no te hará nada. —aseguró sonriéndole, procurando tranquilizar al manojo de nervios en que se había convertido el pelirrojo—. Snape no es como pensábamos, Ron, y aunque puede ser un tanto difícil hablar con él, terminará comprendiéndolos.
— Eso espero, pero por si las dudas, le dices a mi madre que la quise mucho y que estuvo a punto de tener al yerno que siempre quiso, a papá que morí como un héroe, en plena batalla defendiendo a mi amor, y a mis hermanos… no, a esos no les digas nada, ya tendrán suficiente burlándose de mí por haber muerto enamorado del murcielaguito.
Harry sonrió ante la negatividad de su amigo, y decidió que lo mejor era darse prisa, el color de Ron estaba cambiando a un verde que francamente lo hacía parecer tener tres días de haber muerto.
— ¿Y eso? —preguntó Snape señalando despectivamente a Ron en cuanto los vio entrar a su recibidor—. Me parece que no necesitaba guardaespaldas, Potter.
— Mas bien, creo que yo soy el guardaespaldas de Ron.
Severus no entendió de momento lo que Harry quería decirle, pero justo en ese momento, Adam salió a reunirse con ellos, y para sorpresa de todos, caminó valientemente hacia Ron para sujetarlo de la mano.
— Anoche te mentí, Padre… mi novio es Ron, no Harry.
— ¡¿Qué?! —cuestionó luego de dos segundos que se permitió de sorpresa—. ¡Weasley y tú… pero esto es mi peor pesadilla!
Ron tuvo que morderse la lengua para no responder que ni en las peores suyas se imaginó tener a Snape de suegro, en ese momento nadie lo podría tomar con amabilidad. Suavemente, Harry tomó a Snape de la mano para hacer que se sentara en uno de los sofás, pensando que había una larga charla por delante. Por su parte, Adam hizo lo mismo con Ron, sin dejar de notar que el profesor hubiera podido asesinar con aquella mirada que enviaba al pelirrojo.
— Pues sí. —empezó Ron con evidente nerviosismo—. Su hijo y yo llevamos un tiempo saliendo juntos y… pensamos que usted debería saberlo… profesor. Yo quiero a Adam y, pues…
— ¿Porqué? —aseveró Snape con rabia—. ¿Porqué ha de suponer que le creo, Weasley?... para usted siempre he sido objeto de burlas e infamias, no confío en usted y no confío en que sea lo mejor para Adam.
— Yo…
— Profesor… —intervino Harry acercándose un poco más a Severus—… confíe en mí, no tendrá mejor oportunidad para desquitarse que usar su posición de padre de Adam, ahora tiene a Ron en sus manos.
Severus miró a Harry de reojo y sonrió en complicidad, casi feliz de haber visto el panorama desde esa perspectiva. Continuaba sin agradarle en absoluto ver a su hijo con Ronald Weasley, pero no pudo decir que no, así que simplemente hizo una tenue inclinación de cabeza otorgando su consentimiento. Adam sonrió feliz, pero Ron aún no se reponía del susto, y mucho menos después de escuchar a su supuesto mejor amigo dándole ideas a un ex mortífago sobre venganzas… Harry tendría que escucharlo en cuanto fuera posible. Pero por ahora no, Adam le jalaba hacia el exterior, muriendo de ganas por salir a pasear con su novio sin tener que esconderse. Ninguno de los dos se dio cuenta en ese momento que Ron lucía un letrero reluciente en la túnica que decía “Soy lo más idiota que puedo”. Sólo Harry logró verlo pero ya no pudo advertirle a su amigo y miró reprobadoramente al profesor de pociones, aunque tampoco podía evitar divertirse, no era algo tan grave ¿verdad?
Al quedarse solos, Severus se inclinó hacia Harry para susurrarle al oído, sin imaginarse siquiera lo que aquella acción provocaba en el joven de ojos verdes.
— Ha sido realmente inesperada esa forma de pensar… me ha sorprendido, Potter, y déjeme decirle que muy gratamente.
— Espero que no se sobrepase demasiado. —respondió intentando controlar su respiración, pero le era imposible no sentir que el pulso se le aceleraba ante la cercanía del hombre—. Ron no es mala persona, y quiere sinceramente a Adam.
— No me importa lo que sienta. —aseguró recargándose en el sofá y así liberando a Harry de una enorme tentación, aunque ahora el chico se sentía ansioso de volver a tenerla—. Con tal de que no lastime a Adam, ese pelirrojo estúpido puede seguir contando con su vida, pero si veo una sola lágrima en mi hijo…
— Entiendo, no tiene que decirme. —terminó por él, y esperando que su amigo no cometiera ni una tontería, era realmente complicado pensar que Adam no derramaría ni una lágrima, su sensibilidad siempre fue mucho más acentuada que cualquier otro chico que haya conocido jamás, pero respiró hondo decidiendo confiar en Ron, además, ahora que por fin estaba a solas con Snape, debía aprovechar el tiempo, así que se recargó también en el sofá observándole detenidamente, beneficiándose de que Severus no le estuviera mirando para poder disfrutar de estudiarle cada detalle de su rostro—. Profesor… ¿ha seguido viniendo Tonks por aquí?
— Cada día. —respondió tranquilamente—. Ahora es por su casa por donde Adam y Sally pueden salir al mundo muggle.
— Pero… ella no tiene porqué venir hasta acá ¿no?... quiero decir, Adam y Sally pueden atravesar por la chimenea sin ayuda, tal y como lo hacían con la señora Figg.
— Creí que Tonks le agradaba. —comentó Snape volteando a mirarlo sorprendido.
— No es que me desagrade, al contrario, es una chica linda y muy divertida… ¿usted que piensa de ella?
— Igual. —respondió encogiéndose de hombros—. Pero sinceramente… ni fu ni fa.
— Ah… que bien. —dijo sin poder ocultar su sonrisa.
— Supongo que ahora ya debe de estar más tranquilo por su amigo Lupin, Potter… eso es lo que quería saber ¿no?
— No precisamente. —respondió empezando a ponerse realmente nervioso—. No por Remus… por mí.
— ¿Por usted? —preguntó interesado para enseguida hacer una expresión de náuseas—. ¿No me diga que le gusta esa chica?
— ¡No! —negó con vehemencia—. ¡Ella no es quien me gusta!
— ¿Remus entonces?
Harry estuvo a punto de darse un golpe en la frente ante la ingenuidad de ese hombre, ¿cómo se le ocurría pensar que gustaba de Remus?.... ¡que horror! Él era como un padre para él, jamás se fijaría en Remus. Snape le miraba con insistencia, esperando una respuesta que despejara sus dudas, pero cuando Harry se disponía a hablar, alguien llamó su atención aclarándose la garganta. Al volverse descubrieron a Dumbledore de pie junto a la puerta que Ron y Adam habían dejado abierta.
— Espero no haber interrumpido nada importante. —se disculpó Albus no muy sinceramente mientras se sentaba frente a sus dos muchachos, sonriéndoles despreocupado—. Necesito que hablemos sobre Sally, Severus.
— ¿Qué sucede con mi hija?
— Me ha sorprendido más que a nadie que Sally hubiese hecho magia. —empezó con seriedad—. Tengo que reconocer que desde que nació miré los anales de Hogwarts y no aparecía en ellos, hace unos días volví a revisarlos y comprobé que su nombre sigue sin aparecer.
— ¿Qué quieres decir con eso? —le cuestionó realmente angustiado.
— No puede haber sido una artimaña de alguien pues nadie sabía de su existencia hasta el pasado diciembre, así que seguí investigando y le pedí a Madame Maxime revisara sus registros y ahí el nombre de Sally sí apareció.
— ¡Ni loco acepto que mi hija vaya a esa ridícula escuela! —bramó indignado al comprender las palabras de su amigo.
— Beauxbatons es una magnífica escuela, Severus. —le reprendió suavemente—. Tu hija aprenderá mucho allá.
— Sí, claro. —murmuró sarcástico—. Aprenderá a ser una modelo de pasarela y se olvidará de la magia… ¡me niego, Albus, me niego rotundamente!
— Vamos, profesor. —intentó calmarlo Harry sin poder evitar sonreír ante el desplante de indignación que mostraba el hombre—. Sally es una chica, va a agradarle el ambiente alegre y amistoso de Beauxbatons.
— ¡Odio mi vida! —exclamó Severus derrotado—. Mi primogénito un squib, que sale con un Weasley y ahora mi Sally irá a una escuela cuyo uniforme es una bofetada a la dignidad mágica.
Harry le sonrió con ternura, estaba convencido de que Snape terminaría adorando ver a su hija convertida en una hermosa jovencita, para él no quedaba ninguna duda de que fuera a donde fuera, Sally desarrollaría un enorme poder y muy pronto su padre lo comprobaría y se olvidaría de la importancia de las escuelas, alargó la mano para acariciarle el brazo en señal de apoyo, pero apenas lo había tocado cuando la voz de Dumbledore le despertó de sus pensamientos.
— Harry… ¿podrías dejarme hablar a solas con Severus? —pidió Dumbledore con una sonrisa.
Harry asintió sin poder negarse, aunque suspiró hondo por tener que hacerlo. Dumbledore sabía que había llegado el momento tan terrible y lamentó que tuviera que hacerlo luego de haberle dado otra noticia tan inesperada a su amigo. Sin embargo, ya no podía esperar, y menos después de haber encontrado a Harry a punto de confesar sus sentimientos.
— ¿Otra mala noticia, Albus? —preguntó Severus cansinamente al notar la expresión seria de su amigo—. Todavía no me repongo de lo de Sally, y mucho menos de lo de Weasley… ¿Sabías que pretende a Adam?… ¿podrías esperar a mañana?
— No… siento que este día esté cargado de noticias para ti, pero no puedo posponerlo ni un día más, es algo que debo decirte, y espero que lo tomes con calma.
— ¿Pretendes asustarme?
— No, pero es algo sumamente delicado, Severus, y jamás se me ocurriría decírtelo pero me temo que es absolutamente necesario.
— Bien, empieza. —pidió, completamente convencido de que nada podría ser peor al hecho de que su hija fuera a esa ridícula escuela francesa o de que su hijo mayor tuviera tan pésimo gusto.
— ¿No has notado a Harry… diferente… contigo? —preguntó con un nerviosismo nada usual en un mago tan poderoso—. ¿Lo has notado, Severus?
— Bueno, sí, supongo. —respondió sin entender—. Últimamente nos llevamos mejor, creo que he aprendido a tolerarlo y él también a mí.
— Él hace más que tolerarte.
— Pues en realidad yo también. —confesó con seriedad—. Se ganó mi confianza y admiración con lo que hizo… puede decirse incluso que siento cariño por él.
— Él también siente cariño por ti.
— Sí, es probable… ¿eso es lo que te tiene tan preocupado? No entiendo, Albus, pensé que eso habías querido siempre, que nos lleváramos bien.
— Severus Snape… —dijo tomando aire profundamente—… Harry Potter está enamorado de ti.
— ¡¿Qué carajo estás diciendo?! —gritó poniéndose de pie enfadado.
— Espero no estar cometiendo el peor error de mi vida al decirte esto, pero es la verdad.
— ¡Claro que no lo es! —negó histérico—. ¡Esta ha sido la peor de tus bromas, Albus, y más te vale que te retractes de inmediato!
— Severus, por favor, te pedí que no te alteraras.
— ¡¿Y cómo demonios quieres que no me altere cuando vienes a decirme en mi propia cara tanta sarta de estupideces, Albus?!
— Yo temía esta reacción de tu parte, Severus, y como veía que a Harry cada día le cuesta más trabajo disimular, comprendí que en cualquier momento terminará confesándote lo que siente por ti… y quise ahorrarle presenciar esta escena, amigo. No quiero que sufra más, ya lo ha hecho demasiado sabiéndote prohibido… ahora apenas puede contenerse. Él sabe que no es prudente decírtelo, pero cada día le es más difícil callar… por favor, trata de entenderlo un poco.
Severus negó con la cabeza con ira, pero se sentó cubriéndose la cara con ambas manos, angustiado ante lo que le confesaba su amigo. Recordó muchos detalles de Potter para con él, nunca le dio importancia pensando que probablemente quería ser agradable ante sus ojos para que le permitiera ser novio de Adam… pero ahora lo entendía a la perfección, y no supo cómo no había podido darse cuenta hasta ese momento... El disgusto que había sentido en un principio fue mitigándose a un gran desconcierto.
— Esto esta mal, Albus. —dijo finalmente, volviendo a dar la cara a su amigo—. No puede ser que algo así esté sucediendo… ¿verdad que no?
— Comprendo que te sea difícil aceptarlo… no hace mucho perdiste a tu compañera de tantos años, pero conoces a Harry, es demasiado impulsivo, se deja guiar fácilmente por lo que siente, y no quería que se llevara una desagradable sorpresa, por eso te pido, en nombre de la amistad que nos une, Severus, que seas gentil y no lo desprecies tan rudamente… y no permitas que vuelvan a separarse, confío en que puedas seguir siendo algo así como su amigo, eso es algo invaluable para Harry.
— No sé si pueda hacer algo así, Albus… ¿cómo fingir que nada pasa cuando sé lo que está sintiendo? No creo poder ignorarlo simplemente. —dijo con pesar—. Quizá si hubiese sido cuando todavía lo odiaba, entonces no me afectaría mandarle al infierno… pero ahora no puedo, no puedo tomar ninguno de esos dos caminos.
— ¿Qué harás entonces?
— No lo sé… pero te agradezco que me lo dijeras, así me has dado tiempo para pensar en la actitud que debo tomar.
— Te dejaré solo para que lo medites con calma, amigo.
— Albus… ¿no será simplemente un capricho infantil? —preguntó esperanzado—. Es muy joven, probablemente esté confundido… tal vez sea algo pasajero, ya sabes que a esa edad se corre el riesgo de ilusionarse fácilmente y…
— Harry es extraordinariamente maduro en cuanto a sentimientos se refiere. —le cortó suavemente—. Sabe lo que siente y tiene muy claro lo que quiere… y es a ti, Severus.
— Yo jamás le hice creer que podía, Albus, te lo aseguro.
— Yo te creo, amigo, fue simplemente que un día Harry abrió los ojos y descubrió al ser maravilloso que eres, a aquel que se esfuerzas por ocultar a toda hora.
— No soy maravilloso. —respondió en voz baja, casi con tristeza.
— Lo eres, un día tendrás que reconocerlo.
Dumbledore se marchó dejando a su amigo en grandes cavilaciones, aún sin poder creer que sí hubiese algo que le inquietara más al hecho de que Sally terminaría siendo una nena de porcelana. Esa noche no podía dormir, en ocasiones sonreía irónicamente pensando que el culpable de su insomnio fuera Harry Potter, pero debía admitirlo, el chico le preocupaba, y desde el momento en que comprendió que le debía la vida de sus hijos se prometió cuidarlo y velar siempre por él, pese a que sabía que Harry podía defenderse solo, algo tenía que hacer por compensarle.
¿Cómo hacer ahora para no herirlo?... era extremadamente difícil. Si le decía la verdad, que no lo amaba y que creía que jamás podría hacerlo, le haría sufrir y no quería eso, por primera vez en su vida se angustió ante la posibilidad de provocar un dolor al corazón del muchacho. No podía ser débil con él, tenía que dejarle claras las cosas, pero tampoco debía ser agresivo, después de todo aún era casi un niño, de la edad de su hijo… demasiado joven. No, definitivamente no encontraba un modo en el que todos salieran ganando.
“¿Cómo hago, Potter?” Se preguntó a sí mismo. “¿Porqué tenías que poner tus ojos en mí?... Pudiste elegir a cualquiera, no habría quien te rechazara… ¿Porqué a mí, Potter, porqué?”
La siguiente vez que vio a Harry, fue precisamente durante su clase. Le vio esforzarse como había estado haciendo los últimos meses, y hasta ese momento apreció que era por él. Le miró buscando observarle a escondidas para enseguida sonrojarse si era descubierto… por Merlín, no podía, no podía destruir un corazón de esa manera. Le sintió estremecerse cuando tuvo que ir a revisar su poción, notó sus ojos brillantes de alegría al tenerlo cerca… ¿Cómo pudo haber estado tan ciego para no haber visto todo eso?
Al final de la clase, sonrió tristemente al verlo empacar sus cosas con lentitud, esperando ser el último en marcharse… ¿cuántas veces había hecho eso antes?... no lo recordaba. ¿Y cuando tuvo que salir corriendo de clase, porqué sería?... por un momento pensó en eso, y cuando se le ocurrió la respuesta, sus mejillas se tiñeron de un intenso color rojo.
— ¿Se encuentra bien, profesor? —preguntó Harry intrigado por ese inusual tono de piel de Snape—. ¿Quiere que lo ayude a ir a la enfermería?
— No… no es necesario. Gracias de todos modos, Potter.
— Profesor… tengo una hora libre, ¿le importaría que me quedara aquí un momento?
— ¿Tiene alguna duda con la clase?
— No, todo ha quedado perfectamente claro… es sólo que me gusta estar aquí… con usted.
— Albus me espera, puede quedarse todo el tiempo que requiera, pero asegúrese de cerrar bien la puerta al salir.
Harry se desanimó ante la rápida desaparición del profesor y suspirando decidió preferible ir a reunirse con sus amigos, no tenía caso quedarse si el motivo para hacerlo ya se había marchado. Severus fue hacia la oficina del director, más que querer hablar con él, necesitaba un sitio donde refugiarse.
“¡Esto es patético, Severus Snape!” Se recriminó al momento en que subía las escaleras de caracol. “Es increíble que huyas de un mocoso sólo porque está creído que se enamoró de ti… ¡Pero aún no sé qué hacer, y odio sentirme tan impotente!”
— ¿Puedo ayudarte en algo, Severus? —preguntó Dumbledore cuando vio que el profesor entraba, tomaba asiento y no decía nada.
— Sólo guarda silencio y déjame disfrutar de esta tranquilidad.
— Ya veo… ahora te das cuenta de la sutil persecución de Harry.
— ¡¿Sutil?!... ¡ese chico es demasiado atrevido, y eso me angustia!... ¡hasta podría acusarlo de acoso sexual! —dijo provocando una tenue sonrisa en el director—. ¿Cómo pude haber sido un espía si no me di cuenta de lo que pasaba por la cabeza de Potter.
— Porque espiabas planes, estrategias, buscabas fríamente todo dato que ayudara a combatir una guerra… eran sólo acciones, Severus, no había sentimientos de por medio, por lo menos no más que el hambre de poder de Tom y la ambición de sus mortífagos… Harry no te persigue con esos fines, y aunque pueda llegar el momento de hartarte, piensa siempre que se está dejando guiar por su cariño por ti.
Severus exhaló con cansancio, debía tomar una decisión, o por lo menos enfrentar a Potter y dejar de comportarse como una colegiala asustadiza. Así que, armándose de valor, volvió a salir del despacho. Iba a dirigirse a sus mazmorras cuando vio a Potter a través de una de las ventanas del corredor. Estaba sentado junto a la orilla del lago, completamente solo… seguro había faltado a su clase y no era cierto que tenía una hora libre. Se veía triste… ¿cómo ignorar eso si seguramente había sido causado por su rechazo?. Dudó un poco, pero finalmente pensó que era el momento de demostrar que era tan valiente como pregonaba, y entonces se dirigió a las afueras del castillo.
Harry no se dio cuenta de que su profesor se aproximaba hasta que sintió su presencia tras de él, quiso cambiar esa expresión de melancolía, no quería que se diera cuenta de su tristeza, pero le era verdaderamente difícil, por lo que optó por permanecer inmóvil y no volver la mirada hacia el hombre. Severus entonces se sentó a su lado, fijando sus profundos ojos negros sobre la cristalina superficie.
— Quince puntos menos para Gryffindor por faltar a clase.
— Profesor, yo...
— Tranquilo, no pude evitarlo. —dijo con serenidad para luego respirar hondo—. ¿Sucede algo, Potter? —preguntó intentando ser suave.
— No… nada grave. —respondió sin volverse a mirarlo—. Es sólo que…
— ¿Qué? Si me dice tal vez pueda ayudarlo.
— Me siento solo… a veces. Eso es todo, nada grave como dije, ya se me pasará.
“Está deprimido, no puede fingir el tono de su voz” Pensó Severus. “¿Será mi culpa?... sí, seguro que sí, Potter parecía contento antes de dejarlo en el salón… dije que haría esto bien pero no sé qué hacer ahora”
— Gracias por venir a sentarse conmigo. —añadió Harry sonriendo ligeramente—. En serio me pone contento que quiera acompañarme un rato.
Severus observó como Harry encogía sus piernas para abrazar sus rodillas, y una luz le iluminó el cerebro.
“Necesita un abrazo… pero no, yo no puedo” Pensó angustiado. “Nunca he sido efusivo, me costó mucho ser cariñoso con Darina, ¿cómo serlo con Potter?... pero es sólo un abrazo, Severus, no puede ser tan difícil”… “Anda, no pierdas más tiempo, tienes que decidirte ahora… ¿o piensas irte y dejarlo así?”
Severus supo de inmediato su respuesta, y alargando un brazo, rodeó a Harry por los hombros para atraerlo a su pecho. En un principio Harry se asustó, no esperaba que eso sucediera, pero en cuanto ese suave calor que tanto amaba de Severus le fue rodeando, sus músculos se relajaron, la tristeza abandonó su corazón para dar paso a una reconfortante felicidad.
“¡Me está abrazando!” Exclamó Harry en sus pensamientos mientras rodeaba a Severus por el torso, pegando su rostro al pecho de su profesor. “¡Él me abrazó!... ¡No puedo creerlo, es que soy tan feliz, tan pero tan feliz!... ¡lo quiero, Profesor Snape, me muero por decírselo… necesito decírselo!... pero ahora no, ahora soy muy feliz en este abrazo que ojalá y nunca termine”.
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