La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 La familia que siempre quise. Capítulo 1

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Araleh Snape

Araleh Snape


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MensajeTema: La familia que siempre quise. Capítulo 1   La familia que siempre quise. Capítulo 1 I_icon_minitimeSáb Jun 29, 2013 12:11 pm


CAPÍTULO 1



UN REVELADOR SENTIMIENTO









Harry sabía que podía estar cavando su tumba al no contener la risa, pero era prácticamente imposible no ver tan gracioso la forma histérica con que Severus Snape se lavaba el cabello inclinado sobre aquel riachuelo. Llevaba casi veinte minutos riendo, empezó cuando aquel impaciente mesero volcara la sopa de tomate sobre la cabeza de su exigente profesor… “¡Está demasiado fría!... ¡Ahora muy caliente!.... ¡¿Es que aquí nadie conoce lo que es el orégano!?”… fue hasta que hizo un comentario sobre “estúpidos muggles” que aquel robusto mesero dejó de respirar hondo. Ni siquiera sabía lo que significaba “muggle”, pero a ese arrogante melindroso le hacía falta un baño y él se lo iba a dar.


Una mirada asesina hizo que Harry supiera el error que cometía al reír tan escandalosamente llamando la atención de los demás comensales de aquella fonda del camino. Pero no podía evitarlo, y Severus tuvo que sacarlo casi a rastras para dejar de dar un espectáculo, además, no podía permanecer ahí con una sopa colorada como sombrero. Continuaron por el sendero que los había llevado a ese lugar… Severus rogaba por más paciencia, pero esa se le acababa al escuchar la frenética risa de su alumno, quiso ignorarlo pero parecía que ni para respirar ese chiquillo malcriado cesaría de reírse de él. Harry sabía que su risa no era tan normal, es cierto que esa escena le causó gracia, pero más que nada pensaba que era la forma de sacar toda la tensión acumulada por dos días de viaje con su profesor de pociones, casi estaba temiendo que terminaran por llevarlo a San Mungo y eso lo hacía reír más todavía, ya no del incidente, sino de sí mismo… dos días con Snape y terminó demente, algo que ni el propio Voldemort se hubiera imaginado jamás.


— Basta, Potter. —ordenó Severus terminando con su paciencia.

— Lo sie-nto, profesor… no puedo parar. —dijo apretándose del estómago intentando controlarse sin éxito, ya las lágrimas empezaban a brotarle por las comisuras de sus párpados.

— ¡Es tan simplón como su padre! —musitó Severus con rabia.




Casi al instante Harry dejó de reír, pero no precisamente por las palabras de su profesor, sino porque éste acababa de dejar de lavarse el pelo y al incorporarse, los rayos del sol que moría se reflejaron en su cabello húmedo dándole un aspecto hipnotizante… y esas gotas resbalando por su cuello… Dios, era como una expresión artística de masculina sensualidad.


Habían sido sólo dos días a su lado, sin pronunciar palabra más que para lo indispensable, hasta se podría decirse que Snape no había sido tan duro con él como era su vasta costumbre, pero la impresión del muchacho por su profesor había dado un giro de ciento ochenta grados. En primer lugar, estaban ahí justamente por su causa… Voldemort lo había capturado hacia una semana durante una visita a Hogsmeade, y desde entonces se vio sometido a toda clase de torturas, las peores las psicológicas, y más cuando comprendió que aquel martes sería el último día de su vida, la luna conjuntándose con Marte daba el ambiente preciso para el ritual que Voldemort haría con él, ya nada podría salvarlo… y en el último momento, cuando era trasladado al recinto donde harían el rito, sintió que alguien noqueaba a sus guardianes, se volvió y no vio a nadie más que a ese par de gorilas tendidos en el suelo aún con sus máscaras de mortífagos en sus rostros… enseguida se sintió liberado de sus ataduras para posteriormente ser jalado por una mano invisible hacia un pasadizo. El corazón le latía desbocado, no tenía idea de lo que pasaba, y cuando reaccionó y quiso liberarse de su nuevo captor, resulta que éste se mostró a sus ojos quitándose el encantamiento desilusionador. A partir de entonces no dijo nada, lo siguió y ahora sabía que lo seguiría hasta el fin del mundo.


— ¿Y ahora qué demonios hace, Potter? —dijo Snape sacándolo de sus pensamientos al notar al chico de diecisiete años se dejaba caer sobre una piedra a la orilla del río—. Tenemos que seguir caminando, no puede quedarse a descansar… es peligroso.



Harry aprovechó que Snape no podía verlo a la cara en ese momento para sonreír un poco… así era su profesor, aparentemente duro pero siempre preocupándose por él… ¿Porqué no lo había visto antes? Ahora no podía negarlo, le debía la vida a él y solamente a él, no vio a nadie de la Orden por ahí, a nadie, sólo a Severus Snape, y ahora trataba de conducirlo sano y salvo hasta Hogwarts. No podían aparecerse por riesgo a que Voldemort estuviera siguiendo la magia de Harry y la detectara, entonces sería su fin, había perdido su varita y no tenía forma de defenderse. Severus no tenía porqué andar pasando las penurias de un viaje incómodo, pensaba Harry, pero ahí estaba, sin separarse de su lado… quejándose de la desabrida sopa de tomate, pero comprándole a él una apetitosa hamburguesa… ¿cómo no iba a dejar de verlo como el cretino grasiento?



— ¡Potter!... ¡Responda, no voy a tolerar desobediencia, ahora yo estoy al mando!

— Estoy cansado. —dijo Harry finalmente.

— Hay una cueva a unos kilómetros, pasaremos ahí la noche, no podemos retrasarnos o podrían darnos alcance.

— No creo que nos sigan… el plan les falló, ya no se puede hacer el ritual.

— De cualquier forma no voy a confiarme, así que… ¿va a obedecerme o no?



Harry asintió y fue tras él, nuevamente el silencio entre los dos, pero el muchacho no podía evitar mirar al hombre de reojo… definitivamente no le parecía un murciélago… tampoco grasoso… al contrario, a pesar de que ambos tenían un par de días en ese viaje, no lo aparentaba, casi podía decirse que lucía con tanta elegancia como siempre… en cambio él. Harry bajó la cabeza plenamente consciente de su ropa polvorienta, sus jeans rotos y su sudadera manchada del oxido de su celda, no había habido tiempo de buscarle otra ropa, casi parecía un mendigo junto a su profesor.



Esa noche llegaron a la cueva, no podían encender fuego, eso sería como darles una señal a todo aquel que quisiera encontrarlos, tanto de los buenos como de los malos, así que no podían cocinar, aunque tampoco tenían nada con qué hacerlo. Snape sacó un par de rebanadas de pan tostado de uno de los bolsillos de su capa y se las extendió a Harry.



— Es para que cene. —le dijo al ver que Harry las miraba sin entender.

— Pero…

— Yo no tengo hambre, tengo mucho en qué pensar, así que no me interrumpa y coma.



Harry las sujetó conmovido, recordando que él había podido comerse su hamburguesa mientras que el profesor terminó con su sopa en su cabello… ese gesto de Snape era algo que incrementaba aún más su admiración por él. Durante un buen rato se quedaron de nuevo en silencio, Harry comió sus tostadas sintiéndolas como un glamoroso platillo de alta cocina, más que por su sabor o hambre, por el hecho de provenir de las manos de Snape y el sacrificio que hiciera por él.



Más tarde, cuando Severus notó que Harry había terminado de comer, le propuso irse a dormir, él se quedaría velando por si había algún peligro. Harry sabía que no iba a poder debatir con él, así que se acurrucó en un rincón intentando descansar un poco, pero le era totalmente imposible, muy cerca podía ver a Severus, sentado junto a la entrada de la cueva, iluminado tenuemente con la luz de la luna.



“No puedo creer que esté sintiendo tanto por él” Pensó Harry con el corazón bombeándose sangre febrilmente a todo su cuerpo. “Me gusta… debo aceptarlo, ¡me gusta mucho!... No creo que tenga nada de malo… Es cierto, es mi profesor y yo su alumno, pero ya soy mayor de edad, y desde que descubrí que me gustan los chicos, es la primera vez que siento esto por alguien… No quiero dejarlo ir. Supongo que él no siente lo mismo, eso es más que obvio, pero no puedo darme por vencido antes de empezar… quiero que sea mío… quiero ser suyo… para siempre”.


Harry comprendió que si quería conseguir algo era mejor aprovechar el tiempo que estaban pasándolo a solas, no sabía cómo serían las cosas cuando regresaran a Hogwarts, así que, se puso de pie y se acercó lentamente a su profesor. Iba a llamarlo cuando notó que el cansancio lo había vencido y dormía profundamente… era una buena oportunidad. Con un poco de nerviosismo pero mucha emoción, Harry acercó su mano hacia el rostro de Severus, ansiaba saber qué se sentía tocarlo, rozó apenas un poco su mejilla y enseguida deslizó sus dedos entrelazándolos con el cabello del hombre… no era grasoso, era muy suave, extremadamente suave, refrescante y casi se desvanecía entre sus dedos. De pronto, la mano de Severus se alzó y sujetó a Harry por la muñeca con brusquedad.



— ¿Qué hace? —preguntó mirando de reojo a su alrededor, recordándose donde estaba.

— Nada. —respondió intentando ocultar su nerviosismo—. Se quedó dormido traía un bicho… quise quitárselo y…

— ¡Dormido, me quedé dormido! —exclamó poniéndose de pie alarmado mientras miraba hacia los alrededores de la cueva en búsqueda de algún peligro—. ¡No debí quedarme dormido, fue estúpido!

— No pasa nada. No hay nadie, profesor.



Después de asegurarse de que realmente todo estaba en orden, Severus regresó a su lugar, sentándose junto a Harry, pero sin prestarle atención, por lo menos hasta un par de minutos después al notar que el chico continuaba sin retirarse.



— Regrese a dormir, Potter, no suelo cometer un error dos veces.

— No es que desconfíe de usted, profesor. —le aseguró, sorprendido de sus pensamientos—. Pero es que… hace frío y no puedo dormir. —concluyó orgulloso de sí mismo de haber encontrado un modo de conseguir algo más de Severus Snape.

— No puedo encender el fuego, Potter, lo sabe.

— Sí, pero tengo frío. —añadió tercamente mientras exageraba un estremecimiento.

— Tome y váyase a dormir. —bufó Severus quitándose su capa para arrojársela a los brazos.

— No, no puedo aceptarla, ya ha hecho demasiado por mí y sería injusto de mi parte.

— ¿Desde cuándo se preocupa por mí? —cuestionó sarcástico—. Se la estoy dando porque quiero que se calle de una vez, tanto ruido puede atraer hasta un sordo.

— ¿Porqué mejor no la compartimos? —preguntó con fingida inocencia.

— ¿Compartir?

— Sí… usted se la pone y me deja cobijarme con ella.

— ¡Ni loco! —negó comprendiendo lo que eso significaba.

— Ande, no sea perverso… no creo que al profesor Dumbledore le cause gracia que me muera de hipotermia estando a su cuidado. —dijo con un infantil gesto.



Severus gruñó, pero seguía sintiéndose responsable de la integridad física de su alumno, así que sin muy buena cara, volvió a ponerse la capa y contorsionando sus labios casi con repulsión, abrió los brazos para recibir a Harry entre ellos. Ni tardo ni perezoso, Harry se acurrucó en el pecho de su profesor, y la sensación que tuvo cuando éste lo rodeó cubriéndole con el calor de su abrazo y el de su capa fue tan intensa que pensó que iba a serle muy difícil que la mañana llegara y tener que separarse otra vez.



Por su parte, Severus se recargó en la pared de la cueva e hizo la cabeza de Harry a un lado de forma que pudiera continuar vigilando sin estorbos a su visión, pero para el muchacho aquella acción fue sublime, sentía la cálida respiración de su profesor en su oído, y al quedar más cerca de su corazón, podía escucharlo palpitando con serenidad. “Me siento tan bien aquí… como si al fin hubiera encontrado mi lugar en el mundo… Severus Snape, ya no me imagino regresar al colegio y aparentar que todo es como antes, no lo quiero así. Yo te prometo, Severus Snape, que voy a hacer todo de mi parte para que te fijes en mí de una forma diferente a la de siempre, voy a conseguir que me quieras a tu lado, y te juro que nada ni nadie lo va a impedir… ¡lo juro!”  Pensó Harry fervorosamente mientras disfrutaba de la cómoda compañía del hombre mayor.



Al poco rato, el cansancio venció a Harry también y con la seguridad de encontrarse en el mejor lugar del mundo, se hundió en un sueño maravilloso en el que Severus Snape le decía que lo quería para enseguida besarlo… sí, él también quería a Severus Snape, sus sentimientos evolucionaban a gran velocidad, y para cuando su profesor le llamaba suavemente a la oreja para despertarlo, ya estaba plena y totalmente enamorado.



— Potter… ya despierte, es hora de continuar el camino.



Harry asintió y cuando se vio liberado del cobijo del abrazo de Snape, sintió un extraño vacío que le heló el corazón. Sin embargo, no quiso darle mucha importancia, después de todo, tenía puestas todas sus esperanzas en que algún día, que esperaba no fuera muy lejano, estarían juntos para siempre. No hubo tiempo de buscar nada para desayunar, empezaron a caminar en cuanto estuvieron totalmente despejados, pero cuando el sol estuvo en lo alto, a Harry se le hacía difícil ocultar el agotamiento y sobre todo el hambre que sentía, su estómago lo pedía a gritos.



Después de mediodía, empezaron a ver que la vegetación cambiaba, se iba haciendo menos rocosa y mucho más boscosa, Harry incluso pensó que podrían estar adentrándose en el bosque prohibido lo cual aseguraba que estaban más cerca de Hogwarts y ya no sabía si eso le alegraba o no. Pero aquel bosque no tenía nada que ver con el que circundaba su colegio, no había nada atemorizante a sus alrededores e incluso lucía muy propicio para acampar y disfrutar de unos días al aire libre… algo que seguramente su profesor no tenía en mente pues continuaba su andar sin detenerse siquiera a tomar aire. Fue hasta que se toparon con un riachuelo que Harry ya no pudo disimular más y se dejó caer a un lado para beber un poco del vital líquido, tenía la lengua pegada al paladar y una sed que casi le provocaba náuseas.



— Debe beber despacio o le caerá mal. —le recomendó Severus al ver su manera ávida de refrescarse, para enseguida hacer lo mismo él pero con mayor moderación.

— ¿Dónde estamos? —preguntó Harry luego de obedecer a su profesor.

— Ya muy cerca, no se preocupe. —dijo estudiando el lugar a su alrededor—. Me parece que este es un buen sitio.

— ¿Vamos a acampar?

— No es necesario. Quiero que se quede aquí y me espere… iré a investigar un poco.

— Prefiero ir con usted. —dijo Harry haciendo el intento de levantarse.

— No es conveniente, necesita descansar. Además, Hogsmeade está muy cerca, quiero cerciorarme de que nadie nos esté buscando, no sabemos las acciones que tomó el Señor Tenebroso… y tampoco sé si ya me hayan relacionado con eso.

— ¿Pueden hacerlo? —preguntó temeroso por su profesor.

— Espero que no. No hay motivo, yo no tenía nada que hacer en el cuartel esos días, si fui porque me enteré que era ahí donde lo tenían y lo que pensaban hacerle esa noche… no tuve tiempo ni de avisarle a Dumbledore, así que es probable que ni ellos sepan lo que ha pasado, tal vez crean que usted sigue capturado y yo en papel de espía.

— ¿Cómo se enteró?

— Es mi trabajo, Potter. —respondió fríamente—. Ahora obedézcame y quédese aquí… procuraré no tardarme, pero no se exponga a nada, recuerde que ha perdido su varita y estaría a merced de cualquiera.

— Es que… yo preferiría ir con usted.

— Ya le dije que no.



Snape se puso de pie y luego de enviar una última mirada de advertencia a su alumno, continuó por el camino que tenía en mente. Harry lo vio desaparecer tras la maleza, debatiéndose entre obedecerlo y no, finalmente el recuerdo de saber lo cerca que estaban de Hogsmeade y el final de su recorrido, lo hizo hacer acopio de todas sus fuerzas y adentrarse en el bosque con el mismo rumbo que el hombre mayor.



No tardó mucho en alcanzarlo, pero se escondió para que él no lo viera, no supo qué fue lo que le impulsó a hacerlo, y así fue que lo siguió, le costó trabajo, pues el hombre en ocasiones se le perdía y no había huella que seguir, sin embargo, parecía que un instinto nuevo lo ayudaba y pronto volvía a tenerlo ante sus ojos. No tardó más de treinta minutos cuando empezó a ver las primeras casas del pueblo mágico en la lejanía, y esa nueva distracción hizo que otra vez perdiera a su profesor. Desesperado, respiró hondo buscando sentir el camino por donde había seguido, y una corazonada le hizo continuar hacia su izquierda. Fue muy grande su sorpresa cuando vio al profesor detenerse frente a una pared de piedra cubierta parcialmente por musgo y franqueada por un par de árboles en las faldas de una colina, y más cuando el hombre atravesó la pared sin más ni más. El corazón de Harry empezó a latir de una forma extraña, un sentimiento desconocido lo invadió y no pudo continuar en el mismo lugar, fue hacia aquella pared y al igual que su profesor la atravesó rápidamente.



Adentro había una especie de jardín, con una inmensa variedad de árboles frutales, un camino de piedra llevaba hasta una pequeña casita al fondo del terreno. Snape caminaba por él dirigiéndose a un punto en particular, Harry no supo qué sentir al ver a una mujer rubia acuclillada frente a una pequeña hortaliza recogiendo nabos. Ya el corazón parecía salírsele del pecho cuando vio que la mujer levantaba la cabeza, tenía un rostro muy dulce que se iluminó al ver al recién llegado, rápidamente se levantó dejando caer su verdura al suelo y corrió llorando de alegría hacia Severus… ambos se abrazaron fuertemente, como si no quisieran separarse jamás.



“Por favor… —pensó Harry—… que haya una explicación lógica… que sea una amiga, la esposa de un conocido… por favor, por favor, por favor”



Pero ni repetir mil veces aquella desesperada súplica le sirvió, su acelerado corazón se detuvo bruscamente cuando vio que los labios de los dos se buscaban con profunda ansiedad. Las rodillas le flaquearon, y sujetándose de un árbol intentó no caer, pero ya no tenía fuerza, un nudo enorme le obstruía la respiración y dejándose caer apoyado de espaldas al árbol, fue sentándose entre las gruesas raíces.



— Le dije que me esperara… ¿Porqué no sabe obedecer una simple orden?



La voz de Severus lo sacó de su ensimismamiento, no sabía cómo lo había visto, pero ahora no tenía nada qué decir, no podía pronunciar palabra, todo aquello era tan doloroso como desconcertante… y de pronto, un nuevo golpe al corazón, una pequeña niña, de aproximadamente siete años, rubia como el sol y de hermosos ojos castaños, llegó corriendo abrazando las piernas de Severus.



— ¡Papi… has vuelto! —gritó llena de alegría.



Y Harry ya no supo más de él…







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MensajeTema: Re: La familia que siempre quise. Capítulo 1   La familia que siempre quise. Capítulo 1 I_icon_minitimeMiér Jul 31, 2013 10:54 am

oh mi diossss que historiaaa...*o*...aunque pobre harry...u_u....dios senseiii porque le complicas la vida así a harry...T_T...XD okk seguire leyendo...n_n
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http://yukif.livejournal.com/
 
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