Araleh Snape
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| Tema: La familia que siempre quise. Capítulo 13. Sáb Jun 29, 2013 1:10 pm | |
| CAPÍTULO 13
SIN SEGUNDO AVISO
Cuando Ron se separó de Harry, ambos de encontraban extremadamente sonrojados. Por un instante evitaron mirarse a los ojos, pues en cuanto lo hicieron volvieron a encenderse sus mejillas, hasta que finalmente Harry emitió una pequeña risita que descolocó al pelirrojo.
— Lo siento. –se disculpó Harry intentando dejar de reír—. Pero somos un par de tontos… fue sólo un beso, no tiene importancia.
— Para mí no fue sólo un beso. —respondió.
— Ron, yo… no sé qué decirte. —tartamudeó nervioso.
— ¿Sales con Adam? —preguntó interrumpiéndolo abruptamente. — No… él es mi amigo solamente.
— ¿Te gusta?
— ¿Porqué me preguntas todo eso?
— Porque me sentía diferente cuando te veía con él. —respondió asombrando a Harry por su sinceridad—. El día que lo trajiste a la sala común, cuando saliste tras de él, yo hice lo mismo y te vi, estabas besándolo, y después, durante la excursión a Hogsmeade, desobedeciste por ir a verlo y pude ver cuando lo abrazabas para llevártelo en el traslador que te dio Dumbledore, y tú sabes que sólo es necesario poner un dedo encima… no tenías porqué abrazarlo.
— No sé que decirte Ron, sólo que… te quiero mucho pero no siento lo mismo por ti.
— Yo tampoco lo siento. —respondió sonriéndole al fin.
— No te entiendo.
— Estaba casi seguro que estaba enamorándome de ti, Harry. Pero este beso… realmente no me hizo sentir nada. ¡pero no me malinterpretes! —se apresuró a aclarar ante el gesto ofendido de Harry—. Quiero decir, fue un beso sensacional y todo eso, pero… creo que no eres mi tipo.
— Me alegra escuchar eso porque no quería perder a mi mejor amigo. —aseguró aliviado—. Pero entonces… ¿y Hermione?
— Eso no funcionó tampoco. Creo que tengo una tendencia a sentirme enamorado de mis mejores amigos —comentó encogiéndose de hombros—. Ahora vamos, ya es tarde y si nos pescan en los pasillos nos pondrán un castigo con Filch . — Ron… ¿beso bien? —preguntó luego de haber emprendido el camino hacia la torre de Gryffindor.
— ¿Qué clase de pregunta es esa?
— Bueno, eres mi mejor amigo y me dirás la verdad, y ahora que nos hemos besado quiero una opinión sincera… ¿beso bien?
— Harry… —le dice deteniéndose para sujetarlo de los hombros con absoluta seriedad—… es el mejor beso que me han dado en mi vida.
Ron retomó su camino luego de entornar los ojos al ver la brillante sonrisa de su amigo ante su respuesta, nunca se hubiera imaginado a Harry preocupado por esas cosas. Por su parte, Harry estaba más que feliz, eso le daba una esperanza, pudiera ser posible que Snape no había hablado producto de su aturdimiento y realmente le había gustado su beso. Un torrente de mariposas volaban dentro de todo su cuerpo.
Por la mañana, Harry continuaba muy contento, caminaba feliz por los pasillos cuando se topó frente a frente con el dueño de sus suspiros. Snape le miraba a través de las rendijas en que se habían convertido sus ojos entornados.
— Potter… a mi despacho. ¡Ahora! —ordenó Snape tajantemente.
Harry asintió y tuvo que hacer un ágil movimiento para que no se le cayeran al suelo los libros que sostenía ante la impresión recibida, aquel hombre cada vez lo inquietaba más. Sin embargo, ahora no tenía idea de porqué estaba tan enojado… ¿todavía sería por la cena?... vaya que si era difícil de contentar, pero a Harry se le ocurrían muchas formas de intentarlo, sólo que ninguna era lo suficientemente decente para proponérselo. Al llegar, se vio sujetado del cuello de su túnica y empujado contra la pared con tal fuerza que sintió sus huesos crujir, ahora sí los libros cayeron al suelo y miró aterrado a su profesor.
— ¡Yo sabía que no me equivocaba contigo, eres un miserable! —gruñó enfurecido—. ¡Pero que te quede claro, Potter, que no voy a permitir que uses a mi hijo, no dejaré que te burles de él!
— No sé de qué habla. —respondió titubeante.
— ¡Eres un hipócrita, Potter!... ¡Te vi anoche, estabas revolcándote tal cual mujerzuela con ese Weasley!
— ¡No!... ¡No es lo que piensa! —aseguró alarmado—. ¡Fue un beso, sólo un beso, no hay nada entre Ron y yo!
— ¡No te creo y tampoco me interesaría si no fuera porque te he visto intentando seducir a mi hijo y será mejor que aceptes que no te será fácil, antes de permitir que vuelvas a ver a Adam, te mato, te juro que te mato, imbécil!
— ¡Yo no intento seducir a Adam! —se defendió—. ¡Sólo somos amigos, Adam y Ron son sólo mis amigos!
— ¡Pues vaya libertino que resultaste, y eso que son los únicos que te he sorprendido!... ¿acaso ya te has follado a medio Hogwarts?
Ahora fue Harry quien abofeteó al hombre, lo amaba con todas sus fuerzas, pero no iba a permitirle que le ofendiera de ese modo tan cruel. Snape le miró incrédulo ante lo que sucedía, pero pronto se le pasó la sorpresa y apretó al chico aún más contra la pared.
— Lo siento… pero usted no me dejó otro camino. —dijo Harry conteniendo las lágrimas, no iba a llorar en ese momento.
— No puedes imaginarte cuando deseo matarte, Harry Potter. —susurró Snape con el rostro tan cerca que Harry sintió que las rodillas le temblaban—. Hoy más que nunca debes dar gracias de haber nacido como el elegido, porque de otra manera no vivirías para contarlo… pero prepárate, porque si ambos sobrevivimos a esta guerra, vas a tener que enfrentarte conmigo ¡y será a muerte!
Snape empujó a Harry fuera de su despacho cerrando la puerta tan fuerte que el polvo de las esquinas se sacudió. El Gryffindor estuvo a punto de perder el equilibrio, y al darse cuenta que había sido desafiado a muerte por el hombre que amaba, sus manos empezaron a temblar, su cuerpo entero lo hacía, no podía controlarse, sentía su magia desbordándose y de pronto, parte de la cúpula de la torre de astronomía salió volando. Los alumnos que se encontraban en los jardines pudieron verlo y corrían aterrados intentando protegerse del escombro que caía como proyectiles hacia ellos.
La profesora McGonagall y Hagrid, quienes se encontraban cerca, se apresuraron a ayudar a los niños más pequeños salvando a algunos de recibir heridas de consideración. Harry corría desesperado, podía sentir que algo había hecho, y fue hasta que llegó al lobby que vio a la muchedumbre gritando algo sobre un ataque, los prefectos intentaban reunir a los alumnos en el gran comedor, sin poder disimular que ellos también estaban asustados. Salió hacia el patio al ver que algunos que entraban llevaban cortadas en la frente y totalmente cubiertos de polvo. Tuvo que sostenerse de una pared al ver la magnitud del daño, había trozos de concreto esparcidos hasta el lago, algunos niños de primero lloraban mientras eran conducidos a la enfermería para ser revisados.
Harry se sintió invadido por una fuerte náusea, y arqueándose sobre un arbusto vació su estómago, creía que moriría, las fuerzas estaban abandonándolo, pero antes de que perdiera totalmente el conocimiento, sintió unos fuertes brazos sujetarlo para sostenerlo. Fijó su mirada en esos ojos negros y ya no supo más.
Cuando despertó pudo escuchar la voz de Dumbledore, no entendía lo que decía, abrió los ojos y no reconoció el lugar, no había estado ahí nunca. Aún se sentía extremadamente débil, su pulso y su respiración los sentía demasiado irregulares.
— No quiero hablar de eso, Albus, ya te lo dije.
Esa voz, esa voz tenía el poder de regresarlo a la vida, como aquella vez… abrió los ojos y lo vio, Severus Snape estaba sentado no muy lejos de ahí mientras el director paseaba nervioso de un lado a otro, no recordaba haberlos visto así antes, y a pesar de lo mal que se sentía, su corazón latía con fuerza al recordar que había sido Snape quien lo sostuviera en brazos al momento de desmayarse.
— Admitiste que discutiste con Harry, Severus, quiero saber de qué… no hay otra explicación para que algo así haya sucedido.
— Que te lo diga él cuando despierte. —respondió en voz muy baja.
— ¡Te lo estoy pidiendo a ti, Severus!
— No fue su culpa. —dijo Harry haciendo un esfuerzo por sentarse.
— No te muevas, Harry, Poppy dijo que estabas casi vacío de magia… usaste demasiada en ésta ocasión. —respondió Dumbledore obligándolo a volver a recostarse—. Tienes que tomar una serie de pociones fortificantes para recuperarte pronto.
— Lo siento. —se disculpó obedeciendo al profesor—. No sabía lo que estaba haciendo… estaba muy enojado.
— ¿Qué fue lo que te hizo enfurecer así, Harry?
— Ya sabe, lo de siempre… querer separarme de Adam. —respondió como no dándole demasiada importancia sin mencionar el asunto del duelo que por más que quería olvidar, ahí estaba dentro de él—. Pero ¿saben qué?... me doy por vencido, ustedes ganan, yo ya no tengo fuerza para nada... sólo díganle a Adam que no es que yo no quiera verlo más, no quiero que me odie él también.
Harry se dio media vuelta para ocultar su rostro, intentaba con todas sus fuerzas no ponerse a llorar, pero ya se sentía demasiado débil para resistirse. Quería pensar que quizá después de su enfrentamiento con Voldemort, si ganaba, pudiera tener la oportunidad de ver otra vez a Adam, pero sabía que no era así, que había un duelo esperándolo y él no pensaba jamás levantar su varita contra quien amaba.
— Bien, tranquilo, debes dormir, tendrás que quedarte en mis habitaciones durante unos días. —le dijo Dumbledore con suavidad—. Diremos a tus amigos que necesitabas adelantar tus vacaciones, ya falta tan poco para ellas. Y no te preocupes, no hubo heridos graves.
— Gracias. —suspiró Harry.
Dumbledore asintió pese a que sabía que ese “gracias” era más bien una oración de alivio ante el desastre causado. Pronto Harry cayó en otro profundo sueño, y entonces Dumbledore envió al profesor de pociones a terminar de preparar las necesarias para que Harry se recuperara. Snape obedeció sin protestar, y salió sin siquiera mirar al muchacho.
Así pasó una semana, empezaron las vacaciones Decembrinas y en esa ocasión no se le permitió a ningún alumno quedarse en el castillo bajo el pretexto de tener que terminar de reparar los daños, habían justificado lo sucedido con una explosión en las tuberías de agua, nadie se atrevió a replicar la explicación de Dumbledore, pero definitivamente algo raro había en eso. Todos los días, Severus iba personalmente a dejar la poción que preparaba para Harry, pero lo único que hacía era dejarla sobre la mesita de noche y se marchaba sin dirigirle la palabra.
Harry fue sintiéndose cada vez más fuerte gracias a esas pociones, pero aún no le permitían salir de aquella habitación y pasaba aburrido los días, mirando por la ventana el paisaje ya nevado. A veces leía los libros del director, pero era difícil estudiarlos sin varita, pues sí, parecía que había perdido la confianza de los demás. Dumbledore casi no podía estar con él, con seguridad había algún problema pues se reunía con frecuencia con la Orden y pasaba días fuera. Su única ilusión era esperar que llegara el anochecer, entonces sabía que en cualquier momento Snape aparecería. No importaba que sólo fueran unos segundos, lo único que quería era verlo. Se miró al espejo intentando arreglarse un poco el cabello, aunque Snape jamás se dignaba a mirarlo, le era imposible no peinarse para él.
El reloj de la pared mostró las ocho de la noche y Harry abandonó la silla junto a la ventana para ir a sentarse en la cama, cerca de la mesita de noche a donde Severus siempre se dirigía para colocar ahí su poción, de esa forma podría estar más cerca de él, podía disfrutar de su aroma y soñar más vivamente que nunca.
La puerta se abrió y su corazón retumbó, le costaba demasiado no mostrarse tan alegre por su visita, debía ser serio y portarse bien. Severus entró como siempre, pasó junto a Harry ignorándolo y colocando el frasco con la poción en la mesita, pero cuando se suponía que giraría para marcharse sin decir palabra, se sentó en la cama junto a Harry.
— Albus me ha pedido que lo vigile… debo quedarme en esta habitación hasta que él llegue. ¡como si no tuviera cosas más importantes que hacer!
Severus se dejó caer de espaldas sobre el colchón en franco cansancio físico y emocional. Harry se volvió a mirarlo, su profesor había cerrado los ojos… controlando el temor que sentía, el chico se recostó también, al igual que el otro hombre cerró los ojos y una tenue sonrisa curvó sus labios. Soñaba, otra vez soñaba que su profesor se giraba y colocándose sobre de él empezaba a besarlo suavemente, recorriéndole con sus manos cada parte de su cuerpo, podía sentir su aliento mezclándose con el suyo, intercambiando palabras de amor. Sus lenguas jugaban tal y como en su primer beso, y luego, Severus iba descendiendo por su cuello mientras él hundía sus manos en ese amado cabello tan negro como la noche. El placer y el deseo se unían para intensificarse el uno al otro… luego, Severus empezaba a quitarle la ropa, lentamente, sin ninguna prisa, y antes de continuar, se detenía un momento a mirarlo a los ojos y le decía “Te amo, Harry, he soñado con este momento tanto como tú… quiero que seas mío”. Y sí, Harry respondía que sí, que lo tomara cuantas veces quisiera porque ya era de él, se sonreían antes de volver a besarse.
— ¡Potter, le estoy hablando! —gritó Snape despertándolo bruscamente de su placentera imaginación—. ¡Le he dicho que se levante, Dumbledore acaba de enviar un mensaje, quiere que lo esperemos en su despacho!
Harry se levantó como impulsado por un resorte, su profesor ya se había levantado y salía con rumbo al despacho que se encontraba a un lado. Harry miró su entrepierna, estaba muy despierta, y sólo le quedaba esperar a que Snape no lo hubiera notado. Hubiera querido complacer a su amigo, pero no tenía tiempo, fue tras de Snape intentando imaginarse a Dumbledore en traje de baño, seguramente así su amigo se iría a dormir.
Snape estaba sentado en una de las sillas, Harry lo miró con deseo de ir a sentarse sobre sus piernas y hundir su rostro en aquel cuello para besarlo hasta el cansancio. “No, Harry, no empieces ahora con esos sueños” Se reprendió mentalmente. “Recuerda que puedes volver a meterte en una situación muy complicada”. Continuó su camino ocupando una silla frente al profesor, obligándose a permanecer con la mirada baja para no encontrar nada estimulante a la vista.
— Adam ha preguntado por usted. —dijo Severus tan de repente que Harry se sobresaltó y volteó a mirarlo—. Se le ve triste por no recibir noticias suyas, y ahora más que han empezado sus vacaciones y se aburre.
— ¿Para qué me dice eso si no me deja verlo? —preguntó volviendo a bajar la mirada con tristeza—. Me han encerrado aquí, desconectaron la chimenea, me quitaron la varita… es casi como un secuestro.
— Es muy cómodo de su parte compadecerse de usted mismo cuando ni cuenta se da de las consecuencias que provoca… Adam no debía estar así, él era feliz antes. Pero tengo la confianza en que se repondrá, llegará el día en que se olvide de usted.
— Profesor Snape…usted preferiría que yo muriera en esa batalla ¿verdad?
— No, Potter. —negó firmemente—. Ruego para que salga victorioso y vivo porque ansío destruirlo con mis propias manos tanto como a Draco Malfoy… No se olvide que tenemos un duelo a muerte pendiente, y agradezca la oportunidad que le doy de morir con dignidad.
— Yo nunca he querido hacerle daño a Adam… ¡yo lo quiero!
— Su forma de amar es egoísta.
— ¿Yo egoísta? —repitió con dolor—. Puede ser, pero quise luchar por Adam como no pude hacerlo por alguien más… lamentablemente también con él fracasé.
Severus no entendió a lo que se refería Harry, pero ya no hubo tiempo de seguir hablando, en ese momento entraba Dumbledore y la palidez de su rostro era la más viva señal de que algo terrible había sucedido.
— Asesinaron a Arabella. —dijo así, sin más ni más, y tanto Harry como Severus palidecieron al igual que el mago mayor—. Lo lamento, Severus, antes de hacerlo la obligaron a confesar y Tom ya sabe de tu familia… no hemos logrado encontrarlos.
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