Tutulo: Alguien que me ame, alguien a quien amar
Autora: Paola Moonlight
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http://www.slasheaven.com/viewstory.php?sid=13493&index=1Fragmento:
<<Él siempre había soñado con un apersona que lo amase y una familia a la cual dar amor... pero después de 45 años ese sueño se veía imposible. Aún era joven para los estándares de un mago, pero 30 años de continuos rechazos y desilusiones, de gente que solo veía en él diversión temporal y que no era capaz de vislumbrar como era en verdad, no le hacían creer que su suerte en el amor fuera a cambiar… sobretodo cuando sus amantes veían las cicatrices que la marca había dejado en su brazo.
Los Malfoy a pesar de ser tan malos como él, eran hermosos, su fortuna y belleza atraía a muchos a pesar de su carácter y pasado… él ni siquiera tenía eso a su favor.
Se sentía solo y ya no quería estar solo. Pero si su sueño de encontrar a alguien que lo amase era imposible, su sueño de tener una familia no lo era.
Lo había pensado hace semanas e incluso ya tenía lista la poción, pero sólo esta noche, la noche de su cumpleaños, cuando el paso del tiempo era tan palpable al mirar el regalo de Albus aún envuelto y era incapaz de negar que el tiempo se le estaba agotando; cuando al mirar el vaso vacío de whisky en su mano le hacía sentir la soledad más profundamente, esa noche lo había decidido.
El cargaba con el estigma de profesor injusto y favoritista, con el estigma de ser un amante de artes oscuras y con el prejuicio de haber sido un mortífago. Podría cargar con los prejuicios de ser padre soltero… y su hijo tendría que cargar con el prejuicio de ser un bastardo.
Ya no quería estar solo y sólo había una forma de no seguir estándolo: tomó la poción fertilizadora masculina y salió del castillo a celebrar su cumpleaños.>>
<<Y entonces lo vio, al otro lado de la cantina, bebiendo solo en un rincón oscuro, un joven que aparentaba unos 25 años, de cabello rojo oscuro, largo y desordenado no dejaba de observar lo sensuales movimientos de Blaise.
Tomó su trago y decidió acercarse más, vestía elegante y sobriamente, eso era bueno porque significaba que no era cualquier tipo, parecía tener buen cuerpo y al estar más cerca notó sus ojos gris verdoso, los varoniles rasgos de su rostro y los anchos hombros. Le pareció que su rostro le era familiar, a pesar de que no recordaba haberlo visto antes, ni que fuese alguno de sus alumnos, pero eso no le importaba, lo que importaba es que era una verdadera belleza, además de que tenía una nariz pequeña, que con ayuda de Merlín su hijo heredaría en vez de la suya.
Decidido, se acercó a la mesa que ocupaba y se sentó a su lado. El joven se asombró al verlo sentarse sin permiso e iba a hablar cuando Snape le preguntó.
-¿Eres gay?
-¿Qué? ¿He? Sí… ¿Porq…?- A Severus la voz, le recordó a alguien pero lo pasó por alto y sacó una bolsita de su cinturón.
-50 galeones para que pases una noche conmigo- dijo Severus poniendo los galeones en la mesa.
-¡¿Qué?!
-Te advierto que no pagaré más…
-No es eso, es que me sorprendió su proposición, yo no soy de esos…
-Si no lo eres, tanto mejor ¿Aceptas o no?
-¿Hace proposiciones como esa a gente decente muy a menudo?
-No, sólo en ocasión es especiales.
-¿Y que ocasión es esta?
-Mi cumpleaños… ¿Dejaras de una vez de hacer preguntas y me contestaras si aceptas o no?- el joven lo miro a los ojos y dijo.
-Nadie merece pasar un cumpleaños solo. Acepto.>>
<<Los besos que se daban se habían vuelto más y más fogosos, en un duelo apasionado que no dejaba espacio para pensar. Los sentidos de Severus se vieron nublados por una llamarada de intensa pasión, nadie en la vida le había besado así, en cada beso sentía que el otro depositaba todo su amor y su ser en él.
Severus internamente se felicitaba por haber hecho tan buena elección, las manos y el cuerpo ese joven eran un volcán activo en ese momento. Dejó que el pelirrojo mordiera con rudeza su labio inferior, y que le acariciada la espalda con desenfreno total. Las erecciones de ambos estaban rozando y el movimiento que el joven había iniciado, estaba rindiendo sus frutos.
El pelirrojo rozó un poco más la hombría del mayor, para después bajar y lamerla. Sentía como este se excitaba y se contenía, para no eyacular antes de tiempo. Sintiendo ganas de embromarlo y enloquecerlo de placer, bajó hasta la entrada del mayor donde su lengua ocupó el lugar que seguramente Severus esperaba sentir invadido por dedos.
La sensación de poder y de satisfacción era maravillosa, sentía como el mayor combatía entre terminar antes de ser poseído o soportar más aquel electrizante deseo que estaba surgiendo en su interior. Ser capaz de descontrolar a tan frío e impasible carácter, lo excitaba completamente.
-Hazlo ya… maldición!- Gimió Severus, cuando sintió que la lengua del pelirrojo invadía todo su interior.
El pelirrojo rió, le encantaba desesperar a su antiguo profesor. Pero él había pagado y no deseaba hacerlo enojar, por lo que en un rápido movimiento se situó entre las piernas del moreno, para entrar con fuerza y en una sola embestida en el cuerpo agitado de Severus Snape.
Este cerró los ojos, había olvidado como dolía. No era la primera vez que ocupaba aquella pocición, pero si había pasado mucho tiempo de la ultima vez que había estado bajo cualqueir hombre... mucho tiempo de haber estado arriba de cualquier hombre.
El pelirrojo se dejó caer con suavidad sobre el pecho agitado de Severus y calmó su dolor con tiernos besos. Se había dado cuenta que el mayor no ocupaba esa posición a menudo y había dolido más de lo normal… ¿Por qué entonces había pedido estar abajo? No lo sabía y en esos momentos no le importaba, porque sentir como su miembro era atrapado por las apretadas paredes del otro era una deliciosa tortura, así que con paciencia había comenzado a acariciar y besar tiernamente el cuerpo bajo suyo para que el dolor disminuyese y la pasión reapareciera.
Cuando sintió que el otro ya estaba listo le indicó que subiera o enredara las piernas en su cintura para que el acto fuera más sencillo y en cuanto lo hizo comenzó a moverse lentamente.
-Eres realmente delicioso- murmuró el joven besando a Severus y tomando más velocidad en sus embestidas.
El pelirrojo tomó velocidad, entrando y saliendo del cuerpo jadeante de Severus y este gemía como jamás en su vida lo había hecho, aferrandose a los hombros del otro con todas las fuerzas que su cuerpo le permitía tener.
Sentía que aquel joven le estaba dando afecto en cada tierna o salvaje embestida y en cada breve beso que le daba, y extrañamente sintió que él también lo hacía. En cada envestida y gemido, le indicaba a un completo extraño que era suyo y de nadie más. Quizás porque esa noche el tendría un hijo de él, creando un vinculo con el atractivo pelirrojo para toda la vida, sin siquiera saber su nombre.
Besos, caricias, éxtasis y vaivenes desenfrenados. Sólo bastó un momento más para que el cuerpo exhausto de ambos explotara. Dejando marcas de sentimiento a su paso.
El pelirrojo besó tiernamente los labios de Severus por última vez, antes de salir de su interior y dejarse caer sobre su pecho, respirando la fragancia Italiana que el moreno portaba.
Severus cerró los ojos y sintió como el cuerpo sobre él se relajaba y descansaba entre sus brazos, aferrándose a su pecho con total afecto. Severus esperó a que este se durmiera completamente antes de besar la frente del atractivo hombre en forma de despedida y agradecimiento por la nueva vida que se formaría en su vientre.>>
<< El joven llegó completamente exhausto a su casa. No podía creer que hubiese hecho el amor, bueno sexo, con su profesor de pociones… uno de sus sueños eróticos de adolescente se había hecho realidad y había sido mucho mejor de lo que se hubiese imaginado.
-La próxima vez seré yo quien pague.- dijo quitándose los lentes de contacto gris frente al espejo de su cuarto, revelando unos ojos esmeralda.
Tomó su varita y apuntando a su pelo susurró un finite incantatem, tornándose este completamente negro, aunque todavía igual de largo y desordenado. Por último tomó una crema limpiadora y se sacó el maquillaje muggle de la cara revelando una muy conocida cicatriz en forma de rayo.
El espejo que minutos antes reflejaba a un atractivo pelirrojo de ojos gris verdoso, ahora reflejaban la conocida figura de Harry Potter.>>
<<“¿Qué diablos era tan secreto que no podían conversarlo abiertamente?”... los murmullos de Severus y la enfermera, mientras menos entendibles a sus oídos se hacían, parecían afectar aún más a su entrepierna, de modo que Harry no se daba ni cuenta de que estaba esterilizando el brazo de su paciente donde este no tenía ninguna herida.
Sin aguantar más, hizo como que buscaba en una gaveta cercana mientras intentaba espiar a través de la cortina: Madam Pomfrey sonreía amigablemente... y Severus Snape también.
Harry ahogó un grito de asombro, y poco después intentó ahogar el deseo que despertaba aquella sonrisa. Si pensaba que Snape se veía hermoso en las cenas anteriores, cuando sólo había un amago de sonrisa en su rostro, ahora se veía absolutamente irresistible. Sus labios se curvaban sonrientes a plenitud, haciendo que esa aura de felicidad que había vislumbrado anteriormente, brillara como el sol a pleno día…
Snape estaba feliz, sinceramente feliz, no era esas sonrisas de satisfacción que abundaban en su época de estudiante y que lograba ver en aquel rostro cada vez que su profesor quitaba puntos a su casa o hacía algún sagaz comentario al cual no lograba tener respuesta. Tampoco era la sonrisa arrogante que observó en algunas reuniones de la Orden, cuando Albus o algún otro le concedía la razón en las observaciones a los planes de batalla y especulaciones. Esta era una sonrisa de felicidad… una que nunca pensó lograr ver en aquel rostro.
Una que lo llenaba de éxtasis y deseo.
A su mente llegó la hermosa imagen de Severus gimiendo totalmente excitado debajo de él.>>
<<Hacía demasiado tiempo que no se acostaba con alguien.
A Harry no se le ocurrió otro motivo que explicase su reacción ante Severus Snape; era una sensación tan poderosa que se vio forzado a sentarse por casi media hora detrás de la mesa para esconder su repentina e incontrolable erección, siendo que tenía otras cosas que hacer fuera de la sala de profesores.
Miró fijamente al hombre, perplejo, y se preguntó por qué su mera presencia bastaba para encender un fuego tan ardiente en su interior. No cabía duda de que lo encontraba hermoso; sus ojos y cabello negro, contrastando con su pálida piel y el delicioso cuerpo que, él sabía muy bien, escondían sus ropas. Pero además poseía algo que estaba más allá de la belleza física, un rastro de sensualidad, de pasión contenida que yacía latente bajo la máscara fría e indiferente de su rostro, junto con un ligero asomo de… fragilidad… soledad.
Eran principalmente esas cualidades, su inteligencia, astucia, sensualidad y la intensa necesidad de afecto que había bajo su rígida fachada… tan idéntica a la propia, lo que cuando joven lo había cautivado, haciendo que su terrible mal humor y su total falta de sonrisa no fuese un impedimento para fantasear con él.
Y ahora, ya adulto y completamente dueño de sí, Severus no sólo había vuelto a cautivarlo, si no que con esa sonrisa y ese nuevo enigma que guardaba, le era casi imposible apartar sus pensamientos de él… apartar la vista de él.
Desde que había entrado a la sala de profesores, y lo había visto allí trabajando, se había sentado en silencio a observarlo, disfrutando del sonido de la pluma escribir docenas de pergaminos con una caligrafía clara y limpia que tantas veces había corregido sus ensayos, del ceño fruncido que a veces aparecía en su rostro… expectante por volver a ver aquella hermosa sonrisa en su rostro. Snape era tan tranquilo y tan discreto en sus movimientos que, de no ser porque su aroma llenaba el ambiente y de que no le quitaba la vista de encima, Harry se hubiera olvidado de que estaba allí. Respiró profundamente y trató de identificar la fragancia. Detectó aroma a té, mezclado con perfume italiano que usó la vez que se acostó con él. Snape, absorbido por su tarea, se inclinaba sobre un pergamino y escribía con esmero. Harry no podía evitar imaginarse cómo sería tener, otra vez, esas hábiles manos sobre su cuerpo.
Ese recuerdo le hizo hervir la sangre. La fuerza de ese deseo reprimido parecía llenar la habitación. Era muy extraño que las últimas semanas de celibato hubieran sido tan tolerables hasta ese momento… Y que no fuese tolerable precisamente por alguien con quién ya se había acostado.
El era considerado por amigos y extraños como un libertino. Con su disfraz y anteriormente sin él, se había acostado con muchas personas, siempre una sola vez…era necesario sólo una vez para que se aburriese de ellas. Sus amigos, sobre todo Hermione, le reclamaban su comportamiento, pero no había podido evitarlo. Cuando joven, aún en Hogwarts, se había enamorado: de Cho y de Ginny, pero ambos habían resultado ser fracasos, porque ellas en el fondo se habían enamorado del niño-que-vivió incapaces de conocer realmente al Harry de carne y hueso; y cuando lo hacían se desilusionaban. Porque el Harry verdadero no era un héroe que te protegería de todos los peligros, si no un niño solo que deseaba ser amado de verdad.
Después de varios encuentros igualmente frustrantes, había decidido no enamorarse más. Si su cuerpo le pedía estar con otro, él iría en busca de otro, pero su corazón no lo entregaría en bandeja de plata ya nunca más. Mujeres al principio y luego hombres también, descubriendo que estos últimos eran realmente quienes más le agradaban. Primero en relaciones que trataba de esconder y que terminaban saliendo en El Profeta o El Corazón de Bruja, muchas veces por boca de sus propios amantes; y luego muy públicamente esperando que ese comportamiento, aparte de desilusionar a Hermione y la señora Weasley, desilusionara también a todos sus fanáticos y lo bajaran de una vez por todas del trono en el que lo habían puesto.
No había funcionado, lo único que había servido era para que más gente se le acercara queriendo poder pasar una noche con Potter y después contárselos a sus amigos.
Fue más o menos en aquella época de su vida que logro derrotar a Voldemort y que decidió esconderse en su casa para tener que soportar su fama más. Si había docenas que deseaban acostarse con él, solo por ser el niño-que-vivió…eran cientos lo que deseaban acostarse con él por ser El Salvador.
Y entonces, Hermione apareció con la idea del disfraz, en un intento de sacarlo de casa y con la esperanza que sus días de libertino terminaran, pero no fue así, su cuerpo y corazón seguían deseando compañía y al menos con disfraz podía conseguir amantes que se acostaron con él, por su cuerpo y no por su fama.
Y por eso no entendía su reacción hacia Severus… el extraño deseo que surgía en su presencia se había convertido en algo deseado y a la vez en algo insoportable; nunca antes había sentido ante nadie aquella acumulación de avidez por el delicioso cuerpo de Severus, esa necesidad de volver a poseerlo, de que la dulce boca respondiese a sus besos...
En un intento por controlar su excitación, Harry centró su atención en los ensayos que supuestamente había estado leyendo durante todo ese tiempo hasta que su calentura comenzó a disiparse.
La puerta se cerró con un tenue clic, mientras Harry aún miraba fijamente sus pergaminos, lo cual le proporcionó a Harry una privacidad que le era muy necesaria en aquel momento. Después de soltar el aire sonoramente, fue hasta la silla en que había estado sentado Severus y recorrió el respaldo y los apoyabrazos con los dedos. Llevado por sus impulsos más primarios, trató desesperadamente de dar con algo del calor que seguramente había dejado su cuerpo en la madera. Inspiró profundamente, intentando absorber algo de su embriagadora fragancia.
Era definitivo…se estaba volviendo loco por Severus.>>
<<El director sólo había sonreído con ojos chispeantes y se había limitado decir…Es que estas demasiado cambiado como para que no este intrigado con lo que te pasa.
Cambiado.
No sabía a lo que se había referido hasta que un día Poppy le había dicho que debería sonreír así más seguido… que así se veía más guapo.
Sonreír.
Su propio espejo le había confirmado que una sonrisilla tonta aparecía en su cara de vez en cuando. Pero como evitar sonreír…era imposible, ya no tenía que darle clases a esos mocosos ingratos que no apreciaban el arte de las pociones y sus esfuerzos por meterles algo de utilidad en sus cabezas. Draco había llegado a hacerle algo de más compañía, en los periodos en que Albus se ausentaba, logrando cultivar entre ellos una mayor intimidad, que antes no se había permitido por su propia seguridad y la del chico, ahora todo un hombre; y forzadamente había comenzado una especie de amistad o compañerismo con la enfermera de Hogwarts, haciendo que la soledad que sintió a sus 45 años ya no fuese tan apabullante, aunque aquella cesación se debía principalmente a una sola persona.
Su hijo.
Su deseado hijo creciendo en su vientre.
Su sueño de tener una familia, alguien a quien entregarle todo su amor...
Apenas si tenía un mes y las ecografías mágicas no mostraban nada más que algo de apenas unos centímetros y más parecido a un gusano que a un humano… una cosa pequeñisima, insignificante, que para él lo significaba todo.
Su alegría de vivir.
Su propósito en la vida.
Una compañía en su soledad.
Alguien a quien darle todo lo que el nunca recibió.
La causa de esa sonrisa boba en su rostro.
-¿Sabes?, me cuesta creer que eras el mismo que aterrorizaba a todos los alumnos de este castillo hace algunos meses.- aquel comentario sacó a Severus de sus cavilaciones.
-Draco… ¿Cuando entraste?
-Casi al mismo tiempo que esa sonrisa estúpida apareció en tu rostro- Severus frunció el seño- No sé como puedes estar tan feliz, luego de cometer semejante est...
-Draco… no discutamos esto de nuevo.>>
¿El por qué? La historia es muy bella y muestra a Severus como es en realidad (uno de los primeros que leí que lo mantenían cannon) frágil sin ser débil y me enamoro por completo... Es uno de mis favoritos...