Escritora: Magic_Lilac
Beta: MeiYua
Ilustradoras: Majo-san y MeiYua
Clasificación: NC17
Resumen: La vida para Severus y Harry no es fácil, muchas cosas van y vienen y ellos están dispuestos a superarlo, aun si tienen que dejar atrás a la gente que quieren. Dejan todo de lado para vivir su vida como ellos quieren y luego volver y dar la cara, pero... ¿Qué pasa cuando el resto del mundo no está con ellos, y que los que se suponen están ahí para protegerles les dan vuelta la espalda y los traicionan?
Capítulo 03
Un par de semanas más tarde Severus por fin fue liberado de su prisión. Gracias a la gravedad de su herida, fue de los últimos en salir de la enfermería. Sin embargo al cruzar la puerta una sonrisa surcó sus labios al observar que afuera lo estaba esperando un joven, con una gran sonrisa. El chico sin esperar un saludo corrió hasta él.
—Profesor Snape, creí que jamás saldría de ahí —dijo, y sin esperar respuesta se lanzó a los brazos del mayor para tomar sus labios y secuestrar un beso de ellos, uno lento como una caricia pero con una gran urgencia, a pesar de haber estado separados menos de ocho horas.
Al cabo de unos segundos, el mayor se separó, mirando al joven sonreírle. Creía esto era irreal, ¿en qué momento todo ese rompecabezas que era su vida se había acomodado y varias de las piezas habían puesto en su lugar, para formar un hermoso cuadro? Ahora tenía en sus manos un lienzo limpio y blanco, donde podría pintar una nueva vida para él, acompañado de su Harry. Aunque, pensándolo bien, no sabía si él también tenía pensado hacer una vida a su lado. Mejor dicho no sabía lo que el joven tenía pensado para su vida ahora que todo había terminado, y mucho peor, lo que él mismo tenía contemplado para su vida era: ¡NADA! Y es que cuando uno está sumido en una guerra donde no sabes si mañana morirás, no tiene mucho sentido hacer un plan de vida a largo plazo. Y si a eso le sumas que sabes que morirás para que tu persona amada viva, pues no, definitivamente él,
Severus Snape, a sus treitaitantos años de vida, no sabía lo que quería ni sabía qué hacer con su vida. El chico miraba al hombre frente a él. Parecía estar sumido en una verdadera cruzada mental. Con cuidado de no asustarlo posó sus manos sobre las de él y unió sus dedos lentamente para después llevar las manos del mayor hasta sus labios y besarlas con sumo cariño, trayendo al hombre de nuevo a su lado.
—Una moneda por tus pensamientos, Severus. Ahora somos libres, y lo único que nos detiene somos nosotros mismos. Yo mismo no se qué hacer con mi vida, y creo que tú tampoco, ¿por qué no me das una oportunidad? O mejor dicho nos damos una oportunidad para descubrir lo que deseamos hacer, juntos apoyándonos.
Severus lo miró y sonrió
—¿Por qué precisamente en este momento tenías que dejar de ser el niñato engreído, cabeza hueca y presuntuoso que siempre conocí y detesté para convertirte en un hombre justo, que sabe que decir en estos momento y que sabe hacerme sentir como un simple adolecente inseguro que no sabe si tomar una rebana de pastel de calabaza o una manzana acaramelada? —Desprendió una de sus manos del agarre del chico y la posó en los enredados cabellos del menor—. Potter, sería para mí un gran placer aceptar tu oferta y descubrir mi vida a tu lado —dicho esto, se inclinó y besó sus labios con amor—. Y bien señor Potter, ¿ahora qué hacemos?
El menor se lo quedó mirando y cayó en la cuenta de que no había pensado en nada hasta ese momento.
— Profesor Snape, he de admitir que sólo hablé porque tengo boca y no sé que hacer —admitió el menor y ambos rieron con ganas, aceptando que ahora tenían vida y libertad y no sabían cómo utilizarla.
—Creo Harry, que lo ideal es comenzar por saber donde viviremos, ¿no crees?
El chico asintió, pensado donde podrían vivir. Sin embargo, sus cavilaciones no pudieron ser concluidas ya que un gran número de reporteros aparecieron y empezaron a sacar fotografías de la pareja. Severus molesto, lanzó un gran destello de luz, así que Harry lo sujetó de un brazo, jalándolo para correr por uno de los pasillos y poder escapar de los reporteros. Al estar dentro de los terrenos de Hogwarts, no podían desaparecer pero, gracias a que el chico conocía perfectamente los pasadizos secretos, en menos de cinco minutos habían cruzado ya medio castillo y perdido a los reporteros. Entonces dejaron de correr y Severus se giró para mirar a Harry, intrigado.
—¿Cómo es que conoces tantos pasadizos secretos? ¡Ni yo conozco varios de ellos! —dijo Snape sorprendido.
Harry se rió divertido mientras tomaba asiento debajo de una gran gárgola y ésta le abanicaba con sus alas.
—Bueno, ¿crees que pasar tanto tiempo escondiéndome de los profesores no me trajo beneficios? —Severus lo miró, enarcó una ceja y cruzó los brazos, observándole—. No te enojes Severus, mira que conocer también el castillo ha evitado que nos alcancen esos tipejos molestos.
—En eso tienes razón, Potter. Aunque ahora entiendo porque jamás pude ponerte la mano encima — Justo cuando Severus pensaba tomar asiento al lado del chico, un grito lo detuvo.
—¡Ahí están! —gritó uno de los reporteros en el extremo del pasillo, llamando a los demás.
Severus extendió su mano para jalar a Harry, saliendo a carrera al gran jardín y poder desaparecerse ahí.
Al llegar a los linderos de la escuela Severus preguntó:
—¡¿A dónde vamos?!
Harry sonrió y sin dar respuesta pensó en el único lugar donde se sentiría seguro, después de la escuela. Severus solo sintió el típico tirón de ombligo al
aparecerse y una sensación de vértigo inundó su cuerpo, dejando atrás a un grupo de reporteros frustrados.
Con gran gala aterrizó en el lindero de una casa, aunque no pudo decir lo mismo de su acompañante que estaba sentado a su lado, sobándose el trasero.
—Levántate, Potter y dime ¿qué hacemos en la casa de los
Weasley? —preguntó y extendió su mano para ayudar al chico a levantarse.
Sólo obtuvo una sonrisa como respuesta, mientras el menor abría la entrada dando paso al mayor para que se dirigirse a la morada principal. Al entrar Harry, un gran aullido se escuchó y sin tiempo para reaccionar, Severus se vio lanzado hacia un extremo de la habitación mientras el chico era arrojado a una silla al ser abrazado por un grupo muy grande de cabelleras rojas. Las muestras de cariño no faltaron para el chico; besos, abrazos y caricias cubrieron al joven por completo, olvidando a la tétrica figura negra arrinconada como un gran murciélago hasta que una de las chicas, la única que tenía el cabello castaño, se percató de su presencia.
—Profesor Snape, ¿qué hace aquí? —Al terminar su pregunta, el grupo de pelirrojos dejó al fin a Harry y giraron para mirarlo, varios de ellos con rencor marcado al rojo vivo en sus ojos. Harry, aprovechó la oportunidad y se escapó de su prisión de afecto para posarse al lado de la tétrica figura.
—Perdón que no viniera en tanto tiempo, y sé que el que lo hiciera sin invitación se que estuvo mal…— comenzó a decir Harry, pero no terminó la frase ya que su mejor amigo, casi hermano, lo interrumpió.
—Harry, sabes que no tienes nada de qué preocuparte. Las puertas de esta casa siempre estarán abiertas para ti —dijo, remarcando la última palabra—. Sólo dime ¿por qué está él aquí? —refunfuñó, mirando a Severus desdeñosamente.
Harry sonrió algo nervioso ya que jamás les comentó a sus mejores amigos sobre su relación con el hombre.
—Hay algo que deseo decirles ¿por qué no toman asiento? —dijo Harry a tiempo que Severus dejó salir un bufido de desesperación mientras la castaña los miraba suspicazmente: nada pasaba desapercibido para sus ojos.
—Vamos, Harry. Suéltalo de una vez —comentó el pequeño de los Weasley, tomando asiento al lado de su novia. El resto de la familia se sentó también, menos la matriarca, que empezó a preparar té para todos olvidando, una taza.
Para Harry no pasó desapercibido este hecho, así que dejando de lado su temor empezó a contar lo ocurrido los últimos años, como se había dado una oportunidad para conocer al profesor, hasta el punto de enamorarse de él. Pudo notar el cambio de tonalidad en su familia adoptiva. Los cálidos rostros pasaron a una tonalidad verde por la ira. El primero en explotar fue el patriarca, algo que jamás creyó posible.
— ¡¿Cómo es posible que puedas estar con él, Severus?! Harry es un niño aun, solo tiene 17 años, ¡¿Acaso no tienes la edad suficiente para ser su padre?! —gritó con el rostro rojo.
Severus lo miró sorprendido, no esperaba ser agredido por él. Pero sabía bien que no podía esperar miel sobre hojuelas por su relación con el niño dorado. La matriarca se levantó y caminó directo a Harry.
—Cariño, ¿no crees que es muy pronto decir que lo amas? Eres muy joven y has pasado por muchas cosas y traumas muy difíciles, querido —. Posó su mano sobre la cabellera del Harry, como si se tratara de un niño encaprichado de un juguete.
Severus, molesto, dio un paso al frente, alejando a la mujer.
—Creo que el señor Potter no es ningún niño y es perfectamente consciente, al igual que yo, de las decisiones que toma.
Los hijos de la pareja se levantaron, dispuestos a alzar la varita para defender a su madre, a lo que Harry se interpuso. Sin embargo, antes que él pudiera articular palabra su mejor amigo dijo:
—Harry ¿Cómo puedes estar con el profesor Snape? —Hermione apretó la mano en la de Ron y este la volteó a ver un momento antes de continuar—. A nosotros no nos molesta que te gusten los hombres, respetamos tu deseos, ni que te gusten tan viejos pero… ¿tenias que escoger al grasiento éste como tu pareja?
Harry abrió los ojos sorprendido por ese comentario tan despectivo, jamás creyó poder escuchar algo así de Ron. Buscó la mirada de su amiga, la cual sólo agachó su rostro apoyando al pelirrojo.
—Entiendo que Severus es mayor que yo, pero no soy un niño que no sabe lo que quiere. Amo a Severus y quiero estar con él para siempre —. Su voz se escuchó entrecortada, porque a las personas que consideraba su familia ahora lo traicionaban.
El último de los gemelos se levantó y camino hasta él y, para su sorpresa, le dio un gran bofetón.
—¿Cómo te has atrevido hacer esto? Mi hermano murió al defenderte, ¡¿cómo lo traicionas uniéndote a este… —lo miró de pies a cabeza—, murciélago que además de todo mató al hombre más bueno y sabio del mundo?!
Severus, molesto, sacó su varita y apuntó al pelirrojo que se había atrevido a tocar a su chico, haciendo que el resto de la familia empuñara las suyas también. Sin embargo, Harry se interpuso entre ellos. Severus jamás permitiría que hicieran daño a las personas que más amaba en el mundo y las únicas que consideraba su familia.
—Veo que me equivoque al venir aquí. No he venido a pedir su permiso para estar con Severus. Lo hice porque lo amo y quería que mi familia se uniera, pero si ustedes no lo pueden aceptar, entonces a mí tampoco me aceptan.
Lágrimas se acumularon en los ojos verdes, pero ninguna salió de ellos. Con gran pesar se dirigió a la puerta seguido de una sombra que mostraba una gran sonrisa de superioridad. Al llegar al lindero de la propiedad, Harry se abrazó del mayor y éste sólo posó su mano en su cintura para desaparecer de nuevo.
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Severus fue el primero en abrir los ojos y mirar a su alrededor algo extrañado. El lugar era realmente hermoso, los árboles que lo rodeaban eran verdes, frondosos y el clima, cálido acompañado de una brisa fría. Estaba en una colina, a escasos metros había un gran lago y a su lado un riachuelo y al final de ese gran verdor, había un grupo de montañas. El paisaje en sí era un cuadro de arte perfecto.
—¿Dónde estamos? —preguntó Snape al chico que hasta ese momento tenía su rostro oculto en su pecho.
Harry, sin soltarlo, dijo:
— En Montañas Blancas. Fue uno de los tantos lugares a los que nos trajo Mione, cuando escapábamos de Voldemort. Creí que sería el lugar más adecuado para nosotros… está totalmente aislado.
—Creo ya no estamos en Inglaterra, ¿verdad? —comentó Snape, separándose del chico y mirando todo a su alrededor.
—No, estamos en América y, aunque estamos alejados, la cuidad está cerca para poder ir hacer compras y demás.
Severus sonrió.
—Me gusta. Sólo que no tenemos nada y no creo sea muy cómodo dormir con un techo de estrellas y una cama de pasto.
—Bueno, somos magos, creo que podemos arreglárnosla para hacer un hogar aquí. Además es temprano aun como para preocuparnos por donde dormir a menos que tengas algo en mente —dijo bajando su tono de voz y siendo muy coqueto pasó sus brazos por el cuello del mayor.
— Por ahora solo buscar donde dormir— dijo Snape y se alejo del chico, comenzando a buscar madera que pudiera usar, dejando a un joven frustrado por no poder usar ese suave pasto para algo más
divertido.
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Al llegar la tarde, Harry estaba parado en un camino de piedrecillas, que daba directamente al lago. Detrás de él había una casa grande de un piso, con un techo de dos aguas, estilo victoriano y con unas ventanas muy grandes, a petición suya. Odiaba los lugares cerrados. La casa era de un tono café obscuro y el techo azul. En la entrada había un jardín de flores silvestres que Harry había terminado de trasplantar.
Severus salió de la casa mirándolo:
—Deberías entrar, empieza hacer frío—. Se había quitado la capa y el saco, ahora llevaba sólo un chaleco negro y una camisa blanca.
Harry lo miró y se acercó despacio.
—Sabes que amo este lugar. Es nuestro hogar ahora, donde viviremos hasta envejecer.
—Sólo es una casa, Potter. Nuestro hogar está dónde está el otro —. Lo atrajo hasta él y lo llevó al interior de la casa. El piso era de un tono obscuro y las paredes estaban pintadas con un tono suave, había una sala y una chimenea que mantenía la casa caliente gracias a un hechizo.
—¿Ves? No tomó mucho tiempo hacer esta casa —dijo y se sentó en el mullido sofá y le dio un golpecito al asiento de al lado.
Severus caminó y se sentó a su lado. No se sentía muy cómodo en un sofá tan blando, así que cuando el chico no mirara lo modificaría. Estaba sumido en su mente cuando escuchó un feroz ruido. Harry se sonrojo por completo, mirando a otro lado. Snape suprimió pues una risa y tan solo enarco una ceja.
—Bueno, estar trabajando todo el día me dio hambre—. Desvió la mirada, apenado como si en ese momento el piso fuera más interesante.
—Debemos hacer compras para poder alimentarnos. No creo que podamos vivir solo de aire—. El joven de mirada verde asintió, se levantó y tomó su capa dándole al otro su saco.
— Es buen momento para conocer la ciudad, ¿no crees? – El mayor lo miró con un fastidio falso siendo levantado por el joven con una buena motivación: un beso.
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Habían pasado aproximadamente dos meses desde que habían llegado a Montaña Blanca. Harry y Severus se abstenían de alejarse de su hogar y sólo bajaban a la ciudad una vez al mes a comprar los productos necesarios para alimentarse. Harry había cortado toda comunicación con los Weasley, ni siquiera habían pedido el servicio de entrega de periódico mágico, así que estaban completamente incomunicados, sólo disfrutando de su amor.
A las dos semanas de haber llegado apareció una lechuza de color gris, que entró muy rápidamente con una carta que entregó al menor de los hombres. Harry reconoció la letra, era la de su amiga, así que molesto la tiró a la basura, pero Severus la encontró y guardó para después dársela.
La casa ahora era la esencia de ambos, no había artículos muggles, pues no contaban con electricidad. Además Severus no era amante de estas cosas, solo habían adquirido un librero y comprado varios tipos de libros. Severus se actualizó con lo que había pasado en el mundo muggle y descubrió la Física Cuántica y la Química Orgánica, así que disfrutaba de los investigadores del momento y hacía sus propias anotaciones para modificar pociones.
Harry pasaba el día en el jardín arreglándolo. Hacía excursiones dentro del bosque y en ocasiones encontraba criaturas mágicas. Como en su última visita, se había hecho amigo de las hadas que habitaban ahí, y lo habían acompañado a casa pero evitaban al mal geniudo de su “marido”. El joven reía por el comentario de ellas y les explicaba que no era en realidad su esposo y eso era extraño para ellas, porque sabían que tenían una relación. Así que el chico optó por seguirles la corriente.
Esa mañana, al entrar a la cocina, se encontró con Severus sentado con una taza de café y la mesa del desayuno puesta. Era extraño, ya que el hombre le dejaba las tareas del hogar a él, así que su sentido de “algo pasa aquí, y él quiere hablar seriamente” se puso en alerta.
—Hola, Severus—. Se inclino y lo besó en los labios, para seguir su camino y depositar en la tarja las frutas silvestres que había encontrado para lavarlas y colocarlas en la mesa. Mientras tanto, el hombre lo miró actuar sin decir ni una palabra—. Bien ya suéltalo, ¿o seguirás fingiendo que no pasa nada?
Severus dejó salir un suspiro. Era imposible de creer que el chico lo conocía también, así que dio un sorbo a su café, y dejo el libro a un lado.
—Esta mañana me llego una carta… es de Minerva.
Harry dio un trago del jugo que tenía delante de él para omitir un comentario y tan sólo murmuró:
— ¿Y…?
—Me regresó mi puesto como profesor de DCAO y mandó la lista de materiales que necesitarás para terminar tus estudios este año en compañía de tus amigos.
El chico dejo salir un suspiro y dijo:
—No… yo no quiero regresar a la escuela, Severus. Si deseas regresar a dar clases perfecto, pero yo no…. necesito…
El hombre se levantó y se sentó sobre la mesa frente al chico.
—Nada de eso, Potter. Debes terminar tus estudios básicos, si deseas ser medimago, profesor, ministro o cualquier otra cosa. Requieres tener terminados tus estudios básicos y yo no permitiré que esté a mi lado un bruto inmaduro que no sabe más que un Troll —. Harry lo miró con la boca abierta.
— Severus no eres mi padre y no puedes decirme qué hacer… —el hombre lo miró, se llevo una mano a la sien y respiro profundamente, tratando de relajarse.
—Mira, creo que… lo correcto, por ahora, es que termines tus estudios. Por tu propio bien. Siempre has hecho las cosas a tu modo y algunas no han salido bien, otras peor y muy pocas bien, además no me dirás que esperas quedarte aquí siempre aislado de todos, ¿verdad? Necesitamos ganarnos la vida —. El chico se sonrojó por completo. De hecho esa era su idea, quedarse ahí a vivir solos—. No puedo creer que en realidad lo pensaras.
Severus lo miró de manera seria, el chico se levantó quedando a la altura de Severus, puso sus brazos alrededor del cuello de éste y dijo:
—A menos que quieras tratar de convencerme ahora mismo… —se inclinó y besó sus labios. Lentamente los lamió y mordisqueó para luego desprenderse de ellos, dejando pequeños besos hasta llegar al oído y decir—: o yo te haga cambiar de idea —. Por dios, el niño lo tenía bien medido. Sabía cómo tocarlo y en tres… dos… uno….
Cerebro desconectado. Sus manos se colocaron en la cintura del joven. Harry sonrió, empujó lentamente a Severus hasta recostarlo sobre la mesa, mientras sus manos subían y bajan sobre el torso del hombre, encontrando los botones de la camisa. Las manos de Severus hacían lo mismo en el cuerpo de Harry, pero fue detenido cuando las manos pasaron por encima de su cabeza y se encontró con la cesta de frutas. Harry se alejó, mostrándole una sonrisa tomo una naranja pelada.
—¿Deseas jugo? — se inclinó y le ronroneó a Severus. Éste sonrió, abrió su boca mientras el jugo de la naranja escurría entre los dedos de Harry hasta sus labios, entrando en su boca. El mismo chico se inclinó empezando a lamer los labios cubiertos de zumo para después morder la naranja y compartir un beso con el mayor.
Severus lo sujetó por la nuca, haciendo más profundo el beso, y bajó su mano para desprender al chico de sus pantalones, para luego sentarse en la mesa con Harry en brazos y girar, dejando al chico en ésta.
—Deberías desayunar antes de hacer estas cosas —gruñó con la voz cargada de deseo. El chico sintió una descarga recorrer toda su columna mientras el mayor se inclinaba para besarlo —. Dime… ¿quieres miel en tu leche?
Harry asintió mientras sentía su piel enrojecer, así que Severus subió su mano hasta un tarro de cristal y dejó caer su contenido en el pecho del chico. Estaba frío y viscoso. Con su boca lo succionaba y lamía, dejando un camino traslúcido y la piel rojiza. Harry se arqueó lleno de placer ante esas carisias, mientras sujetaba al mayor de la nuca, con la otra mano trataba de levantarse pero encontró un cuenco con las fresas que había traído, así que la colocó en su boca, levantando al mayor que, al verlo, se inclinó para morder y besar al chico, compartiendo el amargor y dulzor de la fruta.
La mano de Severus se deslizó por el pecho del chico hasta su entrepierna, acariciando los testículos del joven y llenándolos de miel, logrando un gemido en el menor, que se ahogó en su boca. Se levantó un poco y sin decir palabras giró al chico dejándolo en cuatro.
Se inclinó de nuevo y besó su espalda mientras tomaba una toronja y dejaba caer el jugo de ésta sobre la piel del chico hasta llegar a sus nalgas, separando sus glúteos para hundir su rostro entre ellos lamiendo la estrella que más placer le otorgaba en el mundo. Harry gimió y se curvó al sentir sus piernas temblar como gelatina por las caricias del mayor.
Severus atrajo el tarro de miel y lo dejó caer entre los glúteos del chico mientras lo lamía.
—Severus… por… favor… —gimió el chico pero sin ser escuchado. El mayor sonrió al ver al joven tan desesperado, así que tomó una fresa y cubriéndola de miel la introdujo en esa estrella ya enrojecida por las atenciones del hombre, al principio entrando con fuerza para ser absorbida por el chico y el deseo del mismo.
—Creo, señor Potter, que usted tiene mucha hambre—. Así que tomó otra fresa y la introdujo seguida de dos frambuesas y zarzamoras—. En serio, que hambre tiene. Jamás creí que le entrara tanto.
Se inclinó y beso sus labios. Harry tenía el rostro rojo y gemía al sentirse tan lleno.
—¿Sabes? Creo a esa fruta le falta algo de miel. Debe ser muy ácida para tí…
Tomó una cuchara con miel y la introdujo haciendo a Harry gemir y arquearse por completo, mientras Severus la sacaba y metía lentamente. El chico se levantó, quedando de rodillas para abrazarse del hombre y besarlo mientras este seguía jugando con la cuchara.
—Se… Severus, por favor… tómame ya…—El chico se restregaba contra el hombre.
Severus mostrándose tan bueno e indulgente como era, giró a Harry y sacó la cuchara y, sin permitir que las frutas saliesen, embistió al chico que gritó de placer al sentir cómo se deshacían ante el paso del miembro de Severus. Éste se movió al sentir al chico tan dilatado. En movimientos rápidos, haciéndolos gemir a ambos gracias a la miel y las texturas de las frutas dentro del chico. Harry rodeó con sus piernas la cintura de Severus atrayéndolo más hondo dentro de él, gimiendo. Sentía que perdería la razón con esos movimientos y sentía su abdomen muy lleno.
Severus sujetó el pene de Harry y comenzó a masturbarlo sintiéndolo al borde del éxtasis. Ambos llegaron al clímax con un fuerte gemido. Harry se dejó caer sobre la mesa y Severus se sujetó de la orilla, saliendo del chico y cayendo sentado en la silla que estaba al lado. Sonrió entonces ante la vista que tenía delante de él. Entre las piernas del chico escurría el jugo de las frutas mezcladas con su semilla. Harry se levantó un poco, aún con las piernas separadas y, llevando una mano a donde estaba el jugo, tomó un poco con sus dedos y lo llevó a su boca
—Delicioso desayuno, Severus —dijo, logrando enrojecer al hombre con la escena más erótica que jamás había tenido frente a él.
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Harry se levantó por tercera vez de la baranda donde estaba sentado mirando al exterior. Ya el último chico había entrado así que debía enfrentarlo, estaba en Hogwarts de nuevo, para terminar sus estudios. Severus era muy bueno convenciendo a las personas… Debería decir más que bueno.
Se revisó el uniforme por completo, suspiró e inicio su camino al gran comedor. No lo podía retrasar más. Al llegar a la entrada principal miró a todos lados, empujó lentamente la puerta y entró en el comedor donde estaba reunida toda la comunidad estudiantil, aún sin los profesores.
Al entrar todos se quedaron callados y lo miraron. Harry se sentía extraño hasta que su amiga rubia se levantó desde su mesa y empezó aplaudir. Los demás estudiantes realizaron la misma acción. Caminó muy nervioso hasta la mesa de su casa y al ver a sus amigos ahí sentados se acercó, pero la cara de Ron le hizo desistir. Se dirigió hasta la punta de la mesa y sentándose ahí, los estudiantes fueron callados con la entrada la nueva directora, Minerva McGonagall.
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Un mes más tarde, el curso seguía normal. Harry dormía en la sala común con sus compañeros y Severus en sus aposentos. Ésto tenía al chico como un león enjaulado puesto que a él lo trataban como a un dios mientras en varias ocasiones tuvo que defender a Severus de comentarios despectivos de sus compañeros, y las casas se vieron afectadas horriblemente en puntos por los cometarios que hacían. Lo que Harry no sabía es que además de ser los estudiantes quien lo trataban mal, los demás profesores hacían comentarios despectivos a Severus.
Todavía se mantenía alejado Ron de él y Hermione sólo le sonreía o decía “hola” cuando lo veía, así que se sentía muy solo cuando no estaba con Snape.
Esa tarde se escapó hasta el lago, el cielo estaba a punto de oscurecer y Severus llegó momentos después haciendo que el menor corriera a su encuentro.
—Severus que día más horrible, ya no soporto el trato que recibo aquí —. Severus caminó a su lado hasta el lago escuchando sus quejas.
—Creo te va mejor a tí que a mí. Los comentarios de esos estúpidos niños cada día son peor y mira que ya no me tienen miedo como antes —. Harry lo miró y se recargó junto a él mirando hacia la escuela
—Siento que ya no es lo mismo —. Miró al mayor y éste entendió su comentario.
—Ya no es nuestro hogar —dijeron al unisonó.
Dejaron de lado ese pensamiento y disfrutaron su tiempo, solos en compañía de su amor.
Una hora más tarde, ambos caminaban de regreso a la escuela. Se habían perdido la cena, así que iban a los aposentos de Snape para tomar una ligera merienda y que Harry pudiera regresar a su sala común antes del toque de queda. Ahora que Harry tenía a quien entregar cuentas se mantenía en la línea de chico bien portado…. Bueno casi. En ese momento que se levantó en puntillas jalando a Severus del hombro para besarlo. El hombre no lo alejó si no por el contrario lo atrajo hasta el, besándolo apasionadamente.
En ese momento un grupo de profesores acompañados de McGonagall y el nuevo líder del consejo de padres aparecieron en dirección a la oficina del director. Al ver la escena frente a ellos varios soltaron un gritito de horror, haciendo que la pareja se separara, volteándolos a ver sorprendidos.
—¿Qué demonios significa ésto? —. Fue la frase expuesta por el señor Linopeus, mirando a Minerva—. Es Snape, ¿no es profesor aquí? ¡Y Harry Potter es un estudiante!
Los profesores comenzaron a cuchichear y algunos alumnos cercanos a ellos caminaron atraídos por el ruido. Entre ellos estaban Ron y Hermione. El señor Linopeus gritaba a todo pulmón exigiendo la inmediata expulsión de Severus. Los profesores, al lado de McGonagall, comenzaron a exigir lo mismo y los alumnos empezaron a abuchear a Snape.
—¡CÁLLENSE! —gritó Harry molesto, apuntado su varita así el señor Linopeus—. ¡¿Cómo se atreven a ofender a un héroe de guerra?!
—Harry nadie dice nada en contra de ti —le dijo Minerva, tratando de calmarlo mientras Severus se colocaba a su lado, sin perder la postura mientras sujetaba su varita lista por si alguien trataba de hacer algo. Aunque en realidad lo dudaba, dado que nadie se enfrentaría al niño dorado.
—Es exactamente a lo que me refiero, Severus es un héroe como nosotros. También arriesgó su vida y es tratado como… —El hombre mayor carraspeó y el chico entendió quedándose callado—. Para su información Severus Snape y yo somos amantes desde hace mucho tiempo.
La sorpresa no se hizo esperar y los murmullos aumentaron de volumen. Expresiones de sorpresa, enfado y asco rodaron por todo el lugar. Y surgieron frases como: “
lo debió embrujar”, “
debe tenerle lastima”, “
qué asco, ¿cómo puede acercarse? ”
Severus, molesto, se llevó una mano a la sien y lanzó un hechizo, callando a todos en el acto
—Perfecto eran molestos hablando tanto —. El chico a su lado solo sonrió—. Para su información yo también tengo voz, y esto empieza a ser absurdo —. Miró al chico—. Puedo defenderme solo.
Minerva, que miró al hombre y se quitó el hechizo, dijo molesta:
— ¡¿Pero cómo te atreves?! Harry es un niño, es tu estudiante y sobre todo es un alma pura
—Oh vamos Minerva, no empecemos con eso de alma pura, que este “chico” ya no es un niño, es un hombre y es mi… pareja.
Minerva le lanzó un hechizo que fue desviado por Harry.
—No se atreva… —gruñó molesto, dejando a la mujer azorada por su comportamiento—. Ya no soy un niño y mucho menos un títere al que se puede manipular —. Severus se estiró todo lo largo que era, y una sonrisa sardónica cruzó su rostro al saberse ganador del los favores del chico.
—Esto es insubordinación —gritó Linopus—. Deténgalos en este momento. Ese hombre debe tener hechizado al chico.
Todos los profesores apuntaron a Severus y éste sacó su varita, listo para devolver cualquier ataque.
—¿Cómo se atreve…? ¿Cómo es que llegó un mortífago a pisar de nuevo la escuela? ¡Mi primo se enterará de esto!
Y sin más lanzó un hechizo sin voz. Severus rebatió el golpe y los maleficios empezaron a llover, todos dirigidos a Snape. Harry molesto por esto lanzo un
expelliarmus, mandando a volar algunos profesores.
Minerva se sorprendió por esa acción.
—Basta. Si no quieren a Severus aquí se irá sin ningún problema —. El hombre lo miró sorprendido—. Y yo me iré con él.
Tomó la mano de éste y se giraron para salir de ahí, pero Linopus, molesto lanzó un hechizo que fue eliminado por un pelirrojo.
—Creo, señor, que ellos ya se van sin hacer ningún daño —. Apuntando con su varita al hombre, Hermione, Luna y Neville se pusieron a su lado deteniendo a los profesores. Harry miró hacia atrás y sintió su corazón estrujarse, pero siguió al hombre hasta las afueras de la escuela para desaparecer y llegar de nuevo a su casa.
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Ya entrada la noche Severus estaba recostado en su cama con un libro en las manos. Sintió un peso a un lado para después sentir frío en su antebrazo. Desvió la mirada de su libro y vio al chico extendiéndole un vaso con whisky. Sonrió agradeciendo en silencio para tomar un trago de la bebida. Harry se apoyó en su pecho y dio un sorbo de cerveza de mantequilla.
El hombre lo miró. A pesar de todo, a él no le gustaba el alcohol y sólo tomaba eso siempre a su lado, de manera fiel. Lo miró a los ojos sin decir nada y posó el vaso en la frente de éste. Harry sonrió solamente por la actitud del mayor, desde que habían llegado no habían tocado el tema.
—Cásate conmigo —. Harry se quedó sorprendido. Se incorporó y miró a Severus directamente a los ojos.
— ¿Que has dicho?
—Potter, ¿serás tonto? Cásate conmigo —dijo gruñón
—En serio, careces de romanticismo. Así sin flores, ni cena romántica después de hacer el amor… sólo dices “cásate conmigo”… en tono frio… —. Severus dejó salir un gruñido de fastidio y, antes de que pudiera rechistar a ese absurdo cometario, Harry se inclinó para besarlo—. Sí, quiero casarme contigo, Severus.
El hombre mayor se giró y sacó del cajón del mueble de noche una cajita de donde extrajo un par de anillos iguales, en oro blanco y dorado que tenía una fila de piedras preciosas, entre los dos tonos de oro.
—Me sorprendes Severus, ya tenias los anillos —. El hombre bufó mientras se sonrojaba.
—Me los dio Dumbledore —. Harry lo miró asombrado—. Cuando regresamos a la escuela el retrato me indicó donde estaban y dijo que eran su último regalo para nosotros. Me dijo que contiene un hechizo que se activará cuando nos casemos.
—Espero que no sea otro truco suyo —. Ambos se miraron y dejaron salir un suspiro. No sabían de que se trataba —. Ni muerto podemos escapar de sus buenos deseos —. Ambos rieron—. Bien, ¿cuándo nos casamos?
—Por mi mañana, pero debemos encontrar a alguien que oficie la boda…
— Espero que no te arrepientas. Sé quién puede hacerlo —. Harry.se rió.
Severus lo miró extrañado y nervioso. Harry se levantó y se sentó sobre el regazo del hombre
—Severus, ¿quieres practicar la luna de miel?
Este chico es insaciable” fue el último pensamiento coherente que cruzó su mente por un largo rato.
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A la mañana siguiente, Severus se giró en la cama palpando a su lado y, al no sentir nada, se alarmó levantándose. ¿Dónde estaba ese niño? El dueño de sus quincenas, el chico de sus pesadillas, el dueño de su vida… Un momento ¿cuándo carajos se había convertido en alguien tan cursi? Se amonestó mentalmente por pensar semejante tontería.
—¿Potter? —No contestó—. Me iré a follar a Lucius, luego vengo… —Esperó unos segundos.
—¡Ni te atrevas! Que antes de que lo toques te hago eunuco —dijo el chico, entrando en la habitación y sentándose en la cama.
—No lo harías, disfrutas mucho de mi amigo como para perderlo.
—Vale, tienes razón…. Pero a tu amigo rubio nunca se le notó que tuviera los suficientes… así que él no lo extrañaría.
El mayor inclinó la cabeza en aceptación a la verdad dicha, aunque incómoda. Entones se percató de que Harry estaba ya vestido. Era raro, por lo general él era el primero en levantarse.
—¿Dónde has estado Potter? —Lo miró unos momentos extrañado.
—Bueno, pensé en lo de ayer y salí a buscar unos amigos. Mira que no perderé la oportunidad de que me hagas un hombre de bien —. Puso cara de santo, a lo que el otro enarcó su ceja y sus labios se formaron en una curva—. Además ¿quién no me dice que te arrepentirás después? Mejor aprovechamos tu buen humor —. Le guiñó un ojo.
—Potter, ¿en serio crees que me daría a la fuga?
—Sí.
Snape inclinó la cabeza afirmando. Claro que lo haría en otras ocasiones, eso no se podía negar. Pero era Harry, así que estaba bien, no es como si necesitaran eso, o que el chico lo pidiera. Sin embargo, la idea no le disgustaba.
—Algo está mal conmigo —farfulló.
—Bien, ¿quieres saber qué hice? —le cuestionó Harry, sin hacer caso a sus susurros. Estaba acostumbrado.
—Aunque no quiera lo dirás.
—Exacto —. Mostró una sonrisa gatuna—. Visité a mis amigas hadas de este bosque y me llevaron con la reina hada, ¿sabías que tiene reinas? — Miró la cara del mayor —. No me saldré del tema… El hecho es que, recuerda, anoche dijiste que te casarías hoy mismo si ese era el caso pues bien. Adivina.
Un sudor frío recorrió la espalda del mayor
—No quiero.
—Amargado. Pues, de hecho, según la reina de las hadas, hoy es un día perfecto para eso ya es el primer día de luna llena. Desean preparar una sorpresa. Debemos estar ahí a las 11 para que, a media noche, seamos esposos y el ciclo comience.
Severus asintió lentamente, y por dentro comenzó a gritar y dar de topes mentales. ¿Cuándo había dicho que hasta se casaría al día siguiente? La parte interna de él se estaba dando contra el muro y otra se la estaba refrescando a su amigo que hacía a su cerebro irse de paseo.
—Perfecto —. Sólo atinó a decir.
El chico sonrió alegre de saber que el mayor estaba complacido por su iniciativa. No dejaría escapar al hombre tan fácilmente.
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Esa misma noche, Harry y Severus caminaban adentrándose en el bosque, hasta que a medio recorrido se encontraron con una diminuta hada que iluminó su camino hasta un claro a unos metros más adelante, cruzando unos arbustos.
Les sorprendió el trabajo que habían hecho las hadas. Habían creado dos grandes círculos con rocas de río que se enlazaban, formando el símbolo del infinito rodeado de flores del bosque. Incluso había algunas que no eran de temporada, sin contar que, por el contorno de las rocas, se había hecho un riachuelo con agua cristalina y, un poco más atrás, había un gran tronco que contenía un fuego en llamas azules, formando un altar. Los árboles estaban rodeados de guirnaldas con flores y hojas de otoño, el lugar tenía un ambiente romántico y ceremonial, todo iluminado por la luz de la luna y pequeñas esferas de luz azul.
—Tus amigas se esforzaron mucho —susurró Severus al menor.
—Sí, creo que les alegró que nos uniéramos —. Se detuvo a mirar a Snape—. No vestimos de acuerdo a la ocasión.
Severus vestía su típico traje negro, sólo que sin la capa de mago y Harry tenía puesto unos pantalones de mezclilla y una playera muy holgada. Pero ya no podían cambia de ropa, así que caminaron hasta el centro. Sin embargo, Snape detuvo a Harry antes de entrar en los círculos.
—¿Qué ocurre? —El hombre tenía a Harry sujeto de una mano y se veía dudoso.
—Ham... Mira yo no soy un hombre que hable en frases de amor, odio esas estúpidas cursiladas, aborrezco la idea del amor eterno y el matrimonio para mí es una gran estupidez —. Harry se mostró realmente enojado.
—Entonces que… —No terminó la frase cuando Severus le puso la mano en la boca.
—Cállate por una vez y deja que termine. Considero que la única razón por la que las personas se unen es para crear chiquillos estúpidos que deberían madurar rápidamente y dejar de ser niñatos estorbosos —. Miró la cara del chico que estaba a punto de gritarle hasta que muriera—, pero todo eso… está bien si es contigo —. Desvió su rostro, llevando una mano al mismo para ocultar el color rojo que cubría su cara—. Y si repites alguna vez esto, lo negaré profundamente. Pero te amo, y creo todas esas cosas están bien si es contigo. Bueno los hijos pueden esperar… un largo tiempo…. un MUY largo tiempo.
El chico lo miró realmente sorprendido porque en todo el tiempo que llevaban juntos jamás le había dicho “te amo”. Se acercó y le dio un beso en la mejilla.
—Tonto —. Snape lo miró entrecerrando los ojos —. No necesitas decirlo, porque ya lo sé.
El hombre lo miró y sacó de su chaqueta los anillos y le puso a Harry el que le correspondía mientras este también colocaba a Severus el suyo.
—Sé que en este tipo de ceremonias un anillo es innecesario, pero aun así…
No terminó la frase cuando la reina de las hadas apareció en el lugar, como una luz bastante brillante, hasta colocarse en el atrio y tomar una figura mayor, mostrándose muy linda. Su cabello era negro y rizado, llevaba una corona de hojas plateadas con flores multicolores. Vestía un traje verde como si hojas cubrieran su cuerpo. En su brazo izquierdo tenía tatuado una runa celta del valor y en sus piernas lianas florales que cubrían sus pies descalzos. Sus alas eran trasparentes, con brillos, como si fueran de un caballito de diablo en tono azul.
—Hola, Harry —. Su voz era como un canto afinado—. Ya es hora de entrar al círculo, el tiempo se aproxima al momento ideal.
—Hola, Rhyannon, —suspiró Harry y tomó la mano de Severus, caminado hasta el centro de los círculos—. Bien, estamos aquí.
Rhyannon, sonrió y le indicó a Harry cambiar sitio a Severus
—Como el día y la noche son ustedes, muy diferentes pero se complementan. Ambos se necesitan— dijo, acercándose hasta ellos—. Una boda de este estilo jamás se celebraría tan precipitadamente, pero creo que para ustedes es el día ideal. Harry tu eres el día de Severus. La luz que guiará su oscuro camino. Pero recuerda que el negro no es el vacío; es la unión de todo. Y el blanco es la ausencia. Es por eso que se necesitan.
La hermosa hada tomó las manos de ambos, entrelazando sus dedos.
>> La unión de ambos es con un listón rojo que unirá sus corazones.
Tomo el listón, pero antes de que lo pusiera en sus manos, una gran luz de color rojo los arrojó a ambos al suelo, haciendo que todas las hadas ahí reunidas salieran volando, a excepción de Rhyannon que miró a la pareja levantarse y sacar las varitas.
—Severus Snape, se encuentra detenido por los cargos de estupro, pedofilia y pederastia.
La pareja miró a los aurores apuntarles, eso no pintaba nada bien.
—¡Soy mayor de edad! —comentó Harry molesto aun lado de Snape.
—Cuando comenzaron su relación eras menor de edad. Si te alejas de él, podremos revisarte, posiblemente este mortífago te tenga bajo algún tipo de poción.
—¿Cómo se atreven? Será mejor que se vallan por donde han llegado y nos dejen en paz —les gritó Harry molesto.
Pero los aurores no desistieron y lanzaron un ataque en grupo. Harry y Snape devolvieron los ataques sin ningún problema, a pesar de que los superaban cinco a uno. Rhyannon, se elevó desapareciendo y deseándoles a la joven pareja buena suerte.
Los aurores eran implacables en sus encantamientos, pero Harry se pegó a la espalda de Snape, defendiéndose mutuamente. Sin embargo, uno de los hechizos mandó volando lejos a Severus, arrebatándole su varita a la que Harry la invoco con un
accio. Pero, antes de lograr dársela, un grupo de aurores lanzó un hechizo aturdidor contra el mayor. Harry se lanzó para evitar que tocaran a Snape, recibiendo el impacto de tres hechizos.
El chico se mantuvo en pie durante un segundo antes de caer, a lo que el mayor trató de sujetarlo, pero un nuevo ataque por parte del jefe de aurores le dio de lleno, dejándolo atado. Harry fue atrapado por dos jóvenes que lo encerraron dentro de una esfera mágica.
—Dejen a Severus —gritó Harry, tratando de salir de la esfera lanzando un hechizo. Sin embargo, Snape aun seguía aturdido. Sólo logró conjurar un escudo para evitar que Severus recibiera otro golpe.
—Este chico si es poderoso, aun con un triple golpe tuvo fuerzas para defenderte —dijo uno de los aurores, mientras se acercaba a Severus y lo levantaban de un jalón.
Unos aurores ataron a Snape con cuerdas mágicas mientras otros trasladaban a Harry dentro de la esfera mágica, para desaparecer todos del claro dejando el lugar destruido.
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Harry reaccionó después de un rato. Se encontraba mareado, y desubicado, al recordar lo pasado. Trató de salir de la burbuja en la que ese encontraba suspendido. Aunque en el lugar no se veía nada, conoció la habitación: parecía una de las tantas salas del ministerio. Quería salir, encontrar a Severus y salir de ahí.
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Severus se encontraba golpeado y sucio. Los aurores, después de regresar al ministerio, le habían dado un [i]agradecimiento especial [/il por luchar en la guerra. Hacía unos minutos que había sido trasladado a una sala para hacerle un juicio, de manera muy rápida y sospechosa. Se encontraba el nuevo ministro de magia, Kingsley, juntó con los Miembros del Wizengamot.
—¿Por qué me han traído a un juicio sin una debida investigación? ¡Ni un abogado! Ni los requerimientos necesarios.
—Calla, mortífago, —gruñó Kingsley—. Los magos de choque del grupo de operaciones mágicas te han traído por el cargo de estupro, pedofilia y pederastia.
— ¿Perdón? Pero eso no se podría considerar como un crimen de alto riesgo —dijo el mayor.
—Claro que sí. Estás bajo sospecha de manipulación mental sobre Harry Potter. Gracias a que misteriosamente te liberaste de la muerte de Albus Dumboldore… no correremos el riesgo de dejarte cerca del héroe del mundo mágico.
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Harry golpeó de nuevo la burbuja pero ésta no se rompió. Estaba sudando y cansado. Desde que había despertado se encontró tratando de salir de ahí pero no lograba reventar esa burbuja.
Cansado se dejó caer y se llevó una mano a la sien, buscando una forma de salir.
—¿Necesitas ayuda?
Harry se sorprendió y levantó enseguida al reconocer la voz de las sombras salió Hermione y Ron.
—¿Qué hacen aquí?
—Vinimos a ayudarte —contestó el pelirrojo.
—¿En serio? —Lo miró enfadado—. ¿No será que ustedes nos llevaron a esto en primer lugar?
—No —contestaron los dos.
—Mira, se que actué como una cobarde al no decir nada, pero es que estaba sorprendida. Jamás nos dijiste nada —. La chica se acercó a la burbuja que tocó la esfera—. Me sentí traicionada. Sé que no lo justifica, pero lo lamento mucho. Traté de advertirte que todo estaba raro en una ocasión por carta pero jamás me contestaste.
Harry recordó la carta que alguna vez recibió, si la hubiera leído jamás habría ocurrido esto.
—Harry, se que actué como un reverendo imbécil pero tampoco quiero lastimarte —suspiró Ron—. Si tu felicidad esta con el grasiento… —Harry lo miro feo—. Perdón… con el profesor Snape entonces vale.
Harry sonrió al notar que decían la verdad y mostrarse apenados.
—Bueno, sáquenme de esta burbuja que tenemos que ir por Severus para irnos de aquí.
Ambos chicos sonrieron al ver a su mejor amigo perdonarlos y conjuraron un hechizo para poder liberarlo. Harry por fin salió de su pequeña prisión y al verse liberado abrazó a sus amigos.
—Gracias. Ahora a buscar a Severus.
La castaña y su novio asintieron pero cuando trataron de salir un grupo de aurores salió de entre las sombras.
—No creí que lograran sacarlo —dijo un hombre rubio.
—¿Que esperabas? Si son los héroes del mundo mágico —contestó un hombre bajito y regordete—. Pero por ahora, señores y señorita, no los podemos dejar salir.
Y sin más lanzó un conjuro atrapando a los chicos en burbujas.
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—Severus Snape, después de analizar los hechos, se le condena a una condena de 15 años, sin derecho de apelación, por el cargo de estupro, pedofilia, pederastia, obstrucción de la justicia y uso de hechizos indebidos sobre una figura pública para mantenerlo controlado.
—Pero ya les dije que Harry está conmigo bajo su propia voluntad... –dijo el hombre molesto por decimocuarta vez, pero fue silenciado con un hechizo lanzado por un auror.
Una voz se alzó entre el jurado.
—Jamás un joven como el señor Potter estaría con alguien como usted bajo su propia voluntad, menos aun siendo usted el causante de la muerte de su mentor.
—Como ha dicho el Juez Tiberius, es imposible tal cosa. Por esa razón como Ministro de Magia que soy, le condenamos a 15 años en la prisión de máxima seguridad mágica, Azkaban. Será enviado de inmediato a cumplir su condena.
Severus, sin poder expresar ni una sola palabra, abrió los ojos sorprendido. En menos de 15 minutos le habían hecho un juicio con pruebas que no existían y lo habían condenado a 15 años en Azkaban. Lo peor era que no sabía que harían con Harry, ya que dudaba que ellos lo dejaran salir libre.
Un grupo de aurores lo sujetó y arrastró hasta unas escaleras que al final conducía a un marco mágico que lo llevaría directamente a las puertas de su nueva morada. Kingsley, sin esperar a ver como se ejecutaba la condena, salió de la habitación caminando a paso rápido.
De entre las sombras aparecieron dos aurores.
—Señor Ministro, ya cumplimos sus órdenes. Como nos dijo, los amigos del señor Potter llegaron a rescatarlo —. Sonrió divertido ante el recuerdo—, pero ya están haciéndole compañía.
—Muy bien, por ahora es mejor que olviden todo lo relacionado con el señor Snape antes de regresar al mundo mágico.
—No se preocupe Señor Ministro —. Tiberius salió de entre las sombras, acompañado de Mafalda—. Mis amigos de San Mungo se encargarán de revisar a los chicos y ayudarlos a olvidar ese accidente —. Lo miró un momento—, Pero ¿en serio sólo dejará 15 años a ese bastardo mortifago?
—No debe preocuparse. Recuerde que en Azkaban suelen surgir “accidentes”, ¿no es así auror René?
—Así es, Ministro. Como le informamos, el prisionero fue mandado a una celda de máxima seguridad, y está rodeado de bastantes dementores.
De entre las sombras del corredor apareció otro auror de piel blanca y cabellera negra.
—Señor ministro, le traigo la noticia que el preso no. 5678094, Severus Snape, fue ingresado en la celda de máxima seguridad como nos indicó.
—Muy bien. Como les comenté, señores, las acciones siempre generan consecuencias, y ese mortífago tiene las horas contadas. Espero que no haya ningún error —dijo refiriéndose a los aurores.
—Comprobamos todas las posibles escapatorias. No tiene pociones, ni varita, ni libros. Además, comprobamos que el hombre no es un animago como en el caso del prófugo Sirius Black y creo cubrimos todas las posibilidades.
—Señores, mañana por la mañana nos habremos liberado de un mortífago más —. Miró a sus colaboradores—, y el señor Potter, después de su revisión, se reincorporará a sus actividades junto a sus jóvenes amigos...
Los hombres a su alrededor le aplaudieron antes de seguir sus caminos.