¿Un nuevo comienzo? (Libre para miembros de la Orden del Fénix)[Grimmauld Place/Vestíbulo]

Aunque sabía que su esposa Molly podía cuidarse perfectamente bien, Arthur no terminaba de fiarse de que fuera sola a limpiar a la casa de los Black, sobretodo ahora que Sirius no estaba y que la Mansión estaba llena de objetos oscuros que aún no habían descubierto.

Así que dejando atrás su exploración sobre los patitos de goma, a los que había abierto y diseccionado intentando ver su funcionamiento, viajó vía Flu hacia la casa de Sirius, bueno, ahora de Harry ya que Black había fallecido. Desgraciadamente.

En circunstancias normal, cuando llegaba a casa y su mujer estaba haciendo las tareas de la casa, la escuchaba siempre cantar, y se extrañó de que todo estuviera demasiado silencioso.

-¿Molly? – la llamó alzando la voz

Escuchó unas voces en el vestíbulo y asustado, se dirigió a paso apresurado hacia allí, pasando por su mente, imágenes de su querida esposa siendo atacada. Se llevó una tremenda sorpresa al ver a esta junto a…

-¿Sirius? – su primer impulso, fue abrazarlo, feliz. La noticia de su muerte les había afectado mucho a todos y el saber que estaba vivo, era una noticia realmente estupenda. Luego, vino la confusión - ¡Por Merlín, Sirius! ¿Qué te ha pasado?

Sirius nunca había sido una persona que mostrara abiertamente sus sentimientos, exceptuando a Harry a quien no podía esconderle el orgullo y la felicidad que le causaba tenerlo por fin con él, pero cuando el animago le sonrió, Arthur experimentó un gran sentimiento de plenitud. En el poco tiempo que hacía que conocía a Sirius, había llegado a cogerle un gran aprecio.

-¡Pero que mal aspecto tienes, hombre! – intentó bromear, mirándole a la cara – Será mejor que vayamos al salón e intentes descansar mientras aviso al resto de la Orden de que estás vivo. ¡¡Que alegría se van a llevar todos!! – avergonzado, miró a su mujer, a quien había dejado un poco apartada tras ver a Sirius – Molly cielo, estaba preocupado de que estuvieras aquí sola y vine a ayudarte. ¿Porqué no preparas un poco de té mientras aviso a los demás?

Cuando Arthur salió del salón, dejando solos a Molly y Sirius, se dirigió hacia la chimenea para avisar a todo el mundo, en especial a Remus y Dumbledore. Teniendo los polvos en la mano, y preparado para empezar la comunicación, Arthur paró en seco. Tal vez no fuera buena idea.

Últimamente, las cosas estaban un poco raras y tensas en el Ministerio y viendo lo ocurrido en la anterior guerra, no se podían fiar de nadie, y temeroso de que la red flu pudiera estar pinchada, como decían los muggles, escogió otro modo. Desde que la Orden se volvió a juntar tras el regreso del Innombrable, se repartieron entre los miembros, unos llaveros en forma de fénix, conectados unos con otros para avisarse en el caso de que ocurriera algo muy importante.

Minutos más tarde, entró en el comedor y con alivio, vio que Sirius bebía de la taza de té que Molly había preparado. Cogiendo él una también, se sentó en el sillón de al lado del hombre.

-Les he avisado a todos a través del fénix. Espero que no tarden en venir – dio un sorbo al té y sonrió al ver que estaba perfecto, con ese tono dulzón que a él tanto le gustaba. – Harry se alegrara muchísimo de verte, te ha echado de menos. Él está bien, seguro en Hogwarts, pero él, al igual que todos, querrán saber que ha pasado contigo. Aseguraron que te vieron caer por el velo.

Sirius seguía siendo tan cabezota como antes, y si Arthur estuviera en la misma situación que el animago, pensaría lo mismo. Él también estaría deseando ver a sus hijos y su mujer, a la gente que amaba, por lo que no pudo reprocharle nada ante su decisión.

-Está bien. Ya que no quieres descansar, te acompañaré a Hogwarts a ver a Harry, pero creo que antes deberías darte un baño y asearte un poco – le aconsejó con benevolencia. Le tendió la mano para ayudarle a levantarse - ¡Menuda sorpresa se van a llevar! – sonrió divertido y luego fijó la mirada en su esposa – Cariño, ¿Vienes con nosotros?