Pareja: < SS/HP
Clasificación: Probablemente derive en NC-17
Disclaimer: Todo pertenece a J.K Rowling y a Warner Bros.
Advertencias: Soy una escritora
vaga lenta, y esto es un experimento que no sé en que derivará, avisadas estáis. En principio no tengo beta, así que perdón por los horrores ortográficos que se me hayan escapado. Ninguna más, de todas formas no creo abusar mucho, pero por si acaso las iré añadiendo sobre la marcha. Por ahora la historia ignora el infame epílogo, y transcurre en algún momento entre este y el último capítulo.
Resumen: -En mis manos siempre ha estado la forma- dijo finalmente-, de pagar mis deudas. ¿Me harás este favor final, Harry?
El número 12 de Grimmauld Place.
Tras aquella breve exhibición, Snape volvió a encerrarse en si mismo.
Pasaba el tiempo sentado en el mismo banco junto a la ventana, mirando sin ver el exterior, hasta que llegaba la noche y Harry lo mandaba a la cama. A veces comía sin abandonar ese aire ausente, pero la mayoría de las veces la bandeja volvía intacta a la cocina. Los días se fueron haciendo más largos y cálidos, pero dentro de la casa ningún cambio perturbaba a sus habitantes.
Harry registraba cada día los duros rasgos, pendiente del menor indicio de rojo en las oscuras orbes, pero este había desaparecido como si nunca hubiera existido. A veces creía que lo había imaginado, igual que la reacción de Snape. Tal vez su deseo de que mejorara le jugó una mala pasada.
Tal vez…
Tras dos infructuosas semanas llegó a la conclusión de que poco importaba si lo había imaginado o no. La realidad estaba bien clara, Snape no presentaba peligro alguno para nadie más que para sí mismo. Desarmado, y sin ninguna posibilidad de realizar magia, no existía forma humana posible de que el antiguo profesor emprendiera una cruzada para someter al mundo mágico. Y aún en el caso de que ese improbable sucediera, él se encargaría de detener cualquier intento del hombre, como había hecho en el pasado.
Harry había detenido a Voldemort, el Mago Oscuro más peligroso e inhumano de todos los tiempos. En comparación, detener a Snape sería coser y cantar.
Esa firme convicción le devolvió la tranquilidad que necesitaba. Había hecho lo correcto.
xXx
Para Harry los días no eran fáciles en la antigua casa de su padrino.
Cuando no invertía su tiempo en acompañar al enfermo se encerraba en su estudio; una habitación de invitados remodelada y de aspecto deprimente a rumiar su amargura. El interior de la antigua casa de los Black no había mejorado. Desde que la heredera, y descontando el breve período que vivió en ella durante la búsqueda de los Horrocruxes, solo había acumulado polvo y malos recuerdos.
Sentado en un sillón de aspecto desvaído contempló el montón de cartas sin contestar de sus amigos; jugando con una de ellas, sin decidirse a abrirlas y leerlas o quemarlas de una vez por todas.
El sonido de un mueble arrastrándose, y cristal roto, en la planta alta le hizo posponer su decisión.
-Kreacher- llamó e inmediatamente el elfo apareció en el cuarto a la espera de cumplir sus órdenes-, al cuarto de Snape.
Él mismo se apareció a los pocos segundos, esperando que si se presentaba algún problema la aparición del elfo le daría tiempo extra para afrontarlo. Nada pasaba sin embargo. El ruido que oyó fue el de la mesilla donde momentos antes dejará la bandeja con el almuerzo de Snape. Kreacher ya estaba recogiéndolo cuando llegó. Tras ver como limpiaba el estropicio se volvió hacia Snape, que permanecía indiferente.
Quiso gritar, zarandear al hombre e insultarlo por su obcecación, pero debido a su estado ni siquiera podía descargar su frustración con él.
- Kreacher, por favor prepara otro plato para el profesor- pidió esforzándose por no sonar frustrado.
-Que sea algo comestible…
La sorpresa al oírle hablar provocó que se volviera con tanta rapidez que tiró de nuevo la mesa.
-Ternera poco hecha. Nada de salsas, solo un poco de cilantro y perejil en cuencos aparte.
Una diminuta araña asomo por la manga de Snape, recorriendo un largo dedo hasta la uña y regresando por el mismo camino. Con el índice de la mano contraria la aplastó, limpiándose a continuación en la pechera de la túnica, que ese día era de un brillante verde lima.
-¿Amo?
Kreacher miró a Harry, esperando, pero este no encontraba su voz.
-Ordene a su elfo que me prepare comida decente, Potter- exigió con el mismo tono de voz desdeñoso que parecía reservado exclusivamente para él- ¿O encuentra gratificante obligarme a comer bazofia?
Se puso en pie, vacilante, hasta que encontró apoyo en la pared. La misma mano que antes había usado para matar a la araña la elevo hasta su cabeza, pasando los dedos entre las suaves cerdas que crecían allí. Con un gesto de desagrado bajó la mirada hasta su túnica.
- Debe encontrarlo muy gracioso- gruñó.
Un leve rubor amenazó con asomar a las mejillas de Harry, pero recordó justo a tiempo que estaba en su casa, que ya no era un niño que debía mostrar respeto ante el adulto. Un respeto que nunca sintió, recordó una pequeña parte de su ser. Al fin y al cabo estaba siendo insultado nuevamente.
-Pensé que un poco color le sentaría bien, para variar - contesto con, lo que esperaba resultase, seguridad e insolencia- Kreacher, trae lo que te pida Snape.
No le gustó nada la mirada especulativa que recibió. Esperó los insultos del hombre, o algún gesto desairado, pero los ojos se apartaron de él para recorrer el cuarto, buscando algo. Se sentía incapaz de leer nada en su rostro, y ante la abierta hostilidad no sabía, ni quería intentar, iniciar una conversación.
-Deseo comer en privado.
Frunció el ceño y apretó los labios ante el desplante. Se cruzó de brazos evidenciando que no pensaba moverse en un buen rato.
-Tal vez cuando esté lo bastante fuerte para mantenerse en pie solo- replicó.
-¿No quiere perder de vista su buena acción del día?
-Aun si ese fuera el caso, solo tendría que ponerse a favor del viento para que lo oliera a distancia.
-Un golpe bajo e infantil- arrastró las palabras, desdeñoso- ¿Tan complicado le resulta un simple hechizo de limpieza? Tal vez debería darme su varita para que le muestre su correcta ejecución.
Harry se sintió físicamente enfermo ante la idea de que Snape pusiera las manos encima de su varita. Cerró los brazos con más firmeza, calculando si podría tumbar al hombre de un puñetazo, aunque resultaba evidente que sí. Dio un paso lateral hacia el baño, manteniéndolo a la vista, con el eco de la última palabra repitiéndose en su mente y abrió la puerta.
-Siempre he preferido el método normal. Es más higiénico.
Con un movimiento de varita abrió los grifos de la bañera, regulando la temperatura automáticamente. Los ojos de Snape, ávidos y calculadores, siguieron el recorrido de la misma. Harry la guardó, arrepentido por querer alardear ante él.
-Kreacher mantendrá la comida caliente mientras se baña- no fue una sugerencia. El rostro de Snape se volvió más cerrado y rencoroso, y su cuerpo se envaró mientras desviaba su vista hacia el pequeño espejo del baño. Harry entró al aseo y volvió a mirarlo, dividido entre esperarlo o ayudarlo a llegar hasta él. Resultaba evidente que ninguna de las dos opciones le resultaba agradable.
-No pienso ceder en este punto. Debe bañarse –insistió llamándolo.
Le extrañó no obtener respuesta cuando antes había parecido tan dispuesto a insultarlo y molestarlo. Confundido por la tímida actitud creyó captar una débil aprensión en los ojos oscuros, que seguían fijos en el espejo, cuando habló.
-¿Qué aspecto…?
Nunca había visto dudar a Snape en ninguna materia. Y se extrañó aun más que la primera vez que lo viera hacerlo fuera en relación a su apariencia. ¿Acaso había vuelto de la tumba convertido en una persona frívola?
-¿Perdón?...- pestañeó desconcertado, recorriendo al hombre de arriba abajo en un gesto involuntario. ¿Cómo que qué aspecto tenía? Esa era la clase de preguntas que le formularían en una pesadilla bizarra…- Pues… esta muy delgado… aunque ya vuelve a tener vello en las cejas… y pestañas… y… y…
Joder, y no tenía ni puta idea de que más decirle. Snape lo miraba como esperando que añadiera algo más, luciendo algo confuso ante el titubeo de Harry.
-¿Humano o…?- lo interrumpió ansioso.
-¿Como? ¿Humano?- repitió aturdido, siguiendo su mirada al espejo. Y entonces lo comprendió. Humano o como Voldemort. Eso buscaba antes, una superficie donde reflejarse- Oh. Si, si, definitivamente humano.
Como si no le creyera Snape avanzo hasta ponerse delante del espejo, y comprobar por sí mismo que lo que decía era cierto. Sus facciones se relajaron un poco al ver que Harry no le había mentido, y su mano volvió a vagar hasta los incipientes pelos que cubrían su cabeza.
-Crecerá- dijo Harry en tono amable- Cuando volvió estaba totalmente calvo, pero crece deprisa.
La única muestra de que le había oído fue el rictus amargo que adoptó la boca de Snape. Sin hacer caso del rechazo que emanaba, Harry se acercó para desvestirlo.
-¿¡Qué demonios hace Potter!?- protestó apartándose sobresaltado. Harry tuvo que alargar ambos brazos para sujetarlo a fin de que no cayera al suelo, lo que le hizo ganar una tanda de insultos y gruñidos.
-O se quita la ropa usted, o se la quito yo- lo amenazó perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
El destello rojizo en los ojos de Snape definitivamente no era producto de su imaginación. Parpadeo retrocediendo, a la espera de que se desnudara, notando como este volvía a desaparecer. Tras unos tensos momentos Snape se quitó la túnica y, dado que no vestía nada más, cruzo las manos sobre su entrepierna. Sintiéndose violento, Harry desvió la vista al acercarse a él y ayudarlo a meterse en la bañera. Tomó una esponja y un poco de gel y procedió a enjabonarle. Se entretuvo recorriendo el delgado cuerpo con la mirada. No había mentido al decirle que su apariencia no había variado demasiado, pero a esa distancia, volvió a apreciar que la palidez marmórea de su piel no era el único cambio. En brazos, pecho y piernas el vello había desaparecido por completo, y no daba muestras de volver a aparecer como en su cabeza. Y lo mismo sucedía con el vello púbico.
-Procure no recrearse demasiado- dijo Snape, escupiendo veneno.
Boquiabierto, Harry detuvo la mano que deslizaba por su pecho. La rabia retorció su estomago al levantarse, y apenas se contuvo antes de tirarle la esponja y salir del aseo dando un portazo. Otro resonó cuando abandonó la habitación y no fue hasta que llego a las escaleras que sintió la magia bullendo a su alrededor. Entrecerró los ojos mientras sacaba la varita y destrozaba los paneles de madera que cubrían las paredes, y luego metódicamente, volvió atrás, calcinando uno a uno los cuadros del pasillo. Inconforme, entró al salón, volcando la mesa del comedor que hacía años no se usaba. Durante los siguientes minutos descargo su ira contra muebles y cuadros con las manos desnudas, rasgando cojines y rompiendo viejas reliquias en su frenesí.
Si, definitivamente desahogarse al estilo muggle era mas satisfactorio. Más primitivo.
Cerca de la medianoche Kreacher llegó a su lado. Sin prestar atención al desorden lo convenció para que se levantara del suelo y fuera a su cuarto. Le dio suaves palmaditas todo el camino, y cuando estuvo acostado, se sentó a su lado y escuchó las divagaciones que susurraba entre sueños .
Una incomoda vibración en sus oídos le informo de que le llamaban.
Apareció en el cuarto del invitado de su amo, viendo a este tumbado en la cama, respirando agitado.
-¿Ha llamado?
No le gustaron los ojos negros que por primera vez lo miraron. Lucía cansado y ojeroso y la ropa de cama sobre la que se tumbaba desnudo esta húmeda.
-¿Cuál es tú nombre?
-Kreacher, señor.
-¿Dónde esta tú amo?- la voz sonó ronca por el esfuerzo, mientras trataba de incorporarse lentamente. Instintivamente acudió a su lado a ayudarlo, notando junto a la cama un camino de agua que conducía hasta el baño, y recordó que horas antes del estallido de su amo, este lo había acompañado a bañarse. Por la piel arrugada de este último parecía que había sido olvidado allí.
-Duerme- advirtió, poco dispuesto a despertarlo o incomodarlo por culpa del molesto visitante. Pero este asintió, satisfecho al parecer, de que no estuviera despierto.
-Necesito un par de cosas…- murmuró en una sutil tentativa que le pasó por alto al elfo. O que ignoró, ya que le habían ordenado entregarle lo que pidiera- Mi cena, para empezar…
Kreacher asintió, obediente, mientras esperaba.
- Un cuchillo de plata…- continuó- para cortar la carne.
Esto le causó un breve sobresalto, pero no vio razón alguna para desobedecer el pedido.
-¿Algo más?
-Oh, solo un par…
Si la sonrisa torva que surco el rostro demacrado lo inquietó, no dio muestras de ello.