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Tema: Penumbras. Capitulo 5: Nuevo Hogar. Jue Ago 26, 2010 9:13 pm
Capitulo 5: Nuevo hogar.
Lord Voldemort llegó a la mansión Gaunt. El lugar no le gustaba para nada.
Un edificio sombrío. Tres pisos de pura tiniebla. Los jardines a su alrededor estaban completamente desérticos. Ni una flor podría nacer en esos suelos estériles. Los ventanales, que en algún momento debieron haber mostrado el reluciente sol de aquel majestuoso lugar, ahora no eran más que telas de arañas que se rompían ante al más mínimo movimiento de los cimientos. La fachada estaba destrozada, el pórtico mostraba el musgo que la humedad había creado en el.
A la derecha se podían apreciar las ruinas de lo que pudo haber sido una fastuosa pérgola, con pilares de mármol blanco, que ahora se veía corroído por el paso del tiempo.
A la izquierda, se podía ver una fuente, con la imagen de un ángel que apuntaba al cielo con la mano derecha, mientras la mano izquierda se encontraba en el suelo, junto a la cabeza que debía coronar la estructura. Para Tom, sólo mostraban el imperioso deseo de ser destruida para que en su lugar se elevara el edifico que realmente debería ir con su estatus.
— ¡Destruyan este lugar! —La orden fue dada a sus subalternos.
Ninguno dijo nada. Simplemente elevaron sus varitas mientras apuntaban a la estructura y empezaban a destrozar por completo el antiguo edificio. El Lord miraba sin ningún atisbo de inquietud. Ese lugar nunca podría servirle para nada. Ni como casa, ni como sede.
Voldemort necesitaba un lugar más solemne. Un lugar que demostrara la grandeza de su poder.
No un tugurio que se caía a pedazos.
—Mi señor —dijo Lucius, mostrando el respeto que se merecía el hombre frente a él. — Le ofrezco mi mansión. Puede disponer de ella cuando quiera. Tom vio en su oferta una buena opción.
—Me complace tu compromiso, Lucius —dio vuelta para alejarse del lugar, mientras sus vasallos seguían con su tarea —Guíame entonces, Lucius.
El rubio patriarca de la antigua familia, hizo una reverencia ante su señor, para luego extenderle un pergamino. Un traslador.
Voldemort pudo apreciar la magnífica estructura que era la mansión Malfoy.
El lugar se encontraba a las faldas de una montaña y delante de ella había un resplandeciente lago.
La construcción (que parecía un castillo) se alzaba con imponencia frente a él. Demostrando los cimientos de la prestigiosa familia Malfoy. Los jardines, cuidadosamente arreglados, daban gala del buen gusto de sus dueños. Parecía que se había transportado a un nuevo reino, uno donde él, también era amo y señor. Lucias lo guió a través de los esplendorosos pasillos, hasta que llegaron al despacho. Un lugar increíble que demostraba claramente la clase que tenía Lucius, y todos aquellos que estuvieron en el lugar antes de él.
Voldemort tomó asiento tras el exquisito escritorio de roble.
—Quiero respuestas, Lucius.
El rubio podía notar la mirada cargada de cólera que tenía el Lord y sabía que si no contestaba correctamente a las interrogantes del hombre, lo pasaría muy mal.
—Lo ayudaré en lo que pueda, mi señor —arqueó su cuerpo en una exagerada reverencia.
—Quiero saber ¿Por qué nadie recuerda nada? —Miró por la ventana, tratando de ordenar sus ideas —Severus no recuerda su participación en el embarazo de James. Nadie recuerda que James estaba esperando a Harry y que él es mi hijo.
—Mi señor. No puedo dar respuestas concretas —contestó con temor —solo le puedo decir que tampoco recuerdo nada de lo que usted dice. El lord no quería perder más tiempo, mucho menos por la ineficacia de otros.
—¿Intentas decirme que estoy delirando, Lucius?
—No, mi señor. Solo que no entiendo cómo es que usted es el único que recuerda algo.
—Es lo mismo que quiero saber —volteo la silla y apuntó al bar, para convocar un vaso de Fire Whisky. Estaba seguro de que Lucius tenía el mejor —Ahora llama a Severus. Quiero saber qué pasó con Harry.
—Sí, mi Lord.
Lucius salió del despacho, antes de que a su amo se le ocurriera la brillante idea de cruciarlo.
Severus por otro lado se encontraba en una encrucijada.
No sabía qué demonios estaba pasando y Dumbledore había trasladado a Potter a su propio despacho para hablar con él.
Solo esperaba que al mocoso no se le ocurriera abrir la boca.