EN LAS MAZMORRAS…
Advertencia: Lemon
Genero: Angustia, Romance
Resumen: Harry y Severus llevan una relacion desde hace tiempo. Pero, no todo es color de rosa, y terminan separándose.
Pareja: Severus/Harry
Disclaimer: Sev no es mío… Harry tampoco lo es… Todos son de la maravillosa Rowling.
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EN LAS MAZMORRAS
CAPÍTULO III
Había estado corriendo por… no sabía ni siquiera cuanto tiempo llevaba corriendo, solo corría y corría, no sabía a donde se dirigía, ya que sus lagrimas no lo dejaban ver. Sentía que moriría en cualquier momento. Lo que había visto hace unos minutos le había destrozado el corazón. Como era posible que en la mañana se sintiera la persona más feliz del mundo, y en la noche la mas miserable. Se sentía usado, traicionado. Simplemente habían jugado con él, y de la manera más cruel que podía existir. ¿Cómo es que Snape, después de todo lo que habían vivido, le hubiera hecho eso?, No sabía el porque y tampoco quería saberlo, simplemente quería olvidar.
Se tuvo que detener, sus piernas no daban para más, su corazón latía rápidamente, y no era del todo por correr. Se dio cuenta que estaba en la Torre de Astronomía. Se acercó a una pared y se deslizó hacia el suelo, se acomodo abrazando sus piernas y enterrando su rostro entre ellas. De nuevo lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. ¿Qué pasaría de ahora en adelante? ¿Como vería a severus después de esto?¿Que haría si intentaba darle una explicación?¿Le daría la oportunidad o no?...Tantas interrogantes y todas sin repuesta. ¿Cómo le diría a sus amigos sobre esto?¿Como reaccionaría Draco?... No imaginaba lo mal que se iba a poner el rubio cuando se enterase que su padrino y su padre se habían acostado… pero el dolor que sentiría el rubio no podía ser comparado por el que sentía el. “Prometiste que siempre estarías a mi lado… que nunca me cambiarías… que tu amor solo era para mí, así como tu corazón… todas eran mentira... todo era mentira… y yo fui tan estupido y te creí… te maldigo Severus Snape…”. Harry buscó dentro de su camisa y sacó un medallón, tenía una pequeña piedra color esmeralda, se la había regalado severus en su primera Navidad.
Recordaba ese día, había sido uno de los más lindos días que había vivido. Se habían sorprendido porque ambos habían pensado en el mismo regalo. Un hermoso medallón de plata con una pequeña piedra verde esmeralda, que alrededor tenía pequeños detalles de plata. Pero además de ser un simple collar, como muchos lo veían, era una reliquia para ambos. Ya que con ella sellaron la promesa de amor eterno… Pero eso ya no era posible. Severus le había sido infiel, le había dañado, destrozado, engañado… Pero no se quedaría así, no se derrumbaría por algo que no hizo, no escaparía de algo que paso y no fue su culpa. Aunque le doliera el alma el ver a Severus y no poder estar a su lado, no se derrumbaría, alguien como el profesor de pociones no lo merecía. Se levanto dejando del collar en el suelo y fue en dirección hacia la sala de Menesteres. Ahí encontraría un lugar donde dormir y pasar el resto de los días que quedaban de las vacaciones.
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Severus había buscado como loco a su niño, de verdad le preocupaba que hiciera alguna tontería. Había buscado en cada rincón del castillo y no había señal del chico por ningun sitio. Ahora se dirigía hacia la torre de astronomía, el último lugar en el que no había buscado. Subió todas las escaleras y así llego al final. Busco en cada rincón que había en ella. Algo llamó su atención. Un resplandor proveniente del suelo. Se acerco y cuando estuvo lo suficientemente cerca, se dio cuenta de que era. Ahogó un gemido de dolor. Ese era el collar que le había regalado a Harry las navidades pasadas. Con delicadeza lo tomo, sintiendo la humedad que estaba en el. Sentía que se moriría en cualquier momento… No había querido lastimar a Harry se esa manera, pero no le había quedado opción. Lucius había jugado muy sucio, obligándolo a acostarse con el. Y tubo que aceptar, ya que mucho estaba en juego. Tenía que buscar a Harry. Tenía que aclararle todo. No podía perderlo tan fácilmente. Apretó fuertemente el medallón, y se dirigió a buscarlo a su sala común, tenía que estar ahí, debía de estar ahí, porque si no estaba, colapsaría de los nervios
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Al despertar, lo primero que se encontró en un lugar desconocido, pero luego recordó donde se encontraba y el por qué. Sentía una opresión en su pecho, hoy tal vez se encontraría con él. No, evitaría encontrarse con Snape. No podía hacerlo. Sacó el mapa del merodeador de su túnica, y salió de la sala de menesteres.
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Severus se encontraba en el Gran Comedor, con una apariencia deplorable. Estaba más pálido de lo normal, sus profundos ojos estaban rojos, debajo de ellos se encontraban unas enormes ojeras y su cabello estaba más desordenado. Estaba esperando a que su precioso Ángel apareciera, pero este no lo hacía, eso le preocupaba. No lo había encontrado la noche anterior. ¿Y si le había pasado algo?¿O si se había ido del colegio?, no debía pensar en negativo… Tal vez estuviera con sus amigos en la sala común de Gryffinfor. Eso le logró sacar una pequeñas sonrisa que desapareció cuando Hermione le preguntó por Harry. ¿No estaba con sus inseparables amigos? Entonces… ¿En donde se encontraba?. Se despidió de de todos en la mesa y se dispuso a volver a buscarlo. Pero esta vez fue fácil encontrarlo. Su Ángel estaba sentado en uno de los bancos que se encontraba debajo de un árbol mirando fijamente el lago. Se acercó lentamente y se sentó a su lado.
— Harry… tengo que aclararte lo que sucedió ayer — dijo nerviosamente el ojinegro
— No tenemos nada de que hablar, señor — dijo fríamente el ojiverde
— Harry… por favor… escúchame…— suplico el pocionista, le había dolido mucho al escucharle llamándolo “señor”
— No… no mereces que te escuche Snape…— contestó el joven — Me utilizaste… te burlaste de mí en mis propias narices… ni siquiera tuviste la decencia de ir a otro lado…— a este punto no se pudo controlar y lagrimas salían de sus esmeraldas — Confíe en ti Severus… Confíe en ti…— le dijo mirándole a los ojos
— Perdóname…
— Jamás te voy a perdonar severus… no por esto — dicho esto se volteó y empezó a caminar. Severus, como acto reflejo, agarro de la muñeca al joven acercándolo hacia su pecho, rodeando la cintura del joven con las manos y atrapando los labios rosados por el frío. El mayor lamió los labios del menor pidiendo permiso para entrar, pero el joven retrocedió y le dio una cachetada en el rostro del hombre — Jamás… Jamás vuelvas a tocarme o a hablarme, Severus Snape — el joven se volteo y emprendió el camino hacia el castillo
“Harry… tienes que escucharme… debes saber el porque…. Por favor regresa” Y dio rienda suelta a sus sentimientos. Dolorosas lágrimas cruzaban sus mejillas hasta caer y perderse en la pequeña capa de nieve que había
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Harry se dirigió hacia la sala de menesteres, sin darse cuenta que dos personas más lo seguían. Entro como tromba en la habitación, y se tiro en la cama que había aparecido. No podía soportar todo el dolor que tenía en el pecho. Se sobresaltó al escuchar que la puerta del salón se abría, pensando que sería Severus el que entrara por ella, pero se calmó a ver a sus inseparables amigos entrar al salón. Ron y Hermione eran como los hermanos que nunca tubo, siempre ahí para apoyarle. Ellos se acercaron hacía donde se encontraba, sentándose uno a cada lado.
— Compañero… ¿Qué sucede? — preguntó Ron iniciando la conversación
— Nada…— contesto el ojiverde sin ánimos
— ¿Cómo que nada Harry?...Mirate — dijo Hermione preocupada
— En serio… no me ocurre nada — volvió a decir
— ¿Fue por lo que te hizo Snape? — preguntó la castaña
— No, él…— de repente calló, procesando las palabras de Hermione “lo que te hizo Snape” “Si hubiera dicho fue por algo que te hizo snape, pero dijo lo que te hizo snape, es decir, sabía lo que sucedería, sabía que severus se acostaría con Malfoy…Ahora que recuerdo… ellos trataron de que me quedara todo el tiempo posible en la torre… Ellos sabían” y comprobó el hecho al ver a hermione taparse la boca con sus manos, y sus ojos reflejaban angustia. — ¿Ustedes lo sabían? — preguntó enojado
— Harry… nosotros…— el pelirrojo calló de inmediato al ver la mirada de harry
— Así que si lo sabían… todos estuvieron de su lado… me engañaron…— le echo en cara todo. Lagrimas cruzando sus mejillas.
— No lo hubiésemos hecho si Dumbledore no nos….— pero la castaña fue interrumpida por un eufórico harry.
— ¡¿DUMBLEDORE?! ¡TAMBIÉN EL!- Estalló el ojiverde — ¡ES DECIR QUE TODO EL MUNDO SABÍA QUE SNAPE SE ACOSTARÍA CON MALFOY Y NO ME LO DIJERON!
— Pero harry no sabes la razón de porque lo hizo — dijo nerviosamente el pelirrojo
— ¿RAZÓN?¡¿RAZÓN?! ¡NO HAY RAZÓN PARA QUE MI EXPAREJA SE REVOLCARA CON ESE BASTARDO DE MALFOY! — ya sin límites, harry salió de la habitación.
Fue en dirección hacia la torre de Gryffindor, entró en su habitación y empezó a empacar sus cosas. No se quedaría en ese lugar, no señor. Empacó lo más importante; la capa invisible, el mapa del merodeador y la saeta de fuego que le dio Sirius. Metió la poca vestimenta que tenía, y los libros que considero que le harían falta. Cuando terminó de guardar todo, salió de la torre, para nunca más volver. Ya en los terrenos se dirigió hacia los límites del colegio, para así desaparecer de ese lugar.
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Ron y Hermione no reaccionaron al instante, su amigo tenía razón, no había justificante para su actuación.
— Ron tenemos que buscarlo…— dijo preocupada hermione
— Tienes razón — respondió en el mismo tono
Ambos se encaminaron hacia la torre, pero al no encontrarlo se preocuparon y fueron directo al despacho del director.
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Harry apareció en la cera que estaba al frente del Caldero Chorreante. Entró en el restaurante, y de ahí, entró en el Callejón Diagon. Fue directo a Gringotts (creo que se escribe asi, si me equivoco me notifican!). Cambio todo su oro a dinero muggle. Después de hacer la transacción. Cambió todos sus datos, su nombre ahora era Daniel Williams. Al finalizar todo lo que tenía que hacer en el callejón, salio por el caldero chorreante para no volver a pisarlo, ya que, no tenía nada o nadie por quien estar allí.
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Ron y Hermione corrieron hacia la oficina de Dumbledore. Pronunciaron la contraseña “Grajeas de chocolates”, cuando la gárgola se hubo movido, subieron los escalones lo más rápido que pudieron. Entraron sin tocar la puerta y se encontraron a el Profesor Dumbledore, Mcgonagall, Snape y Tom, el cantinero del Caldero Chorreante.
— Señor, Harry…— comenzó la castaña pero se detuvo al ver la mano levantada de Albus.
— Tom, que tenías que decirnos — le cedió la palabra al cantinero
— Prof. Dumbledore, el Sr. Potter me pidió que le entregara esto — mientras decía eso, sacó un sobre y se lo entregó, para luego retirarse y regresar a su trabajo
— Bien… la leeré — dijo tranquilamente el anciano
Solo espero que estén satisfechos por su gran actuación, BRAVO, les ha quedado de maravilla…
No piensen en buscarme porque no me encontraran… No los pienso perdonar por lo que me hicieron… Así que ahórrense su tiempo
Atte. Harry Potter.
— Harry…— Dijo el Albus al comprender sus palabras. Su vista se posó en Severus.
“Lo perdí… lo perdí… se fue… y todo por mi culpa… por mi culpa…” Cubrió su cara con sus manos, escondiendo las traviesas lagrimas que salían de sus ojos. “¿Por qué no le dije? ¿por que?...”
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