18º Capítulo: Maldita confesión
Matt tenía a todos dominados. Había amarrado a Severus a una silla para que no se moviera. Claro que aún no lo despertaba, pero era eso precisamente lo que pretendía hacer en ese momento.
-Ennervate.
Severus se removió en su lugar y lentamente fue recordando lo que había pasado minutos antes de que perdiera el conocimiento. Su reacción fue inmediata. Trató de liberarse, pero no lo consiguió.
-Ni se te ocurra utilizar magia, Snape, porque si lo haces tus hijos pagaran las consecuencias.
Matt estaba parado tras Rudy y le apuntaba a la nuca. A su lado Scorpius hacía sangrar su labio por la fuerza imprimada al morderlo con rabia. No podía hacer nada por su novio y eso lo frustraba.
-¿Qué es lo que quieres de nosotros? -Su voz salió resignada, nada podía hacer por el bien de sus bebés. Y si de algo estaba seguro, es que todo esto era por él.
-Qué bueno que lo preguntas. Pues muy fácil.
Se sentó en una de las sillas que había en el lugar y dejó de apuntar a Rudy, para apuntar a Damián. Severus se tensó al instante. Había estado observando al tipo toda la noche y estaba seguro de que algo se traía con su hijo menor. Cosa que quedó comprobada cuando éste lo levantó y lo sentó en su regazo.
Damián forcejeó y trató de liberarse, pero nada parecía detener a ese ser maldito de su cometido.
-¡Déjame!
Matt lo sostuvo por la cintura y puso la varita en su garganta.
-Silencio.
Indignado, Damián trató nuevamente de liberarse, pero esta vez recibió un golpe en el estómago.
-¿Vez lo que me haces hacer, mi amor? -todos se tensaron al oírlo -No quiero lastimar tu delicioso cuerpo, pero me obligarás si te resistes tanto.
Damián se quedó quieto al instante, más por el miedo que le causaba aquel hombre, que por la amenaza contra su integridad física.
-Si quieres que te ponga atención… suelta a mi hijo.
Severus le habló con un tono completamente frio. No iba a permitir que algo malo le pasara a su hijo y mucho menos que ese ser le pusiera un dedo encima.
-Claro que no, Severus. Damián es parte del trato -acarició la mejilla del menor y éste trató de alejarle la mano - ¡Ah, tan bello y tan rebelde! Justo como lo era Harry cuando joven, pero las cosas cambian y el destino también.
-Aleja tus manos de mi hijo, si es que quieres que escuche lo que me tienes que decir.
-Ya te dije que no, Severus. Porque en caso de que tu respuesta sea negativa… -su voz se hizo peligrosamente suave -no me iré de este lugar con las manos vacías.
Harry miraba a su hijo con horror
¿Cómo era posible que una cena de Navidad se convirtiera en un secuestro?
¿Cómo podía ayudar a Damián, si no tenía una gota de magia?
El ver las lágrimas que corrían por el rostro de su hijo menor le partía el alma.
María aun no podía salir del shock en el que se encontraba. Su amor, su amante, el padre de su bebé… no era más que un ser maldito y miserable que quería corromper al más inocente de sus ahijados. Y ella sólo había sido el puente. La llave que le abrió las puertas de la casa. Su hija no le importaba, ni mucho menos ella. Ahora miraba a Damián y se recriminaba: Traje la maldición a esta familia. Sólo yo soy la responsable de que mi niño este pasando por esto. Los pensamientos se empezaban a arremolinar en su cabeza y la angustia se apoderaba de su alma.
-¿Por qué?
La voz ahogada de la mujer salió como una lanza para atravesar el corazón de quien la escuchara.
Matt la miró casi con desprecio y dejó a Damián en la silla de al lado, para luego ponerse de pie y caminar en dirección a donde ella se encontraba. Le tomó el rostro y la hizo mirarlo de frente.
-Porque no eres más que una inmunda muggle -las palabras azotaban el corazón de María como mil látigos de fuego - ¿Sabes el asco que sentía cada vez que te tocaba? ¿Cuán sucio me sentí al tener que besarte… -María trató de voltear el rostro pero él no se lo permitió –…y meterme a tu cama sólo para poder llegar a ellos? Porque tú no eres nada -luego sonrió de lado y se paró mirándola hacia abajo -y mucho menos la criatura que llevas en el vientre.
María abrió los ojos con incredulidad.
-¿Lo sabías? -Lo miró hacia arriba y con espanto vio cómo se burlaba en su propia cara.
-Por supuesto que lo sabía. Fui yo quien te dio una poción para que quedaras embarazada. Eso era sólo un plus para que me trajeras a la casa. Si no era en una fiesta, lo harías para que tus queridos amigos conocieran al padre de tu hija.
-¡Eres un miserable!
Matt miró a Harry, que en ese momento quería destrozarle.
-No me llames así, Harry, yo sólo hice lo que estuvo en mis manos para conseguir mis objetivos. Aunque debo confesar que fueron muy a largo plazo.
Se dirigió por la sala, mirando cada uno de los rostros que lo fulminaban en ese momento. Hasta que reparo en uno.
- ¿Sabían que también fue mi idea el que Sirius Black cayera nuevamente en Azkaban?
Scorpius abrió los ojos incrédulo. Ese hombre parado frente a él y que momentos antes amenazaba la vida de su novio. Había sido el mismo que había separado a sus padres en el pasado.
-Es imposible. ¿Por qué lo harías? Sirius murió el día en que Voldemort atacó, o por lo menos eso es lo que todos creíamos. Cómo pudiste hacer algo así, si nada te aseguraba el que tu plan funcionara.
-En eso te equivocas, Harry. Yo lo que quería era dejarte solo. Sin el apoyo de tus amigos. Sin el amor de tu pareja. Sin tu padrino. Quería que te convirtieras en un ser sin razones para vivir y con un sólo objetivos en mente… ¡La venganza!
-Querías convertirlo en el próximo Dark Lord.
-Así es, mi querido Severus, pero las cosas cambiaron. Harry desapareció del mundo mágico y tuve que empezar a buscarlo. Me llevó trece años el hacerlo, hasta que lo vi en una plaza pública junto a sus hijos. Luego de eso las cosas fueron más fáciles. Me acerqué a María y entablé una “relación” con ella -se aproximó a la mujer y le levantó el rostro -. Fuiste una muy buena informante, querida -la besó en la boca de manera ruda y luego la soltó.
Nadie en la habitación era capaz de decir algo. Todos estaban consternados por la información que el hombre les daba.
-¿Cómo fue que lograste que nadie reconociera a Sirius en Azkaban?
-¿Harry? Me extraña, querido -se acercó y se acuclilló a su lado -. Sabes que hay innumerables formas de dominar la mente humana, y si a eso le agregamos magia y un hechizo bloqueador. Voilá, un Obliviate tan poderoso, que ni siquiera los Aurores de una prisión podrían notarlo.
-Eres una basura.
-¡Oh, pequeño Scorpius! Una de las tantas víctimas que tiene esta guerra. Pero no te preocupes. Puede que hasta te consigas un padre. Mira que uno de mis socios está ansioso de hacerle una visita a la cama de tu papi. Aunque siéndote franco, no está muy cuerdo y dudo que lo deje vivo después de tirárselo.
-¡Cállate, desgraciado!
-No te alteres, Severus. Siempre tienes que estar tranquilo y analizando la situación. No te puedes dejar llevar por los impulsos.
-Ya verás cuando me libere, escoria. Te pudrirás en Azkaban y ni siquiera los Aurores serán capaces de reconocer tu miserable existencia, porque nada de ti quedara reconocible, pedazo de mierda.
-Bien, Severus, es precisamente la manera en la que debe expresarse el nuevo Lord.
-¡¿Qué dijiste?!
-Eso mi querido Harry. Todo lo que he hecho y que seguiré haciendo es en pos de que Severus sea el nuevo Dark Lord.
-Nunca lo haré ¡imbécil!
-Bien… Yo no estaría tan seguro -se paró y miró a los presentes, para luego apuntar con su varita a Levi -Crucio.
Un grito de dolor salió de las gargantas de todos. Harry se removía en su lugar al igual que Severus, tratando de liberarse y quitarse las malditas sogas que los aprisionaban.
-¡Déjalo!
Todos trataban de que se detuviera, pero nada parecía ablandar el corazón del maldito ser. Hasta que finalmente paró.
-Como verán, tengo muchas maneras de persuadir a la gente.
-Eres un…
La frase que iba a lanzar María, quedó en el olvido cuando sintió una terrible corriente eléctrica recorrerle el cuerpo, como si hubiese puestos los dedos mojados en el interruptor de la luz.
-¡María!
-¡Por favor detente, matarás a la criatura!
Matt detuvo su ataque pero no retrocedió. Sólo miró a la mujer que se encontraba a sus pies y sin el menor miramiento pateó su vientre ferozmente.
María cerró los ojos con fuerza y trató de no perder el conocimiento, pero estaba segura de que perdería la razón si ese maldito mataba a su hija.
Matt se acercó a la chimenea y con unos toques prendió las llamas en ella. En un par de segundos tres personas más aparecieron.
-Les daré unos días para que piensen en mi propuesta -todos miraron a los tipos que estaban en el salón -. Claro está… no me iré con las manos vacías.
Se acercó a Damián y lo agarró del brazo.
-¡No, por favor! -Harry veía con horror como ése mal nacido metía a su hijo en la chimenea.
-Este es un aliciente, Harry -luego se volteó para mirar a Severus -. En tus manos está el que deje con vida a Damián -finalmente se giró a los demás -. Como podrán ver somos mortífagos, y haremos lo que sea para que el Nuevo Orden sea implantado en el mundo.
Luego se metieron en la chimenea y uno por uno fueron desapareciendo.
-¡Damián! -Un grito desgarrador salió de la garganta de los padres del chico, que vieron como su más pequeño ángel les era arrancado de las manos.
***
En Hogwarts un hombre se despertaba sudando y nervioso. No entendía muy bien lo que estaba pasando, pero una pesadilla lo había obligado a saltar de la cama. Una pesadilla que involucraba muerte, destrucción, odio… y por sobre todo un terrible daño a quien más amaba.
-Damián.
Continuará…
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