Vamos avanzando... ya casi estan todos los misterios encima de la mesa...
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Capitulo 3: Alianzas
Caminaba con pasos cortos, rápidos y silenciosos por la enfermería. A esa hora, no habría nadie y podría llevar a cabo su plan. Una poción de efecto lento, tardaría lo suficiente en hacer efecto como para que en el caso de ser descubierta en su incursión, nadie asociara el resultado con su presencia.
Se paró junto a la cama de Draco Malfoy, una pena. El chico era guapo e inteligente, o al menos así le gustaba imaginárselo. Pero un trato es un trato, y ella ya había vendido su alma al diablo.
No sin esfuerzo deslizó el contenido de un vial en el enfermo. Limpió los restos para eliminar las pruebas. Y entonces, cuando lo miró, cuando supo del destino del rubio, una llamada de atención de su conciencia la hizo reconsiderar aquella opción. Pero era tarde, demasiado tarde.
- Lo siento, Malfoy- dijo antes de salir.
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- Es una locura, Albus- protestó por enésima vez la enfermera- Severus no debería tener miedo si es inocente.
- La inocencia tiene muchas caras, y no todas son agradables.
- Pero está delicado- intentó argumentar llegando a la conclusión de que nunca entendería al director.
- Remus cuidará de él.
- Lupin tiene bastante con cuidar de si mismo y de Potter. Además, dentro de tres noches es luna llena.
- Necesito tiempo para averiguar qué está pasando. Por favor, Poppy…
- Te ayudaré pero… ¿Es cierto de lo que acusan a Severus?
- No.
• * * *
- Es curioso que vengas a mí, tú de entre todas las personas.
- Sólo tú puedes darme lo que deseo.
- ¿Y eso es?
- Conocimiento
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Albus despertó a Severus. Afortunadamente, el enfermo estaba mejorando bastante deprisa. Aún así, debía correr el riesgo de una infección, pero no permitiría que Severus saliera más lastimado.
- No Albus, no merece la pena que te arriesgues por alguien como yo.
- No discutas Severus, es una orden.
- Ya no tengo que obedecerte, la guerra está acabada.
- No la batalla más importante, la que luchas contra ti mismo.
• * * *
Remus sonreía mientras Hermione leía una novela a Harry. Tenía tentaciones de decirle que ocurría, que probablemente sería la última vez que viera a Harry en algún tiempo. Pero Albus le había dicho que no le dijera nada a nadie… y ese nade la incluía.
- Vamos Harry, reacciona…- dijo cerrando el libro marcando la página en la que se había quedado.
- Reaccionará cuando tenga que hacerlo…
- Pero es tan frustrante…
- Lo sé. ¿Te sientes sola?
- Mucho… Ron… Harry… No es justo.
- Ninguna guerra lo es…
- Si supiera cómo ayudarlo.
- Lo ayudas, Hermione…
- Me marcho, volveré mañana- dijo levantándose de la cama de Harry.
- Te estaremos esperando- mintió Remus.
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- ¡Máteme!- suplicaba un joven Severus frente a Albus Dumbledore.- ¡Por favor, máteme! Pero no me entregue a los aurores… - el joven se quedó llorando, arrodillado a los pies del director.
Albus se arrodilló y abrazó al muchacho mientras lloraba. Y cuando se calmó, dulce pero firmemente lo invitó a su despacho y lo hizo sentarse.
- ¿Qué pasó?- preguntó.
- Yo sólo quería saber- respondió Severus.
- ¿Qué pasó? –Volvió a preguntar Albus.
Y Severus habló. Le contó de sus ansias de conocimiento. Y de una oferta “Sígueme y te daré todo el conocimiento que quieras”. Y de miedo. Y de libros. Y de hechizos y pociones que se perdían en la noche de los tiempos. Y una orden… “Mátala”… y del frío en la espalda… Y las pesadillas…
- Severus, siempre has querido saber… y vendiste tu alma al diablo. Si quieres que yo te libere… tendrás que obedecerme…
Y asustado cómo estaba, Severus aceptó.
• * * *
- Necesito pruebas que me demuestren que lo que dice es cierto.
- No tengo más pruebas que mi palabra.
- ¿Y si le pregunto a Albus Dumbledore?
- Nunca supo quién era yo…
• * * *
El auror miraba con desesperación a Albus Dumbledore. El director lo había sacado de sus casillas en sus años de estudiante y aquello no había cambiado con los años.
- ¿Quién es Fausto, Director?- preguntó directamente.
- Me alegra que lo pregunte señor Grant. Siempre he pensado que deberíamos enseñar más mitología en Hogwarts.
- Al grano, profesor…
- Claro, claro… un Auror cómo usted debe estar muy ocupado en estos tiempos de consejos de guerra…
- Señor…
- Sí, sí… Pues verá, señor Grant… Fausto era un hombre que hizo un pacto con el diablo para…
- No… Quiero saber, ¿quién era Fausto en la guerra?
- Mi espía..
- ¿Y su identidad?
- No la puedo revelar… Está protegido con un encantamiento, si la revelo… él morirá.
• * * *
A mitad de la noche, Albus caminaba con un florero en la mano. Llevó a sus invitados a una habitación pequeña y juntos les dijo la dirección de su casa.
- Intentaré encontrar la solución a este problema lo antes posible. Mientras tanto, tened cuidado.
Les tendió el florero que los trasladaría a su nuevo hogar.