alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 21-II. Clase de Pociones II Sáb Jul 18, 2009 5:39 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 21-IIClase de Pociones-II Querido Harry
¿Me extrañas? Estaba acostado al lado de tu ardiente cuerpo pensando en que no podré abrazarte la próxima vez que estemos juntos, así que te envié esto con un amigo. ¿Me estoy comportando como un tonto ahora que no estamos juntos? Sin importar cómo actúe, sabes que la verdad es que deseo abrazarte. Si pudiera, estaría lamiendo tu cuello en este momento. ¿Estás en clase? ¿Estoy hablando ahora? ¿Escuchas la voz que sé que amas? Imagina que está susurrando en tu oído, diciéndote las travesuras que quiero hacer contigo
Harry levantó la mirada para ver que Severus mantenía sus ojos clavados en los pergaminos sobre su escritorio. De hecho, había hablado muy poco en la clase de ese día. Debía estar avergonzado. Harry sonrió.
Harry, no permitas que yo te aleje. Sé que debemos mantener nuestros secretos, pero quiero que sepas que todavía soy yo, y que quiero estar contigo. ¿Recuerdas cómo te provocaba cuando tratabas de permanecer apartado? Éste podría ser el tiempo de compensar. Sabes que te quiero y me preocupo por ti. ¿Donde está Filch cuando lo necesito?
Harry casi rió en voz alta al leer esa última parte.
¿Todavía no has obtenido una respuesta de mi parte? Debemos estar a miércoles. Si no has conseguido una respuesta hasta ahora, debes saber que te diré que te quiero. Quiero presionar mi dolorida polla contra la tuya. Y quiero oírte gritando mi nombre mientras embistes en mi interior
El rostro de Harry empezó a acalorarse. Levantó nuevamente la cabeza para ver que Severus mantenía sus ojos, desesperadamente, en cualquier lugar excepto en él.
Malfoy daba un vistazo por la habitación; no necesitaba prestar demasiada atención a su poción, ya que su compañero estaba haciendo todo el trabajo. Divisó a Harry Potter sonriendo. Ocultaba un pergamino tras su caldero y no estaba haciendo un buen trabajo en eso. Cambió la vista de Potter a Snape, sólo para notar, con decepción, que el maestro estaba ocupado revisando papeles de su escritorio; de hecho, parecía casi demasiado abstraído en los papeles frente a él. Si su profesor de Pociones estaba ocupado, seguramente querría que Draco pusiera este asunto en su conocimiento.
—¿Algo interesante, Potter? —preguntó en voz lo suficientemente alta como para que ambos escucharan, en un intento por llamar la atención del adulto. Snape levantó la vista de sus papeles con un gesto casual.
—Potter, no use notas, esta poción debe ser hecha de memoria. Diez puntos menos para Gryffindor.
Harry leyó la última línea y guardo la carta.
Aunque no podamos estar juntos, sabes que significas mucho para mí
S.
Draco miró fijamente, boquiabierto. Estaba decepcionado por los resultados.
“Al menos la Casa Gryffindor perdió puntos”, pensó, pero no estaba satisfecho. Esperó su oportunidad; mientras Harry estaba distraído, sacó el pergamino del bolsillo de su túnica.
—Querido Harry —comenzó a leer en voz alta—. Cómo ansío tenerte nuevamente entre mis brazos* —recitó con desdén. Harry estaba furioso, intentando saltar sobre Malfoy, pero Goyle estaba sentado detrás de él, con una fuerte mano en su hombro y la varita en su espalda—. ¿Granger te envió esto? Creí que había botado al Niño-Que-Vivió por la Comadreja aquí presente.
Ron se puso rojo como remolacha y quiso maldecirlo por sus mordaces observaciones, pero Severus se levantó y tendió su mano hacia la nota.
—Estoy seguro que hemos escuchado alabanzas a la valía de Potter para toda una vida, no es necesario que suframos más de esta estupidez —comentó, caminando al lado de la habitación donde estaba Draco.
Desafortunadamente, el rubio había estado leyendo más abajo, a mitad de carta, un pedacito muy interesante; abrió los ojos como platos. Lució como si la Navidad hubiera llegado antes de tiempo. Para entonces, Harry y sus amigos se estaban lanzando hacia él para recuperar la nota, pero ya era demasiado tarde.
—Quiero presionar mi dolorida… —Draco se interrumpió cuando el pergamino que sostenía se convirtió en una bola de llamas azules. Severus miró al lugar desde donde había sido lanzado el hechizo, y vio a Hermione sosteniendo su varita.
“Buena chica, pero demasiado tarde”
>>¡Merlín, Potter, eres un marica! —Draco rió con ganas mientras el rostro de su némesis enrojecía fuertemente—. Ni siquiera puedes negarlo, mientras la leías estabas sonriendo como un Weasley que se acabara de encontrar un galeón.
En ese momento, Severus miro furioso a todo el mundo, con la intención de que regresaran a sus asientos.
“¿Cuándo perdí el control de esta clase?”
Ron jaló a Harry hasta su asiento. Seamus lo ayudó a levantar el banco que habían volcado en su intento por alcanzar la carta. Dean, Seamus y Neville eran los únicos, además de Hermione y Ron, qua ya sabían de las preferencias de Harry por los hombres. Todos los demás, susurraban entre ellos. Harry estaba agradeciendo la ligera distracción, pues un caldero se había volcado y en ese momento Snape estaba supervisando la limpieza.
—Ey, Potter, ¿quién es S? ¿Simmons, el remilgado chico de Hufflepuff? —se burló Draco, aguardando su reacción.
—Si ellos descubren la verdad, lo matarán —susurró Harry a Ron.
Neville apartó la vista de su caldero para preguntar:
—¿Eso quiere decir que ‘S’ es un Slytherin? —susurró
Harry miró a Ron, quien se encogió de hombros. No era mentira, aunque el comentario del chico de ojos verdes se había referido a los Mortífagos. Al final, asintió a sus amigos.
Una hora más tarde, seguía el mismo cuchicheo, sólo que en el Gran Comedor durante el almuerzo. Por todas las mesas corría el rumor de que Harry Potter había sido expuesto por Draco Malfoy. El Gryffindor había abandonado el aula de Pociones sin una sola mirada a su profesor. Snape estaba agradecido; se estaba sintiendo algo culpable, pues sabía que todo había sido por su causa. Ahora estaba sentado a la mesa principal sin tocar su alimento. Las noticias estaban destinadas a salir, eventualmente, pero eso no lo hacía sentir mejor.
“Demonios, todo es culpa de Albus. Me niego a sentir culpa por esto”, gruñó internamente, tratando de convencerse a si mismo.
Para la hora de la cena, Harry seguía siendo el tema de discusión, pero para entonces algunos habían tomado valor y empezaron a hacerle preguntas directas. Por alguna razón, una chica había abofeteado a Weasley. Severus se deslizó para escuchar a hurtadillas algo de conversación. Escuchó a una chica preguntarle que cuándo se había vuelto gay. Será imbécil
—¿Cuándo te volviste tú hetero? —contestó Harry.
Ahora, muchos querían saber quién era el hombre misterioso. Harry sacudía la cabeza, diciendo que no era importante dado que ya no estaban juntos; pero ellos eran implacables. Sus propios compañeros de Casa lo estaban presionando hasta la locura. ¿Quién es él? ¿Por qué rompieron? ¿Es un Gryffindor? ¿Estás saliendo con Ron y Hermione? Ron se encogió ante esto ultimo.
—¡Déjenlo en paz! —gritó alguien. Era un Gryffindor de séptimo año, con un fuerte acento —¡Se supone que son sus amigos, déjenlo en paz!
—Está bien, Seamus, ya me iba —dijo Harry, agradeciendo la ayuda a su amigo y levantándose para partir. A pesar de las palabras del irlandés, varios estudiantes continuaron siendo odiosos. Alguien de la mesa Hufflepuff preguntó si ‘S’ era Seamus. Harry miró suplicante al muchacho, inseguro de lo que diría. Tenía miedo por Severus. Ya se estaba hablando sobre los profesores que se habían quedado durante las vacaciones. Alguien podría relacionar ambas cosas.
—Lo siento, Harry —se disculpó el otro, caminando hacia él—. No sé como soportas estar en el centro de atención como lo haces. No puedo competir con eso —hizo una pausa—. Terminamos —todos los que escucharon a la distancia, permanecieron casi en silencio, aguardando para ver cuál sería la reacción de Harry. Éste se veía aturdido y mordía su labio. Ciertamente, nunca hubiera esperado algo así de su amigo.
—Yo… yo comprendo, Seamus —contestó, mirándolo de frente—. Lo intentamos.
—¿Amigos?
—Claro —contestó, alargando la mano.
Seamus la tomó y jaló con fuerza, haciendo que Harry perdiera el balance. Antes que pudiera recuperar el equilibrio, se vio sostenido en un apretado abrazo, al tiempo que era besado con firmeza. Severus permaneció imperturbable. Se dijo a si mismo que esa extraña sensación que sentía, ciertamente, no eran celos. Harry estaba parado, aturdido todavía, muy sorprendido por las acciones de su amigo. Mientras Seamus abandonaba el comedor, algunos de los estudiantes aplaudieron. No es que quisieran ver a su salvador siendo botado, pero para ellos eso parecía, en cierto modo, un final feliz, y a todos les gustan los finales felices. Después de eso, ya no hubieron más preguntas sobre ‘S’ Cuando Harry llegó a su habitación, tomó con rapidez la capa de su padre y salió. Agradecía que fuera miércoles y sus amigos no lo vieran. Hizo cosquillas a la pera del cuadro, obteniendo el acceso a las cocinas. Dobby lo saludó con su estilo habitual.
—¡Dobby está muy feliz de tenerlo en la cocina, Harry Potter! —parloteó el elfo doméstico, mientras el chico sonreía ante su entusiasmo. Le dijo que esa vez prepararían algo dulce para Albus—. Dobby lo extrañó la semana pasada, cuando los profesores vinieron como magos jóvenes. Sólo quedan ocho miércoles de cocinar antes que Harry Potter termine la escuela. ¿Está seguro que no necesitará un elfo doméstico en su nueva casa? —suplicó.
—Lo siento, Dobby, mi casa no es tan grande como para necesitar un elfo doméstico, y estoy deseando pasar un tiempo a solas, para variar. Prometo visitarte —las orejas del elfo cayeron hasta que escuchó la última parte. Entonces, le dijo a Harry que el profesor Dumbledore había pedido algo con fresas. Harry había aprendido a cocinar con los Dursley, pero no podía hacer nada que Petunia no supiera hacer, y tenía cuidado de no preparar nada mucho mejor que ella. Cualquier cosa que la superara en la cocina, era tomada como un insulto y él terminaba castigado. Una de las razones por las que nunca había hecho postres era porque eran la especialidad de su tía, así que él nunca tenía posibilidad de cocinar algo dulce. Durante los últimos cinco miércoles en la noche, Albus y un selecto grupo de amigos, habían tenido oportunidad de disfrutar algunos de sus intentos culinarios. Mientras Harry estaba agregando ingredientes en un recipiente, Albus estaba en su oficina, sirviendo té a Severus.
—Cuéntame, Severus, ¿hay nuevas noticias sobre los juicios? ¿Cuándo hablaste con Lucius, te sugirió algo? —interrogó el Director mientras le entregaba una taza de Earl Grey **
Severus estaba agradecido de que el anciano no quisiera conversar sobre la nota que Harry había recibido en su clase de Pociones. Asombrado, pero agradecido.
—Nada, Albus; Draco estaba con él y no dijo mucho. Lucius conseguirá que se haga el trabajo sucio, mateniendo sus manos limpias. Voldemort tiene a algunos lacayos intentando comprar unas cuantas cabezas del Ministerio. Aunque la mayoría no acepta sobornos, algunos todavía tienen miedo a las represalias. Ahora que el público en general está consciente del regreso de Voldemort, el temor de que la Marca Oscura caiga sobre sus casas también ha regresado. Lucius elegirá unos cuantos juicios que pueda apoyar con seguridad, ninguno relacionado con Voldemort, y usará su influencia para conseguir que unos cuantos oficiales difíciles de sobornar sean asignados a esos casos, dando a los Mortífagos una mayor oportunidad de salir bien librados —tomó un sorbo de té—. Esto funcionó para Goyle.
Albus asintió y también bebió de su té. Nada de lo dicho era nuevo para el anciano, y Severus se preguntó cuál sería la verdadera razón para que lo hubiera llamado.
De repente, un elfo doméstico apareció, llevando una bandeja con un gran pedazo de tartaleta de fresas y un plato con unas enormes fresas naturales, sumergidas en chocolate líquido. Albus levantó una mano, moviendo los dedos mientras decidía qué comer primero.
—Dios, esto se ve riquísimo. ¿Puedo ofrecerte, Severus? —preguntó, alegre
Severus sacudió la cabeza.
“El hombre es como un niño en una tienda de dulces”
—Nada, gracias, Albus. Si no necesitas nada más, tengo una poción que preparar.
—No, no necesito nada. Sólo quiero comentar otra cosita contigo. ¿Cómo te está yendo con las preguntas de tu lista?
“Lo que quieres saber es si le dije a Harry si aún lo odio”
—Bien —contestó Severus, cortante, y partió.
Albus sonrió, sabía perfectamente bien que se estaba comiendo uno de los postres favoritos de Severus. Harry estaba vertiendo el chocolate fundido que quedaba en su pote sobre una tartaleta, cuando el retrato se abrió. Dobby divisó al alto y oscuro profesor y salió corriendo, regresando con una caja.
—Esta noche, Harry está haciendo su postre favorito —dijo el elfo, mientras llenaba la caja con tartaleta y fresas empapadas en chocolate. Severus se giró a ver a Harry en su puesto de trabajo, y miró furioso a la criatura.
—¿Éstas son sus favoritas? —preguntó Harry, arrepintiéndose rápidamente.
Dobby se intimidó ante la furibunda mirada del Slytherin; había contado un secreto del Profesor. Antes que pudiera golpear su cabeza contra la mesa, Harry se lanzó para impedir que se hiriera.
—¡NO!
Dobby salió disparado; se escuchó un estruendo mientras se tiraba de cabeza contra unas ollas y sartenes, que otro elfo estaba llevando a la habitación vecina. Harry sacudió la cabeza ante la estupidez de todo eso.
—¿Qué está haciendo aquí abajo, Potter? ¿Comer con los demás no es suficientemente bueno para usted? —lo regañó Severus, ignorando el hecho de que él mismo estaba ahí buscando un tentempié.
—Vengo cada miércoles por la noche. El Director lo sabe.
“Oh, estoy seguro que lo sabe, el mañoso anciano”
>>No es como si yo pudiera tener mucho apetito durante el almuerzo o la cena, con todo el frenesí del chismorreo continuo —continuó el joven con expresión sombría, alejando su plato, su apetito ya saciado.
—Sobre eso, Potter, lamento todo el asunto de la nota —era lo más cercano a una disculpa que podría conseguir.
—Está bien —dijo Harry. Severus lució escéptico—. En realidad, había estado temiendo este día. Usted está acostumbrado a ser observado todo el tiempo, pero yo aún soy una persona muy reservada. Pensaba que sería el peor día de su vida cuando esto se supiera finalmente, pero la verdad es que siento que se me ha quitado un peso de los hombros —Severus entendió y asintió—. Al menos, ahora no tengo que preocuparme por colocar mi fachada hasta que termine el año —comentó alegre, con una sonrisa.
>>Supongo que debo llevarle esto a Seamus, como agradecimiento por su actuación de hoy —explicó después, refiriéndose al postre en su mano—. Me impresioné tanto. Él ni siquiera es gay.
—¿Por qué lo hizo? —Severus se había estado preguntando si era todo un montaje—. ¿Él sabe… sobre la semana pasada?
—No, sólo sabía que ‘S’ era un Slythering y podría estar en peligro si lo descubrían.
—¿Lo hizo para proteger a un Slytherin? Está bromeando.
—No, lo hizo para proteger a alguien importante para mí.
Harry esperó el comentario de Severus sobre el comportamiento típico de los Gryffindor, pero éste no llegó. Tomó una caja y la lleno para Seamus, se despidió de Dobby y fue hacia la salida.
>>Buenas noches.
—Buenas noches —contestó el hombre, en el momento que la puerta se cerraba. Apenas logró captar la vista de Harry haciéndole un guiño mientras el retrato se cerraba totalmente.
Severus tomó su caja llena de fresas y se dirigió a su laboratorio, para terminar de elaborar la poción contra el dolor para Harry
Última edición por alisevv el Dom Ene 24, 2010 5:32 pm, editado 1 vez | |
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