Destrucción y castigos, continuación (Privado, Dumbledore/Severus/Minerva) [Despacho del Director]

¡Egoísta, eso era! ¡Egoísta y malagradecido!
Se sentía tan furiosa y desconcertada que ni siquiera prestó atención a las escaleras. Sus pasos, quizás por costumbre, la guiaron mecánicamente al despacho de Albus y se detuvieron justo frente a las escaleras de caracol. Sin darle tiempo a la gárgola de pedirle la contraseña, su voz resonó en el pasillo:
- ¡BOMBONES DE MENTA!

Caminó tranquilamente por los pasillos, con los brazos tras la espalda. Realmente no había ido más rápido que otras veces, simplemente había alargado mínimamente sus zancadas. Siguió a Minerva, prácticamente ignorando el obvio enfado de la mujer, que realmente se le hacía divertido.

Tan enfadada iba la mujer, que le espetó la contraseña a la gárgola antes de que la pidiera. Cuando comenzó a moverse ésta, dejando ver los primeros escalones, Severus subió... dejando a la mujer detrás.

Cuando Severus la adelantó y comenzó a subir, ignorándola por completo, Minerva se sintió como si acabara de tragarse una bomba fétida.
En ese momento deseó apurar su propio paso, alcanzarlo y decirle que era un prepotente maleducado, un mocoso lleno de rencor, incapaz de superar sus estúpidas peleas de colegio. Quería agarrarlo del brazo, sacudirlo y chillarle para que se despertara, para que dejara ese triste juego de egos, para que entendiera...
Minerva realmente necesitaba decirle todo eso, pero no lo hizo.
Se limitó a contener sus emociones, como siempre, esperando que Albus hiciera entrar en razones al Slytherin.

Dumbledore

Las cosas no iban bien. No estaba seguro de cuál era el motivo. Las piezas no encajaban. Algo se le escapaba. No podía permitirse el lujo de un fallo, de una grieta, de una pieza suelta. Todo tenía que estar atado y bien atado. Le estaba dando vueltas al té con la cucharilla, después de la tercer cucharada de azúcar. Ante de que Minerva y Severus llegaran, tenía que decidir qué decírles y que no y sobre todo, cómo explicárselo. Eso, cuando hubieran terminado la discusión delante de él, claro.
Se preparó mentalmente para la tormenta que se avecinaba. Ya estaba al tanto (la Dama Gris ya se había chivado) de la pelea entre Severus y Minerva. No pudo evitar una sonrisa, hasta resultaba divertido, esas chiquilladas entre ese par, como si fueran unos críos.
Se mesó la barba y dejó de sonreir...
Minerva estaba furiosa y no le faltaba parte de razón. A veces, Severus era terriblemente cabezota y esas heridas ... las que nunca llegaron a cicatrizar del todo.. algo había que hacer para que no fueran a más. Desde hacía tiempo, le rondaba una idea en la cabeza, era como matar dos pájaros de un tiro, pero, los obstáculos eran insalvables y, en cualquier caso, era demasiado pronto aún para imaginarlo siquiera.

Terminó de subir las escaleras y abrió la puerta del Director, entrando si tocar. En otro caso, se hubiera detenido, tocado la puerta y esperado a que le dieran permiso para entrar... pero esta vez no iba a ser así. Necesitaba hablar con Albus a solas, y conseguiría, fuera como fuera.

Entró, para encontrarse con el anciano director mesándose la barba. Se adelantó unos pasos hasta ponerse ante la mesa, ignorando el zumbido de los cachivaches de plata que estaban dispersos por toda la sala.

-Director, necesito hablar urgentemente con usted sobre Draco Malfoy. -Miró a Minerva de soslayo-. A solas.

Volvió a mirar al Director, directamente a los ojos.

Dumbledore

Dumbledore le sostuvo la mirada, por encima de sus gafas de media luna y observó a Severus con preocupación, no era el momento oportuno para peleas entre los miembros de la Orden del Fénix. Pero eran los gajes de ser director.

- Tras un rápido cálculo, dijo.

- Minerva, querida, ¿puedes dejarnos solos? por favor....

¡AH, NO! ¡ESO SÍ QUE NO!
¿Pero qué demonios le pasaba a todo el mundo ese día? ¿Ahora resultaba que Albus también había perdido la razón? Bueno, siempre sospechó que eso finalmente algún día ocurriría... ¡Pero ese no era el punto!
- ¡Director! -Chilló, con la voz más elevada de lo que hubiera querido-. ¡Si he venido hasta aquí, es por que también tengo algo para decir! -Pudo sentir cómo sus mejillas comenzaron a irradiar calor-. ¿Desde cuándo las cosas en Hogwarts se arreglan de este modo? ¡Aquí ha pasado algo grave, y el profesor Snape se empecina en no comprenderlo...! ¡Y usted...!
Quería decirlo. Quería decir "Estás volviéndote loco o senil, Albus, si piensas que puedes andar mandonéandome". Quería gritar "A mí no me vengan con sus juegos de estrategas de la guerra, aquí somos profesores y la prioridad son los niños". Quería, pero se conocía lo suficiente como para detenerse un momento e impedir que su apasionamiento la guiara.
Aún así, sus ojos oscuros se clavaron en el director y se encargaron de decirle todo aquello y mucho más. Estaba completamente segura de que él sabía que estaba cometiendo un error. Decidida a calmarse, respiró un par de veces, sin dejar de mirarlo.
- Si usted considera que mi presencia aquí no es necesaria, director, me retiro. Mi castigo es firme e inamovible, hágaselo entender al profesor Snape. -Exigió de manera autoritaria.
Inmediatamente caminó con paso firme hacia la puerta, pero antes de retirarse, alzó la voz para añadir:
- Ustedes parecen olvidar lo que vinimos a hacer en este castillo. Los que están fuera de este despacho son niños, no juguetes... y definitivamente, no piezas de ajedrez.
Sin una palabra más salió del despacho, dejándolos solos.

Dumbledore se removió en la silla. Estaba incómodo. No le gustaba tener que abusar de la confianza de Minerva. Sí, tal vez había abusado de su confianza. Pero, desde luego, no se había esperado esta reacción tan virulenta. Estaba ya impaciente por saber cuál era el motivo de tanto enfado, aunque fuera lo que fuera, nada iba a ser tan grave, tan mortificante como el asunto que le tenía preocupado. Ahh, si pudiera hacer comprender a Minerva... pero no, no iba a arriesgarse a dejar demasiada información por ahí. Cuanta menos gente supiera, mejor. Mi querida Minerva, pensó, siempre tan responsable, tan maternal...sintió una oleada de gratitud hace ella.
Luego, miró de frente a Severus. Y atravesándolo con sus ojos azules, por encima de sus gafas de media luna le soltó:

- "Severus, tú dirás. ¿cuál es el motivo de esta visita?"

Se quedó en silencio, con los brazos cruzados ante su estómago mientras Minerva perdía momentáneamente los papeles. Sonrió orgulloso, de medio lado y triunfante cunado la mujer se marchó del despacho.

Sintió la mirada azul del director sobre su rostro y le miró, intentando evitar que los ojos de Dumbledore se centraran en los suyos.

-Lo único que sé es que Minerva a castigado al Sr. Malfoy por destrozar el baño. Pero no estoy de acuerdo con el castigo. No en las actuales circunstancias de Draco.

Se quedó de pie, esperando una respuesta.

Dumbledore, se quedo sorprendido. ¿Para eso tanto alboroto?. Se toco la barba. Quizas, habia algo mas, que se le estaba escapando:

- Severus, hijo, conozco las dificiles circunstancias de Draco, pero, a menos que tengas una buena excusa para que el Sr. Malfoy haya actuado de una manera tan.."destructiva", no veo que pueda estar justificado que se quede sin el castigo..mmm.. adecuado. Si, adecuado, esta seria la palabra.
¿que castigo le ha impuesto Minerva?

Sin que le dijeran nada, severus tomó asiento. Se tomó su tiempo para estirarse las mangas de la túnica, cruzó la pierna derecha sobre la izquierda y apoyó las manos en las rodillas.

-El castigo de Minerva es excesivo. Le ha castigado ocho fines de semana, prohibiéndole también los partidos de Quidditch. Me parece excesivo, así que lo he cambiado a dos fines de semana y una resta de puntos.

Miró un momento más a su jefe antes de añadir:

-El señor Tenebroso quiere a Draco en sus filas.

DUMBLEDORE:

El Director, parecio olvidarse por completo del asunto del baño y del castigo.

- "¿Estas seguro de eso, Severus? Eso es muy grave, muy grave...."- dijo. Se levanto del asiento y se coloco delante de la mesa, mirando atentamente a Severus, y añadio:

"Bien. Necesito saber si Draco recibe la marca, Severus, el momento en que eso se produzca"- Y mientras atravesaba con su mirada al Maestro de Pociones, por encima de sus gafas de media luna, continuo:"-Confio, hijo, en que me mantendras informado, ¿no es asi?."

Dio la espalda a Snape y volvio a sentarse -" En cuanto al castigo, antes
tengo que hablar con Minerva. En principio, como jefe de su casa, te corresponderia a ti decidir, pero, ante tal desacuerdo entre vosotros, tengo que tener en cuenta su version de los hechos. A menos que... consideres que el castigo de Minerva puede interferir en tus pesquisas sobre el Sr. Malfoy. Ahh... y aun no se con detalle en que ha consistido el desastre del cuarto de baño. ¿crees que Draco lo ha hecho porque, quizas, no le agrada la idea de recibir la marca?

-Estoy completamente seguro. -Fue lo que dijo Severus mientras Albus Dumbledore se levantaba del asiento. Le observó colocarse ante el asiento.

Alzó la ceja ante el comentario.

-¿Es que duda de mi lealtad, Director? -Le había molestado y no pudo evitar escupir las palabras con un tono duro.

Clavó su mirada duramente en esa espalda, relegando el deseo de decirle unas cuantas cosas a 'su jefe', pero calló. Sin embargo ahí estaba la oportunidad de librar a Slytherin de un castigo, que aunque merecido (si lo reconocía fríamente) le parecía injusto.

-Pues sí. Necesito que Draco confíe plenamente en mí, o al menos que se sienta en deuda conmigo para que pueda contarme lo que pasa. Aunque lo que sé, es que el Señor Tenebroso lo quiere como mortífago. El problema es que no sé exactamente si queire o no ser marcado. Al menos, aún no lo sé... pero lo sabré pronto, si nadie se mete en mi camino.

Dumbledore

El Director volvió a clavar sus ojos azules en Severus Snape, atravesándolo como si su mirada fueran rayos X:

- Vamos, hijo, claro que no dudo de tu lealtad. Los dos sabemos cuál es la razón de que estés aquí - dijo con rotundidad.

Se sentó lentamente, como si estuviera muy cansado.

- ¿una taza de té, Severus?. Una floreada tetera china apareció volando encima de la mesa y vertió su líquido caliente y humeante en la vacía taza del director, que se tomó su tiempo en añadir grandes cantidades de azúcar.

- Tengo que reconocer que no es mala idea que utilices el castigo para obtener un mayor acercamiento por parte del señor Malfoy. Lo tendré en cuenta, Severus - Y añadió con voz autoritaria- En este asunto, ya sabes lo que tienes que hacer. En cualquier caso, tengo que hablar con MInerva. Y ahora, Severus, si no tienes nada más qué decir....