La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot)

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Danvers
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Danvers


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Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot) Empty
MensajeTema: Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot)   Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot) I_icon_minitimeDom Feb 14, 2010 12:44 pm

Los señores Potter y el director de Hogwarts por Danvers
Resumen: A la fiesta de cumpleaños de Harry Potter, solo asisten importantes personalidades. El mejor regalo se lo hará un invitado de cabello tan negro como su mirada...
Categorías: Libros, Harry Potter Personajes: Harry Potter, Severus Snape
Géneros: Romance
Advertencias: AU=Universos Alternos
Desafíos: Feliz cumpleaños, Harry
Desafíos: Feliz cumpleaños, Harry
Series: Ninguno
Capítulos: 1 Completo: Sí Palabras: 4199 Lecturas: 610 Publicado: 01/08/09 Actualizado: 01/08/09

Notas de la historia:
Respuesta al reto de la Mazmorra del Snarry: Feliz cumpleaños, Harry.


1. Oneshot por DanversOneshot por Danvers
Notas del autor:

Disclaimer: ¿Alguien ha visto la peli? Digo... ¿Alguien se lee esto, a estas alturas? XD Naaada mííííooo, nooooo...
NdA: Para Ali por avisarme del reto, por animarme aunque nunca llegue a tiempo y por regalarme maravillosos ratos cada semana. No como otras que no actualizan nunca... XD Besos, Ali!

Los señores Potter y el director de Hogwarts
En la engalanada mesa de los Potter, se sentaba a cenar lo mejorcito del mundo mágico... si te interesaba la política y el poder.
Para Harry Potter, lo mejor del mundo mágico era la cálida casa de los Weasley. Ahí es donde hubiese preferido celebrar su cumpleaños.
Pero su esposo no dejaba pasar una oportunidad para hacer de sus vidas un escaparate.
Por supuesto, el director del Profeta había sido invitado a la fiesta. Y por supuesto se había traído la cámara. Podría parecer descortés hacer fotos de una cena privada para luego publicarlas, pero todos en esa habitación sabían que a los Potter les gustaba la publicidad.
Al menos a uno de ellos, el que adoptó gustoso el apellido el día de su enlace.
A Harry le pareció en su día un detalle generoso y romántico.
Hasta que regresaron de la luna de miel y se le cayó el velo de los ojos. A veces se preguntaba cómo había podido estar tan ciego, e incluso sospechaba que había de por medio alguna poción sospechosa o hechizo ilegal.
Porque en el hombre sentado a su lado, que reía falsamente los comentarios del Ministro de magia, no quedaba nada de aquel corpulento adonis con el que había compartido sus primeras vacaciones de verdad. Habían reído juntos, habían incluso bailado desnudos a la luz de la luna, Harry eclipsado por el modo en que se reflejaba en el espléndido cuerpo de su esposo, tonificado por el quidditch. Podía parecer un tópico, pero realmente el duro deporte había esculpido ese cuerpo maravilloso que le encandiló.
Ese cuerpo que aún mantenía en buena forma gracias a su puesto como guardián en los Kenmare Kestrels, pero que ahora más que deseo le provocaba repulsión. ¿Cómo se había dejado engañar por la belleza exterior, cuando él siempre había buscado la interior? No quiso buscar la respuesta, sabiendo que evocaría las imágenes de aquella semana de sexo desenfrenado en la que apenas abandonaron la cama para ir al cuarto de baño.
En lugar de eso, buscó los ojos oscuros que le observaban justo desde el asiento frente a él. El director de Hogwarts seguía manteniendo un puesto de influencia en el mundo mágico, como lo había hecho Dumbledore en su día, y como tal era invitado a las soirées de los Potter... a pesar de que el antiguo jefe de la casa Slytherin era odiado por su marido.
Severus Snape intentaba traspasarle fuerza con su oscura mirada, a pesar de que el odio y los celos recorrían su cuerpo cada vez que el repulsivo McLaggen le ponía la mano encima a su marido, más en un gesto para demostrar su posesión que para transmitir cariño.
¿Cómo podía haber estado tan ciego, él también? Tan ciego como para no ver que Potter no era feliz recibiendo toda aquella atención, si no más bien todo lo contrario. Se había dejado llevar por su antiguo resentimiento hacia Potter, regodeándose en su antigua opinión de que disfrutaba siendo una celebridad. Opinión que reafirmaba cada primera plana, o su espectacular carrera en el Ministerio, evidentemente utilizando su fama para ello.
Pero un día, intentando escaquearse en una de aquellas soporíferas cenas a las que acudía únicamente por mantener la influencia de su cargo en el mundo mágico, se encontró con una extraña escena en la oscuridad de un pasadizo.
Potter, acorralado contra la pared, estaba siendo acosado por su marido. Por un momento pensó que estaba presenciando una violenta y asquerosamente pasional expresión de su público amor. Pero entonces vio algo en los ojos de Potter que despertó sus entrenados instintos de alerta.
Miedo.
Por un momento, tuvo la inconcebible impresión de que McLaggen maltrataba físicamente a su marido. Pero las palabras del famoso jugador le desvelaron que aunque efectivamente ahí había maltrato, era más psicológico que físico.
El irritante hombre acusaba a su consorte de no seguir sus planes, fueran esos cuales fueran. Parecían tener algo que ver con el modo en que Potter trataba al Ministro, o más bien en que no lo agasajaba en el modo en que McLaggen quería que lo hiciera.
Seguidamente prosiguió a denigrar al ya no tan joven Potter de un modo que las ofensas que él mismo había dirigido al chico en clase quedaban como meras reprimendas. Le tildaba de inútil e irresponsable. Le echaba en cara que, sin él, seguiría siendo un simple funcionario como Arthur Weasley, hablando con tanto desprecio del hombre que Severus percibió el dolor en la cara de Potter.
Como si le hiciera más daño un simple comentario sobre los Weasley que todo el ataque que había soportado resignadamente, osó defenderse con un hilo de voz-: Quizás eso es lo que yo quiero...
Snape dudó entre hacer notar su presencia o esperar para comprobar si Potter realmente sufría maltrato físico. Porque McLaggen estaba tan tenso que aún desde la difícil perspectiva que tenía, podía advertir cómo su mandíbula se apretaba, así como el agarre de las muñecas de su "querido" esposo.
-Tendrías que saber ya que no importa lo que tú quieras -soltó con un desconcertante odio en sus palabras. Parecía como si estuviese conteniendo una furia apenas incontrolable-. Sin mí no eres nada, Harry.
Estas últimas palabras parecieron casi tiernas. Con un tono de condescendencia que le provocó arcadas a Snape. Había casi tanta humillación en esa frase como desprecio.
-Y ahora sal ahí fuera y cumple tu papel. O al menos no estropees todo mi trabajo...
Cuando Potter fue liberado se apresuró a escapar hacia el comedor, como si esa opción que parecía evidentemente desagradable para él, fuera más apetecible que la presencia de su marido.
Al pasar por su lado, abrió desmesuradamente los ojos, sabiendo por su expresión que Snape, el cruel Snape, lo había oído todo.
Sin querer ser descubierto por McLaggen, Severus llevó el dedo índice a su boca, esperando que Potter entendiera el mensaje y pasara de largo.
Así lo hizo Harry, sabiendo que si Cormac se enteraba de que Snape les había espiado, podía ponerse bastante desagradable. Oh, probablemente no delante del director de Hogwarts, al que tildaba de Mortífago a sus espaldas pero en su presencia trataba todo lo respetuosamente que merecía su cargo... su cargo y las influencias que éste le aportaban...
No. Se pondría desagradable más tarde, una vez solos, encontrando el modo de echarle también la culpa de la indiscreción del antiguo profesor. Y ya tenía bastante con lo que le esperaba por no lamerle el culo al Ministro de magia...
Después del incidente, Snape abordó a Potter en el Ministerio, asegurándose de que ese día el equipo de McLaggen tuviese partido.
Ese día aciago no obtuvo respuestas a las preguntas que le carcomían. El joven asistente del Ministro estaba a la defensiva, un síntoma que Snape conocía perfectamente. Su propia madre lo había padecido, como consecuencia del maltrato al que la sometía su padre.
Sintiéndose involucrado e inexplicablemente preocupado, decidió hacer una visita a los Weasley después de que se le negara el acceso a la oficina de Potter, aún cuando había intentado acceder a él a título profesional, como director de la escuela de magia de Inglaterra.
Increíblemente rápido, aún acostumbrado a la movilidad de los magos gracias a la aparición, toda la familia Weasley se reunió en minutos cuando discutió el tema con los patriarcas del clan. Incluso el hijo mayor había acudido.
Parecía que sí sabían que el matrimonio de los Potter no era en realidad la enamorada pareja que mostraban al mundo.
McLaggen había logrado apartar a Harry de ellos a base de amenazas. Estaban bastante seguros de que también había amenazado al mismo Potter, aunque no sabían con qué. A ellos les instó a no influenciar a su esposo so pena de contarle a Harry una mentira que no quisieron aclararle. Por el rostro de Molly, debía ser verdaderamente vergonzosa.
En ese momento, el menor de los Weasley estalló en reproches, echando en cara a su familia que no se hubieran enfrentado al bastardo, como parecía haberlo bautizado. Parece ser que la familia convino en que sería contraproducente para Harry hacerlo, aún cuando su mejor amigo opinaba que siempre les creería antes a ellos que al bastardo.
Su esposa, anteriormente Granger, demostró que seguía poseyendo más inteligencia que ninguno de los pelirrojos. Aunque las decisiones que habían tomado fueran equivocadas, ahora que tenían pruebas de que el acoso a Harry era real, debían tomar medidas.
Sin saberlo, el Ministro de magia sacó esa noche el tema perfecto para que esas medidas fuesen puestas en práctica, en medio de la cena de cumpleaños de Harry Potter. Si todo salía bien, el último que pasaría casado, si dependía de Severus Snape. Al menos no con el sucio bastardo que le maltrataba y manipulaba.
-Siento estropear sus planes, señor Ministro -expuso con respeto. Tenía que cabrear a McLaggen, no estropear las relaciones del Ministerio con Hogwarts-, pero me temo que el señor Potter no podrá acudir como representante del Ministerio. Me temo que a partir de septiembre tendrá que buscar otro asistente, porque el señor Potter ha aceptado mi oferta para el puesto de profesor de defensa contra las Artes Oscuras.
El anunció cayó como un aguamenti sobre todos los comensales. Todos tenían grandes esperanzas puestas en Potter, tejiendo relaciones que en un futuro se verían recompensadas si ocupaba el lugar del Ministro.
Curiosamente, al Ministro no pareció sentarle nada mal. El pobre, seguramente se veía eclipsado por la figura de su asistente, y amenazado por la ambición de su marido. Porque alguien que estuviera diariamente junto a Harry, no podía ignorar de dónde venía toda esa ambición...
La reacción de McLaggen, en cambio, era de absoluto terror. Todo lo que había construido durante años se derrumbaba con esa frase. Horas y horas de planificación, regalos, falsas adulaciones... y la lenta y trabajosa rendición del espíritu de Harry Potter.
Severus empezaba a pensar que estallaría en ese mismo momento.
Bien. Es lo que pretendía provocar con la súbita declaración.
-No creo que sea el mejor momento para dar la noticia -balbuceó Harry como disculpa, con pánico en el rostro.
Curiosamente, McLaggen no dijo esta escoba es mía. Durante lo que restó de la velada.
Eso no desanimó a Snape. Sencillamente se escondió en la casa tras despedirse, sabiendo que una vez solos el bastardo rastrero se ensañaría con Harry.
Y se ensañó.
Los gritos que salían de la habitación le indicaron el camino que tenía que seguir. Apenas había lanzado un hechizo de escucha cuando sintió un fuerte golpe que hizo temblar la puerta. Efectivamente, había logrado cabrear a McLaggen. Efectivamente, ese sería el final de su matrimonio.
Abrió la puerta violentamente, con una bombarda. La sorpresa y estupefacción eran esenciales.
-¿Qué demonios haces aquí, Snape? -le espetó el corpulento joven, sin la falsa cordialidad que había mostrado esa noche.
Severus dejó que esperase la respuesta, mientras sus ojos observaban cómo Harry se levantaba del suelo, a donde le había llevado seguramente un golpe en el rostro, a juzgar por el hilillo de sangre que salía de su boca. Parecía más humillado que herido, pero Snape no pudo evitar lamentar haber llegado tarde, mientras la bilis llenaba su boca, pidiéndole venganza.
-Venía a traerle una foto a Harry. Tenía mis dudas sobre ello, pero ahora me alegro de haberlo hecho -comentó solemnemente.
McLaggen puso cara de no entender nada. Ni de que le importase no hacerlo.
-¿Harry? -preguntó con ironía, como si tutear a su esposo estuviese reservado tan solo al Ministro-. Mira, Snape -escupió-. No sé qué demonios pretendes con ese rollo del puesto de trabajo, pero te puedes ir buscando otro profesor porque MI marido no va a ir a tu sucio colegio, serpiente rastrera -comentó desagradablemente, demostrando que su compostura y educación no eran más que una estudiada fachada.
Ignorándolo, Snape le rodeó con indiferencia para acercarse a Harry. Después de acariciar turbadoramente la barbilla manchada de sangre, le tendió una foto mágica que había sacado del interior de su túnica.
Mientras Harry miraba la foto con ojos desorbitados, se dirigió ahora sí al hombre que le miraba con más odio que Fluffy el día de Halloween de 1991.
-Parece que en otras circunstancias no te molesta intimar con una serpiente, ¿verdad, Cormac? -le tuteó, con el mejor tono de desprecio que tenía-. Aunque entre tanto cuerpo, me ha costado distinguir a los de mi propia casa de entre el resto. ¿Divertida la fiesta?
McLaggen miró desencajado a Harry, sabiendo exactamente lo que debía mostrar esa foto. Maldita sea, con todas las precauciones que había tomado, y le habían pillado con la... mano en el pastel de calabaza.
-Harry... puedo explicarlo -se justificó rápidamente, sin pararse a pensar que esas usadas palabras no hacían más que empeorar la situación.
Su marido había perdido todo el aire sumiso que le había costado años inculcarle. Sus ojos ardían llenos de vida, sus hombros estaban altivos y elevados, en posición en alerta. Sus piernas separadas mantenían su peso equilibrado, listo para saltar sobre alguien, y él tenía todos los números.
En ese momento deseó a su marido como no lo había hecho desde su luna de miel. Hacía tanto que no le veía más que como un medio para lograr fama y éxito... En un oscuro recodo de su mente, se preguntó si había hecho bien en utilizarlo, no por un súbito ataque de conciencia, si no porque ahora empezaba a comprender el verdadero poder de su marido. El poder que le había seducido al principio, un poder que no se podía contener...
Decidió canalizar su odio hacia un objetivo más débil. O eso creía él...
-¡Lárgate de mi casa! ¡Cómo te atreves a venir aquí y ensuciar a mi marido con tus sospechas y malicias!
Snape paladeó con gusto las palabras. Le estaba dando las razones que necesitaba para permitirse perder el control y hacerle pagar al bastardo del modo que merecía...
Caminó hasta su altura y se detuvo a escasos centímetros de su cuerpo, mostrando que aún le dominaba en estatura. Y en muchos otros campos...
Agarrándole por la camisa, le dijo lenta y peligrosamente-: Primero: Ésta no es tu casa. Godric Hollow pertenece a Harry y siempre lo hará -sentenció con su grave voz-. Segundo: La suciedad la has traído tú mismo, revolcándote a cuatro patas entre un montón de cuerpos para luego maltratar el único cuerpo que debería importarte. Tercero...
McLaggen no vio venir el puñetazo. O quizás sí lo debió ver, lo que debió ser impactante. El caso es que no pudo evitarlo.
El que acabó en el suelo esta vez fue él. Aunque no hubo sangre que delatara el hecho, ni habría morados al día siguiente. Severus sí sabía como tratar a los que se lo merecían...
Sin esperar a que se recuperase, y después de lanzar una fugaz y preocupada mirada hacia Harry, se acercó a la chimenea y lanzó un puñado de polvos Flú diciendo-: ¡La Madriguera!
McLaggen se revolvió en el suelo ante el nombre, pero antes de que estuviera en pie, dos personas habían entrado a través del fuego verde.
-Señorita Granger, señor Weasley -disimuló, jugando su papel.
-Director Snape. Ahora mi apellido es Weasley -fingió también Hermione-. ¿Le sucede algo a Harry? -preguntó sinceramente, buscándole por la habitación. Al ver las marcas rojas en su cara, casi olvidó el plan, para vengarse ella misma de McLaggen. Habían sido muchos años de sospechas, pero ver personalmente que había dañado a Harry, dolió más que la incertidumbre-. ¿Qué ha pasado aquí? -preguntó con su estudiado tono maternal. Maternalmente cabreado.
-Maltrato, violencia. Infidelidad -resumió Snape en tres palabras.
Hermione dio un paso atrás mientras su marido daba un paso adelante. Se encontraron en el medio, la mujer apoyándose en el hombre y deteniendo con el gesto las dudosas intenciones de Ron.
-Esto justifica un divorcio Express. ¿Puede llevarlo a cabo?
-Por supuesto -respondió la abogada. Había cursado tanto derecho muggle como Leyes Antiguas, la abogacía mágica. Además, traía los papeles consigo, que hizo aparecer con un giro de muñeca. Se los entregó a Harry, que se los quedó mirando en un segundo plano, sin alejar la foto de su vista.
-Harry, no firmes nada. Esto es una encerrona. No tienen derecho a entrar en mi casa y...
-¿No has oído a Severus? -preguntó Harry con una seguridad en su tono de voz que no había oído en años-. Es mi casa. Tú ya no tienes derechos sobre ella. Ni sobre mí.
Y para subrayar sus palabras, agitó la varita contra los papeles legales que por fin le harían libre, dejando su firma mágica como testigo de sus intenciones.
-¡No! ¡No puedes...! -intentó detenerle Cormac.
-Sí que puedo. Me has estado chantajeando durante años con hacer daño a los míos si te dejaba. Nunca más.
Dirigiendo una vez más su furia hacia Snape, y sospechando que la súbita seguridad de Harry no era cosa de un día, le culpó de haberle predispuesto contra él. Harry no permitió que dijera una segunda frase-: No. No vas a hacerme más daño a mí o a los que quiero de verdad. Si alguno de nosotros o los Weasley tenemos problemas, aunque sean aparentes accidentes o enfermedades, sospecharé de ti y esta foto llegará al Profeta -amenazó, elevando la foto que había estado mirando todo el rato-. Así que reza porque no nos pase nada.
Antes de darle la espalda para seguir mirando la foto, le tiró los papeles a la cara. No cayeron al suelo porque Hermione los detuvo con un Wingardium, antes de aconsejarle-: Firma, McLaggen. No tienes otra opción. Si te separas ahora sin publicidad podrás evitar un escándalo. Si esas fotos salen a la luz, perderás tu trabajo y la influencia que te pueda quedar...
No tuvo que pensarlo mucho. Era la única salida que tenía. Había arruinado su futuro por un puto polvo colectivo. Ni siquiera había estado tan bien, pero hacía tanto que Harry no le dejaba tocarle...
Firmó con su varita, sintiéndose amenazado ante la psicótica mirada que le dirigía Weasley. Snape también le miraba mal, pero estaba más atento en dirigir ansiosas miradas a su marido. No, a su exmarido. Cabrón, ahora se aprovecharía él de su fama, llevando a Harry a su colegio para promocionarlo...
-Ron, acompaña a Cormac a la salida... -profirió Snape como una amenaza, sin fingir ya, ahora que estaban firmados los papeles.
McLaggen abrió la boca, pero la cerró sin haber encontrado palabras para defenderse. No con Harry dándole la espalda, quemando años de matrimonio ante la imagen de su desliz.
Salió rápidamente de la habitación, esperando que Weasley no le siguiera.
Pero Ron le siguió, después de sonreír a Snape y a su esposa. Se iba a asegurar de que el bastardo salía de la casa antes de cambiar las protecciones. Y se iba a asegurar de que no lo hacía indemne...
Hermione sonrió a Snape y Harry con la misma sonrisa que tenía al ganar un juicio. Éste era el caso más importante que había tenido. Había ganado la libertad de su mejor amigo...
-Feliz cumpleaños, Harry -felicitó a su amigo con emoción-. Tardaré un poco en bajar y pretender que detengo a Ron -dijo maliciosamente. Pero cuando vio la ansiedad en el rostro de Snape, cambió de opinión-. Aunque mejor les espiaré desde la escalera. Por si acaso...
Le guiñó el ojo a un sonriente Harry y desapareció por la astillada puerta, no sin antes lanzarle un hechizo que la reparó como si nada hubiese sucedido.
Pero mucho había sucedido.
Harry arrugó la fotografía y la tiró al suelo, a los pies de Snape. Aún entre los pliegues podía verse a McLaggen entrando en un edificio.
-¿No habéis podido conseguir nada más que esto? -preguntó Harry mientras se acercaba al director.
-Suficiente les costó a los Weasley que se apuntara a la orgía. De todos modos sabía que lo manejarías bien... -confesó con una confianza que nunca había demostrado tenerle.
Harry rió bajito, como si hubiese olvidado cómo hacerlo. Rodeó con sus brazos el cuello de Severus Snape y le besó en la mejilla. -Todo ha salido bien...
El aliento con que le acarició al soltar esa frase de victoria acabó con la contención del rígido director de Hogwarts. Había controlado las ganas de matar a McLaggen, pero nada se interponía ya entre él y su premio. Y lo cobró con labios y brazos, besando a Harry mientras lo apretaba entre sus brazos, como si no pudiese creer que al fin era suyo, sin tener que pasar noches y noches preguntándose si habría podido quitarse de encima al maníaco de su marido...
-Todo ha salido bien -repitió Harry, notando cómo Severus necesitaba confirmarlo.
Estirando al director del brazo, le llevó hasta los pies de la cama. Una vez allí agitó su varita para quemar sábanas y colchón.
Su magia había mejorado espectacularmente, desde que Snape llegó hasta él a través de Hermione. Semanas de reafirmación y recuperación habían hecho de él un hombre diferente al que había vivido a la sombra de Cormac McLaggen.
Ahora era el momento de celebrarlo.
Trasformó la arrugada foto en un colchón. Era casi poético. Una pluma olvidada hizo los honores para las sábanas. Al menos el cobertor, no iban a cubrirse mucho esa noche. Tenía ganas de disfrutar del cuerpo de su amante ahora ya sin ese pequeño resquemor de culpabilidad en su interior.
-Te quiero -le confesó, aunque no era la primera vez que lo hacía. Pero sabía que Severus necesitaba oírlo, así como él había necesitado quemar su pasado en el testigo de sus pesadas noches.
-Harry... -fue todo lo que contestó Snape. No podía decir más. El deseo y la emoción le llenaban de tal modo que se sentía completo. No más celos por su parte, no más culpa por parte de Harry. Eran libres para compartir sus vidas, para amarse...
La necesidad pudo más que la expectación. Tampoco era la primera vez que hacían el amor, ni sería la última. Les urgía completarse físicamente tal como se habían completado en su interior. Harry era ya todo para Severus, y Severus quería disfrutar de lo que era suyo.
-No sabes cómo odiaba imaginar que ponía sus asquerosas manos sobre ti -confesó Severus, mientras descubría poco a poco un cuerpo que nunca había tenido tiempo de adorar. Furtivos encuentros que les dejaban vacíos e insatisfechos no habían hecho si no prometer un futuro más prometedor-. Tu piel... mi piel -dijo enigmáticamente, recorriendo con sus labios tanta piel como podía, como si estuviera acariciándole con sus dedos...
Harry se dejaba agasajar, sabiendo que su situación había sido muy diferente a la de su amante. Snape le esperaba en el castillo, sabiendo que su amante debía dormir al lado de otro hombre. Aunque supiese con certeza que en esas pocas semanas le había entregado su corazón junto a su gratitud. Y porqué no decirlo, junto a su cuerpo...
-No me volvió a tocar después de aquel día en el Ministerio -le tranquilizó-. ¿Te acuerdas?
Snape bufó contra la piel de Harry, sin querer separarse de él ni para reír. - ¿Cómo no iba a hacerlo? Fue el mejor maldito polvo de mi vida. Sobre el escritorio del Ministro...
Harry sí pudo reír libremente, entre pequeños gemidos que estaba entrenado en esconder. -Era el lugar más seguro... ¿El mejor polvo has dicho? ¿Se puede mejorar eso? ¿Fui yo, o la emoción de hacerlo en un lugar tan público?
A Snape le encantó la seguridad y el tono de humor con que Harry le interrogaba. Aunque iba recuperando su espíritu poco a poco, a la par que recuperaba su autoconfianza, aún no le había visto tan relajado. Sentirle bajo suyo de ese modo era mucho más de lo que había esperado, desde el primer momento en que leyó los síntomas de maltrato en su apagado rostro.
-Fuiste tú, Harry -le dijo seriamente, trepando por su cuerpo hasta ponerse a la altura de su cara-. Y a partir de ahora todo será mejor.
Esa promesa flotó entre ellos mientras se comían mutuamente la boca. No se dijeron más, no hacía falta. Era el primer día de su vida juntos, al menos de puertas para adentro, y era hora de disfrutarlo.
Los dos desnudos, uno sobre el otro, frotándose, lamiéndose, preparándose para complementarse del modo más íntimo... así celebraron su unión, que para ellos era esa noche a pesar de que ya habían estado fusionados en otras ocasiones menos... apropiadas. Y a pesar de que con seguridad se acabarían uniendo legalmente, más como culminación de su amor que como obligación social, esta vez. Ese momento sería suyo y de nadie más...
Harry acogió a Snape de un modo en que nunca se había visto bienvenido. En ninguna parte, por nadie. Así mismo Harry comprendió al fin lo que era completar a otra persona. No tenía nada que ver con la felicidad del momento, ni siquiera con el tamaño. Tenía que ver con el deseo de poseer tanto el cuerpo como la mente, o más bien estar seguro de que se poseía al menos un espacio en la cabeza del otro.
El orgasmo les llegó a la vez, culminando una necesidad que había llegado a niveles insoportables. Mirándose a los ojos, cada uno pensaba una cosa distinta, aunque parecida.
Severus se sentía posesivo, pensando que su semilla marcaba de algún modo a Harry, de un modo en que no podía hacerlo antes, porque debía de admitir que no le pertenecía.
Harry se sentía reclamado, pensando que ese día, por primera vez, recibía la semilla de su amado sin ninguna mácula en su mente que estropeara el momento. Era de Severus, y éste tenía todo el derecho de dejar parte de él en su interior.
Justo antes de que sonara el último gong de medianoche, Severus musitó sobre su amante dormido-: Feliz cumpleaños, amor.

FIN
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MensajeTema: Re: Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot)   Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot) I_icon_minitimeMar Ago 26, 2014 8:41 pm

libertad y Snape sobre el colchon. que mejor regalo que ese??
genial fic! aunque me angustie por culpa de Cormac maldito lo odie!
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MensajeTema: Re: Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot)   Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot) I_icon_minitimeSáb Feb 14, 2015 1:07 pm

Me ha dado cosa leer como Harry sufría tanto maltrato y encima con amenazas. Ese Cormac no era más que un cobarde... gracias al cielo que Sev se las ingenió para quedarse con un Harry en libertad de ese cretino.

Sev es mi heroe
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Yuki Fer
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MensajeTema: Re: Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot)   Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot) I_icon_minitimeJue Feb 26, 2015 6:37 pm

yatta escribió:
libertad y Snape sobre el colchon. que mejor regalo que ese??



hahahaah sin duda alguna el mejor regalo que puede haber... *w* sera que harry quiera prestarme a sev para mi cumple..XD hahaha Cool Cool Twisted Evil ok nop...u_u..XD
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MensajeTema: Re: Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot)   Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot) I_icon_minitimeVie Feb 27, 2015 9:40 am

Cormac me cayo muy mal que bueno que que al final lo alejaron de Harry, me alegro que Harry y Sev esten juntos, creo que Harry este año recibio los mejores regalos, libertad y a Severus XD
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MensajeTema: Re: Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot)   Los señores Potter y el director de Hogwarts (One shot) I_icon_minitime

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