La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 El cazador y el lobo. 3,. como la luna por la rendija

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Majo-san
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MensajeTema: El cazador y el lobo. 3,. como la luna por la rendija   El cazador y el lobo. 3,. como la luna por la rendija I_icon_minitimeMar Dic 10, 2019 8:18 pm

3.-Como la luna por la rendija


.

.

Severus estaba mirando por la ventana de la habitación que Harry le había dejado. No había salido de esa habitación en lo que llevaba de esa semana. Su herida en el pie estaba mucho mejor. Ya casi no le dolía.

Harry había ido a cazar una vez, había casado un venado y había preparado un exquisito estofado que lo mandó a dormir arrebatado casi un día entero.

Severus debía admitir que esta había sido la mejor semana de su vida. En dieciséis años este había sido el único lugar en el que se había sentido protegido. Irónico tomando en cuenta que era de la mano de un completo desconocido.

-Permiso -dijo Harry desde la puerta, venía como cada día con una bandeja con comida, pan y una gran jarra de leche caliente, sabía que dormiría inmediatamente en cuanto comiera eso.

-Gracias -dijo recibiendo la bandeja.

-Hoy te dejaré solo por un par de horas, pero eres libre de recorrer la casa y en la cocina hay de todo para que puedas comer -dijo Harry, tomando con cautela la pierna de Severus y revisando la herida, sin percatarse del sonrojo en la cara del menor- esta herida esta mucho mejor -dijo soltándolo con cuidado y dándole espacio para que pudiera comer.

-Está bien -se moría de curiosidad de preguntar donde iría, pero no se inmiscuiría en algo que no le tenía porque importar.

-Quiero presentarte a alguien -dijo parado en la entrada y luego silbando. Severus vio impresionado como en segundos una hermosa ave llegaba a posarse en el hombro de Harry-. Este es Hedwig, mi compañero de casa -dijo caminando hasta estar a un lado de Severus que no apartaba la mirada del ave. Si llegas a necesitar algo sólo tienes que decírselo a Hedwig para que valla por mi a la aldea.

-¿A la aldea? -preguntó sin siquiera pensarlo. Sin quitarle la vista al ave que ahora se posaba mimosa sobre su hombro.

-Sí -dijo sonriendo de lado y ajustándose el bolso que llevaba al hombro- tengo que llevar la carne que cacé para el orfanato.

-No debí preguntar -dijo Severus volviendo a su comida.

-Tranquilo, no es problema -dijo saliendo de la habitación.





Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando Severus abrió los ojos. Se había quedado dormido tal como lo imaginó, si Harry no fuera como había sido hasta el momento, quizás barajaría la posibilidad de que ponía algo en su comida que lo había dormir. Lejos estaba en su mente la posibilidad de que sólo se tratara de la buena comida que Harry preparaba, y las precarias condiciones en las que había comido los últimos años de su vida.

Desgraciadamente los recuerdos volvieron a su mente, los días en que tenía que dormir a la intemperie porque Tom lo castigaba. Ese maldito tenía muchos híbridos en su poder, niñas y niños que cuando tuvieran la edad de diecisiete años serían vendidos al mejor postor. Había visto por una rendija la subasta de una muchacha hibrido de gato montés, la cara de los cerdos asquerosos que subían la puya por ella. El llanto en su rostro aun de niña. No podía pasar por eso. Noche tras noche le rogaba a la luna que veía por una rendija que le permitiera escapar de ese infierno. Le rogaba una salvación.

El día que huyo lo hizo sin ver atrás, sin saber el camino, rompió con sus patas, en medio de su transformación, las maderas ya viejas de la vieja casucha donde los tenían atrapados. Rogaba por no ser el único que hubiera podido huir. El llanto de los niños asustados por sus gruñendo mientras golpeaba la madera, y luego el eco del viento en sus oídos mientras corría lo más lejos posible.

El suave revoloteo a su alrededor lo trajo de regreso a la realidad.

-Gracias, Hedwig -dijo acariciando al agila que se posó sobre su hombro y parecía consolarlo.

Lo que no sabía Severus es que había conseguido un padre alado que lo mantendría bajo sus alas… incluso protegiéndolo de su dueño y compañero de caza.





-Muchas gracias por todo, Harry -dijo la hermana Minerva, que era la encargada del orfanato de la aldea.

-Es un placer ayudarles, hermana -dijo poniéndose bien su bolso.

-Es una lastima que no puedas quedarte a tomar un té con nosotros, pero te entiendo – Harry le había contado a groso modo lo que había pasado cuando encontró a Severus y la anciana monja entendía perfectamente lo preocupado que estaba Harry.

-¿Ya te vas, Harry?

El joven sonrió con pena, cada vez que iba era el mismo dolor, tener que despedirse de Stephan y Sebastián, los pequeños gemelos estaban a un lado de la puerta de la entrada del orfanato, tomaditos de la mano como siempre.

-Sí, niños -dijo agachándose a su altura-, vendré en unos días.

-Está bien -dijo Sebastián, quien era el más hablador de los dos. Mientras que los ojitos de Stephan empezaban a brillar por las lágrimas. Era eso lo que más destruía a Harry.

-Vayan a dentro, niños, ya está haciendo frio y no quiero que se enfermen.

Los niños, reticentes, se entraron luego de abrazar a Harry.

-Esto me cuesta cada vez más.

-Lo sé, hijo, pero aun no puedes tenerlos contigo.

-Lo sé, hermana -dijo dejando salir el aire-, pero en algún momento me los llevaré… ellos serán míos.

-Y te esperarán, Harry, cada día… no tengo duda de que serán un gran padre para los gemelos.

-Lo seré, hermana, se lo prometo -dijo sonriendo convencido. Esta conversación ya la habían tenido antes y la anciana le apoyaba en su intención de adoptarlos, por eso siempre que alguna pareja de otras aldeas iba a ver niños para adoptar, ella, estratégicamente, no dejaba salir a los gemelos al jardín, sabía que los niños amaban a Harry y que serían felices con él, pero Harry necesitaba tener una esposa para poder adoptar a los niños. Algo que no estaba en los planes de Harry y en lo que la hermana estaba ayudando. No mentiría… sólo omitiría información.

.

.

Continuará...



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