La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Labyrinth (Crossover - Sareth and Snarry coprotagonist ships) ATP - cap4

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Snarry_Love20
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MensajeTema: Labyrinth (Crossover - Sareth and Snarry coprotagonist ships) ATP - cap4   Labyrinth (Crossover - Sareth and Snarry coprotagonist ships) ATP - cap4 I_icon_minitimeLun Oct 23, 2023 12:00 am

Capítulo 4: El Niño Que Vivió y El Príncipe Mestizo


Jareth regreso al salón del trono con sus goblins. Y el caos volvió a ser el de siempre. El rey aprovecho para ponerse a dibujar, en el cuaderno que Sarah le regalo, sus trajes de boda. Harry dio un vistazo, le regalo algunos consejos y se marchó... era hora de que se enfrente a Severus.


sev  laolalaola  harry


El mago estaba asombrado por lo bien que había manejado enfrentarse a los merodeadores sombras... especialmente a Potter y Black. Aquello fue un cierre definitivo a una oscura etapa de su vida. Y lo hacía sentirse más vivo que nunca. En verdad, el laberinto está cambiándome... Severus tardo unos cuantos minutos en salir de sus pensamientos, percatándose de que la zona de matorrales quedo atrás y, actualmente, estaba en un bosque que rezumaba magia en cada esquina.

El brillo de las hadas sobre árboles, plantas y flores; criaturitas animalescas muy raras, el sonido tranquilo de una cascada, la suave briza. Todo fluía perfectamente a su alrededor, dándole un aire de fantasía. Fue cuando se tropezó con unas ramas caídas, que el profesor se dio cuenta de donde estaba.

—¡Maldición! Espero no haberme desviado mucho... —se puso de pie y escaneo sus alrededores, suspirando fascinado por ese lugar—. Este lugar es hermoso...

Seguro que a un niño le gustaría mucho... Severus estaba empezando a lamentar el trato, si Harry volvía a su mundo estaría con una espada sobre su cabeza. Aquí, parecía que todo estaba marchando bien. Lleno de misterios a desentrañar y con amigos con los que ser él mismo... Su mundo, por el contrario, era cruel. Despiadado.

—Perdóname, pequeño... —su voz se llenó de angustia y arrepentimiento.

Se enderezó para recomponerse y siguió adelante, prometiéndose que cuidaría a ese niño con su vida misma si hiciera falta. Anduvo un buen rato, hasta que llego a un claro donde descansaba una pequeña zona de picnic. Y, sentado con una guitarra, estaba el joven más hermoso que vio en su vida. Piel blanca que tentaba a ser acariciada, labios rojos que rogaban por ser besados, cabello tan oscuro como alas de cuervo, vestido como un príncipe de cuentos, pero, lo que dejo en jaque al ex mortífago, fueron sus ojos; ojos verdes cual hojas de abeto, llenos de un fuego oscuro y secreto, juguetones y seductores a partes iguales. Ojos que podían doblegar hasta al hombre más orgulloso...

Severus carraspeo para aclararse la garganta y se pasó la lengua por los secos labios, mientras se acercaba. Sin despegar sus ojos ónix de los contrarios. El joven sonrió burlonamente, sabiéndose ganador de algo que, el adulto, no estaba seguro en ese instante de qué. Tampoco le importo mucho.

—Hola.

—Hola, Maestro Pocionista.

Aquello lo dejo boquiabierto un momento, antes de recomponerse de todas las emociones que su presencia, y su voz, despertaron en su ser. Lo estudio un rato.

—¿Quién eres?

La mano del chico se movió en el aire, materializando un cristal, que arrojo al de ojos oscuros. Apenas el objeto toco sus manos, se transformó en una manta con un nombre hermosamente bordado. Severus no podía creerlo... sus ojos se desviaban de la manta al chico y viceversa.

—¿Co... como...?

—El tiempo aquí no es igual al del mundo humano... y su Majestad puede moverlo a voluntad.

Increíble... imposible... y, aun así... Aquí estaba un Harry que, definitivamente, no era un niño dieseis años. Un Harry que jamás podría haber imaginado. Su padre no le hace sombra siquiera... Ja, la cara de Lupin y Black cuando lo vean...

—Bueno, esto es inesperado.

—Ven, toma asiento y relájate un momento, debes estar exhausto.

La amable mirada le arranco un suspiro. Aprovecho en sacar sus provisiones y pociones, no quería tomar nada de este mundo. Harry se rio por ello, lo que le ocasionó mariposas al estómago del docente.

—¿Eres un chico listo, eh Severus?

Severus se hincho en orgullo y le sonrió petulante.

—No cualquiera saca una maestría con veintiuno, ¿o sí?

—Ciertamente eres un abanico de misterios...

Severus vio la fascinación del chico por su persona, estupefacto de ser considerado por semejante criatura. Sus años de autodesprecio y baja autoestima empezaron a desquebrajarse. Su corazón retumbando salvaje en su pecho, y sin percatarse, sus mejillas se colorearon. Arrancando una mirada cariñosa en los profundos ojos verdes. Severus desvió la mirada a sus alimentos y se concentró en ellos, escuchando al otro colocarse mejor sobre el mantel a cuadros.

Las manos más jóvenes comenzaron a entonar la melodía que el chico escucho de su mentor. Ojalá tuviera la misma creatividad que Jareth... se lamentó un poco.



There's such a sad love

Deep in your eyes a kind of pale jewel

Open and closed

Within your eyes

I'll place the sky

Within your eyes



La suave voz, armoniosa y sensual, invadió los oídos de Severus. Con una curiosidad insaciable regreso sus ojos al adolescente. Bajo el hechizo de la melodía y la voz de Harry, Severus se encontraba perdido en un mundo de emociones que apenas comprendía. Los versos hablaban de amor, de anhelos y deseos que resonaban en lo más profundo de su ser. Era una experiencia abrumadora, y se dio cuenta de que había estado tan atrapado en su propia oscuridad que se había olvidado de la belleza de la música y la posibilidad del amor.



There's such a fooled heart

Beatin' so fast

In search of new dreams

A love that will last

Within your heart

I'll place the moon

Within your heart



Severus notó que Harry lo miraba mientras cantaba, sus ojos verdes centelleaban con un misterio que lo intrigaba aún más. ¿Qué secreto ocultaba este lugar? ¿Y qué secretos ocultaba el propio Harry? El hechizo de la canción lo envolvía, y por un momento, olvidó todas sus preocupaciones y su pasado tumultuoso. La dulzura de la melodía, la belleza del lugar y la presencia de Harry lo llenaron de una sensación de paz que había estado ausente en su vida durante tanto tiempo.



As the pain sweeps through

Makes no sense for you

Every thrill is gone

Wasn't too much fun at all

But I'll be there for you

As the world falls down



Finalmente, cuando la canción llegó a su fin, el silencio se instaló en el claro del bosque. Severus miró a Harry, quien le sonrió de manera enigmática.

—Esa fue una canción hermosa, Harry —dijo Severus, su voz cargada de emoción.

—Gracias, Severus. Es una de mis favoritas. —Harry guardó la guitarra a un lado y se recostó sobre la manta—. Este lugar es especial. Aquí, la música tiene un poder único.

Severus asintió, sintiéndose agradecido por esta experiencia. Miró alrededor y vio que la naturaleza misma parecía responder a la música de Harry. Las flores parecían inclinarse en su dirección, y las hadas danzaban en el aire.

—Dime, Severus ¿disfrutas del Laberinto? —preguntó Harry, rompiendo el silencio.

—Es un lugar con bellezas ocultas, —lo miro significativamente, el jovencito se sonrojo satisfecho por su cumplido— e inenarrables peligros. Así que, sí. Lo disfruto.

—Y, ¿por quién corres?

Severus suspiró, indeciso si decirle cómo (y por qué) había llegado a este mundo misterioso. Peleo consigo mismo un rato, antes de soltar todo. Y por todo, era todo: la guerra, la profecía, su participación en la muerte de sus padres, todo cuanto sabia. Todo sobre sí mismo. Harry lo escuchó atentamente, su expresión reflejaba comprensión y simpatía.

—Estoy muy agradecido de que me digas la verdad, Severus.

—¿Crees que podrías considerar perdonarme algún día?

—Severus, —la seriedad no le quitaba su belleza natural— no estoy molesto contigo, ni con Petuña. Este es mi hogar, no podría sentirme mal por lo que me trajo aquí. Al contrario...

Severus sintió su corazón más liviano que nunca.

—Este lugar es asombroso, Harry. Es un refugio de la oscuridad de mi mundo.

Harry sonrió y extendió la mano, tocando la mejilla de Severus con ternura.

—Estoy feliz de que estés aquí, Severus. Tal vez este sea un regalo que necesitábamos, una oportunidad de redimirnos y encontrar la luz en medio de la oscuridad.

Severus sintió un nudo en la garganta mientras miraba a Harry. Este joven, con su noble belleza, estaba cambiando su perspectiva de la vida. Le estaba mostrando que había más en el mundo que la venganza y el odio, que el amor (en cualquiera de sus formas) eran posibles incluso en medio de la adversidad.

—Tal vez, en otro momento, pueda contarte las maravillas que Abalarys tiene en sus tierras.

—Me encantaría escucharlas...

Ambos se levantaron. Con un nuevo giro de sus manos, Harry hizo desaparecer los restos de su picnic. Severus encogió su morral y su portafolio de pociones, guardándolos en sus bolsillos internos. Se observaron a los ojos queriendo alargar el momento, deseando...

—Nos vemos, Harry.

Antes de volver a mezclarse entre los árboles, Harry lo llamo. Severus se giró con curiosidad. Un orbe de cristal le fue lanzado, otra vez. Al tomarlo, se convirtió en un precioso reloj con manecillas incrustadas de esmeraldas. Asombrado, y agradecido, le sonrió al adolescente.

—Buena suerte, mi Príncipe.

Severus reverencio a su compañero.

—Te ganare.

El fuego en los oscuros ojos casi hace jadear al hijo del merodeador.

—Sigue el camino, no te desvíes.

Orgulloso, audaz y enamorado, Severus Snape retomo su travesía por el Laberinto. Harry se derritió y lanzo un chillido feliz antes de transportarse a sus habitaciones. Necesitaba recuperarse de ese encuentro tan perfecto.

En el salón del trono, Jareth se reía enternecido por su aprendiz. Ahora, estaba un poco más tranquilo con respecto al oscuro mago.


sev  laolalaola  harry


Severus logro atravesar el bosque en punto de las nueve. Se había topado con unas criaturas rojas muy locas a las que se les podían salir las extremidades. Unos cuantos embrujos aturdidores y se libró de ellos con relativa facilidad. A punto estuvo de perder un brazo y el pie derecho. Ahora, refrescándose con una botella de agua, estaba enfrente de un vasto terreno lleno de objetos acumulados en montones. Y, un poco más allá, las puertas y murallas de la Cuidad Goblin.

—Maravillosa forma de casi terminar el Laberinto: cruzar un basurero...

Dejo atrás la espesura del bosque y se adentró entre las baratijas acumuladas. Estuvo más alerta que nunca, seguro de que había alguien más allí. Su instinto de espía se lo gritaba. Si las cosas que se perdían de su mundo caían aquí, alguien debía de amontonarlas. Y él no quería saber qué tipo, o tipos, de seres vivían entre la chatarra y la basura. Un par de veces escucho susurros y, a punto estuvo, de tirar alguna pila de menor tamaño. Por fortuna, daba gracias a que aun tenia su magia. Severus no sabía si el rey Jareth se había olvidado de ese detalle o había algo más al respecto. Casi media hora después, el mago respiraba tranquilo enfrente de la muralla a la cuidad.

—Bueno, no llamare la atención... me colare como siempre hago.

Transformo unas piedras en unas escaleras y trepo el muro. Camino por sobre este hasta pasar las puertas con el guardián (que Severus no se dio cuenta que había) y, trepando entre tejados, bajo hasta la plaza principal.

—Demasiado silencioso...

Sus oscuros ojos, visualizaron sus alrededores. Todo estaba en relativa paz, con los ciudadanos sin percatarse de nada y los guardias semi dormidos apostados en la entrada al castillo. Rodeado la zona baja de la enorme edificación, Severus uso sus poderes para trasfigurar una pala en una escoba con la que volar y meterse por una ventana.

—Maldita la hora que no traje una... espero no matarme en el camino.

Se posicionó y pateo el suelo. Con una sonrisa de suficiencia, Severus voló hasta su objetivo sin ningún problema. Aterrizo en el alféizar con delicadeza y dejo allí la escoba, metiéndose al interior del castillo de piedra. Un zumbido muy familiar lo recibió.

—Se parece a la magia de Hogwarts...

Aquello lo hizo sentir más seguro. Cómo extrañaba sus mazmorras... Enderezándose, bloqueando sus pensamientos con su oclumancia, retomo su camino. No tenía idea donde podría estar el rey Jareth, solo que debía aprovechar el factor sorpresa.


sev  laolalaola  harry


Harry y Jareth estaban en el jardín. Sorprendidos, y algo nerviosos, de la inesperada visita de Sarah. Ella y el joven mago congeniaron al segundo de entablar una conversación. Su asombroso parecido (salvando los pocos años de diferencia), les dio la rienda para proclamarse gemelos. Jareth suspiro dramáticamente, inseguro si eso era algo bueno o el inicio de sus desgracias.

—Oh, vamos, Su Majestad... —la sonrisa traviesa de su amada le hizo alzar la ceja interrogativamente—, cómo si no pudiera darte dolores de cabeza por mí misma.

Los tres se rieron a mares por el comentario tan acertado. Jareth la abrazo, posesivo.

—Mi cosa preciosa, por primera vez tienes razón.

—Ya verás, tú... ¡Cuando nos casemos, te vas a dormir en el sofá dos semanas seguidas por presuntuoso! —y su puchero le pareció muy lindo al monarca.

Harry estaba radiante de felicidad, con los ojos abiertos a todo su volumen esperando que Jareth respondiera. Aunque, tal parecía, que no reaccionaria...

—¡¿QUÉ ACABAS DE DECIR?!

Sarah lo miro de manera inocente, apoyando sus manos en el pecho al descubierto del rubio, inclinando la cabeza con extrañeza.

—¿Eh?

El corazón desbocado del rubio logro sacar un fuerte sonrojo, sus ojos parecían contener las estrellas del firmamento y su sonrisa se ampliaba conforme los segundos pasaban. Sarah lo miraba con cariño y, apiadándose de su amor, se carcajeo divertida.

—Oh, vamos, vamos, Jareth... ¿en serio es tan sorprendente?

—Pero... dijiste... la carta... —carraspeo un poco para calmarse y regresar a ser normal—. Me dijiste en la carta que debíamos ir despacio... o dabas a entender eso.

—Creo que alguien que no siente nada, no escribe una carta donde pide adueñarse del corazón ajeno.

Sarah suspiro, nerviosa ahora al no saber cómo explicarse. Harry se retiró silenciosamente, esa era una conversación para dos. Jareth le agradeció con un cabeceo.

—La otra tarde, estaba en una reunión familiar. Mis tías, siempre tan chismosas y desagradables como ellas solas, volvieron a preguntarme sobre si tenía un novio. Mi padre e Irene hablaron de ti. Todos quedaron sorprendidos y, entonces, mi abuela hizo un comentario...

Los ojos verdes relucieron dichosos al regresar su atención al soberano. Un delicioso escalofrío recorrió el alto cuerpo del rubio, arrancándole un gemido de los labios. Sarah se sonrojo.

—Uno sobre su matrimonio. Y, con mi gran bocaza, les dije que el día que nos casemos se iban a quedar sorprendidos de ver tu castillo. Todos se lo tomaron a chiste... pero, no deje de darle vueltas al asunto.

—Y... ¿te diste cuenta de que me amabas con todas tus fuerzas? —la inocencia y esperanza en Jareth termino impulsando el valor de la campeona.

—No, ya me había dado cuenta durante nuestro baile de San Valentín... solo quería atrasar el momento, mi hermoso Rey Goblin. —dijo con juguetona diversión tiñendo su voz.

Lo siguiente que supo Sarah, antes de desconectar su cerebro, fue el sabor dulce del melocotón invadiendo su boca y unas fuertes manos cercando su cintura.

Desde un balcón, Harry los vio unos segundos con una enorme sonrisa.

—And the Goblin Queen has rise.


sev  laolalaola  harry


Severus dio una vuelta más, se topó con una puerta y la abrió con cuidado. Un precioso balcón con algunas mesas de jardín fue lo que lo recibió. Alzando la vista, al final del mismo, un hermoso joven sonreía con la vista hacia algo debajo de donde estaban.

—And the Goblin Queen has rise.

Severus se estaba por acercar y preguntar de quien hablaba, cuando el muchacho se volteó a él.

—Oh, mi Príncipe... lo siento, no sabía que ya estabas aquí... —con algo de duda, dejo su lugar y fue hasta su amado.

—¿Interrumpo algo?

—No, no. Solo que, Su Majestad, está ocupado en este instante... ¿puedo invitarte un aperitivo?

Harry los guio hasta una mesa alejada del barandal, donde un juego de te ya esperaba. Severus se sentó algo aturdido.

—¿Debería aceptar?

Una dulce risita le arranco una ternura inmensa.

—Tranquilo, la visitante inesperada del rey Jareth hizo esto para compartir... ella tampoco se fía mucho.

Mas tranquilo, Severus acepto. Coloco su reloj en la mesa y suspiro feliz cuando un delicioso té ingles corrió por su garganta.

—La invitada tiene un gusto excelente, mis felicitaciones.

—Se lo diré.

Estuvieron una hora compartiendo historias. Harry le habló de su vida en este mundo mágico, el entrenamiento a manos de Jareth y la misión que cumplió a manos del Gran Rey. Al mago le sorprendió que este jovencito ya tuviera un vasto entrenamiento y que fue puesto a pelear en una guerra. Serbia a su causa, pero no dejaba de ser angustioso. Había conocido a criaturas mágicas increíbles y explorado tierras misteriosas. A medida que las palabras pasaban, y la tarde se volvía anaranjada y rosada, Severus sintió una conexión profunda con Harry.

Era como si hubieran encontrado un refugio en el otro. Por primera vez, en años, Severus sintió que la oscuridad dejaba entrar la luz a su corazón.

—Severus, ¿te gustaría quedarte aquí? —preguntó Harry, sus ojos verdes fijos en los del contrario.

Severus reflexionó sobre la pregunta. Sabía que había cosas en su mundo que aún debía enfrentar, pero también sabía que había encontrado algo especial en este lugar y en la compañía de Harry.

—Harry, cualquier lugar en el que estés sería el mejor lugar para quedarme... —se sinceró, su corazón entregado en bandeja de plata—, pero, me temo, que debo regresar...

—Severus, te pregunto sin tener en cuenta la guerra contra Voldemort.

—Yo... no entiendo.

Harry le tomo la mano de manera amorosa. Sabiendo que, tras la frase que había dicho, tenía la afirmación. Solo debía hacerle ver a su príncipe lo que implicaban.

—Severus, ganas al rey Jareth el derecho de llevarme por diez años a tu mundo. Libraremos juntos tu mundo, de eso no tengas duda alguna—la fuerza en sus ojos era un deleite que el adulto no dejaba de admirar, su confianza ciega en él lo hacía amarlo más—. Pero, una vez que eso termine, yo volveré aquí: es mi hogar.

Entonces, algo hizo click en la mente del pocionista. Recordó sus palabras, observo a Harry asentirle y se sintió algo bobo.

—Oh, eso... ja. Creo que soy algo despistado, Harry.

—No, es la primera vez que amas... y de manera tan completa.

Cómo puede entenderme tan bien, como si nos conociéramos de toda una vida... se maravilló el profesor.

—Sí, Harry. Me gustaría quedarme aquí contigo.

Harry sonrió, y esa sonrisa iluminó su rostro como la luna llena iluminaba desde el cielo nocturno a sus hijos. Extendió la mano hacia Severus, por sobre la mesa, quien la tomó con gratitud y aceptación. En ese momento, dos almas perdidas se encontraron en un mundo completamente mágico donde comenzarían el resto de sus días.

El laberinto había cambiado a Severus, su gobernante a Harry, de maneras que nunca habrían imaginado, pero estaban listos para enfrentar el futuro juntos, sin importar lo que les deparara.

Por fin, la luz encontró su camino entre la oscuridad.

Capítulo 3

Capítulo 5

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Severus

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