alisevv
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| Tema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 60. Refugio de sanadores Dom Ago 05, 2018 4:17 pm | |
| Death eater takes a holiday Capítulo 60 Refugio de sanadores Severus tomó el asiento más alejado, como era habitual. Harry reprimió la risa cuando Albus ofreció té pero nadie aceptó.
—Poppy necesitó atender a un estudiante con una herida leve; llegará pronto con la historia médica de Harry —el director se sirvió una taza de té, ignorando las miradas que intercambiaron Kieran y Severus, como si cada uno estuviera retando al otro a tomar su té—. ¿Quizás mientras aguardamos, Kieran pueda contarnos más acerca de los resultados de la evaluación de Harry? —observó al sanador vestido de blanco con expectación—. ¿Cuánto tiempo dices que llevó esto? —preguntó, sabiendo que Kieran no lo había explicado.
El aludido contó sus dedos por un momento antes de responder.
—Diría que desde el traslador hasta Snape, alrededor de siete horas, más o menos —sonrió a su amigo—. Él lo hizo bien, se necesitó una gran cantidad de castigo antes que, eventualmente, proporcionara un poco de información para establecer la reacción de ellos. Justo como conversamos la semana pasada —la última información la agregó mirando a Harry con un asentimiento de complacencia.
—¿Y cuál fue esa reacción? —Albus le preguntó directamente a Harry, quien había permanecido modestamente callado.
—A ellos no pareció importarles que luego de horas de tortura, finalmente les hubiera contado algo. Si a ver vamos, la mayoría del tiempo yo ni siquiera estaba seguro de lo que estaban preguntando. Las preguntas eran vagas, e incluso una vez que contesté a la primera, las maldiciones no disminuyeron. En ese punto, imaginé que sólo estaban agotándome antes de entregarme al Señor Oscuro —pasó la mano por su hombro pensando en el mago que había empuñado tan expertamente un cuchillo. Se sentía agradecido por la ropa limpia que tenía guardada en su habitación de la torre.
—Tampoco delató al espía —Kieran sonrió de oreja a oreja—. Yo pensé que cuando quedaras a solas con Snape y él lanzara los hechizos de silencio y cierre de la puerta, descubrirías su tapadera. Por cierto, Snape —se giró hacia su amigo—. Fue maravilloso. Cuando nuestro Snape se quitó la máscara, Harry le observó, impactado, y te maldijo una y otra vez por traicionar a Dumbledore. Yo estaba listo para admitir que habíamos conseguido el objetivo del día cuando él te golpeó —Kieran se echó a reír, apoyando la mano en el apoyabrazos de la silla de Snape. Severus no estaba tan contento de que Kieran se divirtiera a su costa, pero se sentía orgulloso de su entrenado/amante. No se había dado cuenta que Harry había sido 'probado' durante tantas horas antes de que llegara a los aposentos de Albus. Eso explicaba el que su pareja hubiera saltado ante su toque.
Los cuatro magos se levantaron cuando Poppy entró en la oficina. Ella sonrió en agradecimiento ante el gesto.
—Ah, Poppy, ¿una taza de té? —preguntó Albus con cordialidad, e inmediatamente comenzó a servirle. Ella le miró con recelo—. ¿Qué tienes para nosotros? —preguntó, al ver que traía algo más que la historia médica de Harry.
—Traje historiales médicos de estudiantes antiguos que han mostrado señales de capacidades de sanación o una inexplicable resistencia a la enfermedad—.
—¿Puedo? —Kieran tomó las historias ofrecidas y les dio un vistazo. Las carpetas marrones contenían registros de varios estudiantes con situaciones similares. Kieran las hojeó de nuevo, buscando el nombre de Harry—. ¿Trajiste los registros de Harry? —preguntó, al no ver más carpetas, y notando que la mayoría de las que sostenía eran muy antiguas.
—Ah, sí, aquí está —contestó la bruja con una sonrisa descarada, apartándose para revelar la caja que había traído levitando detrás de ella, y la dejó caer en el regazo del mago. La caja estaba originalmente etiquetada por el fabricante como Abastecimiento de papel para el Ministerio: 200 sobres, triple grueso, material pesado... Las palabras habían sido tachadas y abajo se había escrito Harry Potter, con un ordenado garabato. También se había incluido un hechizo estándar como advertencia ante cualquier persona no autorizada que quisiera abrir los documentos.
—¿Has estado ocupada con éste? —Kieran hizo un gesto al avergonzado Harry detrás de él.
—No tienes idea —su tono sonó divertido mientras daba vueltas a su té con elegancia, sin probarlo.
—¿Me permites? —preguntó Kieran a Harry antes de abrir la caja, su voz nuevamente con un tono profesional.
—Para eso estamos aquí —replicó el joven secamente.
Kieran levantó la tapa y la sostuvo sobre la caja, observando a Harry con atención.
—Eso no significa que no tengas elección. Si no lo deseas, no tengo que revisar esto para hacer un examen razonable. No te mentiré, ayudaría mucho, pero no es completamente necesario si prefieres mantenerlo en privado—.
Harry suspiró.
—Está bien, es sólo que estoy agotado. ¿Por qué eligieron la noche posterior a mi evaluación para hacer esto? —inquirió, esperando no estar siendo demasiado grosero, pero sin importarle tampoco. A pesar de la siesta que se había echado después de cenar con Severus, estaba listo para caer muerto.
—Antes, cuando intenté sentir tus heridas antiguas y buscar tejido cicatrizado, descubrí que era mucho más fácil hacerlo cuando te encontrabas relajado y rodeado de personas en las cuales confías. Si no hubieras estado tan agotado, podrías haberte tensado cuando me sentiste tanteando, buscando en tu interior. Confía en mí, es mejor de esta manera—.
Kieran abrió la caja y hojeó su contenido, buscando en primer lugar los registros más viejos. Comparó las notas de septiembre de ese primer año escolar. Cuando pidió ver la copia de los registros de los médicos muggles, Poppy aclaró su garganta.
—No hay nada —Harry fue quien contestó pero no agregó nada más.
A Kieran no se le habían suministrado mayores detalles acerca de la vida del joven antes de Hogwarts. Dado que estaba buscando señales de auto sanación, no fue una sorpresa total el que no hubiera registros. Además, había escuchado a Snape gruñendo algo sobre Harry pagando el funeral de su tío y asumió que eran pobres, lo cual sería una razón adicional para que no le hicieran al joven sus revisiones médicas regulares. Sin embargo, Kieran era lo bastante inteligente como para saber que el chico había tenido que curarse de algo, y debía haber sido un daño sustancial para ameritar el uso de su pericia. Si algo había aprendido de curar las heridas de los Mortífagos y otros magos igualmente oscuros, era no entrometerse demasiado cuando la información no era ofrecida.
—Kieran, tengo una lista de posibles heridas reportadas a nosotros. No proviene de la fuente más confiable, pero, aun así, es un punto por dónde empezar —Albus le entregó la lista que había hecho mientras Dudley explicaba las heridas de las que él pensaba que su primo se había curado. Kieran comparó la lista con la que él mismo había elaborado mientras revisaba el cuerpo de Harry. Tomó unas cuantas notas y volvió a chequear informaciones puntuales en el registro que tenía en la mano.
—Algunos de los puntos de tu lista fueron exagerados, pero otras heridas mucho más serias ni siquiera son mencionadas. Ésta es una —señaló el listado—. Dice que tu brazo estaba roto, pero aun así no veo señales de daño grave—.
—¿El brazo derecho? —interrumpió Poppy. Se levantó y hojeó el registro de Harry—. Aquí está, mil novecientos noventa y dos, en invierno, creo —comentó, orgullosa de conocer al dedillo el historial médico del joven. Al encontrar la página correcta, anunció—: Sí. Noviembre, mil novecientos noventa y dos, los huesos del brazo derecho fueron reconstruidos con Skele-Gro luego de que un mago incompetente intentara curar lo que se sospechaba había sido una fractura en el húmero, cerca del codo, y que trajo como consecuencia la pérdida de todos los huesos del brazo derecho, desde el húmero hacia abajo, incluyendo las falanges distales —masculló; era claro que seguía enojada con Lockhart por haber tenido la osadía de intentar hacer el trabajo de ella.
Kieran asintió; tenía sentido que no hubiera señales de tal herida o ninguna anterior si los huesos habían sido reconstruidos.
—¿Qué hay sobre ésta? No se menciona en la lista de Albus —señaló su propia espalda para indicar el área a la que se estaba refiriendo—. Las marcas de tu espalda; ¿dices que fue por una herramienta? —.
—Una herramienta de jardín, sólo rompió la piel. Dolió como el demonio, pero no mucho más. Eso sucedió el mismo día que esto —Harry señaló la lista de Dudley, donde estaba anotada su costilla rota.
—No sólo rompió la piel; laceró tu riñón izquierdo con dos de los dientes. No hubiera creído que esto fuera posible. Los dientes deberían haber sido demasiado gruesos para que pasara; pero, si como has dicho, tu primo se sentó sobre ti, es posible. Aunque, tendrías que haber estado extremadamente delgado por esa época —musitó.
—He ganado algo de peso con los años —Harry no ofreció cantidades. Kieran sólo necesitaba leer su historial si deseaba más detalles.
—Me gustaría algo de tiempo para analizar estos reportes con profundidad. Si tuviera que hacer una suposición ahora, diría que Harry se ha sanado a sí mismo con magia esencial. Es primitiva, pero efectiva —Kieran amplió su explicación al ver la expresión confundida del muchacho—. Todos los magos y brujas tienen magia esencial. La usan como una acción involuntaria, como la respiración o el latido del corazón. Es la razón de que vivamos tantos años. Nuestra magia, básicamente elimina la mayoría de las enfermedades internas, tales como el cáncer y las dolencias cardiacas. Dime, Harry, ¿después de estos incidentes en los que te curabas a ti mismo, te sentías agotado o drenado? —.
—No lo creo. Las veces en que ellos dijeron que lo había hecho, dormí durante varios días, así que no debería estar cansado —explicó el aludido. Kieran hizo algunas anotaciones en su registro.
—Incluso luego de una semana de sueño, si hubieras mermado tu magia para sanar algo tan grave, hubieras despertado agotado. Si despertaste sintiéndote bien, tienes que haber recurrido a una reserva mágica—.
—Creo que eso fue lo que Severus me dijo, pero sigo sin comprenderlo —Harry se sentía seguro de que habría estado más lúcido si hubiera conseguido unas cuantas horas adicionales de sueño.
—Digamos que de repente dejas de comer con regularidad, algo que ha sucedido unas cuantas veces. Los cuerpos de los magos, incluso los cuerpos de los muggles, tienen un mecanismo de inanición. Tú mantendrías tus reservas si no creyeras que vas a comer pronto—.
—Pero yo no he pasado hambre desde... —Harry se interrumpió, al darse cuenta de lo que había estado a punto de decir—. Estás utilizando este asunto de la alimentación sólo como símil, ¿cierto? —sus mejillas se enrojecieron.
Severus giró su silla en dirección de su pareja.
—Él piensa que has estado almacenando magia como una manera de asegurar tu supervivencia. Una magia a la que deberías haber tenido acceso de manera normal, pero no fue así.
—¿Cómo? ¿Y por qué no me curé otras heridas a lo largo de estos años? —dirigió su pregunta a Kieran, pero también observó a Poppy.
—Ahora que has estado un buen tiempo en el mundo mágico, ya no dependes de la reserva de magia para tu seguridad. Lo más probable es que no la hayas necesitado por años. Poppy siempre ha estado aquí para ti, y no has vivido en el mundo muggle hace un tiempo. Por todo esto, en algún momento, tu cuerpo debió empezar a liberar lentamente todas sus reservas y el acceso a esa magia adicional habría aumentado tu poder. Voy a hablar con una colega para solicitar una segunda opinión. Probablemente, ella querrá una reunión contigo—.
—¿Tienes más preguntas? —inquirió Poppy, al ver que Kieran había finalizado. Harry reflexionó por un minuto.
—Nada de momento, pero estoy seguro de que pronto se me ocurrirán montones —hizo una pausa—. Dices que si yo fuera un verdadero Sanador, no habría quedado tejido cicatrizado, ¿cierto? —.
—Correcto —contestaron Poppy y Kieran a un tiempo.
Poppy enrojeció y asintió hacia el Sanador para que continuara. Harry pensó que era extraño verla actuar de esa forma. Quizás fueran asuntos de sanadores.
—¿Si todos los Sanadores hacen un trabajo tan grandioso, por qué no se usan Sanadores en todas partes? Sin ofender, Madame Pomfrey —agregó con premura.
—No te preocupes. En el mundo mágico, no hay tantos Sanadores como puedas pensar. Hay Sanadores en casi todas las culturas, aunque no todos ellos son reconocidos como tales. Algunos de los guías religiosos en el mundo muggle son Sanadores. Es común que los Sanadores muggles den el crédito a su fe o sus dioses por sus propias habilidades. Yo soy afortunada por tener la oportunidad de trabajar con el Sanador Kieran en estas ocasiones—.
—Eres uno en un millón —ironizó Snape.
—Si no tienes más preguntas, Harry, estoy seguro de que podemos concluir esta reunión y permitirte descansar —comentó Albus con una sonrisa, feliz de cortar la respuesta de Kieran al comentario de su viejo amigo. Después de todo, había una dama presente. Apenas podía esperar que Kieran jugara al caballero un poco más.
Harry salió de la chimenea de Sev y marchó directamente hacia el sofá, donde se hundió de inmediato.
—¿Un trago? —Severus levantó un vaso.
—¿Conseguiste buen material? —preguntó Kieran.
—¿Acaso hay otra cosa? —sonrió el otro—. Mejor sirve para los dos mientras me quito esta horrible túnica —había empezado a caminar hacia su habitación cuando su amigo le detuvo.
—¿Dos? ¿No tres? —Kieran hizo un gesto hacia Harry, quien estaba sentado en el sofá, hojeando una revista de Pociones.
Severus se limitó a denegar con la cabeza y se dirigió a cambiar sus ropas por una túnica limpia y libre de rastros de pociones. Decidiendo que no podía molestarse en hacer mucho más, se quitó la túnica manchada y la tiro bajo la cama, regresando a la salita vestido con pantalones y su camisa blanca. Kieran seguía parado donde le había dejado, leyendo la etiqueta de la botella de la que acababa de servir.
>> Buen material, Snape —tomó un sorbo, mientras le entregaba el segundo vaso—. ¿Harry no bebe? —.
—No esta noche —contestó con una sonrisa, señalando el sofá donde Harry ya estaba dormitando—. Incluso estoy sorprendido de que no haya ido directo a la cama —levantó a su pareja y se dirigió hacia su habitación—. En momentos como éste, me siento viejo—.
—Qué va. ¿Recuerdas a Rosie? Le gustaba ser arropada. Decía que yo le hacía sentir segura. Yo no me preocuparía por esto —Kieran sostuvo la puerta de la habitación mientras su amigo maniobraba con cuidado a través del umbral sin mover la cabeza de Harry.
Le acostó con facilidad, retiró sus ropas y presionó sus labios contra los del joven.
—Duerme —musitó suavemente cuando su pareja comenzó a corresponder al beso—. Regresaré más tarde —agregó, cubriéndole con la manta. Antes de cerrar la puerta, giró de nuevo para ver cómo Harry se daba la vuelta y jalaba la almohada favorita de Sev.
De regreso a la salita, Kieran le entregó su vaso por segunda vez. Severus se sentó en 'su' sillón cerca del sofá, pensando que acostar a Harry no le incomodaba realmente. Quizás fuera el hecho de que le había gustado hacerlo.
—No te estreses por esta pendejada. La próxima vez que tú seas capturado y torturado, Harry te arropará —tomó un trago de su bebida—. Eso podría arreglarse, si gustas—.
—Paso —Severus sonaba cansado. Quería proteger a Harry y no le gusto saber que alguien que lucía como él había sido utilizado durante la prueba—. ¿Cuánto tiempo crees que tardará en recordar que el traslador que le llevó fue enviado por un Weasley? Dos Weasley, para ser precisos.
—Demasiado distraído con la reunión de esta noche. No podrías conseguir que ni yo me centrara en todas esas gilipolleces después de un día como el de hoy. Él durmió durante las tres cuartas partes de la revisión —Kieran vació su bebida—. ¿Pudiste echarle un vistazo a su expediente? —.
Severus asintió y entrecerró los ojos. Kieran se sentó, observando como la ceja de su amigo se elevaba, concentrado. La botella de la que se habían servido golpeteó en la bandeja por un segundo antes que pasara de Kieran a la mano extendida de Severus. Tenía un poder salvaje ante el cual, a veces, era difícil no sentirse intimidado.
>> ¿Hiciste un buen trabajo en esto, con él? —preguntó Kieran, refiriéndose a la tortura y muerte de Vernon Dursley.
—Ni siquiera la mitad —Severus miró al frente, a ningún punto en particular—. Me hubiera gustado tener más tiempo, pero... —su voz se apagó.
—Nunca es suficiente —completó su amigo—. ¿Puedo usar tu red flu? Quiero contactar con la Sanadora a quien Harry debería conocer. Puedo tener más apoyo si llamo desde Hogwarts—.
—Usa mi red privada. No puedo permitirme que Lucius llame mientras Harry está dormido en la habitación contigua —revisó a Harry y lanzó un hechizo insonoro alrededor de él. Sabía que Kieran quería llamar mientras vestía su túnica blanca. No tenía caso malgastar una buena limpieza.
El escocés habló con la mujer, explicándole que llamaba desde Hogwarts porque Albus Dumbledore quería que viera a alguien especial. Cuando ella le cuestionó su deseo de tener una segunda opinión, él tuvo que arrastrarse un poquito, pues nunca antes lo había pedido y era considerado una especie de paria entre sus compañeros Sanadores.
—No estoy tramando nada—se defendió—. Estoy en Hogwarts ahora... Sé que estoy llamando desde una habitación; ¿le darías un respiro a un pobre tipo? No puedo hablar de quién se trata en la red pública, ni siquiera aunque ésta es una conexión muy segura. Hice una extensa revisión interna al paciente, pero necesito que confirmes algunos puntos—.
A la mujer realmente le gustaba Kieran, pero no soportaba los absurdos. Él no la impresionaba con su habitual falta de clientela respetable. Por suerte para el escocés, Harry eligió ese momento para darse la vuelta, mostrando una vista complete de su bello rostro.
—¿Ése es...? —.
—Mi paciente —la interrumpió Kieran rápidamente.
—¿Es él? —insistió, esperando confirmación. El hombre alargó una mano y asió el flequillo, retirándolo de la frente de Harry y exponiendo su famosa cicatriz.
—El gran y único. ¿Supongo que puedes hacernos un hueco? —pidió con voz melosa.
Cuando Harry finalmente despertó, Severus ya estaba dictando su tercera clase del día. El joven leyó una nota donde le decía que regresaría en cuanto tuviera un tiempo libre en su horario. Verificando la hora, notó que aún tenía una hora antes que eso ocurriera. Rodó sobre sí mismo, disfrutando la lujuriosa suavidad de las sábanas de Sev. Había estado tentado a conjurar un duplicado de la almohada de su pareja para que ambos pudieran tener 'la buena', pero dudaba que fuera igual. La copia no tendría el aroma de su amante impregnado en el tejido, y Sev indudablemente querría la original.
Severus llegó a sus habitaciones para encontrar a Harry duchado, vestido y sentado en un lado de la cama, hablando con Ron a través de la chimenea. El pelirrojo estaba suplicándole que fuera en cuanto le fuera posible pues quería mostrarle algo antes que Hermione regresara.
—Si te vas no vas a poder regresar, es una red privada —le recordó Severus.
—Harry, ella va a salir de la ducha en diez minutos. Por favor, sólo te tomará un par de minutos —suplicó Ron.
—Si vienes conmigo, podré regresar —pidió Harry con tono esperanzado. Los padres de Hermione habían salido de la ciudad para una convención de odontólogos. Ron y Hermione estaban aprovechando el día libre del pelirrojo y jugando a 'la casita'.
—Dos minutos —concedió Severus con un suspiro, aceptando ver lo que Ron quería mostrar con tanta insistencia, aunque ya tenía una buena idea de lo que se trataba.
Viajaron por red hasta la casa muggle de los Granger. Antes que siquiera tuvieran tiempo de sacudirse el hollín, Ron estaba prácticamente botando sobre sus pies desnudos.
—Lo conseguí ayer, pero no pude encontrarte por ninguna parte —el pelirrojo tendió un anillo con un pequeño diamante.
—Genial —exclamó Harry—. ¿Cuándo se lo vas a pedir a ella? —.
La 'ella' en cuestión eligió ese momento para entrar en la habitación con una revista de quidditch, vistiendo una franela enorme y unos bóxers, con el cabello enrollado en una toalla.
—Jesús, ¿podrían ofrecer a una chica algún tipo de advertencia? —gritó, al ver a los dos hombres adicionales en la habitación.
—Cariño mío —llamó Ron, mientras ella escapaba velozmente.
—Dejaremos que te ocupes de eso mientras nosotros nos marchamos —ofreció Severus—. Es un anillo de compromiso muy elegante —agregó con cortesía.
Ron le agradeció y salió de la habitación, disculpándose con Hermione a medio camino. Harry se giró hacia su pareja con una sonrisa.
—Lo juro, a veces pienso que eres tan cortés con Ron sólo para poder ver la expresión impactada de su rostro—.
—Siempre hay que sacar lo mejor de toda situación —replicó, limpiando una mancha de hollín de la nariz de Harry.
—Slytherin —se rió el joven mientras ambos regresaban por la red flu.
Harry se sacudió el hollín luego de regresar a la habitación de Sev.
—Gracias por dejarme dormir esta mañana —dijo con un suspiro—. Habitualmente, me echas antes de irte a dar las clases.
—Sí, bueno —rodeó su cintura con los brazos, atrayéndole más cerca—. Ha sido un largo día. Coloqué protecciones adicionales en mi oficina para que pudieras dormir aquí con seguridad—.
Besó su sien, y continuó dando besos suaves a lo largo de su mejilla hasta encontrar los suaves labios. Harry suspiró contra su boca y frotó la gran nariz con la propia mientras inclinaban sus cabezas en direcciones opuestas. Sev se apartó, arrastrando el labio inferior de Harry entre sus dientes.
—Jamás me canso de ti —musitó Harry contra su cuello—. Te extrañé cuando desperté —presionó nuevamente sus labios contra los de su pareja, antes de detenerse—. Ahora que lo pienso, no recuerdo haber ido a la cama —musitó, tratando de recordar la noche anterior. Luego de la reunión con Albus, habían llegado a la habitación junto con Kieran. Recordaba vagamente haber tomado una revista pero se sintió decepcionado pues no tenía imagenes, y las desenfocadas letras de la página no parecían formar palabras. Severus sonrió cuando el joven gimió.
—No te preocupes por eso —besó la nariz de Harry—. Como dije antes, ha sido un largo día. Pero la próxima vez, tendrás que madrugar y partir cuando yo lo haga—.
—Estaba pensando en Kieran. No me tiñó el cabello de verde o algo parecido mientras dormía, ¿verdad? —.
—Descubrirás que Kieran se comporta con seriedad cuando debe hacerlo —Severus observó mientras la expresión de su pareja mostraba mayor preocupación.
—¿Cuán serio se requiere que sea? ¿Piensa que hay algo realmente malo en mí? —recordó la expresión en el rostro del sanador, como si hubiera descubierto algo inesperado.
—Él contactó a una colega anoche. Después que se reúna con ella, tendremos más información. Esto no significa que haya algo malo en ti —declaró mientras le abrazaba para tranquilizarle. No quería explicarle que la reacción de Kieran no había sido causada por su condición, sino por el conocimiento de cuanto abuso había soportado para llevarle al punto de tener que conservar su magia innata.
—¿La llamó anoche? —Harry estaba sorprendido de que lo hubiera hecho con tanta rapidez—. Hum, ¿qué chimenea utilizó? —.
Severus se preguntó qué importancia tendría eso y señaló la chimenea de la que acababan de salir. Pudo ver el alivio en el rostro de su amante.
—Al menos, eso es bueno. Odio pensar que la hubiera llamado desde la salita de estar mientras yo estaba dormido en el sofá —se echó a reír. Severus sonrió, cortando de inmediato la risa de su pareja.
—¿Pensaste que te dejaría en mi sofá con Kieran sentado en el piso mientras nos visitaba? Fue algo mejor —comentó con una sonrisita—. Él necesitaba el famoso apellido Potter para compensar al infame apellido Donnelly. Además, te ves hermoso cuando duermes—.
—¿Realmente piensas eso? —preguntó Harry, batiendo las pestañas en un gesto cómico.
—No, estaba citando a Kieran —bromeó, ganándose un pellizco en el trasero. Harry se consiguió un buen apretón también. El rostro de Severus se mantuvo impasible, sin revelar cuánto escocía su retaguardia, o la respuesta que eso originaba en su zona delantera.
Pronto, el Profesor necesitó regresar a sus clases.
—Hablaremos antes del fin de semana —aseguró Harry.
—Tendré una charla con Kieran, pero el viernes hazme saber cómo van las cosas. Quizás no deberías comer demasiado de esa basura que tú y tu amiga ingieren los jueves —agregó, pensando en las comilonas que Harry y Hermione acostumbraban hacer en su 'cita semanal'.
—Lo sé, lo sé. Demasiadas chucherías te vuelven más lento. Estaré bien... la mayor o casi — agregó con una pícara sonrisa.
Había pasado una noche interesante con Hermione. Ella le había acosado de manera implacable, intentando sonsacarle lo que él y Severus habían hablado con Ron. Harry no estaba seguro de porqué le había funcionado tan bien, pero cuando le había dicho 'algunas cosas es mejor dejarlas en paz', ella cerró el pico y no hizo más preguntas.
Harry se sentía alegre de no haber comido demasiado, pues estaba nervioso por tener que ir con Kieran a ver a otra sanadora. Se sorprendió al ver el lugar al que le había llevado. Las paredes que separaban las habitaciones parecían ser de lino puro pero, de cierta forma, opaco. No eran como las divisiones de Hogwarts, sino más bien como unas cortinas ligeras que uno vería delante de una ventana. Se preguntó si allí en realidad habría paredes. Parecían haber una fuente de luz detrás de todas las paredes blancas que había visto.
—¿Estamos en el cielo? —susurró Harry, y Kieran soltó una risita.
—Yo lo estoy —contestó con picardía cuando una mujer muy atractiva les saludó. Les condujo por un pasillo, presentándoles a varias personas en el camino. Harry notó que todos eran presentados por sus nombres. Una de las mujeres fue particularmente cálida y amistosa, pero el joven se dio cuenta que tenía mucho cuidado en no tocarle, lo que le recordó a Quirrell. Mientras ella hablaba con Kieran, Harry se fijó en una pequeña que estaba cerca de las piernas de la bruja. Ésta le sonrió y levantó sus dedos en un juvenil gesto de saludo. Cuando fue evidente que la conversación de los sanadores se iba a prolongar, Harry se arrodilló al nivel de la niña. Vestía una bata blanca similar a la de los sanadores, y su fino cabello rubio caía en rizos sobre sus hombros. El Gryffindor estaba convencido de que debería haber tenido alas.
—¿Estás enfermo? —preguntó la niña con curiosidad.
—No lo creo, ¿y tú? —notó que el pequeño mentón se levantaba con orgullo antes de responder.
—Estoy trabajando aquí hoy —replicó, sonriendo de oreja a oreja.
Harry estaba a punto de preguntar qué tipo de trabajo podría hacer una niña de cuatro años cuando vio que Kieran empezaba a caminar de nuevo. Cuando alcanzaron su destino, una sanadora llamada Frances estaba esperándoles.
—Bienvenido, Kieran. Señor Potter, es un honor tenerle como invitado —saludó con calidez. Harry tuvo la impresión de que lo pensaba de verdad, y no era esa clase de saludo tipo 'tú eres famoso'. Kieran le había explicado que el lugar estaba compuesto por personas que poseían diferentes tipos de talentos, las cuales podían ayudar en un diagnóstico, o guiar a un sanador en la dirección correcta cuando se encontraba ante casos más complejos. Harry observó que Frances llevaba una bata blanca similar a la que Kieran había usado cuando le había auscultado en la enfermería.
—¿Cómo te sentiste cuando Kieran te examinó? ¿Nervioso, tenso, vulnerable? —dio ejemplos para que Harry entendiera lo que le estaba preguntando.
—No, estuvo bien. Me había curado algunas heridas menores con anterioridad, así que no tuve mayor problema—.
Ella pudo notar que el joven se sentía bastante cómodo con Kieran.
—¿Heridas menores? —indagó la bruja, sabiendo que la mayoría de las personas no llamaba a un sanador por 'heridas menores'—. En otras palabras, ¿estuvo sanando heridas que él mismo te infligió? —sonrió con demasiada dulzura a Kieran, al que aparentemente conocía mejor de lo que Harry había supuesto. Las expresiones culpables de ambos hombres no negaron la suposición de la mujer—. ¿Olvidaste lo que conversamos? —su tono era casi sarcástico.
—Los sanadores, curan —contestó Kieran como si la frase hubiera sido machacada en su cabeza en el pasado—. Harry estuvo durmiendo la mayor parte del tiempo que duró el examen —informó, regresándoles al tema.
—¿Puedo llamarte Harry? Tener que explorar el interior de alguien es algo muy personal, sobre todo dado que la historia de tu cuerpo tiene tanto que decir. Quiero asegurarme de que te sientas cómodo —pareció aliviada al ver que el joven estaba tranquilo, y que de inmediato le permitiera usar su nombre de pila. Al principio, Harry no había dado demasiada importancia al hecho, pero luego se dio cuenta de cuán difícil resultaría para una víctima de violación. Se había sentido tan agotado cuando Kieran le había explorado, que no se le ocurrió pensar en lo expuesto que iba a resultar su pasado. Cuando la sanadora les dejo solos, entregándole a Kieran una bata blanca, Harry entrecerró los ojos.
—Dijiste que no tendría que ponerme una de éstas de nuevo —dijo, señalando la prenda de seda.
—Tú no, ésta es para mí —el escocés sonrió de lado y se deslizó tras una cortina para cambiarse.
—Pensé que estabas bromeando respecto a esto —gruñó Harry al darse cuenta de que él no iba a vestir una bata, ni ninguna otra prenda. Cuando Kieran salió, él se metió tras la cortina para desvestirse. Agradeció que al menos hubiera una sábana sobre la cama, con la que se pudo tapar mientras los sanadores comenzaban.
—¿Notaste que no hay decoraciones ni cuadros en las paredes? La razón es que no quieren nada que afecte el flujo de magia aquí —explicó Kieran mientras ayudaba a alisar la sábana luego que Harry trepara a la cama. El joven notó que el otro nuevamente estaba en modo profesional. Se veía más sereno, sus movimientos más pausados, deliberados y suaves.
Francés regresó, e hizo diversas preguntas sobre las heridas y enfermedades pasadas. Declaró que estaba lista para comenzar, y luego de asentir en dirección de Kieran, retiró la sábana. Puede que Harry estuviera acostumbrado a compartir habitación con tres chicos, pero estar acostado como un espécimen delante de una extraña era completamente diferente. Podía sentir el rubor en su rostro, y resistió la urgencia de mover sus manos para cubrirse.
Ella trabajaba en forma muy similar a Kieran, comenzando por colocar las manos por encima de su cuerpo, persistiendo más tiempo en las áreas que habían sido heridas. Harry observaba ocasionalmente su expresión concentrada. En un punto, lució frustrada y se detuvo.
—Harry —comenzó ella lentamente, mirándole a los ojos—. Si no tienes objeción, me gustaría llamar a un asistente. Me gustaría tomar algunas notas y las plumas mágicas afectarían el flujo de magia en la habitación —hizo una seña para que Kieran tapara nuevamente a Harry cuando el joven asintió en conformidad. Saliendo apenas un momento, regresó con otra mujer. Harry se sintió aliviado al notar que la mujer que iba a tomar las notas se sentaba tras una cortina y no le iba a estar observando. Reflexionó que posiblemente la Sanadora no pensó encontrar tanto daño como había descubierto o ya hubiera tenido a la asistente en la habitación cuando comenzaron a revisarle.
Mientras tanto, ella reanudó el examen, haciendo ocasionales comentarios. Hablaba tan quedamente que Harry reflexionaba en cómo podría su asistente escuchar sus palabras. Se preguntaba si la sanadora habría visto más que Kieran, o si sabría qué era lo que había ocasionado algunas de sus viejas heridas. Cuando comenzó a colocar realmente sus manos sobre él, el joven sintió como si estuviera viendo a través suyo. Técnicamente, ella lo estaba haciendo, pero Harry sentía como si estuviera viendo cómo se habían producido las heridas. Respiró profundamente para calmarse y se amonestó mentalmente por dejar volar su imaginación.
Kieran cambió su posición para ubicarse cerca de la cabeza de Harry. El joven pudo percibir el calor de las manos de su amigo sobre su cabeza antes de sentir cuando presionaron ligeramente sobre su frente. Las puntas de sus dedos corrieron a lo largo de sus cejas, y trazaron pequeños círculos al alcanzar sus sienes. Kieran masajeó su rostro y cráneo hasta que el joven se relajó en un estado de meditación.
Cuando Frances terminó, explicó que ahora traería a alguien capaz de percibir otras magias. Esa persona sería capaz de localizar y evaluar su núcleo mágico y cómo había sido utilizado. Harry estaba escuchando, pero continuó meditando. En todo caso, tenía la impresión de que la sanadora estaba hablando con Kieran. Francés hizo salir a la asistente, pidiéndole que enviara a Phoebe si estaba lista. Harry miró hacia la puerta al escuchar la voz de una niña; estaba jugando en el pasillo con un Pegaso de juguete, haciéndolo planear en el aire. Se alegró al ver que ella permanecía en el pasillo mientras entraba otra mujer.
—Harry, ésta es a Phoebe, la conociste hace un rato. Ella va a evaluar tu fuente de magia y su fuerza. No va a tener que tocarte —explicó Frances.
Phoebe era una bruja bajita que vestía la misma bata que todo el mundo. Mientras se acercaba a la cama, sus labios se fruncieron ligeramente.
—¿Alguien utilizó una varita mágica aquí? —preguntó con tono de reproche. Harry miró alrededor y notó que todos los ojos le observaban.
—Er... no mucho, en realidad. Lancé un hechizo para desvestirme —admitió. Aparentemente, eso no era algo bueno, a juzgar por las reacciones de los presentes. La repentina inspiración de Frances no fue tan mala como el 'Oh' de Phoebe, susurrado con una mano sobre su boca y las mejillas rojas. Kieran hizo una mueca de molestia inicial, pero luego sonrió mientras sacudía la cabeza en señal de incredulidad.
—¿Comenzamos? —preguntó Phoebe, presurosa—. Lo que voy a hacer es revisar tu núcleo mágico; luego te pediré que lances algunos hechizos difíciles y volveré a examinarte. Un 'antes y después', por así decirlo —explicó.
Harry asintió, temeroso de decir cualquier cosa que aumentara su vergüenza. Se acostó y comenzó una nueva revisión. Notó que las manos de la nueva sanadora no se movían alrededor como las de Frances. Phoebe sonreía mientras trabajaba y mantenía los ojos cerrados, sintiendo la magia. Terminó en poco tiempo. De nuevo, Harry notó que ella evitaba tocarle con mucho cuidado.
>> Tienes un gran poder —le cumplimentó y se retiró un paso al tiempo que Frances cubría a Harry con la sábana—. Ahora, me gustaría que te pusieras una bata y siguieras a Frances a una habitación donde expulsarás una porción de tu energía mágica. Luego, regresarás y comenzaremos de nuevo —se inclinó ante ellos y Harry se preguntó cómo podría retornarle el gesto estando acostado. Habría tenido que preguntar qué era lo correcto luego de averiguar porqué lanzar un hechizo para desvestirse era tanto problema.
Kieran acompañó a Harry mientras trataba de expulsar la cantidad correcta de energía. Esto le recordó las veces que había volado hasta terminar entumecido. Después de levitar la misma piedra enorme hacia varios lados del salón, decidieron que para ahorrar algo de tiempo, podrían gastar más rápidamente una apreciable cantidad de energía mágica erigiendo protecciones adicionales en un área de las instalaciones, además de asegurarse de que nadie pudiera Aparecerse en las zonas de seguridad.
—Probablemente, ya sea suficiente —dijo Kieran, sin conseguir respuesta. Lanzó una risita y tomó a Harry por el brazo, conduciéndole de regreso a la sala de examen. El joven pensaba distraídamente en las protecciones de su propia casa y el vial del que Albus le había hecho tomar un sorbo para reponer su energía.
—¿Quién es esa niña? —preguntó a nadie en concreto, cuando entraron en la habitación.
Francis le recibió de regreso y sugirió que se pusiera cómodo mientras aguardaban a Phoebe; entre tanto, ella explicó la presencia de la niña.
—Phoebe es muy sensible. Cuando ella siente tu magia, de cierta forma su energía y la tuya fluyen juntas. Es muy cuidadosa en mantener una distancia segura, para protegerse. Podrás imaginar el esfuerzo que necesitaría para lidiar con cualquier energía negativa y evitar que la derrumbara. Para ella, tener contacto con una niña tan joven y pura es algo similar a una limpieza de alma—.
—Más bien es como conseguir una aureola lavada y pulida —rió Phoebe, entrando en ese momento—. La madre de Clarice es sanadora, y le permite pasar unas horas a la semana aquí. La mayor parte del tiempo, ella juega, y me permite sostener su mano cuando lo necesito. ¿Estás listo? —asintió en dirección a Kieran, quien retiró la sábana una vez más. Ella respiró profundamente y cerró los ojos por un momento antes de levantar sus manos. Después de repetir todo lo que había hecho previamente, regresó a un área en particular, concentrándose por un tiempo en ese punto.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó, sin abrir los ojos.
—Dieciocho—.
—¿Cuál fue la primera herida seria que tuviste luego de entrar a Hogwarts?
—Um, no lo sé —no había explicado eso por años y ahora no sabía cómo hacerlo—. Al final de mi primer año, después que Vol... um, 'Quien Ya Saben' estuviera usando a uno de mis profesores como un cuerpo huésped. La verdad es que no sé cómo explicarlo. Quirrell murió, y Voldemort, o quizás su espíritu, pareció emerger como una neblina y se lanzó contra mí. Desperté tres días más tarde. Lo cierto es que no sé si esto cuenta realmente como una herida—.
—¿Se encontraba alguien más presente? —indagó la sanadora con calma, aunque había hecho una mueca cuando Harry mencionó a Voldemort por equivocación en la segunda oportunidad.
—Creo que Albus Dumbledore entró justo después de que me desmayara—.
—¿Tuviste alguna herida en tu siguiente año en Hogwarts? —preguntó, sabiendo alguna de las respuestas, pero esperando conseguir detalles adicionales a los que mostraban los registros.
—Me rompí un brazo. Kieran dijo que esto no se veía porque todos los huesos fueron removidos y hubo que hacerlos crecer nuevamente. Uno de mis profesores intentó arreglarlo, pero él no era muy bueno haciendo magia. Unos meses después, fui mordido en el mismo brazo por un basilisco —Harry observó el rostro de Phoebe; parecía que estaba a punto de hablar, pero se lo pensó mejor—. ¿Puede sentir una herida sanada con lágrimas de fénix? —preguntó con curiosidad.
Phoebe asintió ante Frances antes de girarse hacia Kieran.
—Les daré un tiempo para que se cambien de ropa; luego, nos reuniremos en mi oficina y contestaré algunas de sus preguntas —dijo con cortesía, pero Harry no creía que fuera a responderle la pregunta sobre las lágrimas de fénix.
Cuando llegaron a la oficina de Phoebe, Harry tuvo la sensación de que no era coincidencia que la pequeña niña estuviera sentada en su regazo.
>> Me gustaría empezar recordándote que toda la información referente a tu magia, pasadas heridas y cualquier sanación hecha por ti mismo o por otros, se mantendrá confidencial. Has mostrado una gran confianza en el sanador Kieran, en su juicio y en nosotras al venir aquí y permitirnos inmiscuirnos en aspectos muy personales de tu vida—.
Harry asintió, sin estar muy seguro de qué decir. Suponía que debería agradecerles por recibirle tan pronto, pero ella comenzó a hablar nuevamente.
>> Frances y yo coincidimos con la evaluación original de Kieran. Las sanaciones conseguidas por ti en el pasado fueron realizadas únicamente como un mecanismo de defensa. En cuanto a mis propios descubrimientos acerca de tu magia y cómo ha sido usada, es claro para mí que todavía conservas una porción de magia sin utilizar, y puede que no hayas tenido acceso a ella desde hace varios años—.
—¿Es la magia almacenada que él mencionó? —inquirió Harry, mirando a Kieran.
—Sí, es correcto. Voy a explicarte cómo funciona esto y darte un tiempo estimado de esos eventos. Puede que encuentres que, algunas cosas que debo decirte son acusatorias a tus parientes, pero no intento ser irrespetuosa hacia ti o tu familia —dijo ella con cautela, observando la reacción de Harry.
—No tiene que andar de puntillas sobre este asunto. Deseo que me explique todo lo que encontró. No me voy a sentir ofendido porque plantee la falta de tratamiento médico por parte de mis parientes, o por esa vía, su maltrato en general —suspiró, deseando mostrarse como un adulto maduro y no como un chiquillo negativo.
—Gracias —ella reasumió su sonrisa tranquilizadora—. En primer lugar, comprende que para que tu cuerpo se haya sanado a sí mismo, has tenido que estar, o al menos sentir que estabas solo, o que tus cuidadores eran incapaces. No voy a sumergirme en los profundos aspectos psicológicos de esto, pero deseo que entiendas que no sucedió de forma repentina. En algún punto, tu cuerpo reconoció que eras continuamente dañado sin tener a quien recurrir. Es posible que algún evento significativo provocara que hicieras 'magia accidental'. Estoy segura de que experimentaste algunas experiencias inexplicables antes de entrar en Hogwarts; esto es lo mismo—.
Entregó sus notas a Frances para que las analizara.
>> La magia accidental utiliza parte de tu energía como lo haría un hechizo, pero dado que eras muy joven y no tenías varita, no lo habrías notado. Luego de un tiempo, tu cuerpo reconocería una necesidad en curso, y reaccionaría para asegurarse de que siempre tendrías suficiente energía mágica disponible para futuras heridas. Esto era común siglos atrás, en tiempos de guerra. En vista que de por sí ya eres un mago poderoso, no era factible que reconocieras que no tienes completo acceso a toda tu magia. En circunstancias normales, tu cuerpo debería haber reconocido que ya ibas a ser cuidado una vez entraste en Hogwarts, pero eso no pasó. Esto es lo que hace de tu caso algo único—.
Harry gimió, pensando que ésa era simplemente otra cosa que le hacía 'especial'.
>> Si observamos tus reportes escolares, no sorprende que esto pasara. Siendo aún muy joven, fuiste traicionado por un profesor, y tuviste que enfrentarte tu solo a él y al Señor Oscuro. Y te rompiste el brazo y una vez más un profesor —que no debería haber asumido esa tarea— fue incapaz de ejecutarla, logrando que la herida fuera aún peor. ¿Estabas solo cuando fuiste mordido por el basilisco? —.
—Técnicamente, sí, pero tuve ayuda; supe que Dumbledore me estaba ayudando a través del fénix —aclaró Harry, en defensa de su guardián.
—Sabiendo que ya no estabas solo, y siendo cuidado primero por el ave y luego en la enfermería, es muy factible que en ese tiempo hayas dejado de usar la magia almacenada para heridas. Pero, dado que continuaste teniendo heridas que amenazaban tu vida todos los años, tu cuerpo, aunque ya no usaba la magia almacenada, todavía no se sentía seguro para liberarla. Analizaré este punto con mayor profundidad con la sanadora Frances, y, junto al sanador Kieran, sugeriremos un tratamiento. Debes entender que no te encuentras en peligro, y no es obligatorio que sigas tratamiento alguno, pero es muy probable que quieras acceder a toda tu magia. Y créeme cuando te digo esto: eres un mago considerablemente poderoso, y lo serías más si solucionamos este problema. ¿Tienes alguna pregunta? —.
—Wow —dijo para sí mismo, aunque lo expresó en voz alta—. ¿Está segura de que no estoy usando y remplazando esa magia de la que habla? —.
—Sí, muy segura. De hecho, agotaste más energía mágica de la que yo esperaba, haciendo más fácil diferenciar entre la magia activa disponible para el uso y la que está aletargada. Estoy muy confiada en mis descubrimientos—.
De regreso en su casa, muy necesitado de un buen sueño, sobresaltó a los gemelos al Aparecer al lado de ellos y un caldero burbujeante.
—Ey —saludó con cansancio. Fred y George le miraron, nerviosos, inseguros sobre qué decir. Tenían infinidad de preguntas.
—¿Está todo bien, Harry? —se aventuró a preguntar George.
—Um... Ginny dijo que escuchó una campana hace unos días, durante una clase de McGonagall. Piensa que puede ser la misma clase de alarma que escuchó cuando utilizaste el traslador después que Ron y tú fueron atacados en los vestuarios—.
En ese momento, Harry se dio cuenta que ellos querían saber y no iban a dejar que se zafara fácilmente. Sabía que los gemelos habían enviado la carta que le traslado a su secuestro fingido. Se quitó los anteojos y frotó sus cansados ojos, suspirando.
—Pasé todo el día encerrado en una celda con unos cuantos bastardos sádicos. Usé la piedra para regresar a Hogwarts, así que sí, Ginny tuvo razón—.
Observó cómo sus amigos se paralizaban. No estaba seguro de que ellos supieran en propósito de la carta que le habían enviado. Un golpeteo en la ventana hizo que la atención de todos girara hacia una pequeña lechuza parada en el alfeizar.
Con un suave ulular, la lechuza partió en cuanto Harry desató su entrega. Golpeando el sello con su varita, confirmó que él era el destinatario; desenrolló el pergamino y lo volvió a enrollar, esbozando una débil sonrisa.
>> Me voy a acostar. No quiero ser molestado a menos que prendan fuego a las cortinas otra vez, ¿vale? —les dijo, obteniendo como respuesta un rápido y corto asentimiento de los pelirrojos. Se detuvo en la cocina para tomar un vaso de agua y dejar el pergamino sobre una mesa donde sabía que ellos lo encontrarían.
Estimado señor Potter
Estoy muy complacida con nuestra reunión de hoy. Siempre es un cumplido que nuestros compañeros Sanadores traigan un paciente que nos permite la oportunidad de combinar recursos en un esfuerzo por ofrecer la mejor atención médica disponible. Su sanador y nuestro personal nos seguiremos reuniendo la semana entrante para elaborar un tratamiento que ofrezca resultados óptimos. Espero ansiosa que nos volvamos a reunir pronto.
Suya
Frances Wellingfield
Institución Wellingfield de Sanación y Bienestar
Harry lo pensó mejor y volvió a sellar el pergamino. Quería poner nerviosos a los gemelos, pero no asustarles. Además, todavía no estaba preparado para compartir esta nueva información. Una vez sellada, la carta no podría ser abierta de nuevo por nadie más. Protegió su habitación para que Hedwig y él estuvieran seguros del trabajo de los gemelos, ante la posibilidad de alguna explosión, y trepó a su cama.
Sentado en su sofá, Severus puso los ojos en blanco mientras Draco Malfoy se quejaba sobre su actual alojamiento.
—No vas a molestar a la mujer, ¿comprendes? —frunció el ceño, esperando que el rubio asintiera—. Ella no está allí para cocinar para ti. Si es lo bastante amable como para invitarte a cenar, serás cortés y agradecido—.
—¡Es una sirvienta! —se quejó Draco de nuevo—. Deberías ponerla en su lugar —agregó, pero se dio cuenta que se había pasado de la raya al decirle a Snape qué hacer.
—Eres un invitado en esa casa —Severus no había dicho 'mi' o 'su' casa—. ¡Puede que ella sea mi sirvienta, pero no es tu sirvienta! Como un favor a tu padre voy a permitir tu asilo por un corto tiempo. Tienes una habitación donde dormir, acceso al área recreacional, y se te permite volar en las tres cuartas partes del terreno en forma segura. Te comportarás. Mostrarás respeto por todos los habitantes de la mansión, o me puede resultar muy sencillo encontrarte una habitación en las mazmorras de Hogwarts para que te ocultes por tu cuenta—.
—Vale —siseó Draco, resignado, alisando su cabello.
—Una caja etiquetada como 'suministros de pociones' llegará en un día o dos. Dentro encontrarás un paquete para ser entregado a la sirvienta, y otro cuidadosamente embalado de tu madre. Sugiero fervientemente que algunos de los dulces de esa caja encuentren su camino hacia los bolsillos de los niños de la mansión. Debes hacer algo para compensar, o puedes prepararte tu comida. Estaré pendiente a través de ella, no hagas que me arrepienta de mi hospitalidad—.
Severus cerró la red flu antes que Draco tuviera chance de replicar. Capítulo 61 . | |
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