Titulo: El calor de tus escamas
Disclaimer: Nada que reconozcas de JK me pertence… solo Emily es mia!
Palabras: 10,119
Clasificacion: Bien, estoy mas familiarizada con las clasificaciones de Fanfiction asi que dire K+ o para todas las edades :3
Advertencias: Maltrato fisico, psicologico y mención de la muerte de un personaje
Resumen: Con un pueblo que lo odia, un padre que solo lo maltrata y dragones a los que temer. La vida de Harry no podria ir peor ¿O si?
Las poderosas garras se hundieron en su piel arrancándole un grito de dolor, esto era todo, aquí era donde su vida terminaría por fin y ni siquiera podrían decir que había sido especialmente larga o gloriosa. Solo había sido un niñato escuálido, estúpido y nunca a la altura de las expectativas de su vida durante duración de la misma.
¿Acaso podría haber sido más patético?
Sintió la calidez de su propia sangre resbalando por su costado y solo pudo soltar una risa histérica. Al menos la tortura a lo que muchos llamaban vida al fin terminaría, finalmente podría descansar y, si los dioses se apiadaban de él, sería capaz de ver a su madre.
Justo cuando sintió los afilados colmillos clavándose en su torso, fue que los vio, un par de ojos negros que lo miraban desde el otro lado del campo de batalla. Estudiándolo como si no hubiera nada ni nadie más en los alrededores, no supo que es lo que impulso a hacerlo o porque su corazón no tenía miedo de aquel ser tan parecido al que ahora mismo estaba acabando con su vida.
Sin embargo, su instinto le decía que estaba haciendo lo correcto.
Alzó su brazo tembloroso, estirándolo en una muda suplica y empleando toda la energía que le quedaba en ese sencillo gesto que normalmente no le supondría mucho reto… y de sus labios, salieron las palabras que ningún guerrero debía pronunciar a no ser que desease morir sin honor.
-Ayúdame- Gimió. La criatura lo siguió observando con su inteligente mirada- No quiero morir- sollozó y, pese a lo que hubiese pensado anteriormente, sabía que era verdad. El no deseaba morir, no aun.
La criatura salió de su escondite, mostrando en su lugar a un hombre de pálida tez y ropajes negros que resplandecían como escamas impolutas. Justo como las del dragón que hasta hace poco estuviese observando.
-no quiero morir- repitió con ese sollozo que su padre clasificaría de patético. El hombre no respondió, sin embargo, tomó su mano con la propia y justo cuando caía en la inconciencia, escuchó una voz aterciopelada que lo reconfortó como nunca nada había
podido.
-No morirás- susurró y pronto sintió las palabras colándose en sus oídos- Yo te protegeré- Y Harry le creyó. Era lo único que podía hacer.
…
…….
……..…..
Potter
Potter
Harry, despierta.
¡Levántese ahora mismo Potter!
Eso finalmente logró despertar a Harry, el tono que había empleado su entrenador no era nada amistoso, era justo el que usaba cada vez que se sentía especialmente exasperado y que estaba a punto de torturar al alma que fuese la causante de su mal humor. ¿El verdadero problema? Casi siempre Harry era la causa de ese mal humor y tenía algunas cicatrices que podían probarlo.
Nada muy profundo dado que el honor de portar cicatrices desfigurantes se reservaba solo para los mejores guerreros, los más experimentados y valientes.
Para ser sinceros, tanto Harry como Hermione veían aquello como una tontería, pero las tradiciones de su gente era estrictas y su mentalidad tan terca como la de una piedra.
Pero bueno, en estos momentos había asuntos más importantes. Como por ejemplo, el hecho de que realmente no sabía que es lo que hacía boca arriba en el suelo de lo que parecía la arena de entrenamiento si momentos antes se había encontrado al borde de la muerte en una batalla a muerte con las mas abominables criaturas conocidas por el hombre.
Dragones.
-¡Oh, Harry!- al levantar la vista se dio cuenta de la mirada llorosa de Hermione, algo grave debía de haber pasado para que se encontrara en ese estado. –Estas a salvo- Sollozó envolviéndolo en un abrazo.
Y en ese momento lo recordó.
No había estado en una fiera batalla a muerte en contra de dragones y demás bestias, en realidad se había encontrado en una “sencilla” batalla de entrenamiento en este absurdo lugar al que su gente otorgaba el título de academia.
Había estado enfrentándose contra un Moledor tormentoso, una especie de dragón especialmente vicioso que disfrutaba de torturar a sus presas antes de comérselas vivas mediante la trituración de sus huesos. Dejó escapar un suspiro, eso podría llegar a explicar el terrible dolor cerca de sus costillas, aunque aparentemente habían conseguido alejar a la bestia de el antes de que todo pasara a mayores.
Probablemente lo hicieron solo para ahorrarle a mi padre la vergüenza de tener que organizar un funeral para un hijo tan vergonzoso.
Pensó amargamente ¿Y quién podría culparlo?
Durante toda su infancia solo había escuchado historias sobre el fantástico cazador que había sido James desde temprana edad, de su gran maestría con las armas y de su gallarda valentía como guerrero. Todo lo contrario al pequeñajo de su hijo Harry quien más parecía una delicada doncella a los ojos de sus compañeros de curso.
-Pensé que habías muerto, estaba tan asustada- gimió la chica apretando su abrazo justo antes de ser apartada rudamente de su lado.
Harry no habría podido detener la bofetada aun si lo hubiese querido- ¿Acaso eres idiota, Potter?- gruñó el apestoso Tom- ¡Si esa asquerosa lagartija no hubiese sido la mitad de fenómeno que tú, entonces ahora estarías muerto!- fue lo que dijo justo antes de propinarle otra bofetada. Escupir en el suelo delante de sus pies y alejarse entre gruñidos del lugar.
La ligera picazón de su cara lo ayudó a concentrarse en algo más que el dolor sordo de su costado, ni siquiera derramó una sola lágrima como lo había hecho en su infancia. En parte, la idea lo llenaba de un secreto orgullo, el apestoso Tom ya no tenía tanto poder sobre el como lo había hecho antes. Aunque la palabra fenómeno aun picara un poco cuando la dirigían de forma tan
automática a él.
No necesitaba que ese bastardo le recordara que era tan diferente a los demás como una mariposa lo era de los osos.
-No lo escuches, Harry- casi había olvidado la presencia de Hermione mientras se acurrucaba sobre sí mismo. Alzó la mirada rápidamente, inspeccionando a su amiga.
-Ese apestoso Tom te lastimó- gruñó cuando encontró una raspadura en su brazo, ocasionada seguramente al momento en que se deslizo sobre el suelo al ser empujada.
-Estoy bien- aseguró la chica sin problemas- Me preocupas mas tú- continuó, solo para fruncir el ceño después- Y tú no deberías decirle así, te meterás en más problemas- agregó preocupada.
-No es como si mereciera algún otro título- desestimó Harry. Era perfectamente consciente de que el apestoso Tom era un héroe para cualquier persona del pueblo, sus cicatrices eran suficiente prueba de las batallas que había librado y todo mundo lo llamaba El poderoso Arkelai, terror de las bestias. Excepto Harry, para el siempre seria el apestoso Tom, el olor a alcohol y carne seca que desprendía le impedía verlo de otra forma. No había honor en nada de lo que hiciese o compasión en como actuaba ante los que no tuviesen algún pasado de leyenda como él.
Hermione lo miró de una forma que le decía que estaba de acuerdo con el pero que aun así no le daría la razón.
Harry la tomó de la mano y pese a las protestas de su cuerpo, se alzó y caminó hasta su bolso, ahí debería de tener algo que ayudara. Con una mueca entre irónica y resignada, sacó el frasco con ungüento para las heridas de Hermione y procedió a aplicarlo antes de buscar las hojas que necesitaría para ayudarlo a mitigar su dolor.
-¿Qué pasó?- preguntó finalmente mientras masticaba su remedio improvisado, las hojas estaban alago secas pero servirían, el dolor empezaba a adormecerse. Hermione no necesitaba que le explicara a que se refería.
-Fue bastante extraño- admitió mientras examinaba sus uñas, Harry se dio cuenta de lo hinchados que parecían sus dedos y añadió una nota mental para ofrecer su ayuda al terminar la conversación.- En un momento, el dragón había logrado derribarte-
Harry bufó, eso no era tan extraño. Si bien nunca antes se había enfrentado a un Dragón por sí solo, todo el mundo sabía que Harry se sentía incapaz de matarlos o de alzar sus armas contra ellos- Y bueno, todos vimos cómo empezó a tratar de romper tus huesos y como sus colmillos iban directo a uno de tus brazos excepto que- La pausa de Hermione logró ponerlo nervioso, no era algo que ella hiciera habitualmente- bien, cuando Arkelai se dispuso a tratar de salvarte, el dragón simplemente empezó a gemir y se retiró-dijo alzando su mirada.
-No lo entiendo- argumentó Harry. Según lo que sabía, los dragones nunca habían hecho algo así.
-Yo tampoco- admitió la chica- fue maravilloso y terrorífico a la vez- dijo fascinada. Harry sabia de su amor por el conocimiento, así como también de su frustración ante el hecho de que por ser una chica no se le permitiría, jamás, el acceso a los libros que los sabios custodiaban tan celosamente. Tendría que conformarse con las novelas románticas de gallardos guerreros que salvaban a delicadas y bobas doncellas para desposarlas y criar una manada chiquillos que crecerían con los mismos pensamientos retrogradas, como más de una vez había expresado.
Lo peor de su situación era, quizás, que ella ni siquiera pertenecía a esta tribu. Su pueblo había sido atacado y reconquistado por el suyo y dado que ella había sido lo suficientemente joven como para “no haber sido contaminada por sus peligrosas ideas” se le había permitido vivir e integrarse a la vida del pueblo.
Basta decir que solo se tenían el uno al otro, cada quien echo a un lado por sus propias características diferenciadoras del resto.
-Sin embargo dejaste a todos mudos del asombro- señaló con una gran sonrisa- ¿Puedes imaginarlo? Un gran dragón, más grande que dos carretas de carga, gimiendo como un patético corderito y alejándose con la cola entre las patas- aquí se vio positivamente alegre, aunque con un toque de malicia que a Harry no le pasó desapercibido- debiste ver la cara de Malfoy, él fue el que convenció a todo el mundo de irse, al parecer ahora todos dirán que eres una maldición de los dioses o algo así- añadió rodando los ojos, esa misma táctica habían intentado emplear contra ella.
-Por supuesto- resopló Harry. Eso era típico del llorón hijo de papi, por alguna razón había desarrollado un odio eterno por Harry desde el primer día de escuela y hasta el momento no había podido superarlo.
-Deberíamos irnos- dijo finalmente Hermione cuando vio los colores delatores de la puesta de sol en el cielo.
La arena de entrenamiento no era un edificio cubierto, más bien se parecía a un oyó cavado en la misma piedra del rocoso suelo que por ahí tanto abundaba y que había sido cubierto por una red de cadenas que permitían la visualización completa del cielo.
Harry simplemente asintió, no estaba de humor para enfrentarse a su padre, a quien el chisme ya debería de haberle llegado pero, tampoco quería meter en problemas a Hermione. La delicada cicatriz en su cuello era un claro recordatorio de lo que podría llegar a pasarle si desafiaba el toque de queda que le habían impuesto en ese horrible lugar al que osaban llamar refugio, si Hermione pudiese salir de allí sin ganarse el odio aún más profundo del pueblo y la nula ayuda que eso conllevaría, estaba seguro de que lo haría en algún momento.
-Neville me invitó a salir el otro día- comentó Hermione distraídamente, un tinte rosa manchaba sus mejillas. Harry no sabía que decir, por un lado Neville era un buen chico pero no sabía si sería lo mejor para su amiga.
- Al menos no fue Malfoy- exclamó para aligerar el ambiente, Hermione soltó una risa y supo que había acertado.
-Sé que no es el más valiente y eso pero, quizás, no sería tan malo darle una oportunidad- dijo mordiéndose el labio.
-Aun esperas que Ron te note- terminó Harry sabiendo lo que rondaba por su mente. La chica simplemente desvió su mirada, todos sabían que Ron se había comprometido con Lavender, una chica que si bien era bella, no era precisamente la más inteligente de las doncellas.
-Mañana te veré cerca del rio- aseguró Harry mientras la dejaba en la puerta del infierno, mejor conocida como El refugio -Podremos hablar allí- terminó para reasegurarla.
Hermione simplemente sonrió y asintió. Sabía que Harry lo hacía para ayudarla con la enorme carga de trabajo que siempre tenía y que le impedía verlo con más frecuencia, él siempre había sido la clase de chico demasiado gentil para su propio bien.
-s-n-a-r-r-y-4-e-v-e-r-
El golpe que recibió apenas entro al lugar, era tanto una sorpresa como algo esperado. La triste verdad era que ya estaba acostumbrado a ese tipo de trato por parte de James Potter, el tan afamado guerrero que había conseguido el cargo de jefe de la tribu tan solo por sus grandes proezas en batalla.
-¿Es que acaso no has deshonrado bastante el buen nombre de esta familia?- gritó con su voz rasposa por la furia.
Harry ni siquiera se molestó en mirarlo a los ojos, sabía que ese solo lo pondría más furioso y haría que se desquitara con él por más tiempo. Ya no tenía caso tratar de hablar con su padre, hubo un tiempo en el que James habría apoyado a su hijo por sobre cualquier honor o gloria pero, ese tiempo de efímera felicidad había terminado al momento en que la madre de Harry, Lily, había muerto a manos de uno de los mas sanguinarios Dragones mientras defendía a su único hijo.
En retrospectiva, incluso Harry podía ver que su madre había sido perfectamente capaz de sobrevivir de no haber estado el con ella y, por tanto, su trágica muerte no era culpa de nadie más que el mismo.
-Debería haberte asesinado cuando tuve la oportunidad- terminó James antes de retirarse al comedor, esperando como siempre a que Harry le sirviese en lugar de alguna de las muchachas que se ofrecían en nombre del pueblo para ello.
Harry se levantó del suelo con la mejilla aun sangrando, James no se había molestado en quitarse sus guantes especiales, ideales para desgarrar la garganta del más escamoso reptil si golpeaban el Angulo adecuado. Sabía que tendría que curarlo con esencia de
murtlap, James enloquecería si veía que había quedado alguna cicatriz que pudiese ser confundida con la marca de honor de algún guerrero.
Sin perder tiempo, se dirigió a la cocina y sirvió un plato con generosas cantidades ante las miradas despectivas de las chicas, una profunda rabia lo invadió al darse cuenta de que lo valoraban como un ser patético e inferior a ellas, sino fuera por James, todo sería diferente. Una parte de él sabía que estaba mintiendo. No importa quien estuviera a cargo, las cicatrices en el rostro siempre se valorarían más que sus torpes ideas de progreso, como solía llamarlas el apestoso Tom.
Procuró servir la cena con el mayor de los silencios posibles, la única mirada que le dirigió a James fue para notar que una nueva línea escarlata, futura cicatriz, se había añadido a la colección que ostentaba en su rostro. Sabía lo que tenía que preguntar si es que quería ser autorizado a probar algún alimento esta noche.
-¿Tuvo una buena cacería hoy, mi señor?- el título lo asqueaba, así como la actitud servil que tenía que mostrar ante su propio padre.
James, como era de esperar, se mostró complacido y delineó su herida con arrogancia- Así es, al contrario de ti- añadió con desdén, Harry contuvo el estremecimiento de miedo que amenazo con gobernar su cuerpo- Yo hoy tomé la vida de una de esas bestias escamosas, al parecer creyó que podría tomar algo de nuestro ganado y quedar impune-terminó soltando el mismo bufido ofendido que utilizaba cuando quería demostrarle a Harry que no era adecuado.
-Come y retírate- añadió antes de levantarse de la mesa varias horas después. Harry estaría mintiendo si dijera que no derramó una lágrima ante la indiferencia de su padre, sin embargo, se juró a sí mismo que sería la última.
Lo último que oyó, antes de caer dormido, fue el susurro de esa voz que lo había reconfortado en sus delirios.
Yo te protegeré
-s-n-a-r-r-y-4-e-v-e-r-
-¿Qué es lo que te tiene tan distraído?- la pregunta de Hermione lo sacó de sus cavilaciones. Había vuelto a soñar con el hombre de ojos oscuros y traje de escamas, solo que ahora lo había visto rodeado de más personas con vestiduras similares y cuyas voces, pese a que se revolvían las unas con las otras, habían repetido una y otra vez la misma frase.
Necesitamos del calor de tus escamas, no nos abandones, hijo del dragón esmeralda.
Basta decir que había sido de sus noches más raras, quizás aún más debido a que, durante todo su sueño, nunca soltó la mano del extraño hombre. Él sabía que las relaciones entre hombres eran un tema tabú en su pueblo, por no decir que la idea simplemente debería repugnarle pero, durante esas horas, se había sentida más seguro que nunca en su vida.
El solo toque de esa mano pálida había alejado todos sus miedos.
-Y-yo… tuve un sueño extraño- admitió. No era como si Hermione fuese a decirle a alguien y seguramente ella lo entendería mejor que nadie- En el… yo conozco a esta persona que me salva de las fauces de un dragón y- en este punto tuvo que aclararse ligeramente la garganta, estaba seguro de que Hermione podía ver el intenso rubor en sus mejillas- me dice que me protegerá- soltó en un suspiro.
-Eso suena como una chica muy ruda- Harry sonrió brevemente ante el intento de Hermione por subirle los ánimos.
-No se trata de una chica- admitió finalmente. Seguramente Hermione no podría haberlo sospechado, aunque por su falta de reacción -¿Lo sabias?- preguntó asombrado.
-No- aseguró la chica- pero, para mi tribu, esa clase de relaciones no estaban mal-admitió. Harry sabia lo especialmente duro que era para Hermione el hablar de su gente, después de todo ella era una de las pocas sobrevivientes y la única con la suficiente memoria como para recordarlos.- Entonces tu chico misterioso te salva- prosiguió.
-Si. Y después caminamos por un bosque hasta que nos encontramos en medio de un clan de personas vestidas como el- continuó recordando mas partes de sus sueños- Nunca suelta mi mano y esas personas no dejan de pedirme que no los abandone- terminó.
-Suena complicado- confesó Hermione, nunca se le habían dado las dotes de interpretación de los sueños tan bien como a las demás mujeres de su tribu, pero algo recordaba- ¿Viste sus ojos?- preguntó finalmente mientras tallaba una mancha especialmente difícil.
Harry asintió, el color de sus ojos era algo que jamás olvidaría- Eran negros, y me miraban fijamente, como si quisiera saber qué es lo que había en mi interior- admitió exprimiendo un par de pantalones y procediendo a ponerlos en la cesta. Luego tendrían que ir a extenderlos en la parte trasera de El refugio, pero no se quejaría.
-Entonces solo puede significar algo bueno, esa persona te está diciendo la verdad y- aquí dudo un poco- es posible que la conozcas pronto, lo digo por el hecho de que caminan a través de un bosque tomados de la mano- admitió mordiéndose los labios.
Harry sonrió y procedió a salpicar a su amiga- Lo que tú digas, mi gran y poderosa vidente-agregó con una pequeña risa que pronto fue seguida por Hermione, aunque ninguno de los creyese demasiado en la predicciones del futuro, debía admitir que una pare de él esperaba que eso fuese verdad.
Quería conocer a ese hombre misterioso.
El ensordecedor gruñido los sacó de su pequeña burbuja, Harry inmediatamente se colocó delante de Hermione, aunque no pudiese levantar un arma en contra de un dragón, quizás pudiese darle algo de tiempo a su amiga para huir. Sin embargo, el esperado ataque jamás llegó y en su lugar solo pudieron escuchar otro gruñido igual de poderoso.
-¿De dónde crees que venga?- preguntó Hermione sin aliento.
Harry estudió el cielo y pronto le dio su respuesta- del lado oeste. Exclamó señalando la fila de humo que ascendía hacia el cielo, si algo había aprendido de sus lecciones tomadas a la fuerza, era a rastrear, especialmente a un dragón caído en una trampa.
-¿Podemos ir a ver?- la fascinación de Hermione hacia los dragones solo podía ser superado por su amor a los libros, lástima que Harry no trajera ninguno consigo. Así, la tarea de llevar y traer a Hermione a salvo se volvió completamente suya en menos tiempo del previsto, después de todo, de haber podido disponer de un mejor argumento, ellos estarían bastante lejos de ahí. No quería estar ahí si por casualidad su padre lograba ver señales del dragón antes de terminar su junta con el círculo del pueblo antes de lo previsto.
Debía admitir que nada lo había preparado para lo que estaba a punto de presenciar.
Solo hizo falta remover algunas zarzas menores para llegar al claro en el que el dragón había sido capturado por una de las trampas de su propio padre, si es que podía confiar en su evaluación de la hechura.
-Oh, Harry. Es precioso ¿No lo crees?- escuchó la pregunta de su amiga como si se tratase de un eco, la verdad era que ese dragón era mucho más que hermoso,
Sus escamas negras brillaban como si estuviesen hechas de diamantes o algo parecido, aunque pudo notar que más de una sección parecía haber sufrido el ataque de las garras de algún otro dragón. Soltó la bocanada de aire que no sabía que había estado conteniendo cuando la criatura logró establecer contacto visual con él, sus ojos eran del mismo color negro que los de su sueño. El pecho del dragón siguió subiendo y bajando en un ritmo que indicaba que estaba esperando a que Harry hiciese el primer movimiento, seguramente preparando alguna llamarada para atacar ante la menor señal de peligro.
-¿Harry?- el chasquido de dedos de su amiga logró romper la magia que se había establecido entre los dos seres- Creo que será mejor que nos vayamos- aseguró con pesar, no había nada que le doliera más que dejar a un dragón a merced de los hombres de pueblo pero, no era como si tuviese mucha opción.
Harry decidió ignorarla, este no era momento de dudas y sabía que ella le prohibiría hacer lo que estaba a punto de ejecutar. Tomando valor a través de un profundo trago de aire limpio, saco un puñal de su cinturón, obviamente tal cosa no agradó a la criatura que estrechó sus ojos en evidente molestia y enseño sus colmillos en un peligroso gruñido.
-¡Harry!- gritó escandalizada la castaña sin poder creer lo que su amigo estaba haciendo.
-Cálmate- el susurró que salió de su boca tenía por objetivo tranquilizar, aunque por los dioses que no sabía si era para tranquilizar a su mejor amiga o a la bestia que ahora lo observaba- solo quiero ayudar- aseguró.
Los profundos e inteligentes ojos permanecieron fijos en los suyos, escrutando su alma tal y como en su sueño.
Con certeza, cortó las partes de la trampa que impedían la huida del dragón, un simple recorte en las áreas adecuadas y todo estaba terminado.
-Huye de aquí- susurró atreviéndose a tocar uno de los escamosos costados cuando al fin terminó. Hermione seguía callada a su lado pero a él no podía importarle menos, solo quería que el dragón se alejase lo más posible de la ira de su padre.- ¡Tienes que salir de aquí!- gritó desesperado cuando escuchó los gruñidos de los lobos que su padre había entrenado en el rastreo de dragones.
La enorme bestia inclino su hocico y empujo con algo de tosquedad al chico que cayó directamente al suelo. Sabía que la risa que se escuchó era de su amiga y supuso que era la forma de agradecer de la bestia, solo pudo verlo alejarse con sus poderosas alas con su boca completamente abierta.
Realmente era un hermoso espectáculo para la vista, en ese momento deseó ser capaz de volar a su lado y dejar ese lugar.
Apenas alcanzó a empujar a Hermione para esconderla antes de que llegasen los hombres de su padre junto al apestoso Tom. Al parecer, nunca lo había conocido completamente enojado, si su rostro actual era un indicativo de algo.
-¡Tu miserable peste!- gruñó antes de golpearlo, mucho más fuerte de como siempre lo hacía- ¿Acaso liberaste a esa asquerosa bestia?- volvió a gruñir, no le tomó mucho tiempo para ver que Malfoy se encontraba entre el grupo, como si le hiciese falta que sus acciones llegasen a oídos de su padre. Un golpe en el estómago le recordó que tenía alguien más odioso que Malfoy de quien encargarse.
Al final, el apestoso Tom simplemente decidió golpearlo hasta cansarse y proseguir a dejarlo tirado en el medio del bosque. Si no hubiese sido por Hermione, entonces habría sido completamente incapaz de llegar a su casa y mucho menos curarse lo suficiente como para atender a James.
Sin embargo, el poco sospechaba que entre sus dos enemigos mas detestados su final se estaba planeando.
-¿Por qué no se deshace de él?- preguntó el rubio realmente interesado mientras volvían al pueblo, haber visto a Potter tan humillado había sido ciertamente gratificante.
-Porque son los deseos de su padre- bufó Arkelai descontento, y es que así era. Si por él fuera, un hijo tan inútil hace mucho que habría servido de alimento para los lobos, ciertamente n lo habría dejado vivir para malgastar provisiones en él.
-¿Y si ese no fuera el caso?- Arkelai se detuvo al oír el tono del chico.
-¿Qué es lo que sugieres muchacho?- preguntó malicioso, si había algo que destacara a los Malfoy, era su asombrosa facilidad para deshacerse de sus enemigos sin sospechas, aunque claro, nunca serian guerreros tan poderosos como los Potter o los Black.
-Cuando un miembro de una de las familias del círculo se gradúa de la academia- comenzó sabiéndose el foco de la atención del hombre- debe de probarle al pueblo que es merecedor de tal honor mediante una prueba superior a la de cualquiera- afirmó.
-Así es, ellos deben asesinar un dragón- completó el hombre entendiendo al fin el punto del chico.
-Exactamente y eso, como ambos sabemos, es algo que el nenito Potter seria completamente incapaz de hacer- la risa que salió de Arkelai solo podría ser comparada con la cruel sonrisa en los finos labios del heredero Malfoy. Después de todo, no había nadie a quien detestara más que al ingenuo hijo del jefe Potter.
-s-n-a-r-r-y-4-e-v-e-r-
Harry se levantó con un gran dolor y la certeza de que hoy sería un día aún más pésimo que el anterior, no es como si tuviese un mal presentimiento o algo así pero, su mente no dejaba de atacarlo con recuerdos de la tarde anterior. En esta ocasión el apestoso Tom ni siquiera había medido su fuerza.
Con un profundo bostezo se dispuso a bajar las escaleras que lo llevarían directamente de su habitación, mejor conocida como el diminuto ático en el cual se botaban las cosas sin valor, hasta la planta baja y lugar donde podría encontrar algunas sobras del desayuno para llevarse a la boca. Al menos el invierno estaba cerca y eso significaba que su padre tendría que actuar más civilizadamente con él, siempre lo hacia delante de su padrino.
A veces creía que Hermione y Canuto eran lo único bueno que tenía en la vida.
Observó su reflejo en una de las cacerolas de la cocina y se dio cuenta, con horror, de que la esencia de murtlap estaba perdiendo parte de su eficiencia, una delgada y delicada cicatriz de extendía desde su mentón hasta justo el medio de su mejilla izquierda.
Aunque difícilmente podría ser notada por cualquier persona, estaba seguro de que su padre se pondría furioso por esto. Tomó un
profundo respiro y decidió que quizás podría cubrirlo con algo de suciedad.
Al bajar al pueblo, se dio cuenta de que había algo distinto en el ambiente, algo que solo había visto una sola vez cada año.
-Sirius- dejó salir con alegría antes de correr directamente al centro de la conmoción. Aún era demasiado pronto. Pero quizás la flota de Sirius había vuelto antes, era una esperanza que finalmente murió cuando llegó al centro del pueblo, ni siquiera cerca del muelle, y se dio cuenta de que todos los demás rodeaban a un solo hombre que trataba de hacerse ori por sobre el ruido.
-¡Silencio!- Bueno, quizás fuesen dos hombres. Aunque esa voz había sonado vagamente familiar, confiando en su menuda constitución, empezó a abrirse paso hasta el centro de la conmoción.- Si han dejado de chillar como cacatúas con sus absurdas preguntas, entonces podríamos ser capaces de reunirnos con la persona a cargo de su patético grupo- escuchó la voz de sus sueños, hablando en el mismo tono con que se enfrentara a la multitud que no dejaba de suplicarle que no los abandonara. Su corazón empezó a latir alocadamente.
Y al verlo, simplemente se detuvo.
Allí, frente a él, estaba la misma persona que juraba protegerlo en sus sueños. Quizás podrían llamarlos delirios de un joven enamorado pero, para él, en ese preciso momento no había nadie más atractivo que ese hombre en el mundo entero.
Sus cabellos eran largos, oscuros como sus ojos y poseía una boca de labios delgados que producía sonidos sedosos y atrayentes; sus ropajes pese a no ser los mismos que los que llevara en su sueño, completamente cubiertos de escamas brillantes como los de la criatura del día anterior, eran del color de la noche misma.
Yo te protegeré
Las palabras volvieron a hacer eco en su mente al momento en que sus ojos se encontraron.
Hermione había tenido razón, por una vez, en una de sus predicciones, y hablando de ella, su mejor amiga se encontraba hablando con el hombre de sus sueños, literalmente, de una forma que sugería que compartían el hecho de ser superiores al resto intelectualmente. Entró en pánico al notar que el motivo por el cual el hombre había volteado a verlo, era porque Hermione lo había señalado directamente, seguramente Hermione no habría traicionado sus confesiones ¿Verdad?
-¡Harry!- gritó la castaña corriendo a su encuentro, los dos hombres extraños la siguieron, pese a que no recordaba haber soñado con el joven que era aproximadamente cinco o seis años mayor que él y Hermione- Harry, te estaba buscando- aseguró la chica con una sonrisa- estos dos caballeros desean hablar con tu padre, y realmente desconozco donde deberá de estar el día de hoy- confesó avergonzada por su ignorancia. Aunque eso no debería ser una gran sorpresa, no es como si James proclamase su itinerario en medio del pueblo cada día.
Debía recordarse a sí mismo que probablemente, este hombre ni siquiera estaría al tanto de lo que ocurría en sus sueños y que. Obviamente su personalidad sería muy diferente de la que tenía en sus sueños. Vamos, tenía que admitir que él no era una doncella en puros y debería de sentirse avergonzado por enamorarse de este hombre tan solo porque una versión de sus sueños asombrosamente parecida a él, había jurado protegerlo.
-No hay problema- aseguró, negándose a ver al hombre a los ojos- puedo llevarlos con él. Hoy es día de caza- Confesó emprendiendo el camino hacia el bosque- siempre empieza por el lado Oeste, así que será una caminata larga- advirtió mientras veía brevemente a sus acompañantes, buscando alguna señal que le dijera que no estaban de acuerdo en caminar tanto.
-No habrá ningún problema- aseguró el hombre con esa voz sedosa que enviaba escalofríos a su espina dorsal.
-Mi nombre es Harry, Harry Potter- balbuceó cuando llevaban algunos minutos de camino. Por el rabillo del ojo pudo observar como el chico entretenía a su amiga, una pequeña sonrisa se posó en sus labios, Hermione lucia feliz y complacida, era una imagen inusual, por decir lo menos.
-Severus Snape- respondió el hombre. Harry había notado, no sin algo de incomodidad y, porque no decirlo, autosatisfacción, que no le había quitado la mirada de encima desde que los había encontrado- Mi acompañante es Victor Krum y yo debo suponer que eres hijo de James Potter- agregó en tono casi aburrido. Harry simplemente asintió, le era extraño escuchar a alguien referirse a su padre sin respeto u admiración per, decidió que eso solo hacía que Severus le cayese mejor. Nadie que admirase a su padre le había mostrado cariño, nunca, quizás no debería perder la esperanza con este hombre.
-Si- aceptó dejando salir un suspiro, para nadie era un secreto que la admiración que le tenía a su padre había muerto muchos años atrás- Y Lily Potter, anteriormente Evans, fue mi madre- esta parte la dijo con más fuerza. Pese a la culpabilidad que sentía por la muerte de su madre, se sentí más orgulloso de ser su hijo que de James.
El gritó alarmado de Hermione fue su única advertencia antes que medio segundo después, su cuerpo impactase contra el tronco de un robusto árbol, vagamente se dio cuenta de que Victor la sostenía de uno de sus brazos par impedirle ir a auxiliarlo.
-¿Lily Evans?- Por primera vez sintió miedo de su protector, especialmente cuando vio esos iris oscuros completamente enloquecidos.
Solo pudo tartamudear una respuesta positiva, sabía que sus ojos ardían con lágrimas, Severus estaba apretando su costilla herida aun si no lo sabía, y de pronto, tan repentinamente como había sido sometido, fue liberado. Hermione estaba a su lado tan pronto como le fue posible.
-Harry ¿Estas bien? ¿Te hizo algún daño?- preguntó angustiada.
-Estoy bien- gimió tomando algo de aire, el dolor era terrible. Metió su mano a uno de sus bolsillos y simplemente pudo maldecir cuando se dio cuenta de que ya no poseía ninguna de sus hojas para el dolor.
-Lamento mi comportamiento- era consciente de que se estremeció al oír nuevamente la voz de Severus- Tome esto, joven Potter, ayudara con el dolor- Harry alzó la vista y se encontró con un frasco que contenía una extraña agua de color rosa. La incredulidad que sentía ante el remedio debió mostrarse en su rostro, pues pronto escuchó la justificación de Severus explicándole que eran un simple preparado de la misma planta que el masticaba.
-Es más efectivo- aseguró mientras se inclinaba para ayudarlo a tragar, Harry estaba seguro de que había imaginado el suave resplandor blanco que envolvió su costado por un momento sin embargo, se sintió feliz de comprobar que ya no sentía dolor alguno.
-No debemos estar lejos- afirmó mientras se ponía de pie y emprendía el camino como si nada hubiese ocurrido.
Pronto llegaron al claro en el que el día anterior hubiese liberado al dragón y, efectivamente, ahí se encontraba James junto a toda su cuadrilla y, también, la última persona que Harry esperaba ver. Ambos estaban discutiendo y supo al ver la sonrisa del apestoso Tom, que resultaría herido al final de esta riña.
-Allí está el asqueroso de tu hijo- señaló con júbilo mientras todos los hombres se volteaban a verlo, sintió como Hermione se tensaba detrás de el- pregúntale que es lo que sucedió con esa magnífica bestia a la que dejo escapar- agregó con evidente malicia.
En el momento en que la atronadora voz de James exigió una respuesta, el respondió con el cuerpo temblando por completo, sabía que esta vez ni siquiera la enorme cantidad de testigos detendría a James. Pronto una bofetada resonó en el claro, seguido del delator ruido de una fusta dejándose caer en contra de la piel desnuda, el grito de dolor de Harry solo sirvió para enfurecer aún más a James, quien solo atinó a seguir con sus golpes.
Al menos hasta que uno de los testigos salió de su estupor y, para sorpresa del resto, detuvo el siguiente golpe con sus propias manos.
-Ya fue suficiente- siseó evidentemente molesto y protegiendo con su imponente figura al tembloroso cuerpo del chico que lo había guiado hasta aquí, al parecer su culpa por haberle ocasionado algún dolor solo podía aumentar, no era de extrañar que el chico simplemente lo hubiese aceptado y continuase su camino. Si esta era la forma en la que normalmente era tratado, entonces tenía suerte de que no hubiese pedido algún otro golpe o algo así.
-¿Quién te crees que eres dándome ordenes?- preguntó James mientras liberaba su mano del agarre mortal en el que lo tenía el otro hombre.
-Mi nombre es Severus Snape y vengo de la tribu Hogwarts- gruñó. El jadeo de los espectadores no se dejó esperar, todos conocían la tribu, aunque pocas personas la hubiesen visto. Lily, la esposa de su jefe, había procedido de ese lugar y pese a que nunca dio muchos detalles de aquella tierra mítica, siempre estaba dispuesta a compartir historias de su infancia vivida allí.
-¿Y a que debo el honor?- cuestionó James, negándose rotundamente a reconocer que la herida que había creído cerrado, se había reabierto ante la mención del lugar de origen de su esposa.
-Mi jefe, Albus Dumbledore, desea la custodia del descendiente de uno de los nuestros- Severus dirigió su mirada directamente a la de James, negándose a darle poder sobre él- Vengo por el hijo de Lily, venimos por Harry Potter- gruñó.
El corazón de Harry aleteó salvajemente en ese momento, en sus dieciséis años de vida, jamás imaginó que terminaría siendo salvado por un extraño personaje que buscaría llevarlo a la tierra de nacimiento de su madre. Ese lugar siempre había sido un sueño, un cuento de hadas para cada uno de los niños de su tribu y ahora, ahora estaba al alcance de sus manos.
-No-la respuesta de James no solo lo sorprendió, sino que también confirmó lo que Harry hasta ahora solo sospechaba. Su padre lo odiaba, no era solo que no soportase su presencia, sino que tampoco dejaría que lo alejaran de él para ser feliz.
-¿Qué motivo tiene para negarse?- pidió Severus conteniendo su furia. No importaba que hiciera falta, el sacaría al hijo de Lily de ese horrible lugar. Y pensar que el hombre que tenía delante de él, era el mismo por el cual Lily había dejado todo.
-Él es mi hijo- argumentó James, tratando de encontrar algo más- Y todavía no ha completado sus estudios académicos- agregó con una sonrisa maliciosa. Se negaba a dejar que el niño que había provocado la muerte de su esposa, viviera una vida feliz en el mismo lugar que ella.
-Debe de estar bromeando- se burló Severus- espera que me crea que realmente le importan los estudios del muchacho- exclamó entre incrédulo y ofendido.
-Crea lo que quiera- se mofó- Sin embargo, cumplir esta petición no debería de ser demasiado difícil- dijo pidiendo la opinión de su tropa. Todos asintieron de acuerdo, sin importar que, ellos siempre estarían del lado de James- Después de todo, al chico solo le falta su examen final, ¿No es así, Arkelai?- interrogó.
El hombre sonrió con algo de malicia, después de todo esto significaba que James estaba completamente de acuerdo con el plan que le había presentado hace tan solo unos momentos. Una carcajada retumbo en su interior, era realmente placentero ver que James era de su mismo opinión. Si el miserable chico no podía ser de utilidad, entonces sería mejor que muriese.
-Así es, mi señor- contestó zalamero- El joven Harry ha demostrado una excelente capacidad en los ramos que se le han enseñado y aunque ha cometido errores, no creo que aplazar su examen le dé la habilidad en los ámbitos que no domina- terminó.
Ciertamente lo que había dicho no era una mentira.
Harry sería capaz de sobrevivir perdido en un bosque pero frente a un dragón era hombre muerto.
El chico parecía saberlo puesto que comenzó a temblar como una hoja cuando escuchó sus palabras, si, finalmente vería al mocoso
obtener su merecida muerte. No era como si este mundo fuese a extrañar a alguien tan inútil.
-Podemos hablar de este asunto con más calma junto a una gran comida caliente- aseguró James mientras daba indicaciones para que una parte de sus hombres fuesen a revisar las siguientes trampas y la restante lo acompañara- Arkelai, escolta a la señorita Granger a su hogar. Por hoy se verá libre de sus tareas- agregó antes de guiar al grupo de gente de regreso al pueblo. En ningún momento se detuvo a comprobar el estado de Harry.
Con la rabia hirviendo por dentro, Severus se dirigió hacia el chico y no pudo evitar la punzada de compasión que lo recorrió por dentro, no era habitual que sintiese algo por cualquier persona pero, en este mismo instante, se trataba del hijo de su mejor amiga, la mujer con la que en alguna ocasión soñó con unirse. Ahora solo parecía una muñeca de porcelana rota y arrojada al suelo para ser olvidada, él no podía permitir que eso ocurriera.
Por su parte Harry empezaba a resignarse al hecho de que tendría que caminar de regreso al pueblo, su padre no estaría contento sino se presentaba a la comida frente a sus ilustras invitados, cuando estaba acumulando algo de fuerza en sus piernas, sintió los brazos de Severus envolverse alrededor de él y, por primera vez en su vida, se sintió tan seguro como en su sueño.
-¿Q-que?- logró tartamudear mientras apretaba su agarre sobre el pecho del hombre.
-Necesitas ayuda- justificó mientras seguía al grupo de hombres, decidió que los odiaba a todos ahí mismo, ninguno se había preocupado por el joven débil y herido. Creyó ver un rastro rojo en las mejillas del chico y temió que este hubiese cogido una fiebre, no sería extraño aunque no era lo ideal.
-¿Por qué te importa?- escuchó la pregunta y, se dio cuenta, por primera vez en su vida no tenía una respuesta. El cariño a su madre no parecía razón suficiente.
-¿Por qué no debería importarme?- preguntó en cambio. No es como si lo molestara el peso del chico, era más liviano que la mayoría de las ovejas y su constitución parecía amoldarse a sus brazos tan bien como cualquier otra cosa.
-No me conoces- escuchó el triste susurró del chico- todos los que me conocen terminan odiándome- continuó.
-El día de hoy vi a alguien que no dudaría en protegerte y se, por lo que vi, que ella tampoco te odia- la necesidad de tranquilizar el corazón del chico era casi tan fuerte como la que sentía de protegerlo físicamente.
-Ella es Hermione, Hermione es extraña y por ello no cuenta- comentó con una ligera sonrisa empezando a dibujarse en sus labios.
-Entonces, me encantaría ser igual de extraño que ella- afirmó. Supo que había hecho lo correcto cuando escucho una dulce carcajada proviniendo del chico.
Vagamente se dio cuenta de que el resto de las personas los veían entre curiosos y desaprobatorios, como si le importase sus opiniones, no eran más que una manada de gente cobarde que seguían a cualquiera que pareciera lo suficientemente fuerte como para protegerlos.
El resto del transcurso ocurrió en silencio, solo una vez se detuvieron y fue para que Severus le proporcionase a Harry algo de su poción especial para disminuir el dolor, además de darle un empujoncito adicional al estado de Harry, cuidadosamente maniobro al muchacho entre sus brazos cuando sentía que estos podrían colapsar en cualquier momento. Los ligeros ronquidos, tan suaves que ni siquiera estaba seguro de que fueran reales, le indicaron que el chico estaba aprovechando el tiempo muerto para dormir un poco. De alguna manera estaba seguro de que lo necesaria.
-Hemos llegado- anunció James mientras abría con gran estrepito las enormes puertas de una ostentosa casa, Severus estaba seguro de que pese a sus adornos, era igual de fría que el metal de los adornos que la componían.
Pronto se hizo evidente que la comodidad de Harry tenia a James sin cuidado, cuando Severus pidió saber dónde se encontraba el dormitorio de Harry para poder dejarlo descasar, James simplemente se había reído y había procedido a gritar el nombre de Harry, de tal manera que el chico despertó completamente asustado.
-Así que- comenzó James mientras les servían lo que debía ser un guiso repleto de carne y con solo algunas verduras escondidas entre el espesor del caldo, Severus notó el nerviosismo que envolvía a Harry mientras tomaba algunos sorbos de su plato evidentemente menos lleno- Tu jefe… Albus, te mandó a mi tribu por la custodia de mi único hijo- continuó ignorando la mueca que cruzó el rostro de Harry por un breve momento.
-Eso es correcto- señaló. No tenía sentido ocultar la realidad, aunque dudaba que el hombre lamentara tanto la situación como aparentaba.
-¿Puedo preguntar bajo qué derecho pretendía hacer tal cosa?- cuestionó levemente irritado, seguramente le molestaba el hecho de que alguien creyese tener mayor autoridad que él mismo.
-El pretendía que lo le explicara la situación correctamente- admitió tomando un bocado de su plato, si era sincero prefería el sabor de la verdura al de la carne, pero no era tan malo como podía haber sido. Si el rostro de Harry era indicativo de algo, el opinaba lo mismo- Su hijo es un ´chico realmente especial, con habilidades únicas y dones especialmente raros- aseguró mientras miraba fijamente a las esmeraldas que lo veían genuinamente asombradas.
-Entonces creo que Dumbledore se decepcionara, este crio no tiene nada de especial- desestimó y Severus observo como el brillo en esas esmeraldas moría lentamente antes de desaparecer por completo, el joven simplemente desvió la mirada y siguió con su comida, seguramente convencido de lo que había dicho su padre.
-Permítame diferir- señaló Severus, era vital sacar a Harry de ahí y aun si tuviera que hacerlo a la fuerza lo lograría.- Harry parece alguien realmente especial, pocas veces he conocido a alguien con tal conocimiento sobre las plantas medicinales como él me demostró- aseguró con un tono aprobatorio.
James simplemente bufó- Pamplinas, son solamente viejos trucos de viejas locas que encontró en los libros de su madre- agregó molesto ante el hecho de que alguien le llevase la contraria.
-Eso es precisamente a lo que me refiero- continuó sin importarle el tono del hombre- Es un joven capaz de comprender, asimilar y aplicar los conocimientos de nuestra cultura. Debo decir que es asombroso el progreso que ha hecho sin un maestro- elogió sutilmente mientras le daba un suave apretón al muslo del chico por debajo de la mesa.
Aunque estaba destinado a ser un gesto de apoyo, reconoció que podría ser malinterpretado al momento en que vio el profundo rubor que llenó el rostro del joven.
-La arena esta lista, mi señor- la interrupción de Arkelai no pareció alterar en lo más mínimo a James, quien simplemente sonrió como si al fin le hubiesen dado lo que deseaba, y probablemente fuese así.
-¿Arena?- gimió Harry realmente asustado.
-Así es, Harry- habló James dirigiéndose al chico de forma respetuosa por primera vez en todo el tiempo que lo había conocido- ya que deseas tanto unirte a es tribu de fenómenos- Severus notó el efecto que esa palabra tenía en el chico y decidió levantarse para intervenir, sin embargo James agregó una última frase y dejó el comedor, dejando al chico paralizado detrás de él- Entonces tendrás que demostrar que tanto lo mereces-.
El color del chico comenzó a cambiar, primero a un pálido mortal y poco a poco en un morado realmente antinatural en cualquier personas. ¡El niño se había olvidado de respirar!
-¡Potter!- gritó agitándolo brevemente, tenía que lograr que respirara- ¡Potter, respira!- gruñó al ver que no obtenía resultados. Finalmente, resignándose a su suerte y viendo que el color ya casi llegaba al color de una mora azul y que el niño parecía al borde de la inconciencia, colocó sus labios sobre los regordetes del joven.
Pronto sintió como las cortas uñas se encajaban en su cuello y cuero cabelludo, por un momento sintió como si estuviese en el cielo y el viento se agitara alrededor de él, solo para caer en espiral hacia el suelo y salvarse en el último minuto. Un breve contacto de labios no debería sentirse así, mucho menos si solo era para proporcionarle un poco de oxígeno al otro cuerpo. Cuando un sonoro gemido escapó de la boca del chico, supo que esto debía parar antes de que ambos lo lamentaran, el chico era, si sacaba bien sus cuentas, unos veinte años menor que él por los dioses.
-Ayúdame- Gimió como en su sueño, ahora la criatura que lo aplastaba no era otra cosa más que lo designado por su padre, pero el miedo que sentía era el mismo al vivido durante sus pesadillas - No quiero morir- sollozó sabiendo lo patético y débil que se veía, seguramente Severus lo odiaría ahora que sabía lo fenómeno que era. Y a pesar de todo, al igual que en su sueño el no deseaba morir, no aun, no ahora que había conocido al hombre que tanto apoyo le había dado durante sus sueños.
-No quiero morir- repitió enterrando su rostro en el pecho de su protector. El hombre no respondió, se dedicó a envolver sus fuertes brazos en su pequeño marco y a apretarlo con fuerza, seguramente buscando darle el confort que tanto pedía.
-No morirás- Severus susurró a modo de promesa y sabia sin importar que, el mantendría su palabra - Yo te protegeré- Aseguró tal y como Harry había soñado, y él le creyó. Era lo único que podía hacer en estos momentos en los que su vida pendía de un hilo- Huyamos de aquí- susurró el hombre en su oído- No hay nada que te detenga, huyamos y que ellos se queden con sus absurdas tradiciones- aseguró mirándolo a los ojos.
Harry secó sus lágrimas y asintió convencido, jamás seria lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a un dragón y eso era algo con lo que contaba su padre, por eso había arreglado todo tan rápido, para evitar que huyera.
-Hermione- gimió Harry al darse cuenta de su error, había dejado que la separaran de él, ella era el medio por el cual James se aseguraría de que Harry se quedase- Mi padre aun la tiene- sollozó enterrándose entre sus brazos nuevamente.
Severus se maldijo por tal descuido, debió de haber evaluado mejor a James y distraerse menos por un par de ojos bonitos. Era inútil negar que el chico le parecía atractivo y que, probablemente, esa era una de las razones por las que le resultaba tan natural el mostrarse protector con él, pero que Albus lo obligase a usar alguna de sus ridículas túnicas si se atrevía a realizar algún movimiento en el chico. Apenas había entrado en la madurez, no era algo que Lily hubiese aprobado y no era algo que estuviese dispuesto a hacer sin importar que tan bonitos fuesen los ojos que ahora lo veían con esperanza, miedo y adoración. Malditos dioses y su retorcido sentido del humor.
No era solo que el chico tuviese ojos bonitos, sino que su rostro y su cuerpo también eran ridículamente tentadores.
-Yo te protegeré- repitió mientras lo aplastaba entre sus brazos.
Esa era una promesa que podía mantener.
-Victor y yo la recuperaremos- aseguró- Sin embargo, necesitaremos que los distraigas- completó odiándose a sí mismo por decirlo y más aún cuando sintió al chico temblar entre sus brazos.
-Lo haré- susurró el chico- Si es por Hermione lo haré- repitió- Solo… solo prométeme que si no salgo vivo de esta- se detuvo por unos momentos, nervioso ante la perspectiva- la sacarán de aquí y la llevarán con ustedes- pidió aferrándose con fuerza a sus vestiduras.
-No morirás- repitió por lo que sintió era la centésima vez esa tarde- me aseguraré de llevarte conmigo a Hogwarts- aseguró depositando un beso en su cabeza. Seguramente eso no excedía los límites entre un guardián y su protegido ¿Verdad?
El chico asintió valientemente y adoptó una pose más determinada, rápidamente secó sus lágrimas y enderezó su postura- Bien, es momento de enfrentar a ese dragón- exclamó para asombro de Severus.
-¿Dragón?- preguntó sin terminar de creérselo.
-Sí, aquí no tenemos tigres y leones para usar como arma contra los desperdicios de espacio- comentó con una mueca. Seguramente en algún momento de su vida alguien lo había llamado así, Severus se aseguraría de borrar todas esas marcas de su pasado, aun si tuviera que hacerlo beso a beso… ¡Para! se reprochó. Finalmente entendía como se sentían aquellos dragones deseosos de una compañera en época de celo.
-¿Podrías besarme?- la pregunta del chico salió en un tono tan tembloroso que estaba seguro de que el joven aún estaba completamente asustado.
Estaba a punto de negarse, de hacer lo correcto y establecer sus distancias con ese joven que ahora lo miraba de una forma tan suplicante, pero nunca había sido un hombre capaz de separar sus deseos de lo incorrecto por completo, así que simplemente asintió y unió sus labios a los del joven que volvía a fundirse en su contra.
Antes de que pudiese decir nada mas, el chico se separó de él y corrió hacia las grandes puertas que lo enviarían directamente a su más grande temor. Severus no tardo en ponerse en acción, haría que el sacrificio de Harry valiese la pena.
-s-n-a-r-r-y-4-e-v-e-r-
-Estoy listo- en cuanto las palabras dejaron sus labios, deseó poder tomarlas de regreso, así tal vez no tendría que enfrentarse ante ese monstro que lo miraba como si no tratase de algo más que un venado. Un gordo y jugoso venado que serviría para un banquete como ninguno, sino fuera por esa malévola mirada que inundaba sus ojos, Harry tendría lastima del animal que pasaba sus días encerrado en una oscura jaula y que recibía cantidades insuficientes de comida con respecto a su gran tamaño. Además, las marcas de hierro caliente en su hocico debían significar que, al parecer, él no era el único ser al que su padre odiaba en este pueblo.
Los espectadores soltaron un grito de júbilo ensordecedor, como hacían cada vez que alguien entraba a la arena a luchar a muerte contra una de esas bestias.
-Esta noche- la voz de James se alzó entre la muchedumbre- sin importar el resultado, quedará marcada en nuestras memorias como el momento en el que mi hijo Harry al fin logró el cometido de todo miembro de esta tribu- aquí realizo una pausa, complacido por el silencio respetuoso que el pueblo le brindaba- Mi hijo, se gradúa de la academia como un miembro más de nuestra comunidad guerrera- rugió como si de verdad se tratase de un padre orgulloso. Las personas empezaron a aplaudir emocionadas, aunque era obvio que era más por las palabras de James que por felicidad ante el logro de Harry.
Las cadenas que ataban al dragón a su lugar cayeron y Harry pronto se vio en la necesidad de huir y esconderse de la criatura, la idea de usar su espada en contra de la bestia ni siquiera cruzó por su mente, pese a todo no podía reunir el valor suficiente para atacar a tal criatura. Había una cierta clase de respeto y temor primitivo fluyendo en su sangre que siempre lo había limitado ante esos actos.
Son hermosos ¿No es así?
Harry casi se tropezó mientras corría de una columna a otra, este no era el momento idóneo para recordar las conversaciones que sostenía con su madre cuando era más joven. Sin embargo, eso no evito que los recuerdos de su niñez invadiesen su mente, quizás empezaba a ver su vida pasar ante sus ojos.
Al ver una gran ala extenderse, no pudo evitar recordar otro fragmento de su escaso tiempo compartido con su madre, todavía podía recordar aquella tarde en que habían visto a un enorme dragón de escamas negras volar por sobre sus cabezas. Estaba seguro de que podría haber sido el mismo dragón que liberase hace tan solo unos días.
Algún día, tú podrás volar igual que él.
Esas habían sido sus palabras, logró esquivar el ataque de una de las letales garras cuando se ocultó en una de las cuevas mas diminutas de la explanada, generalmente usaba para guardar las botas de los guerreros mientras estos entrenaban. Y recordó, el momento antes de que su madre muriese, ella lo había escondido en una diminuta grieta y se había puesto decidida a defenderla. Un abrazo cariñoso y un susurró en sus oídos habían sido sus últimos actos de amor hacia él.
Cuando llegué el momento, Severus vendrá a buscarte. Debes obedecerlo y confiar en él, sé que él te protegerá.
Esas habían sido sus últimas palabras y aun sino las recordaba, era feliz de saber que había hecho lo posible por cumplirlas.
Es tu destino ir a Hogwarts
Y así, junto con esa frase, Lily había cambiado de apariencia ante sus propios ojos, transformándose en enorme dragón de brillosas y luminosas escamas esmeralda, sus ojos refulgían con el mismo rojo de su cabello centellante. Una bocanada de fuego había salido de sus fauces y justo en ese momento, Harry había perdido la conciencia.
-Mi madre era un dragón- Jadeó mientras escapaba de un nuevo ataque, esta vez una gruesa llamarada que tenía por objetivo su cabeza- Severus es un dragón- comprendió tan solo unos segundos después.
-Yo soy un dragón- añadió al entender el significado de las palabras de su madre, la realidad era tan asombrosa que, sin pensarlo, terminó congelándose en medio de la arena. Los espectadores lanzaron un grito de terror emocionado y James simplemente escondió su sonrisa triunfal detrás de su mano. Esto había sido demasiado fácil.
Pero antes de que el golpe de las llamas lo golpeara, sucedió algo que ninguno de los espectadores anticipó, un par de dragones sobrevolaron el campo, dejando caer grandes bocanadas de fuego para dispersar a la audiencia. Harry reacciono cuando sintió el brazo de Hermione tomar su mano y correr con él en dirección a la salida, seguramente habrían logrado llegar de no ser por la presencia de James.
-¿Creíste que escaparías?- preguntó mientras reía de forma maniaca, no, me temo que no lo harás, aseguró mientras guiaba su espada a su pecho, Harry no lo pensó demasiado, con un movimiento fluido desvió la dirección de la espada contraria con la propia, además de esconder a Hermione detrás de su propio cuerpo- ¡Tienes que morir!- gritó James con la garganta rota- Tu mataste a mi Lily- sollozó lanzando otro ataque.
Harry logró esquivarlo nuevamente, tenía que resistir, confiaba en que Severus lo rescataría.
El tiempo transcurrió de forma indefinida muestras Harry bloqueaba y eludía los ataques de James, quien cada vez más enloquecido cometía más y más fallas en sus movimientos, Finalmente, todo quedo decidido cuando el despechado Potter, calculó mal uno de sus movimientos y tropezó con las piedras que conformaban el lugar, cayendo dentro de una de las jaulas y siendo sellado dentro por Hermione.
-Tenemos que salir de aquí- dijo la chica mientras ayudaba a su amigo, Harry difícilmente tenia aliento para mantenerse de pie- Vamos, Harry- pidió ayudándolo a caminar, ambos chicos soltaron un gemido ante la muchedumbre que se encontraba en la entrada de la arena, lucían furiosos y nada amigables.
-¿Es que nada en mi vida puede ser sencillo?- gimió el chico. Arriba aun podía oír a Severus y Victor pelear contra los guerreros de su padre, sabía que no era factible esperarlos- Siempre podemos improvisar una salida- Se dijo mientras corría hasta el enorme dragón que hasta hace poco intentara matarlo, conforme se acercaron pudo ver el miedo en su mirada y postura- Soy un dragón- afirmó Harry ante la sorpresa de Hermione- Y prometo sacarte de aquí si nos ayudas- señaló mas allá de las cadenas del techo, hacia el cielo azul que, seguramente, el dragón anhelaba tanto como su libertad.
La única respuesta que recibió fue a un sumiso dragón que inclinaba su cabeza ante él, Hermione no perdió el tiempo en explicaciones, ella simplemente activo la palanca que permitiría caer todas las cadenas en caso de “emergencia”. Quizás no fuese el escape más elegante ni el más romántico pero, cuando se vio por fin el cielo azul, junto a Severus, supo que su deseo se vería cumplido.
Algún día seria completamente capaz de volar al lado de la noble envergadura de Severus, luciendo su propio conjunto de escamas y sintiendo el viento filtrándose por debajo de sus alas, era el momento de empezar una nueva vida y vivir su felices para siempre.
¿Qué más podría pasar?