Capítulo 3. Descubriendo verdadesUna semana y media después del entierro, Severus se dio cuenta que el dinero que el enviaba para Harry y su madre (por medio de Arthur Weasley) no le era entregado a su destinatario. Y cuando fue a reclamar al hombre de cabello rojo se encontró con el funeral de la esposa del herrero. Amablemente, y con mucha vergüenza, el señor Weasley le conto que su mujer había enfermado tras la huida de casa de sus hijos mellizos, Fred y George (que escaparon para ser fabricantes de dulces, a sabiendas de que su madre sufría depresión y les había arreglado un buen matrimonio para asegurarles un futuro en el rubro mercantil del padre de las gemelas Patil), la desaparición de su segundo hijo Charlie, la muerte de Percy el tercer hijo y el posible fallecimiento de su hija Ginevra. Severus lamento no haber estado más al pendiente, imposibilitando ayudar al hombre de cabello rojo.
El Conde decidió contribuir con la ambición de los gemelos, poniéndolos en contacto con el conde Christopher Phantomhive y su compañía Fumtom (dedicada a los dulces y juguetes más famosos de Inglaterra), y el tratamiento médico de la joven Ginevra. En cuanto al veterinario joven de cabello rojo, Severus prometió mandarlo a buscar para que el hombre mayor no estuviera lejos de su hija. Algo que fue bien recibido por parte de Arthur y, una vez que todo estuvo dicho, dejo la Madriguera.
Al Conde le sorprendía la desaparición repentina de su amante. El joven amante de los animales no era de esa clase de personas que dejaba todo tirado y se largaba sin despedirse siquiera de su familia y amigos. Y eso lo hacía dudar, pensando en la posibilidad de que su tío tuviera algo que ver. Así que mando a un agente especial a averiguar algo acerca del paradero de Charlie y la posible participación de Voldemort Riddle.
Severus Snape no era un hombre que se involucrara activamente en la vida de los desafortunados, pero al haber pedido al señor Weasley que se metiera a ser su intermediario entre él y Lily sentía que era su deber ayudar al hombre a pesar de la situación. Era una moral alta, su deber de caballero lo impulsaba a actuar de esa forma. Muchos lo tacharían de hacerse el héroe, pero su padre le enseño desde muy joven el ayudar al desahuciado.
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Los días pasaron volando al igual que las hojas de los arboles se desprendían de su hogar, para bailar con el viento y morir en el frio suelo ingles. Se podía apreciar que el clima daba su bienvenida a la nueva estación, preparando todo para su confort, al tiempo que la gente se preparaba para sobrellevarlo.
El conde Snape, trasmitía con maestría su saber al joven de mirada esmeralda. Que más pronto que tarde, descubrió su fascinación por la voz suave y profunda de su tutor particular. A Severus le gustaba enseñarle, pero perdía la paciencia cuando descubría al muchacho perdido en las nubes. O en su defecto, tratando en vano de aprender el arte del vals. Para lo cual, el Conde pedía a su sobrina Hermione que actuara como su compañera.
—¡No, así no! —lo reprendió una vez más, la joven mujer.
—Tienes que guiarla con delicadeza y firmeza. —Hablo Bellatrix, mirando a su hija con resignación—. Parece que no es un buen alumno.
—Así parece, madre.
—No es sencillo, pero lo intento. —Se defendió Harry.
—Tal vez si alguien lo guía, será más sencillo aprender. —medito diplomáticamente Rodolphus, el esposo de Bellatrix.
La mujer pensó por un momento en las posibilidades y, con una sonrisa picara, se volteo a observar a su hermano.
—¿Quizás sería más práctico, no mi querido hermano?
Severus parpadeo sin entender por unos segundos, para terminar adoptando una mirada fría como tempano de hielo.
—Eres una vil manipuladora, Trix. —le sonrió malicioso, sabiendo que la mujer de negro odiaba ese apodo, pues le hacía recordar la marca de comida para mascotas, como contraataque al plan que sabia tenía su hermana.
—Yo, muy por el contrario, queridísimo Duck., pienso que es acertado―, pronuncio con malicia juguetona el apodo que su hermano gemelo odiaba con su alma.
―¿Duck? ―cuestiono Harry sin entender, mientras los demás asistentes se reían disimuladamente.
―Mi segundo nombre es Duncan. Cuando era adolescente se me dio por qué me llamaran así… Y a mi querida gemela le pareció gracioso decirme Duck, para mi molestia. ―le aclaro Severus, levantándose y sustituyendo a su sobrina. Provocando un sonrojo en el joven de anteojos.
Bellatrix, contenta por la victoria, lo mando a callar; pidiéndoles a los músicos su colaboración, pidió que la melodía fuese la que sus padres escucharon cuando se conocieron. A lo que su hermano respondió con la mirada más amenazadora que pudo poner, dada la situación.
La mujer, como sabía que era, podía notar la forma en que su hermano miraba al joven Harry, sabia por experiencia propia que ese brillo especial, no era cualquier cosa y, siendo honesta, esperaba que con un empujón ambos lo notaran. Bellatrix pensaba que su hermano necesitaba algo más que un amante dispuesto, Severus necesitaba a alguien a su lado a quien amar y por quien ser amado. Y Harry era el alma dulce que el oscuro corazón del Conde requería con urgencia.
Severus pensó en concentrarse en Harry para olvidar la osadía de su gemela. Miro los ojos llenos de vida, las mejillas sonrosadas, los labios delineando una bella sonrisa, todo en el aspecto del chico lo animaba a pensar que no tardaría en encontrar un buen prospecto para el muchacho. Sin embargo, esa idea no le gustaba nada, por más que se repitiera que alguien de su misma edad era lo más acertado. La alegría del chico siempre lo contagiaba, sonriendo ante las cosas más pequeñas y agradeciendo constantemente a Severus por todo. Lo embriagaba su sed de conocimiento, sus ansias de saber acerca de tal o cual cosa y buscar el por qué de las mismas, hacía del hombre de ojos negros un orgulloso maestro. También estaba esa característica suya de meterse en problemas sin proponérselo, esa compasión que tenía en su forma de ser lo enternecía y su tenacidad le daba, junto a su astucia, la cereza del pastel. Todo formando parte de la belleza del chico, Severus no podía negar que envidiaba al, aun sin rostro, afortunado joven que pudiera ser elegido por el corazón de Harry.
Mientras le daba la última vuelta, pensó en lo feliz que sería si pudiera enamorarlo, tal como su padre Tobías había hecho con su padre Albus.
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La noche siguiente, según lo planeado, la Ceremonia de Presentación en Sociedad de Harry Potter se llevo a cabo.
Como siempre que sucedía con las ceremonias ofrecidas de la Familia Snape, acudieron todos los nobles ingleses de renombre. La casa estaba a rebosar de rostros bellos y reconocidos, lo que esperaba sirviera como incentivo a su tío de no molestar en esa ocasión.
Bellatrix suspiro encantada al ver a su hija mayor bailar con el joven embajador búlgaro, Victor Krum. También observo a su ahijado Draco disfrutar de la compañía de Theodore Nott y a su sobrina recién casada, Susan, con su esposo Ignatus Bones. Le hacía feliz que cada miembro de su familia encontró su lugar en el mundo, mientras que su hermano postergaba la suya en pos del bien del país. Era por eso que estaba determinada en que, si era posible, juntaría a Harry con Severus. Suspiro otra vez, no seria sencillo.
―Puedo preguntar, mi señora ―los brazos de un hombre la tomar de la cintura con delicadeza y amor―, ¿qué es aquello que la hace suspirar con tanto sentimiento?
―Solo pensaba en como unir a dos enamorados…
―Bella, amor mío, sé que es lo que ronda en tu cabeza, pero no crees que eso sea asunto de ellos…
―Pero, Ro… conoces a mi gemelo, solo jamás se animara…
―Completamente cierto. Pero es su vida, debes respetar eso.
―Prometo no meterme más de la cuenta.
Un beso amoroso fue lo que termino la charla, esperando que pronto no fuera necesaria su intervención.
La música se detuvo con un cabeceo del amo de la casa a lo que todos le prestaron su debida atención.
―Estimados invitados, queridos allegados. Debo agradecerles por su asistencia en esta noche. Espero que la disfruten al máximo, un brindis por la ocasión.
Todo el mundo alzo sus comas y brindaron justo en el momento en que el cumpleañero y celebrado, hacia su aparición. Los invitados aplaudieron al ver entrar a Harry, algunos embelesados por su encanto lo miraban con deseo, Severus por otro lado, pensó que veía a un ángel.
Harry Potter vestía tan regio como en toda la semana, sin embargo esta vez lucia algo diferente. Pantalones ajustados negros, botas de color caoba con toques dorados, camisa escarlata, corbatín negro y saco blanco con bordes dorados. Estaba hermoso, lucia tan elegante con su cabello finalmente domado, tirado para atrás, sus verdes ojos reluciendo con un brillo tan intenso como la luz del sol y la sonrisa mas cálida y sincera que tenia. Y se decidió, se enamoro de Harry y no lo dejaría escapar aun si el mundo se le venía encima.
Y desdichada sea su suerte porque eso fue lo que paso. Los disparos rompieron la ventana, logrando que los invitados se desparramaran en todas direcciones. Bellatrix asustada llego a sus niños y los condujo fuera del salón principal para mantenerlos fuera del alcance de las balas, mientras el matrimonio Malfoy-Lupin, resguardaba a los invitados que aun estaban en el campo de fuego. Todos estaban muy distraídos y fue cuando él aprovecho la ocasión, se escabullo del resto para buscar su objetivo.
Severus había tomado la muñeca de Harry y los había escondido detrás de la estatua del recibidor, pero justo cuando piensa que no podrá llegar hasta el frente, se encuentra con su cuñado pensando en que la suerte estaba de su lado. Un error que le costaría caro.
―Rodolphus, justo a tiempo, toma a Harry y a los tuyos para que no los atrapen…―la frase quedo colgada cuando fue golpeado con un adorno de bronce que el otro traía escondido en la espalda.
―¡Severus! ―grito aterrado el joven. El pelirrojo logro separarlo del hombre de ojos negros (que desorientado se cayó al suelo), tumbarlo con sus manos para inmovilizándolo en el suelo y terminar amarrando al joven con las cuerdas de la cortina rota, que estaba a un lado tirada.
―Bueno, cuñadito, espero que puedas ver bien su rostro: es lo último que sabrás de él.
―No…le…hagas…daño…
―Eso lo decidirá, Lord Voldemort.
―Traidor, estas de su parte ¿Cómo puedes hacerle esto a Bella? ―se levanto como pudo y encaro al de ojos pardos. Sin percatarse que por atrás venían dos hombres gordos y corpulentos.
―Bella lo entenderá cuando vea la magnificencia tras el plan del Lord…
Severus casi se lanza a atacar al otro, pero entonces los lores Goyle y Crabbe, lo tomaron e inmovilizaron con su bestial fuerza. Rodolphus saco su arma y apunto con ella al Conde, mirándolo como desquiciado, como si la cordura su hubiera marchado de su cerebro.
―Pronto la Industrialización no será nada en comparación a lo que tiene en mente el Lord, pronto será hora de un nuevo mundo… Y tú, mi querido Severus, no serás parte de este. Adiós, cuñadito.
Y disparo. Harry grito con todas sus fuerzas, mientras Severus trataba en vano de separarse de los troll que lo aprisionaban. Fue en vano, la bala le dio en el pecho, el rostro se torno más pálido y los gorilas humanos decidieron tirarlo al piso para humillarlo en su lecho de muerte.
Entonces ambos morenos se miraron, percibiendo la angustia del rostro ajeno, pidiendo a cualquier divinidad existente, la salvación de su amado. Rodolphus decidió llevarse a Harry finalmente, dejando a Severus con el alma en la garganta y el corazón sumido en la desesperación del momento vivido.
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