Título: Mientras me quedes tú...
Autor: gabrielle62
Categoría: Libros, Harry Potter
Personajes: Harry Potter, Severus Snape
Género: Accion, Angustia, Aventura, Romance
Clasificación: PG-13
Advertencias: Mpreg=Embarazo Masculino
Capítulos: 3
Publicada: 20/11/12
Palabras: 12621
Actualizada: 30/11/12
¿Completa?: Sí
Desafíos: Dia Internacional del Snarry 2012
Resumen:
Harry se encuentra en su sexto curso en Hogwarts, las cosas cada vez se ponen más feas y se tendrá que enfrentar a muchos acontecimientos desagradables,pero no todo es malo. Hary se ha enamorado de la persona que menos hubiese esperado hacerlo, no se atreve a hablarlo con nadie, sólo con su amiga Luna, que se ha convertido en su confidente.
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Notas de la historia:
Mi respuesta al dia Internacional del Snarry 20012 propuesta por La Mazmorra del Snarry por segundo año consecutivo.
Esta es la historia de amor entre Severus y Harry. La historia es canon excepto algunas escenas en las que los protagonistas de las mismas cambian, era necesario para contar lo que yo quería, por supuesto cambia el final, la muerte de Severus no existe. Reivindico que fue lo peor del libro con diferencia, aún peor que el famoso epílogo que todos conocemos y que por supuesto para mí nunca existió. He escrito esta historia con mucho cariño, los acontecimientos giran en torno a Severus y Harry contados por una narradora excepcional en todo, que no parece de este planeta, la genial Luna. Espero que disfrutéis esta historia tanto como yo lo he hecho escribiéndola. Un fuerte abrazo a todos los que me leéis.
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—Tienes mi permiso y el de Severus para contarlo todo Luna— eso fue lo que me dijo Harry, sonriéndome mientras sujetaba con fuerza la mano de la pequeña Jade, la hija de ambos que apenas contaba seis años de edad, tres más que mis gemelos Lorcan y Lysander. Era una niña muy alegre y tan parecida a ambos que parecía hecha con pura magia, bueno… lo era en realidad. Severus Snape había descubierto una poción que permitía que algunos magos en edad fértil, no todos, pero sí los más dotados mágicamente, pudiesen tener un bebé, algo sorprendente que sólo podía darse en un mundo como el nuestro. Jade era el primer bebé concebido de esa forma, pero siendo uno de sus padres el mejor Maestro de Pociones del mundo mágico y el otro Harry Potter el Salvador del Mundo Mágico, ya no parecía tan raro… Bueno, a mí no me lo parecía al menos.
Cuando hace unos días les pedí permiso para contar su historia, Severus frunció el ceño y Harry tampoco estuvo demasiado conforme, pero parece que han decidido confiar en mí después de todo. Han pasado quince años desde que su historia comenzó, justo en medio de aquella guerra terrible en la que a la vez, tuvo lugar una de las historias de amor más hermosas y complicadas que conozco, por la personalidad de ambos y por las dificultades que tuvieron que superar para poder estar juntos. Harry era alumno de Hogwarts cuando se dio cuenta de lo que sentía por Severus y Snape era el Maestro de Pociones del colegio. Mi amigo entonces tenía dieciséis años y Severus treinta y siete, algo que en el mundo muggle puede tener mucha relevancia, pero en el mágico es diferente, como tantas otras cosas.
No me enrollo más y comienzo a contar lo que realmente interesa tal y como el mismo Harry me lo contó.
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Ese sábado Harry tenía detención con el Profesor Snape, Hermione le recriminaba por ello, estaba enfadada con Harry y aunque yo aún no sabía por qué, intuí que no iba a tardar en descubrirlo.
—Harry ¿Hasta cuando estás castigado esta vez? —le preguntó mientras nos dirigíamos a desayunar al gran comedor, al ver que yo también iba con ellos me miró de reojo, no le caigo bien, creo que, como tantos otros, piensa que estoy loca.
—Hasta que acabe el curso, si ya lo sabes…—contestó Harry con cansancio frunciendo el ceño irritado. Ron a su lado miró con cierto fastidio a Lavender que acaba de unirse al grupo pero enseguida se abrazaron. Siempre pensé que Hermione y él acabarían juntos pero Ron no para de tontear con la rubia.
—¡Déjale en paz Hermione! ¡Te estás pasando…¡lo haces adrede porque no soportas que te supere en Pociones —la espetó el pelirrojos sin contemplaciones. Este Ron…
Hermione le lanzó una mirada cargada de resentimiento y le contestó con rabia:
— ¡Llevándose un mérito que no tendría sin el libro de El Príncipe Mestizo, que por cierto no es suyo y del que copia detalladamente la elaboración de todas las pociones, gracias a las anotaciones que dejó en él su anterior dueño! —estaba fuera de sí y no se había dado cuenta de que varios alumnos de otros cursos se lo estaban pasando en grande viendo la pelea.
—Se me ha quitado el apetito— dijo Harry entre dientes, rojo de vergüenza, para cuando Hermione cayó del guindo y se dio cuenta de que acababa de poner a su amigo en evidencia ya era demasiado tarde. Le llamó pero no la hizo caso. Mañana el chisme del día sería: “Harry Potter hace trampas en Pociones Avanzadas” Con los ojos llenos de lágrimas Hermione vio cómo su amigo la ignoraba y se alejaba sin decir adiós.
—¡La has hecho buena! —la recriminó Ron enfadado. ¡Ya estaban discutiendo de nuevo! ¡Estos dos no tenían remedio!
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Se aproximaba la hora de cenar, había estado dando un largo paseo por los terrenos, pues el espléndido día invitaba a ello. Estuve buscando Bibblers Maravillosos, pero no he tenido suerte. Se esconden demasiado bien.
He visto a Harry salir corriendo del castillo como una exhalación, percibo que tiene problemas y echo a correr tras él, quiero saber qué le pasa. ¡Circe, como corre! Cuando por fin le doy alcance, me duele el costado del esfuerzo, él está sentado cerca del lago, con la cabeza apoyada en el viejo sauce y los ojos cerrados, su mandíbula está rígida.
—Hola Luna —me saludó con una breve sonrisa cuando me senté a su lado aún jadeante por el esfuerzo. Sus ojos estaban rojos ¡Vaya! Harry había estado llorando. No le pregunté nada, ya me lo contaría si lo creía oportuno…
Anochecía y permanecimos uno al lado del otro contemplando la magnífica puesta de sol que se reflejaba en el lago, el paisaje se transformaba a golpe de naranja y rojo, era un hermoso momento de paz que tenía como fondo el relajante sonido del viento acariciando las aguas en calma... Busqué la mano de Harry y él agarró la mía.
—Snape es un cabrón —me soltó a bocajarro sin mirarme, yo acaricié su mano invitándole a seguir, creía que le vendría bien desahogarse, lleva todo el día castigado por atacar a Draco Malfoy en los baños, según me contó el mismo Harry se pelearon, Draco le lanzó un Crucio y él le respondió con un Septusempra, un terrible hechizo que venía en el libro de El Príncipe Mestizo y del que desconocía el resultado, pero… casi mata a Malfoy. De no ser por la oportuna intervención del profesor Snape, la cosa podía haber acabado en tragedia. Afortunadamente Draco Malfoy estaba bien, pero Harry estaba castigado todos los sábados hasta que terminara el curso, no podrría jugar al Quidditch más y era el Capitán del equipo. Pero ahora su cabreo era con Snape.
—Lo sabe Luna…sabe que me gusta—su voz suena angustiada.
—Pero… ¿Cómo? —pregunto impactada.
—Entró en mi mente sin permiso y lo vio ¡Todo!
—¡Oh Harry…cuánto lo siento!
—¡No podré volver a mirarlo a la cara jamás! ¡Se reirá de mí hasta el fin de los tiempos…! ¿Por qué me tienen que pasar esto? ¡No podré soportar que se burle de mí, no por eso Luna!
Quisiera consolarle, decirle que todo va a estar bien, pero no sería sincera, a mí también me parece terrible la situación de Harry, es mi amigo y desearía verle feliz, no así de desorientado. Lo está pasando fatal, el pobre y se comporta como un crio asustado, pero cualquiera lo estaría de encontrarse en su situación. Le comprendo… aunque creo que exagera, el profesor Snape no es tan malo, aunque pone mucho empeño en mostrarse desagradable, a mi parecer sólo es una máscara para ocultar sus carencias. No es un tipo sociable, tampoco es simpático con la mayoría de la gente, esa no es una cualidad que posea todo el mundo y él desde luego no la tiene.
Harry en cambio es tan empático…Él se pone en la piel de los demás muchas veces, como si no tuviera ya bastantes problemas. A veces me dice que soy demasiado amable con gente que no me tiene ninguna consideración, lo sé, pero yo soy así, y no voy a cambiar porque otros sean desagradables conmigo, intento que no me afecte.
El profesor Snape es inteligente y astuto, sus ojos negros, son como un pozo sin fondo, llenos de misterio y posee una voz fantástica, que alcanza su punto culminante cuando más sarcástico se muestra. Harry dice que tiene que ser realmente sensual oírle cuando… ¡Eso son cosas de Harry, que se muere por él! Aunque creo que tiene razón, ¡Tiene que ser la leche que el profesor te susurre cosas sucias al oído en un momento especialmente íntimo!
En fin, estoy desvariando, además es la fantasía de mi amigo, no la mía, de momento no estoy interesada románticamente en nadie, hay cosas que llaman mas mi atención, por ahora…como por ejemplo los Heliopaths, por si no lo sabéis…son espíritus de fuego, unas enormes y flameantes criaturas que galopan por la tierra y queman todo en su trayectoria. Cornelius Fudge tiene un ejército de ellos bajo su mando, pero nadie me cree cuando se lo digo, ni siquiera Harry.
Snape tiene buenas cualidades pero también fallas, es sólo un ser humano como los demás, después de todo. Su mal carácter y su intransigencia ante la ineptitud de algunos de sus alumnos son lo peor a mi modo de ver. Supongo que Harry tendría bastante que decir al respecto pues ha sido, con diferencia, el que más veces ha experimentado la ira del profesor en carne propia, bueno quizá le gana Neville que ha hecho explotar más calderos que ningún otro alumno de Hogwarts, ¡Menudo record tiene el pobre!
Cuando Severus descubrió lo que Harry sentía hacia él seguro que se asustó terriblemente por todo lo que implica, pero no debería tener miedo, Harry está deseando entregarle su amor y Snape necesita tanto ser amado…
Están destinados a estar juntos, si tan sólo me escucharan, pero lo complican todo tanto…
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Severus es muy reservado, no le resulta fácil expresar sus sentimientos, por eso… que decidiese contarme él mismo su parte en esta historia me dejó estupefacta. Creo que aún estoy recuperándome de la impresión, pensé que sería Harry quien me contaría toda la historia desde su punto de vista, pero estoy muy contenta de que las cosas se hayan dado de este modo, aunque la verdad es que el profesor es bastante intimidante. No se deja conocer con facilidad y sin embargo… me respeta según me dijo una vez, por ser siempre yo misma y también por mi trabajo, por lo que he conseguido como bióloga, algo que le agradezco sinceramente. Aunque mi amigo es Harry he aprendido a conocer a Severus poco a poco, merece la pena irle quitando todas las capas de autodefensa que tiene de cara a los demás y cuanto más conozco al verdadero Severus, más le aprecio.
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Supe que me había equivocada de plano cuando al irrumpir en la mente de Harry me encontré con aquello ¡No debí hacerlo! ¡No tenía que haberle invadido como lo hice pero no había podido evitarlo! Aunque jamás hubiese imaginado ver lo que vi, sólo quería averiguar donde había ocultado el dichoso libro, sólo eso de verdad, y en su lugar… ¡Mira lo que me encontré por Merlín! ¡Ni en mis sueños más insólitos habría imaginado que Potter, sintiera algo por mí! Lo único que pensé cuando fui capaz de asumirlo es que era un adolescente hormonal que no tenía claro lo que quería. Sí, tenía que ser eso…
Me contó que le había dado mil vueltas al asunto y aún así no lograba entenderlo, no sabía qué diablos le podía gustar de él, cuando podría tener a quien quisiera, y además le había atormentado cuanto había podido desde el mismo día que pisó el castillo sólo porque le recordaba demasiado a James Potter, su padre, al que odiaba. Sin embargo… pronto descubrió que el chico tenía mucho de Lily, su amiga de la infancia, además de sus ojos, y aún sabiéndolo nunca dejó de ponerlo en evidencia, ¡Era superior a él! Dice que le encantaba ver como sus ojos destellaban de ira.
Reconoce que era un cabrón cuando se lo proponía, y a veces cuando no, también, pero es que Harry, en aquel entonces Potter, se lo ponía muy fácil…
—Sabía que le había hecho daño — me confiesa— pero no esperaba encontrarme algo así, le había lastimado y no era lo que pretendía, quería fastidiarlo como de costumbre, pero había sido todo tan inesperado, que no sabía qué hacer al respecto.
Harry, era como un libro abierto para mí, siempre sabía cuando me mentía, y lo hacía fatal la verdad. Casi mató a Draco Malfoy, y encima tuvo la desfachatez de darme otro manual diferente al que le había pedido, como si pudiera engañarme… El dichoso libro en cuestión, me pertenecía, yo era El Príncipe Mestizo, un tonto sobrenombre que usé en mi adolescencia, no porque me considerase de la realeza o algo similar, sino porque Prince era el apellido de mi madre. ¡Tantos años que estuvo perdido y tuvo que encontrarlo precisamente él! Aunque… si bien es cierto que sabía perfectamente a qué se debía su repentina mejora en Pociones, no hice nada porque quería ver hasta dónde era capaz de llegar, pero es que… ¡No conocía el límite! ¡El muy… obtuso!
Me habría tomado a broma lo que vi si no me hubiese removido por dentro, tampoco era de piedra después de todo, aunque algunos se empeñaran en creer que ni sentía ni padecía, no era así en absoluto ¡Harry sólo era un crío por Merlín! Un crio con una enorme responsabilidad sobre él que no estaba en absoluto preparado para lo que se le venía encima, dijera Dumbledore lo que dijera.
Lo más increíble era que ni siquiera era consciente de su atractivo, medio Hogwarts suspiraba por sus atenciones, destacaba cierta Weasley pelirroja a la que yo detestaba profundamente, y él, ni se enteraba subido en su nube. Ahora sé que tenía otras cosas mucho más importantes en las que pensar, como la inminente guerra por ejemplo. Todo el mundo esperaba demasiado de él Luna, y estaba tan agobiado por lo que se le venía encima que no se daba ni cuenta de los y las que revoloteaban a su alrededor intentando llamar su atención. Bueno si él no lo notaba, ya lo hacía yo en su lugar y me encargaba de espantarlos adecuadamente.
No puedo contener una carcajada al imaginarme la escena, Severus alza una ceja, sonríe y me quedo embobada mirándolo. Rara vez le he visto sonreír, su rostro se transforma cuando lo hace, tiene una bella sonrisa. Empiezo a comprender que ve Harry en él.
—Reconozco que fue divertido aterrorizarles —me dice—protegerle era mi obligación pero la verdad… creo que ya le quería solo para mí, aunque entonces no lo habría reconocido ni bajo un Cruciatus, él era un alumno y yo su profesor que le doblaba la edad, simplemente era algo impensable, pero no, Luna no lo era para mí, de hecho pensé mucho en ello, más aún cuando supe lo que Harry sentía.
Severus carraspeó y continuó con su historia, era un buen narrador y la modulación de su voz era simplemente perfecta para lograr que no me perdiera ni una sola de sus palabras, sí, definitivamente entiendo por qué Harry le ama:
Dumbledore, me llamó a su despacho cuando se enteró que Harry lleva días sin asistir a mis clases y no sólo a las mías, sino que no iba a ninguna. El muy…había puesto un hechizo de aislamiento sobre su cama, y se negaba a abandonarla. Aunque yo estaba seguro que hacía incursiones nocturnas al baño y a la cocina y que Dobby le suministraba alimentos a escondidas. Harry no era tonto y además le encantaba comer, no había más que observarle como engullía todo lo que le gustaba en el Gran Comedor, la verdad es que aunque su constitución era delgada, siempre cogía peso cuando estaba en el colegio, hacía tiempo que me cuestionaba si esos familiares muggles con los que vivía le alimentaban bien…
Sabía que se comportaba así por mi culpa pero se estaba pasando y poniendo a prueba mi paciencia una vez más, no podía tolerar que siguiese faltando a clase. Creo que temía enfrentarme después de lo que había descubierto, seguramente estaba demasiado avergonzado. Tenía que hablar con él y lo haría, lo quisiera o no. Después de todo yo soy era el adulto… ¿verdad? Una vez más le maldije mentalmente por darme tantos quebraderos de cabeza.
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Pero nunca llegasteis a hablar…—le dije y Severus asintió cerrando los ojos, seguramente, recordando los aciagos días que siguieron en los que los acontecimientos se precipitaron de forma horrible.
Asesinaron a Dumbledore, supuestamente había sido Draco Malfoy… Harry se enfrentó a ti, Severus, cuando escapabas con Draco Malfoy, intentando sacarlo de Hogwarts. Nadie podía creer lo que estaba pasando, yo menos que nadie, mientras veía sin poder creerlo el desmadejado cuerpo del Director que yacía en el suelo como un muñeco roto, después de caer desde la torre de Astronomía.
Harry temblaba arrodillado en el suelo, tras enfrentarte, después de intentar impedir tu huída sin lograrlo, eras muy superior a él, y le habías dado una pequeña muestra de ello dejándolo molido con tus hechizos y preso de la impotencia y la ira por no haber podido evitar la muerte del Director, ni tampoco que Draco Malfoy y tú escapaseis…
Su mirada parecía la de un viejo cuando me dijo que no era capaz de asimilarlo, que a pesar de haberlo visto con sus propios ojos no podía creer que fueras un traidor.
Muchas veces las cosas no son como parecen y el corazón me decía que no eras ningún cobarde y menos aún un traidor, pero debo reconocer que tampoco entendía apenas nada y que también tuve dudas, respecto a tu verdadera lealtad Severus, en cuanto a Harry… creo que los dos estábamos asustados, él aún más que yo, ante la terrible evidencia: Si no había podido evitar que huyeras, mucho menos podría enfrentar a Voldemort. Me pregunté seriamente cual sería ese misterioso poder que Harry poseía según Dumbledore, porque hasta ahora solo había dado muestras de una gran valentía y mucho coraje, pero eso sólo no parecía suficiente para derrotar al lord Oscuro. Me recriminé mentalmente por pensar así, yo siempre había visto algo especial en mi amigo, y confiado ciegamente en él, en su alma limpia y su fuerza interior… Debía ser algo de eso a lo que se refería el Director, aunque yo ahora no lo viese demasiado claro.
Creo que Harry sacaba la fuerza del amor y la confianza que todos los que estábamos de su lado le teníamos y no podíamos fallarle precisamente ahora, cuando más nos necesitaba. Hermione, Ron, Neville, Seamus, Dean, Ginny y yo, estábamos allí ayudando a Harry a incorporarse y dándole ánimos, aunque todos estábamos hechos polvo, porque todos queríamos a Dumbledore y todos, sin excepción, le íbamos a extrañar muchísimo...
Ahora, había que preparar su funeral. Después hablaríamos y seguiríamos peleando, era lo que tocaba. Nos miramos a los ojos y asentimos con la cabeza, creo que todos pensábamos lo mismo.
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Meses más tarde, nos encontrábamos en “El refugio”, la casa de Bill y Fleur, después de escapar por los pelos de la Mansión Malfoy. Todos salimos más o menos ilesos gracias a Dobby, pero Bellatrix lanzó su puñal justo cuando desaparecíamos y atravesó el corazón del pobre elfo. Harry gritó exasperado, pidiendo ayuda a los habitantes de la casa cercana al acantilado, el mismo donde las olas rompían una tras otra, como siempre, como diciendo que nada iba a cambiar por que Dobby hubiese muerto, que a pesar de todo la vida tenía que continuar…
No se podía hacer nada, el fiel y buen elfo había muerto y las estrellas chispeaban en las dos vidriosas y enormes esferas que eran sus ojos, ahora sin vida…
Después de enterrarlo, llorar hasta quedarse sin lágrimas y honrar al buen elfo lo mejor que podía y sabía, Harry y yo nos quedamos por fin solos, fue entonces cuando mi amigo se decidió a contarme su secreto, ese que hacía tiempo le atormentaba y que no había contado a nadie.
—Fue Severus quien mató a Dumbledore en realidad… no Draco Malfoy—lo dijo con voz ronca mientras clavaba sus ojos en los míos. Me quedé petrificada al ver que me decía la verdad, Harry apenas podía respirar de lo agobiado que se sentía.
—Hay algo más que debes saber… Estamos juntos Luna, sólo lo sabemos tú y yo, ni siquiera Ron y Hermione lo saben, se lo contaré cuando me sienta preparado para ello, pero no estoy seguro de que lo entiendan, sobre todo Ron, sé que tú si lo harás.
El corazón empezó a latirme más deprisa, de emoción y regocijo, sabía que Harry me tenía una enorme confianza, pero… ¡Aquello era demasiado! Aún así me abstuve de comentar nada, mi curiosidad por lo que tenía qué decirme superaba en esos instantes a cualquier otro temor o duda que pudiese tener, así que le animé a seguir.
—Todo empezó en el Bosque de Dean, cuando el patronus de un ciervo apareció, era igual que Cornamenta Luna, con el corazón a punto de salírseme del pecho supe, sin ninguna duda, de quién se trataba… ¡No podía ser nadie más! ¡Dos patronus iguales sólo podían significar una cosa! Y sabes a lo que me refiero Luna…, Severus, me estaba ayudando, protegiéndome una vez más, como siempre lo había hecho sin que yo lo supiera.
>>Gracias a él conseguimos la espada de Gryffindor, la ocultó en el fondo del lago, pues yo tenía que conseguirla con valor y esfuerzo para que todo fuera como debía, aunque ¡maldita la gracia…! —hizo una mueca que evidenciaba lo que pensaba al respecto— ¡Vaya que se lució! Casi muero congelado, menos mal que a Ron se le ocurrió volver de donde quiera que estuviera y me salvó, si no… Bueno, el caso es que Severus la robó de la cámara de Bellatrix en Gringotts, y gracias a eso pudimos destruir aquel maldito horrocroux.
>>Pero hay algo más que no sabes, y es por qué Severus mató a Dumbledore. Después de la maldición del anillo el Director se moría, Severus logró hacer una poción que retrasó los efectos de la misma pero no acababa con ella, al Director le quedaba menos de un año de vida y sabía todo lo que sucedería después… No me preguntes cómo Luna, pero lo sabía, y no quería morir tampoco a manos de Greyback o algún otro de los Mortífagos que atacaron la Torre de Astronomía aquella noche. Le rogó a Severus que le matase, y él cumplió su última voluntad, a pesar de que sabía que eso le convertiría en un asesino a los ojos de todos. Después de contármelo todo me dijo… que me amaba.
—¡Que te amaba…? ¡Circe bendita!, Dime Harry ¿Te besó?—me atreví a interrumpir. Se sonrojó, sonrió de tal forma que pareció iluminarlo todo y asintió.
—Lo hizo… más de una vez, y fue…No tengo palabras para describir la sensación Luna, pero entonces supe que todo era como debía ser, que estaba con la persona correcta y que solo quería estar ahí, entre sus brazos para siempre. Mientras nos besábamos sólo existíamos él y yo, todo lo demás podía esperar... ¡Fue tan perfecto! No quería separarme de él, pero era necesario, ahora que sé la verdad, que sé que no es un asesino y que me ama, tengo fuerzas para enfrentar a Voldemort y a lo que haga falta, porque sé que él está ahí para mí y porque acabar con el Señor Oscuro es la única forma de que el mundo mágico tenga paz por fin, y también la única posibilidad de que podamos estar juntos. Pero…para eso primero tenemos que sobrevivir —terminó diciendo con voz apagada, como si no lo viera muy seguro.